Subastada al mejor postor

By SarahiSalinas_

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[Contenido +18 y +21] Desde recién nacidas somos arrancadas de los brazos de nuestras madres o algunas son de... More

Sinopsis
Personajes principales
1. Origen
2. Dulces dieciocho años
4. La subasta
5. Los Friedrich, una nueva vida
6. Jayden Friedrich
7. Beso
8. Secretos y una perforación
9. Un rubio de ojos grises
10. Boda a medias
11. Luna de miel o hiel
12. Eso que huelo ¿acaso son celos?
13. Locuras que llevan nuestro nombre
14. Te llevaré a las estrellas y al mismo tiempo al infierno a sentir las llamas
15. Lo que pasa en las Vegas, se queda en las Vegas
16. La correcta
17. Después de todo el pasado regresa
18. Decisiones
19. ¿Soy una Klein?
20. La libertad que merece
21. Nueva integrante
22. Divorcio
23. El tiempo lo sana todo ¿O no?
24. Solo piel
25. ¡Quiero un papá!
26. Reencuentro inesperado
27. Volverte a ver
28. Hablar, solo quiero hablar
29. Antes de lo esperado
30. La verdad
31. Un paso a la vez
32. ¿Aún queda una segunda oportunidad?
33. Escándalo
34. Unas cuantas verdades
35. Bésame hasta que me harte
36. Dilema
37. Aguarda, aún falta algo...
38. La venganza se sirve en un platillo frío
Epílogo

3. Llego el día

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By SarahiSalinas_

Las despedidas no son tan bonitas como te las pintas o las ves en las películas eso lo supe cuando vi mi primer película en el cine del pueblo, lo vi como aquellas chicas que eran amigas aquí  y tenían que separarse para llevarlas a las subastas, el como lloraban, el como no querían dejar de aferrarse la una a las otras.

Ahora se que se siente, un nudo en la garganta, unas cuantas lágrimas acumuladas en los ojos, tristeza. Ya es de noche, solo me quedan unas horas para marcharme de este lugar.

Estoy acostada en mi cama, miro el techo, el sueño no me ha llegado por los nervios y el miedo, no me ha dejado en paz estos últimos días. La incertidumbre del saber que me espera allá afuera. Todo está en oscuridad, cada una está en sus respectivas camas durmiendo y yo aquí pensando que mañana muy temprano me iré a lo desconocido.

Me duele irme, me duele sobre todo dejar a mi amiga, hace unas horas atrás estuve con ella seguro mañana ya no la veré.

Una de las ventanas queda al lado de mi cama, me levanto y me siento, veo como el reflejo de la luna, y las luces se cuelan alumbrando una pequeña parte del cuarto. Me pierdo en un punto viendo a lo lejos las luces de las demás casas, la soledad que siento ahora mismo es tan grande; no me muevo de mi sitio, no hago nada permanezco ahí.

Una parte de la oscuridad me envuelve en ella, al igual que la soledad, el vacío me toma y yo me dejó llevar. No se cuantos minutos pasan o si incluso llegan a ser horas, sigo sin sueño pero aún así obligo a mi cuerpo tumbarme en la cama para poder dormir un poco o mañana tendré unas ojeras de muerte.

Cierro los ojos, unas cuantas lágrimas salen no las detengo, dejo que se pierdan sin rumbo por mi rostro. Así me quedo dormida con lágrimas que se resbalan y me pierdo en un profundo sueño donde quizá sueño con una vida normal —lo que más deseo—.

Al parecer no siento mi cuerpo descansar por qué me despiertan al momento en el que cerré los ojos y así lo pienso, un grave error al ver qué el sol ya se cuela por las ventanas. Otro día, el día que me voy.

Llegó el momento de marcharme con las otras.

Una de las cuidadoras me tiende una ropa normal y me encamina a las duchas donde encuentro a las demás, les sonrió dándoles buenos días.

Me tomo un poquito más de tiempo asearme, enjabono mi cuerpo y al salir me pongo la ropa que me han dado, cepillo mi pelo húmedo. Me observo en el espejo, hay unas leves ojeras se la razón, no me recriminó por ellas lo sabía. Tomo mi pijama para entregarla.

Pongo en marcha mis pies, los pasillos están un poco desiertos en unos minutos más seguro se levantan ya va a hacer hora.

Veo como a lo lejos se cuenta la madame, ya hay unas cuantas ahí, faltan como dos y yo.

—Buenos días madame Ricci —saludo a la mujer que lleva un traje color azul marino, un pinta labio color rojo y unas uñas tan bien limadas.

—Buenos días señorita Elaine

Las otras compañeras llegan a formarse.

—¿Ya están todas? —pregunta a una de las cuidadoras, ella asiente—. Perfecto, en cinco llega el transporte y en diez nos vamos.

—Sus vestidos ya están aquí, una de nosotras irá con ustedes en el transporte que las llevará y en el otro auto viajará la madame con dos más cuidadoras —avisa una.

Nos sentamos en una de las bancas que se encuentra en la salida, no tarda mucho en venir a avisar que ya ha llegado.

La alarma suena por todos los pasillos, es hora de levantarse, Riley recién se va levantando, ya no la veré.

Camino rumbo a dónde está una tipo furgoneta, ahí iremos.

—Suban, que hay horas de distancia —ordenan.

Nos adentramos una por una, me quedo al final. Volteo a ver al orfanato.

—¡Elaine!, ¡Elaine! —grita alguien.

—Riley, ¿Qué haces aquí?, Deberías estar ahora mismo yendo a más regaderas —lleva puesto su pijama aún.

—Me quería despedir de ti —sus ojos están tristes—. Te voy a echar de menos.

—Te van a regañar

—No me importa, tu te vas y ya no te veré —una lágrima cae—. Te quiero mejor amiga.

La abrazo y siento mi mundo venirse encima.

—Yo también te quiero, mi mejor amiga —no la suelto, no quiero hacerlo.

—Sube ya Elaine y tú Riley vuelve a tus labores —ordena una mujer.

—Adiós —me despido de ella para siempre.

—Recuerda que no es para siempre, tengo fe en que te veré, un adiós no, un hasta luego —eso quiero imaginar.

Se que ya había quedado una despedida con anticipación pero se que nos hemos aferrado demasiado a nuestra amistad. No estamos listas para el «adiós» y no creo estarlo nunca.

—Un hasta luego Riley

Y subo, no quiero voltear, no quiero llorar, soy vulnerable, lo soy y no quiero romper a llorar. Se pone en marcha.

No voltees, no lo hagas —me lo ordenó y termino haciéndolo—.

Ya no está.

—Ella estará bien —me dice Sophia—. Las veía muy juntas, duele dejar a una amiga y saber que era lo único que tenías.

No se cómo sentirme al decirme aquellas palabras, no me reconforta en nada.
Solo la observo y no respondo, desvió mi mirada rumbo a la carretera que ha tomado rumbo.

Nadie dice nada durante el trayendo, el silencio es horrible, parece que estamos muertas, cada quien va perdida en su mundo.

Me recargo en una ventanilla donde puedo apreciar la carretera, larga y sin fin. Me pierdo en mis pensamientos, solo observo los árboles que a mí parecer son los mismos; no sé cuánto tiempo llevamos en carretera no nos hemos detenido para nada, ni siquiera para desayunar, mi estómago pide a gritos comida.

Cómo si leyeran mis pensamientos a lo lejos se puede apreciar una tienda, cuando se va acercando más noto que es un restaurante. El vehículo se detiene.

—Bajaremos a comer algo y después seguiremos la ruta —avisa nuestra cuidadora—. Bajen con cuidado y no hablen con ninguna persona a menos que seamos alguien del grupo, ignorara a gente desconocida.

Entramos al lugar y es normal, hay un par de mesas, no hay clientes al parecer más que dos de las mesas están ocupadas cada una de ellas tiene por lo menos dos clientes que se encuentran comiendo, no nos prestan ni la mínima atención.
En una esquina se encuentra una televisión donde pasa algún tipo de programa. Las mesas se encuentran cubiertas con un mantel blanco.

Una de las meseras se acerca a nosotros y nos lleva a una mesa donde quedamos todos las chicas, las cuidadoras van hacia otra mesa no muy lejos de la nuestra. Nos atienden, el pedido no tarda en llegar, en silencio comemos.

—¿Creen que a dónde nos llevan será algún lugar viejo o de miedo? —pregunta curiosa Yadira.

—No lo sé, no me importa y a ti tampoco debería importarte —señala otra del grupo—. No es como si a dónde fuéramos nos quedaríamos a vivir, solo dormiremos una noche no más.

Yadira solo se dedica a voltearle los ojos, ignorando sus palabras —si, es algo molesta—.

—No hablen muy fuerte, nos escucharán no querrán que nos regañen aquellas mujeres —hace  mención Sophia a la madame y sus secuaces—. Dejar de pelear, mejor terminen de comer.

Tras decir eso, sigue comiendo, yo solo escucho sus charlas, casi no me lleve con ninguna de ellas, probablemente solo haya cruzado un par de palabras.

—Vaya numerito que monto Elaine con Riley —comenta Yadira en forma de burla.

Al parecer le vale que yo esté aquí, me dedico a ignorar.

—¡Cállate! —protesta Sophi—. Respeta, que ella se encuentra con nosotras por lo menos alguien si se despidió de ella, alguien que le tiene aprecio y la quiere.

Al parecer nadie la soporta.

Suelo ser una persona pacifica que no le gusta meterse en líos, mayormente me mantengo alejada de todo eso. En esta ocasión quiero seguir así, ignorando todo problema para no generar peleas.

—Hablo de quién yo quiero incluso si es de ti —desafía—. No te tengo miedo.

—Ni yo a ti, no pretendo causarte miedo sino que te calles, respetes y acates las órdenes o todas saldremos perjudicadas —advierte con algo de enojo que se le ve en la mirada.

—Perfecto, solo por esta vez te complaceré —como si nada hubiera pasado termina su comida.

Cuando ya todas hemos terminado de comer nos levantamos de nuestro sitio, aprovechamos en ir al sanitario. Unos minutos más tarde prendemos el viaje de nuevo.

Pasan unas horas más, antes de que a lo lejos se vaya visualizando casas y un letrero que da la bienvenida a un pueblo, el nombre reluce allí.

—Llegamos a nuestro destino, en veinte minutos llegaremos en donde nos instalaremos —nos avisan.

Las casas, negocios se van haciendo presente. Así como donde nos encontrábamos antes.

Después de minutos pasamos todo aquello haciendo viable de nuevo los árboles, el bosque extenso, una carreta sin fin, nos desviamos por un camino de tierra. Nos lleva otro par de minutos sin ver nada más que los árboles.

Llegamos al fin, se encuentra unas enormes verjas color negro. El transporte se detiene esperando a que alguien se digne a abrir aquel portón gigante.
De la nada por arte de magia se abre, es automático.

Hay un enorme jardín de pasta verde con mucha vida, una fuente en medio de todo esto, hay flores adornando; allí un poco más atrás se encuentra una mansión enorme.
Queda claro que aquí no conocen la palabra «pequeño».

Se detiene el vehículo, es hora de bajar. Nos abren las puertas para salir. Pisamos el césped, una brisa cálida azota mi cara haciendo mover mis cabellos, respiro aire puro, un lugar bonito, pero un infierno adentro.

No imaginé ni pensé como sería el lugar, y si lo hubiera hecho seguro me quedo corta al imaginar, esto es lujoso por fuera, a saber cómo será el interior.

—Cada una tendrá una habitación, solo es por una noche, deben de descansar muy bien, mañana por la mañana serán aseadas y empezarán a arreglarlas desde temprano, tomarán unos masajes, mascarillas, todo esto para que su cuerpo se relaje antes de todo —mientras nos dan más indicaciones caminamos hasta llegar a la entrada.

Un hombre se encuentra en la puerta, va enfundado en un traje negro, parece de unos cuarenta y tantos su porte es fino, no muestra ninguna señal, su estar es neutro.

—¡Bienvenidas!, Un placer de verte de nuevo Ricci —sonríe a la mujer que ha sido la madre de todas—. Pasen las empleadas llevarán a las niñas a sus habitaciones.

—El placer es mío Robinson —le extiende su mano para que bese el dorso, lo cual él hombre ahora llamado Robinson lo hace sin ningún tipo de problema.

Se nota que se conocen a la perfección. Sin duda alguna.

Pasamos al interior, quedó asombrada con cada detalle, lujos, dinero, grita a todo pulmón la casa.

El piso muy bien pulido, parece un cristal tan brillante, un candelabro cuelga en lo alto brilla por los vidrios que tiene de adorno.

—El auditorio ya está siendo arreglado como ordenaste, para más tardar en la noche estará todo listo.

—Como siempre cumpliendo mis caprichos —su sonrisa se ensancha—. Mañana será uno de mis mejores días.

—Eso puedo notar, está vez te luciste con tan bellas damas, incluso unas más que otra, pero sin duda bellezas —no se que es lo que desprende su mirada, pero no es nada bueno.

Veo como su mirada se centra en mi, trago duro, se genera dentro de mi una sensación extraña mezclada con miedo. Su mirada es pesada para mí, desvió mis ojos hacia otro lugar.

—Bueno, dejemos que las cuidadoras se las lleven y tus empleadas las ayudarán. Nosotros tenemos que hablar de asuntos importantes —una insinuación que dice miles de cosas que no se logra descifrar, solo ellos se entienden a que se refieren.

El hombre le ofrece su brazo, madame lo toma sin rechistar, se pierden por un pasillo.

Caminamos siendo guiadas por las mujeres por unas escaleras que nos llevan al segundo piso, hay varias puertas y pasillos que seguro conducen a más.

Me dan una de las tantas habitaciones, me ordenan que por ningún motivo salga de aquí a menos que alguien venga a buscarme.
Observo cada detalle de la recámara, una cama grande con unas almohadas tan cómodas, un tocador con todo tipo de maquillaje, un espejo de cuerpo entero, un guarda ropa, el baño de aseo, no hay adornos, una habitación lujosa, pero vacía.

Tocan la puerta, la abro y entra una mujer que no conozco, lleva un uniforme de sirvienta, empleada de esta mansión, veo que lleva en manos el vestido   que usaré.

—Señorita le traigo su vestido, lo pondré aquí —señala el lugar donde se guarda la ropa—. Más tarde vendré por ti para llevarte al comedor, me han dado indicaciones que le diga que tome un baño, en el guarda ropa se encuentra una ropa cómoda.

Sin esperar una respuesta de mi parte se marcha.

Acato cada orden dada y sin esperar más me siento en la cama a esperar que vengan por mi.
La ropa que llevo es un pantalón de algodón color morado bajito y una blusa blanca sin ningún tipo de estampado.

Veo las ventanas, me acercó desde ahí puedo observar toda la grandeza de aquel jardín.

Tocan la puerta, la abro y veo que es la misma mujer que me dio las indicaciones, me dice que la siga para llevarme al comer.
Cuando llego están las chicas junto a la madame. Llega el hombre, se sienta en la cabecera, las sirvientas sirven la cena. Todo está en completo silencio solo se escucha los sonidos que se generan al mover los cubiertos.

—Mañana será el mejor día para ustedes hermosuras —rompe el silencio el tipo.

Hoy solo he escuchado la palabra «mañana»

¿Que tiene de especial el mañana? Para mí nada, para ellos el todo, su cuenta bancaria se hará mil veces más grande, recibirán dinero, se bañaran en el e incluso puede que se limpien el culo con él.

Ya me harté de solo escuchar la mención del día siguiente, estoy hastiada.

Robinson solo nos ve como un cambio directo a dinero. Su ojos brillan la sola mención.
Solo para ellos será la total felicidad. Para mí será mi condena.

Maldita la madame Ricci, malditas las cuidadoras, maldita la persona que me abandono, maldita aquellos que crearon está red, maldito Robinson y malditos todos aquellos que mañana estarán presentes. 




🫧🫧🫧

Aquí está un nuevo capítulo ✨

El siguiente será ya la subasta 🔥👀 esto cada vez se pone mejor, se que a lo mejor ya quieren drama esperen un poquito ya verán que cada que avancemos será mejor cada capítulo 🫧

¿Quién será este tal Robinson? 👀 Da malas vibras. Teorias 👀

¿Quién se llevará a Elaine? 👀

¿Están lit@s para lo que se viene? 👀

¿Que les gustaría ver en el libro? 👀

Me dio tristeza la manera en la que Riley y Elaine se despidieron 🤧🥺 ¿Se volverán a ver algún día? 👀

Para más cosas y spoilers por mi instagram.
sarahi_salinas04

Comenten y voten ✨🦋 nos vemos 🫧

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