Sólo tú. Mi dulce tentación. ©

Par CARMI_MR

36.8K 2.4K 2.5K

No tengo miedo de un ejército de leones dirigido por una oveja. Tengo miedo de un ejército de ovejas dirigido... Plus

Sólo tú. Mi dulce tentación.©
Capítulo 01.
Capítulo 02.
Capítulo 03.
Capítulo 04.
Capítulo 05.
Capítulo 06
Capítulo 07.
Capítulo 08.
Capítulo 09
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26.
Capítulo 27
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 54.
Capítulo 55.
Capítulo 57.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Capítulo 66.
Capítulo 67.
Capítulo 68.
Capítulo 69.
Capítulo 70.
Capítulo 71.
Capítulo 72.
Capítulo 73.
Capítulo 74.
Capítulo 75.
Capítulo 76.
Capítulo 77.
Capítulo 78.
Capítulo 79.
Capítulo 80.
Capítulo 82.
Capítulo 83.
Capítulo 84.
Capítulo 85.
Capítulo 86.
Capítulo 87.
Capítulo 88.
Final.
Epílogo.

Capítulo 81

170 10 16
Par CARMI_MR

"No sé qué haces ni adónde vas. No me cuentas nada."~ MACARENA GÓMEZ

Quiero vivir.

26 de Julio.

Mi madre siempre lo dijo cuando estás tan abajo y sientes que el mundo te cae encima, sientes que las fuerzas te abandonan y todo lo que tienes a tu alrededor es una simple ilusión que tu cabeza está creando, sabes que realmente has tocado el fondo, el hoyo más profundo sobre la Tierra.

Es normal que la desesperación te ataque, que de verdad todo a tu lado, todo a tu alrededor lo confundas con un simple sueño o pesadilla del cual quieres despertar, sin embargo sabes que eso no ocurrirá porque estás viviendo tu vida real, todo lo que estás experimentando es real y no hay alguna vida alternativa de la que puedes escoger.

Sin embargo, siempre existe el motor de tus recuerdos, los buenos recuerdos que te enseñan a seguir adelante a continuar con el camino a pesar de que todo está sobre tus hombros, esos recuerdos son los que te mantienen con vida no importa todo lo que esté ocurriendo a tu alrededor, mantienes la esperanza de que en algún momento, esos recuerdos se fortalecerán cuando regreses con tu familia. La esperanza es lo último que se pierde y por más cliché que suene, sabes que es verdad.

La vida me había puesto frente a cientos de criminales, desde que complete mi entrenamiento como agente supe que estaría en manos de cualquier criminal qué se encaprichará conmigo, parecía ser una característica que todos compartían, y era imposible quitarles de la cabeza cuando querían a una de las agentes en su cama, claro que siempre pensé que yo podría defenderme; pero subestime el poder del maldito hombre que me tenía entre sus garras.

Las noches y los días pasaban sin siquiera detenerse un poco, lloraba todo el tiempo y a veces me encerraba en el baño para que el hombre no me escuchara, me estaba volviendo loca en este maldito infierno y con la única compañía de las mujeres que extrañamente habían cambiado su vestimenta, ya no vagaban desnudas por todos lados, en su lugar vestían atuendos un poco más decentes.

Un sentimiento extraño no me dejaba dormir por las noches, era como si sintiera que no sólo no me había protegido a mí, sino a alguien más. Un sentimiento tan extraño que mi corazón me gritaba que algo estaba mal en mí, que me diera cuenta de las señales que me daba pero no podía hacerlo, parecía que incluso mi inteligencia se había largado a la Patagonia y la capacidad para analizar las cosas se había esfumado de mi mente.

Me causaba gracia que las pesadillas que siempre había tenido con Stefan se habían esfumado completamente, no estaba recordando simplemente, estaba viviendo un nuevo infierno, un infierno disfrazado de lujos y de regalos ostentosos que me daba el bastardo de Magnus Schiavone.

Había tratado de encontrar las debilidades de ese bastardo, sin embargo parecía ser inmune a cualquier cosa, menos a mí; me encontraba desesperada y sólo quería despertar de esa pesadilla en brazos de los hombres que amaba pero sabía que para que eso ocurriera faltaba mucho tiempo. Magnus se había asegurado de ocultarme perfectamente bien, sería imposible que lograrán rastrearme, y no podía pedir ayuda sabiendo que mi vida corría peligro.

Quizás la muerte era el mejor destino que podía tomar, pero no dejaría que terminaran con mi vida, lucharía asi tuviera que hacerlo entregándome, por lo menos no se les había ocurrido interrogarme sobre la IISMF, lo que me confirmaba que yo había sido su objetivo desde el principio, ellos no buscaban mantener a un simple rehén, ellos me querían a mí o más bien, él me quería ahí.

Según la cuenta que llevaba mentalmente, llevaba 8 días en ese lugar y estábamos a menos de 6 días de la supuesta boda que Magnus organizaba, sabía que si realmente me casaba con él; perdería cualquier derecho dentro de la IISMF, conocían las leyes y me las sabía de memoria, después de todo yo era la coronel del ejército Alpha, pues aunque lo hiciera forzada me convertiría en la mujer del mafioso.

Había trazado cientos de planes de escape, pero ninguno funcionaría conociendo que Magnus tenía todo un ejército listo para dispararme y que además de todo, salir de ese lugar era imposible con la barrera de tiburones que él me había dicho, había visitado un par de veces la playa y aunque era relajante poder tener algo conocido, no podía evitar pensar que en algún momento se convertiría en mi hogar cuando me lanzaran a ser comida por los tiburones.

Moví la cabeza tratando de ocultar mi rostro de los rayos de sol que se empeñaban en torturarme cada mañana, pero por lo menos si seguía viendo la luz del sol significaba que seguía con vida, tenía miedo de que el bastardo de Magnus en algún momento dejará de ser el hombre que estaba demostrando para mí y se convirtiera en la bestia a la que tanto le temía.

El olor a vainilla me hizo saber que seguía en ese maldito infierno, algo dentro de mí esperaba que al despertar me encontrase en la cama junto con mis hombres, quizás siendo acariciada por ellos o con los gritos de Conall por apagar la alarma. Esos eran los recuerdos que me mantenían con vida a pesar de que no tenía ganas de seguir luchando, estar en un infierno como en el que estaba, realmente estaba acabando con cada gramo de mi valentía y esperanza.

Por lo menos debería conformarme con que Magnus no me había puesto un solo dedo encima, ni siquiera había pedido que lo complaciera como había sido su orden inicial, era como si quisiera complacer cada uno de mis caprichos y no me negaba a ello, de esa manera podría ganarme su confianza más fácilmente y de alguna manera, manipularlo para que me dejase libre.

—Buenos días, mi dulce Ptichka—susurró como si no quisiera asustarme.

Levante la mirada, tenía el cabello húmedo señal de que había tomado una ducha y el perfume masculino que usaba, era como una horrible combinación con el aroma a vainilla. Sentí náuseas como todo el tiempo que había transcurrido en ese maldito lugar, las náuseas no me dejaban tranquila pero realmente se trataba por ese maldito bastardo que me tenía entre sus manos.

—Buenos días—murmuré, obligándome a darle una dulce sonrisa.

Ese hombre quería una esposa trofeo, una esposa que sonriera a su lado pero extrañamente también deseaba tener a alguien que lo ayudará a dominar el reino de la mafia, me lo había dicho en un par de ocasiones, él quería una reina de la mafia que supiera dominar y que no sé dejará caer ante los demás, sólo en él.

—¿Cómo estuvo tu noche mi dulce?

—Bien...—mentí —. ¿Cómo dormiste tú?

—Cómo te lo he dicho, desde que estás aquí a mi lado las noches son preciosas, me encanta abrazarte durante la madrugada y sentir tu calor al despertar. De verdad no tienes idea de todo lo que causas en mi pequeña, realmente tú estás siendo mi somnífero favorito.

—Me halagas—murmuré con una falsa sonrisa—, ¿Iras a algún lado? —pregunté al ver su traje perfectamente planchado sobre la cama.

—Debo ir a arreglar algunos asuntos fuera de la isla, y aprovecharé para pasar al lugar donde será nuestra preciosa boda, tomaré fotos para que veas el hermoso lugar que he elegido para que por fin puedas ser mi esposa; estoy seguro de que lo amarás.

—¿Me dejarás sola c...con tu hermano? M...me da miedo—fingí inocencia.

—Debo hacerlo, pequeña, pero no debes de preocuparte te prometo que no te pondrá ni un solo dedo encima, ni él ni nadie... todos saben que si te hacen algo estarán muertos dos minutos después de hacerlo, así que tú anda tranquila.

—Gracias... A...Ayer que Lara me llevo a la playa... pude ver que hay un camino hacia dentro de la isla...

—¿Quieres ir al pueblo?

—¿Hay un pueblo? —pregunté.

—Lo hay... viven las familias de mis hombres, es como un pueblo pequeño, pero venden varias cosas. No te lo había mencionado porque no sabía que tan preparada estes para relacionarte con otras personas... Para poder ir, solo dile a Larissa que te lleve, ahí todos te reconocerán como su reina, así que no debes preocuparte por nada.

—¿Puedo ir? Quiero conocer más sobre el lugar donde vivimos, cielo...

<<Y ver que rutas de escape tengo para alejarme de ti, maldito hijo de puta>>

Había descubierto que si le hablaba con cariño, siempre cumplía cada uno de los caprichos.

—claro que puedes ir, mi pequeña Ptichka, me encanta que te estés interesando por tu hogar eso significa que me estás reconociendo como tú hombre que realmente quieres tener una vida a mi lado—murmuró con una sonrisa.

Como lo hizo la primera vez que estuve despierta en esa habitación, Magnus dio un pequeño aplauso y enseguida entró Larissa, una mujer de mediana edad que fungía como ser mi nana, era una mujer amable y por lo que tenía entendido su esposo le había servido Magnus, sin embargo lo había traicionado y a cambio de eso su esposa tenía que trabajar de por vida con Magnus.

—¿Me llamó, señor?

—Prepara la ropa para la señora, quiere visitar el pueblo... —murmuró acariciando mi mejilla con delicadeza—. Yo estaré fuera hasta la noche pero quiero que te asegures que su estancia sea agradable y que coma todo lo que desee.

—Como ordené, señor.

— Dile a Kendra que le de uno de sus deliciosos pasteles, estoy seguro de que le encantarán a mi esposa.

La mujer asintió con una pequeña sonrisa, aunque al igual que a mí podía ver en sus ojos la tristeza que llevaba en su espalda estaba en ese lugar por culpa de alguien más y no era libre ni siquiera de pensar por sí misma todo el tiempo tenía que seguir las órdenes del bastardo o del bastardo de su hermano peor que él.

—Debo irme, mi amor... pero te prometo que regresaré tan pronto me sea posible.

—Ya te extraño—murmuré con falsedad.

Cada palabra que le decía a ese maldito hombre era falsa, no podía amarlo ni siquiera podía verlo como un humano, me había arrebatado mi libertad y la disfrazaba con que me amaba, por supuesto que no lo veía como alguien que pudiera amar en un futuro o incluso en otra vida.

Magnus se vistió rápidamente y después de darme un asqueroso beso sobre mis labios, salió de la Habitación dejándome completamente sola con Lara.

Ella me dio una pequeña sonrisa antes de perderse en el closet, lugar donde Magnus guardaba cada una de las prendas que había ordenado diseñar especialmente para mí, eso podía verse como un acto de amor verdadero, para cualquier chica sería el sueño tener tanta ropa que fuese imposible vestir una por día durante 5 años, pero para mí no era más que una maldita maldición.

Lara me ayudó a darme una pequeña ducha, porque sí, él había dado la orden que ni siquiera en el baño podían dejarme sola cuando él no se encontrase. Ella era una mujer tranquila, incluso me daba privacidad para poderme desvestir y lavar mi cuerpo como a mí me gustaba, claro con el horrible shampoo de olor a vainilla.

Al terminar me dio una pequeña bata de color azul metálico oscuro, estaba comenzando a hartarme de ese maldito color me parecía que Magnus era fanático de él, pues cada cosa que él vestía o que me obligaba a vestir, era de ese color.

—He notado que no le gusta el color azul, pero sí le gusta el color rosa ¿Cierto?, algo me dice que usted ama el color rosa, es algo que le encanta y siente propio. Así que busqué alguna prenda que tuviera ese color, quizás no es algo que le gusta al señor Magnus que vista usted, pero no regresará hasta la noche así que puede vestirlo ahora, y aunque está aquí a la fuerza sentir un poquito de lo que estaba acostumbrada a tener en su vida.

—Te lo agradezco Lara...

—No es nada, cuando yo también llegué aquí Por Primera Vez, fue horrible no tener nada que conociera, no remataron mi vida todo lo que tenía se vio reducido a servirle al ba... señor Magnus.

—Puedes decirlo, yo también creo eso—murmuré —. No sé qué puedo decir frente a ti, eres empleada y puedes ir a decirle cualquier cosa o incluso estar siendo amable conmigo para que te diga información sobre mí.

—No, créame que no—murmuró dándome la falda sastre de un precioso tono palo de rosa y una ropa interior menos reveladora a la que me obligaba a usar Magnus—. Cuando yo llegué aquí tenía su edad, a mi esposa se le ocurrió a traicionar al padre del señor Magnus, a él se lo dieron de comer los tiburones, a mis hijos ni siquiera sé dónde estén y a mí me castigaron aquí para servir eternamente la familia Schiavone, pero por lo menos no me inyectan la mierda que le inyectan a los demás...

—¿Por qué? —interrogué.

—Fui la mujer de Hugo—murmuró.

Me quedé en silencio sin poder decir nada más, ella me terminó de vestir y ninguna de las dos mencionó algo sobre el tema de Hugo. Desayuné unos panqueques que realmente odiaba pero que sabía que debía comer para mantenerme fuerte y después salimos en dirección al pueblo.

—Podemos caminar o ir en auto, lo que usted decida es lo que haremos.

—Creo que podemos caminar, me hará bien tomar un poco de aire fresco...

Comenzamos a caminar por la vereda, era bonita y rodeada de palmeras gracias a estar tan cerca de la playa, hacía un poco de frío pues estaba segura de que nos encontrábamos en alguna parte del hemisferio norte, en alguna isla tan recóndita y poco conocida, que era imposible para mis la IISMF encontrarme.

—Fui la mujer de Hugo—murmuró de repente Lara—. Se lo estoy contando porque quizás esto le sirva, no fui simplemente una puta con la que se acostó, él me hizo su esposa, creo que ustedes jamás se enteraron porque él nunca dijo que nos casamos, sólo sus hijos y algunos de los más allegados a él, supieron que yo era la mujer del rey...

—Vaya... eso no lo sabía...

—Nos conocimos una vez, mi esposo me lo presentó como su jefe, creo que ahí fue cuando se encaprichó conmigo, hizo de todo para que yo estuviera con él, enviaba regalos caros, pagaba la escuela de mis hijos incluso compró una mansión en Los Ángeles.

—Pero usted no le hizo caso—murmuré.

—No me hable de usted cuando estemos solas—murmuró con una pequeña risa—. Me siento una anciana.

—A mí tampoco me hables de usted, creo que ambas estamos aquí por un capricho.

—Tienes razón—aseguró con una pequeña sonrisa—. Continuando con la historia... Yo jamás le hice caso, pero yo no sabía lo que era, para mí simplemente era un rico que se había encaprichado conmigo por alguna extraña razón, es tonto porque tampoco sabía lo que se dedicaba mi esposo, yo creía que él era un ejecutivo y resultó ser un maldito mercenario.

La miré con sorpresa, ella realmente tenía una historia.

—¿Y qué pasó después?

—Mi esposo se dio cuenta que su jefe estaba encaprichado conmigo, lo enfrentó y Hugo reaccionó como cualquier maldito mafioso, Inventó una traición a mi esposo dándoselo a comer a los tiburones, sin mi esposo nosotros perdimos todo, nos embargaron la casa, corrieron a mis hijos de la escuela, yo era una importante abogada en Los Ángeles y mis jefes decidieron que no querían una viuda con 5 hijos, así que también me corrieron.

—Oh, Dios...

—Te preguntarás ¿Cómo alguien de mi edad puede tener 5 hijos? lo gracioso es que tres de ellos ni siquiera eran míos—murmuró soltando una risa amarga—. Cuando conocí a mi esposo, él ya tenía tres hijos y a mí me presionó para tener otros dos.

—Sufriste demasiado...

—y eso ni siquiera es el inicio...—murmuró —. Me intenté suicidar, perdí todo absolutamente todo, los agentes de trabajo social me quitaron a mis hijos, por alguna extraña razón nadie me quería contratar como abogada. Tome tantas pastillas para dormir, sólo esperaba mi muerte... pero Schiavone se dio cuenta de eso, así que me trajo aquí, era prácticamente una niña como tú.

—¿Te salvo y te trajo aquí?

—estar aquí fue mi peor maldición—murmuró—. Preferiría haber muerto.

—¿Cuántos años tenías cuando llegaste aquí?

—Tenía 25, ahora tengo 37 y han sido los peores 12 años de mi vida.

—No puedo ni imaginarme lo que sufriste, perdiste a tu esposo, a tus hijos... toda tu vida, por lo menos sé que toda mi familia sigue con vida y que ellos... ellos lo siguen también.

—¿Ellos?

—Amo a dos hombres, y ellos me aman a mí.

—Amor es amor, linda—aseguró con una sonrisa —. ¿Ellos son agentes?

—Perdona que no te quiera decir muchas cosas de mi vida, pero realmente no sé si lo que te diga vas a decírselo a él, dame tiempo de confiar en ti... después de todo creo que ambas vamos a compartir el infierno.

—Tranquila—murmuró con una sonrisa maternal —. Tú eres a la primera que a la que le cuento esto, en los 12 años que llevo aquí, las mujeres que han estado dentro de esa casa son las chicas que él droga y las obliga a ser adictas al sexo.

—Me di cuenta de ello...

—si te conté mi historia, que aún no termina... es porque quizás te sirva ser la mujer del rey...

—¿Cómo?

—Cuando Hugo me trajo aquí, al principio me resistí, no podía perder mi dignidad y no soy una agente como tú, no sabía ni siquiera que hacer, así que Hugo me tuvo aquí encerrada, me amarraba, no me daba de comer fue una tortura total, jamás me podría enamorar de este monstruo Y él jamás dejaría de torturarme hasta que lo amará... así que comencé a ceder, por más asco que me daba, yo lo besaba o dejaba que me tocará, ahí fue cuando me di cuenta de que él no quería que fuera simplemente su puta, quería hacerme su esposa... al principio me negué, yo no quería unir mi vida con el maldito bastardo que había asesinado a mi esposo y me había arrebatado la vida.

—¿Te obligo a casarte?

—Lo hizo. Me hizo su mujer, era un maldito sádico en la cama, pero por lo menos tuve su protección, jamás me inyectaron alguna mierda y nadie incluso ahora se atreve a tocar un solo cabello, él me dejó encargada con su hijo y él tiene la orden de su padre, de asesinar a cualquiera que se atreva a hacerme daño... así que creo que a ti te servirá ser la mujer del rey... así nadie podrá ponerte un dedo encima y estarás a salvo siempre y cuando sigan las órdenes de Magnus...

—Yo pensé en resistirme... pero creo que puedo llegar a amarlo, no ha roto su promesa de no lastimarme y creo que lo mejor es estar con su protección en este lugar, después de todo sí me interesa ser la reina de la mafia—mentí.

Aunque me hubiese contado toda su vida y las desgracias que la habían acompañado después de conocer al bastardo de Hugo, no confiaría tan pronto en ella o en cualquier otra persona que estuviera bajo el poder del bastardo que me tenía ahí, no era tan tonta.

—Quizás puedas llegar a amarlo—aseguró—. Se está desviviendo por atenderte y darte cada cosa que se te ocurre. No le digas a nadie, pero tiene esta noche planeado llevarte fuera de la isla... creo que quiere pedirte oficialmente matrimonio...

—¿Por qué me lo dices?

—porque eres la coronel del ejército más poderoso, no te preocupes no le diré lo que yo sospecho, pero si tienes alguna forma de contactarte las personas que están allá afuera, debes hacerlo hoy... aquí no hay forma de contactarnos con el mundo exterior, sólo existe un teléfono que funciona toda la isla y eso está en manos de Schiavone...

—No tengo forma de contactarme con...

—quizás no lo sabes, pero el collar que traías puesto cuando te trajeron aquí... la cadena y el acabado del dije, tienen algo en particular... de un joyero que yo conozco muy bien... porque es mi hermano... llévalo contigo, yo sé lo que te digo...

—¿Por qué debería de confiar en ti?

—porque al igual que tú tengo una sola meta, terminar este maldito infierno, encerrar Schiavone y terminar con su maldito clan de una vez por todas... no sé sí sólo estoy teniendo una suposición con ese collar, pero llévalo... si tengo razón aquí no hay forma de que detecten una señal, ya te Schiavone y ordenó poner antenas—señalando las altas antenas que parecían palmeras, por el diseño supe que eran aisladores de señal—. Pero fuera de esta isla o de sus jets, funcionará.

—¿Cuál es tu teoría?

—mi hermano siempre fue muy quisquilloso con la seguridad de mi madre y la mía, primero empezó como un hobby y después se volvió su trabajo... diseñaba joyas con chips de rastreo... quizás quien te haya regalado ese collar no lo sabía porque él no lo anda gritando a los cuatro vientos, pero si lo saben deben de estar intentando rastrear tu collar...

Asentí.

Realmente no tenía muchas opciones, y tampoco perdía nada si llevaba ese collar y comprobaba lo que ella me estaba diciendo...

—Yo...

—te prepararé un vestido rojo para que combine con el collar, le gusta el color rojo más cómo te queda a ti, así que no tendremos problema para hacerte pasar por ello...

—¿Quién me asegura que no vas a decirle que yo estoy tratando de escapar? si estuviera tratando de hacerlo porque no lo trato de hacer.

—como ya te lo dije, mi única meta es salir de este maldito infierno y buscar por lo menos los 2 hijos que son míos.

—yo no sé nada de ese collar, pero está bien, lo llevaré sólo para que tu salgas de aquí, yo quiero quedarme—mentí.

—claro. un agente nunca dice sus planes—me dio una pequeña sonrisa seguramente sabiendo que mentía, y algo en ella me decía que no diría nada y todo lo que me había dicho era genuino—. Llegamos al pueblo.

Mire el pueblo, realmente era pequeño pero muy pintoresco. Las casas eran grandes en su mayoría y tenían vivaces colores, quizás la gente que vivía ahí sabía que estaba en el infierno pero lo querían hacer un poco más ameno. La plaza principal estaba llena de puestos, había frutas, verduras, pan, carne, pescado e incluso ropa.

—Aquí debo de hablarle de usted, y si le puedo dar un consejo, no confíe nadie de los que hay aquí; sé que tampoco confía en mí, pero de verdad los que están aquí por más buenos que demuestren serlo no lo son, todos son mercenarios y las esposas están aquí por decisión propia así que no son damiselas en apuros.

—Está bien.

Todos los que estaban ahí parecían estar alegres, cantaban y bailaban al son de una música que no reconocía y seguramente se trataba de música tradicional Rusa, a pesar de que mi padre nunca había escuchado de ese tipo de música, lo había escuchado un par de veces en la casa de mi abuela, cuando era una niña y nos dejaban al cuidado de ella.

—Como puede ver, todo mundo vive en una mentira—murmuró.

—Es un pueblo bonito, muy pintoresco. Quiero comprar un par de frutas, y tal vez algo de pan.

—usted no tiene que pagar nada aquí, cómo se lo dijo el señor... todos la reconocen como su reina, así que simplemente piden los puestos lo que desee... más adelante hay algunos puestos donde venden comida que traen de afuera... quizás pueda darme algunas ideas de lo que quiere que le cocine.

—realmente quieres hacerme sentir en casa...

—como ya se lo dije, sé lo que es estar en el infierno sin nada conocido...

Asentí.

No sabía si realmente podía confiar en ella, pero no tenía otra opción, después de todo era la única con la que había hablado aparte Magnus, Dereck y Alexei, además de que era la única en quién me había confiado lo que le había ocurrido.

—¡Venga, venga, mi reina... pruebe los deliciosos platillos de Rusia! —murmuró una de las mujeres jalando mi brazo.

—¿Podemos ir?

—Adelante, Majestad...—murmuró con una pequeña sonrisa.

La mañana en ese lugar, realmente se pasó demasiado rápido, cuando menos lo acorde, estábamos de regreso en la lugar donde había sido mi encierro durante tanto tiempo. Había comprado o más bien me habían obsequiado bastantes cosas, frutas, verduras e incluso en el puesto de comida que traían del exterior, había encontrado un par de paquetes de ramen... algo que era de las cosas que tanto extrañaba de mi hogar.

Quizás era algo tonto pero el ramen siempre me recordaba a mi madre y a mi padre, era como saber que estaba comiendo algo que ellos amaban comer cuando eran jóvenes o cuando nos lo preparaban a nosotros cuando éramos niños.

En cuanto llegamos a la casa, Lara preparó una de las bolsas de ramen y podía decir que fui la mujer más feliz cuando probé por primera vez eso, no pude evitar que los ojos se me inundaran de lágrimas y la melancolía me inundó, extrañaba mi hogar y quería regresar.

—Quizás sea bueno que dé una vuelta por la casa señora, así se adapta un poco a todo, no ha salido de su habitación desde que llegó...—murmuró, pero en su voz pude notar que quería decirme algo más—. La alcanzaré en unos minutos.

Le hice caso, después de todo no tenía nada mejor que hacer.

Los pasillos eran enormes y estaba segura de que el castillo de mis padres era pequeño a comparación de ese lugar, pero a pesar de ello, yo quería regresar a mi hogar por más pequeño que fuera, quería ver a mi familia, a mis amigos y quería verlos a ellos. no podía evitar sentirme mal cada que lo recordaba la última vez que nos habíamos visto, y había salido corriendo por mi maldita cabeza que no dejaba de atormentarme, a pesar de que yo sabía lo que había ocurrido.

Los pasillos tenían varias pinturas, solté una pequeña risa darme cuenta que seguramente eran robadas, Cada pasillo estaba inundado por una tenue música clásica y eso de cierta forma me hace sentir En algún lugar conocido, recordaba que cada que iba al departamento de Arniel, él siempre tenía música pues según lo que me había dicho era la inspiración que tenía para pintar.

Cuando menos me di cuenta, me había perdido y no había prestado la suficiente atención como para grabarme el camino de regreso, claro que mis memoria era fotográfica, pero sólo cuando prestaba atención, no lo había hecho pues estaba tan metida en las pinturas y la música, recordando a uno de los hombres que amaba, que había olvidado poner atención en donde giraba y eso realmente era un problema estando en un lugar desconocido.

—Mierda—murmuré.

Escuché ruido en alguna de las habitaciones, y aunque no era la mejor idea pedir instrucciones de regreso, era mi única opción para quedarme en ese lugar y no saber cómo regresar a La Habitación donde por lo menos me sentía un poco de segura.

Me acerqué a la puerta y no toqué, después de todo no sabía si había alguien dentro o solo era mi imaginación jugando una mala broma.

Abrí la puerta y la escena que vi me dejó completamente impactada, una mujer estaba colgada de cabeza a una de las vigas que estaban en el techo, las cadenas rodeaban sus piernas y las separaban dejando al descubierto toda su intimidad, la cual parecía estar realmente destrozada.

Sentí asco, pero no pude moverme, ni siquiera al ver al mayor de los Schiavone, completamente desnudo, mientras follaba la boca de la mujer. Sentí pavor al detallar el cuerpo de la rubia, su piel estaba totalmente roja y parecía haber sido quemada en múltiples ocasiones y los latigazos podrían notarse en todo su cuerpo.

Quería correr y regresar, no quería ver esa maldita imagen.

—¡¿qué mierda haces aquí, maldita puta?!—gritó Dereck sacándome de mi transe.

—Yo...Yo

Las palabras no podían salir de mi boca, sentí un asco horrible y quería salir corriendo, pero mis piernas no respondían, ni siquiera cuando vi ese bastardo acercarse a mí con su miembro de fuera. Me habían entrenado para huir incluso en esos momentos, pero me quedé congelada. Fue entonces cuando vi su mano una gran jeringa, era de metal y podía ver una pequeña ranura con un líquido azul casi brillante, tuve miedo.

—No debes estar aquí, no debes interrumpirme y como ella ya no me complace porque esta desmayada, creo que tendré que complacerme contigo...

—Tu hermano...

—Mi hermano no se enterará o yo te mataré—murmuró.

El aire me faltó y mi cuerpo dejó de responder, lo sentí acercarse a mí y su aliento chocó contra mi rostro, las lágrimas saladas comenzaron a bajar por mis mejillas de una manera escandalosa mientras trataba de recuperarme y correr, pero cuando por fin mis piernas respondieron, era demasiado tarde.

Dereck me empujó contra la puerta, dejando mi cuerpo entre él y la madera detrás de mí, su mano sujetaba mi cuello con fuerza impidiendo que la respiración llegara a mis pulmones y arrebatándome la oportunidad de poder pensar con claridad y escapar de él.

Pedí piedad, grité con todas mis fuerzas suplicándole que para, quise deshacerme de su agarré, era más fuerte que yo considerando que me encontraba totalmente débil por la falta de aire, me sentí tan pequeña, tan mierda, que mis gritos no eran escuchados por nadie y si lo eran seguramente ignoraban, pues sabían que si entraban serían testigos de Dereck y Magnus iría contra ellos.

De pronto sentí un dolor agudo en mi cuello, como si me estuviese atravesando una maldita daga y yo no tuviese la mínima oportunidad de escapar, era un dolor tan calcinante que sentía que toda mi vida pasaba frente a mis ojos. Me estaba inyectando la mierda que Magnus me había prometido jamás inyectarme, pero él no era Magnus, era el maldito sádico de su hermano y el mayor hijo de puta que había conocido en mi vida.

Di un grito desgarrador y otro tras otro, suplicando piedad para que se detuviera y dejara de inyectarme esa maldita cosa, pero él parecía divertirse por mis súplicas. De repente volví a ser esa niña que suplicaba piedad para que no la violaran, volví a ser esa niña amarrada en una habitación blanca Mientras torturaban frente a mis ojos a pobres niñas inocentes.

—¡No!¡No!

—Si, maldita perra, me pagarás todas las que me has hecho y voy a disfrutar mucho probando primero a la mujer de mi hermano, quizás incluso te reclame como mía.

—¡No!

—voy a disfrutar mucho ver cómo te conviertes en una maldita adicta al sexo. aunque no sé si haya mucha diferencia, ya te cogías a dos, quizás mi hermanito y yo también decidamos compartirte...

Mi cabeza no era consciente de sus palabras, encontraba en una nebulosa que una tormentaba completamente, no quería volverme una maldita adicta a eso, Magnus me lo había dicho con una sola inyección podría convertirme adicta tanto a la sustancia como al sexo, necesitaría eso para poder vivir o si no tendría abstinencia de por vida.

—Esto es algo nuevo ¿sabes? —murmuró con sorna, pasando su asquerosa lengua por donde inyectado la maldita droga—. A mí me gusta experimentar y a esta pequeña, le puse un poquito más de adictivo.

—D...Déjame— logre susurrar

—¡uy! y no sólo eso, también es una combinación de las dos drogas que mi hermano inventado, creo que te gustará bastante—siguió con su maldita explicación.

Mi cabeza daba vueltas y no era consciente de mis movimientos, quería salir corriendo o despertar de la maldita pesadilla que estaba teniendo, pero no era una pesadilla, era el inicio de mi maldito infierno.

Mi mente comenzó a reproducir todas las imágenes de lo malo que me había ocurrido en mi vida, desde la muerte del gatito de mi mamá hasta los malditos días en que Stefan me tuvo secuestrada, recordaba el dolor que sentí la primera vez que creí que mis padres habían muerto en una misión, la desesperación que yo misma sentí al fracasar, incluso los momentos malos en donde había terminado con los dos hombres que amaba, la primera vez que me alejé de Conall y lo olvidé o cuando le había pedido un tiempo a Arniel para pensar las cosas; sin embargo, estaba segura de que nada lo que había vivido en mi vida se comparaba con este momento.

Pero también recordé cada uno de los momentos felices que habían transcurrido en mi vida, la primera vez que tomé un arma y me sentí completa, en la primera misión que había acompañado a mis padres, la primera vez que conocí a uno de los amores de mi vida y después la llegada del segundo, recordé la noche que ambos me poseyeron Por Primera Vez y las tantas noches que ellos me habían hecho feliz, en las que me habían cobijado en sus brazos, protegiéndome de todas las pesadillas que me atormentaban; y eso quería, era lo que más anhelaba en ese maldito momento, quería regresar a la mañana en la que habíamos despertado en ese yate para volver a sentir su calor alrededor de mi cuerpo o sus besos tratando de demostrar lo mucho que me amaba.

Mi mente comenzó a divagar, podía ver los ojos llorosos de mi madre, la furia y el dolor en los ojos de mi padre, podía sentir las ganas de asesinar a ese hombre que seguramente mis hermanos tendrían, podía ver las lágrimas secas en las mejillas de Marlen y lo que más odiaba, el desprecio de Conall y Arniel, cuando ellos se enteraran que alguien había ultrajado mi cuerpo seguramente me abandonarían, me dejarían sola como una mierda pisoteada.

Sentí la muerte en persona, tan cerca que me arrastraba el maldito infierno y no quería eso, yo quería vivir.

<<Quiero vivir, ¡Maldita sea! ¡quiero vivir!>>

.

.

.

¿Qué les pareció este capítulo?

¿Qué piensan de la historia de Lara?

¿Creen que Dereck le haga daño a Key?

Holi, mis muñequitos ¿Cómo estan?

Bueno, no traigo muy buenas noticias, estoy entrando a mi 6to semestre de mi carrera y los que estan en universidad saben que es muy complejo organizarse con todo lo que hay en esos últimos semestres, no los dejaré sin historia, sin embargo, habrá días donde no pueda actualizar, aunque trataré de hacerlo la mayoría de semanas, publicarles los tres o por lo menos dos.

Espero estén disfrutando, estamos en la recta final de este primer libro ¿Estan listos para lo que se viene?

Los quiero, muñequitos.

Continuer la Lecture

Vous Aimerez Aussi

233K 13.8K 38
esta historia se me ocurrió al leer algunos fics de Naruto x Percy Jackson , así que pensé por qué no hacer a nuestro rubio hijo de hades y hestia...
14.9K 3.3K 35
eres el hijo de mi peor enemigo ,tengo que odiarte ,tengo que destruirte pero.....que pasa si con una sola de tus sonrisas me desarmas,que pasa si al...
428 54 8
¿Qué queda después de un ruptura? Un corazón roto, recuerdos dolorosos y mucho amor de la persona que lo doy todo. Rota y en pedazos Annie trata de s...
12.8K 1.1K 19
Rachel es una chica que está siendo obligada a hacer actos en contra de su voluntad. Cuándo una noche un hombre atractivo decide salvarla de las gar...