narrador omnisciente.
Isa terminaba de arreglar sus bolsos, mientras leroy veía la televisión con una pequeña nueca. Sabía que se iban en un par de horas, y que su papá también lo hacía, pero a un destino distinto que al de ellos, por lo que estaba un poco triste.
Cuando la castaña logró cerrar la maleta soltó un suspiro y elevó su vista para dirigirla a su hijo, a quién miró con una sonrisa algo triste.
Isa tampoco quería separarlo de antoine, pero no había nada que pudiera hacer en esos momentos: ella y el frances no eran nada, no podían irse con él. No podía dejar inglaterra así como si nada, era su hogar.
— no tengas esa cara, roy — dijo, poniéndose de pie para acercarse a él y rodearlo con su brazo.
— es que voy a extrañar a papá — murmuró el niño, ladeando su boca en señal de tristeza.
— lo sé, pero tenemos que volver a casa, y tu papá debe volver a la suya. Lo podemos ir a visitar despúes de las fiestas.
El rubio asintió pensativo. — si tu eres mi mamá, y mi papá, mi papá, ¿por qué no viven juntos? — preguntó luego de un par de segundos.
La pregunta tomó por sorpresa a isabelle, que se relamió los labios antes de pensar en una respuesta.
— porque tu papá y yo no estamos juntos, roy — contestó haciéndole cariño en la frente. — ¿como vamos a vivir juntos si no somos pareja?.
— pero los padres de todos están juntos.
— no siempre. A veces los padres no están juntos, y es algo normal.
El niño frunció levemente el ceño. — pero yo quiero que estén juntos.
Isa soltó un suspiro seguido de una pequeña sonrisa de boca cerrada. Estaba a punto de responderle cuando tocaron la puerta, y como leroy esperaba que fuera antoine el que llegara, se bajó de la cama de un salto para ir a abrir.
— ¡papá! — dijo el niño, abrazándolo con fuerza.
El frances lo abrazó de igual manera, mientras esbozaba una sonrisa.
— te voy a extrañar — murmuró y su labio tambaleó en un sollozo.
Antoine colocó su mano en su espalda y le hizo cariño buscando tranquilizarlo.
— yo también voy a extrañarte, roy, mucho — admitió, ahora con una sonrisa triste. — pero tú tienes que volver con isa a casa y yo tengo que viajar mucho. Ya nos vamos a ver en poco tiempo.
— pero yo ya estoy acostumbrado a viajar con mamá, ¿no podemos ir contigo?.
— ya hablamos de eso, roy — isa se unió a la conversación. — tenemos que volver a casa porque yo tengo que trabajar y tú debes ir a la guardería.
El niño soltó un pesado suspiro y acurrucó su rostro en el hueco del cuello de su papá, nada feliz con la respuesta de su mamá.
Isa también botó el aire que tenía acumulado en sus pulmones y mantuvo su mirada unos segundos sobre su hijo, para despúes subirla a mirar a antoine, que la observaba a ella, queriendo transmitirle un "no te sientas mal, no es tu culpa".
— ¿ya tienen su equipaje listo? — le preguntó finalmente el frances.
— si es que no se me olvida nada, si — contestó isa, viendo las maletas que estaban ya hechas sobre la cama.
— entonces como no tenemos nada más que hacer, y supongo que no han almorzado — mencionó el ojiazul, inclinando un poco su cabeza para mirar a leroy. — ¿por qué no vamos a comer algo?.
— ¿hamburguesas? — preguntó el niño.
— si, podemos ir a comer hamburguesas si tú quieres.
— ¿y despúes nos tomamos un batido? — volvió a preguntar.
— no sé si tu estómago resista tanto, pero tal vez, solo si tu mamá te deja.
Leroy observó a isa con cara de cachorro esperando una respuesta que lo complaciera, y a pesar de que al principio no pareció muy convencida, puesto que era muy probable que despúes el niño se enfermara, decidió asentir con la cabeza.
— podemos hacer una excepción, solo por hoy — lo señaló en tono de advertencia.
El rubio no tardó más de dos segundos en asentir frenéticamente con la cabeza, feliz con la respuesta de isa.
— bueno, entonces vamonos ahora mismo, porque luego no alcanzamos a pasar por unos batidos — habló antoine.
Isabelle chasqueó la lengua. — me debo cambiar, no puedo ir así.
El francés alzó una ceja y la observó de arriba a abajo, examinándola.
— ¿por qué no?.
— porque parezco vagabunda, ni siquiera llevo maquillaje.
— isabelle, te ves tan hermosa como siempre. Ni siquiera necesitas maquillaje. Ya eres la mujer más perfecta del planeta así.
Inconscientemente las mejillas de isabelle se tiñeron de un color carmesí que intentó ocultar observando hacia otro lado. Antoine notó esta reacción y esbozó una sonrisa.
Isa exhaló luego de un par de segundos y terminó por asentir con la cabeza.
— está bien, vamos.
Tomó el pequeño bolso que tenía cerca, donde llevaba sus pertenencias y siguió al francés hacia la puerta. Una vez estando afuera, antoine depositó un beso en su cabeza para salir del hotel.
Buscaron un taxi que los llevara a algún lugar donde vendieran hamburguesas. Y no mucho despúes encontraron uno que parecía ser bastante bueno, por lo que decidieron entrar.
Se fueron directo a una mesa y ahí tomaron asiento, antes de que pocos segundos despúes llegara alguien a tomarles su pedido.
Leroy fue el primero en pedir su hamburguesa, mientras isa y antoine revisaban un poco mejor la carta. Finalmente eligieron algo y la persona se retiró para dejar el pedido en la cocina.
— ¿por qué no vivimos aquí en qatar? — preguntó leroy, moviendo sus piernas, que colgaban del asiento, de un lado hacia otro.
— ¿quieres vivir aquí en qatar? — cuestionó isa, a lo que el niño asintió. — ¿por qué?.
— porque nosotros no tendríamos que volver a inglaterra y papá a su casa. Podríamos vivir los tres juntos aquí. Además también podríamos dar paseos en camello siempre — contestó.
Los adultos cruzaron miradas durante un segundo, los dos sin saber muy bien que contestar. Ese día leroy parecía estar muy empeñado en querer juntarlos. Justo el día que se suponía que sus caminos volverían a separarse.
— como te dije antes, roy, ya hablamos de esto — isa habló, logrando que el rubio ponga una mueca. — a tu papá lo vas a ver siempre que quieras, pero no podemos vivir juntos porque los dos tenemos nuestros trabajos y no podemos dejarlos.
— bueno — respondió algo insatisfecho, pero sabía que la respuesta de su mamá no iba a cambiar, por lo que decidió dejar de insistir.
No podía entender como era que sus papás no estuvieran juntos si se miraban con amor y se daban cariño como todos los demás. Sabía que estaban enamorados, lo notaba, entonces ¿por qué no lo admitían?.
Antoine cambió el tema de conversación y no mucho despúes los platos llegaron a la mesa. Esta vez isabelle dejó que leroy comiera su hamburguesa libremente para no perder tiempo.
Los que más hablaban en la mesa eran los dos hombres, mientras la inglesa solo pensaba en como iba a lograr que la despedida no dejara muy triste a leroy.
Claro que iba a ser difícil separarlo de antoine luego de pasar tanto tiempo juntos, a ella también iba a costarle, pero era lo que debían hacer.
Isa podía querer lo mejor para su hijo siempre, pero no podía evitar que se sintiera triste de vez en cuando.
Pese a que haría todo lo posible para que no sucediera —o al menos no fuera tan terrible—, no podía dejar su vida de lado para que leroy estuviera satisfecho viviendo con ella y con antoine. Era algo que se salía de sus manos.
Una vez terminaron de comer, pagaron y se fueron de ahí para alcanzar a pasar por el batido que leroy quería.
— ¿estás seguro de que quieres un batido? — preguntó isa no muy convencida, estando en la fila para pedir.
— si mami.
— ¿pero te lo vas a tomar?.
El niño ya se había comido una hamburguesa, por lo que no sabía si su estómago era capáz de soportar ahora un batido. No quería que despúes se enfermara.
— si mami — repitió.
Al final isa no tuvo tiempo de seguir haciéndole preguntas porque llegó su turno en la fila, así que pidió el batido que el rubio quería y luego se hicieron hacia un lado para esperar a que lo prepararan.
Leroy se subió a los brazos de antoine y comenzó a hablar sobre cosas que habían en el lugar que nunca antes en su vida había visto.
— mamá no sabe hacer pasteles. Solo cocina palomitas de maíz — mencionó el ojiverde llamando la atención de su madre.
Antoine rió. — por alguna razón no me sorprende.
La inglesa alzó una ceja, algo ofendida. Las palomitas de maíz no era lo único que sabía cocinar, si sus favoritas y lo que mejor le quedaba, pero podía preparar otro tipo de cosas dulces, como eran los pasteles.
— si sé hacer pasteles — se defendió frunciendo el ceño. — solo no tengo demasiado tiempo para prepararlos.
Antoine asintió con la cabeza, haciendo como si le creyera cuando en realidad no. Isabelle notó esto por lo que lo miró con mala cara.
— estoy hablando en serio.
— yo nunca dije que estuvieras mintiendo, isa.
— pero tu cara dice otra cosa.
— bueno, es que recuerdo que para mi cumpleaños quisiste preparar un pastel y terminó siendo un desastre.
— eso fue tu culpa. No me dejaste terminarlo.
Y antes de que el francés pudiera decir algo más, llamaron a isa para entregarle el batido de leroy. La inglesa fue por él y le dio las gracias al hombre que se lo entregó para luego volver donde sus rubios y dárselo a su hijo.
— está helado — al beber por primera vez tembló un poco debido a la temperatura de la bebida.
Isabelle esbozó una pequeña sonrisa al ver la expresión que puso su hijo, se veía tan tierno como siempre.
Fuera del local, antoine bajó a leroy de sus brazos y el niño le dio la mano para seguir caminando por las calles de qatar. Tal vez por última vez en su vida.
— ¿no podemos llevarnos un camello? — preguntó, observando a sus dos padres.
— ¿y donde viviría? — isa inquirió.
— con nosotros en casa.
— los camellos son demasiado grandes como para tener uno en casa, roy. No habría espacio para nosotros.
— y.. ¿un perro? — preguntó segundos despues, luego de haber quedado pensativo.
— eso podemos conversarlo — asintió con la cabeza, más convencida con esa opción.
Leroy gritó un "si" y celebró moviendo su brazo entusiasmado.
Antoine se giró para observar a isa y estiró su brazo para tomar la mano de la ojiazul, queriendo acercarla a él.
— ¿va a estar bien? — preguntó solo para ella, refiriéndose a leroy.
— espero que si — contestó, con una pequeña mueca. — puede que los primeros días esté un poco triste, pero luego va a estar bien. Lo vas a llamar todos los días, ¿no es así?.
— si isa, no tienes de que preocuparte — afirmó asintiendo con la cabeza. — y espero poder ir a verlos pronto, si es que no te molesta.
— no habría forma de que me moleste, antoine. Puedes ir cuando quieras — lo observó con una sonrisa.
El ojiazul imitó su acción y pasó su brazo por la cintura de isa para irse abrazados el resto del camino hasta llegar al hotel.
En cuanto entraron el ánimo del más pequeño decayó, sabía perfectamente que en cualquier momento debía despedirse de su papá. Pero no pensó que fuera tan pronto, porque apenas llegaron a la habitación antoine le echó un vistazo su celular e hizo una mueca.
Al apagar el celular, soltó un suspiro y miró a su hijo con cierta tristeza en sus ojos.
— es hora de irme — dijo agachándose a la altura del niño.
Los ojos de leroy se llenaron de lágrimas y lo abrazó con fuerza.
— no quiero que te vayas — sollozó en su cuello.
Antoine lo abrazó y se levantó con él en sus brazos, acariciando su espalda para calmarlo un poco. Alzó su vista para mirar a isa y ella solo lo miró con algo de lástima.
Si no fuera porque ella debía volver a trabajar, podrían haber ido con él, pero en esos momentos ya era imposible.
— roy — dio un paso hacia ellos. — tienes que dejar que antoine se vaya.
— pero lo voy a extrañar.
— yo también voy a extrañarte, y mucho — dijo el francés. — pero son esfuerzos que tenemos que hacer, roy. Prometo que voy a llamarte todos los días, y si tú quieres hablar conmigo también me puedes llamar.
— ¿a cualquier hora?.
— a cualquier hora — afirmó antoine. — ¿me prometes que vas a estar bien con tu mamá? — con su pulgar secó las lágrimas de los ojos del ojiverde.
— si — asintió con la cabeza.
— bien — depositó un beso en la frente de su hijo y se lo entregó a isa, quién con mucho cuidado lo tomó.
El frances se le quedó viendo un momento a la inglesa, que contenía a su hijo, y luego se acercó a ella.
— me avisas cuando lleguen a inglaterra — le pidió.
Ella asintió con la cabeza. — ve tranquilo. Leroy va a estar bien — dijo luego de un par de segundos, al ver la expresión de preocupación en el rostro del teñido.
— lo sé. Mientras esté contigo sé que estará bien — le dedicó una sonrisa de lado. — nos vemos pronto.
— si, anto. Nos vemos pronto — afirmó con algo de lástima.
— ¿un abrazo de tres para la despedida? — preguntó al ver que leroy alzaba su cabeza para mirarlos. Extendió sus brazos y sin esperar respuesta de la ojiazul, los rodeó con sus brazos.
Leroy hizo lo mismo, aunque sus brazos eran más cortos logró rodear a sus papás e isa sonrió justo antes de brindarle un beso a cada uno en la mejilla.
Poco despúes el francés deshizo el abrazo porque ya debía irse. Con algo de tristeza terminó de despedirse de isa y leroy y salió de la habitación para finalmente dirigirse al bus donde ya lo esperaban el resto de sus compañeros y cuerpo técnico.
El rubiecito se hizo el fuerte mientras veía a su papá alejarse, pero una vez desapareció las lágrimas se acumularon nuevamente en sus ojos.
Isa soltó un pequeño suspiro, y volvió a hacerle cariño para calmarlo.
— está bien, roy — musitó docil. — está bien que extrañes a tu papá. Yo también voy a hacerlo.
Se me separan😭
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