Ascian
Sujeté con fuerza la mano de Hela mientras la presentaba a los lores de mi Reino. Mis ojos no podían apartar la mirada de su cuerpo que llamaba mi atención constantemente por lo que me fue casi imposible disimular.
Estaba hermosa esa noche con el vestido que había escogido y no era de negar que verla bajar de las escalares vestida así me hizo querer felicitar a las doncellas por hacer un buen trabajo por primera vez, ya que todos esos vestidos que le habían puesto con anterioridad no dejaba nada para admirar, hasta ese momento.
Su piel cremosa era llamativa junto con la prenda qué solo tapaba lo necesario, a los costados, sus piernas se asomaban cómo también sus senos, lo cual me preguntaba cómo carajos no salían a la superficie obligandome a bajar aún más la mirada para encontrar un hilo casi invisible sujetado la tela brillante.
Habia captado de reojo cómo el Lord vallrym devoraba con los ojos el largo escote del vestido, lo cual hizo mi sangre hervir.
Sin dar explicaciones, llevé la mano de Hela hasta mi brazo para que se sujetará y la conduje hacia otro grupo.
— ¿Cuando acabará esto? — preguntó sin dejar caer su falsa sonrisa.
— Cuando yo lo decida — respondí con frialdad.
— Hijo de puta — oí su murmullo por lo bajo.
Puse los ojos en blanco.
Los faes bajaron la cabeza rápidamente al oler mi irritación y cuando llegamos, rodeé la cintura de Hela en un claro mensaje.
— Mi Rey — musitó Vallryam mientras se enderezaba y observaba a mi acompañante — Y supongo que la famosa Hela Wac.
Apreté los dientes con fuerza al ver cómo Hela le pasaba su mano y él idiota la tomaba sin vergüenza, excavando más y más el pozo dónde sería sepultado su cuerpo.
— Esa misma — contestó con la voz seductora Hela — ¿ Debo preocuparme por ser famosa aquí ?
Vallrym sonrió mostrándole sus horribles dientes y se acercó aun más a la bruja manipuladora que tenía al lado.
— No que yo sepa — susurró el lord.
Mis sombras salieron a la luz y rodearon al lord quien se apartó de Hela con una sonrisa arrogante.
— Con su permiso mi Rey — miró de soslayo a Hela — iré al jardín un momento.
Me encogí de hombros.
— Tú presencia no me interesa — musité tranquilo. Todos se tensaron — Vete, pero vuelve para la ceremonía.
Su sonrisa flaqueo.
— Como ordene majestad — inclinó la cabeza ligeramente para luego tomar su camino al jardín sin mirar atrás.
Aferrandome a Hela conversamos en diferentes grupos y cuando las campanas sonaron, la princesa comenzó a temblar.
— ¿ Sabes cómo...? — le susurré a Hela en su oído para que nadie más oyera.
— Nunca juré lealtad, a decir verdad jamás creí hacerlo — sus ojos azules se entornaron — ¿ Es muy tarde para negarme ?
— Demasiado tarde — asentí — Solo camina hasta mi trono y arrodíllate ante mí, ahí te diré que decir.
— ¿ No puedes hacerlo ahora ? — protestó deteniéndose.
Los faes continuaron su camino hacia el salón del trono para presenciar uno de los momentos más históricos en nuestro Reino mientras que Hela hiperventilaba de forma exagerada.
— Esto está mal... Muy muy mal.
Fruncí el ceño.
— ¿ Quieres irte de mi reino y ser asesinada por los hombres de tu madre ?
Sus mejillas se sonrojaron y su mira se endureció.
Me di cuenta que nombrar a la madre de Hela hacía que su cuerpo se estremezca y una rabia profunda llenará sus iris. Hela giró levemente su barbilla hacia un costado dejándome ver sus cicatrices, las cuales rápidamente las tapó de nuevo con su cabello.
Mis dedos picaron y con enojó cerré mis manos en puños.
— Eso pensé — dije al ver que no contestaría mi pregunta — Te veré allí.
Hela tragó saliva y con los labios apretados dió un paso atrás para dejarme ir hasta mi trono. Dónde mi gente me esperaba ansiosamente.
⛥ ⛥
Los guardias custodiaban el salón el cual estaba repleta de faes conversando libremente, pero el silencio fue reinado cuando las trompetas sonaron y las enormes puertas fueron abiertas dejando ver a la mujer más temida y hermosa del planeta.
Hela jamás bajó la mirada como los demás, ella en cambio avanzó con sus ojos puestos en los míos así como en la noche en la que me había traído las cabezas de los soldados de su madre. Con el paso firmé y el mentón en alto demostrando ser una digna reina para el trono de oro.
Su piel de porcelana resplandeció y un latigazo de electricidad recorrió todo mi cuerpo cuando llegó hasta las escaleras de mi trono y dejó caer una rodilla en el suelo y la otra la mantuvo a la altura de su torso.
Sus iris destilaron veneno y se oscurecieron instantáneamente cuando me recosté en mí trono.
Deleitándome por su completo odio por perder la dignidad para hacer esto, me tomé un tiempo disfrutando de ella allí, de rodillas ante mí.
» Le juro lealtad a usted, Rey....« — diló —
Le ordené a Hela a través de su mente.
Pestañeando varias veces y dejando de lado su orgullo repitió.
— Le juro lealtad a usted, Rey del invierno y de los Faes — musitó fuerte y claro, para que todos la escucharán.
» prometo serle fiel a usted, al reino que gobierna y a su gente «
Una sonrisa diabólica apareció en el rostro de Hela y supe en ese instante que haría una estupidez.
— Prometo serle fiel a usted, al reino que gobierna y a la gente que merece mi respeto — ladeó la cabeza cuando le pregunté a través de mi magia que mierda estaba diciendo — prometo ensuciar con sangre mis espadas, dagas y arcos en tu honor y nombre si es necesario a cambio de que usted me jure lo mismo. Prometo ser su mano derecha cuando necesite una y sobre todo, prometo no matarlo por su pasado y por los que estuvieron allí. Dejo de lado mi orgullo y le doy lo único que obtendrá de mí, Rey Ascian, mi honestidad y palabra.
La multitud esperó con los ojos abiertos mi respuesta tras su petición la cual no debería haberla hecho porqué claramente esas no eran las palabras que nuestros ancestros usaron a la hora de hacer alianzas.
Los guardias expandieron sus alas y se enderezaron automáticamente cuando me levanté del trono y bajé hasta Hela.
Aún arrodillada, la observé desde abajo.
— De pie, por favor — la bruja se levantó como si el piso le quemará la rodilla. Enarcó una ceja.
» Maldita... — le susurré.
Su carcajada tormento el silencio de mi mente.
Un maestre se acercó con una almohadilla dónde encima había la navaja más vieja e importante del reino, la cual solo el Rey podía tocarla. Con delicadeza cogí la daga y acerqué el filo a mi palma.
— Yo Rey del invierno y de los Faes juro lealtad a la princesa del otoño, — mi sangre salió a la luz cuando la punta filosa cortó mi piel — Prometo cuidarte y si es necesario, ensuciar con sangre mis espadas y armas en tu nombre, prometo estar de tu lado cuando seas coronada como Reina porque eso serás para mí y para mí reino. Prometo no culparte por tu pasado, pues allí quedará lo que hiciste. Pero por sobre todo, prometo no matarla, Hela.
Señalé su mano derecha y ella me la entregó sin protestas.
— ¿ Estás conmigo en esto ?
Asintió con la cabeza silenciosamente.
— Estoy contigo en esto.
Hice el mismo procedimiento en su mano como lo había hecho con la mía para luego darle al maestre la daga y unir mi palma que derramaba sangre con la suya que estaba en la misma situación.
Nuestras magias recorrieron el antebrazo del otro para luego unirse mientras que nuestras manos se deslizaban hasta nuestros codos. La tensión entre ambos desapareció entre tanto nuestro al rededor aplaudían con ferocidad y festejó. Dejando de lado a Brenna, quien se encontraba con mis amigos, pero siendo ella la única en el grupo que desprendía en su mirada hacia nosotros repulsión.
Ignorando tal desprecio, me fijé en Hela y en como sus ojos bajaban hasta mis labios logrando que mis alas salieran a la superficie por primera vez. Hela dando un respingo por tercera vez en la noche abrió los párpados sorprendida y observó con curiosidad las alas que oculté todo ese tiempo en dónde ella había llegado a mi reino.
Un sentimiento extraño llenó mi pecho y apagué mis emociones rápidamente para no distraerme del objetivo de esa noche. Debía estar centrado.
— Debemos bailar — Hela aún aturdida por mis alas se concentró en mí — Es una tradición, las hembras bailan con los machos luego de un juramento.
— ¿ Y si dos hombres son los que juran ? — indagó — ¿ Bailan también ?
— Solo hubo dos veces en la cual los reyes hicieron alianza con el otro y fue hace mucho tiempo — expliqué mientras entrezalaba nuestros dedos y la guíaba hasta estar en el medio del salón — Cuando sucedió aquello, los primeros bebieron hasta no saber sus nombres y terminaron en golpes, los segundos... Compartieron una mujer y al día siguiente su juramento fue roto y terminó en una larga guerra.
— oh — emitió perdida en sus pensamientos.
Sonreí tras su inocencia al no saber muchas cosas básicas que toda heredera o heredero debería saber.
— En tu discurso dijiste qué para ti y para tu gente seria la Reina de Otoño — fijó la vista en mi pecho — ¿ Tú crees que eso pueda pasar ? Que todos me quieran como Reina despues de lo que hice...
Suspirando busqué sus ojos y le mantuve la mirada.
— Considérate una reina desde ahora, Hela — frunció el ceño — Porqué tu madre morirá dentro de muy poco y serás tú la que se siente en su trono así que quieran o no, los faes que están en este salón te tendrán respeto y miedo.
Con una mano en su cintura y una en la palma que no había soltado desde mi juramento, los encargados de la música empezaron a tocar sus instrumentos.
Al principio Hela se mostró tensa pero con el paso del tiempo su cuerpo se fue relajando hasta que su pecho tocó el mío y su nariz rozaba la punta de la mía.
De manera casi inmediata los lores al vernos buscaron parejas para bailar, llenando el salón de risas y sonidos de zapatos moviéndose por todo el lugar.
Siguiendo la tradición nos movimos lentamente por el salón hasta que solté su cintura y tomando su mano herida la hice girar hasta que su espalda tocó mi pecho.
— Sígueme el ritmo — susurré.
Levantando su mano hasta encima de su cabeza, sostuve con cuidado su dedo índice con una mano detrás de mi espalda hasta quedar enfrente suyo y bajar nuestras manos unidas.
Sus ojos brillaron por encima de nuestro agarre y una punzada de posesividad recorrió mi cuerpo.
— Pareciera que te gustas de mí, Ascian— chasqueó su lengua, devolviéndome a la realidad.
La acerqué a mi nuevamente, pero esa vez con un poco más de brusquedad obligando a Hela soltar un jadeo.
— Ni en mis más peores pesadillas. — prometí.
Y yo no era un mentiroso, pero lo cierto era que a veces uno está tentado a serlo...