Como si la oscuridad descendiera para reclamar su alma. El silencio se volvió una tortura imperceptible.
En medio de un cuarto oscuro, la mente llega a divagar de formas extrañas y bizarras y ni él era la excepción ante esa naturaleza.
Morir.
Era un concepto conocido pero al mismo tiempo ignorado.
Lamentablemente él no podía no estar familiarizado con esta palabra. Después de todo su condición no le permitía ignorarlo.
Hanahaki, era una extraña enfermedad que no se sabe la causa real, solo la pueden relacionar con el amor unilateral. Era tan extraña que sus casos eran muy pocos, demasiado pocos como para hacer una cura cien porciento efectiva. Y con lo poco que han podido recaudar de cada paciente, se conoce que mientras la persona pase más tiempo con el Hanahaki, más probabilidades hay de que muera por asfixia debido a las flores en la garganta.
En realidad la enfermedad es tratable, pero el problema radica en las consecuencias devastadoras de la operación. En el momento de extraer las raíces de los pulmones, hay una muy alta probabilidad de que los sentimientos se desvanezcan en un nivel casi irreversible, también existe la posibilidad de que la persona muera por el daño que causó las raíces en los pulmones.
Lo extraño de esta enfermedad, es que las raíces que aparecen en los pulmones, de alguna manera, secretan una sustancia que puede afectar a un nivel cognitivo en el cerebro. Al recibir información, guardarla y analizarla en nuestra cabeza para una toma de decisiones, hay una clase de interrupción o variación, que causa que algunas circunstancias o pensamientos sean más importantes que otros. Llegando a afectar la vida cotidiana de la persona afectada.
El Hanahaki actúa de cierta forma similar a cuando uno consume drogas. Aunque las drogas tienen efectos muchos más devastadores, en cierta forma comparte algunas similitudes con el Hanahaki, por ejemplo; mientras más pasa el tiempo el anhelo por la persona se vuelve peor hasta el punto de poder llegar a dejar comer, no tener energías, andar más despistado o irritable, además de tener más síntomas depresivos, de ansiedad, irritabilidad e insomnio.
La verdad es que...
Está aterrado, muy en el fondo tiene miedo de poder llegar a morir, especialmente por una enfermedad tan desconocida.
Aún recuerda ese día en el baño, dónde las flores no podían salir de su garganta. Estaba débil, con falta de oxígeno, había entrado en un pánico sin precedentes. Si no fuera por Bakugō, quizás no podría estar contando los días.
En realidad, pensándolo con profundidad, le debe mucho a su compañero rubio. Desde ese día que descubrió lo de su enfermedad, podía sentir como el omega cubría su condición con los demás. Desde botar las flores a la basura, hasta advertirle sobre personas cercanas.
Quizás su vocabulario, actitud y postura no sean lo mejor. Pero no puede negar que es una buena persona.
Realmente le debe mucho. Y probablemente también su vida.
Acostado en la cama, pensó en su futuro y en lo que tendría que llegar a hacer. Si su enfermedad no paraba después de estos meses, se haría la operación, no quería morir. Tiene a su familia, su hermano y sus sueños. Aún le queda mucho por hacer y esta enfermedad no lo iba a detener. Aunque le dolía el pecho al pensar en Yaoyorozu-san, apreciaba su vida y no cometería una locura.
Pero le era innegable que estas extrañas emociones que albergaba por la pelinegra parecían volverse aún más profundas que antes.
Lo había revisado con anterioridad, pero eso parece un efecto secundario del Hanahaki. Mientras más pase el tiempo, la angustia y el deseo por la persona incrementan, transformando el día a día en una tortura constante. Y esto solo eran las etapas iniciales, aún le quedaba llegar a vomitar sangre por las flores, pero para ese momento estaría corriendo entre la línea de la vida y la muerte.
Esto se está haciendo más complicado.
De alguna manera le surgió la necesidad de hablar de este problema, de querer apoyarse en alguien para sacar su angustiado asfixiante. Y antes de quedarse dormido, el rostro de Bakugō le había venido a la mente.
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Bakugō no tenía ni la menor idea de que estaba haciendo aquí.
¿Cómo carajos terminó otra vez en este cuarto?
Si, estaba hablando de ese gafas de mierda otra vez. Ese maldito alfa que lo está empezando a estresar. Lo horrible de esto es que en este maldito cuarto no había ni una puta silla para sentarse, ni siquiera un cojín para el suelo.
¿Cómo se supone que estudia?
Revisó la habitación con detenimiento notando una clase de mueble al respaldar de la cama. Estaba de joda ¿Ahí estudiaba? Que mierda más incómoda.
-¿Y bien?
Sin tener más opciones, se sentó en la cama, mostrando extrema comodidad, como si el cuarto en realidad no fuera de Iida si no de Katsuki.
Tanya solo lo miró por un segundo y se sentó a su lado, mirando hacia el suelo.
Actualmente, en el único en el que podía confiar era Bakugō para esta clase de problemas. Después de todo el Omega es el que sabe de su enfermedad.
-Bakugō, creo que me haré la operación.
El rubio frunció el ceño ante tal respuesta, sintió como si unos insectos se estuvieran revolcando en su estómago. Una sensación demasiado extraña e inquietante.
-¿No que la operación te quita los sentimientos?
-Esa es una alta posibilidad, pero en comparación con dejar pasar la enfermedad a pasos mayores, creo que es una opción mucho más rentable.
Bakugō solo guardó silencio mientras pensaba en la enfermedad del Hanahaki. Que porquería más horrible era.
-Si esa es la mierda que escogiste, solo hazlo.
Aunque dijo eso, la sensación incómoda en su interior no paraba de incrementar. No sabía exactamente que estaba sintiendo ante las palabras de ese alfa. Acaso era ¿Preocupación? O ¿Angustia? ¿Qué carajos le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loco?
-Pero esperaré un par de meses más antes de hacerme la operación, quiero ver si puedo revertir la situación.
-¿Entonces vas a experimentar con tu puto cuerpo?
-Creo que es algo necesario para aportar a las investigaciones de los médicos.
El rubio solo bufó. No podía creer lo que escuchaba ¿Acaso el gafas de mierda pensaba que la vida era un juego? ¿Por qué mierda iba a hacer eso?
-Que carajos, solo haz lo que se te pegue la gana.
Iida miró al omega que se mostraba desinteresado. De alguna manera lo hizo sentir un poco mal, aunque no comprendía la razón detrás de ello. Pero el malestar no duró mucho porque empezó a toser nuevamente flores.
-Mierda.
Bakugō se levantó de la cama y ayudó al de pelo azul a vomitar las flores de su garganta. Parecía recordar que esa flor se llamaba ciclamen ¿Qué carajos significaba?
-¿Y con esta condición quieres esperar un par de meses más?
Le replicó mientras veía como la crisis paraba, paso seguido recogió las flores expulsadas. Sentía tanta amargura que solo quería explotar aquellas flores hasta volverlas cenizas.
Tenya guardó silencio. El también pensaba que estaba siendo irracional. Quizás muy en el fondo solo quería retrasar lo inevitable. Creía que todo podía mejorar si trabajaba duro. Pero la realidad es más cruel de lo que pensaba.
De cierta forma Katsuki tenía razón ¿Cómo podría continuar unos meses más si estaba empeorando a grandes pasos? Ahora vomita flores casi todos los días. Se notaba que el Hanahaki estaba empeorando.
-Eres un maldito lunático.
Y de repente Katsuki pensó en algo ¿Cómo no lo pensó antes? ¿Por qué él bastardo no quiere hacerse la operación aún? Es claramente por esa cola de caballo ¿Acaso no quiere perder su amor? Vaya broma. Este es un chiste demasiado malo.
-No me digas bastardo que no quieres operarte por la cola de caballo.
Iida lo miró mientras se limpiaba la boca, pero al final desvío la mirada con sentimientos encontrados. Bakugō era muy perspicaz.
-Ja, vaya broma. Así que vas a jugar con tu vida por una tontería.
-No es una tontería Bakugō.
-¿Y que mierda más es? ¿Ah? ¿Qué carajos es más importante que tú puta vida?
-Por supuesto que mi vida es importante.
-¿Entonces que carajos estás esperando? ¿Vas a esperar a que llegues a vomitar sangre para al fin tomar una decisión? ¿Estás de joda?
Katsuki realmente estaba a punto de explotar. Su pecho se sentía apretado y la ira solo subía de forma imparable. Maldita sea, estaba enojado.
-Solo quiero ayudar a la investigación médica.
Iida vio como Katsuki sonreí con desprecio hacia él. Mostrando en sus ojos que no le creía en absoluto.
-Déjate con las excusas baratas gafas de mierda, sabes perfectamente que no es por eso que no te quieres operar. Solo estás montando un puto numerito.
Tenya frunció el ceño y la irritabilidad creció en su interior. De verdad, realmente él y Bakugō no podrían llevarse bien.
-No es un numerito Bakugō, por favor ten más respeto.
-¿Cómo carajos quieres que te respete si ni siquiera aprecias tu propia vida? ¿Acaso crees que muerto puedes hacer algo?
Iida se estaba enojando ¿Por qué se lo contó a Katsuki? No debió de haberlo hecho. Incluso si anteriormente se habían llevado medianamente bien, eso no cambiaba que su relación no era buena.
Pero Bakugō era el único que sabía de su condición, no tenía a nadie más a quien hablarle, no quería involucrar a sus amigos en algo tan complicado. Quizás estaba siendo demasiado egoísta.
-Y todo por esa cola de caballo ¿Qué carajos te gusta de ella?
¿Qué tiene de bueno ella? ¿Por qué sigues insistiendo en no dejarla ir?
Aunque Iida estaba irritado con el rubio, aún así contestó a su duda de forma sincera.
-Ella es una buena persona. Es inteligente, fuerte y dedicada. Es una buena líder y uno de sus puntos fuertes es su habilidad analítica para plantear estrategias. También es comprensiva, empática, calmada y sensata...
-Ya ya, basta joder, no quiero saber un maldito informe de ella.
Ambos quedaron en un gran silencio. Katsuki seguía enojado pero ya se dió cuenta que no podía hacer nada al respecto. Estaba perdiendo el tiempo en tratar con un alfa que no quería abrir los ojos. Era frustrante.
-Haz lo que quieras con tu estúpida vida. No me importa, solo no te atrevas a morir delante de mi. No quiero ver tu asqueroso cadáver.
Pero aunque dijo eso, por dentro en realidad si le importaba o si no, no estaría tan enojado hasta el punto de reventar.
-Me largo.
Y así de simple se fue de la habitación del alfa de pelo azul. Dejando a este último con una mirada complicada.
Todo se estaba empezando a salir de su control. Quizás esto inició desde que obtuvo su enfermedad, la verdad no lo sabía. Solo sabía que la situación se volvía más y más complicada.
¿Qué debía de hacer?
Por otra parte, cuando Katsuki llegó a su cuarto investigo el significado de la flor que vio. Pero sus ojos permanecieron fijos en las palabras mostradas en la pantalla, como si entrara en un trance.
El significado de la flor era amor sincero, pero del otro lado...
Desconfianza.