DELICATE | julián álvarez

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"Mi reputación nunca estuvo peor, y soy consciente de que esto no es lo mejor, pero aún así me gustaría que m... More

DELICATE
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VEINTIDOS DE NOVIEMBRE, SEIS Y MEDIA DE LA MAÑANA. Las semanas desde el fin de semana en Mar del Plata habían pasado y lo que todo el mundo llevaba tiempo esperando finalmente había llegado. Faltaba solo media hora para que el primer partido de la Selección Argentina en el mundial diera inicio y Gianna no había podido dormir en toda la noche por los nervios y la emoción que tenía.

La cordobesa tenía la tele del comedor encendida, con la previa del partido, mientras calentaba agua para tomar algo mientras miraba el partido. Allegra estaba sentada en una de las sillas del comedor, portando la camiseta de Argentina con el número veintiuno por Paulo al igual que ella, disfrutando de una de las facturas que Gianna había ido a comprar minutos atrás.

A pesar de que se suponía que Gianna iba a viajar a Qatar con Oriana para poder asistir a todos los partidos junto a ella y Allegra, ya que su familia asistiría a los partidos finales, si todo salía bien, la modelo había terminado viajando sola. Varios días atrás Allegra había estado con bastante fiebre, congestión y bastante tos, y cuando Gianna la había llevado a la guardia, le habían dado antibiótico y reposo por unos días diciendo que se trataba de algo que estaba dando vueltas y que muchos chicos se estaban contagiando. El pediatra le había dicho que podía llevarse los antibióticos y viajar a Qatar, que para esa fecha ya iba a estar terminando de tomarlos y no pasaría nada malo. Pero Gianna había preferido no arriesgarse, postergando el vuelo para el veinticuatro y así poder asistir al partido contra México el veintiséis.

El día anterior las dos habían hablado por videollamada con Paulo, que estaba junto a los demás jugadores en la Universidad Nacional de Qatar, predio donde se quedaban los distintos seleccionados. Habían hablado de los nervios que estaban experimentando todos, de lo que esperaban para el partido y del hecho de que Paulo no arrancaría como titular y empezaría el partido desde la banca.

Y así como habían hablado con Paulo, también lo habían hecho con Julián. El cordobés no había podido evitar la sonrisa tonta que se formó en su rostro en el momento en que los rostros de Gianna y Allegra aparecieron en la pantalla de su teléfono, preguntando como estaba, como se sentía y deseándole suerte para el partido a él y a los demás chicos. A Julián le hubiese encantado que ellas pudieran ver el partido desde el estadio, saber que estaban ahí cerca alentando, pero entendía que la salud de Allegra estaba primero y en el lugar de Gianna él habría hecho lo mismo.

Cuando Gianna se sentó en la mesa con Allegra, dejó la mamadera en frente suyo y una taza de café para ella. Su mirada posándose en la pantalla, viendo como los jugadores terminaban de hacer la entrada en calor previa al partido.

— Mira Alle, el padrino. —Gianna señaló la tele justo en el momento en que enfocaban a Paulo que estaba haciendo pases con Leandro y Rodrigo. Al ver la reacción de Allegra, y como la nena aplaudía emocionada, la chica tomó su teléfono para grabarla— A ver como saludas al tío Pau, tirale un beso.

— ¡Te quiero padrino! —exclamó la nena con su vocecita llevando sus manos a sus labios para luego dirigirlas hacia la pantalla— ¡Juli ma! ¡Juli! —Gianna desvió su mirada de su hija para ver que justo enfocaban a Julián mientras jugaba con la pelota moviéndose por la cancha sin dejar que esta tocara el piso— ¡Te quiero Juli! —la cordobesa abrió sus ojos con sorpresa ante esto, pero no pudo evitar sonreír completamente enternecida por la actitud de Allegra para con el jugador del Manchester City. Decidió subirlo a sus mejores amigos de Instagram, subiendo también una selfie de las dos con el desayuno, mostrando que llevaban la camiseta de Paulo para brindarle su apoyo.

Gianna estaba que se moría del sueño por no haber dormido nada la noche anterior y porque era demasiado temprano, pero las ganas que tenía de ver jugar a la Selección superaban el sueño que sentía, más tarde podía dormirse una siesta con Allegra.

— Pensé que iba a haber más quilombo por parte de la hinchada. —habló sola la chica para darle un sorbo a su taza de café— Como se nota que mucha gente de otros países fue a ver a Lio nomás. —porque al momento del himno no se escuchaba a los presentes cantar con tanta fuerza como había pasado en los últimos partidos en los que participaba la Scaloneta.

Gianna estaba prácticamente viendo sola el partido porque Allegra estaba entretenida coloreando a su lado, sin prestar mucha atención a lo que ocurría en la pantalla a pesar de que había querido quedarse despierta con ella, pero al menos tenía a los relatores que estaban experimentando las mismas emociones que ella.

— GOOOO-AHHHHHHH LA PUTA MADRE, PENSÉ QUE ENTRABA. —Gianna se tapó la cara con sus manos cuando a los dos minutos Lautaro y Lionel se habían acercado al arco de Arabia, de fondo podía oír los gritos y puteadas de los vecinos— ¡No bueno, arrancaron con todo! —exclamó Gianna viendo la repetición.

Allegra permanecía tranquila en su asiento, acostumbrada a los gritos y la euforia de su madre durante los partidos, y es que siempre que había algún partido de la Selección o del equipo de Paulo, la cordobesa se exaltaba, gritaba y puteaba, sin importarle quienes estuvieran a su alrededor. Además de que la nena ya sabía que no tenía que repetir las cosas que su madre decía.

POSIBLE PENAL, EN LA JUGADA DEL CORNER EVIDENTEMENTE. A VER, A PAREDES. Decía el comentarista mientras en la pantalla se veía como el árbitro se acercaba al VAR para poder revisar la jugada. Y al final había decidido cobrarlo, aunque Gianna no estaba del todo segura sobre si era penal o no, no le quedaba del todo claro a pesar de que seguían pasando la repetición. TRES, DOS, UNO, ¡MESSI!

— GOOOOOOOL, GOL ALLE, GOL DE ARGENTINA HIJA. —gritó la cordobesa levantándose de su asiento para alzar a su hija en brazos y abrazarla mientras se ponía a saltar por el comedor provocando la risa de la nena— ¡OLE, OLE, OLE, OLE, OLE! ¡MESSI, MESSI! —cantaba, y Allegra repetía en un intento por seguirle el ritmo mientras reía.

BIEN ABIERTO A LA IZQUIERDA PIDE TAGLIAFICO, BIEN ABIERTO A LA DERECHA LA PIDE MESSI, Y SE VA MESSI PARA EL GOL. VA A ENFRENTAR AL ARQUERO, CINCO, CUATRO, TRES, DOS, UNO ¡MESSI! ¡MESSI! ¡GOGOGOGOGOOOOOOOL!

— ¡LA CONCHA DE SU MADRE! ¡ME CAGO EN TODO! —gritó Gianna cuando vio que la bandera del lateral era levantada indicando que la jugada de Lionel había estado fuera de juego. Podía oírse por todo el barrio los gritos de sus vecinos, puteando al igual que ella al árbitro, al línea, a los árabes, a todos. Era increíble lo que generaba el futbol en los argentinos, como un partido había logrado levantarlos a todos a las siete de la mañana, a pesar de que la mayoría no había podido dormir nada por la emoción y los nervios.

SE VA PARA EL GOL EH, SE VA LAUTARO...

— VAMOS TORO, ES TUYA AMIGO, DALE QUE ESTA ES TUYA. —gritó viendo como Lautaro se acercaba al arco de Arabia Saudita, picándola para que pasara por encima del arquero que se había tirado para tratar de atajarla, logrando anotar el segundo de Argentina— ¡GOOOOL VIEJA! ¡VAMOS HIJA! ¡GOL DE LAUTI, GOL DEL PAPÁ DE NINA!

Allegra sonrió emocionada ante la mención de su amiguita, aplaudiendo mientras en la pantalla mostraban el rostro de Lautaro que festejaba mientras los demás jugadores se acercaban a él para abrazarlo y felicitarlo. Pero la felicidad no duró demasiado cuando el línea volvió a levantar la bandera, y la sonrisa en el rostro de Gianna se borró al toque.

— ¿Qué pasó mami? —preguntó Allegra viendo como Gianna se tapaba el rostro soltando un grito frustrada, y como enfocaban a los jugadores que no podían creer lo que escuchaban, así como los gritos de los vecinos.

— No valió hija, no fue gol.

— Pero, pero fue gol. —murmuró la nena con su vocecita— Como los del tío Pau.

Gianna asintió, volviendo a tomar asiento junto a Allegra, su mirada ahora sobre su hija con una sonrisa dulce en sus labios— Es difícil de explicártelo, pero hubo algo que no tenía que pasar y como pasó ¡pum! Se anula todo y no sirve que la pelota haya entrado.

Allegra asintió con su cabeza como si en verdad hubiese entendido, viendo como el árbitro soplaba su silbato.

MESSI SE LA VA A DAR A LAUTARO MARTÍNEZ, AHORA SÍ ESTÁ HABILITADOOO. LAUTARO AMAGÓ, ENGANCHÓ, ESCAPÓ, FENOMENAL...

— ¿OTRA VEZ FUERA DE JUEGO? —cuestionó Gianna observando la pantalla con incredulidad—NO PUEDE SER, NO ENGUALICHARON SINO NO SE ENTIENDE QUE YA VAN TRES VECES. —la cordobesa miró con atención como repetían la jugada, para ver si en efecto Lautaro estaba o no adelantado en la jugada, e incluso habían colocado una especie de reconstrucción con muñecos que representaban a los jugadores en el momento— ¿ESTÁS COBRANDO OFFSIDE POR ESE CENTÍMETRO DE HOMBRO? ESTABA HABILITADO CULIADO, ¿NO QUERÉS COBRAR FUERA DE JUEGO POR LA NARIZ TAMBIÉN? Acá hay macumba, no puede ser que tengamos tanta mala suerte por favor. —decía la chica sin creer lo que les estaba pasando, y si ella estaba así de alterada y frustrada no quería ni imaginarse como estarían los argentinos en el estadio y, más aún, los miembros de la Scaloneta, porque parecía que cada esfuerzo que realizaban era en vano si todas las jugadas que terminaban en gol eran anuladas de forma absurda.

Gianna rogaba que pudieran hacer algún otro gol, porque a pesar de que llevaban la delantera en el marcador gracias al penal que Lionel había metido, sabía que esos goles anulados iban a ser un golpe bajo para ellos, sobre todo para Lautaro. Pero eso no ocurrió, ni en el primero ni en el segundo tiempo Argentina logró sumar un punto más al marcador, quedándose solo con el penal. Sin embargo, eso no les garantizó la victoria, porque en el segundo tiempo pasó lo impensable y Arabia Saudita se las arrebató de las manos cuando en menos de diez minutos lograron convertir dos goles, dando vuelta el marcador y llevándose los tres puntos de la victoria.

— Yo sabía que me estaba olvidando de algo, tenía que haberlos metido en el freezer como hice con los últimos. —dijo la chica cuando el árbitro pitó el silbato dándole fin al partido. Ya se encontraba sola en la mesa, porque a inicios del segundo tiempo Allegra se había ido a jugar a su pieza, y ella se había quedado mirándolo sentada en la mesa del comedor— Que partido de mierda loco, esto es culpa de la hora, ¿a quién chota se le ocurre poner el partido para las siete de la mañana en Argentina? Nada bueno puede pasar antes de las doce del mediodía, nada bueno iba a salir de un martes a la siete de la mañana.

La cordobesa seguía hablando sola, quejándose de las cosas que habían pasado en el partido, puteando al árbitro, al offside, al línea, a arabia saudita, a todos los que se le cruzaran por la cabeza, mientras juntaba las cosas que habían usado en el desayuno para poder lavarlas. De fondo podía oír a los comentaristas, y las entrevistas que iban dando los jugadores al finalizar el partido, comentando las cosas que habían ocurrido, las fallas y las cosas buenas.

¿Cómo se suponía que iban a seguir con lo que quedaba del día? Todos los argentinos tenían los ánimos por el piso, no tenían ganas de hacer absolutamente nada, y es que jamás habían pensado en la posibilidad de una derrota justo contra Arabia Saudita que se suponía que iba a ser el partido más tranquilo de la fase de grupos.

LES DIGO QUE CONFÍEN, ESTE GRUPO NO LOS VA A DEJAR TIRADO'. Podía oírse la voz de Lionel Messi en la rueda de prensa con los periodistas post partido. Gianna observó con suma atención la pantalla, una sensación de tranquilidad inexplicable invadiéndola de pies a cabeza ante esas palabras del capitán, sonriendo con orgullo ante su actitud.

Gianna tenía confianza absoluta en la Scaloneta, tenía en claro que podían conseguir lo que se propusieran, tal y como lo habían demostrado en la Copa América y en la Finalísima. Argentina había debutado y había acabado en una posición complicada, pero si el capitán decía que debían confiar, estaba claro que eso era lo que todos iban a hacer.




APROVECHANDO QUE CUANDO TERMINÓ EL PARTIDO todavía era temprano, Gianna se había puesto a limpiar toda la casa mientras Allegra continuaba jugando y para cuando se dio cuenta ya habían pasado dos horas y tenía que ponerse a cocinar el almuerzo. Colocando la Tablet en el soporte que tenía en la cocina, prendió la cámara para controlar a Allegra mientras se ponía a cocinar.

Había colocado el Spotify en la tele con una playlist variada mientras empezaba a pelar papas para hacer un puré con unas milanesas que había dejado preparadas el día anterior, cuando una notificación llegó a su teléfono, alguien había respondido a alguna de las historias que había subido a mejores amigos.

¿Y el mate? La cordobesa sonrió al ver mensaje.

Lo intenté, pero no me gustó, no sé que macumba hiciste, pero los únicos que me gustan son los tuyos.

¿Podés atender llamada? Si estás ocupada no pasa nada.

No, no, dame un minuto que pongo las papas a hervir y estoy.

Gianna dejó el teléfono a un lado, poniendo la olla sobre la hornalla prendiendo el fuego y tirándole un poco de sal gruesa al agua para luego poner las papas a hervir. Segundo más tarde el nombre de Julián apareció en la pantalla de su teléfono.

— Hola Gia. —saludó el chico de ojos chocolate, y con solo oír su voz Gianna notó que los ánimos no eran los mejores, y era totalmente entendible después de lo que había pasado horas atrás. Al verlo, notó que su mirada estaba apagada. Por lo que Gianna podía ver Julián estaba en su habitación porque podía ver el respaldo de la cama de fondo.

— Hola Juli. —respondió ella con una sonrisa dulce— Preguntaría como estás, pero no creo que sea necesario, ¿no?

Julián asintió, haciendo una mueca con sus labios— Sigo sin entender que fue lo que pasó, veníamos tan bien.

— Estamos todos iguales, no sé si ustedes pudieron ver las repeticiones de los fuera de juego, pero los cagaron de una forma, no fue culpa de ustedes, jugaron re bien. —el cordobés asintió, ni bien habían salido de los vestuarios lo primero que habían hecho era ver esas jugadas— Lo dejaron todo ahí adentro, todos los que los vimos jugar lo sabemos.

— Teníamos que ganar Gia, era el partido para ganar y no tener que complicarnos.

— Hay que ver la parte medio llena del vaso, es mil veces mejor perder ahora que perder más adelante.

— Bueno sí, en eso tenés razón, pero no quita que es una mierda haber arrancado el mundial perdiendo. —Julián soltó un suspiro, pasando una mano por su cabello, dejándolo ligeramente desordenado.

Gianna le dedicó una sonrisa— Todos confiamos en ustedes Juli, sabemos que van a seguir dando lo mejor de ustedes y pueden salir adelante en esta. Un partido perdido no es nada, van a remontar y van a salir a cerrar ortos. —Julián sonrió al escuchar las palabras de Gianna.

— ¿Allegra como sigue? ¿Está mejor? —indagó de la misma forma en la que lo había hecho desde que Gianna le había dicho que la nena estaba con fiebre y en cama.

— Mucho mejor, hoy termina de tomar el antibiótico y ya no levantó más fiebre, así que ya el veinticuatro vamos a estar viajando para allá.

— Entonces van a llegar justo para el día de visita antes del partido contra México, ¿no? ¿A qué hora llegan? ¿Tienen quien las vaya a buscar al aeropuerto? Sino puedo ir a buscarlas, podemos salir si no estamos entrenando.

Gianna negó sonriendo— Paulo me dijo que tienen entrenamiento a la hora que llegamos, y por eso él no podía ir a buscarnos. —el cordobés bufó— Tranqui igual, ya hablé con Oriana y va a ir ella con la madre, así nos ayudan con las valijas.

— ¿Están emocionadas por venir?

— Obvio, Alle no deja de decir que quiere verlos y yo también, tengo muchas ganas de verlos otra vez. Aparte el lugar es hermoso y hay banda de lugares para ver, probablemente Allegra se vuelva loca con todas las jugueterías que Ori me dijo que hay allá. —Julián sonrió con diversión ante eso— ¿Pudiste ver algo de Qatar?

— Poco y nada, porque estábamos con el tema de la llegada, los controles y todo eso. Pero quiero aprovechar los tiempos libres que tengamos para recorrer, mi familia ya estuvo recorriendo y dicen que es tremendo todo lo que hay. —el cordobés hizo una pausa, pensando sus próximas palabras— Cuando tenga tiempo libre podríamos organizar para salir a recorrer, podemos ir a algún lugar que tenga cosas para Allegra, si te parece. —finalizó con una sonrisa en un intento por ocultar los nervios que estaba sintiendo.

— Me encantaría Juli, aunque no sé que tan divertido puede ser pasar tu tiempo libre con nosotras haciendo cosas que le gusten a Allegra. —la cordobesa se encogió de hombros— Probablemente la pasarías mejor haciendo otras cosas que no incluyan ir a inflables o a ver juguetes.

Julián negó, sus ojos cálidos y una sonrisa en sus labios— Nada que haga con vos y Allegra me va a parecer aburrido, Gianna. —una sensación cálida recorrió a Gianna de pies a cabeza al escuchar las palabras de Julián y la forma en las que las dijo, la dulzura en su voz y su mirada cargada de afecto— Me tengo que ir porque los chicos me están llamando, pero nos vemos en la visita, mis mates y yo las vamos a estar esperando.

Gianna soltó una risita— Los espero con gusto, nos vemos Juli.

— Saludos a Alle, las quiero.

La cordobesa abrió sus ojos con sorpresa al escuchar las palabras de Julián cuando la llamada acababa de finalizarse, un cosquilleo en su interior al repetir esas palabras en su cabeza, sintiendo como la temperatura de su rostro aumentaba. Amigos Gianna, no empieces a flashear, no estás en una rom-com donde sos la protagonista. Se dijo a sí misma negando con su cabeza. Lo dijo de la misma forma en que vos se lo decís a los demás, nada más.

— ¡La concha de la lora! —exclamó viendo que el agua de las papas estaba hirviendo y comenzaba a desbordarse por los lados— ¿Qué estas haciendo Gianna? —se preguntó a si misma, sin poder dejar de pensar en la sonrisa de Julián, su dulzura y sus palabras.

Y Julián no estaba es un estado muy diferente, el cordobés tenía una sonrisa tonta en sus labios y sus cachetes sonrojados. Era impresionante el efecto que Gianna tenía en él, y como con el simple hecho de verla y hablar con ella unos minutos, incluso si era a través de una videollamada, lograba hacerlo sentir mejor y subirle el ánimo. 

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