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— ¿Entonces tu plan está funcionando?— Jisung pregunta con una sonrisa, a lo que Haewon asiente.
— Estoy segura de que sí, ya han tenido dos citas
— Tienes suerte de que la entrenadora Chae vaya a ser la novia de tu mamá, ella es bastante genial— Los ojos oscuros de la pequeña brillan mientras una sonrisa se dibuja en su rostro.
— Lo sé.
— ¿Podré ir a la boda entonces?— Jisung pregunta emocionado, a lo que Haewon vuelve a asentir.
— ¡Claro! No puedes faltar.
Chaeyoung se acerca a los dos pequeños, de brazos cruzados y con una sonrisa.
— Menos hablar y más calentar— Les dice, a lo que Jisung asiente.
— Pues a ti no te invitamos— La pelinegra dice sonriente mientras Chaeyoung frunce el ceño.
— ¿Invitarme? ¿A qué?
— Es una sorpresa.
— Pero Haewon, ella tiene que estar invitada — el castaño dice en un susurro, a pesar de que Chaeyoung puede escucharlo
— Shhh eso ella no lo sabe.
Chaeyoung las mira confundida antes de limitarse a negar.
— No quiero saber de qué hablan, me dan miedo.
— Somos inofensivos— Haewon sonríe antes de comenzar a calentar junto a su mejor amigo.
Chaeyoung mira a los niños con una sonrisa, y antes de empezar el entrenamiento se permite pensar en Mina y en las ganas que tenia de volverla a ver.
Sonriendo al recordar cómo se había sentido dormir junto a ella en la misma cama, viéndola despertar y preparar el desayuno entre risas, besos y caricias inocentes.
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Mina se despierta por el sonido de voces que vienen desde la cocina. Con el ceño fruncido y arrastrando sus pies, entra en la cocina encontrándose a Nayeon y a su hermano.
— Mira quien ha despertado al fin— La castaña dice con una sonrisa.
— ¡Yuta!— Mina exclama con la mayor sonrisa en su rostro, acercándose a su hermano para abrazarlo con fuerza— ¿Que haces aquí?
— He venido a verlas, ya las echábamos de menos.
Es entonces que Mina abre los ojos, acordándose de que Haewon todavía estaba en sus clases de fútbol.
— Mierda, Haewon— Murmura— . Nayeon te había pedido que me despertaras para ir a por ella.
— Iba a hacerlo pero tú madre a insistido en que quería ir ella.— La castaña dice con una sonrisa inocente, encogiéndose de hombros.
Las palabras golpean a Mina como si de un balde de agua fría se tratase. Su corazón retumba en sus oídos y de golpe se siente un poco mareada
— ¿Qué?
— Tranquila, le he dado la dirección del club y todo está bajo control.
Mina quiere decirle que no, que nada podía estar bajo control. El simple pensamiento de su madre conociendo a Chaeyoung le pone nerviosa, le invade el pánico y solo quiere sentarse en una esquina y gritar.
Sin embargo respira profundamente y se dice a sí misma que está bien, que realmente no importaba. Su madre saludaría a Chaeyoung y tomaría las cosas de Haewon antes de volver. No tenía que preocuparse por nada.
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— ¿Enserio puedo?— La niña pregunta con una sonrisa, mirando los tatuajes en los brazos de su entrenadora.
— Por supuesto— Chaeyoung asiente con una sonrisa— . La próxima vez que vaya a tu casa, ¿Vale?
Haewon asiente emocionada y cuando está a punto de decir algo más, sus ojos se clavan en la persona que se encuentra caminando por el campo hasta ellos.
— Oh Dios mío— Haewon susurra antes de salir corriendo hacia la mujer pelinegra— ¡Abu!
Haewon abraza a Sachiko con la mayor sonrisa en sus labios, repleta de emoción al ver a su abuela después de dos meses.
— Hola preciosa.
— ¡Te he echado mucho de menos!
— Y yo a ti, no te imaginas cuanto.
La niña se separa para mirarla, sus ojos oscuros brillantes y una inigualable sonrisa.
— ¿Que haces aquí?
— Ya que no pudimos venir a tu cumpleaños, Yuta y yo hemos organizado una cena en tu casa para celebrarlo ahora.
— ¡Una fiesta!— Haewon exclama dando pequeños saltitos de emoción.
— Algo así.— Sachiko asiente con una sonrisa.
Haewon entonces toma la mano de su abuela para arrastrarla hasta donde Chaeyoung se encontraba.
— Abu este es mi entrenadora Chae, ¡Es la mejor en todo el mundo!
La mujer mira a Chaeyoung con una pequeña sonrisa.
— Hola, soy Sachiko.
— Chaeyoung, un placer.— La rubia se presenta un poco nerviosa
— Voy a por mis cosas, ¿Vale?— Haewon entonces dice.
— Aquí te espero pequeña.
La niña sale corriendo hacia donde solía dejar sus cosas, dejando a los adultos solos.
— Haewon parece encantada contigo.— Es lo que Sachiko dice mirando a su nieta a lo lejos.
— Oh bueno, supongo que es el encanto de ser la hermana mayor.
— Se nota cariño, puedo decir que los niños se te dan bien.
Chaeyoung asiente con una sonrisa, cruzándose de brazos y bajando su mirada al césped bajo sus pies.
La situación es un tanto extraña, y Chaeyoung no puede evitar preguntarse si Sachiko sabía algo de ella. Si quizás Mina se ha pasado varios minutos al teléfono hablando de ella.
— ¡Abu, abu!— Haewon exclama volviendo con su mochila sobre sus hombro— ¿Sabias que la entrenadora Chae vino a casa a ver los minions conmigo y con mamá? Y también estuvo en mi cumpleaños.
Sachiko entonces levanta una ceja mirando a Chaeyoung, quien de golpe siente como sus mejillas se encienden levemente.
— ¿Sí?
— Mi mamá y ella han tenido citas y luego también cuidamos a mamá cuando se puso enferma ¿A que sí, Chae? Le compramos flores y su té favorito ¡Y le hicimos sopa!
Las palabras de la pequeña hacen que Chaeyoung quiera ser tragada por la tierra y escupida en cualquier lugar del mundo, menos allí.
— Vaya, ¿Y yo porque no sabía nada de esto?
— Porque mamá no me dejo mandarte un audio contándolo todo— Haewon dice rodando los ojos.
Decir que el rostro de Chaeyoung estaba completamente rojo para aquel punto era quedarse corto, la rubia ahora quizás sentío aquello que Mina sentío cuando la pequeña comenzaba a decir cosas que a lo mejor preferiría que no dijera en voz alta.
Como mencionar citas y como cuidó a Mina delante de su madre, la cual, al parecer no sabía nada.
Pero sin embargo, Sachiko sonríe divertida y asiente.
— Tendrás que contarme más, entonces.— Haewon asiente eufórica.
— ¡Te lo contaré todo, y al tío Yuta también!
— Perfecto, ¿Que haríamos sin ti?
Haewon sonríe emocionada para seguidamente dirigirse a Chaeyoung.
— Adiós Chae— Dice abrazándola con fuerza.
— Adiós bicho, nos vemos el viernes.
La pelinegra asiente antes de separarse y tomar la mano de su abuela, la cual mira a Chaeyoung con una pequeña sonrisa en sus labios.
— Chaeyoung— Sachiko la llama, haciendo que la rubia la mire con cierta vergüenza.
— ¿Si?
— ¿Te gustaría venir a cenar con nosotras?— La mujer pregunta amablemente.
— Oh no quiero molestar...
— No lo preguntaría si molestaras, cariño.
Chaeyoung entonces lo piensa, aprieta los labios y piensa en que aquello era un gran paso, un paso que realmente quería dar. Conocer a la familia de la chica de la que se estaba enamorando se sentía como algo especial, algo importante.
— Por favor Chae, mamá estará muy feliz de verte.
Y Chaeyoung no necesita más que eso para sonreír y asentir.
— Bien, me encantaría ir.
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Mina sonríe mientras termina de colocar todo lo necesario para la cena sobre la mesa.
— Mamá no tardará en llegar, ella se encargará de hacer la cena.— Yuta dice alegremente.
— No hacía falta, podía hacerla yo.
— Lo sé, pero mamá quería hacerlo— La castaña rueda los ojos— . Ya sabes como es.
Mina sonríe y cuando va a decir algo más, el timbre suena.
Nayeon es quien sale de la cocina para ir a abrir la puerta, dejando a Mina y Yuta terminar de colocar las cosas.
— Pero mira que sorpresa— Nayeon dice con emoción.
— Hola Nayeon.
Escuchar su voz hace que Mina se quede paralizada en su sitio. Su garganta se cierra y un enorme nudo se crea en la boca de su estómago.
Chaeyoung estaba allí.
— ¡Mira a quien hemos traído tío Nayeon!— Haewon exclama, haciendo que Yuta frunza el ceño y mire a Mina.
— ¿Quien es?— Le pregunta en voz baja, todavía escondidos en la cocina.
— La entrenadora de Haewon— Mina susurra como puede, y no está segura de si su hermano ha podido oírle, porque su voz parece haberse quedado atascada en su garganta.
— ¿Y que hace la entrenadora de Haewon aquí?
No le da tiempo a responder, porque la pequeña Haewon entra con su ropa de fútbol y su abrigo puesto, sonriente y repleta de ilusión.
— ¡Tío Yuta!— Exclama corriendo hacia su tío para abrazarlo con fuerza.
— ¡Hola preciosa!
— Te he echado mucho de menos
— ¡Y yo a ti!— Yuta se aleja de la pequeña para mirarla— Nueva York es muy aburrido, me hacía falta mi pequeña sobrina.
Haewon suelta una pequeña risa y asiente.
— ¿Me llevarás un día a Nueva York contigo?
— ¡Por supuesto! Y para que lo sepas, te hemos traído unos cuantos regalos.
Los ojos de la pelinegra brillan con emoción antes de mirar a su madre
— ¡Regalos! ¡Mami regalos!
— Sí, amor— Mina asiente, apretando con fuerza sus labios— ¿Puedo tener un abrazo yo también?
La niña asiente antes de lanzarse a los brazos de Mina, abrazándola con fuerza.
— Te he echado de menos a ti también— Haewon dice, haciendo que Mina sonría levemente.
Mina todavía está procesando la escena, el hecho de que Chaeyoung realmente estaba de brazos cruzados y con una sonrisa en la cocina de su hogar, rodeado de las personas más importantes en su vida viendo como abrazaba a su hija. Y es demasiado, porque definitivamente no estaba preparada para aquello. Para involucrar a toda su familia.
— Y yo a ti, amor.— Dice nerviosa, intentando esconder todos los sentimientos que le habían golpeado.
— ¡Hemos traído a la entrenadora Chae!— Haewon exclama, alejándose de su madre para mirar a Chaeyoung.
— Ya lo veo— Murmura.
— ¿Estas contenta?— Haewon pregunta, y Mina no puede decirle que no.
— Claro, cariño.
La pelinegra sonríe satisfecha, acercándose a su tío dando pequeños saltitos alegres.
— Yuta, ella es mi entrenadora Chae.
— Eso veo.— Yuta asiente, mirando a la rubia.
— Encantada — Chaeyoung dice con una sonrisa.
Y Mina quiere echar a todo el mundo fuera de su casa, quiere quedarse sola y largarse a llorar. Posiblemente estaba exagerando, pero realmente no estaba preparada para esto. Cada pequeño paso que daba con Chaeyoung se sentío como un abismo frente a ella, y este era un enorme paso que definitivamente no estaba preparada para dar.
— ¡Ella es genial, Yuta! ¿A que si mamá?
Mina intenta no mirar a Chaeyoung, dejando su mirada en su pequeña hija mientras asiente levemente.
— Sí, bueno...
— Cuida a mamá cuando está enferma y le compra sus cosas favoritas y siempre se asegura de que estemos bien, ¡Y me va a dejar colorear sus tatuajes!
Yuta mira a su hermana con sorpresa, y Mina realmente quería esconderse y no tener que afrontar nada de eso.
— Vaya, si que nos hemos perdido cosas.— Yuta dice divertida.
— Eso parece.— Sachiko asiente, dándole la razón.
Es demasiado, y Mina no aguanta más.
— Voy...— Dice comenzado a caminar hasta la salida de la cocina— Voy a preparar la bañera para Haewon.
No deja que nadie diga nada, sale de allí tan rápido como pueda y intenta regular su respiración un tanto agitada.
Todos allí lo sabían, sabían que había sido abandonada dos veces por las personas que más había querido. Todos allí sabían que Mina estaba aterrada de que aquello ocurriera una tercera vez, aterrada de dejar a alguien más entrar y tener que volver a recomponer los trozos rotos de su corazón.
Todos, menos Chaeyoung.
Quien la detiene en mitad del pasillo.
— Hey, ¿Estas bien?— Le pregunta, tomando su muñeca con cuidado para detenerla
— Sí— Mina susurra, finalmente mirándolo a los ojos.
— Parece que viste un fantasma.— Chaeyoung tiene una pequeña sonrisa en sus labios, y Mina desea tanto no tener miedo en aquel momento.
Quizás, si las cosas fueran distintas, ahora besaría a Chaeyoung y la presentaría con orgullo ante su familia.
Sin embargo, Mina siempre se ha considerado una cobarde.
— Chaeyoung, ¿Que haces aquí?
La pregunta hace que Chaeyoung frunza el ceño.
— Tu madre me ha invitado— Dice con una pequeña sonrisa— . Y porque deseaba verte.
Mina se siente débil con las últimas palabras.
— ¿No podías haber dicho que no?— Murmura.
La sonrisa en el rostro de Chaeyoung desaparece tan rápido cuando las palabras son dichas, soltando el agarre en la muñeca de Mina, Chaeyoung parece dolida
— ¿Por qué diría que no, Mina?
Mina rueda los ojos y intenta no entrar en pánico, intenta no decirle a Chaeyoung todos los pensamientos que pasan por su cabeza a la velocidad de la luz.
— Porque yo no sabía nada de esto, es mi casa y...— Intenta explicarse, pero ni siquiera ella es capaz de explicarse a sí misma que es lo que realmente le disgusta de la situación.
— ¿No me quieres aquí?— Chaeyoung pregunta cruzándose de brazos, y Mina tan solo quiere decirle que sí, que la quiere ahí para siempre pero esta demasiado asustada de hacer algo mal y perderla.
De, quizás, no ser suficiente para ella.
Porque Chaeyoung es su alma gemela, Mina está segura de eso. Chaeyoung es la mujer con la que había soñado toda su vida, es la mujer con la que se ve por el resto de sus días, es increíble con ella y con su hija y simplemente es la definición de perfección.
¿Y Mina? Mina es torpe, tiene una panadería que le consume la mitad del tiempo y está tan malditamente asustada que no es capaz de luchar por todo lo que siempre ha querido.
— No es eso...— Susurra bajando la mirada, notando como el nudo en su garganta se hace más grande.
— Me da que es exactamente eso— Chaeyoung dice molesta, y Mina realmente no puede con eso.
— Tan solo... necesito un momento.
Mina no deja que Chaeyoung diga nada más, camina a paso apresurado al cuarto de baño y se encierra allí. Con la respiración agitada y las lágrimas amenazando con salir se sienta en el suelo, dejando salir las lágrimas mientras todos los miedos que había estado intentado dejar atrás durante aquel mes la abrazan, haciéndole saber que todo aquel tiempo habían estado ahí
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— Mamá .— Haewon toca a la puerta del cuarto de baño diez minutos después, cuando Mina ya se ha lavado la cara y tan solo buscaba el valor para salir ahí fuera de nuevo.
Mina abre la puerta, dejando pasar a su hija.
— ¿Que pasa cariño?— Mina le pregunta, comenzado a quitar la coleta que su hija llevaba para empezar a peinarla antes de bañarla.
— La entrenadora Chae se ha ido— Haewon dice, mirando al suelo mientras su madre comienza a peinar su largo cabello.
— Oh— Es todo lo que Mina puede decir, sintiéndose horriblemente mal.
— ¿Sabes por qué?— Levanta la mirada para mirar a su madre a través del espejo frente al lava manos.
— No, amor— Mina niega, sintiendo como las ganas de llorar volvían.
— Yo tampoco. Ha dicho que le ha surgido una cosa importante, pero parecía triste.
Mina siente las lágrimas formase en sus ojos, pero es capaz de retenerlas y tomar aire para seguidamente sonreír.
— No pasa nada, ¿Vale?— Intenta tranquilizar a la pequeña, quien al ver la sonrisa en el rostro de su madre sonríe también.
— ¿Podremos hacerle galletas para que vuelva a estar contenta?— Pregunta un tanto más animada.
— Claro, preciosa.
Y Mina realmente espera poder recuperarse, volver a sentirse valiente y decirle a Chaeyoung todo lo que realmente quería.
Porque si no, sabe que va a arrepentirse por el resto de su vida.
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