Un mes había pasado desde que Draco había viajado al pasado. Sus días en Hogwarts ya eran algo monótono para el rubio.
A pesar de que al principio le fue difícil adaptarse a estar en gryffindor ahora ya no le disgustaba tanto como antes.
Sus compañeros de habitación se habían vuelto sus nuevos amigos, amigos que nunca creyó tener, nunca pensó tener amistades así, con ellos podía conversar de muchas cosas sin tener que demostrar algo que no era, no tenía que fingir ser un sangre pura perfecto, era muy diferente de su otra realidad.
Se había adaptado rápido según Mcgonagall y aunque a Draco lo negará era cierto.
«¡Maldita sea!» Draco adoraba su nueva realidad, pero a la vez quería regresar a su tiempo, porque extrañaba a su madre.
Draco no sé quería ni imaginar cómo habría reaccionado su madre con su desaparición.
Su tristeza se apaciguaba por momentos cuando veía a su joven madre en la mesa de slytherin junto a su padre.
Había querido hablarle pero no lo hizo porque sabía que echaría todo a perder si hablaba con ella, Draco no se iba a aguantar a no decirle madre.
Por eso mismo solo la veía de lejos al igual que su padre, e incluso observaba en ocasiones a su padrino quien se había dado cuenta de las miradas del rubio. En varias ocasiones Severus lo había captado mirándolo y Draco no podía estar más avergonzado por eso.
Leer los pensamientos que su futuro padrino tenía sobre él no era grato, por lo poco que Draco había visto en la mente de Severus fue que este lo catalogaba cómo un acosador.
La cara que había puesto el rubio ante eso fue épica, incluso casi comete un error al querer enfrentar a su padrino y decirle que él no era ningún acosador.
Por otro lado con sus compañeros habían forjado gran una amistad, siempre andaban juntos en grupo y todas las tardes después de clases iban al lado negro junto al árbol.
Había pasado muchas cosas en ese mes, Draco había ganado muchos puntos para Gryffindor al contestar siempre las preguntas que obviamente él ya sabía. Lo que al principio le disgustaba al rubio era darle punto a los leones, pero luego comprendió que no le quedaba de otra. Él quería ganar la copa de fin de año, incluso si para eso tenía que ganar Gryffindor.
El tema de su regreso a su línea de tiempo real, se había pospuesto por un tiempo indefinido.
Dumbledore había dejado a Mcgonagall a cargó de Hogwarts ya que él había salido a la caza de Horrocrux. Pero antes de irse había hablado con Draco y al rubio no le quedó más opción que aceptar posponer su regreso a su línea real de tiempo. Igualmente McGonagall seguía investigando lo mayor posible para ayudar al rubio a volver a su época.
─ ¿Príncipe qué harás hoy? ─ le preguntó James mirándolo desde su cama.
Los dos eran los únicos en sus respectivas camas ya que tanto Sirius como Remus habían salido minutos antes de la habitación.
─ No lo sé ─ contestó. Draco realmente no sabía que hacer, era fin de semana y podía quedarse todo el día en su habitación o ir a Hogsmeade ─ ¿Y tú qué harás Potter? ─ preguntó.
James bufó ─ Ya te he dicho que me digas James, no Potter ─ le dijo desde su cama.
─ ¿Eres Potter no? ─ preguntó Draco.
─ Si pero dime James ─ pidió el de anteojos.
─ No quiero. Potter suena mejor ─ aseguró el rubio riéndose al ver la expresión de su compañero.
James rodó sus ojos
─ Está bien, dime como quieras ─ se rindió finalmente ─ y en cuanto a lo otro tampoco sé qué hacer ─ mencionó.
Se levantó de su cama para mirar mejor a Draco ─ ¿Qué? ─ preguntó el rubio al ver que este lo miraba.
─ ¿Y si vamos a Hogsmeade? ─ propuso James sonriendo.
Draco mordió sus labios, le gustaba la idea de ir a Hogsmeade.
─ Pero Black y Lupin no están y vaya a saber cuándo volverán ─ dijo Draco también levantándose de su cama.
James frunció un poco su ceño.
─ ¿Y quién dijo que ellos vendrían con nosotros? ─ preguntó James.
Draco levantó sus cejas.
─ ¿Iremos nosotros dos?.
James asistió.
─ Será mejor, príncipe. ¿Qué dices?, será una linda tarde en Hogsmeade te lo prometo ─ aseguró Potter.
«¿Qué digo?»
«¿Acepto o no?»
«¿Qué pierdo con intentarlo?, nada, aparte es solo una salida». Pensó el rubio.
─ Está bien Potter ─ dijo Draco finalmente luego de unos segundos ─ vamos a Hogsmeade.
James se había puesto tan feliz por su respuesta que abrazó de repente a Draco logrando que este se tambaleara y terminará cayendo en su cama con James encima de él.
Draco quería lanzarle un crucio si era posible pero estaba tan en shock que ni hablar pudo. Su cuerpo estaba inmóvil en ese momento y a la misma vez sus ojos no se despegaban de los de James.
James por otra parte estaba casi igual que el rubio, la mirada de Potter pasó de los ojos azules claros de Draco a sus rosados labios.
El rubio al ver la intención de James quiso golpearlo en su entrepierna pero James fue más rápido y lo besó. Fue un pequeño beso en los labios de Draco que duró segundos.
Luego James se separó y salió corriendo de la habitación al saber que Draco posiblemente lo intentará matar y no estaba equivocado, el rubio al salir de su asombro tomó su varita mientras que su mente pensaba las miles de forma que mataría a Potter por su atrevimiento con él.
A pesar de que draco casi mata a James Una Vez una vez que lo encontró escondido detrás de sus otros dos amigos - Sirius y Remus - su salida a Hogsmeade no sé canceló para suerte de James.
James había conseguido a tiempo el permiso de sus padres para ir y Draco el de Mcgonagall.
Primero fueron a Las Tres Escobas la cuál era una posada y taberna en el pueblo mágico de Hogsmeade. A menudo era cálido, lleno de gente, con un poco de humo, pero estaba limpio y era acogedor.
Draco ya había ido a Las Tres Escobas antes en su otra época pero James no por lo cuál sus ojos viajaban de un lado al otro mirando todo.
James y Draco podían ver las diferentes bebidas que había desde la cerveza de mantequilla y el Whiskey de fuego, así como agua alegre, hidromiel caliente con especias, ron de grosella roja, e incluso el jarabe de cereza y gaseosa con hielo y una sombrilla de cóctel.
Draco observó a una camarera ir a ellos y era nada más y nada menos que Madame Rosmerta pero más joven.
─ ¿Qué se van a servir chicos? ─ preguntó amablemente la bruja.
Draco no pudo evitar sentirse incómodo al recordar que él había convertido a Madame Rosmerta en un agente involuntario de los mortífagos. Con el fin de cumplir con su misión de asesinar a Dumbledore, Draco podía recordar perfectamente cuando había logrado colocar a Rosmerta bajo la maldición Imperius. Así como cuando él la utilizó para que ella le diera un collar maldito de ópalo a Katie Bell, quien tocó accidentalmente el collar y quedó bajo una maldición muy poderosa. También cuando Rosmerta envenenó aguamiel que tenía la intención de dar a Dumbledore a través de Horace Slughorn en la apariencia como un regalo de Navidad.
Draco recordaba muy bien todo. Eso le dió un mal sabor de boca, ya que aunque él se redimió y quería deshacerse de el horrible pasado que tanto lo atormentada sabía perfectamente que nunca podría quitar eso de su vida.
Era parte de él al igual que la marca tenebrosa, Draco no sabía si la marca aparecería nuevamente en su brazo cuando regresara a su tiempo, esperaba con todo su corazón que no.
Desde que llegó desde hace un mes siempre se veía su brazo para confirmar que no había ninguna marca, quería seguir así. No quería tenerla de nuevo si regresaba a su época, quería que desapareciera de una vez por todas.
─ ¿Príncipe? ─ James llamó su atención al verlo sumergido en sus pensamientos.
El de anteojos estaba un poco preocupado ya que lo había llamado varias veces y este no respondía.
Incluso se había tenido que disculpar con Madame Rosmerta diciéndole que volviera en otro momento.
─ ¿Si? ─ Draco miró a James al salir de sus pensamientos.
─ ¿Pasó algo?, Te estuve hablando varias veces y no me respondías, me preocupé, ¿Qué pasó? ─ le dijo James tomándolo de las manos por encima de la mesa que los dividía.
Draco negó con su cabeza sin prestar mucha atención las manos de James encima de las suyas.
─ No pasa nada ─ mintió ─ es solo recordé algo, no es nada importante no te preocupes ─ dijo el rubio.
James lo miró fijamente por unos minutos, no le creyó nada de lo que le dijo y aunque quería saber la verdad no se lo preguntó ya que lo que menos quería era hacer sentir incómodo a Draco.
Luego de un momento de silencio, Draco y James pidieron algo de comer a Madame Rosmerta.
Conversaron un rato de muchas cosas mientras comían. Draco había hablado de algunas cosas que James no sabía de él y viceversa.
James había enloquecido de emoción cuando Draco le confesó que le gustaba el Quidditch, el de anteojos pensó que Draco sin dudas era su alma gemela.
Ahora más que nunca, James quería conquistar a ese rubio y pensó en pedirle algunos consejos a su padre cuando lo viera en las vacaciones de verano.
Luego fueron a Honeydukes, una tienda de caramelos donde compraron varios dulces.
James también había llevado a Draco a la tienda de artículos de broma y había comprado varios artículos de bromas como bombas fétidas, caramelos de hipo, jabones de huevos de ranas, plumas de caramelo y azúcar y tazas de té para morderse la nariz y varias cosas más.
─ ¿A quién le harás tantas bromas para que comprarás todo eso? ─ le preguntó Draco con curiosidad.
James le había sonreído al rubio para luego responder ─ a las serpientes rastreras.
«¡Si supieras que yo soy una serpiente!»
Draco no había podido disimular una mueca en su cara al escucharlo.
─ No te metas con las serpientes, porque no tienes idea de lo que son capaces ─ le advirtió seriamente ─ incluso podrían hechizarte o peor aún mandarte directo a San Mungo ─ agregó Draco.
James sonrió.
─ ¿Estás preocupado por mi? ─ preguntó James con sus ojos iluminados.
Draco frunció el ceño.
─ No, estoy preocupado por las serpientes, podrían expulsarlos si te maldicen o algo por el estilo ─ dijo Draco.
El otro gryffindor abrió y cerró su boca indignado lo cuál hizo reír a Draco.
─ ¡Oye! ─ se quejó el de anteojos ─ las serpientes no deberían importarte ─ dijo frunciendo el ceño.
─ ¿Por qué no? ─ preguntó el rubio mientras caminaba con James a su par.
─ Porque son todos malos ─ respondió James.
Draco rodó sus ojos por la respuesta del gryffindor.
─ Hace unos momentos atrás en Las Tres Escobas me dijiste que tú madre era una ex-slytherin, ¿Acaso ella también es mala? ─ preguntó Allan mirando de reojo a James.
─ No ─ negó rápidamente ─ ella es diferente a las otras serpientes, mi madre es buena ─ aseguró Potter con orgullo.
─ Pero fue una slytherin, o sea que tú tienes un poco de slytherin en tu sangre, te guste o no pequeño leoncito ─ dijo Draco sonriendo victorioso al ver la expresión de James.
James se puso rojo hasta las orejas al escuchar el apodo que le dijo Draco, al de anteojos se le había olvidado por completo la pequeña discusión que acababan de tener.
Lo único que podía pensar era en una palabra.
«Leoncito»
James sentía su corazón latir tan rápido que tuvo miedo que se le saldría del pecho.
─ Vamos leoncito, se nos hará tarde para volver a Hogwarts ─ dijo Draco utilizando el mismo apodo al ver como James se había puesto anteriormente.
Draco comenzó a caminar dejando a un James aturdido atrás, el Potter al salir de sus pensamientos corrió para alcanzar al rubio que era dueño de todos sus pensamientos.