Distancia Inesperada

By SassyBlossom

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Rosalie ha ganado una beca para estudiar en Francia, y está lista para comenzar una nueva vida. Dejando at... More

SINOPSIS
PRÓLOGO
CAPÍTULO 01
CAPÍTULO 02
CAPÍTULO 03
CAPÍTULO 04
CAPÍTULO 05
CAPÍTULO 06
CAPÍTULO 07
CAPÍTULO 08
CAPÍTULO 09
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17

CAPÍTULO 11

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By SassyBlossom

Rosalie soltó un largo suspiro al volver a su viejo vecindario, teniendo leves ganas de llorar. Las calles y las casas seguían iguales, pero ella las veía tan diferentes a la vez. Desde que su madre vendió la casa, Rosie sentía que ya no pertenecía a ese lugar. 

El taxi se detuvo frente a la casa de Dominic, y él le pagó antes de bajar. Él se apresuró a abrir la puerta de Rosalie, pero ella demoró en reaccionar. No se sentía lista para salir del vehículo. 

Rosie bajó a paso lento, sintiendo sus piernas flanquear al ver su antiguo hogar. Los nuevos dueños habían pintado la casa de anaranjado, y cambiaron la antigua puerta que Frances se negaba a limpiar. Finalmente habían lavado las ventanas, y el jardín ya no estaba seco. Casi parecía una vivienda completamente diferente a la que dejó un mes atrás. 

Rosalie permaneció sobre la acera, sin quitar la vista de la casa. Notó que una niña salía con una bicicleta rosada, y su padre caminaba tras ella. El hombre se detuvo en seco cuando la vio, haciendo una mueca de asombro. Él palideció, como si hubiera visto un fantasma. 

Rosie retrocedió un poco, sintiendo que el rostro de aquel hombre se le hacía conocido, pero no recordaba de dónde. Empezó a inquietarse por la forma en que la miraba, y se aclaró la garganta. Aunque estaban a más de diez metros de distancia, él la ponía incómoda. 

El hombre volvió a la realidad cuando su hija se cayó de la bicicleta, y comenzó a llamarlo entre llantos. Él se acercó a levantarla, todavía nervioso. 

Dominic abrazó a Rosalie por la espalda, besando su mejilla. 

—¿Te sientes bien? —consultó en su oído—. Estás pálida. 

—Tu vecino me está mirando raro. —Ella respondió bajo—. Me pone nerviosa. 

Dominic la soltó de golpe, avanzando. Rosalie lo vio caminar, y se apresuró a tomarlo por la muñeca. No quería que él se pelease con un desconocido. 

—Nick, mejor entremos. —pidió, jalándolo—. Tu madre nos espera. 

—Rosie, si él te estaba molestando...

—Yo estoy bien. —repuso firme, viéndolo a los ojos—. Vayamos a tu casa, por favor. 

Rosalie entrelazó sus dedos con los de él, jalándolo con suavidad. Él rodó los ojos, siguiéndola. Ya tendría tiempo de conocer a su nuevo vecino, y asegurarse que no intentaría lastimar a Rosie. 

Rebecca abrió la puerta, sonriendo al verlos. Los invitó a pasar, creyendo que demoraron más de lo que imaginó. 

Rosie ingresó despacio, teniendo malos recuerdos de la última vez que estuvo ahí. Fue la vez que los padres de Dominic descubrieron que se quedó a dormir, y Frances terminó sacándola a rastras. Y, aunque ellos ni siquiera eran pareja en ese momento, todos la trataron como si fuera una cualquiera. Nick fue el único que la defendió. 

A pesar que Rebecca le había pedido perdón en el pasado, Rosalie todavía se mantenía alerta cuando conversaba con ella. Rebecca era amable, pero ella ya no quería que la volvieran a humillar. 

Rebecca se apresuró a servir lo que había preparado, empezando por el café. Ella había desayunado hacía tres horas, pero no le molestaba comer de nuevo. Rosie se ofreció a ayudarla, pero Rebecca no aceptó. No le gustaba incomodar a sus invitados. 

Rosalie agradeció cuando le entregó su plato, notando que los panqueques olían bastante bien. A ella le sorprendió que no bendijeran los alimentos antes comer, e hizo una pequeña oración en su mente. Sonrió, rociando los panqueques con miel. 

—¿Y Michael? —Dominic preguntó, temiendo que su padre hiciera un escándalo cuando viera a Rosalie. 

Rebecca fingió una sonrisa, sin acostumbrarse a que su hijo lo llamara por su nombre. 

—Tu padre ya se fue a trabajar. —explicó—. Nos dará el alcance en la casa de Gael para el almuerzo. 

Dominic rio bajo, prefiriendo no hacer más comentarios para no incomodar a Rosalie. Bebió su café en silencio, pensando que Michael era capaz de hacer excepciones por su hermano, pero no por él. 

—¿Cómo has estado Amy? —Rebecca continuó hablando, girando hacia ella—. ¿Cómo es Francia?

La joven sonrió con la pregunta, limpiando las comisuras de sus labios con una servilleta. Relamió sus labios, inclinándose para responder. 

—Es un país muy bonito; en especial París. —comentó tranquila—. Vivo cerca de la Torre Eiffel; a un par de cuadras de la universidad. 

Rebecca asintió, notando que Amelie todavía se mostraba tensa. Rebecca decidió seguir conversando con ella, intentando no agobiarla con preguntas. Quería recuperar la confianza que se tenían antes del problema que ocurrió.

Rosalie fue soltándose con el pasar de los minutos, y se emocionaba más cada vez que hablaba de la universidad. Le enseñó en su celular varios de los diseños que hizo, y le contó que dibujar se le hacía más sencillo con la práctica. A pesar que solo estaba llevando un curso de inducción, Rosie sintió que había aprendido demasiado. 

—¿Y cómo fue que te animaste a venir? —Rebecca consultó, viendo el calendario—. ¿Estás de vacaciones antes que comience el ciclo regular?

—Pedí permiso para faltar el viernes. —Ella carraspeó. Solo estaré el fin de semana—. Regresaré mañana al mediodía.  

Rebecca asintió, y prefirió no decirle más. Comprendía que ella y su hijo se querían, pero le pareció irresponsable que hubiera faltado a clases solo para verlo competir. Rebecca revisó su reloj, alertándose por la hora. Faltaba poco para el almuerzo, y Michael acababa de avisarle que él ya se encontraba allá. 

Rosalie salió primero de la casa, y suspiró aliviada al notar que el nuevo dueño de su casa ya no estaba. Aquel hombre le produjo una sensación extraña, y prefería no volver a toparse con él. 

Rosie elevó el rostro, y observó la ventana de su antigua habitación. Alcanzó a notar que cambiaron sus cortinas, y sacudió la cabeza. No quería ponerse melancólica. Ella avanzó hasta el árbol, sonriendo cuando tocó el tronco. Ese pequeño gesto, le trajo paz. 

—Te gusta, ¿no es así? —Dominic consultó, acercándose. 

—Gracias a este árbol, me salvaste de mi madre y de su novio. —Ella recordó, sorbiendo por la nariz—. Es nuestro. Nuestro árbol. 

Dominic la abrazó, tomando su celular. Le pidió a su madre que les tomase una foto, y sonrió. A él también empezaba a gustarle el árbol. 

Rebecca se enterneció al verlos juntos, y le devolvió el teléfono antes de sacar su auto del garaje. A pesar que vivían en el mismo vecindario, la casa de Gael se encontraba a más de treinta minutos de ahí. Ella avanzó despacio, girando para ver a su hijo. 

—¿Te gustaría tomar el volante? —consultó—. Ya estamos cerca; podrías practicar para que saques tu licencia de nuevo. 

Dominic negó, peinando su cabello hacia atrás. 

—Las cosas no salieron bien la última vez que Gael intentó enseñarme a manejar. —rio, recordando los gritos de su hermano—. Mejor continúa tú. 

—¿Estás seguro? Si quieres, yo podría enseñarte y...

—Estoy bien así. —Dominic la interrumpió, serio—. No estoy interesado en manejar. 

Rebecca suspiró con incomodidad, acelerando. Ella planeaba convencer a Michael de regalarle un auto si es que él ganaba en las nacionales, pero no podría hacerlo si su hijo no sacaba una nueva licencia. Desde el accidente que Tristán y Amelie tuvieron hacía un año, él se había negado a volver a conducir. 

Rebecca fue la primera en bajar, y tocó la puerta. Gabriela le abrió con una sonrisa, permitiéndoles pasar. Michael se puso de pie apenas los vio, intentando ocultar su incomodidad. Gael le había dicho que Amelie también iría, y le pidió que no hiciera un escándalo. 

Michael saludó a todos, fingiendo una sonrisa. Él creyó que sus problemas se solucionarían cuando Amelie se fue a estudiar a Francia. Pero no fue así. 

Gael acomodó a su familia en sus puestos en la mesa, y ayudó a Gabriela a servir todo. Abrió una botella de vino, sirviendo una copa a cada uno. Iban a empezar con un brindis.

—Antes iniciar, Gabriela y yo tenemos algo importante que decirles. —Gael habló fuerte, manteniéndose de pie—. Gabriela está embarazada. Vamos a tener un bebé. 

Rebecca y Michael fueron los primero en levantarse a abrazarlos y felicitarlos. Ella comenzó a llorar de la emoción, todavía asimilando la noticia. Aunque creyó que ellos esperarían más para tener hijos, le alegró saber que sería abuela. El bebé sería su primer nieto. 

Rosalie los felicitó después, sintiendo que estaba viendo una película. Ella estuvo en la boda de Gael y Gabriela, y ahora era parte del anunciamiento del bebé. Esperaba que ellos la invitasen para el nacimiento. 

Dominic se levantó al final, sin saber cómo sentirse por la noticia. Notó la felicidad en el rostro de su hermano, y lo abrazó también. Gael era el mejor hermano que pudo pedir, y él realmente deseaba que todo le fuera bien. 

—Tengo dieciséis semanas. —Gabriela sonrió, enseñándoles una ecografía—. La doctora dijo que es un feto muy saludable. Todo está bien con él; ayer escuchamos su corazón. 

—Aquí tengo el vídeo. —Gael continuó—. Escuchen cómo suena. 

Rosalie aguzó el oído, percibiendo un sonido extraño. Aunque el volumen era bajo, los latidos le parecieron relajantes. Ella pidió permiso para tomar la ecografía, pero frunció el ceño cuando la vio.  No distinguía más que manchas en la foto, pero fingió que comprendía lo que veía. Volvió a felicitarlos, encantada por la noticia. Ellos serían una familia muy feliz. 

Gabriela empezó a contarles cómo se dio cuenta que estaba embarazada mientras almorzaban, bromeando con que fue mala idea irse de viaje con Gael una semana antes de la boda. Ella apenas si había engordado, y esperaba que el embarazo todavía no se le notase. Aún no había dicho nada en su trabajo. 

Michael fue el primero en retirarse, notando que era hora de volver a su trabajo. Agradeció a todos, felicitando una vez más a su hijo y a su nuera. Nada podía quitarle la alegría de saber que ella estaba embarazada. 

Rebecca se fue poco después; sintiéndose fuera de lugar. Creyó que lo mejor sería dejar a los jóvenes conversar, y se despidió. A pesar que Gael era siete años mayor que Tristán, ellos siempre se llevaron bien. 

Gael llevó los platos a la cocina, y limpió la mesa. Sacó un par de cervezas de la nevera, además de un jugo de frutas. Regresó a la sala, notando que Gabriela tenía a Amelie sostenida de la muñeca. 

—Tómame una foto con ella. —pidió, riendo—. Todavía recuerdo que Amy atrapó el ramo en la boda. 

Gael asintió, tomando fotos por más de veinte minutos. Él salió a sentarse al pórtico de la casa cuando terminaron, pidiéndole a su hermano que lo acompañase. Cerró la puerta tras ellos, y le entregó una cerveza. 

—¿Estás bien? —consultó, rompiendo el silencio—. Estuviste muy callado. 

—Sí, es solo que estaba pensando. —Asintió, restándole importancia. 

—¿Ya piensas? —Gael bromeó, empujándolo con el hombro. 

Dominic rodó los ojos, y abrió la cerveza. Le dio un largo sorbo, y se encogió de hombros. 

—Los bebés solo lloran, comen y hacen popó. —comentó, con la vista perdida en el horizonte—. No sé por qué a las personas les emociona tanto la idea de tener hijos. 

—Tú también lloras, comes, haces popó; y no por eso te dejamos de querer. —Gael rio, entrecerrando los ojos—. Además, tener un hijo es emocionante cuando es con la persona correcta. Gabriela y yo llevamos casi diez años juntos; empezamos a salir cuando estábamos en la universidad. —recordó, suspirando—. No me imagino viviendo esto con nadie más.

Dominic esbozó una sonrisa, incómodo. Esperaba que esa conversación terminase pronto. Desde lo que pasó con Delilah, se sentía incómodo al pensar en embarazos. Él la había obligado a abortar, a pesar que ella sí quería tener al bebé. Y, aunque habían pasado siete años desde eso, no lograba quitarse el remordimiento de encima. A pesar que él no se sentía listo para ser padre en ese momento, lamentaba haberla lastimado. 

—Es obvio que tú ya quieres tener hijos. —Nick masculló, girando hacia su hermano—. La mejor etapa de tu vida ya acabó. 

—¿Qué? —Gael se extrañó—. ¿A qué te refieres?

—Tienes treinta años, Gael. Ya estás viejo. —Dominic le recordó, aclarándose la garganta—. Es más que obvio que la mejor etapa de tu vida terminó, y lo único que te queda es comenzar a tener hijos. Ya no volverás a disfrutar como antes. 

Gael carraspeó, incómodo por sus palabras. Él acababa de cumplir veintinueve,  y sentía que todavía estaba viviendo al máximo. No entendía por qué su hermano creía que, a esa edad, ya se le había escapado la juventud. 

—¿Y acaso tú sigues en esa etapa? —Él rio—. ¿Qué significa para ti vivir la vida?

Dominic esbozó una sonrisa, peinando su cabello hacia atrás. Él había pasado muy buenos momentos antes de iniciar su relación con Rosalie. 

—Significa salir con tus amigos a una discoteca un viernes o sábado por la noche. —empezó a narrar, feliz—. Beber y bailar hasta más no poder, y luego terminar la noche ligándote a la chica más linda del lugar. Una conquista diferente cada día, y repetirlo todo el siguiente fin de semana. Esa es la vida que estoy acostumbrado a llevar. 

Gael permaneció en silencio varios segundos, asimilando sus palabras. Era la primera vez que lo escuchaba hablar así. 

—¿También significa terminar preso por una pelea callejera? —Él bromeó, sin saber qué más decir. 

—Solo terminé preso una vez; cuando me encontré con Rosalie en la discoteca. —Dominic sacudió la cabeza, divertido—. El resto de las veces, solía terminar la noche en un cuarto de hotel. 

Gael carraspeó, creyendo que su hermano era realmente inmaduro. A Tristán no solían gustarle las discotecas, y solo lo había visto tomar en las reuniones familiares. Se le dificultaba creer que su forma de ser hubiera cambiado tanto en los últimos meses. 

—Sabes, creo que terminarás de comprender todo cuando Amy y tú tengan hijos. —Gael mencionó, saliendo de sus pensamientos—. Ella parece ilusionada con la idea de formar una familia.

Dominic negó, dando otro sorbo a la bebida. 

—Ella y yo estamos enfocados en nuestros estudios. —carraspeó—. Además, no estoy seguro de querer tener hijos en algún momento de mi vida. 

Gael se extrañó, girando para verlo mejor. Antes del accidente, Tristán le llegó a mencionar que le gustaría formar una familia en un futuro. Sin embargo, después de despertar del coma, su hermano actuaba como una persona diferente. No creyó que él diría algo así.  

—¿Por qué no? —Gael consultó. 

Dominic se encogió de hombros, sin saber qué decir. Él seguía sin sentirse listo, pero muchos pensamientos se mezclaron  en su mente. Recordó lo que pasó el último día que estuvo en Francia, y suspiró. 

—Antes de regresar, Rosie se hizo una prueba de embarazo. —narró, viéndolo a los ojos—. Y créeme que los diez minutos que esperamos para ver el resultado fueron los más largos de mi vida. 

—¿Qué fue lo que salió?

—Negativo, por suerte. —Dominic rio bajo—. No sé qué habría hecho si salía positivo. 

Gael relamió sus labios, dejando la cerveza a un lado. Se confundió un instante por el nombre que Tristán dijo, pero recordó que él solía llamar Rosalie a Amelie. Prefirió no enfocarse en eso, y se cruzó de brazos. Gael conocía a su hermano, y sabía que a veces podía actuar como un idiota. Pero le preocupó escucharlo decir eso. 

—¿A qué te refieres? —Él elevó un poco la voz—. ¿Hubieras sido capaz de abandonarla si salía positivo?

—¡No! —Nick exclamó, respirando profundo—. Yo la amo, y haría cualquier cosa por ella. Y, si es que en algún momento eso llegase a pasar, yo la apoyaría en todo. —suspiró—. Sería capaz de abandonar todo aquí, e irme a vivir a Francia con tal que esté bien. 

—¿Entonces? —Gael frunció el ceño—. Ya no te entiendo. Siento que te estás contradiciendo. 

—Yo no sería feliz. Aceptaría mi responsabilidad, sí; pero nunca sería feliz. —Dominic confesó, terminando su cerveza—. Si Rosalie llegara a decirme que está embarazada, siento que eso nos arruinaría la vida a los dos. —afirmó—. Yo jamás la abandonaría; pero estaría frustrado el resto de mi vida. Los niños no son lo mío. 

Gael se aclaró la garganta, volviendo a tomar la cerveza. Aunque aceptaba que su hermano tenía razón en algo, no supo qué contestar. Tristán y Amelie seguían en la universidad, y ninguno tenía las posibilidades de mantener un hijo. Pero empezó a sentir pena por la chica. 

—¿Has hablado de esto con ella? —le preguntó. 

—Rosie está enfocada en volverse una diseñadora reconocida, y yo me quiero especializar como forense. —Nick respondió, sacudiendo la cabeza—. No es importante tener esa charla ahora; mucho menos después que insinué que no me quería casar. Lo mejor será dejar esta charla para después. 

Gael soltó un largo respiro, prefiriendo no hacer más preguntas. Le preocupó la actitud de su hermano, pero comprendió que ese no era momento como para sermonearlo o aconsejarlo. Primero lo apoyaría para terminar su carrera, y luego lo ayudaría a ordenar el resto de su vida. 

Gael terminó su cerveza, resolviendo cambiar de tema. 

—¿Dijiste forense? —consultó. Su hermano asintió—. ¿Por qué quieres ser forense?

—Porque me da miedo matar a alguien. —Dominic confesó entre dientes—. Al muerto ya no puedo hacerle nada.

Gael soltó una carcajada al escucharlo, creyendo que bromeaba. Tristán pasó de querer ser neurocirujano, a forense. 

—Escucha, ya me he dado cuenta que no eres muy inteligente. —Gael continuó riendo—. Pero, ¿no recuerdas que un forense gana la mitad que un médico general? ¿Realmente vas a pasar años estudiando para ganar menos que yo?

Dominic palideció al escucharlo, inquieto. Él pensaba que ganaban igual. 

Gael palmeó su espalda, todavía divertido por su expresión. Recogió las botellas vacías, y sacó las llaves de su bolsillo. Entraría a sacar otro par, y aprovecharía para seguir charlando con Tristán. Su hermano estaba más confundido de lo que creyó. 

Rosalie corrió a esconderse en el baño cuando escuchó que Gael caminaba de regreso, luchando por no llorar. Lavó su rostro con abundante agua, intentando controlar su respiración. 

Ella lo había escuchado todo. 


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¡Hola! 

Aquí está la segunda parte del capítulo anterior

¿Qué les pareció?

¿Tienen alguna teoría?
Déjenla aquí

Les mando un abrazote 

Nos leemos pronto

Les dejo una foto de Rosie

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