❝Save Your Tears❞ 「SatoSugu」

By ViridisLeoninus

37.9K 3.3K 1.9K

❝Rompí tu corazón como alguien lo hizo con el mío Y ahora no me amarás por segunda vez❞ Suguru lastima profun... More

0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10

Epílogo

2.5K 265 117
By ViridisLeoninus

La cálida y húmeda temperatura del verano aterrizó, llevándose consigo los cálidos pétalos de cerezo que creaban un espectáculo rosáceo en el parque principal de la ciudad.

Satoru pensó que la primavera duraría muchísimo más, pero el tiempo avanza a pasos agigantados y le aterra lo mucho que han cambiado las cosas.

La última vez que conversó con Suguru fue hace casi seis meses y se permitió poder trabajar en cerrar completamente el capítulo con él. Aquella noche marcó un antes y después en su proceso de sanación, ya que pudo seguir adelante, con su corazón libre de rencor, trabajando en recuperar la confianza en las personas y aprendiendo a amarse.

Porque ser egocéntrico no es sinónimo de tener amor propio.

Esa noche contrario a lo que creyó no lloró. Se sintió bastante mal por haberse comportado de forma impulsiva y haber besado a Getou, sobre todo si no estaba seguro de sus sentimientos por él. Fue un momento que atribuyó a la debilidad de su alma, a la vulnerabilidad que le mostró a Suguru y la contención que necesitó por tanto tiempo. Ahora que mira hacia atrás se ríe, porque el Satoru de hace poco menos de dos años nunca hubiese creído que sería capaz de perdonar a Suguru.

Ya nada duele, la vida pareciera sonreírle con calidez y las oportunidades de ser feliz han aparecido frente a su camino con generosidad.

Sigue viviendo en el mismo apartamento, ha cambiado los muebles y pintó las paredes de un color esmeralda que contrasta con su piel blanca. En suma, decidió dejarse llevar por el blablá de su adorable sobrino y terminó adoptando una mascota, a un gato Sphynx que nombró "Niwa" de la palabra Niwatori, por su terrible parecido a un pollo descongelado.

Sus muebles eran caros, así que no iba a permitir que se ensuciaran con pelo de gato. Por eso optó por una raza que no botara bolas de pelo, pero gastaba una cantidad estúpida de dinero en productos para proteger su piel.

Ha conocido a un montón de nuevas personas, frecuenta la casa de Shoko, suele cenar todas las semanas con Haibara y Nanami y cada cierto tiempo saca de paseo a los tres jóvenes que quiere tanto. Su trabajo se mantiene igual, no ha querido recibir nuevos pacientes, así que trabaja con los mismos de siempre. Su terapeuta lo ve una vez al mes y los ansiolíticos han desaparecido de su día a día, a excepción de una pastilla SOS que guarda en caso de que sus crisis de ansiedad sean incontrolables.

Tal y como los odiosos dichos que detestaba, al final pudo terminar de sanar.

Se siente en armonía, con todo aquel que lo rodea.

Sigue pensando en Suguru, porque ahora que el odio no existe, le guarda un cariño enorme. Le gustaría que pudieran volver a encontrarse, formar una amistad desde cero y quedarse en ese término; antes de ser pareja, primero fueron amigos y compartieron ocasiones llenas de felicidad.

Esos momentos fueron opacados por el daño que le causaron sus acciones, por lo que momentáneamente terminó olvidándolos y dejando que los instantes negativos se apoderaran de su mente. Sin embargo, ahora que no existe la ira en su ser, puede recordar a la perfección el bonito camino que construyó con Suguru.

Unos arañazos en sus piernas lo sacan del trance, recordando que estaba a mitad de arreglarse para una fiesta.

Nanami había organizado una pequeña cena entre las familias más cercanas; los Kento, Fushiguro, Itadori, Gojo y Kugisaki. Por esta vez quiso ir, ya que Shoko le aseguró que estaría con Utahime y que podrían pasar un buen rato contándose chismes de su último viaje de trabajo.

Quería hacer vida social, últimamente pasaba encerrado en trabajo y más trabajo, tenía que permitirse de vez en cuando distraer un poco su mente.

Y algo más interesante, Nanami le preguntó si podía invitar a Getou a la fiesta. Era consciente de que le guardaba un cariño especial y no se negó; de hecho, más entusiasmado estaba de asistir, quizás podrían tener una conversación bastante provechosa.

— Lo siento, cosa fea, pero debo irme ya. — toma en brazos al gato de tonalidad gris, cargándolo como si se tratase de un bebé y apoyando su nariz en la del animal. — Nos veremos más tarde.

El gato refriega su mejilla contra la de Satoru, soltando pequeños ronroneos cargados de cariño.

Al principio no hacía más que mirarlo con asco, pero con el tiempo se fue encariñando y ahora la mayoría de su sueldo lo gasta en él. Últimamente tiene ganas de adoptar otro gato... quizás esta vez considere tener uno con pelo y menos feo.

Antes de salir de su apartamento toma su teléfono y le marca a Shoko, avisándole que va en camino para pasar a recogerlas en su automóvil.





Su mirada violeta recorre cada una de las luces que iluminan las tiendas del mercado, percatándose de que se le ha hecho bastante tarde al mirar el oscuro cielo.

Suguru termina de comprar los vinos que Haibara le encargó, guardando la billetera en el bolsillo de su chaqueta y tomando las bolsas de plástico. Como siempre, terminó atrasándose, recordando con estrés que había prometido ser uno de los primeros en llegar a la fiesta.

Nanami lo llamó hace unos días para decirle que tendrían una cena con personas que ellos consideraban especiales, al menos, estarían solo las familias más importantes para los Kento. Suguru se sintió muy halagado con la invitación, hace mucho no se reunía con todos y en la última fiesta no pudo saludar a la mayoría.

Está ansioso, porque sabe quiénes estarán ahí.

Corrección, sabe que Satoru estará ahí.

El contacto cero le hizo darse cuenta de que aquella noche fue un idiota, le daba una horrible vergüenza recordar la forma en que le rogó. Ah, nunca debió haber dicho lo que dijo, empeoró la situación.

Este tiempo le tocó vivir el duelo de aceptar que no podría volver a tener algo romántico con Satoru, porque no sentía lo mismo que él. Ha pasado por rupturas amorosas y le han roto el corazón un par de veces, no es como que fuera a morir de amor.

No sabe si ha podido superarlo al cien por ciento, porque no lo ha vuelto a ver. Desde esa noche, hace seis meses atrás, que no ha escuchado su voz ni se ha topado con sus celestes ojos. A pesar de compartir el mismo círculo de amistades, no ha vuelto a saber de él.

Ahora que la culpa no está, sus sentimientos parecieran haberse ido y no tiene miles de voces diciéndole idioteces en el oído, tiene todas las intenciones de poder al menos tener una conversación amistosa con Satoru. Siempre disfrutó de su compañía fuera de lo romántico, era un muy buen colega de fiestas, solían reírse de los mismos tipos que veían en la calle, contarse secretos y disfrutar del otro; le encantaría que aquellos momentos se repitieran, por supuesto que desde la amistad.

Todo ha marchado bien en su vida. Tiene un trabajo estable, gracias a su rol de barista pudo conocer a nuevas personas y vive una vida sin problemas. Otra cosa importante, ha comenzado a asistir con un terapeuta y a pesar de que lleva un par de meses, piensa que es reconfortante el poder sanar y saldar cuentas con temas tan personales y propios.

Dejó el cigarrillo y espera no volver a recurrir a él, a pesar de costarle controlar su angustia de vez en cuando, ha buscado otros pasatiempos para lidiar con la ansiedad. Ha leído muchos libros que tenía pendientes, después de salir de un terrible bloqueo lector. Aprendió a tejer, ha mejorado sus habilidades con la cocina y se ha perfeccionado en el arte de hacer café; los que, por cierto, le quedan exquisitos.

Nunca había estado tan en paz consigo mismo, siente que se ha ido desarrollando de a poco como persona, que todas las inseguridades y temas que no le permitían crecer están marchándose poco a poco. Está orgulloso de lo que ha conseguido, de cómo ha sido capaz de madurar, aprender de sus errores y ser mucho más consciente de lo que siente. El lidiar con sus emociones siempre fue complejo para él, porque creció en una familia que invisibilizaba el dolor, practicaba el silencio y no hablaba de lo que les sucedía.

Acostumbra a guardarse todo de una forma hermética y dañina, pero está aprendiendo a dejarse querer, a ser capaz de contar lo que perturba su mente y a controlar mejor las emociones que años atrás desbordaron, permitiendo que cometiera actos de los que no se siente orgulloso.

Siente su teléfono vibrar en el bolsillo de su pantalón y como puede contesta, dejando las bolsas en el suelo.

— ¿Sí?

— Getou-San, ¿ya vienes?

Oh, si Haibara lo llamaba es porque ya iba  muy tarde.

— Si. Estoy por tomar un taxi.

— ¿Seguro que no quieres que Nanami vaya por ti?

— No te preocupes, estaré allá en quince minutos.

— Okay, ¡nos vemos!

Cuelga la llamada y lanza un suspiro, no se atreve a ver la hora en la pantalla del móvil porque lo hará entrar más en crisis.

Debe apurarse, antes de que lleguen todos los invitados y no tengan ningún vino para degustar.





Gojo sujeta con firmeza el vaso entre sus manos, dando un largo sorbo al bebestible color negro que tanto le gusta. Mira con odio a Toji Fushiguro, escuchando que habla de una especie de "negocio" suyo que volvió a quebrar, porque es un tipo terrible cuando se trata de administrar el dinero.

No entiende cómo es que la madre de Megumi pudo desposar a un idiota obesesionado con las apuestas y el dinero fácil, será tonta.

— En vez de estar espiando a Fushiguro, deberías venir y conversar con nosotras. — Shoko llega a su lado, asomando por detrás los brazos y deslizándolos por el cuello de Satoru.

— Utahime me odia, literal aparezco en su campo de visión y me mira como si quisiera asesinarme.

Se voltea y toma una de las manos de Ieiri, sujetándola con cuidado, riendo al observar que está parada de puntitas debido a su alta estatura.

— No digas bobadas, no te odia. Solo que sueles ser un imbécil a veces... mentira, la mayoría del tiempo.

Ambos sueltan una carcajada, Satoru acomodando esas viejas gafas negras que no suelta por nada del mundo y Shoko jugando con su copa de vino.

— Está bien, iré con ustedes.

Los dos emprenden camino a la terraza, mientras siguen conversando diversas idioteces.

Por otro lado, Suguru baja con rapidez del taxi, corriendo a paso apurado hasta la mansión de los Kento. Toca el timbre y espera, intentando recobrar el aliento y acomodándose su desordenado cabello negro.

— ¡Llegaste! Has tardado. — los ojos cafés de Haibara lo miran con brillo, haciéndose a un lado para dejarlo entrar en la enorme mansión.

— Lo siento, se me fue la hora intentando buscar los vinos que me encargaste.

Se adentran en la casa y Suguru saluda a todo aquel que se cruza en su camino; desde los padres de Satoru hasta invitados que no recuerda sus nombres, pero sabe que ha visto múltiples veces en el pasado. Habla un par de palabras y sigue caminando, hasta dejar las bolsas de compra en la encimera de la cocina.

— Muchas gracias por el favor, Getou-San. ¡No sé qué habría hecho sin ti!

— No hay de qué. — responde, dedicándole una amable sonrisa al joven con corte de hongo.

Abandona el sitio y recorre la mansión, disfrutando de la música que suena de fondo a un volumen moderado.

Camina hasta las afueras, donde nota que la terraza está iluminada y un par de voces provienen desde allá.

Al cruzar el ventanal se topa de lleno con la figura de Satoru, quien está de espaldas, a un lado de Shoko. Los dos conversan amenamente, acompañados por Utahime Iori. La castaña mira detrás del cuerpo de Satoru, sonriendo abiertamente al verlo, levantándose del sillón y corriendo a su lugar.

— ¡Suguru, viniste! — se abalanza sobre él, dándole un apretado abrazo que consigue sacarle una sonrisa.

— Solo vine para escuchar historias de extraños, me prometiste mucho veneno esta noche. — corresponde el gesto, dándole suaves palmaditas en la espalda.

Satoru se voltea, observando con una sonrisa en los labios a Suguru.

En cuanto sus miradas se encuentran, ambos pueden sentir una felicidad nacer en el centro de sus pechos.

Getou nota que Gojo luce mucho más recompuesto, ha ganado peso y siente que una frescura irradia de sí mismo. A su vez, Satoru nota que los ojos de Suguru brillan de una forma muy bonita, que reflejan un bienestar que de hace mucho no veía en él.

— Miren a quién tenemos aquí.

La voz de Satoru es burlesca, con un toque de malicia en su timbre. Se acerca hasta Suguru, manteniendo el gesto que expresa la alegría que siente después de meses sin saber de él.

— ¿Cómo has estado, Satoru?

Todo se vuelve extrañamente cómodo. Se abrazan, acariciándose con ternura, sintiendo en sus pechos un calor que lo asocian a la felicidad.

— Con mucho trabajo, como siempre. ¿Qué hay de ti?

Shoko observa contenta a sus dos mejores amigos, volviendo a sentarse a un lado de Utahime, apretándole las manos para que se percatara de lo feliz que estaba.

Nunca creyó que esto sucedería, jamás se esperó que pudiera volver a ver a sus amigos hablarse con tanta naturalidad, similar a años atrás donde solían compartir los tres.

Suguru toma asiento no sin antes saludar a la novia de Ieiri, uniéndose a la extraña conversación que minutos atrás estaban teniendo.

No quiere analizar sus emociones cuando recién lleva un minuto hablando con Satoru, pero siente que su corazón todavía se remueve un poquitito cada vez que escucha el vozarrón tan profundo de quien alguna vez fue su amante.

La noche transcurre entre pláticas, jugueteos y muchas historias divertidas contadas por Shoko. Después de cenar, deciden volver a sentarse en la terraza, esta vez con Yuuji, Nobara y Megumi dando vueltas por el lugar.

— Cuando Megumi vio a Niwa casi se muere, me sorprendió que no se haya puesto a vomitar cuando lo acarició.

— No entiendo por qué adoptaste a un gato tan feo, pero luego recuerdo que eres raro y se me pasa. — el muchacho de cabello negro roda los ojos, riendo para sus adentros al ver el rostro ofendido de Satoru.

— Seré raro, pero me quieres más que a Toji.

— En serio, ¿cómo es que terminaste adoptando un gato sin pelo? — lo cuestiona Suguru, mirando con extrañeza al más alto. — ¿No te acuerdas cuando Shoko nos enviaba videos de esos gatos y ponías emoticones de asco?

— Eso quedó en el pasado, yo amo a mi hijo y nada va a cambiar eso. — se cruza de brazos, dándole la espalda a Shoko, quien comenzó a reír ante lo dicho por Suguru.

Ieiri aprovecha la situación para escapar, recordando que sus amigos no se han visto desde ese día. Sabe que tienen mucho de qué hablar y no pueden permitírselo si tres críos tremendamente metidos están atentos a las interacciones que hay entre ellos.

— Bien, niños, ¿me ayudan a servir el postre? — se levanta del sillón, observando a los adolescentes fijamente.

— Pero quiero quedarme a hablar con Getou y Gojo-San. — se queja Yuuji, aferrándose al brazo de Satoru y agitándolo un par de veces.

Megumi mira en dirección a Shoko, entendiendo de inmediato sus intenciones.

— Después podemos volver, vamos. — lo sujeta del gorro de su suéter, jalándolo para que lo siga.

— No seas tonto, Itadori. Tenemos toda la noche para eso. — Kugisaki los sigue detrás, caminando en compañía de Shoko y Utahime, quien por supuesto es capaz de leer fácilmente a su novia.

Satoru agradece internamente lo que Shoko acaba de hacer, porque quiere hablar un montón de cosas con Suguru, pero sabe que no se puede cuando hay tantas personas ajenas a la situación mirándolos atentamente.

— Me gustaría que algún día conocieras a Niwa, le agradan las personas silenciosas. — rompe el silencio, mirando fijamente los ojos de Suguru.

— ¿Y si me nacen las ganas de robármelo?

— No te lo permitiré.

Los dos sueltan una carcajada, imaginando la situación.

Suguru toma recién el peso de las palabras de Satoru, percatándose de que lo está incluyendo en su vida, sintiendo una dicha inexplicable.

Gojo duda, pero luego de unos minutos decide sacar sobre la mesa el tema que tanto ha esperado tocar.

— ¿Recuerdas lo último que conversamos?

"Por supuesto".

Asiente, analizando a profundidad los gestos de Satoru.

La compañía del otro es como un calor en el pecho, una caricia suave en la cabeza y una melodía agradable en sus oídos.

Extrañaban estar así, conversando de idioteces, compartiendo momentos, creando nuevos panoramas que incluyeran al otro.

— Sí.

— Estos meses he podido sentirme muchísimo mejor, hasta el punto de que nada de lo que sucedió me pesa.

Se vuelven a mirar directamente a los ojos, Gojo viendo a Getou como una amistad vieja que desea recuperar; Getou viendo a Gojo como una persona por la que aún siente bastante.

Todavía le gusta, maldita sea.

Pero no puede hacer mucho al respecto.

Sabe que el tiempo conseguirá deshacerse de los sentimientos que alberga por Satoru, aunque no lo vea igual que antes... sigue sintiendo que la tierra a sus pies se remueve ligeramente cada vez que lo escucha reír y eso no es un buen indicador.

— Suguru, no sé qué es lo que pasará en el futuro, pero de algo estoy seguro... y es que quiero volver a tenerte en mi vida.

No sabe cómo se siente al respecto, no quiere ser un sujeto invasivo que imponga condiciones con las que Suguru no esté de acuerdo.

— Decía la verdad cuando te dije que me encantaría que nos volviésemos encontrar. Quiero saber qué es lo que piensas al respecto, eres libre de decir cualquier cosa que cruce por tu mente... conversemos, si es que estás de acuerdo.

Suguru se queda en silencio, buscando las palabras más adecuadas para expresar lo que siente. Quiere poder tener una relación con él, pero esta noche acaba de comprobar que sigue viéndolo con otros ojos, a pesar de que la intensidad de sus sentimientos no sea la misma.

— Todavía estoy un poco confundido con todo lo que ha pasado, sigo sintiéndome extraño cuando estoy cerca de ti. — responde con voz calma, bajando su mirada hasta sus manos, con las que ha empezado a jugar producto de los nervios.

Lo sigue queriendo, pero a la vez, tiene tantas ganas de tenerlo en su vida.

Es capaz de soportar tenerlo cerca y aceptar que no pueden volver a ser lo que alguna vez fueron. Sabe que nunca volverá a ser así, pero se conforma con poder reírse a su lado como en los viejos tiempos.

— Pero extraño tenerte en mi vida. Quiero... quiero volver a tener una relación cercana contigo. — vuelve a mirar a Satoru, quien sigue cada uno de sus gestos en silencio, respetando su turno de hablar. — No necesariamente ser los mismos mejores amigos que en el pasado, pero quiero poder saber de ti, llamarte de vez en cuando o alegrarme de encontrarte en la calle. No quiero sentir que debo evitarte o que si te veo no puedo acercarme.

Siente el alivio nacer en su pecho, porque nota que cada vez se acercan a la misma sintonía; que están hablando con madurez, desde sus posturas como adultos responsables con lo que sienten y piensan.

Suguru ha cambiado, muchísimo y para mejor.

— Antes no podía imaginarme el entablar una amistad contigo, pero ahora sí puedo, Suguru. — sacude la cabeza, despeinando sus pálidos cabellos. — Si puedo y quiero que nuestra relación sea buena.

El silencio vuelve a posarse entre ambos, quienes están absortos en sus pensamientos. Suguru sabe que no podrá volver a tenerlo en sus brazos románticamente, pero ve un estrecho, una luz que le indica que sí es capaz de entablar una buena relación con él.

Sin embargo, a Satoru le preocupa cómo pueda sentirse Suguru con todo esto. Es decir, a pesar de que diga que quiera entablar una nueva amistad, ha pasado por eso de "soy amigo de alguien que me gusta". Sabe lo difícil que es y no quiere que sufra por ello.

— Tú... ¿realmente estás bien con todo esto? — pregunta con firmeza, colocando una expresión de preocupación en el rostro.

No le gusta que lo mire de esa forma; apenado, como si fuese alguien vulnerable.

Es consciente de que puede superar cualquier cosa que pase en su vida, después de todo, fue capaz de salir del agujero que lo absorbió cuando rompió con Satoru.

Y ahora está aquí, de pie, estable emocionalmente y sin remordimientos comiéndole la cabeza.

— Lo estoy, Satoru. No me vas a gustar toda la vida tampoco, y no creas que soy tan débil. — su respuesta está llena de burla, con ese tono ladino que Satoru disfrutaba escuchar.

No quiere malentendidos, por supuesto que sabe lo resiliente que es Suguru. Lo nota por cómo ha cambiado, ha avanzado a pasos agigantados y actualmente es capaz de mirarlo con una tranquilidad que le reconforta.

— Por supuesto que no, tienes muchísimas más fortalezas de las que crees.

Ambos, porque los dos pudieron superar tormentas personales, a pesar de coincidir en el mismo problema.

Satoru pudo resistir el dolor, porque de pena no es posible morir y porque todo lo que duele, algún día deja de doler.

— Creo que nos hará bien estos buenos términos, es mi respuesta definitiva. — se recuesta en el respaldo del sillón, aun manteniendo su mirada fija en Satoru.

— Está bien. Después de todo, estoy necesitando a un compañero para vitrinear objetos de señora. — se toma la situación con humor, sentándose a un lado de Suguru, colocándose igual de cómodo que él. — Obviamente no todo va a ser de golpe, pero trabajemos en crear un sitio donde nos sintamos a gusto, ¿estás de acuerdo?

La conversación es extraña, porque pocas veces en el pasado pudieron resolver algo como adultos. Pocas veces dijeron sus puntos de vista sin enojarse, armar un escándalo o ningunear al otro.

Es distinto, es todo tan nuevo y bonito.

Suguru mueve su cabeza en señal de asentimiento, dejando que de sus labios escape una sonrisa de felicidad. Está contento, porque todo ha resultado mejor de lo que esperaba.

Porque nuevamente puede volver a disfrutar de la calidez de Satoru.

— Lo estoy, siempre y cuando no deba escucharte lloriquear porque no alcanzaste entradas para Twice.

Ríen estruendosamente, Satoru se toma el atrevimiento de golpear con el puño el brazo de Suguru a modo de queja.

— ¡No seas cabrón! — finge estar molesto, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

Bueno, no es como que mintiera.

Por supuesto que no siente pena de admitir que se le vino el mundo encima cuando vio que todas las entradas estaban vendidas.

De fondo pueden oír las risas de los otros invitados. Notan entre los murmullos la chillona voz de Yuuji, quien está preguntado uno por uno si desean comer postre. La noche es tranquila, tan pacífica y armoniosa. Los dos, sentados en el caro sillón de color crema disfrutan de la presencia del otro, en silencio, cada uno asimilando la reciente conversación.

Y Satoru se pone de pie, colocando su cuerpo al frente del de Suguru.

— Entonces, ¿amigos?

Extiende su mano derecha, mirando con una gran sonrisa las expresiones de Getou, a la espera de una respuesta.

No puede creer lo que en tan solo un año sucedió.

Las flores de cerezo se marchitaron, llevándose consigo el dolor, la culpa y el odio; estrenando en sus corazones una cálida sensación de bienestar impagable, haciéndoles sentir que están listos para volver a confiar, sin temores ni idealizaciones de por medio.

Satoru se siente en paz; con Suguru, con el pasado y consigo mismo.

Suguru es consciente de que su pasado no lo define, que una época de su vida no decide el tipo de persona que quiere ser.

Vivir es un constante errar y aprender, crecer y disfrutar, soltar y perdonar.

Todo es parte de sí mismo, de su historia.

Con un éxtasis recorriendo cada fibra nerviosa de su cuerpo se pone de pie, rozando las delgadas y largas piernas de Satoru; acercando su mano para estrechar fuertemente la ajena.

Abriendo paso a un nuevo y grato comienzo.

Amigos.

.

.

.

Fin

Continue Reading

You'll Also Like

2.5M 252K 134
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...
99.7K 7.8K 11
❝Quiero agarrarte de los hombros y sacudirte ¡Supéralo!❞ Suguru es un completo idiota, o eso pensó Satoru después de conocer a su odioso novio. ➵Juju...
940K 99.4K 139
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
71K 9.1K 12
Donde Kokonoi es un demonio que roba energía de los humanos a través del sexo e Inui un chico cuya forma se ser es demasiado particular. Demon AU. Ko...