Vampire Anomaly

By Gabianni

235K 35.9K 11.8K

LIBRO 2 DE VAMPIRE KISS ¿Cómo puedes recuperar lo que no sabes que está perdido? Seis meses después de los ev... More

💀Ley de la Anomalía Prohibida💀
💀Prefacio
💀Capítulo 1. No eres tú
💀Capítulo 2. No estás muerto
💀Capítulo 3. No te he olvidado
💀Capítulo 4. No la dejes sola
💀Capítulo 5. No es un misterio
💀Capítulo 6. No es opcional
💀Capítulo 7. No recuerdes
💀 Capítulo 8. No llores más
💀Capítulo 9. No es tu pasado
💀Capítulo 10. No todo es verdad
💀Capítulo 11. No le hagas daño
💀Capítulo 12. No te reconozco
💀Capítulo 13. No te rindas con él
💀Capítulo 14. No lo salves
💀Capítulo 15. No le creas
💀Capítulo 16. No lo dejes marcharse
💀Capítulo 17. No lo dejes caer
💀Capítulo 18. No lo tientes
💀Capítulo 19. No lo añores
💀Capítulo 20. No temas
💀Capítulo 22. No lo rompas
💀Capítulo 23. No lo marques
💀Capítulo 24. No la dejes
💀Capítulo 25. No lo sigas
💀Capítulo 26. No la arrebates
💀Capítulo 27. No puedes ser tú
💀Capítulo 28. No hay tiempo
💀Capítulo 29. No es una farsa
💀Capítulo 30. No eres nadie
💀Capítulo 31. No te engañes
💀Capítulo 32. No lo lamentes
💀Capítulo 33. No lo deduzcas
💀Capítulo 34. No la conoces
💀Capítulo 35. No eres el mismo
💀Capítulo 36. No seas cobarde
💀Capítulo 37. No aún
💀Capítulo 38. No lo liberes
💀Capítulo 39. No es eterno
💀Epílogo💀

💀Capítulo 21. No te dejaré

4.9K 899 432
By Gabianni

Lo primero de lo que se percató Viktor al abrir los ojos, es que no seguía en el mismo sitio. El departamento de Roderick y Ludmila fue reemplazado por un cuarto que no reconocía. Era pequeño, con paredes empapeladas de color amarillo pastel y muebles que estaban a medio desenvolver en papel burbuja o dentro de algunas cajas con sellos de «frágil».

Lo único que no estaba envuelto, era una cuna de madera pintada de blanco y, encima de esta, un móvil en donde colgaban unos curiosos animales de circo hechos de felpa.

Viktor frunció el ceño y se aproximó a la cuna con pasos cautelosos, pero antes de poder siquiera asomarse al interior de esta, se sobresaltó cuando la puerta fue abierta de súbito y atravesada por un hombre y una mujer. Él retrocedió, anonadado al reconocer a un joven Roland Welsh junto con su desaparecida esposa, Ciara Doyle.

Ciara era bellísima, una figura casi angelical en carne y hueso con su mística aura de Banshee que era anclada a la realidad por su mitad mortal. Era como ver a un espíritu benevolente, alguien que no debía existir, pero lo hacía, con una tierna sonrisa en sus labios y una mirada sobrada de amor cada vez que veía a su esposo y incluso más adoradora cuando se acercó a la cuna y se inclinó hacia esta. En sus brazos sostuvo a una pequeña criatura, un bebé envuelto en una manta blanca, era demasiado frágil y, cuando lloró, sus sollozos eran muy agudos, probablemente había nacido hace tan solo unos días. A Viktor no le cupo duda de quién era ese bebé.

«Dorian, por supuesto que sería él, son sus memorias». Pensó, desaprobándose a sí mismo por tardar tanto en darse cuenta.

A sabiendas de que no podían verlo, se aproximó a la joven pareja que atendía al bebé. Ciara lo balanceó lentamente en sus brazos y tarareaba una melodia en voz baja que casi de inmediato sumió a Dorian en un profundo sueño, uno casi hipnótico. Viktor no sabía qué decía la letra ya que parecía estar en irlandés, pero su voz, digna de una Banshee, le daba una sensación de seda contra la piel, tan suave y reconfortante.

Como mero espectador, parecían una familia idílica, del tipo que vería en un catálogo convenciendo al comprador de adquirir artículos para bebés o incluso de invertir en un seguro de vida bajo la premisa de «protege esta imagen tan bella».

Pero de pronto, dicha imagen cambio, un cambio tan sutil que al inicio le fue imperceptible. Seguían en el mismo sitio, pero ahora la habitación estaba pintada de blanco y Roland era quién cargaba a un Dorian de unos cuatro o cinco años en sus brazos mientras que Ciara sostenía a otro bebé, a Emma.

—Dile hola a tu hermana, Dorian —ánimo Roland.

Dorian, con los mismos ojos juzgones que Viktor le conocía en la actualidad, frunció el ceño al ver al bebé, pero también se mostró intrigado.

—Tendrás que cuidarla tú también —añadió Ciara, era la primera vez que la oía hablar, una voz tan clara y delicada, igual a su canto—. ¿Puedes prometerle eso a mamá?

Dorian, encantado con su madre como cualquier otro niño a su corta edad, esbozó una amplia sonrisa y asintió fervientemente, estirando los brazos para abrazarla. Su padre se acercó y los tres, más Emma en los brazos de Ciara, se estrecharon.

Viktor encontraba estos recuerdo tan perfectos, que le era difícil —sino es que imposible— definir si todos eran reales o solo una fantasía del subconsciente de Dorian, tal vez un sueño. Bien era sabido que la mente era un laberinto indescifrable donde uno podía perderse con facilidad entre las ilusiones y las verdades.

Salió por la puerta de la habitación, avanzando a través de la niñez de Dorian como si se tratara de una película casera. En una memoria estaba jugando con su hermana bebé y en otra estaba escondido escuchando a su padre llorar desesperadamente porque Ciara se había marchado otra vez.

Transcurrieron años de recuerdos y presenció a Dorian en cada momento de su vida, desde el más insignificante como él escuchando música en el suelo de su cuarto, uno en su graduación de la secundaria, o incluso cuando aprendió a tocar instrumentos y cantar, hallando su pasión. Lo vio también en sus últimos años de escuela, caminando por los pasillos con Elay y Roderick, este último haciendo chistes malos sobre todo y su amiga desaprobando cada cosa que decía con una rodada de ojos.

—¡Hey, Tay! —exclamó entonces el Roderick del recuerdo.

Todos, incluido Viktor, se volvieron hacia dónde miraba el pelirrojo y se encontraron con Taylor parada frente a un casillero con una sonrisa falsa en su rostro. Si tan solo en ese entonces hubiesen sabido que no era más que un peón con su propia agenda. Por supuesto, no sospechaban nada, pues Dorian, en ese tiempo considerándola su mejor amiga, entró en una agradable conversación con ella y se sentaron juntos en la clase.

—Si tan solo pudiese alterar la realidad a través de tus recuerdos —lamentó Viktor, pero continuó caminando por el pasillo para reanudar el trayecto a lo largo de su mente.

Al salir por la puertas, fue deslumbrado por una brillante luz de dudosa procedencia y, cuando logró acostumbrarse a esta, se percató de que había aparecido en el escenario de Plague. Dorian estaba tocando con la banda por primera vez; él se veía espectacular, tan feliz como lo recordaba, con una mirada eufórica y el sudor perlando su frente por el calor de la luces y la energía del público. Viktor quedó encantado, esa imagen nunca fallaba en acelerarle el pulso.

—¡Gracias, Plague! —Dorian los despidió, rebosante de vitalidad.

Taylor apareció a su lado y dejó caer todo su peso sobre los hombros de Dorian, agradeciendo también al micrófono. La banda estaba tan recién formada, que la traidora todavía tocaba el bajo.

Los aplausos y vítores del público pronto se transformaron en un rugido, el vibrante rugido de un motor. Viktor estaba parado a media carretera abandonada, Dorian estaba al volante de su clásico Dodge Charger color negro y, a su lado, iba un horrendo Mustang anaranjado con su incluso más desagradable conductor, Morgan Callister.

—¡Fuera! —gritó una chica y ondeó la bandera a cuadros.

Ambos coches salieron disparados, pero Viktor no presenció la carrera, sino que ahora estaba dentro de un coche, viendo desde el asiento trasero a un Dorian feliz por haber ganado y luego como se besaba con su ex novio, escalando la caricia al punto de que el imbécil de Morgan le levantaba la camisa, haciendo amagos de quitársela mientras se devoraban entre ellos.   

Viktor, asqueado, se bajó del carro más rápido que nunca, cambiando la memoria a una desordenada habitación, con botellas de cerveza tiradas en el suelo y una cama deshecha en medio, sobre esta, Morgan y Taylor desnudos y un Dorian viéndolos con cólera en su rostro.

Terminamos. —Eso fue lo único que salió de entre sus labios, pero el tono por sí solo era doloroso.

«Hijo de perra». Pensó Viktor, había olvidado cuánto odiaba a Morgan, en realidad, ni siquiera quería recordarlo.

En cuanto Dorian salió del cuarto, las memorias se volvieron más luminosas. Viktor se vio a sí mismo con él y no pudo aguantar la risa que se pintó en su boca. Vio cada momento a través de los ojos de Dorian; cuando se conocieron, cuando lo salvó, cuando hizo todo con tal de enamorarlo y él mismo terminó cayendo rendido por el humano amargado.

Nunca pensó que fuese posible envidiarse a sí mismo, pero lo hacía, enviadaba mucho a esa pasada versión suya, la que podía estar con Dorian sin el peso de un loco autoproclamado El Salvador persiguiéndolos, o sin amnesia de por medio. Todos los problemas de aquel entonces ahora le parecían juegos de niños.

Cada momento entre ellos pasó como un flash y de repente estaban en esa horrible noche después de que Dorian salvó a Viktor de sucumbir como Nosferatu. Se hallaban en la cocina de la casa de Roland, Carmilla ya había noqueado a Viktor y ahora amedrentaba a Dorian. Tenía una daga en la mano y, sin más preámbulos, lo apuñaló en el corazón.

Viktor cerró los ojos, rehusándose a presenciar tal escena. Sus peores sospechas ya estaban más que confirmadas para este punto, pero verlo él mismo era muy diferente, ver a la vampira que solía llamar mejor amiga matando al amor de su vida de una manera tan cruel era... Era una tortura.

Se atrevió a separar los párpados solo cuando percibió un intenso olor a sangre. Estaba en una catedral abandona, casi en ruinas, con vitrales tintados de rojo que, al ser atravesados por la luz, pintaban el ambiente de un cálido color carmesí. Esta debía ser la guarida del Salvador, tan perturbadora como él.

Se apresuró a registrar el lugar, pero cuando estaba por salir para ver exactamente dónde se ubicaba la construcción, la memoria se sacudió y escuchó la voz de Dorian:

—¿Por qué estás aquí?

El suelo se derrumbó bajo los pies de Viktor, la catedral desapareció y, aunque juró que caería y le dolería, se sorprendió cuando apareció parado en un infinito cuarto blanco. Solo había un piso blanco, paredes blancas y ruido blanco de fondo.

—¿Dónde demonios...?

—Te hice una pregunta —interrumpió nuevamente la voz de Dorian.

Viktor se dio la vuelta y se encontró con él sentado en el frío suelo de aquella sala desprovista de todo, con la mirada perdida y el cabello revuelto sobre la cara. El vampiro se aproximó con cuidado, temeroso de espantar a tan frágil aparición.

—¿Sabes quién soy? —preguntó.

Los ojos verdes de Dorian adquirieron una leve claridad y, tras parpadear un par de veces, giró el rostro hacia Viktor.

—No estoy seguro —respondió en voz baja.

Viktor, nervioso, se apresuró a acuclillarse frente a Dorian y tomarlo de los hombros.

—¿Qué es lo que recuerdas? —continuó interrogando—. ¿Sabes quién eres?

Dorian, extrañado por la pregunta, arrugó sus pobladas cejas.

—¿Quién soy...? —repitió con lentitud, procesando—. Eso no... Eso no tiene sentido. Yo soy...

El vampiro, al ver el extravío en su expresión, le tomó una mano y le dio un suave apretón.

—Está bien, tómate tu tiempo.

Dorian negó con la cabeza.

—No soy nadie.

Lo apretó con más fuerza.

—Por supuesto que eres alguien —aseveró—. Piensa, recuérdalo. Vamos, mírame, te ayudaré.

Dorian, con movimientos apagados, colocó sus ojos en los de Viktor. Le preocupaba el aspecto lechoso de estos, como si estuviesen recubierto por una película blanca.

—¿Quién eres? —indagó Dorian, incluso más perdido que antes.

—Yo soy Viktor. —Se señaló a sí mismo y luego colocó una mano sobre el pecho de Dorian—. Tú eres Dorian, Dorian...

—Welsh —completó el azabache y arrugó la frente—. Es... Es extraño. Es como si supiera todo, pero nada a la vez.

Viktor asintió, acariciando el dorso de la mano de Dorian con su pulgar, este último no parecía ni sentirlo.

—Sí, es lo que pasa cuando manipulan tanto tu mente —explicó—, pero todavía recuerdas cosas, detalles, solo necesitas un empujón. Yo te ayudaré, ¿de acuerdo?

—Dorian Welsh... —repitió Dorian, no parecía haber oído ninguna de las palabras de Viktor y, en su lugar, veía sus alrededores con curiosidad—. ¿Dónde estamos?

—Dentro de tu mente, o más bien un espacio de ella.

—¿Eso es posible?

Viktor se carcajeó ante lo ingenuo que sonaba.

—No tienes idea de las cosas que parecen imposible, pero has vivido tú mismo.

Dorian también pareció encontrarlo simpático, mostrando una débil media sonrisa.

—Viktor —dijo entonces. Cada vez había más claridad en sus ojos—. Ese es tu nombre.

Parecía que con tan solo tenerlo ahí, estaba funcionando como una especie de gatillo para algunas de sus memorias. Viktor sintió una ola de esperanza en el pecho.

—Sí, ese soy yo —afirmó—. Vas bien. Sigue recordando.

—No, no me malentiendas, sí recuerdo todo, pero no... No se sienten como mis memorias —explicó con la voz distante—. Yo no soy Dorian Welsh, no puede ser...

Viktor se tensó al ver como nuevamente la mirada de Dorian se perdía. Su mente estaba en una cuerda floja, su cordura y su identidad pendían de un delicado hilo. El vampiro, no dejándose vencer por el nerviosismo, se aferró nuevamente a los hombros de Dorian para agitarlo y despabilarlo.

—Hey, Dorian, escúchame. —Chasqueó los dedos frente a su rostro, llamando su atención—. Tienes que concentrarte. Mírate a ti, mira a Dorian Welsh, date cuenta de que ese eres tú. Tods esas memorias sí son tuyas. Tú y él son uno mismo.

—¿Lo somos? —inquirió.

—Sí, por supuesto que sí. Ambos, no, eres así de increíble, de talentoso, de amado. Maldita sea, ese chico maravilloso eres tú, Dorian.

Dorian volvió en sí, enderezando la espalda y levantando el rostro. Estaba regresando, de verdad estaba retornando. Viktor sintió un nudo en la garganta.

—Sí soy Dorian Welsh —concordó.

—¡Sí!

—Y tú eres Viktor, el Viktor de mis memorias, mi Viktor —continuó, cada vez más nítido, más seguro.

Viktor suspiró con alivio y abrazó a Dorian con fuerza.

—Gracias al Padre Común  —musitó contra su cabello. Ni siquiera le importaba usar esa expresión ahora mismo.

—¿Qué es lo que te sucedió? ¿Por qué estás aquí? —preguntó Dorian en cambio, sin regresar el abrazo—. Contéstame, Viktor, por favor.

El vampiro se separó, pero no se atrevió a soltar sus hombros, sentía que lo perdería de otra forma.

—¿Por qué crees? Vine a salvarte, como siempre —bromeó.

Ante la pregunta, los ojos de Dorian se ampliaron, confundido, pero pocos después sus pupilas volvieron a nublarse, tornándose distantes y su cuerpo lánguido.

—¿Salvarme? No sé qué es lo que dices... —respondió, ahora su voz era monótona, lejana.

Viktor estaba por repetir el ciclo, estaba dispuesto a hacerlo cuantas veces se necesitara, pero se alarmó al ver como las manos y las piernas de Dorian se desvanecían, como si fueran borradas de la existencia.

«Si lo haces mal... lo matas». Recordó la voz de Blair como un tormento.

Viktor, comenzando a entrar en pánico, se aferró a lo que quedaba de las desvanecidas manos de Dorian, sentía que tal vez de esa manera podría anclarlo a la realidad por unos instantes más.

—Escúchame, te lo diré todo, ¿sí? Te explicaré, pero primero tengo que sacarte de aquí y para eso necesito tu ayuda —dijo.

Adentrarse a una mente ajena era tan arriesgado por esto, la única forma de salir era si el propietario se hacía consciente de su presencia en su psique y te sacaba a la fuerza. Viktor necesitaba que Dorian recobrara la cordura de hace unos instantes y los sacara a ambos de ahí.

—No puedo moverme —continuó Dorian con el mismo tono más muerto que vivo—. Este cuerpo no es mío, no se siente mío. —Una lágrima escurrió por su mejilla—. Hice cosas terribles. Soy culpable.

Viktor limpió las lágrimas y se aferró a sus pálidas mejillas, negando fervientemente con la cabeza.

—¡No! —exclamó y apartó el cabello del rostro de Dorian—. Escúchame, tú no tienes la culpa de nada, de absolutamente nada. Tú no has sido más que una víctima.

Dorian conectó sus ojos con los de Viktor.

—Hice algo malo, ¿no es así?

Viktor sintió ganas de llorar al escuchar su voz, lo pequeña que sonaba, lo asustada. Dorian no era el culpable, no podía serlo, eso no sería justo. Esas muertes, esos actos terribles... no podía atribuírselos.

—Sea como sea, lo enfrentaremos juntos. —Acarició sus mejillas con los pulgares y pegó sus frente con delicadeza—. No volveré a dejarte, ¿oíste? No volveré a renunciar a ti por nada del mundo, no me importa que lo quemes entero o mates a miles, yo estaré aquí, a tu lado, no me acobardaré. Estaremos juntos, y esta vez hasta el final.

Dorian continuó llorando, pero la claridad había retornando a su expresión. Estaba ahí, lo estaba escuchando. Se abrazó al cuello del vampiro y lloró contra su hombro. Viktor se aferró a él también.

—Entonces no me dejes, por favor —imploró Dorian a su oído.

—Nunca —prometió Viktor—. Llévanos a casa, Dorian.

Dorian asintió y pegó su frente contra el pecho de Viktor.

—Gracias.

Y Dorian, en control de su mente, terminó todo, en tan solo un instante, el mundo se tornó oscuro, como un foco siendo apagado, no, como una muerte súbita.

Ambos despertaron en el presente, en su realidad. Viktor, quien yacía en el suelo, se incorporó con una profunda exhalación. Oyó una serie de voces llamándolo, manos en sus hombros, preguntando si se encontraba bien, pero él no hizo caso a nadie ni a nada. Se puso de rodillas con movimiento torpes y gateó hacia Dorian, quien todavía estaba inconsciente a su lado.

—Dorian —llamó, apartando el cabello de su frente—. ¡Dorian!

¿Acaso no había funcionado? ¿Acaso lo había... matado? Viktor escuchó estática en sus oídos, vio manos queriendo acercarse a Dorian, pero él no se los permitió, se hizo del cuerpo de él, abrazándolo contra su pecho, protegiéndolo.

«Por favor, por favor, por favor». Repitió a sus adentros, rogando que despertara, que volviera de los confines de su propia mente.

Y fue entonces que escuchó una exhalación.

Viktor se apresuró a ver a Dorian en sus brazos. Tenía los ojos abiertos, y aunque se veía confundido, sus iris eran nuevamente verdes, su mirada era... familiar. Ahora solo faltaba la confirmación.

—Dorian —llamó en voz baja, acariciando su mejilla—. ¿Me recuerdas?

Dorian conectó sus ojos y entornó estos ligeramente al mismo tiempo que una delicada sonrisa aparecían en sus pálidos labios.

—Te recuerdo —afirmó—. Lo recuerdo todo.

¡Finalmente regresó!

Nos tardamos un buen rato en llegar hasta aquí y no quiero arruinar el momento, pero... Lo más intenso apenas se aproxima 😈

¡Muchísimas gracias por leer! 💛

Continue Reading

You'll Also Like

11.4M 1.2M 41
«Conocerte fue descubrir un género musical diferente al que suelo escuchar, pero que al final me terminó gustando.» La vida de Andy está rodeada de d...
327K 36.3K 69
Una historia de misterio en un universo de vampiros. ¿Quieres encontrar las verdades disfrazadas de mentiras? 1 en Misterio 21/06/2021 2 en Vampiros...
4.3M 415K 107
¿Qué pasaría si todo lo que odias, se convirtiera en aquello por lo que darías la vida? ¿Qué sentirías si lo que te arrebató a tus seres queridos, a...
12.1K 957 11
Sophia regresa a Forks en compañía de su hermana menor, Bella, para establecerse en el hogar de su padre, Charlie, quien desempeña el cargo de jefe d...