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— ¿De cuanto estamos hablando? — Nayeon pregunta en un susurro, sentada en el sofá justo al lado de Haewon.
En la pantalla del televisor una película de Disney estaba pausada mientras que se escuchaba el microondas desde la cocina preparando las palomitas mientras Mina canturreaba esperando a que estuvieran listas.
— De mucho — Haewon dice abriendo los ojos pero manteniendo el tono de voz bajo para que su madre no pueda oírla —. Igual que... ¡Igual que cuando aquella chica de cabello negro venía a la panadería todos los días y olía demasiado a mora!
Nayeon abre los ojos con sorpresa pero una sonrisa se dibuja en su cara.
— Esto es...interesante. Tu madre no suele usar mucho perfume — se gira para mirar bien a su sobrina y sonríe cómplice — Myoui Haewon, necesito que me vayas informando.
— Oh lo haré, te puedes unir a mi equipo con Jisung.
— Estoy dentro.
Haewon sonríe emocionada y asiente, como si aquello probara su punto. Para ella, todo aquello era fascinante porque por primera vez desde que ella nació, ve a su madre sentir algo por alguien más.
Y siendo sincera Haewon adora a su entrenadora, como le cuenta cosas de sus hermanas pequeñas, le enseña a jugar un deporte que le apasiona y es súper amable y divertida
Así que si tiene que compartir a su persona favorita en el mundo, le gustaría que fuera con la entrenadora Chae.
— ¿Tú como sabias que te gustaba la chica de los tatuajes? — pregunta con curiosidad.
Nayeon suelta una pequeña risa, aquella pregunta no le pilla por sorpresa, ya que no tiene ningún problema de hablar de eso a la que era su mini mejor amiga. De todas formas, ellas se lo contaban todo.
— Pues porque cuando la veo me siento bien y me hace sonreír mucho.
— La entrenadora Chae hace sonreír a mamá — exclama un poco fuerte y enseguida se tapa la boca con ambas manos — ¿Como te hace sonreír si no te gustan los tatuajes?
Nayeon vuelve a reír y niega.
— No nos tienen que gustar las mismas cosas para que me haga sonreír, pero si te soy sincera ella cree que me gustan mucho los tatuajes.
La pequeña frunce el ceño y mira a su tía con sorpresa.
— ¿Pero eso no es mentir?
— No, porque los suyos me gustan mucho.
Haewon asiente y sonríe.
— ¿Y que más?
— Bueno pues también quiero pasar más tiempo con ella, ver películas juntas y esas cosas cursis que hacen en las pelis.
— ¿Quieres darle besos en los labios todo el rato y que sea tu novia?
— Sí, algo así.
— ¿Y como sabemos si mamá y la entrenadora Chae quieren eso también?
— Pues...
— ¡Las palomitas ya están!— Mina exclama mientras entra en la sala con el bol de palomitas entre sus manos y una sonrisa dibujada en su rostro.
Haewon y Nayeon se miran con sonrisas cómplices en sus rostros justo antes de que Mina ponga en marcha la película.
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Chaeyoung se despide de los chicos que corren hasta la entrada del campo de fútbol con una gran sonrisa dibujada en su rostro. El sol alumbraba su piel y una agradable brisa bailaba a su alrededor haciendo que Chaeyoung tomara aire, un aire que olía a césped, a sol y a la transición del verano al otoño.
Ve que todos han salido del campo de fútbol, así que se da la vuelta para encontrarse en el suelo sentada a la pequeña Haewon.
— ¿Que haces aquí? — Chaeyoung le pregunta sentándose a su lado.
— ¡Esperarte! — exclama con esa habitual sonrisa a la que Chaeyoung se acostumbraba cada vez más — Mi mamá llegará tarde otra vez.
— Bueno no pasa nada, seguro que no tarda mucho en llegar.
Haewon asiente y se que mirando al cielo azul por unos segundos, apreciando el sol de la tarde que abraza su piel, la brisa que huele a tierra mojada y las nubes que bailan a través del cielo.
— Entrenadora Chae, ¿Puedo preguntarte algo?
— Claro — Chaeyoung apoya sus manos en el césped detrás de su espalda, acomodándose para mirar a la pequeña.
— ¿Como sabes que te gusta alguien?
A Chaeyoung aquella pregunta le toma completamente por sorpresa, pero enseguida se lame los labios y sonríe.
— ¿A que viene esa pregunta?
Haewon suelta una pequeña risa y se encoge de hombros con la mayor sonrisa.
— Mi profesora dice que una mente curiosa debe ser alimentada de respuestas, nunca hay que cerrar las puertas del conocimiento.
Chaeyoung no puede evitar soltar una leve risa ante aquella respuesta. Sin duda Haewon era una niña especial, y mentiría si dijera que con cada semana que pasa su cariño por ella no crece.
Igual son estos momentos, los pequeños minutos que tienen para hablar de cualquier cosa y oír las aventuras de la pequeña, la forma en la que ama a su madre y a esa tal Nayeon, igual son esos pequeños momentos que tan solo pasa con ella que le hacen sentir un cierto apego.
Y puede que pensar que su madre es la mujer más hermosa que ha visto en su vida también tenga algo que ver.
— Ya veo — Chaeyoung asiente—. Pues supongo que cuando sientes cosas extrañas en tu tripa que te hacen sentir nerviosa
— ¿Mariposas?
— O murciélagos.— dice haciéndole cosquillas en las caderas.
Haewon se ríe escandalosamente y cuando Chaeyoung aparta las manos ella la mira con ojos brillantes.
— ¿Y te hacen sonreír?
— Sí, y quieres ver tus películas favoritas con esa persona, pasar todo el tiempo posible con ellos, hacerles pequeños detalles para ver su sonrisa todo el tiempo o invitarlos a citas.— Haewon frunce el ceño ante eso último.
— ¿Citas?
— Sí — Chaeyoung entrelaza sus propias manos — Ir al cine, a restaurantes, dar un paseo por el parque, ir a ver las estrellas...
— Yo hago eso con mi mamá y Nayeon, ¿Eso es una cita?
Chaeyoung ríe y niega.
— Tan solo es una cita cuando las dos personas se gustan.
Los ojos de Haewon se abren y asiente, una sonrisa divertida se dibuja en su rostro.
— ¿Y quieres darles besos en la boca todo el tiempo?— la rubia ríe levemente y asiente.
— Demasiadas preguntas tienes tú.— la mira levantado las cejas y manteniendo su sonrisa.
— Estoy en una misión, quiero averiguar si dos personas se gustan.
— Toda una detective— Chaeyoung asiente — ¿Me contarás que pasa al final? Creo que me lo merezco por haber sido parte de tal investigación.
— Lo haré.
Es justo entonces que unos pasos se escuchan detrás de ellas, y cuando se dan la vuelta pueden ver a cierta chica pelinegra en una camiseta blanca, unos pantalones de deporte gris y su pelo recogido.
— Perdón, hoy había bastante tráfico.
— No pasa nada.— Chaeyoung dice mientras se levanta del suelo.
— ¡Mami! — Haewon corre hasta su madre, quien la levanta para abrazarla.
— ¿Que tal ha ido pequeña?
— ¡Muy bien, hoy he metido un gol!
— Tida una jugadora profesional bebé, ¿Tienes tus cosas?
— Upss — sonríe de manera inocente — Me las he dejado en la otra punta del campo, ahora vuelvo.
Mina frunce el ceño mientras la ve salir corriendo en la inmensidad del campo de fútbol, pero sin darle mucha importancia simplemente se limita a suspirar.
— Perdón de nuevo.— dice dirigiendo su mirada a la rubia
— Mina, no pasa nada — la nipona asiente.
Chaeyoung se acerca a ella, y una vez teniéndola enfrente levanta su mano para acariciar su mejilla.
— Tienes harina en la cara.
Mina no puede evitar morderse el labio en un intento de no cerrar los ojos con gusto ante las caricias de aquella mujer que no había abandonado su mente ni por un segundo. No sabía si debía sentir aquello, pero le resultaba imposible no hacerlo. Era tan abrumador aquello que había empezado a sentir por Chaeyoung, tan nuevo.
Apenas la conocía, pero Mina siempre había creído en el amor a primera vista. Y sin duda alguna, eso sintió al ver a la rubia junto a su hija.
Mina nunca había sido querida de una manera romántica, y su mayor miedo era no llegar a serlo nunca.
— Ya está — susurra.
— Gracias.
Chaeyoung aparta la mano del rostro de Mina, pero sin embargo no se mueve. La distancia entre ellas una vez más es apenas inexistente.
— Tenías razón.
— ¿Eh? — la mira con el ceño fruncido.
— Las galletas, me encantaron. Probablemente las mejores que he probado nunca.
Mina sonríe, exponiendo aquella peculiar sonrisa y asiente levemente.
— Suelo tenerla.
— ¿A parte de buena cocinera también eres narcisista? — Chaeyoung pregunta con una sonrisa divertida que se expande por todo su rostro mientras se cruza de brazos.
— Soy una mujer de muchos talentos, Chaeyoung — Mina dice con simpleza, mientras saborea pronunciar el nombre de aquella mujer tan perfecta
— ¿Como cuales?
— Como este.
No sabe de donde sale el impulso, pero se encuentra a sí misma tomando el rostro de la entrenadora de su hija para finalmente unir sus labios en un beso. Un beso que al principio solo consiste en los labios de Mina moviéndose contra los labios quietos de Chaeyoung , pero eso cambia en pocos segundos ya que las manos de la coreana encuentran las caderas de Mina y sus labios comienzan a moverse contra los suyos en un beso tranquilo pero hambriento.
Finalmente se separan con la respiración un tanto agitada.
Chaeyoung abre los ojos para mirarla y una pequeña sonrisa se dibuja al ver a Mina con los ojos todavía cerrados.
— ¡Ya estoy, ya estoy!— Haewon exclama llegando junto a ellas
Y lo siguiente que Chaeyoung sabe es que Mina se aparta y desaparece antes de tan siquiera poder despedirse.
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