Melodías del corazón || PJM

By CheilaAbreu_

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¡Sin editar! Mérida, una talentosa diseñadora, decidió viajar a Corea del Sur para encontrarse con su amiga... More

Prólogo
Cap. 0
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 5
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Epílogo
Extra
ANUNCIO

Cap. 11

24 15 0
By CheilaAbreu_

Estaba terminando mi batido de siempre en la cafetería cuando me topé con él otra vez, quería hablarle, saber qué tal estaba, pero no podía por dos razones: una; no podía porque no puedo interactuar con los artistas de la empresa, y dos; porque eso haría más grande mi sufrimiento del rechazo así que no había de otra más que solo observarlo de lejos. Él notó mi presencia, me miró unos segundos, sonrió algo forzado y salió del lugar.

- ¡Mérida!

- ¿Si, dígame?

- ¿Puedes subir al sexto piso y buscar el USB con las fotos que faltan por editar? Pregunta por Yujin Park, él te la dará, dile que yo te mandé.

Asentí y fui en busca de lo encargado. Nunca había subido más del quinto piso porque esa parte pertenecía a BTS, así que estaba algo nerviosa de encontrarme con alguno de ellos. Entré al ascensor y esperé unos minutos hasta llegar al piso, en cuanto se abrió noté que el lugar era muy espacioso y amplio, todo estaba reluciente y organizado, varias personas caminaban por el lugar haciendo su labor, a pasos rápidos caminé hasta el chico más cercano que tenía y le pregunté por Park. El chico se giró para mirarme, estaba terminando de guardar algunas cosas, en cuanto me miró, volví a preguntar y sonrió.

- Yo soy Park Yujin, mucho gusto. - extendió su mano saludándome. - ¿Tú eres?

- Ah, mucho gusto, soy Mérida.

- Mérida, nombre de extranjera como tu color de piel y rasgos faciales. - me miró con detalle. - ¿Qué necesitas, Mérida?

- La señorita Min Eun-yeong me pidió que le dijera que me entregara la memoria USB con las fotografías que faltan por editar.

- Ah, eso. Claro, déjame y la busco, espera aquí. - y desapareció por uno de los pasillos que había él el lugar.

Me quedé ahí de pie esperando al chico mientras observaba todo a mi alrededor, en una vía a lo lejos a Taehyung, al parecer me había notado porque agitó tímido su mano saludándome. Hice lo mismo con una sonrisa, un segundo después apareció el chico con el objeto.

- Aquí tienes. - dijo pasándome la memoria. - Dile a Eun-yeong que cuando quiera venir por algo, que no mande a alguien más y venga personalmente.

Solo asentí. No era de mi incumbencia saber por qué había mencionado eso así que salí corriendo del lugar. Luego de encontrarme con Eun-yeong en el pasillo, le entregué la memoria y le dije lo que el chico me pidió que le dijera, la chica se molestó y fue camino al ascensor tal vez para enfrentarlo. Seguí mi camino mientras sacaba el celular, en cuanto encendí la pantalla para ver la hora, noté que había un mensaje de Jimin. Le topé dos veces a la notificación para me llevara directamente a su chat.

En el chat de Jimin:
"Quiero hablar contigo."
"Sobre qué o qué?"
"Algo que me da curiosidad."
"Y... ¿No puedes escribirlo?"
"Sería mejor si te lo digo en persona, además quiero verte."

- Espera, ¡¿Qué?!

"Está bien, ¿dónde y cuándo?"
"Cuando llegues a la casa me avisas, llegaré unos minutos después."
"Está bien."
Fin de la conversación.

No entendía de qué exactamente quería hablar y no me había creído que me hubiera escrito lo de que también quería verme después de haberme mandado a la fregada de la manera más linda y discreta posible.

Luego de guardar el celular, continué con mi trabajo, aunque andaba algo distraída y pensativa por lo que me había escrito el rubio. Estaba sentada en una esquina del gran lugar de la cafetería tomando un batido mientras terminaba de editar unas fotografías para lo que sería el álbum los chicos cuando él se me acercó.

- ¿Necesitas algo? - pregunté en voz alta. - ¿Es que acaso se te olvida la regla? - terminé susurrando.

Miré a todas partes asegurándome de que no nos vieran juntos, el chico solo sonreía. Estaba apoyado de sus manos sobre la mesa de donde me encontraba sentada mientras me miraba, su carita de ángel, su pelo ondulado y su piel luminosa por la luz del lugar hacían que me distrajera de otras cosas.

- Vine a saber si estabas libre mañana, como es fin de semana y no trabajas los fines de semana me preguntaba... Si querías que saliéramos a cualquier lugar que quieras ir. ¿Qué haces?

Golpeé mi frente varías veces tratando de tener algo de la paciencia que no tenía y lo miré. - Te he dicho que no hagas este tipo de cosas, estás arriesgando mucho mi trabajo y no lo quiero perder. - le reclamé en voz baja. - ¿No podías haberme enviado un mensaje?

- Lo siento es que casi no uso el celular, además no te vi cuando llegamos del lugar, se supone que debías estarnos esperando para grabar nuestra experiencia y reacciones. - enderezó su cuerpo frente a mí y empezó a jugar con sus dedos como niño de trece. - Además debo confesar que ya me hacía falta hablar contigo, ver tu carita cuando estás molesta porque me gusta romper las reglas, hacerte sonreír como ahora.

Es cierto, estaba sonriendo como pendeja, pero es que es tan tierno y lindo que me dan ganas de mimarlo, pero a veces es tan terco que solo quiero ahorcarlo, pero luego recuerdo que es tan inocente algunas veces y se me va esa malicia.

- Había alguien más haciendo eso, ¿No lo viste?

- Sí, pero no eras tú.

Varias personas ya nos estaban empezando a mirar y a murmurar cosas que no podía escuchar bien o entender. Me puse algo nerviosa y miré al chico.

- Escucha, estoy libre mañana, vayamos a donde tú quieras, al final conoces Seúl mejor que yo. Ahora vete por favor porque ya nos están señalando y murmurando cosas.

- Está bien, al rato te escribo a qué hora paso por ti, guapa. - se veía muy alegre, estaba sonriendo, no le importaba nada. - Nos vemos más tarde, adiós.

- Sí, ya. Adiós. - dije entre risas, viendo cómo se alejaba y seguí con mi trabajo.

Miré disimuladamente a los que nos estaban viendo, aún seguían hablando entre ellos, eso hizo que me preocupara un poco.

Quiera Dios que no pierda mi trabajo por él.

Luego de un día largo de trabajo, recogí mis cosas como siempre para luego dejar mi hora de salida e ir a casa donde seguramente me estaría esperando mi mejor amiga con la cena ya preparada. Con una sonrisa en mi rostro y feliz porque ya me estaba imaginando lo que pudo haber hecho Jisoo, me subí al taxi y en menos de veinte minutos había llegado.

- ¡Buenas noches, querida amiga a la que tanto amo! - dije alegre mientras abría la puerta. Nadie respondió.

Entré a la casa cerrando la puerta detrás de mí, dejé la llave y la mochila en la sala y caminé por el pasillo hasta la puerta de su habitación con la ilusión de encontrarla ahí.

- ¡Jisoo! - Nada. Nadie respondió así que opté por abrir la puerta para ver si acaso estaba acostada pero no. No estaba en casa.

Fui a la cocina por un vaso con agua y me topé con una nota que decía: "Mérida, si encuentras esta nota (ya que eres muy despistada) eso quiere decir que no estoy en casa, salí con el chico nuevo que contrataron en el trabajo, es guapo y me invitó a salir así que acepté. Tendrás que hacerte algo tú misma. No sé a qué hora llegaré a casa así que no me esperes despierta. Te quiere, tu amiga Jisoo."

Sonreí por lo de la cita, pero me quejé porque no había dejado nada hecho y tenía que hacerlo por mí misma después de tanto tiempo. Fui a mi habitación a ponerme algo más cómodo, si iba a estar en esa cocina, no sería con una ropa que me de calor como lo que estaba usando ese momento. En el trabajo había aire acondicionado así que por eso siempre iba con ropa holgada que cubre todo el cuerpo, sin embargo, en la casa solo había aire acondicionado en las habitaciones así que no estaría en la cocina con una ropa así.

Luego de haber salido de la habitación con algo más cómodo, fui hasta la cocina donde me lavé las manos, busqué algo rápido de cocinar en el celular y puse mano a la obra. Siempre había sido muy quisquillosa con la comida, era muy selectiva con las cosas y mi madre siempre me regañaba por eso diciendo que tenía que aprender a comer todo lo que se pudiera comer, pero se me ha hecho hasta el día de hoy muy difícil comer todo lo que se deba.

Miré a través de la ventana que había sobre el fregadero, el cielo estaba nublado, parecía que iba a llover. Fui por el libro que había dejado afuera ayer en la tarde y volví a la casa corriendo ya que había empezado a llover.

- Por poco y te pierdo. - le dije al libro. - Tienes que recordarme que no te deje afuera otra vez. - rodé los ojos luego de colocarlo sobre el estante. - Ay, ¿A quién engaño? Estoy sola, hablando con un libro en medio de una noche lluviosa. Podré algo de música.

Regresé a la cocina por mi celular cuando escuché el timbre de la puerta sonar, lo encontré extraño, Jisoo había dicho en su nota que no llegaría temprano así que no podría ser ella. El timbre volvió a repicar hasta la cocina con insistencia así que con algo de nervios me acerqué a la puerta y miré por el ojito pegado a la puerta, era Jimin.

— ¿Mérida, estás ahí?
— ¡Ay no, es Jimin! - dije pegada de espaldas a la puerta. - Pero ¡¿Qué hace aquí?!

Ahí recordé su mensaje.

— ¡Mérida! Abre, por favor está lloviendo mucho y me estoy mojando.

Tragué en seco, tomé la perilla de la puerta y la giré para abrirla, en cuanto la puerta se abrió me encontré con un pollito mojado. Lo miré en silencio, él se quedó observándome.

— ¿Me dejaras pasar?

— Cl-claro, adelante, pasa. - me hice a un lado dejándolo entrar y luego cerré la puerta.
Caminé detrás de él, el chico estaba empapado de agua en medio de la sala. Se detuvo en una esquina para no mojar la alfombra que había en medio de los muebles del lugar y me sonrió encogiéndose de hombros.

— Claro, espera aquí.
Lo miré sorprendida, estaba nerviosa.
Y salí corriendo en busca de una toalla para que se secara, el chico todo obediente hizo lo que le pedí. Cuando regresé lo encontré ahí de pie esperando por la toalla, rápidamente se la pasé y este empezó a secar su cabello.

— Está lloviendo mucho afuera.

— Sí, eso veo. - dije de pie frente a él.

— Sí, y tú ¿qué tal estás?

— Bueno, ahora mismos... Mojado. — los dos reímos.

— Si, es cierto. Pareces un pollito así todo empapado.

— ¿Se me nota mucho? — asentí sonriendo. — ¿Por qué decidiste venir? ¿No viste cómo estaba el clima, el cielo?

— Si, pero no pensé que llovería tanto.

— Igual debiste no venir hasta aquí así.

— Si quieres me puedo ir.

— ¿Lloviendo? No, te podrías enfermar. - mis piernas ya estaban pidiendo que me sentara y supongo que él también quería sentarse. - Ya estás seco, ya puedes sentarte.

— Gracias.
Y se sentó.

— Estaba haciendo algo para cenar cuando llegaste.

— Ah, ¿sí? - asentí tímida. - Y... ¿Qué estabas haciendo?

— Unas tortillas de huevo con vegetales y queso, ¿Quieres?
Él miró a los lados, pensando.

— Hmm... Suena y huele bien, si quiero.

— Bien, entonces... Iré por ellas. — dije señalando hacia la cocina y caminé hacia está a pasos rápidos.

— ¡Ay no, Jimin está aquí Dios! - dije con la respiración agitada mientras me sostenía del fregadero. — ¡¡Y se ve tan sexy mojado!! Me dan ganas de besarlo.

— ¿Besar a quién?

«¿¡Khe-!?»

Mi corazón al igual que todo mi cuerpo se detuvo, mis ojos asustados y nerviosos como mis piernas no podían moverse, sentía que no podía respirar luego de escucharlo detrás de mí. En un movimiento rápido giré para encontrarme con él, el chico estaba de pie frente a mí con una sonrisa esperando una respuesta. Mis manos aún seguían apoyadas en la orilla de la maceta de la cocina, sonreí tratando de estar calmada.

— Nada, solo yo diciendo cosas sin sentido. Nada importante. — reí nerviosa tratando de estar tranquila, pero teniéndolo tan cerca no podía. Mi corazón latía rápido y mis manos comenzaban a sudar. — ¿Quieres que te dé algo para beber? Agua tal vez, jugo...

Jimin soltó una leve risa y camino alrededor de la cocina. — Quiero agua, por favor.

Despacio me acerqué a la nevera y saqué un vaso. — ¿Cómo la quieres: oxigenada, ¿del grifo?

— Oxigenada, por favor.
Y le pasé una de las botellas que tenía Jisoo con agua oxigenada.

— Aquí tienes. — extendí mi brazo con la botella en la mano pasándoles agua, pero el rubio me tomó del brazo aun con el agua en mano acercándome a él.

— ¿Ya podemos hablar?

Mis ojos se encontraban perdidos en los suyos, mi corazón acelerado en cualquier momento delataría lo nerviosa que estaba al tenerlo tan cerca de mí, era todo perfecto, el clima, la hora, la música de fondo, nosotros dos...

— Cierto, dijiste que querías que habláramos, lo que no me dijiste es de qué teníamos que hablar. — dije tratando de alejarme.

— Ven aquí. — me abrazó. Su mano, que sostenía mi brazo me halo hasta él, pegándome a su cuerpo para abrazarme. — No me habías abrazado cuando llegué. ¿Estás bien? — preguntó cerca de mi oído.

Si supieras cómo estoy en estos momentos...

Mis manos aún no habían tocado su espalda para corresponderle al gesto, estaba paralizada, sorprendida por la emoción y los nervios que sentía en ese instante. Era extraño que él hiciera eso, era tan educado y respetuoso que siempre pregunta antes de actuar, pero esta vez simplemente lo hizo sin nada que decir al respecto.

Me separé de él luego de unos segundos y lo miré. — Pues... Estoy bien, gracias por preguntar, perdona mi pregunta, pero ¿Por qué hiciste eso?

— Es que como tenías la costumbre de abrazar al saludar a alguien y no lo hiciste cuando nos viste la vez que llegamos, me había acostumbrado a eso así que lo extrañé. — su sonrisa de labios cerrados me hipnotizaba, sus labios esponjosos y suaves me llamaban en silencio.

Volví mi mirada a sus ojos, no quería que se diera cuenta de las ganas que le traía, él solo sonreía, quería besarlo, pero no podía.

— Entiendo, no lo hice porque había llegado algo cansada y no quería molestar. — comenté alejándome despacio.

— Pero ¿Por qué te alejas? — preguntó volviendo a acercarme a él. — No te voy a morder, solo quiero hablar.

Dios, ¿cómo aceptó que él no siente nada más que amistad por mí?

Me estaba mordiendo por dentro del deseo, cada que me halaba hacia él, quería pegarlo más a mí y terminar besándolo, pero no podía, no tenía derecho a hacerlo y era lo que me dolía.

— Hablemos entonces, — traté de llevarlo a la sala para que allí estuviéramos mejor. — Vayamos a la sala.

— Pero ¿Qué tiene aquí? Yo quiero que lo hagamos aquí. — se quejó aún con mi brazo agarrado.

Lo miré sorprendida por lo que había dicho, él me miró algo confundido luego sonrió.

— No pienses mal, solo quise decir que podríamos hablar aquí sin ningún problema.

Rodé los ojos rindiéndome ante sus palabras. — Está bien, ¿Qué es lo que me quieres decir que no pudiste hacerlo por chat?

El chico soltó mi brazo y miró hacia algún punto de la cocina, luego me miró.

— Sobre eso, quería saber si... Te gusta el trabajo allá en Hybe.

Algo me hizo dudar de si era realmente eso lo que quería decirme, pero igual le respondí.

— Pues sí, hago lo que me gusta y me pagan bien, no tendría por qué quejarme. — le contesté encogiéndome de hombros.

Él asintió. — Bien, eso es bueno, me alegra que te guste trabajar allá, pero me entristece que no sea con nosotros los chicos sino con txt.

El recuerdo de Kai sosteniéndome de la cintura para evitar que cayera pasó por mi mente.

Por eso quería realmente hablar, por lo de hace unas horas con Kai, pero... ¿Por qué se sentiría mal por eso?

— Y, ¿Qué tiene que trabaje con ellos? Si me pusieron con ellos es porque ya ustedes tienen suficiente personal. — caminé hacia atrás hasta llegar a la meseta de la cocina donde apoyé mis codos mientras lo miraba.

— No es eso es solo que así nos viéramos más a menudo.

— Pero nos vemos más a menudo, trabajamos en el mismo edificio.

— Pero no en el mismo piso.

Jimin frunció un poco el ceño, éste intentaba querer decirme algo, pero no podía, sus palabras me confundían cada que intentaba hablar. Entonces se acercó a mí una vez más.

— ¿Tú y Kai tienen algo?

Khe-

— ¿Qué? — mis ojos se abrieron como platos en reacción por su pregunta. — ¿A qué viene todo esto, a qué quieres llegar?

— Solo quiero saber si ustedes dos están saliendo o tienen algo. — el rubio me miró con inseguridad, lo pude notar en sus ojos.

— Jimin, ¿Por qué quieres saber sobre esas cosas? ¿Por qué quieres saber si estoy o no con Kai? — pregunté con curiosidad.

Sus ojos parecían querer decirme algo, pero no entendía qué. Él me miró en silencio, luego desvió la mirada y empezó a caminar por toda la cocina.

— Escucha, no sé cómo decir esto. Nunca pensé que sucedería algo así en tan poco tiempo porque nunca me había sucedido con alguien más.

— Por favor, ve al punto, me estás poniendo algo nerviosa.

Jimin se detuvo e imitó mi posición en la otra esquina de la meseta de la cocina. — El caso es que... Con cada día que pasa empiezo a extrañar tus abrazos, no dejo de ver tus fotos y me siento cómodo contigo cada que salíamos, pero luego del tour te distanciaste, ya casi no me escribes, no nos vemos y ya no quieres salir a seguir conociendo la ciudad conmigo. — el chico miraba al piso como si este le ayudara en algo o como si verme a los ojos fuera un delito.

En realidad, no creía lo que estaba escuchando, lo que él me estaba confesando. ¿Acaso es que siente lo mismo que yo por él? No, no puede ser verdad, el me rechazó, no puedo gustarle.

— Espera, ¿Qué quieres decir con todo esto? No entiendo.

Algo frustrado me miró. — ¿Recuerdas cuando casi caes y Kai te sostuvo de la cintura para que no sucediera?

Asentí. — Sí, ¿Qué hay con eso?

— Cuando vi que hizo eso, sentí algo extraño en mi pecho, me había molestado por la forma en la que te miraba mientras te tenía de la cintura, sentí... Sentí celos.

Quería no tener que llegar a la conclusión de que todo lo que estaba pensando era cierto, de que le gustara a Jimin.

Pasé una de mis manos por mi cuello calmando todos mis pensamientos desde esa zona. — Puede que hayas sentido eso porque somos amigos, es normal sentir celos entre amigos, los has tenido con los chicos al igual que yo con mis amigas.

— No, no creo que sea eso. — jimin se acercó a mí, apoyo sus manos al lado de las mías sobre la meseta y luego de estar lo suficientemente cerca mirándome a los ojos habló. — Me gustas, Mérida.

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