Melodías del corazón || PJM

By CheilaAbreu_

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¡Sin corregir! Mérida, una talentosa diseñadora, decidió viajar a Corea del Sur para encontrarse con su amig... More

Prólogo
Cap. 1
Cap. 2
Cap. 3
Cap. 4
Cap. 6
Cap. 7
Cap. 8
Cap. 9
Cap. 10
Cap. 11
Cap. 12
Cap. 13
Cap. 14
Cap. 15
Cap. 16
Cap. 17
Cap. 18
Cap. 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Epílogo
Extra
🌸 ANUNCIO 🌸

Cap. 5

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By CheilaAbreu_

Miré a Jisoo con una expresión de perrito mientras le suplicaba que me diera la oportunidad conseguir algún trabajo que me ayudara a ganar dinero para pagarle por todo lo que había hecho hasta el día de hoy.

Ella rodó los ojos aburrida luego de resoplar cansada de mis súplicas, pasó una de sus manos por su rostro y nuevamente me miró.

- Está bien, veré si puedo ayudarte a conseguir un trabajo.

- ¡Sí! - mis brazos se alzaron sorpresivamente por la emoción que sentí. Me levanté de la silla frente al comedor y me acerqué a la chica que me acompañaba. - ¡Gracias, gracias, gracias!

Repetía una y otra vez sin parar, no podía dejar de sonreír, mientras que la chica a la que abrazaba parecía sentirse aburrida y con poca paciencia. En cuanto vi su expresión, rápidamente me separé de ella y reí leve, volví a mi asiento y terminé mi desayuno.

Eran las ocho treinta, Jisoo y yo estábamos en la entrada de la casa despidiéndonos. En cuanto la vi desaparecer en su auto, cerré la puerta y me dirigí a la recámara donde me bañé, cepillé los dientes y vestí con algo cómodo.

Salí al patio a leer un poco, eran las nueve veinte así que no tenía aún ganas de escuchar música, miré mi celular unos minutos después para ver si había llegado algún mensaje de alguno de los chicos, pero no.

Nueve treinta, aburrida. Leer me había aburrido, me gusta leer, pero no soy de las personas que suelen hacerlo durante media hora o más, si el libro no llamaba mucho mi atención, me aburría rápidamente.

Fui a la cocina por un plato de frutas con miel y cuando regresé al patio mi celular estaba en la orilla de la pequeña mesa, al parecer se había movido un poco por la vibración de algún mensaje o llamada. Lo sostuve en mi mano libre ya que en la otra aún sostenía la taza con las frutas, fui directamente a Kakaotalk ya que de Instagram y WhatsApp no había llegado nada, en cuanto entré al grupo noté que los chicos habían enviado algunos mensajes de texto donde daban los buenos días, sonreí a la pantalla y luego de sentarme y poner el plato sobre la mesa respondí con un: "espero que cada uno tenga un bonito día hoy".

Unos segundos se hicieron esperar y ya habían respondido con un: "gracias, igual para ti", de su parte. Volví a sonreír a la pantalla, estaba feliz, ¿Quién diría que estaría escribiéndole a los chicos de Bangtan? Solo en mis sueños pasaba, ya no, esos sueños se habían hecho realidad.

Como vi que no siguieron escribiendo y me había aburrido de leer decidí ir a dormir un rato más. Las horas pasaron como agua en un río con corriente, solo había cerrado los ojos y unos minutos después mi alarma había sonado indicando que ya eran las doce con quince del medio día.

Me levanté para prepararme algo de comer, mientras escuchaba música a través de mis auriculares comía una que otra fresa de una pequeña taza que me había preparado antes de haber empezado a cocinar.

Jisoo me matará por comerme todas las fresas.

Terminaba de servir la comida cuando escuché el timbre de la puerta sonar, fruncí el ceño, extraña.

- ¿Jisoo no me había dicho que almorzaría en la oficina? - me asusté un poco por lo que pudiera estar afuera de la casa, aun así, me acerqué a la puerta con una de las últimas fresas en mi mano. - ¿Quién es? - pregunté curiosa.

- He... Soy yo, Namjoon. ¿Puedo pasar?

Mis ojos casi salen de sus cuencas cuando escuché la voz de la persona detrás de la puerta hablar. - ¡¿Namjoon?! ¡¿Namjoon e-está aquí?! - miré a todos lados en busca de algo, pero, Qué buscaba? Luego me miré. - ¡Ay no, estoy en ropa de cama todavía! ¿Qué hago?

- Hola! ¿Mérida? - volvió a hablar. - Jisoo me pidió que pasara a ver si estabas bien, como estás sola... Pensó que sería bueno que alguien te vigilara.

- ¿Me vigilara? Pero yo no necesito que me vigilen, ¿¡no iré a ninguna parte!?

- Abrirás o...

- Hola. - die con una sonrisa un tanto incómoda en mi rostro.

Había abierto la puerta, no quería que pensara que algo malo sucedía. Estaba tiesa frente a él, incliné un poco la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Él ya me estaba mirando.

- ¿Hola? - de pie frente a mí y con una expresión de confusión me miró. - ¿Te sucede algo?

- ¡¿No, ¡¿cómo crees?!

Sus ojos me miraron con curiosidad, pero él no indagó más sobre el tema.

- Bien. He... ¿Puedo pasar?

- ¡Cierto! Sí, adelante. - me moví a la derecha para permitirle la entrada a la casa, cerré la puerta detrás de él y lo seguí. - Y... ¿Para qué habías dicho que habías venido?

- Jisoo, me pidió que pasara a la hora del almuerzo a ver si todo estaba bien y como tengo unos minutos libres... Le dije que sí. - él se giró sobre su propio eje para mirarme con una sonrisa en su carita.

- Entiendo.

¡¿Sé que me quieres, pero tanto así!? ¡Jisoo!

- oh. - Namjoon me miró con los ojos ampliamente abiertos. Se notaba algo incómodo.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? - lo miré confundida, no sabía qué pasaba o a qué se refería con el "oh" que había dejado salir de su boca.

- Este... ¿Te acabas de despertar?

¡Cierto, el pijama! ¡Nooo!

Lentamente deslicé mi mirada por todo mi cuerpo y me acordé de que estaba en ropa de dormir frente al líder de la banda más famosa de Corea del Sur. ¡Ay no, Dios, ¡ayúdame!

- Este... Me levanté hace unos minutos, estaba haciendo algo para comer, no pensé que vendrías por eso no me la quité. - me sentí apenada, no pude mirarlo a los ojos y no sabía qué hacer.

- Entiendo. Perdón por no haber avisado, pero pensé que Jisoo te lo había dicho. - Él se volteó para no tener que verme en ese estado.

- Será mejor que me vaya a cambiar de ropa. - comenté señalando el pasillo. - Espérame unos minutos, ya vengo.

Y salí corriendo. En un segundo ya estaba dentro de mi habitación con el corazón acelerado pegada a la puerta toda alterada. ¡¿No puede ser, esto no me puede estar pasando?!

- Me siento un poco apenada de que me hayas visto así. - lo miré con la cabeza algo agachada. - Sé cómo son ustedes de estrictos con todo así que por eso me siento así.

- No te preocupes, hemos estado evolucionando junto con la tecnología y todo eso, y pues ya casi no le préstamos mucha atención a las cosas y acciones de los extranjeros que vienen a Corea del Sur. - me miró con una sonrisa de labios cerrados y prosiguió. - Además, es a los mayores que les altera cualquier cosa que no pertenece a nuestra cultura o nación, pero también están aprendiendo a aceptarlo, al paso, pero lo hacen.

- Comprendo.

Namjoon y yo estábamos teniendo una bonita charla de amigos mientras almorzábamos juntos, reíamos y hablábamos de cualquier tema con la seguridad y confianza que nunca había llegado a pensar que tendría con él. El tenerlo frente a frente me hizo dar cuenta de lo atractivo que es, era muy alto y musculoso, su cabello negro y lacio llegaba a sus orejas, su piel bronceada pero clara se notaba tan hidratada y bien cuidada y no olvidemos su sonrisa, ¡Oh, Dios! Hermosa, su dentadura reluciente y sus ojos, sus ojos transmitían seguridad y misterio, definitivamente era mi tipo ideal.

- Bueno, fue agradable almorzar y conversar contigo. - el chico alto, después de mirar su reloj se levantó. - Pero ahora tengo que volver con los chicos. Seguro tienen que estar preguntándose dónde estoy.

- Es muy probable. Ustedes siempre están al pendiente del otro, eso es lindo. - sonreí mientras movía los platos al fregadero. Éste me ayudó a lavarlos, solo eran cuatro losas y dos vasos.

Lo acompañé hasta la puerta, la abrí para él y me sonrió.

- La comida estaba deliciosa, gracias por eso.

- Siempre que quieras comer algo al estilo latino, solo llámame. - reímos al mismo tiempo luego de mi frase algo pendeja.

- Bueno, hasta pronto, Mérida.

- Adiós, querido Namjoon.

Cuando se estaba alejando, volteo para sonreír una vez más y despedirse agitando una de sus manos en el aire. Sonreí como pendeja, pero estaba bien porque en ese momento estaba...

- ¡Feliz! ¡Jisoo es lo mejor que me pudo haber pasado! - empecé a saltar y gritar como loca por toda la casa. Me sentía tan feliz de que todo lo que siempre había querido se hiciera realidad.

Pero mi felicidad la detuvieron los vecinos que se fueron a quejar por el ruido. Lo siento.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

- ¡Agh!, esto es tan...

Se preguntarán ¿qué estabas haciendo?, pues estaba tratando de arreglar mi cabello con una plancha de pelo que me había traído, el problema es que nunca aprendí a peinarme por mí misma, por eso siempre estoy con el pelo alborotado. Casi me quemo todos los dedos y la cabeza intentando verme bien, pero es imposible que llegué a manejar esto por mi propia cuenta.

Algo hizo que me detuviera, (gracias a Dios) mi celular, había vibrado varias veces, apagué el objeto electrónico colocándolo sobre el escritorio. Cogí el celular y me senté sobre la cama luego de contestar la llamada.

Me había llamado para saber si todo estaba bien y saber si Namjoon había venido como le acordó a ella, le aseguré que sí lo había hecho y que tenía que haberme avisado con tiempo para que no me encontrara en ropa de cama, ella se echó a reír a través del celular como si fuera algo divertido, ignoré su risa, le pregunté si regresaría tarde, y me contestó que era muy probable pero que igual le guardara algo de cena. Luego de esa charla, me dijo que colgaría ya que tenía que seguir trabajando...

- Está bien, ten cuidado cuando vengas, ¿Okay? Cuídate. Bye. - y colgué la llamada.

- ¡Claro, por supuesto! Estoy libre después de la cinco, a esa hora salgo del trabajo. Solo mándame la dirección de la casa y llegó cuando salga de la empresa, ¿Bien?

Había aceptado. La verdad es que pensé que no lo haría porque es artista y supongo tiene que estar ocupado la mayor parte de su tiempo, pero igual rogué porque estuviera disponible, no quería estar sola un rato más en esta casa grande.

Antes solía vivir con mi familia, luego, cuando cumplí los dieciocho quería mudarme con mis amigas, pero eso nunca se dio. Aún no habíamos conseguido un buen trabajo y yo estaba ahorrando para este viaje desde antes de conseguir mi primer empleo. Por un tiempo me empecé a sentir triste, mis amigas y yo que éramos tan unidas en la primaria y secundaria y de la nada nos empezamos con el tiempo a separar físicamente, luego ya no había muchos mensajes en el chat y eso me hizo pensar en muchas cosas. Cuando cada uno se graduó de secundaria, decidió hacer su vida porque así tiene que ser, cada una cogió y marcó el rumbo a seguir después de esa etapa de adolescencia, cada una empezó la universidad, consiguió trabajo y con todo eso ya no hubo tiempo para salir juntas o divertirnos como antes. Ya éramos jóvenes adultos en busca de una mejor vida, eso no era lo que habíamos elegido, pero era lo que nos tocaba hacer.

Mientras esperaba que el tiempo pasara, entré a mi recámara por una ducha y una mejor vestimenta. Como solía tardar siempre una hora en el baño puse una alarma que me recordara a qué hora debía salir.

Media hora pasó exactamente, la alarma sonó a las cuatro treinta y cinco así que salí del baño. Rápidamente abrí el armario sacando de éste una ropa cómoda junto a unas sandalias y así poder vestirme. Peiné mi cabello lo mejor que pude luego de ponerme la ropa, cogí mis auriculares junto a mi celular y mi libro favorito que había leído más de tres veces en un mes y luego de buscar un vaso con agua me dirigí al patio trasero de la casa.

Estaba muy concentrada en mi libro, por más que lo leyera no me cansaría de hacerlo, me olvidé de todo por un segundo que hasta me había olvidado de que Jimin vendría a la casa. Estando sentada en la silla bajo el árbol, el viento acariciaba mi cabello y rostro, el clima calmado y los pajaritos que pasaban cantando era lo mejor que podía perdí en ese momento hasta que escuché algo.

Con el ceño fruncido detuve mi lectura y miré hacia los lados en busca del sonido mientras que éste una vez más se hizo presente. Me dí cuenta de que era el timbre unos segundos después, me levanté despacio, dejé todo sobre la mesa y salí por la cocina a ver de quién se trataba. Una vez en la sala me detuve frente a la puerta de madera y pregunté;

- ¿Quién es?

Me llevé una gran sorpresa cuando supe de quién se trataba, de quien estaba detrás de la puerta de la casa.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

- Es porque el chico te gusta, te trae loca. - Jisoo, quien estaba cenando conmigo en la sala mientras veíamos la televisión, me comentó. - Sé cuando alguien se enamora, y tú, mi chiquita hermosa, lo estás.

- Bueno, no te voy a negar que me trae babeando por él desde que supe de la existencia de BTS y eso que no es mi bias, pero... ¿En serio puede alguien enamorarse tan pronto?

Ella asintió. - ¿Qué tiene de malo que te enamores? Además, sabes muy bien que no estás enamorada de él desde ahora, llevas dos años en eso. No es reciente.

Eran las diez de la noche y las dos estábamos sentadas en el mueble de la sala comiendo ramyeon mientras veíamos un K-drama. Jisoo había llegado dos horas después de Jimin irse, le conté todo lo que había pasado y lo que había hecho tanto con Namjoon como con el chico y luego de eso no se detuvo diciendo que el chico me trae loca de amor por él, que me atreviera a decírselo, pero...

- ¡¿Acaso perdiste la memoria?! ¡No puedo hacer eso, no todavía! - la miré aterrada, mis ojos se querían salir de sus cuencas. - Apenas me está hablando, no puedo ir un día y decirle: "oye, ¿Sabes qué? Me traes como pendeja enamorada de ti ¿Te interesa ser mi novio?"

- Eso no suena tan loco.

- ¡No! ¡No puedo hacer esa atrocidad! Me muero de la vergüenza de solo pensarlo. - quería arrancarme los pelos de la cabeza, ¡¿Cómo se le ocurre tal locura?!

Recuerda que tu querida amiga a igual que tú tienen poco juicio.

Cierto se me olvidaba.

- No es una locura, solo estás siendo directa con él, ¿Qué tiene de malo?

La miré seria. - ¿Sabes? Eres la primera persona coreana que me dice ese tipo de locuras.

- Y no todos son así.

- Y ese es el punto. - le afirmé. - Pero igual, no puedo hacer eso, primero tenemos que darnos tiempo suficiente para conocernos mejor, saber bien el uno del otro y así...

- Para ese entonces ya hubiera estado casada. - se levantó del mueble y se dirigió a la cocina con los platos en manos, pero antes. - Escucha, cuando salgan a conocer la ciudad, aprovechen el tiempo para "conocerse mejor", hablen de lo que les gusta, de lo que no les agrada, de sus defectos y virtudes, de sus sueños y metas y luego de dos a tres meses le pides que sea tu novio, es sencillo.

- A todo le buscas la vuelta. - le dije un toque de sarcasmo.

Ella me sonrió guiñando uno de sus ojos y siguió su camino.

-------- ≪ °✾° ≫ --------

- Pensé por un momento que se iba a caer.

- Jajaja, tienes que comerlos rápido sino se derretirá.

Hace mucho calor. Habían pasado dos semanas desde que Jimin me había visitado a la casa, él y yo estábamos recorriendo el río Han ya que eso fue lo primero que le pedí que visitáramos cuando saliéramos. Eran las tres de la tarde del sábado del mes de abril, teníamos en las manos un helado casi hecho agua por el calor inmenso que hacía.

En éstas dos semanas, Jimin y yo hemos estado escribiéndonos y haciéndonos videollamadas cada que él podía o tenía tiempo libre. Los chicos y yo ya teníamos un poco más de confianza, todo iba bien, lo único que me faltaba era conseguir el trabajo. Jisoo me dijo que aún no había nada en lo que yo pudiera colaborar o trabajar, pero que no me desesperara y eso hago.

- No pensé que las flores de cerezo se verían aún más hermosas en persona, solo las llegué a ver en fotos y animes.

- Así es, son muy hermosos los árboles de cerezo.  - me miró unos segundos. Yo lo sentí como minutos, siento que el tiempo se detiene cada que me mira y sonríe. Quiero que sea así siempre. - Por eso quise traerte a verlos antes de que terminara la temporada de su florecimiento.

- ¡¿En serio?! Muchas gracias por hacerlo. De verdad que son muy bonitos. - él me miró con detalle, sus ojitos se hicieron aún más chiquitos al escuchar lo que decía. Sonreí. - Eres tan lindo cuando sonríes, la manera en la que tus ojos se cierran cuando lo haces, es tierno.

El chico se puso tímido ante mis palabras.

- No tienes que decir nada, solo quise decírtelo. Siempre quise hacerlo, tengo un montón de cosas bonitas que decirte, que si empiezo a decirlo creo que te pondrías muy rojo de solo escucharlas.

- Espero poder escucharlas todas entonces, quiero ver mi reacción ante ellas.

Los dos reímos. - Lo siento, a veces suelo ser muy... ¿Romántica se podría decir? Como sea, solo quería que lo supieras.

Jimin cubrió su rostro con sus manos, tímido y todo sonrojado. Sonreí inocente al verlo así, me llenaba aún más de felicidad verlo de esa manera, era como estar en un sueño del cual no quería despertar.

- Lo siento, de verdad no quería que te sintieras apenado. - reí algo avergonzada. - De verdad que no fue mi intención, yo solo...

- Jeje, no te preocupes estoy bien. - volvió a enderezarse sobre el banco donde estábamos sentados.

- ¿Seguro? - tomé sus manos un segundo. En ese segundo me miró sorpresivo, los dos nos miramos directamente a los ojos, el tiempo volvió a detenerse ante nosotros. - Ah, lo-lo siento. - Lo solté con cuidado.

- Jejeje, ¿Siempre sueles disculparte por cada cosa que haces? - su cabeza se inclinó un poco a la derecha, me miró con curiosidad mientras sonreía.

- ¿Se nota mucho? - él volvió a reír, volteó hacia otro lado buscado algo con la mirada, se quedó en silencio unos segundos y luego volvió hacia mí.

Su rostro resplandecía ante la luz del sol y el color de las flores de cerezo, su ropa hacia juego con ellas, estaba perdida en su belleza. ¿Cómo una persona podía tener tal belleza? ¿Acaso había sido bendecido por los dioses? Su carita, sonrisa, ojos, cabellera y cuerpo hacían que mi mirada solo estuviera sobre él.

- ¿Quieres caminar un poco?

Asentí. El rubio, sin dudarlo me tomó de las manos y luego de ponernos de pie, fuimos a caminar. Los pétalos de las flores de cerezo caían con la suave brisa del día, había personas a nuestro alrededor tomadas de las manos, besándose sin miedo, tomándose fotos, sonriendo alegremente, siendo felices y así me sentía yo. Aunque no fuera su pareja, me sentía feliz de tenerlo a mi lado, de hablar con él, de verlo sonriendo, de verlo feliz. Eso ya era más que gratificante para mí.

- Mérida.

- ¿Sí?

- Cuéntame más sobre tu vida.

- ¿Sobre mi vida? - miré al frente algo confusa y pasé a verlo una vez más.

El chico asintió. - Quiero saber, cuáles son tus metas, sueños y anhelos, qué es lo que te motiva a seguir luchando por lo que deseas... Me interesa mucho saber qué tan soñadora eres, y así también podré conocerte mejor.

Conocerme mejor. Ni yo misma me conocía bien, aún estaba en ese proceso, ¿Qué podría yo decirle a él? Él estaba tan interesado en saber sobre mí como yo sobre él, pero no pensé que me haría esa clase de preguntas. ¿Qué es lo que me motiva a seguir luchando?

Introduje mis manos en los bolsillos de mi pantalón negro y mientras caminaba junto a él, veía mis pies. - Bueno, sobre eso, no sabría bien qué decirte, aunque son preguntas sencillas y fáciles de contestar. Lo que sí te puedo decir es que... Sueño con poder ser alguien increíble para mi familia, mi meta es poder realizar las cosas que me propongo, mi sueño, poder hacer feliz a mi madre, y que me diga lo orgullosa que está de mi esfuerzo y dedicación. Ella es mi motor, y ustedes, BTS, son mi motivación. Son los que me dan esa energía y ánimo que necesito para continuar, para seguir luchando por eso que quiero, son mi ejemplo a seguir.

- Comprendo. - el rubio me imitó, miró sus pies mientras caminábamos y prosiguió hablando. - ¿Sabes? Es gratificante ver cómo ayudamos a los demás con nuestra música, quisiera poder hacer más, quiero a mis fans, y quiero que ellos sean felices siempre, que no se rindan o den por vencidos, todos sabemos que el camino hacia un sueño no es fácil, todos hemos tropezado muchas veces, otros más y así, pero el que tropiecen una y otra vez, no significa que se tengan que dar por vencidos, al contrario, quiero que eso los motive más a seguir, quiero que no se rindan y entiendan que la vida se trata de eso, de darnos lecciones para así poder saber si somos merecedor de lo que tanto anhelamos tener.

¡Qué hermosas palabras!

- Wow, sí que eres increíble. Eres tan sabio y puro, me dan ganas de querer besarte y abrazarte fuerte.

Mérida, ¡¿Qué acabas de hacer?!

Jimin me miró algo confundido, aunque su sonrisa nunca desapareció. Abrí enorme los ojos en cuanto me dí cuenta de lo que había dicho y cubrí mi boca.

Jimin me miró. - No te preocupes tanto por cosas tan simples. Entiendo que seas así, no puedo hacer que cambies como eres.

- Pero ¿me perdonas? - les juro que parecía cachorro arrepentido en ese momento. El chico con una sonrisa cálida asintió. - Te prometo que no lo volveré a hacer.

- No digas eso.

- Es en serio, no lo haré más.

- Hmm... Bueno, si así lo quieres, está bien.

Caminamos durante un largo tiempo, no hablamos más después de eso, sol hubo silencio entre los dos, pero ese silencio no era incómodo, al contrario, se sentía bien caminar a su lado así. En fin, caminamos hasta el KLI 63 Building y algo nos hizo detenernos a unos metros de éste.

- Wow, que... Enorme edificio. - exclamé inclinando mi cabeza hacia atrás para mirar hasta arriba.

Jimin hizo lo mismo y me miró de reojo con una sonrisa en su rostro.

- ¿Eso crees?

Mis ojos dejaron de observar el edificio para mirarlo a él. - Solo mirarlo, de solo verlo, me dan mareos.

- ¿Le tienes miedo a las alturas?

- No. Bueno, un poco, pero no tanto, dependiendo la altura en la que esté. - vacile titubeante. - Y ya no sé lo que digo.

- Tranquila, te entiendo. - dijo colocando una de sus manos sobre mi hombro. - ¿Sabes andar en bicicleta?

Me paré frente a él, algo apenada miré a otro lado jugando con mis dedos. - Pues... No. - mis ojos se posaron ante los suyos y volvió a sonreír.

- Entiendo, pensé que sabías. - el rubio con sus manos dentro de sus bolsillos, comentó.

Me sentí mal por no saber usar una bicicleta, tenía tantas ganas de montar junto a él una, pero no podía.

Me entristecí agachando la cabeza, - Lamento que no podamos montar una. - confesé triste. - Digo, tú si puedes usar una porque sabes andar en ella, pero yo...

- No te preocupes por eso, ya aprenderás a andar en una. Mérida... - levanté la mirada topándome con la suya y una sonrisa cálida en su rostro. - Yo te voy a enseñar.

Definitivamente era un ángel, un ser de otro planeta, tenía un corazón tan grande y bueno que daban ganas de llorar de felicidad.

- ¡¿En serio?! - tartamudeé con los ojos cristalizados. Él asintió.

- Así es, no es difícil andar en bici. - me extendió su mano sin dejar de mirar mis ojos. - Ven, te mostraré que aprenderás de una vez.

Lo tomé de la mano sin dudarlo y caminamos alrededor del Parque Hangang en busca de dos bicicletas que alquilar. Nos detuvimos en uno de los puestos y él decidió alquilar dos bicicletas tándem, le dije que eran muy caras, pero no hizo caso diciéndome que no tenía de que preocuparme e igual las tomó.

- Bien, tienes que hacer lo que yo, ¿Okey?

Asentí nerviosa. - Está bien.

- Bien, primero tienes que saber que no puedes mirar las ruedas o pedales de la bicicleta, solo mirar hacia el frente.

- Okey, hacia el frente.

- Bien, una vez que sepas eso se te hará más fácil y sencillo aprender, y más rápido también. - volví a asentir. - Ahora, nos pondremos sobre el asiento y colocaremos los pies sobre los pedales, así.

Intenté hacer lo que me indicó, pero en cuanto lo hice empecé a tambalear sobre ésta.

- ¡No podré hacerlo! - reclamé frustrada.

Él me miró calmado. - No digas eso, apenas estás empezando, es normal que tambalees. Verás que lograrás hacerlo, solo piensa más positivo, ¿bien?

Lo miré dudosa. - Está bien. - me volví a sentar sobre el sillón e intenté una vez más colocar los pies sobre los pedales. - Sé que puedo hacerlo.

- Eso es, positivismo. No mires hacia abajo, solo al frente.

Una vez sentada sobre el sillón de la bicicleta, intenté no quitar los pies de los pedales y mirar hacia el frente.

No te caigas, no te caigas.

Me repetía una y otra vez en mi cabeza, tratando de concentrarme y de seguir adelante sin caerme, si lo hacía sería una total vergüenza, ya que aparte de que estaba él presente, también había personas a nuestro alrededor y niños pequeños en bicicleta. Sería el colmo si me llegaba a caer.

No puedo hacer que ocurra eso. No me voy a dejar vencer por unos niños y el miedo. ¡Eso nunca!

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