Con la maleta llena de sueños...

By Hubrism

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Dayana nunca ha levantado el interés de los chamos, pero eso está a punto de cambiar cuando entra a estudiar... More

Resumen + Nota de la Autora
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16 (parte 1)
Capítulo 16 (parte 2)
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29 (parte 1)
Capítulo 29 (parte 2)
Capítulo 30 (parte 1)
Capítulo 30 (parte 2)
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41

Capítulo 12

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By Hubrism

PASADO 11

Las opciones fueron un bikini con estampado de palmeras, bonito pero no de marca y con un sostén poco confiable, o un traje de baño de una pieza azul pero de marca. Al final escogí el segundo porque aunque ciertamente cubre todo adelante, me deja la espalda totalmente al descubierto. Me recuerda al consejo de Valentina de mostrar un poco pero no todo a la vez.

Excepto que ahora, bajo una sombrilla al lado de la piscina, lamento la elección. Todas las demás chamas se pusieron bikini y los muchachos no disimulan. Si se las bucearan más se van a poder sacar certificación.

Lo bueno es que como ellos están distraídos con las demás, no se dan cuenta de cómo yo me los buceo de regreso. Y sobretodo a Javi. Tiene unos chores de los que llegan a la rodilla y cuando estaban secos eran bastante anchos, pero después de que se metió a la piscina muestran unos buenos muslos. Y también tiene buenos brazos. Y buen pecho. Aunque no tiene cuadritos en el estómago, se ve que se cuida.

—¿A cuál te estáis buceando? —pregunta Erika detrás de mí mientras me pone bloqueador solar en la espalda.

—¿Yo? A nadie. —Si me cree se va a volver creyón.

—Siempre que no sea a Tomás, no hay peo.

Ah, con que eso era lo que tenía su atención, Tomás y el chance de que me lo estuviera buceando a él.

Lo bueno es que como está tan preocupada con su Tomás, como que ni cuenta se ha dado de que me babeo por Javi. Y mejor que la cosa siga así.

—Yo sé que estáis empepadísima con Tomás y todo eso pero, ¿quién los invitó?

Porque si fuera Tomás solo no habría gran rollo. Es medio odioso pero casi no habla y nunca me ha insultado. Desafortunadamente, dónde está Tomás también está Andrea, y ella vino con un bikini rojo que tiene a todos los chamos al borde de una emergencia médica. Peor aún, Anderson también está aquí.

Erika me da una palmada en la espalda y nos cambiamos de rol.

—Yo no tengo la culpa —dice ella mientras le aplico el bloqueador—, o no directamente. Vi que Dimas se lleva bien con Tomás, así que se lo insinué sutilmente y voila.

—Lo único que me quedó de todo eso es que sí tenéis la culpa.

—Pero no directamente —oigo la sonrisa en su voz.

—Guarever. —Hago una pausa para pelearme con la botella del bloqueador para que salga lo último que queda de la crema y terminar el trabajo—. Siempre que Andrea ni me mire vamos bien.

—La pregunta es por qué coño ella siempre está encima de Tomás —gime y sacude los hombros como una niña malcriada. Yo se los agarro para que se deje de mover y finalmente termino de embadurnarla de bloqueador.

—¿No y que ella es su novia, pues? —comento sin gran importancia mientras me restriego el exceso de crema por mis manos y brazos.

—Resulta que no. —Erika lanza una mirada furtiva alrededor pero la mayoría de la gente está en la piscina—. Fueron al mismo colegio así que ya se conocían...

—Eso lo sabe todo el mundo desde el primer día. —Fue muy fácil de deducir según como se presentaron cada uno.

—Pero solo son amigos —remata, sus ojos brillando de la emoción.

—¿Según quién?

—Anderson.

—Uy, ¿vos habláis con el malasangroso ese? —Arrugo la cara en expresión de asco.

—A veces. —Erika encoge los hombros—. Hay que diversificar las fuentes de información.

—¿Y por qué no la diversificáis hablando con Tomás directamente? No sé, digo yo.

Se me queda mirando como si lo que le acabara de decir es que dos más dos son tres.

—No es tan sencillo.

—¿Por qué no? —Yo sé que no soy quién para dar consejos de amor, pero aunque no he logrado hacerme de un novio nunca, al menos sí puedo hablar con el chamo que me gusta. Supongo que es más fácil poderse empatar con alguien si una puede establecer una conversación directa con el candidato, en vez de tener que recurrir a estratagemas con mediadores de por medio—. Si ya sabéis que no tiene novia, debieras aprovechar pa' que te conozca, ¿no?

Aprieta los labios pero termina asintiendo.

—Es verdad. Lo voy a intentar. Hoy.

Suena acartonada por los nervios pero no me voy a burlar. Yo también ando viendo como pegármele a Javi como velcro pero más disimuladamente, y no lo he logrado en todo este rato. Desde que llegué hace unos minutos, él ha estado jugando voleibol en la piscina con Yael, versus Dimas y Tomás.

—Buena suerte —le digo.

Erika se da la vuelta y con un chillido se lanza a la piscina. El spray de agua baña a los chamos en pleno partido y a lo que emerge de nuevo, Erika les dice que quiere jugar.

No sé por qué me hacía como que le iba a costar más hacer un acercamiento. Pero en eso escucho a Javi decir que sí, pero que ahora están disparejos.

—¡Yo! —Levanto una mano como si estuviera en el salón de clase y todos se voltean hacia mí.

—Vente a nuestro equipo, Daya —dice Yael señalándose a sí mismo y a Javi.

Con gusto me lanzo a la piscina. Quisiera poder decir que emerjo del agua tan linda como la sirenita pero no, qué va. No me había agarrado el pelo con una cola, así que debo parecer la cosa peluda de la Familia Addams. Me aparto la cortina de pelo de la cara a tiempo para que empiece un nuevo juego.

Aquí es cuando agradezco mi elección de traje de baño porque la pobre Erika batalla con el top de su bikini cada vez que brinca dentro del agua para golpear la pelota. Aunque a Yael se le salen los ojos cada vez. Lamentablemente Tomás no le para pelota por estar siempre concentrado en, bueno, la pelota.

Por mi parte yo tengo un poco más de suerte, porque durante un voleo demasiado alto, aterrizo encima de Javi y nos hundimos juntos bajo el agua. Sus brazos se ciñen alrededor de mi cintura y es él quién me saca a flote de nuevo.

—Gracias —toso mientras me aparto el pelo de la cara otra vez.

—No hay problema. —Su voz suave ronronea en mi oreja y casi me hundo en el agua de nuevo cuando Javi me deja ir.

Me reincorporo bien y consigo a Dimas mirándome con una sonrisa pícara que me hace preguntarme si se me notó demasiado lo babeada que estoy. Peor aún, no es el único que puede haber notado algo. A su lado, Tomás se pasa una mano por el pelo mientras me observa con su cara carente de expresión como siempre. Este chamo seguro es un as del póker, pero si también sospecha algo ya serían dos. Me conviene disimular mejor.

—Muy bueno el juego pero no sé ustedes, hay una bolsa de Doritos con mi nombre. —Dicho eso, empiezo a apartarme del grupo y nado hacia la escalera.

—Yo también quiero, no te los vais a comer todos —dice Yael.

Oigo chapuceos detrás de mí y cuando miro sobre mi hombro, todos vienen detrás de mí. Me agarro de la escalera y salgo del agua lentamente, no porque le quiera dar show a todos sino porque el agua tiene la curiosa propiedad de halarlo a uno. Finalmente lo logro y con los pies en tierra firme me estrujo el pelo para sacarle el agua.

Un olor familiar a colonia invade mi nariz y me doy cuenta de que el segundo en salir fue Tomás. Sus ojos están fijos en mi cara mientras me pasa de largo. El sol los ilumina directo y me doy cuenta de que son verdes, aunque pensaba que eran marrones. Detrás de él sale Erika, quien frunce el ceño cuando él sigue de largo. Tomás logra terminar de sentarse en su silla cuando se le encima Andrea, poniendo su brazo sobre los hombros de Tomás y echándonos una mirada asesina.

—Tenéis razón —murmura Erika—, hubiera sido mejor no invitarlos pa' no tener que ver eso.

—¿Quién quiere Doritos? —grita Yael y los como veinte que vinimos contestamos.

Lo bueno es que hay dos bolsas de las jumbo así que no me dan mucha lata cuando agarro una para mí solita, y también porque obviamente no me la voy a acabar. Una nueva ronda de cervezas bien frías llega a manos de todos y alguien prende una radio en una emisora de música para bailar.

—Wepaaa —Dimas exclama ante un merengazo que lo pone a menear el esqueleto mientras toma cerveza—. ¿Alguien quiere bailar?

—Ay no, que rayón —contesta Juliette desde una silla, y naturalmente Dimas extiende una mano para invitarla a bailar. Me da risa que a pesar de la cara de fastidio de Juliette, ella brinca a aceptar la invitación. Dimas deja la botella en una mesa y ocupa sus manos en bailar con Juliette.

«Momento, esto es matar dos pájaros de un solo tiro» pienso para mis adentros. Es más, bailar en traje de baño tiene que ser superior a los tips de Valentina.

Discretamente busco a Javi con la mirada y lo consigo empinándose una bolsa de Cheese Tris casi vacía para que le caigan las migajas en la boca. Si no estuviera enfocado en eso quizás hubiéramos hecho contacto visual y a él se le hubiera ocurrido sacarme a bailar, pero no, los Cheese Tris son más importantes.

—Vamos, Daya —dice otro de pronto. Me volteo y Yael está ofreciéndome su mano.

Se me pasa por la mente decirle que no pero yo conozco este ganado, me empezarían a decir que soy un mango aguao o sino que soy una odiosa. Por otro lado quizás no esté mal ver si esto le da un poco de celos a Javi.

Así que levanto los hombros y agarro la mano de Yael. En ese instante cambia la canción a El Tiburón de Proyecto Uno y no puedo evitar reírme.

—Uy, qué clásico.

—Pero buenaaa.

Yael me agarra como si fuera un experto bailarín y resulta que como que sí lo es. No es que yo lo sea, pero bailar con él resulta mucho más fácil y divertido de lo que me iba a imaginar. Yael canturrea la letra como si las volteretas, las agachadas, y los pasos animados no le cansaran en lo más mínimo.

En contraste yo de vaina le puedo seguir el ritmo y me concentro en respirar, y no en como casi lo piso o en como nuestros cuerpos están más pegados de lo que yo pensaba que era posible. Sus muslos rozan entre los míos y en la parte más lenta de la canción siento como toda mi piel se calienta, sobretodo donde su mano reposa en mi espalda desnuda. Alguien empieza a silbar y yo escondo mi cara en el hombro de Yael. Él solo se ríe y sigue bailando.

Cuando termina la canción me aparto jadeando pero con una sonrisa que espero que disimule las ganas que tengo de lanzarme a la piscina y no salir más. Yael me hace una reverencia como si estuviéramos en una tarima, y cuando se yergue de nuevo hay algo diferente en sus ojos. Algo que me hace sudar hasta más que cuando estábamos bailando.

—¡Eeeesooo! Así se baila, carajo.

No sé quién lo dice pero lo quiero matar.

—Sí, muy bueno. Este... ya vengo. —Suelto mi mano pero Yael se tarda un segundo más en dejarla ir, casi como si no quisiera.

Estiro mi espalda y me paso el pelo mojado sobre el hombro como si no me afectaran los silbidos exagerados o la forma en como más de uno ahora sí me mira con interés. Cuando dejo el grupo atrás termino de pegar la carrera hacia el baño para esconderme un rato.

Mis chanclas hacen eco en el baño cuando camino de arriba a abajo, intentando calmar mi ritmo cardíaco. Aquí, en total privacidad, inspecciono las expresiones de las caras que se plasmaron en mi memoria, aparte de la de Yael. Dimas era el de los silbidos. Erika tenía una sonrisa rara. A Anderson le noté una expresión parecida a la de Yael. La diferencia está en que de Yael fue halagador, pero de Anderson me da guácala. El más importante, Javi, solo se reía como divertido y no sé qué significa eso. Celos obviamente no es.

Hago una pausa frente al espejo. Todavía tengo las mejillas oscuras con un rubor muy obvio. Me lavo la cara para refrescarla y solo cuando mi tez vuelve a la normalidad es que salgo del baño.

Y me estrello contra un pecho duro.

Pierdo el equilibrio pero en un instante los brazos del que es rodean mi cuerpo. Una mano se explaya contra la piel de mi espalda y es lo único que previene que me caiga de culo.

Despego mi cara de la piel del pecho del culpable y rescatista a la vez, y ahí es cuando distingo el aroma de la colonia de Tomás. Su cara está muy cerca de la mía. De hecho, nunca habíamos estado tan cerca. Sus ojos se agrandan y no sé por qué ahora los veo marrones.

Es él quien inhala rápidamente y da un paso atrás abrupto. Con el movimiento, su mano roza con mi piel y me da escalofríos.

—Perdón —dice con una voz gruesa—, pero también ten cuidado.

—Gracias, pero también ten cuidado —le regreso con una sonrisa tenue. No sé si me estoy burlando de él o de mi misma. Si mi cuerpo ha reaccionado así con Tomás, ¿cómo hubiera sido si el tropiezo fuera con Javi? Creo que me desmayaría.

Una esquina de los labios de Tomás se levanta y su cara se transforma en el chamo objetivamente más lindo que he visto en persona. Ahora soy yo la que da un paso atrás, porque esa sonrisa es como si alguien me golpeara en el estómago. Él se lo toma como que le estoy dando paso y entra al baño de hombres sin más ni más.

Yo doy la vuelta y me regreso al baño de mujeres a lavarme la cara otra vez hasta que se enfríe de nuevo. Ahora sí veo lo que le ve Erika a este chamo.

Y ahora sí sé lo que se siente cuando el mínimo de atención de un chamo está en mi.

No me molesta pero... a la vez me asusta.

NOTA DE LA AUTORA:

Se armó 😏

Teams, ¡repórtense!

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