Protectores 2. La rotura de l...

By LuciaGLavado

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La vida de Enlai, Shun y Brielle se tambalea más que nunca al colisionar sus mundos y la amenaza de una guerr... More

Introducción
Capítulo 1

Capítulo 2

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By LuciaGLavado

Shun y Erin se habían trasladado a la cafetería tras ser informados por los enfermeros de que serían buscados cuando Brielle volviera a ser llevada a su habitación. A pesar de que la chica le había hablado a Shun quienes eran en realidad, el joven aún mostraba sorpresa y por segunda vez, volvía explicárselo.

—Sé que es mucho para asimilar, así que voy a contártelo otra vez —añadió Erin. Frente a ella, Shun permanecía confuso y con los brazos cruzados en gesto de desconfianza—. Ya sabes que tanto los hechiceros como las brujas, cazadores, ángeles y los demás estamos divididos en reinos, cada uno de ellos situados en diferentes países y todos ellos gobernados por monarquías. Es simple, Brielle y yo pertenecemos a la realeza, nuestros padres son los reyes de las brujas y brujos. Brielle, al ser la mayor, era quien gobernaría cuando llegase su momento, pero hace dos años, en una fiesta de compromiso donde se anunciaba su unión con Bruce, el gilipollas que casi la mató al provocarle el accidente y que además es el actual rey de los hechiceros, hubo un asesinato. ¡Mataron a sus padres! ¿Todo claro hasta aquí? —preguntó, sin apartar la mirada de Shun.

—Sí, no soy idiota, ¡sigue!

—Cuando encontraron a los padres de Bruce concluyeron que habían sido asesinados por magia y mediante el uso de hechizos, se determinó que había sido Brielle quien lo hizo... ¡los dos habían sido calcinados por su magia! Pero mi hermana no lo hizo, la noquearon en la fiesta, pero al estar sola no pudo demostrar su inocencia pero el hecho es que alguien utilizó su magia y fue quien los mató. Durante días llevaron a cabo investigaciones para ver si la versión de Brielle era cierta, pero no encontraron a nadie con signos de haber utilizado su magia, así que la condenaron por el crimen. La quemaron en la hoguera; el fuego azul le arrebató toda su magia y la enviaron a Cethin como castigo...una vez aquí, a pesar de que toda la ciudad sabía que era una princesa desheredara condenada por asesinato, cambió su nombre por el de Brielle. Ella siempre dice que Rebecca Shipton murió en la hoguera, cuando todos determinaron que era culpable y nadie luchó por ella.

Shun se frotó los ojos para después inclinarse hacia delante y con los brazos apoyados en la mesa dirigirse a Erin.

—¿Enlai sabe todo esto?

—Sí...cuándo le pregunté al respecto me dijo que era investigador y su trabajo era saber la verdad.

—¿Por qué me habéis mantenido al margen? ¿Por qué no me dijiste que pertenecías a la realeza? No entiendo nada.

—¡Ya no soy princesa! Dejé de serlo cuando me fui de mi reino y debía respetar a Brielle y su deseo por mantener su privacidad. Ni siquiera sabíamos que ibais a pensar sobre ella. ¡Nadie la creyó, Shun! Todos la tacharon de asesina, incluso mis padres. Durante años solo Raven y yo la creímos. ¿Qué querías que hiciéramos? Presentarme y decirte, soy la hermana de una princesa deshereda condenada por asesinato. Es más, dime, ¿qué piensas ahora sobre Brielle? Porque Enlai cree en su inocencia y está haciendo todo lo posible por ayudarla y tú, ¿qué harás? ¿Estás con nosotras o con aquellos que inculparon a mi hermana?

—¡Conozco a Brielle desde hace meses! —protestó alzando la voz—. Me salvó la vida y la vi luchar poniéndose en peligro. ¡Alguien que se sacrifica tanto por una persona que apenas conoce no puede ser una asesina! No he dudado de ella en ningún momento —afirmó con seriedad—. Y ahora dime, ¿cuál es tu historia?

—¿¡Qué!? —preguntó, asustada.

—La verdadera razón por la que estás en Cethin. Todo sobre Brielle era mentira, solo quiero saber el motivo de tu marcha del reino.

—M-mi hi-historia es real —tartamudeó nerviosa—. El acoso y la muerte de mis amigos es real... ¡eso me trajo aquí!

Shun la miró con desconfianza. Ocultaba algo. No solo había tartamudeado sino que había visto reflejado el miedo en su mirada. Era posible que se debiera a la muerte de sus amigos, suceso del que no conocía todos los detalles.

—¡Brielle! —exclamó Erin, logrando interrumpir los pensamientos de Shun.

La pareja vio a la bruja en la puerta de la cafetería; Vera estaba con ella y la ayudaba a caminar.

—¿Dónde está tu hermano? —preguntó la doctora dirigiéndose a Shun—. Esperemos que él pueda calmarla, ¡ha hecho explotar la máquina de la resonancia con su magia! Al menos has respondido a la pregunta sobre tu estado, y es que, sin duda estás mejorando —le reprochó la mujer, llevándola hacia la mesa de la pareja, donde tomó asiento.

—¡No estoy para sermones! —replicó Brielle—. ¿Y Enlai? —quiso saber, mirando en todas direcciones.

—Ha ido a solucionar un papeleo del trabajo —respondió Shun—. No ha sido capaz de trabajar desde que supimos lo del accidente. Estará aquí enseguida.

—¡Ve a por agua! —ordenó Erin—. Vamos, Shun, mi hermana ha estado inconsciente días. ¡Ve a por agua!

El chico respondió con un gruñido pero aceptó y las dejó a solas, momento en el que Erin se echó hacia delante y susurró:

—Duwei ha abierto un portal en Eitri y ha ido a cerrarlo. No está solo, Zhao le acompaña.

—¡Nada de susurros! —protestó Shun dejando la botella en la mesa, alarmando a las chicas—. Estoy cansado de que me excluyáis. Ya os vale que durante meses me hayáis ocultado que sois de la realeza y que una banda de pirados te quiere matar —añadió mirando a Brielle—, pero no vais a dejarme fuera en algo relacionado con mi hermano. ¡He escuchado el nombre de Duwei! ¿Qué está pasando? Y tú —volvió a decir dirigiéndose a Brielle—, ¿por qué estás tan alarmada?

Ninguna de las hermanas habló. No querían involucrar a Shun en nada relacionado con Duwei debido a que este había intentado matarlo en varias ocasiones, estando a punto de lograrlo y aunque Brielle quería compartir con Erin que había tenido una premonición, no podía hablar o Shun entraría en pánico.

—Da igual que guardéis silencio. Mi hermano es un idiota con los teléfonos, no se ha dado cuenta de que le he instalado un rastreador. ¡Voy a ver dónde está y averiguaré que me ocultáis!

Las brujas vieron al joven mirar la pantalla y como su ceño se fruncía. Tras tocar un par de veces el teléfono, les enseñó a las chicas el último lugar donde Enlai había estado hacía diez minutos.

—Ya no está. La señal de su móvil es ilocalizable y eso solo puede pasar por dos razones o ha cruzado un portal o está en la Bruma —explicó lanzando sendas miradas a unas y otras—. ¿Qué ha pasado?

—¡No está solo! —protestó Erin—. Zhao le acompaña. Tu tío ha creado un portal y ha ido a cerrarlo, ¡nada más! No puedes salir de aquí y lo sabes, ¡es una trampa!

Shun les dio la espalda. Veloz se dirigió hacia la puerta de la cafetería cuando de repente una ráfaga de luz dorada cubrió la salida, además de todas las ventanas. Al mirar por encima de su hombro vio el mismo destello en la mano derecha de Brielle. Era su poder más elevado, el control de la luz y si intentaba traspasarlo, sufriría graves quemaduras.

—No me vas a detener. Voy a saltar, Brielle, lo haré, sin importar que tu magia me queme, pero iré a por mi hermano.

—¡Para, Brielle! —ordenó Vera—. Hay cazadores en la ciudad, por no hablar de Bruce.

Al escuchar su nombre un temblor recorrió su cuerpo y toda la magia proyectada a su alrededor, desapareció, ocasión aprovechada por Shun para salir. En cambio Erin fue hacia su hermana y tomó sus manos para tranquilizarla.

—Deshazte de la magia. Será lo más seguro.

—Vale, lo haré, tu ve a por Shun...he tenido una premonición. ¡Enlai estaba en la Bruma!

A Erin le asustaron sus palabras y que su hermana hubiera tenido una premonición. Las visiones no eran extrañas e incluso indagar en los recuerdos de una persona cuando se les tocaba, pero, ¡premoniciones! Hacía tiempo que no se daba en la familia. Mas no pensó en ello y echó a correr tras Shun.

Brielle volvió a quedar a cargo de Vera que la ayudó a llegar a su habitación mientras pensaba en la manera de deshacerse de su magia y ser de ayuda para sus seres queridos.

Era la primera visita de Enlai a la Bruma y nada más llegar a ese mundo, cayó al suelo con la respiración entrecortada. El viaje había sido extraño y la rapidez había sido como recibir un puñetazo en la boca del estómago. No tuvo tiempo de reponerse, ya que la mano de Duwei se enredó en sus cabellos, tiró de él hacia atrás y le asestó un puñetazo que provocó que su nariz sangrase. Iba a golpearlo de nuevo, cuando Enlai actuó al lanzarse contra él; tío y sobrino acabaron enzarzados en el suelo, asestándose golpes, hasta que el hombre golpeó el antebrazo derecho de su sobrino arrancándole un lastimero chillo, momento en el que logró colocarlo bajo su cuerpo.

—Será tan fácil hacerme con Shun ahora que vas a desaparecer —añadió con sorna, para golpear su cabeza contra el suelo. Esto aturdió a Enlai, momento en el que Duwei se levantó y comenzó a dibujar un sello—. Volverás a casa. Espero que disfrutes del que fue nuestro hogar en la Bruma.

El hombre tomó al chico y lo lanzó al portal que daba acceso a un bosque de cañas de bambú envuelto por niebla. Duwei comenzó a trazar un círculo en el orden contrario a las agujas del reloj para destruir la entrada y quedar a Enlai allí, cuando un golpe a su espalda detuvo sus movimientos, seguido de una descarga eléctrica que lo lanzó al suelo. Desde este, jadeante, contempló a Rhea; la mestiza mitad humana y mitad sombra que en más de una ocasión había ayudado a los chicos. Sus manos concentraban esferas de electricidad, que inmediato volaron en su dirección. Haciendo acopio de fuerzas se puso en pie y saltó atrás, evitando el impacto y con disgusto vio que la mujer no iba sola: Zhao y Uryan les acompañaba.

Maldijo entre dientes mientras se preparaba para combatir. Entre sus dedos comenzó a asomar una luz naranja que dio paso a una espada del mismo color, la cual incrustó en el suelo creando un temblor de tal magnitud que el trío se separó. Aun así, no contó con el poder del ángel de poder tele transportarse de un lugar a otro; acabó en la entrada del portal, cruzándolo de inmediato para ir en ayuda de Enlai mientras él se quedó para enfrentarse a Rhea y Zhao, un elemental.

Erin maldijo la velocidad de Shun y también lo cercano que se encontraba la estación de tren al hospital. Al menos logró montar en el instante en que las puertas se cerraban y comenzó a buscarlo entre los vagones. No tardó en encontrarlo. Permanecía junto a una de las puertas, con la mano sujeta a la barra mientras la otra sujetaba su móvil.

—¡Joder! —maldijo el chico al no recibir respuesta de Zhao. Al levantar la mirada vio a Erin—. No deberías haber venido, eres tú la que te pones en peligro. No tengo miedo a mi tío y podré enfrentarme a él.

—No lo pongo en duda pero un solo rasguño y estás perdido y lo sabes. ¡Nos bajaremos en la siguiente parada!

El chico puso los ojos en blanco. Estaba de mal humor porque Erin lo hubiera seguido y se alejó de ella hacia el siguiente vagón. La bruja no desistió, lo siguió y afortunadamente en ese instante caminaban por un vagón solo ocupado por tres fantasmas con los que sabía que Brielle había interactuado: dos hombres adultos y una adolescente.

Aprovechando la falta de presencia de humanos, Erin embistió a Shun, acabando ambos en el suelo, momento en el que la chica tomó la vara que siempre llevaba guardada en la pierna derecha y colocó el objeto bajo la garganta del joven.

—Ni de coña vas a salir de este tren. Haré lo que sea por evitarlo. No pude hacer nada por proteger a Brielle; he estado a punto de perderla y ten por seguro que no voy a dejar que vayas directo a una trampa sin luchar.

Aunque Shun comprendía los sentimientos de Erin, no podía dejar de pensar en Enlai y el miedo que sentía al pensar que podía pasarle algo. Así pues forcejeó bajo la chica y con una rápida maniobra logró quitársela de encima para después ser ella la que acabó bajo su cuerpo. De un manotazo lanzó la barra lejos e inmovilizó sus manos por encima de su cabeza.

—Si debo permanecer así el resto del viaje, lo haré, pero no vas a impedir que me vaya.

—Soy Erin, la hermana de Brielle —dijo la bruja dirigiéndose a la fantasma adolescente—. Un poco de ayuda no me vendría mal. Seguro que puedes quitarme a este idiota de encima.

—Por supuesto que sí, será un placer —añadió la chica, poniéndose en pie y caminando hacia Shun.

—¡Dile que pare! —ordenó el joven—. ¡Hazlo!

—¡No! —respondió Erin tajantemente.

Shun se apartó de Erin con intención de escapar del fantasma, pero era demasiado tarde. La chica solo posó la mano sobre su hombro y se quedó sin respiración. Un intenso frio recorrió su cuerpo y acabó en el suelo, en posición fetal, intentando entrar en calor.

—Gracias —añadió Erin—. Con eso es suficiente.

El fantasma asintió y volvió a su asiento; la bruja recuperó su barra y se agachó junto a Shun, que jadeante, se recuperaba del contacto de la chica muerta.

—No saldremos de aquí —sentenció Erin, golpeando el suelo con la punta de la barra, impregnada en magia, la cual se desplegó a su alrededor, encerrándolos a ambos en un círculo de luz—. Enlai me pidió que te protegiera y aunque entiendo tu inquietud, voy a cuidarte, aunque sea de ti mismo.

—Parece que no me conoces. Estaba dispuesto a atravesar la magia que creó Brielle, también lo haré con la tuya.

A Erin comenzaba a desquiciarle la actitud de Shun y el desafío de miradas terminó al ver una esfera dorada sobre sus cabezas. De inmediato esta se introdujo en el pecho del chico. Asustado, Shun comenzó a tocarse, pero no le dolía nada. Es más, una cálida sensación lo recorrió de pies a cabeza cuando la luz entró en él y sorprendido vio como sus dedos eran envueltos por destellos brillantes.

—Es la magia de Brielle. Tenía que hacer algo para deshacerse de ella por si los cazadores la visitaban y ahora la tienes tú.

—Entonces, ¿qué pasará si toco el círculo que nos envuelve? Ya no podrá hacerme daño, ¿verdad? —preguntó y al ver como Erin fruncía el ceño, lo interpretó como un sí.

Precavido, Shun deslizó sus dedos hacia el torrente de luz y como supuso, la magia no le hizo ningún daño. Es más, comenzaba a replegarse y envolverse en sus manos, por lo que tendría mucho más poder. Pero tan pronto como estuvo en sus manos, se esfumó, envolviendo todo el vagón. A continuación hubo un estruendo; el tren se detuvo y todas las luces de su interior se apagaron. Le siguieron los chillos de los pasajeros, además de los golpes e intentos por abrir las puertas.

Desconcertado, el chico volvió a mirar a la bruja.

—Debías haber pensado en la manera de controlar un poder que te es desconocido en lugar de querer controlarlo. Has jodido la electricidad del tren, ¡ahora no podemos salir de aquí!

Jadeante, Enlai se recuperaba en el suelo, y tras soltar un lastimero gemido, se dio la vuelta, quedando boca arriba. Los golpes de su tío lo quedaron tan aturdido que apenas era consciente de lo que dijo, pero, ¿acaso estaba tras el mundo de los portales, pero en la Bruma? ¿Había mezclado ambos mundos? De ser así no se le ocurría nada más aterrador y ahora que observaba a su alrededor era consciente de lo familiar que le resultaba el entorno; las cañas, los pequeños lagos...si, estaba en su hogar, aunque mucho más tétrico, ya que la naturaleza se mostraba podrida por no hablar de la continua niebla que lo rodeaba.

Aprisa se puso en pie y se limpió la sangre de su nariz, aunque supuso que era demasiado tarde y su olor ya habría atraído a demonios. A escasos metros observó el portal; su tío aún no lo había cerrado y a través de este lo veía luchar contra Rhea.

Corrió para volver a la Bruma cuando una bestia con cabeza de jabalí se cruzó en su paso. Al saltar atrás evitó ser agarrado, mas no estaba solo y el resplandor de algo plateado a su derecha captó su atención, observando una afilada guaraña, empuñada por otra bestia. De repente alguien tiró de él hacia atrás, evitando el impacto del arma, era Uryan.

El ángel cargaba una espada con empuñadura plateada y una hoja similar al cristal, aunque sin duda era más resistente. Solo tuvo que agitar el arma para que sendas descargas eléctricas salieran de ella y envolvieran a los demonios, que comenzaron a gritar.

—¡Vámonos! —añadió Uryan, tirando del chico, cruzando de inmediato el portal—. Cierra esto antes de que esas cosas vengan a por nosotros.

Enlai obedeció mientras el duelo entre Duwei, Zhao y Rhea proseguía.

El hombre maldijo al ver a Enlai de vuelta y esa distracción le impidió evitar el puñetazo de Zhao. Del impacto caminó hacia atrás, mas no evitó la patada en la boca del estómago que lo lanzó al suelo. El elemental no se andaba con chiquitas y acabó tirado encima de él, con puñal en mano, el cual bajó aprisa. En el último momento logró moverse y no acabó incrustado en su corazón por poco centímetros.

El grito de dolor de Duwei fue estremecedor y volvió a gritar cuando Zhao extrajo el puñal. Iba a recibir otra puñalada cuando utilizó su poder como sombra para escapar de allí. Se evaporó en una nube oscura para acabar convertido en un ser compuesto por una andrajosa capa que huyó del lugar.

—¡Maldita sea! —exclamó Zhao, golpeando el suelo—. He estado a punto de matar a ese desgraciado. Debe estar cerca —dijo mirando a Rhea—, y está herido, ¡vayamos a buscarlo!

—Antes debemos sacarlo de aquí —añadió mirando a Enlai.

Zhao se maldijo al no preocuparse por el chico y corrió hacia él. Su nariz no dejaba de sangrarle y mostraba cierta desorientación al no dejar de mirar a su alrededor, además de no escuchar nada de lo que Uryan le decía, por lo que tomó su cara entre sus manos obligando a que lo mirase.

—Eh, eh, mírame, ¡estamos en la Bruma! Tu tío te trajo aquí, pero ya nos vamos, ¿vale?

—Sí...sí —respondió el joven—. Me he golpeado la cabeza y estoy confuso.

Zhao lo rodeó por los hombros para serle de apoyo y junto a Uryan aguardaron a que Rhea los sacase de allí.

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