Protectores 2. La rotura de l...

By LuciaGLavado

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La vida de Enlai, Shun y Brielle se tambalea más que nunca al colisionar sus mundos y la amenaza de una guerr... More

Introducción
Capítulo 2

Capítulo 1

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By LuciaGLavado

Un estruendo contra la ventana despertó a Enlai. Sobresaltado levantó la cabeza de la cama del hospital donde Brielle se recuperaba y desorientado intentó ubicar la fuente del golpe. Aturdido se levantó mientras se frotaba los ojos; en su mente aún estaba el reciente sueño: la noche de luna de sangre en el que su pueblo fue masacrado.

Otro golpe le hizo mirar a la ventana. Solo había sido una rama, contempló al acercarse. Hacía dos días que vivían bajo los azotes de un fuerte temporal de viento que había traído más nieve. Tras localizar la fuente de los golpes, volvió junto a Brielle. No estaba solo; Shun y Erin dormían en el sofá, cubiertos con una manta, mientras él reposaba junto a la joven.

Habían pasado diez días desde que Bruce la hiciera saltar por los aires desde su motocicleta. Aún no había despertado, aunque los médicos le aseguraban que no corría peligro.

Angustiado tomó asiento junto a ella y entrelazó su mano izquierda con la de ella. El estado actual de la chica le había impedido enfrentarse a las consecuencias de sus acciones tras el encuentro con Bruce, donde le declaró la guerra. Desde ese momento el hechicero se había mantenido al margen; no había vuelto a visitar a Brielle, todo lo contrario a Londra. La cazadora seguía con su trabajo, centrándose en Erin y comprobar que no había recuperado su magia, hecho que llevó acabo al atarla al cilindro de metal. Tanto él como Shun estuvieron presentes mientras era envuelta por el fuego azul durante unos segundos, que a ambos, se les hicieron eternos. Era horrible ver a la chica en las llamas, aunque la bruja le aseguró que mientras no tuviera magia, el fuego no le haría daño.

Una vez la cazadora quedó complacida, se dirigió a él, asegurándole que coincidía con su prometido Bruce y sabía que Brielle había recuperado su magia. ¿Cómo lo había hecho y qué hacía para librarse de ella? Lo ignoraban, pero acabarían encontrando la respuesta y condenando a la bruja por el incumplimiento de las normas.

—Hmm...—susurró Brielle, llamando la atención de Enlai.

El joven fue a su cama y observó sus ojos parpadear. Angustiado tomó su mano.

—Brielle...Bri... —susurró con la voz rota y entonces abrió los ojos e intercambiaron miradas—. ¡Por fin despiertas! —confesó, apretando su mano y agachando la cabeza—. ¡Enfermera! —gritó para de inmediato pulsar continuamente el botón que avisaba al puesto de emergencias.

El chillo de Enlai despertó a Shun y Erin, que sorprendidos salieron del sofá y se dirigieron a la cama de la chica.

—Ah...—se quejó Brielle, llevando su mano izquierda a su cuello, donde un collarín le impedía moverse.

—Apartaos, tengo que examinarla —ordenó Vera, la doctora que se había encargado de ella durante su estancia. La mujer, como Brielle, era una bruja exiliada que abandonó el Reino de las Brujas veinte años atrás. Se instaló en Cethin y comenzó a estudiar medicina—. Brielle, mira la luz, intenta seguirla —le pidió, moviendo de izquierda a derecha una pequeña linterna—. Bien, lo has hecho bien. Ahora, dime, ¿cuántos dedos ves?

—Dos —respondió, obteniendo un asentimiento por parte de Vera que cambió el número de dedos levantados por su mano—. Cuatro. Yo... ¿qué ha pasado?

—Vamos poco a poco. Dime, ¿cómo te llamas?

—Brielle Johnson —respondió y lanzó una mirada a Enlai, de pie a su izquierda, nervioso y un torrente de pensamientos sacudió su cabeza. Sabía que era Rebecca Shipton y todo lo que vivió en el Reino de las Brujas. Tras suspirar y cerrar los ojos, siguió hablando—. Soy Rebecca Shipton, ex princesa del Reino de las Brujas, deshereda por el asesinato de los padres de mi ex prometido Bruce...creen que fui yo quien los mató.

Tanto Erin como Shun mostraron sorpresa. A la chica le impactó que Brielle ya no ocultase su identidad, mientras el desconcierto se apoderó de Shun al no entender nada de lo que hablaba. ¿Quién era Rebecca? ¿De qué estaba hablando?

—Me preocupaba tu memoria, pero parece estar bien. Chicos, id a la sala de espera. Vamos a llevárnosla para hacerle unas pruebas, pronto podréis estar con ella.

Erin se acercó a su hermana; se inclinó y la besó en la mejilla, para apartarse de inmediato, dando paso a Shun, que tomó su mano izquierda.

—No sé quién es Bruce, pero ese gilipollas no va a volver a tocarte. Le voy a partir las piernas. ¡Me convertiré en tu guardaespaldas!

—Gracias, eres un encanto.

La pareja salió, dejando solo a Enlai, que tomó la mano de Brielle y entrelazó sus dedos con los de ella.

—Siento las mentiras —confesó la bruja.

—Me da igual, pero si estoy molesto porque no me dijeras el peligro que corrías, aunque lo doy por olvidado al comprobar que ya no ocultarás tu identidad.

—¡Shun ha empalidecido! —rio Brielle, arrepintiéndose al instante al notar un tirón en las costillas—. Ah, no puedo ni reírme.

—Nos vamos, Brielle, luego seguiréis hablando —interrumpió Vera.

Enlai soltó la mano de la chica y vio como dos camilleros se la llevaban. Al salir de la estancia se dirigió a la sala de espera; Erin estaba frente a la máquina de cafés, eligiendo la bebida, mientras Shun permanecía a su lado, bastante nervioso. En cambio, él, tomó su teléfono y escribió a Uryan, Rhea, Zhao, Gwen y Mike sobre el estado de Brielle, informándoles de su despertar. Entonces se acercó a Erin para tomar otra bebida. El cansancio se reflejaba en el rostro de la chica, además de la preocupación. Habían sido días muy largos y agotadores donde habían velado por Brielle. Tenía marcadas ojeras bajo sus ojos verdes turquesa y su larga cabellera castaña llena de ondas estaba recogida en un maltrecho moño. Vestía una amplia sudadera gris de Shun y unos vaqueros.

—¿Por qué soy el único que parece preocupado? —inquirió Shun, nervioso—. Las cosas que ha dicho Brielle no tienen sentido. ¿Quién es esa tal Rebecca?

—Creo que me merezco una explicación —replicó Erin, lanzando una severa mirada a Enlai—. ¿Por qué mi hermana ha confesado tan repentinamente quién era cuando ha hecho lo impensable por ocultároslo a los dos?

—Halamos sobre su identidad antes de que tuviera el accidente. En realidad, no fue una conversación en sí, le dije que lo sabía.

—Gracias por decírmelo, aún no se lo había dicho a tu hermano.

—¿Decirme el qué? —preguntó Shun, con los ojos muy abiertos. Como todos, el estrago de los días velando a Brielle le había pasado factura. Su rostro mostraba cansancio y sus ojos, avellanas con ligeras vetas naranjas que representaban su magia, estaban más apagados que nunca. Su pelo siempre era una maraña de mechones plateados con castaños y morenos, pero hoy estaban mucho más revueltos al haberse despertado recientemente—. Vamos, ¡hablad!

—Hay algo que no sabes sobre Brielle y yo...antes éramos princesas y el nombre de mi hermana, no es Brielle, sino Rebecca, se lo cambió al vivir en Cethin.

Las palabras de la chica no provocaron ningún consuelo en Shun, todo lo contrario. Tras tomar el café, tomó asiento mientras recapacitaba lo escuchado. Enlai estaba dispuesto a darle una explicación mucho más calmada pero una video llamada de Zhao le obligó a ir al baño y encerrarse en él. El hombre solo optaría por esa opción de contacto si quería mostrarle algo importante y fuera lo que fuera, prefería mantener ajeno a Shun. Ya a solas accedió a la llamada, viendo en la pantalla al hombre que lo adoptó a él y a su hermano cuando llegaron a la Tierra diez años atrás.

—¿Qué tal Brielle?

—Ha respondido bien a las preguntas, pero deben hacerle unas pruebas... supongo que hasta dentro de unas horas no sabremos nada.

—Vale, porque te necesito. Tu tío ha encontrado la manera de jodernos e intentar llegar hasta vosotros. ¡Mira! —añadió, apartándose y mostrando el sello que los protectores utilizaban para crear el portal que los comunicaba con el mundo que encerraba millares de demonios—. Él no podrá entrar, pero ha creado uno para que pueda salir de él todo lo que sea.

—Voy para allá. No quiero llevarme a Shun, así que voy a necesitar que me respaldes.

—No hay duda de que es una emboscada, ¿Shun está bien protegido?

—Sí, está aquí, en el hospital, y fuera hay varios ángeles que nos ofrecen protección, no solo contra Duwei, sino también por Bruce. Envíame la ubicación, voy de inmediato.

Tras despedirse del hombre, salió del baño y encontró a Shun escuchando la explicación de Erin.

—Ya sabes que a Cethin se envía a todo tipo de seres que han cometido algún crimen...pues hace unos años a mi hermana se le acusó falsamente de asesinato. Por eso está en la ciudad y esa fue la razón por la que le arrebataron sus poderes, todo lo de abandonar el reino en busca de una vida exenta de magia, no es cierto, ¡la acusaron falsamente! Y bueno, las dos no somos brujas comunes y corrientes, sino princesas. Brielle era la heredera al reino, pero ya no lo es, sino Raven y cuando fue enviada aquí, cambió de nombre.

—Necesito que vayas más despacio —protestó Shun mientras se masajeaba los ojos.

—¡Shun! —lo llamó Enlai, a la vez que le tendía dinero—. Es posible que tengamos que esperar un par de horas, ¿puedes ir a la cafetería a por algo de comer?

El muchacho tomó el dinero y sumido en sus pensamientos, fue al lugar indicado, dejando a la pareja a solas.

—He de irme y necesito que me cubras —le pidió a Erin—. Duwei ha abierto un portal y debo cerrarlo, pero no me voy a llevar a Shun, es evidente que es una emboscada.

—¡No vayas! —replicó la chica, tomándole las manos—. Lo has dicho, es una emboscada, no sabes que te vas a encontrar. Déjalo, ya nos encargaremos de todo lo que salga de ahí más adelante.

—No puedo hacer eso, si los demonios escapan Shun y yo estaremos expuestos a más amenazas. No estoy solo, Zhao está allí y voy a escribir a Uryan para que me respalde. Tienes que mentir, Erin, te prometo que lo solucionaré rápido, solo dile a Shun que he ido a arreglar papeleo al trabajo.

La bruja asintió y angustiada observó al chico marcharse. Ahora solo esperaba que cuando Shun regresase, creyera sus mentiras.

Zhao no estaba solo en el callejón donde esperaba la llegada de Enlai. Uryan le acompañaba. No era la primera vez que trabajaba con el ángel, ya que su ayuda había sido fundamental para mantener preso a Duwei, aunque ninguno contó con la persona que le ayudó y evitó todas las protecciones mágicas que habían puesto.

Ambos aguardaban a cierta distancia del sello, mirando en todas direcciones, sin encontrar ni rastro de Duwei. Para los dos era evidente que eso era una trampa, una manera de atraer a los hermanos hacia él, que durante los últimos días habían permanecido inactivos.

—¿Crees que está aquí? —preguntó Zhao—. Quizá haya sido un error llamar a Enlai, seguro que los tiene localizados.

—No podrá entrar al hospital. Los ángeles lo tienen protegido y si intenta burlar su magia, arderá. Puede que no esté o sí, recuerda su capacidad para viajar a la Bruma, por eso he hecho llamar a Rhea. Es posible que la necesitemos.

El hombre asintió y nervioso comenzó a caminar por la zona. Estaba bastante oscuro; aunque había farolas repartidas por la zona, todas las bombillas estaban rotas y al pisar los pedazos de estas, dedujo que no hacía mucho de su rotura. El lugar era estrecho, lleno de cubos de basura y un enorme contenedor, idóneos para ocultarse y molestos a la hora de practicar movimientos.

Unos chillidos llamaron su atención y al mirar al sello encontró a las criaturas que se atrevían a cruzarlo: diablillos.

Pequeños seres de piel marrón. Cuernecitos resaltaba en su cabeza, sin un ápice de cabello. Parecían inofensivos pero eran sumamente inteligentes, siempre atacaban en grupo y sus bocas, pobladas de afilados colmillos, desgarraban con facilidad la piel.

Zhao iba a acabar con esas cosas pero el ángel se le adelantó al agitar las manos y lanzar una ráfaga de luz, que fulminó de inmediato a las criaturas. Podía ser un ángel, pero no se andaba con chiquitas. Era un hombre de gran altura y musculada complexión. Poseía una corta cabellera blanca, partida en medio dejando al descubierto su frente, mientras algunos mechones caían alrededor de ella. Sus ojos, azules y fríos como el hielo, imponían.

—¡Eh! —escucharon ambos y al mirar al inicio del callejón observaron a Enlai. Era un joven de veintiún años, alto y complexión atlética, que en rara ocasión se le veía sin una protección negra que cubría su brazo derecho. Vestía vaqueros grises y una sudadera roja. A diferencia de días anteriores, en su rostro ya se apreciaba cierta calma y sin duda, que Brielle hubiera despertado era un motivo de ello—. ¿Qué ha salido?

—Unos diablillos pero está todo controlado —respondió Zhao, observando al joven detenerse frente a él. Al igual que Shun, poseía los mismos ojos, de un bonito castaño con vetas naranjas debido a la magia que controlaba. Tenía el cabello corto, moreno, con algunos pelillos más rebeldes que cubrían su frente, además destacaban en él tonalidades rojas y doradas—. Desde que he llegado no he visto salir nada más.

—¿Cómo has venido a parar aquí? —preguntó Enlai, posando las manos sobre el sello. Estaba formado por cinco dibujos, representando cada uno de ellos un elemento. Una pequeña llama naranja coronaba la figura, a cierta distancia, a su derecha y dentro de un círculo, un dibujo que mostraba un montón de arena. Le seguía el hierro, después una gota que simbolizaba el agua y por último la madera.

El joven trazó un círculo en el sentido contrario a las agujas del reloj, provocando una línea roja que de inmediato destrozó el portal.

—Mike tiene pinchadas todas las cámaras de la ciudad y también las de Eitri. Siempre hay alguien vigilándola, a pesar de que damos por sentado que Duwei se esconde en la Bruma. El guardia de turno lo vio salir y crear el portal. Me llamó y vine lo más rápido posible.

—Entonces —intervino Uryan—, ¿puedes saber si ha salido algo más en el tiempo que has tardado en llegar?

—Mi hombre no apartó la mirada en ningún momento, solo han salido los diablillos.

Destrozado el portal, Enlai caminó atrás y miró en todas direcciones. Detectó los destrozos en las farolas y el angosto lugar. Todo le indicaba que estaba en una trampa.

—Vayámonos antes de que Duwei ponga en marcha lo que tenía pensado —añadió, apresurando a los hombres a salir.

Uryan y Zhao caminaron aprisa, seguido de Enlai, cuando de repente una mano surgió de las sombras de la pared, de la oscuridad que lo conectaba con la Bruma. Agarró al protector y tiró de él, llevándoselo a ese oscuro mundo.

Los hombres se lanzaron contra la pared con intención de ayudar al chico, pero el portal que unía un mundo con otro había desaparecido.

—¡Joder! —maldijo Zhao a la vez que pegaba una patada a la pared—. Él muy desgraciado se lo ha llevado.

—Rhea debe de estar a punto de llegar —respondió Uryan nervioso, tomando su teléfono—. Volveré a llamarla, la necesitamos para sacar a Enlai de ahí.

Brielle estaba más que cansada de las pruebas. No sabía cuánto tiempo había dormido y entendía la preocupación de Vera y todo el proceso al que debía someterse, pero deseaba estar con Enlai, Erin y Shun. Necesitaba respuestas y conocer qué estaba pasando. Ahora estaba mucho más lúcida y recordaba el momento en el que vio a Bruce en la carretera y el accidente que tuvo. Las dudas y el miedo no dejaban de atormentarla. ¿Cuál sería el estado actual de su magia? Todo dependía del tiempo que hubiera descansado y era más que probable —que a pesar de sus heridas— su magia se hubiera regenerado y eso le asustaba. Con Bruce en Cethin debía eliminar toda evidencia de su existencia.

—Brielle, será la última prueba —le informó Vera—. Debes estar muy quieta. El ruido puede ser muy molesto pero no tardaremos. Quiero comprobar cómo ha evolucionado tu cuerpo desde tu ingreso.

—De acuerdo —respondió Brielle, notando como la mesa sobre la que estaba se movía para dar paso a la resonancia.

Dentro de la enorme máquina permaneció con los ojos cerrados y pensó en la impresión de todos cuando despertó. La cara de Shun al desvelar su estatus como princesa le había resultado graciosa, aunque más le sorprendió ver a Enlai ahí tras la última conversación...no tenía dudas de que la quería, se preocupaba por ella y no estaba acostumbrada a ese tipo de atenciones. Pensó en la calidez de sus dedos al acariciar su mano y durante un instante la respiración se le cortó. Escuchó un grito del joven y a su mente acudió una imagen de él, de rodillas en el suelo, bajo un intenso torrencial y con la nariz sangrante. La neblina bajo sus pies fue lo que más le asustó. Estaba casi segura de que esa imagen era una premonición y Enlai estaba en la Bruma.

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