EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSI...

By MariaRose95

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Park JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta un día de que acaba de llegar un nuevo v... More

INTRO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO CINCO
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO SEIS

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By MariaRose95

TaeHyung era un tipo de persona que realmente esperaba lo mejor de los demás. Esperaba mucho de los demás, para ser más específicos. Quizás esperaba demasiado, pero tenía que ser positivo en tanto a las habilidades sociales de los demás se refería porque en eso se iba a basar su trabajo después. Así que, cuando JiMin le dijo que iba a tener una cita por fin después de cincuenta años de haber llorado por su ex, él realmente pensó que las cosas iban a salir tan bien que compró unos chocolates y una botella de champagne para celebrar.

Se estacionó en la sección que venía destinada para el departamento de JiMin, bajó a JungKook y le colgó su pequeña mochila en el hombro antes de sacar la caja de chocolates y champagne. Ambos caminaron emocionados a la puerta del omega esa mañana, ambos igual de entusiasmados por ver a JiMin de nuevo, aunque por cuestiones totalmente distintas.

Sin embargo, cuando JiMin abrió la puerta, TaeHyung no se encontró con un omega brillante post-sexo, sino que se encontró con un par de ojos arrepentidos que venían pegados a un joven adulto que lo jaló dentro del departamento como si hubiera un animal salvaje acechando en el pasillo.

Al principio no le dijo nada, no importó cuántas veces le preguntara si todo estaba bien. La prioridad de JiMin siempre había sido JungKook, incluso cuando estaba a punto de tener un ataque de pánico; siempre aseguraba de que JungKook estuviera en un lugar diferente para que no lo viera así.

Finalmente, cuando JungKook mencionó que quería ir a su habitación para jugar con sus juguetes y JiMin le permitió llevarse un par de chocolates, el omega pudo soltar todo.

TaeHyung escuchó atentamente cada palabra hasta que la historia terminó. Acabó triste, desgraciada, acabó como una mala novela y él quería ahorcar a JiMin.

—Me estás jodiendo —fue lo primero que dijo mientras JiMin cubría su cara roja, hecho un ovillo en el otro rincón del sofá—. ¿Estás hablando en serio? ¡JiMin! —el omega largó un gemido lastimero—. ¿Sabes qué? No voy a creer que hiciste algo como eso, voy a imaginar que al final la cita salió tan bien que acordaron volver a salir, porque esto me va a hacer llorar.

—¡Yo debería ser el que esté llorando! —se señaló a sí mismo—. ¿Sabes la vergüenza que siento? ¡Entré en pánico y le cerré la puerta! —volvió a cubrirse el rostro como si estuviera a punto de lanzar un grito desesperado—. Por la sagrada luna, ¿cómo voy a verlo a la cara ahora? —lloriqueó—. Es mi primera cita en siglos, no puedo creer que lo haya arruinado así.

El beta suspiró, negando con la cabeza. Este era el peor escenario posible, él aceptaba que su amigo no haya podido lanzarse a los brazos de ese alfa en la primera cita, era esperable, pero este era un escenario que no quería que sucediera.

—¿Crees que se ofendió? —le preguntó angustiado, TaeHyung no estaba seguro de qué contestarle porque en su caso él sí se habría ofendido y su expresión pareció demostrar esto a la perfección—. Por la luna... te juro que quería invitarlo a pasar, pero mi cerebro se bloqueó.

Eso tomó un poco por sorpresa a TaeHyung.

—¿Lo ibas a invitar a entrar, en serio?

JiMin apretó sus labios.

—Sí... bueno, realmente lo pensé —habló cohibido, mirando sus manos mientras sus dedos jugaban entre ellos—. Estaba un poco borracho y, bueno, él es atractivo... no me iba a quejar si entraba... ya sabes, no puede haber tensión si ambas personas no sienten lo mismo, es obvio que él también lo quería.

—¿Te dio esa confianza? Ahora de verdad necesito verle la cara.

—Tae, ¿no ves que estoy teniendo una crisis en este momento? —golpeó su hombro, estresado.

TaeHyung se quejó, acariciando la zona lastimada.

—Bueno, JiMin, a ver —Tae largó su brazo y palmeó la rodilla del omega—. Sigue siendo una cita con alguien al azar, tampoco es como que fuera el amor de tu vida. Ya qué, ahora al menos saliste de tu zona de confort y puedes volver a tener citas en general —trató de ser positivo—. Además, si te asustaste tanto al final, quizás fue mejor que no lo hayas dejado pasar.

—Es que fue una cita increíble, Tae —dejó caer sus manos sobre su regazo—. No tienes idea de lo cómodo que me sentí. Sabes que tengo que lidiar con alfas asquerosos todos los días y no sé si mi medidor de imbéciles se averió, pero YoonGi es un caballero y se sintió, no lo sé, como... muy bien —trató de explicarse, luciendo derrotado—. Es decir, claro que me habría gustado repetirlo, estuve toda la noche pensando en invitarlo a pasar, ¿entiendes eso? ¡Me acobardé!

—Nadie podría culparte por eso, no tienes práctica en ello —calmó TaeHyung—. Supongo que no eres ese tipo de persona, tal vez necesitas un poco más de experiencia para poder atreverte a estar así con alguien más —trató de razonar, esperando hacerlo sentir mejor—. El simple hecho de que te hayas planteado invitarlo a pasar es muchísimo.

—Pensé que ibas a regañarme por no haber llegado hasta el final —admitió con un pequeño puchero en su boca.

—¿Por qué haría algo como eso? —se rió incrédulo—. Claro que quería verte intentar, pero estuviste en una relación bastante larga que pretendía ser seria y estuviste soltero por años. Supongo que fue una equivocación mía pensar que ibas a poder tan fácilmente —se inclinó para acariciar su cabello con cariño—. Ya está, JiMin. Se pasa al siguiente y listo.

JiMin suspiró rendido y jugó un poco con sus manos, pensando en sus opciones. No le gustaba la idea de huir sin más, pero tampoco sabía cómo proceder. No se había encontrado en alguna situación similar antes y mientras más pensaba en ello se sentía cada vez más idiota.

Entonces JungKook salió de su habitación con su oso de peluche entre sus brazos, caminando rápido hacia el sofá para subirse en el regazo de JiMin.

—¿Qué pasa? —preguntó, rodeando su cuerpo en un abrazo.

—Quiero abracitos de papi —expresó, escondiéndose en el cuello de su papá, quien sonrió y lo apretó con más cariño—. Ya no quiero estar solito.

Awn. Está bien, bebé —apoyó su mejilla sobre la coronilla del infante, dándole el amor que él requería. Uno de sus orgullos era haber logrado que JungKook expresara sus sentimientos y necesidades como todo un experto, mucho mejor que él en realidad.

El par de amigos se miró mutuamente, dando por concluida la charla por ese momento y es que una de las cosas que había aprendido JiMin con los años (y durante sus clases) era que los niños eran mucho más inteligentes de lo que las personas solían creer; ellos son capaces de escuchar todo y vaya que pueden entender la mayoría de las cosas, aunque las interpretaciones de las mismas sean diferentes a las de un adulto. Además, eran máquinas de repetición, y lo que menos necesitaba el omega era que JungKook hablara en clase sobre sus desastres amorosos. Ya había tenido un episodio en el que el pequeño le dijo a su profesor que su padre biológico se había ido y dejó a su papi solo, lo cual era bastante vergonzoso de por sí.

—¿No quieres abracitos de tu tío Tete? —preguntó el beta y el niño negó con la cabeza, sus ojitos cerrados mientras JiMin acariciaba su espalda—. Ow, mi corazón se rompió —colocó una mano sobre su pecho, cayendo sobre el sofá como peso muerto y el pequeño no pudo evitar reírse mientras lo miraba, aunque no soltó a su papá en ningún momento.

—¿Por qué mejor no vas a preparar un par de sándwiches? —preguntó el omega—. Ya se acerca la hora de la merienda.

TaeHyung se sentó en el sofá, haciéndose el ofendido.

—¿Qué soy?, ¿tu sirviente? —se levantó del sofá—. Qué falta de respeto, sinceramente —continuó quejándose, caminando hacia la pequeña cocina—. ¿Tienes queso? Los haré tostados.

—Sí, no dejes que se quemen —le sonrió.

TaeHyung viró los ojos y encendió una hornalla mientras JiMin se acomodaba un poco en su lugar y se cruzaba de piernas, dejando a JungKook básicamente dentro de un enorme abrazo de oso lleno de cariño.

La temperatura del ambiente seguía fluctuando, había días menos cálidos que otros y JiMin agradecía que esa fuera una mañana particularmente fresca porque JungKook amaba los mimos, pero al omega se le hacía complicado darlos cuando estaba sudando.

En ese pequeño momento de silencio que era acompañado por el sonido de la bolsa del pan y los silbidos de TaeHyung, JiMin no pudo evitar pensar en cómo iba a encarar a YoonGi. Él no podía dejar las cosas así, no quería que el alfa se hiciera una mala imagen o que dejara de hablarle, incluso que le reclame por algo. No lo conocía en lo más mínimo y no sabía cómo podía tomar lo que sucedió, lejos de ser una necesidad que nacía en él por querer "quedar bien" frente al otro, también sentía que era un tipo de método de supervivencia el no querer que YoonGi se sintiera ofendido y es que uno nunca sabe qué tipo de personas se ocultan detrás de una sonrisa linda y acciones que pretenden ser amables, más un alfa que tiene todas las de ganar.

Aunque también se le hacía jodidamente extraño que su lobo estuviera tan tranquilo cuando se trataba de su vecino; normalmente se sentía arisco frente a los alfas, incluso con HyunSoo no se vió del todo satisfecho y JiMin sabía que debió haber escuchado a su parte animal, pero ahora mismo con todo el tema de YoonGi no estaba seguro de si su lobo podía ser de fiar porque actuaba como si conociera a YoonGi de toda la vida y eso no tenía ni un poco de sentido.

Su lobo se había encaprichado mucho con ese alfa, esa tenía que ser la explicación.

De repente, la puerta de JiMin fue tocada y TaeHyung apagó la sartén con los sándwiches casi listos para que JiMin no tuviera que levantarse del sofá. Él no estaba esperando a nadie y TaeHyung lo sabía, por lo que puso su mejor cara de malhumorado cuando abrió la puerta, esperando espantar a las visitas no deseadas.

—¿Quién es? —preguntó el castaño cuando se asomó por la puerta.

Del otro lado se encontraba parado un alfa de cabello negro largo, amarrado en una media coleta. Olía a café y a madera, pero TaeHyung no podía saberlo, sólo captó la esencia de un alfa frente a él, uno que creyó reconocer después de las infinitas descripciones que le dio su mejor amigo.

El la cara del alfa, por otro lado, se formó una expresión de sorpresa una vez procesó que a quien tenía enfrente no era JiMin.

—Oh, uh... —el alfa sonrió incómodo, dando un paso hacia atrás—. Lo siento, creo que me equivoqué de...

—No, espera —se apresuró a decir Kim—. ¿Buscas a JiMin? Ya le aviso, espera ahí, no va a tardar más de un segundo —dijo rápido—. No te vayas —cerró la puerta.

JiMin tenía su mentón sobre el hombro de JungKook, quien se encontraba sentado de espaldas a su regazo jugando a las palmaditas cuando TaeHyung llegó al sofá a zancadas, luciendo eufórico y apurado.

—¿Quién era?, ¿mi casero? —JiMin miró extrañado al beta que estaba tratando de levantarlo del sofá a toda prisa, pero el niño se opuso con una mirada de reproche y un sonido de queja, apartando las manos de su tío del cuerpo de su papá—. ¿Qué haces? Vas a hacer enojar a JungKook.

—Tu vecino está en la puerta, JiMin —apresuró con voz insistente, tomándolo del brazo—. ¡Levanta esas nalgas del sillón!

—¿Qué? ¿YoonGi? —se levantó de golpe. TaeHyung asintió, tratando de tomar a JungKook en sus brazos para que no interrumpiera, pero el niño se quejó otra vez y se alejó del agarre, más frustrado ahora—. No, déjalo —detuvo los intentos de su amigo, pero aunque TaeHyung parecía preocupado por ello, JiMin igual caminó hasta la puerta con JungKook acurrucado sobre él—. Yo me encargo, tú no digas nada —le apuntó con su dedo.

TaeHyung apretó los labios con estrés y lo siguió.

Con una mano JiMin peinó su desordenado cabello y arregló un poco su pijama, luego abrió la puerta. Del otro lado estaba YoonGi con las manos en los bolsillos de sus holgados pantalones, luciendo un poco más cohibido ahora, alejado de la puerta como si hubiera estado tentado a la idea de huir de ahí.

—YoonGi —lo llamó nervioso, acomodando a JungKook—. Hola... —saludó con la sensación de que las palabras se atoraban en su boca.

El alfa lo miró, luciendo apenado, pero ansioso. JiMin no estaba seguro de cómo sentirse, pero verse en pijama y con JungKook encima no era exactamente como se imaginaba el escenario de ellos dos hablando de nuevo.

—Hey —fue su manera de saludar—. Disculpa por interrumpir, no sabía que estabas... ocupado —apretó sus labios y tensó un poco sus hombros, evitando de soslayo la mirada del omega.

JiMin no entendió a lo que se refería, hasta que recordó que TaeHyung estaba en la casa.

—Oh, no, no —negó—. No interrumpes nada, tranquilo —le aseguró—. Sólo tengo un amigo de visita, pero no es nada —quiso querer explicarse y YoonGi pareció alejar un poco la tensión de sus hombros.

TaeHyung del otro lado colocó una mano sobre su pecho, articulando un "¿disculpa?" con sus labios.

—Ah, ya veo —JiMin era observador, siempre lo había sido y era algo necesario para su carrera, por lo que no se le hizo difícil darse cuenta de que el alfa se veía mucho más aliviado ahora, aunque estuviera tratando de disimularlo—. Bueno, aun así lamento interrumpir —tomó un poco de aire—, sólo me sentía un poco ansioso desde lo de anoche y quise venir a disculparme.

JiMin frunció sus cejas, confundido, ¿disculparse? ¿De qué quería disculparse YoonGi? JiMin estaba seguro de que esas líneas le correspondían a él, no al pelinegro. Entonces, YoonGi intercaló su mirada entre JiMin y JungKook un par de veces, como si estuviera pensando en qué palabras usar o si era buena idea continuar con la conversación.

—¿Disculparte? —no pudo evitar preguntar. TaeHyung, escondido del otro lado, también se estaba preguntando lo mismo.

—Yo... —se decidió por mirar a JiMin—. Creo que te presioné un poco, ya sabes, anoche... y no quería que pensaras que esa era la idea, de hecho fue muy divertido salir y al final siento que me pasé de la raya, entonces...

TaeHyung se cubrió la boca con ambas manos, impresionado con lo que estaba escuchando mientras que JiMin sintió el golpeteo de su corazón alterar a su lobo.

¿YoonGi se estaba disculpando? ¿Se estaba haciendo responsable por lo que sucedió anoche? ¿Ese alfa en serio estaba parado en la puerta de su casa, mirándolo como un perro mojado, pidiendo perdón por algo que no era su culpa?

—Espera —se apresuró JiMin, deteniendo sus disculpas. Tenía la cara roja y se sintió tonto por haber alzado un poco la voz en ese momento—. No te tienes que disculpar por eso, yo... digo, tú no hiciste nada malo, yo no debí cerrarte la puerta en la cara —admitió avergonzado, esperando que TaeHyung no estuviera escuchando, pero el beta vaya que se estaba riendo en voz baja—. Y-Yo debería estarme disculpando.

—Pero... ¿Seguro que no te presioné? Siento que pasé algún tipo de línea anoche y de verdad no querría que terminara así, en serio me gustó mucho salir contigo...

JiMin quería chillar. ¿Qué era este alfa que se hacía cargo de sus acciones? ¿De dónde había salido?

—Por la luna, YoonGi, no hiciste nada —JiMin llevó una mano a su cara casi riéndose, demasiado rojo ahora y con su corazón latiendo estúpidamente por el alfa frente a su puerta—. Lo siento, en serio, fue mi culpa.

—¿Seguro?

—Claro que sí —insistió, sus labios apretados en una sonrisa avergonzada—. Solo entré en pánico en ese momento, lo siento. Tú no hiciste nada y no estoy enojado —quiso aclarar.

—Oh, bueno... ¿Entonces estamos bien? —una de sus comisuras se levantó.

—Por supuesto —asintió.

—¿Así que no te molestaría salir de nuevo? —preguntó y TaeHyung no podía creerlo, JiMin tampoco—. Sería algo mucho más tranquilo —se apresuró en decir—, ¿te invito al parque?

YoonGi se veía como si estuviera esperando una negativa y Park se quedó en blanco un momento porque no esperaba que el alfa hiciera su movida tan rápido.

—¿Al parque de diversiones? —cuestionó JungKook de repente, mirando con atención al hombre fuera de su casa.

Ambos adultos miraron al niño como si acabaran de recordar que estaba ahí y se sonrieron con timidez cuando sus miradas chocaron una vez más. JiMin de inmediato le dijo a su hijo que no estaban hablando de eso y el pequeño puchereó, cruzándose de brazos.

—Pero yo quiero ir al parque... —frente a esto, JiMin miró a YoonGi como si se estuviera disculpando, pero el alfa parecía enternecido con la reacción de JungKook.

—Kookie, hablaremos de eso más tarde, ¿sí? —le dio un par de palmaditas en la espalda, esperando que se recostara una vez más sobre su hombro, pero el niño sólo miró a YoonGi con ojos de cachorro—. Bueno, ahora estás siendo manipulador —lo agarró de los cachetes para que lo mirara a él y JungKook frunció sus cejas de manera exagerada—. Esta es una conversación de adultos Kookie, harás que papi se enoje —advirtió seriamente.

JungKook entendió que era en serio, pero seguía luciendo enojado.

—Sí, no creo que sea buena idea hacer enojar a papi, chiquitín —comentó YoonGi y JungKook pareció estar de acuerdo porque un suspiro agotado abandonó sus pulmones.

Por otro lado, JiMin tenía la cara todavía más roja. Estaba seguro que el tono de voz de YoonGi fue diferente cuando dijo eso y que se escuchó ridículamente obsceno para él.

—E-En fin —carraspeó Park—, sí me gustaría —fue su respuesta una vez volvió a mirar a YoonGi—. Luego podemos acordar el día, ¿sí?

—Bien —sonrió contento—, genial.

—Genial —repitió JiMin, igual de emocionado.

—Nos vemos —asintió YoonGi y dio un par de pasos lejos de la puerta—. Ah, mandame un mensaje, después te cuento qué plan se me ocurrió exactamente —agregó antes de darle un papel con su número anotado que sacó de su bolsillo y JiMin asintió, tomando el papel con una sonrisa boba en su cara.

—Perfecto, despídete Kookie —miró a su hijo y este volvió a recostarse sobre su hombro—. Vamos Kookie, no seas así... —entonces el niño bufó, levantando su mano para despedirse del alfa que no pudo evitar sonreír.

—Chau, señor YoonGi —murmuró gruñón.

—Chau, chiquitín —se rió.

Cuando JiMin cerró la puerta suspiró como si hubiese acabado de pasar por el borde de un acantilado.

—¡Es muy guapo!

—¡Mierda, Tae! —colocó una mano sobre su pecho—. ¿Estuviste ahí todo este tiempo? —le reclamó y el beta asintió eufórico.

JungKook jadeó, interrumpiendo el intercambio.

—¡Mala palabra! —acusó el pequeño, mirando a su papi con reproche mientras se erguía entre sus brazos, provocando que JiMin apretara sus labios con culpabilidad—. Papi dijo la palabra con M.

—JiMin, al rincón, estás en tiempo fuera —señaló TaeHyung y el omega lo miró ofendido—. Ven, Kookie. JiMin tiene que cumplir con su castigo —atrajo al niño hacia él, quien se dejó hacer entre risas porque su papi estaba siendo castigado y eso definitivamente había tenido que ser el karma.

JiMin suspiró agotado y caminó hacia el rincón con los brazos levantados. Esa era una regla que él mismo había puesto, no podía no cumplirla o sería una contradicción para JungKook.

—Y cuando termines con tu castigo tu y yo vamos a hablar seriamente sobre tú-sabes-quién —dice TaeHyung con un tono de voz divertido, y JiMin se preguntó qué tanto más quería hablar si ya había oído toda la conversación de la puerta.

Y a pesar de que JiMin tuviera que estar ahí durante un minuto entero con los brazos arriba, había una pequeña sonrisa tonta en su cara.

La semana continuó y JiMin siguió con su vida porque no todo giraba en torno a YoonGi, para variar. El alfa bien que era una buena salida de la monotonía, pero él todavía necesitaba ir a trabajar y disfrutar de lo encantador que era atender clientes que no siempre dicen "gracias" y que no parecen darse cuenta de que los meseros son tan humanos como ellos, pero bueno, estaba acostumbrado.

—¿Puedes hacerlo más rápido? ¿No ves que estamos en mitad de algo? —le reclamó uno de los comensales, mirándolo como si fuera un idiota—. Si no hubieras dejado la copa tan cerca, no se habría caído.

—Lo siento, señor.

—Claro que debes sentirlo, ahora apresúrate.

JiMin se tragó un suspiro y continuó en lo suyo, limpiando el vino que el alfa que ahora lo estaba insultando derramó sobre la mesa. Hace un momento, fue llamado a la mesa por la pareja del hombre, una omega que lucía demasiado joven a comparación y quien no paraba de quejarse de que su cita era un despistado, todo al mismo tiempo que el idiota apuraba a JiMin como si el omega estuviera arruinando su cita.

—Les llenaré sus vasos enseguida —dijo una vez terminó de secar la mesa.

—¡Obviamente! —vociferó el alfa.

—Cállate, ¿no ves que nos haces pasar vergüenza? —reclamó su cita.

—¡Yo puedo decir lo que quiera, estoy pagando por un servicio!

JiMin pasó saliva y se retiró de ahí para llevarse las servilletas manchadas de vino. Cuando se giró para regresar a la mesa, se encontró con la omega saliendo del restaurante mientras era seguida por el tipo a través del restaurante.

Tenía que ser una broma.

JiMin alzó el brazo y lo agitó un poco para llamar la atención de WooSeok, el guardia de seguridad que se encontraba parado al lado de la puerta de entrada. Señaló hacia la puerta y el hombre entendió el mensaje, siguiendo al tipo que acababa de irse. Quizás había sido una táctica para no pagar la cuenta, quien sabe, los platos de ambos estaban prácticamente vacíos.

Mientras WooSeok se encargaba del tipo, él continuó con su turno, atendiendo a cada cliente que le tocara esa noche. Ese lunes el restaurante no se encontraba muy concurrido, pero eso no evitaba que se sintiera cansado por caminar alrededor.

Eventualmente, el tipo regresó al restaurante y pidió la cuenta, se veía molesto y JiMin juraba que tenía la marca de una cachetada en su cara. Cuando miró a WooSeok, el hombre lucía fastidiado, echándole una mirada furtiva al tipo antes de salir a la calle una vez más. EunJin le entregó la cuenta y recibió la tarjeta negra del alfa para cobrarle la cena, obviamente no obtuvieron propina, pero qué más daba.

Cuando el reloj marcó las diez de la noche y el último comensal de la noche se retiró, JiMin cerró la puerta y comenzó a limpiar las mesas.

—Seok, ¿qué pasó allá afuera? —JiMin escuchó la pregunta de EunJin, quien se encontraba limpiando otra de las mesas a su lado—. Parecía que el loco ese quería matar a alguien cuando le cobré.

El alfa negó con la cabeza suavemente. Era un tipo grande, brazos fuertes y rostro duro. A pesar de su aura intimidante, todos los que trabajaban con él sabían que era un alfa dulce y amistoso.

—Aparentemente, el tipo había gastado un montón de dinero durante la semana para cumplirle todos los caprichos a ella, o algo de eso escuché cuando llegué. Parecía ser que él sentía que ella le debía algo —negó con la cabeza—. El tipo trató de agarrarla del brazo para meterla al auto, pero ella le dio una cachetada. Ahí fue cuando intervine, lo metí aquí y luego la ayudé a pedir un taxi.

—Qué imbécil —opinó JiMin—. Espero que ella esté bien ahora —frunció un poco sus labios.

—¿Habrá sido una sugar baby? —hipotetizó EunJin—. Se veía como de mi edad.

—Uhg —JiMin viró los ojos y continuó limpiando.

—No hagas esa cara, todos tenemos el deseo oculto de que nos mantengan y nos compren cosas caras —molestó otro de sus compañeros, HyunDae. Un omega encantador con una sonrisa dulce, de cuerpo delgado y manos delicadas—. Sería una mierda que fuera como ese tipo, pero si fuera un amor de persona no lo pienso dos veces y me voy de este trabajo.

JiMin se rió y negó con la cabeza. No estaba de acuerdo con eso, tampoco sabía si podría estarlo. Le encantaba la idea de tener dinero, pero depender de alguien era en definitiva el peor de los escenarios.

—Claro que quiero ser una omega independiente y todo el show —continuó EunJin, al aparecer habían estado debatiendo un poco al respecto—, pero si se me presenta la oportunidad de que un viejo a punto de morir me de dinero... —movió sus cejas—. ¿Tú no, JiMin?

—Creo que detesto la idea porque no quiero coger con alguien que tenga el pene arrugado —decidió decir.

—No todos quieren coger —se apresuró a decir HyunDae—. Algunos están tan solos y tristes que lo único que quieren es que hables con ellos.

—Esos me interesarían más —se rió.

—No digan eso, ustedes pueden ser independientes y conseguir valerse por sí mismos sin necesidad de nadie —argumentó WooSeok, tratando de ser más positivo al respecto. Se veía sorprendido por lo que estaba escuchando, ignorante del tono sarcástico que estaban usando sus compañeros.

EunJin se rió. WooSeok daba un poco de ternura.

—Da igual, no creo que un sugar daddy aparezca de repente a resolver todos nuestros problemas, no tenemos tanta suerte —se lamentó la omega pelirroja.

—JiMin.

El omega se giró cuando escuchó que lo llamaban y se encontró con su jefe al otro lado del restaurante. El hombre le dedicó una sonrisa y le hizo un ademán con su mano para que fuera hasta donde estaba, así que JiMin se excusó con sus compañeros y caminó hacia la oficina del alfa que se encontraba unos cuantos pasos hacia un pasillo detrás de la caja.

—¿Pasa algo? —preguntó.

El hombre negó con la cabeza.

—¿Por qué tendría que pasar algo? —se rió—. Simplemente quería conversar un poco contigo —le dijo animado.

JiMin zumbó en entendimiento y entrelazó sus manos frente a su regazo. La oficina no era realmente grande, sólo tenía un pequeño escritorio y una computadora. Su jefe se encargaba de la parte administrativa del restaurante y no solía llamar en privado a menos que quisiera hablar de pagos, despidos, capacitaciones y demás. Sin embargo, JiMin no creía que la razón ahora fuera algo importante, no cuando ya había sido llamado a la oficina antes y ninguna de esas veces tuvo conversaciones con su jefe que fueran de su interés.

Ahora que lo pensaba, su jefe se había tardado un poco en llamarlo en privado. Antes lo hacía alrededor de tres veces al mes, ahora no recordaba cuándo había sido la última vez.

Esperaba que quisiera hablarle de un aumento de sueldo, como mínimo.

—Me enteré de lo que pasó hace un rato —se cruzó de brazos, mirándolo con interés—. ¿Está todo bien?

JiMin asintió de inmediato.

«Ah, era eso», pensó.

—Sí, ya sabe, siempre hay clientes así —se encogió de hombros con desinterés—. WooSeok se encargó de que no se fuera sin pagar, así que él es el héroe de esta noche —forzó una risa que su jefe acompañó.

—Ya veo, me alegra que no haya pasado a mayores. Sabes que me preocupo mucho por ustedes —le dijo con un tono que acompañaba sus palabras.

—Sí, lo sé... —desvió la mirada.

JiMin sabía que eso no era del todo cierto.

—¿Cómo ha estado tu hijo? —su jefe preguntó de repente en un intento de que el ambiente no se volviera más incómodo de lo que JiMin de por sí sentía.

—Está bien, ¿por qué la pregunta?

El alfa se encogió de hombros, apoyando ahora sus manos a ambos lados sobre el escritorio. Era atractivo, tanto como podría serlo un alfa a sus cuarenta años. Tenía una mirada serena la mayoría del tiempo, tan intimidante como cualquier alfa podría serlo. Se vestía bien, olía bien y siempre se comportaba como todo un encanto con todo el mundo, pero a veces JiMin sentía que con él era demasiado.

—Tengo entendido que todavía no se ha presentado —señaló—. ¿Sabes? Estuve pensando, si necesitas ayuda con él yo estoy disponible, puede que sepa alguno que otro truco para tratar con niños a esa edad.

JiMin apretó sus dientes, pero forzó una sonrisa.

—Es lindo que se ofrezca, pero todavía no sé si va a ser un alfa u omega, así que por el momento no necesito...

—Sólo digo —se rió, dando un paso hacia adelante. JiMin se tensó—. Me gustaría que sepas que puedes apoyarte en mí si lo necesitas, no dudaré en darte una mano para cualquier cosa —explicó, acercándose un poco más. JiMin apretó sus labios en una sonrisa que pretendía ser amable, tentado a dar un paso hacia atrás.

—Sí, lo sé —dijo y carraspeó un poco debido a que su voz había salido más débil de lo que esperaba—. Le avisaré, lo prometo —afirmó, pero esa era una mentira.

El hombre le sonrió, satisfecho con esa respuesta. JiMin sólo tragó, bajando un poco la mirada. La cercanía hacía que pudiera oler el aroma a pino de su jefe y no sentía que fuera correcto, JiMin odiaba el aroma a pino.

—Por cierto —empezó una vez más el alfa, tomando un poco de aire—, este fin de semana...

—Disculpe señor Kim, pero tengo que regresar rápido a casa —se apresuró en decir, rompiendo la aparente tensión que se estaba formando dentro de la sofocante oficina—. JungKook tiene gripe —mintió—. Seguro que lo entiende.

El hombre parpadeó y luego asintió de inmediato.

—Claro, sí. No pasa nada, puedo llevarte a casa si quieres.

—No, está bien, no se preocupe —se despidió con su mano y abrió la puerta de la oficina—. Salude a su esposa de mi parte, señor Kim —finalizó, su tono de voz severo escondido entre los tintes dulces de un timbre fingido.

—C-Claro...

JiMin se alejó de ahí para ir directamente al baño a cambiarse el uniforme. Trató de no pensar demasiado en la sensación incómoda que había dejado residuos en su cuerpo, simplemente ignorando el escenario que acababa de presenciar porque de otro modo terminaría vomitando.

No era la primera vez, pero había aprendido a sobrellevarlo lo mejor que podía. Su jefe no era una mala persona, trataba bien a todos y le daba sus pagas a tiempo, siempre fue amable con él y siempre se encargó de ayudarlo con días libres y pagos adelantados cuando realmente lo necesitaba. El único problema eran esos pequeños momentos, esos incómodos escenarios en donde sentía que, en cualquier momento, él querría tomar algo.

«Necesito el trabajo, necesito el trabajo», se repitió mientras se vestía. No iba a encontrar algo mejor y definitivamente no quería intentar salir por ahí a ver qué podría darle la misma cantidad de dinero porque seguramente terminaría en un lugar peor. A comparación, la estaba pasando mucho mejor que otros omegas.

Salió del restaurante a la hora de siempre, se despidió de EunJin y de sus demás compañeros frente a la promesa de que deberían salir un día que no estuvieran tan ocupados. Caminó hasta la parada de autobús bajo la negrura de la noche y el respiro fresco que traía consigo durante esos días calurosos. El cuerpo ya comenzaba a dolerle a esas horas, preso del cansancio que comenzaba una vez más y que le pedía acostarse en su cama tan pronto como fuera posible.

—Papi... hola papi —saludó un medio dormido JungKook mientras JiMin lo cargaba contra su cuerpo, minutos más tarde de que el omega llegara al edificio.

—Hola, bebé —besó su mejilla—. Vamos a casa.

Se despidió de la señora Hwang y se metió en el ascensor que lo llevaría a su piso, bostezando mientras los números en la pequeña pantalla al lado de las puertas bajaban lentamente. JungKook se acurrucaba contra su cuerpo, dormitando en espera de su cama, y JiMin suspiraba luego de otro día de trabajo finalizado.

Mientras abría la puerta de su casa por fin, su atención se dirigió por un momento a la puerta de la casa de YoonGi. Su lobo levantó las orejas con interés a pesar de que tenía mucho sueño, pero él sólo negó con la cabeza y entró de una vez.

Después de acostar a JungKook en su cama y luego irse a la propia, JiMin se quedó mirando el techo de la habitación por un momento.

¿Por qué en lo único que podía pensar ahora era en YoonGi?

No ocurrió nada interesante durante la semana, pero así eran las vacaciones: nunca había mucho que hacer esos días. Sin embargo, JiMin sí se encontró con YoonGi un par de veces por el pasillo. Siempre lo saludaba y de vez en cuando intercambiaban un par de palabras y sonrisas cómplices antes de regresar a sus asuntos.

TaeHyung se ofreció a cuidar a JungKook cuando el sábado arribó, que fue la fecha que el omega tuvo que acordar con YoonGi porque parecía ser el único día en el que ambos se encontraban por completo libres. Aun así, JiMin no estaba seguro de si aceptar que su amigo cuide al pequeño, pero TaeHyung odiaba que su casi-sobrino se quedara con personas que no fueran ellos y la señora Hwang no se encontraba disponible ese día.

JiMin se esforzaba en pasar la mayor cantidad de tiempo posible con su hijo porque le daba terror que JungKook comenzara a querer más a la niñera que a él mismo. Aprovechar cada momento juntos era crucial, por lo que sentirse culpable era inevitable sabiendo que había hecho planes de salida un sábado cuando se suponía que los fines de semana eran para ellos dos.

Consideró la idea de acordar otras fechas con YoonGi si acaso las citas continuaban, pero esperar tener más citas con YoonGi podría sonar demasiado soñador, según él mismo.

Finalmente, TaeHyung apareció en la tarde de aquel sábado no tan caluroso para llevarse a JungKook, pero esta vez el pequeño quiso oponer un poco más de resistencia porque quería quedarse con su papá a como diera lugar.

—El domingo vamos a comer helado, ¿sí? Te voy a compensar el día de hoy, lo prometo —JiMin trataba de no mentirle a JungKook, tampoco rompía promesas, así que esperaba que su hijo accediera sabiendo eso.

Sin embargo, JungKook sólo lo miró con ojos llorosos mientras TaeHyung sujetaba su mano. Ellos estaban a punto de entrar en el auto del beta y JungKook sólo se plantó como protesta, haciendo su berrinche.

—Vamos, Kookie. Tu papi tiene cosas que hacer —TaeHyung trató de convencerlo.

—No, papi va a salir con el señor YoonGi —señaló y la cara de JiMin se puso roja—. Eso no es tan importante ¡No me quiero ir! —exclamó, ahora tratando de soltarse del agarre de TaeHyung.

JiMin se planteó ser mucho más quisquilloso con lo que dejaba que JungKook escuchara.

—Bebé...

—Mira, Kookie —TaeHyung se adelantó a las palabras de JiMin—. Cuando sales con tus amigos, ¿sientes que es importante para ti?

El niño se negó a escuchar razones o preguntas, él simplemente continuó tratando de soltarse hasta que TaeHyung finalmente lo dejó ir. De inmediato, JungKook abrazó las piernas de JiMin, quejándose y lloriqueando porque quería que su padre lo cargara y lo llevara a casa de nuevo. JiMin miró a TaeHyung con pena y su amigo lo detuvo para que no cargara a su hijo.

—Pero...

—JungKook —TaeHyung insistió, pero el niño se abrazó con más fuerza—. ¿Puedes escucharme un momento?

—¡No! —gritó.

JiMin suspiró, rendido. No había sido buena idea, debería decirle a YoonGi que no iban a poder ese día. ¿Quizás mañana? Tal vez tendría más suerte. Sin embargo, cuando abrió la boca para decirle a su amigo que ya no importaba, TaeHyung se arrodilló al lado de JungKook, buscando su mirada.

—Oye, Kookie —tocó su hombro, a lo que el niño negó con la cabeza. JiMin le hizo señas para que lo deje así, pero TaeHyung negó con la cabeza, serio en su mirada—. ¿Te puedo preguntar algo? Luego te voy a dejar en paz, ¿okay? —el niño dudó, pero lo miró con sus cejas fruncidas—. Cuando sales y te diviertes en el parque con tus amigos o con HoSeok, ¿para ti es importante?

JungKook miró a su tío durante un largo rato, procesando lo que había dicho. JiMin sólo se quedó callado y esperó.

Al final, JungKook bajó la mirada y profundizó su puchero.

—Sí, para mi es importante...

—¿No crees que para JiMin también es importante? —el omega agrandó los ojos—. No creo que sea lindo que digas que no es importante cuando no sabes lo que siente tu papá, ¿por qué no le preguntas?

JungKook apretó sus labios, levantando su mirada para observar a JiMin con ojos cargados de tristeza.

—¿Para papi es importante salir con el señor YoonGi?

TaeHyung también miró a JiMin, casi diciéndole con mirada que respondiera que sí para que el niño se calme. Al mismo tiempo, JiMin comenzó a sentir que la presencia del alfa estaba desordenando muchas cosas ahora, por lo que se sintió presionado. Irónico, ya que su hijo estaba haciendo una pregunta inocente, no le estaba preguntando si YoonGi iba a ser su nuevo papá o algo así.

—Sí, es importante para mí —fue su respuesta, convencido de que lo había hecho sólo para que JungKook no continuara con su berrinche.

El niño volvió a bajar la mirada, abrazándolo un poco más fuerte. Sorbió su nariz y miró a TaeHyung con lágrimas en los ojos. Con el drama que estaba haciendo al respecto cualquiera pensaría que esa iba a ser la última vez que iba a ver a su papá, así que era obvio que el berrinche a comparación podía lucir desmedido. JiMin no recordaba que su hijo fuera tan emotivo, era algo a lo que debía prestar mucha más atención ahora, no podía dejar que YoonGi lo siguiera distrayendo.

—Está bien —dijo resignado, dejando caer sus hombros y soltando a su papá—, ¿entonces mañana vamos por helado?

JiMin se agachó y besó su frente.

—Claro que sí, mi bebé.

—¿Promesa?

—Promesa.

JungKook sonrió y lo abrazó, finalmente yéndose con TaeHyung.

JiMin se tomó un momento para relajarse, se arregló un poco las arrugas inexistentes de la ropa y se metió en el edificio de nuevo para tocar la puerta de YoonGi.

El plan con YoonGi era bastante sencillo para esa cita, sólo implicaba caminar por un sendero marcado en un parque frente al río Han, el cual se encontraba rodeado de cientos de locales. Ellos podían llegar en autobús y simplemente atravesar a su ritmo la zona iluminada por las pequeñas luces puestas a modo de decoración alrededor de algunos árboles, las cercas y locales, así como las luces de la gran ciudad que iluminaban el horizonte. Había suficiente gente para que no se sintiera desolado y al mismo tiempo pudieran tener un poco de privacidad. A JiMin le gustaba esa informalidad, nunca fue muy fan de cenas elegantes a la luz de las velas después de todo.

Se sintió mucho más acogedor, más íntimo, y JiMin suponía que era una de las cosas que más embelesado lo tenía porque no había dejado de sonreír durante el transcurso de las horas. Incluso YoonGi le había comprado un helado de chocolate y el omega no estaba seguro de cómo sentirse para ese punto. Podía llegar a ser un poco cliché, pero lo estaba disfrutando en demasía, su lobo también.

Su lobo era quien más lo disfrutaba en realidad.

—¿Sabes lo mejor del helado de chocolate? —preguntó YoonGi de repente, mientras ambos caminaban por el sendero.

Las luces brillantes que iluminaban el parque lucían casi mágicas frente a ambos, siendo acompañados por las voces de las personas que caminaban alrededor y que no dejaban de comprar cosas en los camiones de comida rápida que se amotinaban al otro lado del parque.

—¿Qué cosa? —preguntó con la cabeza algo ladeada, bastante curioso de su respuesta porque YoonGi había pedido otro sabor.

—Cuando lo tiras y compras un helado de ron con pasas —bromeó, provocando que JiMin le diera un golpe en el hombro mientras reía.

—¿Cómo no te va a gustar el helado de chocolate? —cuestionó ofendido—. Tienes terribles gustos, por la luna...

—Yo no lo creo —le dijo seguro, una mano en su bolsillo y una sonrisa ladina en su cara—. Tengo buen gusto, créeme —afirmó.

JiMin lo miró con una ceja alzada, como si no le creyera, y YoonGi sólo continuó comiendo su helado con una expresión de complicidad pintada en su cara.

«Es estúpidamente atractivo», pensó JiMin y se rió de sí mismo.

Se rieron de cientos de cosas más, hablaron de otras tantas, y continuaron contando anécdotas de sus vidas, conociéndose, creando lazos sin darse cuenta mientras se dedicaban miradas coquetas entre cada pequeña conversación.

JiMin aprendió que YoonGi sonreía de una manera en la que sus encías se mostraban, que había ganado un concurso de deletreo cuando era pequeño, que sabía tocar la batería y que fue parte de una banda cuando era más joven. JiMin admitía ser un poco más duro contando su vida, más aún sabiendo lo que abrirse implicaba, pero le contó muy por encima que el contacto con sus padres se vio fracturado cuando inició su embarazo, le contó sobre lo frustrante que podía ser la universidad y no se dio cuenta de que YoonGi había notado la manera en la que sus ojos desaparecían por completo cuando se reía a carcajadas.

—Me siento un poco culpable por haber ilusionado a JungKook con ir al parque de diversiones —comentó de la nada YoonGi, sentando en un columpio de un parque vacío que encontraron durante su recorrido.

JiMin a su lado se balanceaba, negando con la cabeza. La mención de su hijo le hizo recordar el escenario de hace unas horas y la intranquilidad se coló en él una vez más.

—Sí, bueno, él aprovecha cada momento que puede para decirme que quiere ir —admitió—. Ni siquiera es cualquier parque, si le preguntas a cuál quiere ir él te responderá: "¡Al parque de BT21!" —imitó la voz de su niño.

YoonGi se rió, mirándolo sorprendido.

—¿Ese no queda como a una hora en tren?

—Treinta y cinco minutos, de hecho —aclaró JiMin, claro que había investigado al respecto—. La entrada cuesta un ojo de la cara y aunque me encantaría, también debemos llegar a fin de mes, así que no se podrá pronto —se encogió de hombros, impulsándose un poco más—. ¡A que llego más alto que tú!

YoonGi salió de su burbuja y miró a JiMin con cejas fruncidas y sonrisa retadora.

—¿Me estás retando, Park JiMin? —habló alto, comenzando a impulsarse para alcanzar al otro que no paraba de reírse—. ¿Cómo te atreves?

Ambos se alzaron lo suficiente como para que la estructura del columpio comenzara a temblar, así que JiMin se lanzó y cayó de pie como todo un experto, pero cuando YoonGi lo intentó terminó chocando contra él y provocando que ambos cayeran sobre el pasto entre carcajadas. Era ridículo, de alguna manera, pero ahí estaban, riéndose como un par de quinceañeros disfrutando del mejor momento de sus vidas, con sus lobos aullando y con sus corazones latiendo.

—Estoy muy viejo para esto, YoonGi —se reía, sentándose en el suelo mientras miraba sus manos llenas de pasto y un poco de tierra. No recordaba haber jugado así en un parque cuando niño, sólo tenía recuerdos con JungKook.

—Si eso es viejo, entonces cuando tengamos más de treinta años no sé qué nos va a quedar —comentó el alfa, relajado en el suelo mientras miraba el cielo negro del firmamento. JiMin se sacudió las manos y lo miró con interés—. Mira, la luna —hizo un gesto con su mentón.

JiMin miró hacia arriba. Esa noche había luna llena, brillando en todo su esplendor.

Desde siempre, la luna había sido algo que generaba en todos ellos una sensación calurosa en el pecho, como si estuvieran en casa. Su lobo movía la cola, encantado con la vista.

—¿No te dan ganas de aullar? —preguntó el alfa y JiMin miró a YoonGi con las cejas fruncidas en duda.

—No —se rió por lo extraña de la pregunta. Aunque lo pensó un poco y su lobo continuó moviendo la cola, interesado en la pregunta y en lo que eso implicaba. Hace siglos, sus animales espirituales podían manifestarse en sus cuerpos, pero JiMin bien sabía que los instintos de sus lobos ya no les afectaban tanto como para aullar—. Bueno, yo no —admitió.

—Deberíamos aullar para honrar a nuestros ancestros —dijo con gracia y tomó aire.

Antes de que JiMin pudiera procesar lo que ocurría, YoonGi largó un aullido desde su posición acostado en el suelo. De inmediato, el omega se lanzó sobre él y cubrió su boca, sintiendo sobre ellos el par de miradas de las personas alrededor.

—¿Qué te pasa? —aunque debía sonar como un reclamo, JiMin no podía dejar de reír—. ¿Cómo vas a aullar así de repente? ¿Estás loco?

—Te avisé —tomó la mano de JiMin y la apartó de su boca, acompañando su risa—. Mira, lo haré de nuevo —volvió a tomar aire.

—¡No! —se carcajeó, encimándose sobre él—. ¡Basta!

—No puedo creer que rechaces a tu sangre de lobo, Park JiMin —molestó, removiéndose del agarre de JiMin.

—Y yo no puedo creer que estés aullando en mitad de un parque, Min YoonGi —reclamó, golpeando su pecho sin mucha fuerza—. Estás loco.

—Tal vez —arrugó su nariz y JiMin le devolvió el gesto.

Ambos comenzaron a forcejear entre risas, cubriéndose de tierra y de pasto. Las miradas de los demás seguían cayendo sobre ellos ocasionalmente, pero a JiMin dejó de importarle porque no recordaba haber reído tanto antes.

La noche avanzó y ellos no podían quedarse en el parque para siempre, así que se fueron animados, conversando sobre trivialidades y riéndose de tonterías. YoonGi no dejaba de mencionar lo decepcionado que estaba de que JiMin no fuera un lobo de verdad y el omega no podía creer que su vecino fuera tan infantil. Aun así, era un detalle lindo. YoonGi siendo juguetón era, sin duda alguna, tan atractivo como lo sería conduciendo su motocicleta.

JiMin abrió la puerta de su casa luego de que entraron al edificio y se giró para despedirse de YoonGi, quien lucía menos atrevido que la última vez, simplemente relajado con las manos dentro de los bolsillos de su pantalón de jean, dándole su espacio como si fuera una lección aprendida.

Sin embargo, JiMin quería tenerlo encima.

—Fue divertido —le dijo JiMin, sonriendo tontamente—. Excepto la parte en la que nos hiciste pasar vergüenza en el parque.

YoonGi parpadeó como si estuviera ofendido y colocó una mano sobre su pecho.

—No lo puedo creer, tú también te estabas riendo.

—Pero me estaba muriendo de vergüenza —molestó.

YoonGi sonrió ladino y, ahí estaba otra vez, esa mirada profunda que hacía que JiMin estuviera tentado a morderse los labios.

—No me quejaría si saliéramos pronto, una vez más —comentó YoonGi, provocando en el otro una risa llena de timidez—. Sólo si tú quieres, claro...

—Sí, me encantaría —dijo de inmediato, atontado en su tono.

YoonGi sonrió de nuevo.

—Un amigo me habló de una discoteca muy buena en el centro de la ciudad, pero si es demasiado, un picnic es otra de las opciones.

—Definitivamente el picnic —soltó una risita, YoonGi asintió. Entonces, la imagen fugaz de JungKook haciendo un puchero lo hizo regresar a tierra—. Aunque... quizás deba ser la otra semana arriba, me siento culpable si no le dedico un fin de semana solo a JungKook —admitió un poco cohibido.

Este sería el momento perfecto para que el alfa se queje, que salga con algún comentario pasivo-agresivo sobre compartir al omega con su hijo o algo parecido, pero YoonGi sólo asintió como si fuera lo más lógico del mundo.

—Por supuesto, no te preocupes, no quiero que JungKook se enoje conmigo por robarme a su papi —sonrió, y se escuchaba tan genuino en sus palabras que JiMin quiso suspirar. Aunque el apodo de "papi" sonaba muy obsceno viniendo de YoonGi, no importaba qué tan inocente luciera su cara al decirlo—. Espero que no suene mal para ti, pero no me molesta si él viene al picnic, ¿sabes? Es un niño, me imagino que amaría correr por ahí y jugar a la pelota con Holly —le dijo, encogiéndose un poco de hombros—. Si quieres...

—Oh... —parpadeó—. Supongo que puedo pensarlo... —de hecho, no estaba seguro de qué decir ante eso, era lo que menos se imaginaba que el alfa diría—. Te aviso, ¿sí?

—Bien —asintió y dio un par de pasos hacia atrás—. Buenas noches, JiMin.

—Buenas noches, YoonGi... —se mordisqueó el labios inferior con nervios y vio cómo YoonGi se alejaba para ir hasta su puerta, dudando sobre lo que quería hacer y cuestionándose sobre si era buena idea, pero no quería dejarlo pasar y su lobo quizás lo estaba presionando demasiado—. Espera, olvidé algo —se apresuró en decir, tomando la camiseta de YoonGi para acercarlo de vuelta.

YoonGi ni siquiera logró procesar lo que el omega dijo cuando sus suaves labios se posaron sobre su mejilla en un dulce y pequeño beso de despedida.

—Hasta luego —JiMin se apresuró en decir y se metió dentro de su casa, cerrando la puerta rápidamente.

YoonGi se quedó parado en el pasillo, una sonrisa presionando para salir en su cara mientras JiMin se alejaba lo más posible de la puerta, huyendo como todo un cobarde mientras pensaba que había hecho demasiado.

Entonces, su celular vibró con una notificación.

JiMin pataleó contra su cama y gritó contra su almohada.

Mierda, se sentía como un adolescente. 

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