I Want You. | | Camren.

By noeliafanning1

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Esta historia pertenece a alguien, yo solo la estoy volviendo a subir porque fue borrada. Todos los derechos... More

SINOPSIS
hola je
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Capítulo 24.
Capítulo 25.
Capítulo 26.
Capítulo 27.
Capítulo 28.
Capítulo 29.
Capítulo 30.
Capítulo 31.
Capítulo 32.
Capítulo 33.
Capítulo 34.
Capítulo 35.
Capítulo 36.
Capítulo 37.
Capítulo 38.
Capítulo 39.
Capítulo 40.
Capítulo 41.
Capítulo 42.
Capítulo 43.
Capítulo 44.
Capítulo 45.
Capítulo 46.
Capítulo 47.
Capítulo 48.
Capítulo 49.
Capítulo 50.
Capítulo 51.
Capítulo 52.
Capítulo 53.
Capítulo 55.
Capítulo 56.
Capítulo 57.
Capítulo 58.
Capítulo 59.
Capítulo 60.
Capítulo 61.
Capítulo 62.
Capítulo 63.
Capítulo 64.
Capítulo 65.
Epílogo.

Capítulo 54.

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By noeliafanning1

Aquella cínica sonrisa no salía de su rostro. Sentí que la sangre me hervía ¿Qué diablos hacia él aquí? 

— ¿Qué quieres? — Le pregunté de mala manera. Él volvió a mirar a Camila. 

— ¿No me vas a invitar a pasar? — Me preguntó. 

Me quedé quieta en el lugar... no iba a dejarlo pasar.

Sentí unas pequeñas manos apoyarse en mi espalda. Giré mi cabeza y la miré. Ella asintió levemente. 

— Pasa. — Le dije a mi padre y me corrí de la puerta. Él entró y miró a su alrededor. 

— Buenos días, Camila. — Le dijo a ella.

— Buenos días señor Jauregui. — Le respondió.

— Espero no haber llegado en un mal momento. 

— No, para nada. — Dijo Karla y sonrió de manera falsa. Reí por lo bajo. — Estábamos por desayunar ¿Quiere desayunar con nosotras? 

— No gracias. — Dijo él y se sentó en una de las sillas. Camila me miró y sonrió de manera dulce.

— ¿Qué lo trae por aquí señor Jauregui? — Le preguntó.

— Necesito hablar unos asuntos con Lauren. — Le dijo de manera tajante.

— Bueno... yo ya me estaba por ir, y... 

— No, tú no te vas a ningún lado. — La detuve. Ella me miró. — Cualquier cosa de la que me quieras hablar puedes hacerlo delante de Camila, padre. 

Él me miró fijo, y luego miró a Camz.. Ella se veía algo sorprendida. 

— Es un asunto delicado. — Prosiguió él. 

— No interesa, yo no tengo secretos con mi novia. Si no se entera ahora, se va a enterar después. 

— ¿Novia? — Preguntó confundido. 

— Oh, como fui tan tonta de no decirte papi. — Dije irónica y me acerqué a Camz para abrazarla de costado. — Te presento a tu nuera... ¿no es encantadora? 

Michael nos miró algo atónito. Giré mi cabeza para mirar a Camila y sus mejillas estaban totalmente enrojecidas. Levantó la cabeza y me miró. Le guiñé un ojo y negó divertida con la cabeza. 

— Así que, son novias. 

— Si. — Dijo ella asintiendo. — Espero que le agrade la idea de tenerme en su familia. A mi me encanta que usted sea mi suegro. — Noté aquel particular tono de sarcasmo. 

— Claro que estoy contento, no te imaginas cuanto pequeña. — Le dijo él. 

Noté algo muy extraño en aquella afirmación. Lo miré fijo, tratando de saber que pretendía. 

— ¿Y bien? ¿A qué has venido? — Le pregunté de manera cortante. 

— Cariño, no seas tan grosera. ¿Por qué no le ofreces una taza de café a tu padre? — Me preguntó mi bella novia. La miré y ella alzó ambas cejas. 

— Oh si, tienes razón amor. — Le dije y me acerqué a donde estaba ella. — Papi, ¿quieres café? 

— Un poco estaría bien. — Me dijo él.

Agarré una taza y serví el café. Me acerqué al oído de Camila. 

— ¿Puedo escupir un poco en él? — Le pregunté. 

Ella soltó una leve risita y ambas miramos a mi padre. 

— Un poco no estaría mal, creo que ha arruinado algo. — Susurró ella. 

— Ha arruinado todo. — Le aseguré. Tomé la taza y se la dí a mi padre. — Aquí tienes... 

— Gracias. — Susurró él. 

— Bueno, ¿A qué has venido exactamente? — Le pregunté mientras me sentaba frente a él. 

Camila tomó un vaso de jugo y se sentó a mi lado, mirando fijamente a mi padre. Él la miró y luego volvió su vista a mí. 

— Quiero que trabajes conmigo de nuevo. — Me dijo. 

— ¿Para qué? — Le pregunté. 

— Porque lo necesito, ya te dije una vez que hay veces que yo no puedo firmar los papeles y como tú eres mi hija necesito tu ayuda. 

— ¿Qué clase de ayuda señor Jauregui? — Preguntó Camila apoyando el vaso en la mesa. 

Él la miró con recelo. Estoy completamente segura que no le agrada para nada que Camz este sentada frente a él escuchando todo. Principalmente porque no puede hablar como quiere. 

— Tengo muchos negocios señorita Cabello y no puedo atenderlos todos. 

— Que lastima señor Jauregui. Pero ¿no le contó Lauren que esta semana que viene tenemos exámenes en la Universidad? — Preguntó y me miró. — ¿No le contaste, cielo? 

La miré extrañada. Nosotras no teníamos ningún examen o algo parecido esta semana. Entonces entendí aquello. Miré a mi padre. 

— ¿No te conté papá? — Le pregunté. Él me miró serio. — Lo lamento otra vez... no sé que pasa conmigo últimamente que me estoy olvidando de contarte tantas cosas importantes. 

— Bueno, eso no es nada. — Dijo Camila y sonrió. — Entonces señor Jauregui... no creo que Lauren pueda colaborar con su ayuda esta semana. Y tampoco la otra. 

— ¿Por qué? — Preguntó él de mala gana. 

— Lauren y yo... estamos trabajando juntas en la oficina de mi madre y... le prometimos que en las próximas dos semanas íbamos a ayudarla en un proyecto muy importante que tiene. ¿O no amor? 

— Si... también me olvidé de aquello. ¡Que cabeza de novia la mía! — Dije divertida y con Camila nos echamos a reír.

Michael estaba más serio de lo que la situación ameritaba. Simplemente me encanta verlo así. Molesto, sin saber que decir, ni que hacer. 

El timbre de mi casa volvió a sonar. Camila me miró y yo la miré. Ambas fruncimos el ceño. 

— Que solicitados que estamos hoy, Lauren. — Dijo ella poniéndose de pie. — Yo iré a abrir.

Camz se alejó de mí y miré a mi padre. 

— No me gusta para nada las atribuciones de esta jovencita. — Me dijo por lo bajo. Sonreí levemente. 

— Me importa un comino si te agrada o no. Yo la amo y eso es lo importante. — Le dije sin dejar de mirarlo. 

— ¿Acaso tengo que venir yo hasta aquí para que mi hija me de la hora? — Escuché su voz y me paralicé. 

Rápidamente me puse de pie. Ella entró al departamento. Mi padre giró la cabeza y la miró. De sus ojos destelló algo que hacia mucho no le veía... Obsesión. 

Ella dejó de caminar al verlo allí parado. Camila se quedó quieta a su lado y miró preocupada la escena. ¿Qué diablos hace ella aquí? 

— Clara. — Habló mi padre. 

Vi que los ojos de mi madre se humedecían y entendí que el pasado y todo el dolor volvieron a ella como si nunca se hubieran ido. 

Una sonrisa estúpida se curvó en el rostro de mi padre. Volví la vista a mamá y sus ojos cada vez estaban más cristalinos. 

— Clara, mi amor, has vuelto. — Dijo Michael. Mi madre dejó de mirarlo. 

— Creo que no, que no he venido en un buen momento, vuelvo más tarde hija. — Dijo ella con voz temblorosa. En un instante que no percibí mi padre se acercó a ella.

— No, no, no te vayas. — Dijo y la tomó de un brazo. Mi madre comenzó a forcejear para salirse de su agarre.

— Suéltame. — Le dijo sin mirarlo.

— ¿Por qué? Si has vuelvo a mí, sabía que un día ibas a volver.

— Michael, ya suéltame. — Dijo ella en tono nervioso. Me acerqué rápidamente a Michael y lo alejé de ella.

— Vete. — Le dije. Él me miró. Su mandíbula se tensó.

— Otra vez tú. — Susurró. Miré a Camila.

— Lleva a mi madre al cuarto, Camila. Espérenme ahí. — Les dije.

Camz asintió y tomó a mi madre del brazo para dirigirla al cuarto. Cuando ellas dos estuvieron alejadas de la sala miré de nuevo a Michael.

— ¿Qué te sucede? ¿Acaso estas mal de la cabeza? — Le pregunté.

— Otra vez tú. — Volvió a susurrar. Lo miré extrañada.

— ¿Qué quieres decir con eso? — Dije.

— Tu madre ha vuelto y tú otra vez la alejas de mí.

— ¿Qué?

— Tú eres la culpable de todo. — Dijo elevando un poco su voz.

— Ya no tenemos más nada que hablar Michael... voy a pedirte que amablemente te vayas de mi casa. Ahora. 

Me miró con odio. Un odio que no veía hace mucho en su mirada. Mi padre esta enfermo. Está completamente loco. 

— Está bien, está bien. — Dijo y se acercó a buscar sus cosas. — Como siempre tú ganas en esto... pero no me voy a quedar con los brazos cruzados hija. Vas a pagar por haberte metido en medio de tu madre y yo. 

— Como digas. — Le dije y le hice el gesto de que ya se podía Ir. 

Él salió del departamento y se giró a verme.

— Ya lo veras. — Dijo con una leve sonrisa.

Cerré la puerta con fuerza y sin pensarlo me dirigí a la habitación. 

— Respiremos juntas Clara... tranquila. — Camz estaba arrodillada frente a mi madre y le sostenía las manos con las de ella. Me miró. — Ve por un vaso de agua, Lauren. Tu madre está con un ataque de nervios. 

Asentí y volví a salir para buscar el vaso con agua. Volví al cuarto y pude ver la angustia de mi madre. Le entregué el vaso y ella temblorosa lo tomó.

— Lo siento. — Se disculpó cuando terminó de tomar.

— Tranquila, ya se fue. — Le dije. 

— Tuve que haber llamado antes de venir. — Habló mientras unas cuantas lágrimas caían por sus mejillas. — Solo quería darte una sorpresa, hija. No pensé que tu padre iba, iba a estar aquí. 

— Yo tampoco lo sabia, mamá. — Dije y me acerqué para sentarme a su lado. — Pero ya se fue, él no va a hacerte nada.

— Yo no tengo miedo por mí, Lauren. — Dijo y me miró a los ojos. — Tengo miedo por ti. Tú padre está mal, muy mal.

— Eso no es noticia. — Le dije. Ella negó con la cabeza.

— Michael está enfermo, hija, él esta loco. 

— Tranquila. — Dije y la abracé. — Él no va a hacerte daño ni a ti, ni a nadie. 

Miré a Camila y pude ver la preocupación en su rostro. Eso me partió el alma. Un día que debió comenzar hermoso, terminó volviéndose una reverenda mierda. 

Luego de calmar a mi madre. La acompañamos a que se tomara un taxi. Antes llamamos a Dean para que la esperara y contarle lo que había pasado. Volvimos a entrar al departamento después de despedir a mamá. 

Solté un cansado suspiro y me tiré en el sillón. Tapé mi rostro con ambas manos. Sentí como Camila se sentaba a mi lado. 

Me tomó del brazo y me jaló hacia ella. Me apoyé sobre su pecho sin quitarme las manos de la cara. Juro que tengo unas terribles ganas de gritar. 

— Tranquila mi amor, todo va a estar bien. — Susurró mientras acariciaba mi pelo. 

— Lo siento amor, no quería que pasaras por esto. — Me disculpé. Ella me alejó para poder mirarme a la cara. 

— No seas tonta, no tienes porque pedirme perdón. Lo que pasó, no fue tu culpa. 

— Maldito hijo de perra... lo odio. — Aseguré. Ella acarició mis mejillas. 

— Odiando a tu padre no ganas nada... Como dijo tu madre él está enfermo. Necesita ayuda, solo eso. 

— Solo eso. — Susurré y acaricié su rostro. — Ojala fuera tan fácil amor. Pero no sé si viste el rostro de él cuado vio a mamá. Se transformó completamente, él parecía un lunático. Miró a mi madre como si fuera una obsesión para él. 

— Por eso mismo mi amor, él necesita ayuda. — Dijo. 

La acerqué a mí y la abracé. Escondí mi rostro en su cuello y respiré su aroma. 

— Tú también eres una obsesión para mí, Camila. — Le susurré. Ella se alejó para mirarme a los ojos. — Pero jamás, escucha esto, jamás te haría daño. 

Ella sonrió levemente y se acercó a mí para besar mis labios. 

— Lo se amor. — susurró sobre mi boca. Me volví a acercar para poder besarla completamente. 

— Te amo. — le dije sin dejar de besarla. 

— Te amo más. — Musitó. Se alejó despacio. — Voy a llamar a mis padres para decirles que mejor dejamos el almuerzo para otro día. 

Se quiso poner de pie pero la detuve. Me miró extrañada. 

— ¿Y quien te dijo que lo íbamos a dejar para otro día? Le pregunté. 

— Lauren, no creo que sea un buen momento. — Me dijo. Sonreí y negué con la cabeza. 

— Claro que si es un buen momento, mi amor. Tus padres y nosotras vamos a ir a almorzar juntos. Algo me dice que al final vamos a sacar algo muy bueno de este día. Eso te lo puedo asegurar. 






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