Bellator II

By Karensushi

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Mia, una mestiza de la realeza que ya no se puede ocultar, será parte de un juego que no tiene escrito un fin... More

Prefacio
Personajes
Despedidas
La partida
Cantabria
Sigue la voz
Último destino
Secoya
Despertar
Esperanza
Presentación

Confesión

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By Karensushi

La fiesta de presentación de Mia había sido un éxito, los habitantes de Secoya se encontraban felices, pero más que eso, sorprendidos por el secreto que la reina se había llevado a su tumba. Era increíble el parecido de la chica con la antigua reina, excepto por el color del cabello cualquiera diría que aquello era un fraude, por el gran parecido con Marissa, pero la prueba de todo lo que explicó el rey se encontraba bailando y sonriendo con cada invitado.

Los ojos de la princesa eran exactamente como los de su madre, con ese brillo que la caracterizaba, se notaba que esta nueva etapa la emocionaba, tenía una sonrisa dibujada en el rostro, se sentía como en casa, cada habitante del reino había sido amable con ella, incluso cuando no sabían quién era, por primera vez era ella, sin cadenas, sin secretos, ya no tenía que esconder su verdadero ser, no había presión sobre sus hombres, por primera vez se sentía como en su propio hogar, Ganondoford era exactamente como le habían descrito.

Aidan por su parte se mantenía serio, parecía la sombra de Mia, no la dejaba sola ni un solo segundo como si de su guardaespaldas se tratara, Neahm en cambio había optado por darle un poco de espacio a la princesa, solo así se despegaría un poco de sus costumbres del mundo humano, estuvo dieciocho años escondiéndose y ahora ser ella se sentía raro, de hecho, la mayor parte del tiempo lucia del mismo modo en que un humano, ocultando sus cuernos, rasgo característico de las banshees.

Los reyes elfos eran grandes anfitriones, se caracterizaban por hacer sentir a gusto a los invitados, aquella noche no era la excepción porque todos se veían felices, tiempos difíciles se aproximaban, pero algo tenían claro todos, las cosas debían cambiar o el reino que conocieron un dio desaparecería por completo.

­—Alteza —dijo Yali, mientras se aproximaba a Mia.

—Por favor no me llames así, somos de la misma edad, del mismo estatus y todavía se siente raro, seremos compañeras de viaje a partir de mañana, no creo que haya necesidad de tanto protocolo.

—Está bien, intentaré no decirte nuevamente algo parecido, te tutearé lo prometo —respondió la elfa sonriente —¿Qué te ha parecido la fiesta?

—Es más de lo que esperaba, confieso que tuve miedo sobre la reacción del pueblo, pero al parecer la noticia regalo más de una sonrisa —dijo mientras observaba a su alrededor, ella aún no se creía que esta sería su viuda a partir de ese momento, ya no había marcha atrás —tener el apoyo de ustedes me hace sentir menos débil.

—No tendrás la misma suerte con los otros clanes de Ganondoford aunque las seeles sí que estarán de nuestro lado, la reina era la mejor amiga de tu madre —Mia deseaba tanto conocerla que no pudo esconder la sonrisa al escuchar que la mencionaban, estaba en el sitio correcto para conocer más sobre su madre a través de los ojos de todos los que la conocieron en vida.

—Tengo claro que el camino a penas inicia y no será fácil, pero eso no me derrumbará, vine con una meta y un objetivo y haré lo que sea necesario para cumplirlo —la chica elfa sonrió, esperaba escuchar esas palabras.

—Yo te acompañaré en el recorrido.

—Será un honor —contestó Mia e hizo una pequeña reverencia.

—Nos vemos mañana, recuerda no acostarte tan tarde para que no despiertes cansada, lindo noche Mia.

—Igualmente Yali —se despidieron con una mirada y una sonrisa.

Aidan que bebía de una copa desde una esquina aprovecho que su chica favorita quedó sola para acercársele, lleva un buen rato buscando el momento, pero no había surgido la ocasión, era entendible que todos quisieran acércasela, aun así, se las había arreglado para bailar par de veces con la pelirroja.

—¿Será que la princesa heredera tendrá un minuto para hablar con un viejo amigo y maestro? —preguntó sonriente.

—No lo sé señor —el ángel se llevó una mano al pecho fingiendo estar ofendido — permítame revisar mi tan ocupada agenda —ambos rieron.

—Creo que has disfrutado y socializado suficiente, mañana es un importante día, ambos necesitamos descansar.

—Tienes razón, me acompañas —dijo y le extendió una mano.

—Esperaba que me lo preguntaras en algún momento —dijo feliz porque había conseguido lo que deseaba un rato a solas con Mia, se despidieron de los reyes y se marcharon juntos.

No era tarde, pero a pesar de eso se acercaban pruebas importantes, un viaje al Gremio del Espiral, un enemigo que enfrentar y una guerra que preparar los días de paz serían pocos en los próximos días.

—Mañana conocerás a Fairud, ¿nerviosa?

—Más que nervio, siento miedo —el chico la miró confundido.

—No tendrías por qué sentirte así, no la conozco, pero es evidente que está de nuestro lado.

—Me han hablado tanto de ella, y o poderosa que es que de alguna forma me encuentro intimidada, sé que lo que me diga es vital para que mi hermano deje el trono, quizás descubre que no soy la más indicada para esta misión o que todo el esfuerzo que harán los clanes que me apoyen serán en vano.

—Es normal tener mido a lo desconocido, pero recuerda que lo que siempre te enseñe en clases.

—No puedo permitir que ningún temor me domine, debo mirarlo a los ojos y enfrentarlo.

—Exacto.

—El punto importante es que no le voy a declarar la guerra cualquier persona, es mi hermano, no tengo idea de lo que me espera para conseguir sentarme en ese trono, tengo el mejor equipo, pero al final de la pelea me tocara a mi pelear contra él y yo no sé si sea capaz de hacer las mismas cosas que él.

—No estás sola.

—Gracias, sé que no, y eso me hace ser más fuerte, ustedes renunciaron a su vida por mí debo ser fuerte.

—Mia —dijo Aidan deteniéndose en medio del pasillo que llevaba a las habitaciones, la chica se detuvo y lo observo, se encontraba nervioso. —No renuncié a Skycastle, ese lugar no se sentía como mi hogar, al menos no lo hizo hasta que llegaste —el corazón de la divinus se aceleró, escuchar aquellas palabras que tanto había deseado de Aidan la ponían muy nerviosa, a ella le gustaba el chico desde el primer día, solo que en un principio él fue tan desagradable con ella que pensó que jamás podría tener una oportunidad con él. —Estoy contigo en lo que sea, y lo haré siempre que me necesites —–dijo mientras se le acercaba lentamente —No creas que quiero liberar este reino, no soy tan bueno Mia, solo estoy aquí por ti, deseo verte feliz y si esto es importante para ti pues yo haré que ese estúpido rey entregue su corona solo para verte feliz.

—Aidan... —habló la pelirroja sorprendida.

—Si lo que deseas es una guerra —la interrumpió —pues haré que el reino arda —se encontraban tan cerca que la respiración agitada de ambos chocaba —Tu solo pide lo que deseas y yo te lo cumpliré.

—Esto es inesperado —consiguió decir aún estaba procesando todo. Tomó de la barbilla, obligándola a que los ojos de ambos coincidieran, ella se perdió en el brillo de esos ojos azules que la hipnotizaban, él era consiente de todo lo que provocaba en Mia, pero nunca intento nada en el mundo de los humanos porque sabía que Raziel prohibiría que tuvieran algo.

—Solo dilo.

—¿Qué cosa? —preguntó aún más nerviosa.

—Que me deseas tanto como yo a ti —susurró casi en los labios de la chica un mínimo movimiento y terminarían finalmente besándose. —No quería presionarla, pero deseaba volverla loca, esperaba que ella fuera la que decidiera dar el paso, pero Mia solo lo miraba sorprendida, estaba como en shock, Aidan no se percató de esto y se molestó, se alejó de ella y le paso por un lado para marcharse. —Que duerma bien princesa —dijo que tono arisco.

—Aidan —dijo saliendo de su estado anonado —Aidan no te vayas, espera —trato de ir tras él, pero le fue imposible alcanzarlo.

Se perdió entre los pasillos y saltó de la primera ventana que encontró, jamás lo habían rechazado, se sentía avergonzado, había dicho las palabras correctas, estaba seguro, incluso había practicado antes a solas. No la entendía, su plan era bueno, por ello no entendía porque no había funcionado, a pesar de todo sabía que lograría su objetivo porque él jamás fallaba.

Mia por su lado estaba sorprendida, no era capaz de creer todo lo que había ocurrido, la declaración de Aidan fue inesperada, para ella solo eran amigos, tardó en responder porque le costaba creer que su amor platónico se volvía real.

—Mia —dijo una voz que reconoció al instante —¿Está todo bien?

—Neahm, Aidan acaba de declararse.

—Pensé que nunca lo haría.

—¿Tu lo sabias?

—Eran demasiado obvios, solo ustedes eran tan tontos para no darse cuenta de los sentimientos del otro.

—Pero se fue molesto, que pasa si cree que no me gusta

—Aidan es muy orgulloso, ya se le pasara tranquila, mañana hablaran con calma

—Tienes razón, mañana es un nuevo día —suspiró

—Vamos te acompaño, debemos ir ya a dormir.

Mia asintió, caminó junto a la banshee repitiendo aquella escena una y otra vez en su cabeza, le fue imposible no sonreír, solo llevaba dos días en Ganondoford y ya le estaban ocurriendo muchas cosas buenas.

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