Omega

By verdelimalimon

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Ivory no soporta a los omegas, Oker tiene motivos para odiar a los alfas. Ambos acabarán enredados en una his... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45

Capítulo 8

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By verdelimalimon


Ivory pensó que en cuanto el omega se fuera de su casa se relajaría, pero no había sido así, si cabía, se sentía aún más inquieto.

Y ahora, la situación en su apartamento había cobrado otro cariz, su amigo estaba hablando con la beta, y hasta él podía notar la nueva incomodidad.

Miró al omega de su amigo, uno que había conocido a su empleado, y sabía de qué tipo de familia venía el pequeño omega.

Algo no le cuadraba, pero incluso su curiosidad se vio eclipsada por la incomodidad del omega.

—¿Puedo hablar contigo, Zec? —interrumpió a su amigo, si él había hecho un lamentable espectáculo horas antes, su amigo estaba comportándose como un imbécil.

El gesto de molestia de Zec no le pasó desapercibido a nadie, mucho menos a su omega, que se veía completamente retraído. Pero pareció darse cuenta de su error.

—Claro, amigo.

Petra los miró a ambos para recaer finalmente en el omega que parecía querer camuflarse con sus muebles.

—¿Por qué habéis venido? —dijo Ivory, a lo que su amigo solo se encogió de hombros.

—Habíamos quedado, y bueno, quería traerte tu coche y ver si estabas bien.

Su política de 0 omegas en su vida, se había roto desde hacía días, realmente que Milo estuviera en su apartamento no era un problema.

Ivory suspiró.

—¿Es el omega de la limpieza usado? —preguntó Zec con pocas dudas en realidad.

Ivory asintió.

—No hay nada de malo en que quieras un omega —dijo Zec.

—No quiero un omega, solo le di un empleo, por mi culpa perdió el suyo.

—Por su culpa perdió el que había suplantado —le recordó Zec.

Ivory asintió, aunque una parte de él tenía claro que era responsable, y de que ese omega, en el fondo, no estaba haciendo nada malo. Solo fue su olor el que le delató.

—Su olor...

—Lo entiendo, amigo. Es difícil resistirse cuando huelen así. Pero no lo embaraces, podrías meterte en problemas.

—¿Estás loco? No provoca eso en mí.

Zec lo miró sin comprender, y entendió el desconcierto dada la situación por la que le había llamado.

—¿Te huele a omega usado?

—Debo de reconocer que hace muchísimo que no huelo a uno, y que trato de mantenerme completamente alejado de ellos.

—Odio su olor.

—¿Y por eso lo has metido en tu casa con su cachorro? —La ceja rubia de Zec se elevó sarcásticamente.

Ivory se sentó, las piernas le pesaban toneladas.

—Tu omega está inquieto, llévatelo, por favor —pidió Ivory. Zec olfateó el aire antes de mirarlo.

Pero ni siquiera se paró a mirar al pequeño omega de pelo oscuro, sino a la beta que estaba hablando con él.



Ω


Milo nunca la había visto, pero entendió muchas cosas cuando vio a su alfa con ella.

Como que ella era todo lo que él no sería nunca.

Cuando sus padres habían aceptado el compromiso con ese alfa, Milo se sintió muy feliz, Zec era un alfa bueno y de prestigio, y él era un poco mayor para estar desparejado.

Pero sus padres aún no habían recibido ninguna propuesta de compromiso, así que cuando Zec pidió por él pensó que su vida, por fin, había cambiado.

Pero pronto se había dado cuenta de que en el fondo a Zec le daba un poco igual con que omega lo hubieran emparejado, ni siquiera había sido él quien se había interesado, había sido su madre.

Aquello tampoco lo desalentó del todo, a veces, con su casta los compromisos eran así. Realmente, los matrimonios concertados eran muy comunes.

Su noviazgo fue fugaz, pero a Milo no le importó, tenía edad más que suficiente para casarse y quería tener sus propios cachorros.

Y además había estado deseando poder estar con su alfa, era tan apuesto, con su pelo rubio cortado elegantemente, con sus ojos oscuros tan intensos. Antes de su boda, Milo había fantaseado en cómo sería su noche de bodas, se excitaba tanto que su cuerpo ardía, hasta necesitar acariciar su ano.

Nunca fue más allá, quería que su alfa lo abriera por primera vez.

Sin embargo, su noche de bodas llegó, y su alfa no lo tocó. Hacía 6 meses de su boda y aún no habían compartido cama. Él había tenido algunos problemas con su celo, y este se estaba retrasando.

Lo que su médico no le decía era que su celo estaba retrocediendo porque su alfa no le buscaba, él ni siquiera sabía que eso pudiera ocurrir. Nunca había oído hablar de que un alfa no tomara a su omega nada más morderle.

Pero Zec no lo buscaba, y ahora, viendo como la miraba a ella lo supo, lo supo y dolió.

Fue a ella a la primera que llamó cuando su amigo le pidió ayuda, y no a él que sabía lo suficiente de supresores de omegas, era uno y ni siquiera eso fue suficiente.

Si no hubiera sido porque él insistió ni siquiera le hubiera dejado acompañarlo, pero se impuso por primera vez a atender al omega del amigo de su alfa.

Para encontrar que la motivación de Zec era una muy distinta.

Una alta, morena y con unos ojos marrones impresionantes que le miraban en esos momentos.

Milo no era el omega más hermoso, no sin duda al lado de Oker, pero objetivamente era más bonito que esa beta, demasiado alta, demasiado sencilla.

Y ella estaba intentando hablar con él, ¿quería humillarlo más?

Pero debía reconocerle algo a su marido, la energía de esa beta era diferente. Había dejado callado a Ivory en dos ocasiones, y eso, por experiencia, sabía que no era fácil. Su energía calmante también era dura, ¿cómo era posible?

Y allí estaba mirándole, pero sin la sonrisa bonita que le dedicó a Oker, y se sintió mucho más pequeño, mucho más incorrecto, mucho menos de todo.

—Mi nombre es Petra —dijo la beta extendiendo su mano, ¿se estarían acostando y por eso no era capaz ni de tocarlo a él?

Su mano alzada era casi una ofensa pero Milo adelantó la suya y la miró a los ojos.

—Milo.

Ella sonrió, y Milo quiso irse de allí. Pero ella sostenía su mano, haciendo que él estuviera atrapado, pero de un modo en el que en realidad si lo hubiera querido hubiera podido irse.

—Eres una preciosidad —le dijo la beta, y Milo enrojeció por completo.

Nunca fue el más bonito, ni el más popular, pero era un omega, y pocas veces había sido piropeado.

En realidad decirle algo así a un omega enlazado era ofensivo, él tenía un alfa, un alfa guapísimo, varonil, de éxito. Tenía un alfa que jamás le había dicho que era una preciosidad, que no lo tocaba, que no lo deseaba.

Ella acarició su mano en ese agarre, y quiso odiarla, porque ella era todo lo que su alfa quería y no él. Y allí estaba riéndose de él.

El momento fue interrumpido, y Milo lo agradeció, ella le soltó y se volvió a ver a los alfas. De nuevo, Zec solo tenía ojos para ella.

—Hora de irse —dijo sonriente Zec—. Gracias por todo, Petra.

Fue hacia ella, y Zec fue el alfa que siempre quiso para él, sonriente, solícito y desprendiendo tantas feromonas como nunca lo había hecho con él.

¿Por qué se había casado con él si no tenía ningún interés?

Esa pregunta llevaba meses en su cabeza, pero también sabía la respuesta.

Lo indicado era tener un omega, aunque las uniones entre alfas y betas eran comunes, no era lo que la sociedad purista a la que él pertenecía consideraba una buena unión.

Sus familias eran de ese pensamiento, y ellos acabaron casados.

Tuvo que mirar a otro lado cuando la abrazó, pero sus ojos acabaron en los de Ivory, y se sintió mortificado. Malo era que él lo supiera, pero que los demás fueran tan conscientes, era humillante.

—Si necesitas ayuda con tu omega ... —comenzó a decirle Milo a Ivory, pero en ese momento, Zec le posó la mano en el hombro y le hizo callar.

Podía notar la hostilidad en el dueño de la casa, siempre tuvo claro que a Ivory no le gustaba, y ahora se daba cuenta de que no era solo él, sino, posiblemente todos los omegas.

No se despidió, solo fue conducido por Zec hasta el exterior. La beta los seguía poco después, y ya en la calle, Zec pidió dos taxis.

Su sorpresa fue cuando Zec no volvería con él, sino con ella.

—Ve a casa, yo iré cuando acabe en la oficina —le dijo Zec con unas de sus sonrisas que no le llegaban a los ojos.

Milo miró a la beta, y esta no paraba de mirarlo.

Milo asintió y se montó en el taxi que le llevaría a la casa que ambos habitaban y en la que prácticamente estaba solo todo el día.

Miró por la ventana, derrotado, esa era su vida. Con un alfa que no le quería, sin cachorros y sin perspectiva de que algo fuera a cambiar, no desde que la vio a ella.

Y entonces, se acordó de Oker, el omega más popular de su promoción que se había convertido en lo que había visto ese día. Un omega usado y con una cría, un omega en una situación deplorable.

Se acarició la marca de Zec en su glándula y suspiró.

Quizás su vida no era la mejor, pero sin duda, siempre podía ser peor. Intentaría ponerse en contacto con Oker, sabía que no debía, que cualquier trato con un omega de su condición era una mancha para cualquiera que se relacionara con él, pero no podía solo mirar para otro lado.

Ya no podría.

Bueno, pues aquí vamos con el nuevo propósito de año, dos capítulos a la semana.

Lunes y viernes, ¿qué me decís?

¿No os resultaba raro que no metiera ya a uno de mis queridísimos secundarios? Lo siento para quien odie las tramas secundarias, pero son la marca de la casa 🤭🤭

¡¡¡Pues hasta el viernes!!!

Besos

Sara

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