MOTORSPORT

By Diana_skk

20.8K 1.6K 1K

Se rumorea que una figura del mundo clandestino de Yokohama está organizando un concurso. El corredor calleje... More

✦ MOTORSPORT
1. Bienvenido a Mayonaka
2. Daifuku de albaricoque
3. Escúchame, idiota
4. Estás en chándal y pantuflas
5. Phantom
6. Responsabilidad
7. ¿No tienes frío?
8. De vuelta al juego
9. Personas a las que salvar
10. Perdóname
11. Hermanos
12. Ultimátum
13. Chispas
15. Bajo control
16. Ojos en mí
17. Nivel de comprensión
18. Latigazo
19. Deseo de muerte
20. Respirar
21. El resultado
22. Solo una niña
23. Catarsis Parte 1

14. Es bueno verte

1.3K 78 38
By Diana_skk

cw: discusiones sobre la muerte, hospitales, contenido sexual explícito.

Rec de la autora:

#: Gymnopédie No. 1 - Erik Satie

##: Sigh of an Old Friend - Yu-Peng Chen

—Dazai, cuando te dije que te sintieras como en casa, eso no implicaba posar en T boca abajo en mi puff con los calcetines pegados a mi maldita ventana mientras contemplas todos los errores que has cometido en la vida.

Ranpo se echa a reír.

Dazai se queja.

—Eres tan malo, Kunikida.

—Estoy dispuesto a apostar dinero a que esta es la única posición en la que Zai no se quejará de su maldito dolor de espalda —afirma Ranpo, y los labios de Dazai tiemblan en una sonrisa divertida ante eso, incapaz de reír realmente debido a la presión en su pecho.

El lado... menos esponjoso de Ranpo solo tiende a salir cuando los chicos de la uni se juntan.

—Eso no puede ser cómodo —objeta Kunikida.

Dazai suelta una risita, sintiendo que la sangre se le sube a la cabeza en el proceso.

—Sí, la enorme masa de mi gigantesca polla me está pesando...

Ranpo comienza a reírse aún más fuerte, cubriendo su boca con una pata del suéter color púrpura pastel.

—También me pesa la tarea DEVASTADORA de estar tan condenadamente bueno —canta Dazai—. ¿Sabes la carga que supone ser tan perfecto...?

—Voy a suicidarme —promete Kunikida.

—¿Tu, perfecto? —Ranpo suelta una risita—. ¿Estás seguro, Zai? La última vez que lo comprobé, tu medidor de tonterías estaba casi al máximo.

Dazai se burla.

—Ranpo. Voy a...

Dazai se empuja suavemente de la ventana, pateando su pierna hacia atrás antes de rodar sin problemas desde el puff hasta el suelo, su camiseta se levanta en el proceso. La endereza antes de abalanzarse sobre la mesa baja para llegar hasta Ranpo. A continuación pone al chico más pequeño en una llave de cabeza, él chilla.

—Te están dando una paliza, chico —gruñe Dazai, presionando con los nudillos su cuero cabelludo y frotándolo.

La risa de Ranpo se mezcla con sus quejas.

Kunikida suspira, presionando sus dedos en sus sienes.

—Mi paz nunca queda intacta con ustedes dos. Ahora el rincón de relajación de mi apartamento está hecho un desastre.

Se mueve para enderezar el puff, organizándolo hasta que vuelve a estar afelpado. Es una causa perdida. Dazai y Ranpo ahora están desordenando el que Ranpo usaba para sentarse.

La casa de Kunikida es bastante bonita. Vive en el mismo edificio que Dazai, pero él está en el piso 26, no en el 15.

Mientras que Dazai tiene un estilo más de hojas, gris y madera de ciprés, Kunikida ha decorado su casa con madera de cerezo y marrones.

Todo el apartamento tiene un ambiente un poco anticuado y está severamente organizado, con un distintivo olor a vainilla.

—Es la falta de sueño —explica Ranpo.

—¿Entonces dime por favor, por qué no duermes antes de las tres de la madrugada todas las malditas noches? —pregunta Kunikida, empujando sus anteojos en el puente de su nariz con su dedo medio—. Como licenciado en justicia criminal que va a estudiar derecho, tengo un papel asignado por el gobierno para dormir menos que ustedes dos. Sin embargo, aquí estamos.

Ranpo y Dazai dejan de luchar, el brazo de Dazai se apoya en el hombro del otro mientras ambos sonríen.

—Oh, ya sabes —dice Ranpo con descaro.

—Actividades de chicos malos —ríe Dazai, peinando el cabello de Ranpo con los dedos para alisar los mechones que había despeinado.

Kunikida pone los ojos en blanco.

—¡Ya quisiera Zai ser tan genial...eep! —Ranpo chilla...

—Bro, acabas de chillar —resopla Dazai.

Su bíceps se clava en el cuello de Ranpo mientras transforma ese pequeño abrazo en una llave de cabeza otra vez.

—No, no —dice Kunikida—, sé que ambos son tontos mentalmente enfermos con malas habilidades para administrar el tiempo.

—La triste y desafortunada verdad —confirma Dazai con una carcajada.

—Aunque a veces pareces miembro de una pandilla —murmura Kunikida—. Dime, ¿cómo está ese pequeño pelirrojo que trajiste una noche?

Ranpo se gira hacia Dazai, lo aparta de su cuerpo con un codazo y mete las manos bajo su suéter para ajustar su binder. Vuelve a colocar el brazo de Dazai a su alrededor cuando termina.

—Él está bien.

—¿Cuál es la relación entre ustedes dos? —pregunta Kunikida, girándose para mirar a Dazai.

Toda la atención está puesta en él.

Ranpo le sonríe como un imbécil. Dazai elige empujar su cabeza para no tener que hablar.

—Entonces así es —afirma Kunikida, entrando en el plan de Dazai al hacer suposiciones a partir de la interacción entre él y Ranpo.

—Deja de psicoanalizarme —se queja Dazai sin pensar.

—Los tres estamos bien versados en la materia, Dazai. Practica lo que predicas y luego hablemos —propone Kunikida, tomando su delicada taza de té blanco de la mesita y bebiendo un sorbo.

Dazai bebe de su propia taza. El té con leche de Kunikida les da una especie de bofetada.

—No es un delito que te guste alguien —dice Kunikida—. Lo sabes, ¿verdad?

Dazai presiona la punta de su lengua contra su canino.

El timbre suena.

Dazai suspira y se separa de Ranpo para ir a abrir la puerta.

Un breve e intenso escalofrío recorre su nuca mientras va hacia allí. Lo ignora.

—Ango —saluda una vez que abre la puerta, saludando con la cabeza al otro tipo.

Ango tiene un estilo que lo hace ver como un hipster neoyorquino de preppy, con pantalones de pana ajustados, una camisa abotonada estampada suelta sobre un jersey negro de cuello alto y un gorro color crema. Incluso lleva un pastelito en la mano y algunos más en una caja abierta que sostiene.

No son de la cafetería de Chuuya.

—Hola —saluda Ango bastante estoicamente.

Antes de que Dazai pueda cerrar la puerta, suena el ascensor al final del pasillo y sale Akutagawa.

Dazai deja pasar a Ango, observando atentamente a Akutagawa.

Siempre se ve nervioso cuando está cerca de Dazai. Hay varias cosas que el castaño ha notado sobre el chico.

Akutagawa tiene la costumbre subconsciente de reclamar el automóvil más cercano a la puerta de su oficina en el trabajo. Esto es especialmente evidente cuando Dazai está trabajando en su escritorio.

Si Dazai y Akutagawa establecen contacto visual (más del 50% de las veces porque Dazai se da cuenta de que el otro lo está mirando), Akutagawa se apresura a apartar la mirada. Durante los quince minutos siguientes, Akutagawa procede a poner un poco más de esfuerzo en su trabajo

Dazai es perfectamente consciente de cómo Akutagawa busca en silencio su aprobación. Tal vez tan silenciosamente que ni siquiera él mismo se da cuenta.

El estudiante de primer año se inclina ante Dazai una vez que está en la puerta.

Dazai sonríe suavemente, dejándolo pasar.

La inseguridad de Akutagawa no es su problema.

Dazai cierra la puerta, mete las manos en sus bolsillos y sigue a los demás al interior.

Hace tiempo no se juntaba con su grupo de universitarios.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Albatross, santa mierda —exhala Chuuya, dejando caer la mochila en el umbral de la puerta mientras cierra su mano con la del tipo más alto, tirando de él para que puedan darse palmadas en la espalda.

—Prince.

Chuuya cierra los ojos con fuerza, su otro brazo se une al abrazo mientras el tono de su apodo callejero pronunciado por Albatross se infiltra de nuevo en sus oídos.

Había olvidado lo familiar que solía sonar.

La trenza al lado derecho del cuello de Albatross se ha hecho más larga.

—Pasa, pasa, tienes que estar cansado —le ordena Albatross, así que Chuuya entra en su humilde casa y se desabrocha los Docs.

—Yo...

Está sin palabras. Se queda mirando el rostro familiar. Nada en él ha cambiado.

—Quería decir que...yo...—Chuuya mira a Albatross, todavía buscando palabras.

Albatross le da un golpecito en la frente.

—Ay —se queja Chuuya, frotándose la piel.

—Nunca fuiste bueno con las palabras —murmura Albatross con un chasquido de lengua y una amplia sonrisa en la cara—. Tú y yo no somos gente de reencuentros sinceros. Yo también me alegro de verte, pequeñín. Ahora ve a lavarte las manos. Hice té.

Entonces Chuuya hace caso y se reúne con Albatross junto a la mesa del comedor.

—¿Yoko? —le pregunta a Albatross.

—En el baño, creo.

—Mm.

Toma un sorbo del té verde que le da Albatross.

Vuelve a sentir que tiene quince años.

—¿Cómo... están todos? ¿Sigues en contacto con los demás? —pregunta Chuuya en voz baja.

Albatross suspira profundamente.

—Sí, eh, no... ha sido una locura. Puedo hablar con todos. Solo que no lo hago. Cuando la banda se separó... al menos por un tiempo supe que todos estábamos en Tadaoka, ¿sabes? —dice Albatross, con sus pensamientos claramente dispersos mientras habla.

Chuuya no ha pensado en las Banderas en mucho, mucho tiempo. Son un gigantesco recuerdo reprimido.

—No es difícil encontrarse aquí —continúa Albatross—. Pero sí. Doc sigue... básicamente postrado en cama. Lippman está trabajando en el mercado calle abajo. Iceman está... haciendo sus cosas. Callado como siempre. Y Piano Man está en, como, la escuela de posgrado...

—Maldita sea. Bien por él —comenta Chuuya en voz baja.

—Sí.

Chuuya hace un mohín mientras se reclina en su silla, asintiendo lentamente con la cabeza mientras mira su té.

—Pareces cansado —comenta Albatross.

Chuuya le devuelve la mirada.

—Solo intento llegar a fin de mes.

—Eso he escuchado.

Hay una pausa.

—¿En cuántas... experiencias cercanas a la muerte te has metido desde la última vez que te vi? —pregunta Albatross.

Chuuya resopla.

—Yo diría que unas veinte...

—Oh, eso no es tan malo...

—En el último mes.

Está contando cada derrape que hace en una carrera de Gatsby.

Albatross levanta las cejas, deteniéndose un segundo.

—Ah.

—¿Onii-san?

Chuuya se gira en su asiento y mira a Yoko por primera vez en quién sabe cuánto tiempo.

—H-

—¿Ya estás saliendo con el chico de 1,85? —le pregunta ella.

Ay Dios.

Chuuya cierra los ojos con fuerza, estallando en una risa silenciosa mientras presiona el pulgar y el índice en las esquinas internas de sus ojos.

—¿Chico de 1,85? —pregunta Albatross alegremente, mirando a Chuuya—. ¿Cuándo te diste cuenta por fin de que te gustaban los hombres?

—Hola a ti también, Yoko —saluda Chuuya, ignorándolo.

—¿Al menos ya se han besado? —pregunta ella.

Chuuya solo la mira. Una sonrisa suave. Ella deja de hablar.

—Ven aquí, chiquilla —le dice, apartando su silla de la mesa y extendiendo sus brazos hacia ella.

La niña se acerca, su frágil cuerpo se inclina para abrazarlo, y Chuuya le da un beso en la parte superior de su esponjoso cabello. Ya le ha crecido más allá de los hombros.

—Hueles a auto.

Chuuya se ríe.

—Eso será porque estuve seis horas en uno —murmura.

Yoko jadea melodramáticamente.

—¿En serio? No puede ser —dice, con un nivel de sarcasmo impresionante para una niña de su edad.

Chuuya resopla, poniendo los ojos en blanco.

—Veo que sigues siendo una sabelotodo —susurra, rodeándola con los brazos.

Yoko no responde.

Albatross les sonríe.

—Ambos han crecido mucho —dice.

Chuuya le sonríe rotundamente.

—Les daré un momento a ustedes dos, entonces.

Chuuya se separa momentáneamente de Yoko para despedirse de Albatross. Está gratamente sorprendido por la sensación de poder volver a charlar sin problemas con el otro, quien podría haber sido como de la familia durante mucho tiempo.

Regresa a la cocina después de las rápidas formalidades de desearle lo mejor a Albatross, haciendo una mueca por el leve dolor en su cuerpo cuando se une a Yoko en la mesa del comedor nuevamente. Él se escabulle, girándose para mirarla.

—¿Qué te pasa? —pregunta Chuuya suavemente, observando a Yoko a los ojos mientras se sienta en su silla y sujeta sus manitas con la punta de sus dedos.

Yoko aparta la mirada, ruborizándose como un melocotón brillante.

¿Eh?

No es nada malo, ¿verdad? ¿Verdad? El corazón de Chuuya comienza a latir con fuerza.

—Yo...—Yoko comienza.

Chuuya reserva sus preocupaciones para muy pocas cosas en la vida. Pero cuando se trata de esas pocas cosas, Dios, la ansiedad lo carcome como nunca antes.

—Puedes contarme cualquier cosa.

Traga saliva, esperando que Yoko le diga que alguien la lastimó mientras él no estaba. Está asumiendo lo peor...

—Tuve mi primer período mientras no estabas —murmura Yoko, mirando al suelo.

El aliento de Chuuya se corta en su garganta. No esperaba la forma en que se forma un nudo allí, luego se hunde, todo el camino hasta su corazón, su estómago y más allá.

—Oh —dice.

—Albatross... me consiguió toallas higiénicas. Y todo.

—Oh —repite Chuuya.

Albatross cuidó de ella.

Chuuya ni siquiera sabía que se había perdido esto, y otro tipo que ni siquiera ha visto a Yoko en dos años vino y jugó al hermano mayor en su ausencia. Ni siquiera fue notificado.

Eso duele como un puñetazo.

Pasó años anticipando cómo reaccionaría cuando Yoko tuviera su período.

Y luego se lo perdió, joder.

Tarda un segundo en recuperarse lo suficiente como para hablar.

—... Felicidades. Lo siento, Yoko —murmura. Hay una sensación de hundimiento en su pecho, del tipo que siente cuando le recuerdan sus fracasos—. Es algo importante. Debería haber estado ahí. Lo siento.

Yoko niega con la cabeza y aprieta sus dedos.

—Estás ocupado —le dice.

Chuuya odia que no esté enojada con él.

—Sigo siendo tu hermano —insiste Chuuya—, se supone que debo estar ahí para cosas como esa.

—No pasa nada —dice Yoko.

Chuuya niega con la cabeza, apretando los labios. Nada de esto está bien. Es una maldita huérfana. Chuuya es todo lo que tiene. Es un maldito fracasado. Una lamentable excusa de hermano mayor.

Su primer periodo, ¿eh?

Falló.

—Mujercita —murmura, abrazándola contra su pecho de nuevo.

La abraza esta vez para ocultar su rostro, para que ella no piense que ha hecho algo malo en caso de que él parezca cabizbajo.

Desearía que no crecieras sin mí.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Hola. Vengo a visitar a Yamamoto Ryoichi. Está en la habitación 1005.

—¿Nombre?

—Nakahara Chuuya.

—¿Parentesco?

—Nieto.

Chuuya termina de registrarse, colocando la tarjeta de visitante en sus jeans antes de entrar en el ascensor familiar, lleva la mochila por el asa en la parte superior.

Apoya la cabeza en la pared mientras sube al décimo piso, sus hombros caen cuando ese olor congestionado y desinfectado se infiltra en su nariz.

Los hospitales son condenadamente silenciosos.

Dejan que sus pensamientos corran en su silencio.

Suena aquel pequeño tintineo.

Chuuya sale, camina por el pasillo y toca el timbre para que lo dejen entrar en la planta de rehabilitación. Solo tiene que esperar un momento hasta que la puerta corredera automática se abre para él.

Se mete las manos en los bolsillos y presiona en silencio sus Docs contra el suelo brillante mientras camina.

Gira a la derecha. Camina. Gira a la izquierda. Pasa por delante del mostrador. Camina más.

Gira a la derecha.

Habitación 1005.

Chuuya respira hondo, coloca las placas de identificación alrededor de su cuello y dentro de su camisa y entra.

Aparta la cortina verde azulado descolorida.

Sofu está viendo el fútbol en la tele.

Está acostado en la cama, incapaz de moverse, con la cara completamente en blanco. Parece mentira que esté prestándole atención al partido.

Una enfermera está junto a la mesa, en la pared opuesta a su cama, limpiando algunos platos. Parece que acaban de darle de comer.

—Hola —dice Chuuya en voz baja, mirándola—. ¿Se duchó e hizo todo lo demás hoy?

Ella se gira hacia él, haciendo una reverencia.

—Sí, señor.

—¿Qué tal la fisioterapia? —pregunta Chuuya.

—Tuvo algunos problemas con los ejercicios —le dice ella—. El doctor Takahashi tiene previsto hablar con usted para que le dé antidepresivos.

Chuuya suspira profundamente. Ya están jodidamente cerca de estar endeudados. No sabe si puede pagar más medicamentos.

—Gracias —susurra.

Ella se va.

Chuuya se lava las manos.

—Sofu —lo llama, acerca la silla de la ventana a su cama y se sienta a su lado. Encuentra el control remoto de su cama y lo baja para que puedan verse mejor mientras se sienta.

El abuelo de Chuuya no se gira para mirarlo.

—Sofu.

Chuuya extiende la mano, tomando su frágil y arrugada mano entre las suyas. Su piel se siente tan fina. Le han vuelto a salir moretones.

Chuuya vuelve a mirarlo. Su abuelo gira lentamente la cabeza.

Chuuya esboza una sonrisa, tratando de evitar que tiemble mientras inclina la cabeza suavemente.

—Buenas noches, sofu —dice, despacio, con suavidad y amabilidad.

La expresión de su abuelo no cambia.

Solo lo mira fijamente. Los labios hacia abajo. Los ojos en blanco. Desmotivado. Como si hubiera perdido la esperanza de mejorar, porque está incapacitado.

—Yo, um...—empieza Chuuya, rebuscando en su mochila un bloc de papel y los marcadores de Yoko—. Traje algunas cosas. Para que dibujes.

Hay una mesa que se despliega desde el lado de su cama. Chuuya coloca allí los materiales.

Su mano derecha está enyesada para comprimirla porque se hincha con frecuencia, así que tiene que escribir con la izquierda, aunque esa no es su mano dominante.

Chuuya abre la caja de marcadores frente a él.

—¿Qué color primero? —pregunta.

Guía la mano izquierda de su abuelo hacia la caja mientras este la mira sin comprender.

Chuuya contiene la respiración.

Sofu elige el verde. Chuuya sonríe ampliamente al ver que tomó una decisión.

—No me gusta mucho el verde —ríe suavemente, destapando el marcador para él y envolviendo manualmente los dedos de su abuelo sobre él—. Pero buena elección.

Juntos, colocan la punta del marcador sobre el bloc.

Su abuelo comienza a arrastrarlo. Solo hace líneas al azar. Lentas y desiguales, se deslizan más sobre el papel cuando él es demasiado débil para arrastrar la punta del marcador más abajo sin mover la mano.

Su labio inferior sobresale con concentración.

Chuuya observa atentamente. El dibujo de Sofu no tiene ni pies ni cabeza. Nunca levanta el marcador de la hoja.

Parece hecho por un niño de dos años.

—¿Cómo estás? —pregunta Chuuya en voz baja.

Su abuelo no responde.

Chuuya traga saliva.

—¿Comiste bien?

No responde.

—¿Estuvo bien la ducha?

No contesta.

—¿Sabes cómo me llamo?

Chuuya mira fijamente a su abuelo. Sofu le devuelve la mirada.

—¿Sabes cómo me llamo? —Chuuya vuelve a preguntar, con una voz mucho más pequeña—. ¿Quién soy?

Continúa mirando a Chuuya. Sus ojos están medio en blanco, medio buscando, como si la respuesta estuviera en el fondo de su cabeza pero no en la punta de su lengua.

—¿Quién soy? —susurra Chuuya.

...

Por favor.

Eres todo lo que me queda. Por favor...

...

No hay respuesta.

—Quién...

Eres todo lo que me queda.

Chuuya se gira hacia las sábanas blancas que cubren las delgadas piernas de su abuelo.

Intenta mantener la sonrisa. De verdad. Genuinamente. No debería ser tan difícil. Solo es una sonrisa.

Es solo una sonrisa.

La cabeza de Chuuya se hunde, y entierra su rostro en la ropa de cama.

Es solo una sonrisa.

Puede sonreír.

Eras todo lo que me quedaba.

La boca de Chuuya tiembla. Con fuerza.

Es solo una maldita sonrisa.

Cierra los ojos con fuerza, apoyando la frente en la mano de su abuelo mientras un sollozo silencioso empieza a escaparse en un jadeo lento. Le duele mucho el pecho.

No puede respirar. Su cuerpo tiembla.

Cuando Chuuya tenía nueve años, pensaba que los de dieciocho lo tenían todo resuelto.

Ahora tiene dieciocho, y todavía se siente de nueve.

Está completamente solo.

Es jodidamente difícil tener esperanza.

Contrólate.

Chuuya se obliga a respirar hondo, las lágrimas se atascan en el fondo de su garganta mientras su pecho se derrumba.

No pasa nada.

De verdad.

Está bien.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Dazai suspira profundamente.

Es la última tarea que tiene que entregar antes de que acabe el trimestre.

No puede hacer más trabajo. Simplemente no puede. Su cerebro solo... no quiere. No funcionará más. Está frito.

Descarga su proyecto en una memoria USB y recoge su mochila.

Está solo en el laboratorio de informática. Es la una de la madrugada.

Dazai detiene su música y se quita los AirPods.

El silencio es ensordecedor. Siente que sus oídos no funcionan correctamente. Dazai acerca sus dedos hacia ellos, toca su piel y chasquea los dedos frente a cada uno para asegurarse de que todavía puede escuchar.

Otro de esos tics recorren su nuca. Sus hombros se encogen por un segundo.

—Mier-

Su teléfono vibra.

Fukuzawa Yukichi

¿Te gustaría cenar en mi casa este fin de semana?

Dazai se queda mirando el mensaje más tiempo del previsto.

Fukuzawa Yukichi

Puedes decir que no.

Traga saliva y pasa a uno de sus chats grupales.

Dazai Osamu

Chicos

¿Cenamos mañana? Sushi en Nishiki

Demonios, yo invito

Sakaguchi Ango

Joder, sí.

No te dejaré pagarlo todo.

Kunikida Doppo

Puedo hacer 7-9 mañana por la noche si y solo si Dazai está de acuerdo en dividir la factura a partes iguales.

Dazai Osamu.

Kunikida, no dejes que tu hijo de la ley aparezca durante 0,2 segundos.

(Spoiler: fracasó)

Akutagawa Ryuunosuke

👍

Kunikida Doppo

Respondiendo a: "(Spoiler: fracasó)"

La verdad es que nunca fracaso.

Sakaguchi Ango

si que funciona

Edogawa Ranpo 🍞

Te llevaré pan zai, mwah.

Pan de taro. Te gusta el pan de taro, ¿verdad?

Dazai Osamu.

Yep

Dazai suspira temblorosamente, regresando a su conversación con Fukuzawa.

Dazai Osamu

Lo siento.

Tengo planes

En otra ocasión

Se muerde el labio, esperando una respuesta.

Fukuzawa Yukichi

Está bien. Avísame.

A Dazai le gusta el mensaje y cierra la aplicación.

Hay demasiado silencio en el desolado campus. Él no puede hacer eso. No puede quedarse en silencio.

Vuelve a ponerse los AirPods, entrecierra los ojos mientras cambia la pista de su lista de reproducción a... Gymnopédie No. 1. #

Solo para cambiar de ritmo.

Se mete las manos en los bolsillos después de colgarse la mochila en un hombro, caminando lentamente hacia su Supra. Necesita comprar comida.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya tiene los ojos cerrados. Está agotado. Su cuerpo mira hacia la pared de su habitación contra la que está apretada su cama familiar, la manta sobre su hombro.

Se siente un poco vacío.

Escucha cómo empujan suavemente la puerta para abrirla y escucha los pequeños pasos en el suelo de madera que entran en su habitación.

Chuuya siente que la manta se levanta suavemente detrás de él y que el colchón se mueve cuando Yoko se mete en su cama.

Se da vuelta sobre su espalda con un bostezo, extendiendo el brazo más cercano a ella en su almohada.

No tiene motivos para sentirse vacío.

Yoko apoya la mejilla en su bíceps, justo como en los viejos tiempos.

Se contonea hasta quedar cómoda, con un lado del cuerpo pegado a Chuuya. Ella es el tipo de persona que duerme boca abajo.

Inconscientemente, Chuuya se pone de lado para mirar a su hermana y poder frotarle la espalda. La acaricia con suavidad, exactamente de la misma manera que cuando ella era pequeña y aún no tenían sus propias camas en casa del abuelo.

Exactamente de la misma manera que recuerda las caricias de su madre en la espalda.

Yoko ya no es tan pequeña como a Chuuya le gustaría pensar que es.

La gente crece rápido.

Los movimientos de Chuuya no duran mucho antes de quedarse dormido.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Hay algo extremadamente deprimente en visitar una tienda de comestibles en solitario a la 1:17 de la madrugada.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Los crisantemos tienen un aroma que confunde a Chuuya. Son claramente dulces, ligeros, agradables, pero su aroma es tan suave que parece vacío, como si a Chuuya le faltara algo en la nariz cuando los huele.

Lleva el ramo en sus brazos cerca de su pecho, cruza la calle mientras se abraza a sí mismo y a las flores que ha comprado en su chaqueta.

Gira a la izquierda en la acera, y luego a la derecha, hacia el cementerio.

Chuuya camina por el familiar sendero entre la hierba, su paso nunca decae en fuerza hasta que se detiene frente a las tumbas consecutivas de sus padres.

Traga saliva al leer los nombres, manteniendo conscientemente sus movimientos ágiles y nítidos mientras se agacha y deposita las flores al pie de la lápida de su madre.

Su padre querría que ella las tuviera todas.

Chuuya vuelve a tragar saliva. Esta vez le cuesta un poco más, pero está bien.

Se queda un rato mirando el granito, buscando los viejos patrones que veía en ellos de niño, antes de sentarse bien, cruzando los tobillos uno sobre otro.

Respira hondo. En silencio, como si fuera una molestia que alguien lo escuchara.

Su pecho pesa.

Tendría que haber muerto él. Siempre lo creerá.

Juega con sus pulgares. Chuuya siempre se ha sentido un poco estúpido hablando con lápidas. Pero es lo único que tiene.

—Me estoy poniendo al día otra vez —les dice a sus padres—. Voy a ganar.

Sus palabras se desvanecen en el viento. La brisa que agita los cipreses a su derecha se las lleva. Nunca llegarán a oídos de aquellos sobre los que deben caer.

Traga saliva de nuevo.

—He estado trabajando duro —promete—. Ustedes me educaron bien. Lo demostraré.

Su corazón está incómodamente pesado. El peso en él solo crece.

Chuuya se frota el pecho. No es muy bueno entendiendo sensaciones como esta. Solo quiere deshacerse de ello.

Inclina la cabeza hacia arriba, respirando hondo. No le sirve de nada.

—Cuidaré bien de Yoko —jura Chuuya en un susurro.

Se siente como una súplica de piedad.

¿Acaso tiene derecho a decir eso?

Ya se arrepiente de esas palabras. Son una promesa que no ha cumplido.

Aprieta los labios.

—Ella tuvo su periodo, ma —le dice Chuuya suavemente—. Está creciendo.

La mamá de Chuuya era realmente hermosa.

—Creo que se parecerá a ti cuando sea mayor.

Su siguiente aliento tiene un estremecimiento.

—Lo siento, no estoy en la universidad ahora —dice—. Algún día los haré sentir orgullosos. Pero en este momento necesito dinero para la familia.

Trabajo duro.

Chuuya aprieta los ojos.

Estoy trabajando mucho.

Jornadas de once horas. Otras dos a cuatro horas para las actividades de la oferta de Gatsby.

Entrenamiento los fines de semana. Tareas. Llamadas a casa. Facturas. Intentar no endeudarse.

Tiene dieciocho años.

... Chuuya está cansado. Solo está cansado. Eso es todo.

—Estoy trabajando duro —promete.

Parece mentira.

Se ha perdido gran parte de la vida de Yoko en los últimos meses.

Chuuya tiene una tarea en su propia vida, y es cuidar de su familia.

Eso es todo. Todo.

Esa es su única tarea, y está fallando, así que ¿cómo puede decir que está trabajando duro?

¿Por qué demonios es tan difícil hacer lo único que se supone que debe hacer?

Chuuya está llorando de nuevo antes de saber qué demonios le pasa.

—No quiero volver a Yokohama —le dice a su madre, secándose las mejillas—. Es gigante y no sé cómo moverme y estoy harto de eso.

Déjate de tonterías.

Chuuya inhala bruscamente, obligando a su rostro a volverse plácido. Se aclara la garganta.

Déjate de tonterías.

Se obliga a actuar con calma.

—Aun así volveré —jura—. Ganaré la oferta de Gatsby. Y me haré rico para que sofu mejore y Yoko pueda comer bien e ir a la universidad donde quiera.

Lo prometo.

Incluso sí eso lo mata.

Se queda mirando las lápidas un poco más. Su boca vuelve a temblar. Odia esto, joder.

Echa de menos a sus padres. No pasa ni un maldito día sin que los eche de menos.

Chuuya vuelve a cerrar los ojos con fuerza, tragándose el llanto. No puede derrumbarse ahora.

No quiere volver a Yokohama, dice, pero es en Yokohama donde es más fácil alejar el dolor de su cuerpo por lo jodidamente mala que ha sido la vida con él.

Déjate de tonterías.

A Chuuya no le gusta pasar el tiempo lamentándose de sí mismo. Es una pérdida de tiempo que podría dedicar en convertirse un ser humano útil.

Respira hondo otra vez. No es más fácil que la anterior. No se calma.

Chuuya saca su teléfono y busca un contacto conocido en la aplicación de mensajes. Se desplaza hacia arriba, releyendo su última conversación.

Dazai 👺

https://www.tiktok.com/t/ZTRmVuor7/

https://www.tiktok.com/t/ZTRuMntfb/

TÚ JAJAJAJ

Chuuya

A la mierda

https://www.tiktok.com/t/ZTRHk87dX/

¿Este eres tú, idiota?

Chuuya ríe suavemente para sí mismo mientras abre los TikToks uno a uno. Esta conversación lo hacía reír a carcajadas. Olfatea, sus labios vuelven a caer con demasiada facilidad.

Dazai 👺

Soy un neurodivergente diagnosticado Chuuya tus palabras pueden ser muy hirientes, ¿sabes?

Chuuya

💀 ¿Estás hablando en serio?

Dazai 👺

No idiota

Chuuya

Debería saberlo carajo

Dazai 👺

¿Esto es porque soy americano?

Chuuya

Dazai 👺

Maldita sea, culpa mía.

Déjame ir a buscar un no nacido en San Francisco muy rápido

Chuuya

Hey bitchass

Dazai 👺

Sí, cariño 🖤

Chuuya

Deberías callarte ❤️

Eso fue lo último que se mandaron entre ellos.

Chuuya está tratando de distraerse.

No está funcionando tan bien.

Se presiona el ojo con la palma de la mano mientras su cabeza se inclina hacia el suelo.

Joder.

Odia estar triste. Mierda, es estúpido como el infierno.

JODER, por qué demonios está llorando tanto en este viaje...no...

Chuuya respira pesadamente, intentando controlar los sollozos de nuevo.

Se siente como si se estuviera rompiendo por las costuras.

—Vamos —se dice a sí mismo, respirando superficialmente mientras recupera la compostura por un breve momento—. No eres un niño.

Chuuya odia sentirse débil. Odia sentir que necesita a alguien. Odia ser una damisela en apuros. Odia ser condescendiente. Odia toda esa basura.

Ha sobrevivido a cosas muy duras.

No necesita que lo mimen.

Así que para él, es un momento de debilidad cuando habla por FaceTime con Dazai después de presentar sus últimos respetos a sus padres y dejar el cementerio un poco antes de lo planeado.

No sabe qué demonios está pensando. No sabe qué intenta conseguir llamando a Dazai.

Chuuya no lo sabe.

Dazai contesta.

—Hey.

La conectividad es extrañamente buena. El castaño está masticando. El sonido de su teléfono apoyándose en algo llega mientras el marco tiembla un poco. La pantalla deja ver a Dazai con claridad unos segundos después. Está sentado en su mesa de estudio.

Acerca los palillos de regreso a su plato. De allí sale un trozo de mango, o algo así. Luego levanta la vista, inclinándose sobre su teléfono para mirar a Chuuya.

—Estás callado.

El labio de Chuuya tiembla mientras camina.

Joder.

Lo endurece, deseando que la debilidad desaparezca.

—¿Qué pasa?

Chuuya se pasa la lengua por el interior de la mejilla, comprobando ambos lados de la carretera antes de cruzar mientras sostiene su teléfono frente a su pecho.

—Acabo de visitar a mis padres —le murmura a Dazai, chasqueando suavemente para sí mismo.

Dazai se mete otra pieza de fruta en la boca. Eso podría ser todo lo que el estúpido hijo de puta ha comido hoy. Él hace una pausa, bajando los palillos.

Chuuya sigue algo orgulloso de haber cortado ese mango para él solo.

—¿Qué tal te fue?

Chuuya se ríe irónicamente. ¿Qué demonios se supone que debe decir a eso?

—Me fue bien —dice, encogiéndose de hombros.

Dazai no responde. Chuuya sabe que tiene algo más que decir.

Se pasa la lengua por los dientes, olfateando con fuerza mientras da otro giro en las calles familiares.

—Mi abuelo no se acuerda de mi maldito nombre —escupe. Su voz sale con más rencor del que pretende—. No sabe quién demonios soy.

Estar enojado es mejor que estar triste.

La expresión de Dazai es inexpresiva.

—Lo siento.

Chuuya vuelve a encogerse de hombros, negando con la cabeza.

Hay un graffiti en la pared del callejón por el que pasa.

Una corona roja de tres puntas.

Voltea su cámara, mostrándole a Dazai.

—Bienvenido a mi ciudad natal. No es nada lujoso.

—Alguien ha dejado su huella.

—Soy el Prince de Tadaoka antes de ser el Prince de Mayonaka.

—Asi lo veo.

Chuuya olfatea de nuevo, dándole la vuelta a la cámara.

—¿Por qué llamaste? —pregunta Dazai.

Es directo con la pregunta.

A Chuuya... le gusta eso. Le gusta que Dazai no se ande con rodeos.

Pero eso no significa que tenga una respuesta.

—No lo sé —le dice a Dazai—... Mi cabeza está haciendo mucho ruido.

Dazai tararea.

—Lo entiendo.

—Lo sé. ##

Chuuya no va a casa. En su lugar, camina hasta el santuario de Yasaka, que está cerca.

—Mi pueblo es bonito —murmura, mirando la vegetación a su alrededor—. Creo que te gustaría.

—Enséñamelo —pide Dazai.

Chuuya vuelve a girar su cámara, filmando delante de él mientras se acerca al santuario. La sombra de los alcanforeros que bordean la entrada del templo lo abraza, protegiéndolo de la fresca luz del sol otoñal. Chuuya los considera sus mayores.

La conectividad es un poco peor.

Tadaoka es pintoresco. Rezuma las huellas de los antepasados que la construyeron al primer paso, aunque los edificios modernos se filtren poco a poco en el terreno.

—Muy tradicional —le dice Chuuya—. Todo lo contrario a Yokohama. Hay un montón de plantas para que te quedes embobado.

Dazai suelta una suave risa y se inclina para inspeccionar. Está siendo muy amable.

—Es precioso.

Chuuya vuelve a tragar saliva.

—Extraño mucho a mis padres —admite, un poco contra su voluntad—. Eran muy buenas personas.

Dazai asiente suavemente.

—Puedo decirlo —responde.

Chuuya frunce las cejas.

—¿Cómo?

—Criaron a un hijo con un corazón de oro.

Chuuya aprieta los labios con fuerza, frunce el ceño mientras baja la boca. Se alegra de que la cámara no lo apunte a él, porque sus ojos están jodidamente llorosos.

Se traga el grito antes de que se oiga.

Se quedan un rato en silencio. Chuuya solo sostiene su cámara mientras camina. Es un pueblo pequeño.

Dazai vuelve a comer.

¿Por qué Chuuya llamó?

No tiene ni puta idea.

Tal vez solo confiaba en que Dazai lograría hacerlo sentir mejor, o algo así.

—¿Cómo está Yoko? —pregunta Dazai.

Chuuya exhala.

—Bien. Está bien —balbucea.

Dazai hace una pausa, mirando a la mesa como si estuviera evaluando el tono de Chuuya. En el fondo de su cabeza, Chuuya está preocupado por su reacción.

Él se encoge.

—No sé por qué te llamé —le dice—. Siempre tienes palabras bonitas que decir y esas mierdas. No sé.

Dazai asiente, aun con la mirada baja.

—Está bien.

Su voz vuelve a estar en modo terapia.

Chuuya desearía que Dazai estuviera aquí en Tadaoka ahora mismo. No sabe por qué. No sabe qué demonios es esta sensación de entumecimiento en su pecho; no sabe por qué está tan molesto.

Pero tal vez uno de los abrazos de Dazai estaría bien.

Chuuya cree que nunca olvidará lo que sintió al ser abrazado por él anteanoche.

Ni siquiera se trata de la relación entre ellos, cuando piensa en ello.

Es solo... ese nivel de... comodidad. No. No parece la palabra adecuada.

No conoce las palabras. Chuuya se reprende mentalmente por ello.

Pero fuera lo que fuera, Dazai ganó algo de él esa noche. Algún tipo de reacción de Chuuya que nadie más ha provocado, en la que realmente bajó la guardia y se permitió descansar por una vez.

Tal vez Chuuya espera que Dazai vuelva a hacer algo así, si es que es posible a través de una llamada FaceTime.

Su casa está a la vista ahora.

—¿Quieres ver fotos de mi familia? —murmura.

Es una pregunta estúpida.

Claro.

Chuuya entra y se dirige directamente a la sala, donde está la pared de marcos de fotos.

Chuuya primero le enseña a Dazai la foto grande en el centro. Los cuatro. Yoko es una recién nacida en brazos de su padre, y él sonríe de verdad, como si no hubiera nada que pudieras hacer para hacerlo más feliz. Un hombre guapo. Cabello oscuro.

Chuuya tiene seis años, sentado con una amplia sonrisa en el regazo de su madre, la espalda recta y las manos entrelazadas educadamente en el regazo. Lleva el cabello corto y es de un naranja más vivo que ahora. Su madre está radiante, con una sonrisa afilada sobre una mandíbula fina y el cabello largo, pelirrojo, rizado y recogido en un moño.

Todos visten de blanco.

—Oh, vaya —respira Dazai.

Parece realmente sorprendido, por la razón que sea.

—Te pareces a tu...

—A mi madre. Sí —termina Chuuya, asintiendo—. Me parezco.

—Te ves tan inocente.

—Lo era.

—Es una foto muy bonita —le dice Dazai—. Me gusta.

—Gracias.

—Tu cara no ha cambiado nada.

Chuuya gira la cámara para lanzarle a Dazai una mirada mortal.

—Te daría un puñetazo por eso si estuvieras aquí ahora mismo —le dice.

—Lo sé. Por eso lo dije.

Chuuya pone los ojos en blanco y vuelve a girar la cámara, desplazándola hacia la izquierda.

—Esos son mis padres el día de su boda —le dice a Dazai.

Sonríen de oreja a oreja, con las manos en el cuchillo mientras lo clavan en su pastel de bodas. Es una foto antigua, borrosa y azulada.

—Son una pareja atractiva.

—Lo eran, sí —asiente Chuuya—. Se casaron muy jóvenes. Mi madre tenía como diecinueve años. Y mi padre tenía veinte.

—Maldición. ¿También te tuvieron cuando estaban jóvenes? —pregunta Dazai.

Chuuya tararea. Está empezando a golpear. El dolor.

Se lo traga.

—La verdad es que no. Creo que mi madre tenía veintisiete años cuando me tuvo.

Se lo traga otra vez. Pero sus labios están temblando y su nariz está obstruida y está empezando a no poder ver de nuevo.

—Pasaron mucho tiempo juntos —comenta Dazai—... que lindo.

—Sí. Ellos... se querían mucho —le dice Chuuya, guardando silencio al exhalar y alejando el teléfono para olfatear mientras las lágrimas ruedan por sus mejillas—. Era obvio.

Dazai aprieta los labios, asintiendo lentamente.

Dazai...

Joder. Joder, joder, joder.

Chuuya se tapa la boca y cierra los ojos con fuerza mientras se toma un segundo para recuperar la calma. Más lágrimas se derraman...

¿Sí? —responde Dazai.

Chuuya cubre el micrófono para volver a sorber por la nariz.

—Sabes, cuando tenía nueve y diez años —le dice, con la voz temblorosa—, después de que salí del hospital. Solía simplemente... llevar una manta al cementerio...

Chuuya se atraganta con su propio aliento. Levanta la mano, secándose violentamente las lágrimas.

—Y...—tiene que tragar saliva; tiene que hacer que su voz vuelva a ser fuerte—, y me acostaba allí. Me abrazaba al suelo y lloraba.

Parece que Dazai está buscando palabras. No hay palabras para responder a algo así.

Normalmente no llora, ni siquiera en sus visitas a casa. Últimamente llora cada vez más. Como si se estuviera debilitando.

El estrés no puede afectarlo tan pronto. Le quedan más de cuatro meses de esta mierda.

¿Por qué le está contando esto a Dazai? Chuuya no tiene ni idea.

—Me abracé al maldito suelo como si...—Chuuya respira con hipo, sus dientes superiores golpean su labio mientras llora como un puto bebé... qué demonios le pasa—, como si eso fuera a traerlos de vuelta... Dios, los extraño mucho...

—Lo sé. Chuuya, yo...

—Está bien —dice, más para sí mismo que para Dazai.

Déjate de tonterías. Contrólate, ¿qué demonios estás haciendo?

Chuuya resopla tan fuerte que le arde la nariz.

Dazai se queda mirando la pantalla. Al suelo, ya que ahí es donde la cámara de Chuuya está apuntando ahora.

—Estoy bien.

—No, no lo estás.

—Bueno, no quiero hablar de eso —responde Chuuya—. Puedo arreglármelas solo.

Hay algo de silencio durante un rato.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunta Dazai finalmente.

—¿Qué? —murmura Chuuya.

—... ¿Cómo te diste cuenta? —pregunta—. Que ellos se amaban, quiero decir.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Chuuya permanece unos segundos en silencio.

A Chuuya le duele mucho más de lo que deja ver. Mucho, mucho más. Dazai deduce que en realidad nunca ha recibido ningún tipo de ayuda, incluso después de una pérdida tan significativa como la que tuvo cuando era niño.

Dazai siente un nuevo tipo de miedo en la nuca.

—Tenían ese brillo en los ojos cuando se miraban... suena cursi como el infierno, lo sé —le dice Chuuya, tosiendo y aclarándose la garganta—. Pero esa mierda es real. Es ese consuelo en sus ojos. Puedes verlo, no sé.

Dazai tararea. No lo deja ver lo aterrorizado que está de arruinar a Chuuya en gran medida. Dañarlo aún más.

Él no quiere hacer eso.

Es por eso que esto no puede ir demasiado lejos por mucho tiempo. Él no puede darse ese gusto, por el bien de Chuuya.

—Y sabían todo el uno del otro, por lo que recuerdo. Mi padre siempre le llevaba flores a mi madre. Los crisantemos eran sus favoritos.

Dazai asiente, sus labios se voltean hacia abajo por un momento.

"¿Qué más no sé de ti?"

Eso es lo que preguntó Chuuya antes de irse. Lo que ha preguntado una y otra vez.

No.

Dazai no puede estar pensando en eso.

No puede estar pensando en nada de eso. Está asustado. Asustado porque sabe que no es el mejor sujeto. No como Chuuya. Asustado porque nunca confiaría en sí mismo con alguien como Chuuya.

—Hablaban todo el tiempo —continúa Chuuya—. Simplemente no podían cansarse el uno del otro. Era una locura. Mi antigua casa tenía un jardín de rocas a la derecha, y cada mañana se sentaban allí y hablaban.

Dazai traga suavemente.

—Parece que tienes muchos recuerdos de ellos —decide.

—Hasta cierto punto —le dice Chuuya—. Pero no recuerdo nada malo. Nada de disciplina ni nada de eso. Solo recuerdas lo bueno cuando se han ido, tal vez.

Tal vez.

Dazai asiente, pensando en sus propios padres.

¿Por qué llamaste?, quiere volver a preguntar.

Solo para escuchar a Chuuya admitir que extraña a Dazai.

Dazai es un pedazo de mierda por eso.

Lo es.

Dazai desearía ser más empático.

Siempre se enfoca en las cosas más jodidamente egoístas en su cabeza, y se odia por eso.

Sabe cómo consolar a las personas porque ha pasado años estudiándolas. Cómo funcionan. Pero todo parece mentira. Una actuación, ser tan amable.

En realidad no le importa. Simplemente sabe actuar como si le importara.

Probablemente lo está pensando demasiado.

Dazai escucha una pequeña voz murmurar algo incomprensible para el pelirrojo fuera de la pantalla.

Yoko, probablemente.

Chuuya le responde. Es sobre el almuerzo.

Vuelve a girar la cámara y observa a Dazai. Es la primera vez que realmente hace que su rostro sea visible en esta llamada.

Su nariz es un poco amelocotonada. Ojos un poco hinchados.

Hombre.

—Tengo que irme —le dice a Dazai.

Dazai asiente, sonriéndole de plano.

—¿Te sientes mejor? —le pregunta.

Es solo etiqueta.

Chuuya detiene sus movimientos, haciendo un suave mohín de contemplación. Y luego resopla, cerrando los ojos por un segundo y enderezando la espalda.

—Sí.

Dazai suspira pesadamente. Puede escuchar literalmente el cerebro de Chuuya diciéndole que se deje de tonterías.

—Mándame un mensaje cuando estés en la carretera —le dice a Chuuya—. Conduce con cuidado, ¿de acuerdo? Probablemente haya hielo ahora.

Chuuya asiente y cuelga después de despedirse.

Dazai es arrojado de vuelta a un mundo de silencio.

Lo odia.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Dazai escucha la llave en la puerta principal desde su habitación.

Traga saliva, se desliza de la cama y camina cautelosamente por el pasillo cuando oye a Chuuya entrar en el apartamento.

Su corazón late con fuerza, un cóctel de pensamientos cala sus huesos mientras escucha al pelirrojo lavarse las manos en el fregadero de la cocina.

Chuuya lleva sus jeans azul océano y su camiseta blanca bajo la chaqueta de invierno que le compró Dazai. Es un atuendo tan clásico de Chuuya, uno que no ha visto mucho la luz del día desde que comenzó a hacer más frío.

Dazai se frota la piel de su estómago expuesto. Está vestido con esa blusa corta oscura de manga larga que parece haber sido cortada de un jersey cuello redondo, y unos pantalones de chándal negros.

Chuuya se cortó el cabello. Ahora tiene un aspecto similar al que tenía cuando Dazai lo conoció por primera vez.

Chuuya está concentrado en limpiarse la piel. No parece darse cuenta de que Dazai se le acerca en la oscuridad.

Los labios de Dazai se curvan hacia arriba mientras resiste el impulso de asustarlo en ese momento.

—Shouga —susurra.

La cabeza de Chuuya se sacude hacia la izquierda mientras cierra el grifo. Se seca apresuradamente las manos en la toalla antes de acercarse a Dazai.

—¿Shouga? —pregunta Chuuya.

—Shouga —repite Dazai, negándose a dar explicaciones.

Sus brazos se abren solos. Él frunce el ceño cuando Chuuya viene a descansar en ellos, derritiéndose de esta manera donde Dazai puede decir que no es su intención.

Es como si no quisiera encontrar tanto consuelo en Dazai como él.

Dazai no entiende por qué Chuuya piensa que es tan bueno. Chuuya probablemente tampoco lo entienda.

Chuuya no tarda mucho en tirar de él hacia abajo por su camiseta para tragarse su aliento.

Los pensamientos de Dazai se disipan cuando se inclina hacia él, apoyando las manos en la encimera a ambos lados de Chuuya mientras su rostro es agarrado por su mandíbula.

Se encuentra con la repentina energía de Chuuya, a ambos les importa poco su falta de oxígeno mientras se encuentran en una rápida sucesión de besos cortos.

El ceño de Dazai se frunce cuando Chuuya inclina la cabeza hacia un lado, deslizando su mano alrededor de esa atractiva cintura para sostenerlo desde la parte baja de su espalda. Está lidiando con su asombro reprimido por el pelirrojo cuando la punta de la lengua de Chuuya empieza a lamer la extensión de la de Dazai con cada encuentro.

Es suave. Sensual.

Chuuya es un buen besador, y lo sigue siendo incluso cuando ambos están sin aliento.

No dura mucho más antes de que se separen, ambos jadeando suavemente a la luz de Yokohama.

Dazai se pasa la lengua por la comisura izquierda del labio. Está desordenado con la saliva.

—Dazai —llama Chuuya, y... maldita sea. Dazai se siente como un maldito perro con la forma en que mira para escuchar a Chuuya, listo para atender cualquier cosa que le pida.

Dazai saca la lengua para atrapar los restos del sabor del pelirrojo en sus labios una vez más. Chuuya lo mira fijamente. Mira fijamente sus labios.

—... Voy a ducharme —le dice Chuuya, encontrándose de nuevo con su mirada.

El apartamento está en silencio, aparte de ellos.

Chuuya pone una mano sobre el corazón de Dazai. Se desliza hacia abajo, presionando suavemente el piercing de Dazai mientras pasa como un fantasma sobre su pectoral.

Su aliento se entrecorta en su garganta.

—Ven a mi habitación cuando esté fuera —susurra Chuuya.

Bueno.

Joder.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

—Han sido los veinte minutos más largos de mi vida —respira Dazai, empujando sus labios contra los de Chuuya nuevamente.

El cuerpo de Chuuya está caliente. Huele a limpio y aún lleva las placas de identificación y...

Dazai traga saliva cuando Chuuya se ríe. Dazai sabe que está triste detrás de esa sonrisa, pero también sabe, en sus huesos, lo que es estar crónicamente deprimido. Te acostumbras tanto que empiezas a convencerte de que tus sonrisas falsas son genuinas, y una vez que estás en ese punto, es más una molestia que un consuelo que la gente te mime hasta la saciedad.

Así que no mima a Chuuya ni lo obliga a sentarse y hablar sobre sus sentimientos.

El sexo ayuda.

Chuuya se ha puesto una franela realmente grande, una que Dazai no había visto antes. Parece que ha traído más ropa esta vez. Es de color rojo oscuro, púrpura o negro, casi, con algunos patrones ocres desteñidos. Lleva pantalones deportivos grises y una camiseta negra debajo.

Su cabello está un poco húmedo.

Caminan hacia atrás, meciéndose de un lado a otro en los brazos del otro mientras avanzan lentamente desde el umbral de la habitación de Chuuya hasta la cama del castaño.

Dazai rodea la cintura de Chuuya con un brazo, lo abraza con fuerza mientras juntan sus bocas nuevamente, y luego lo guía hacia abajo para que se siente en el borde de su colchón.

El camino hacia la pared de la ventana se siente lento mientras la piel de Dazai empieza a zumbar, su erección se hace notar en sus pantalones de chándal mientras avanza por este lado de la habitación, arrastrando silenciosamente la cortina para cerrarla.

—Hay una pregunta que hiciste —dice Dazai detrás de él—, antes de irte.

Cuando se gira, Chuuya le está sonriendo. Parece que no necesita que se lo recuerden.

"¿Tu boca se ve tan bonita envuelta alrededor de una polla como cuando habla mierda?"

¿Chuuya quiere una mamada?

Dazai puede darle una buena maldita mamada.

Chuuya se acerca primero a la mesilla de noche y enciende la lámpara Tiffany que descansa sobre ella. De repente un cálido resplandor se une a los dos en la habitación, y entonces se inclina sobre la mesilla de noche, abriendo el cajón para sacar algunas cosas. Claramente, descubrió el lubricante y los condones que residían allí desde que Dazai lo invitó por primera vez a vivir aquí.

Dazai camina lentamente hacia él mientras deja toda esa parafernalia sobre la mesa, tratando de saborear el calor que se acumula en la base de su abdomen.

Chuuya está sentado en el borde de su cama cuando vuelven a encontrarse, y Dazai lo empuja suavemente para que se acueste boca arriba. Chuuya cae con un suave golpe sobre las sábanas, la punta larga de su cabello se extiende sobre la ropa de cama blanca.

Le sonríe a Dazai.

—Oh, vamos —se burla—. Puedes ser un poco más brusco.

Dazai sonríe, aprovechando la oportunidad para recordarle a Chuuya que tiene la mitad del tamaño de Dazai.

Engancha bruscamente sus manos alrededor de las piernas de Chuuya por debajo de sus muslos, tirando del más bajito cerca de él tan rápidamente que sus brazos vuelan por el arrastre.

Chuuya jadea suavemente cuando su culo se presiona de repente contra la rígida entrepierna de Dazai, y Dazai se inclina sobre él, atrapando el rostro ajeno entre sus antebrazos mientras dobla a Chuuya por la mitad.

—¿Así? —pregunta.

Chuuya se ríe suavemente, claramente imperturbable.

—Sí, Dazai. Así.

Dazai está impresionado por la compostura de Chuuya, lo reconocerá.

Se inclina lentamente, juntando de nuevo sus labios mientras presiona su polla vestida contra Chuuya. Este tiene que esforzarse para no temblar ante la fricción.

Se separan después de otro beso, y Dazai intenta verse despreocupado acerca de cómo cae sobre la cama mientras Chuuya se mueve hacia atrás sobre el colchón, apoyando la espalda contra las almohadas que se apoyan en la cabecera de su cama.

Chuuya abre las piernas y Dazai se coloca entre ellas, apoyando las manos en el colchón a ambos lados de la cintura de Chuuya. Dazai se inclina para besarlo de nuevo.

Cada vez que sus labios se encuentran, Dazai siente que nunca tendrá suficiente. Se reprime cuando empieza a pensar así, diciéndose a sí mismo: "Tranquilo, colega", porque espera más autocontrol de sí mismo que desear tanto a alguien.

Dazai lo atribuye al hecho de que han tardado mucho en llegar aquí, cuando él es de una comunidad y un pasado en el que la gente (incluido él mismo) se acuesta con cualquiera como si tuvieran un tiempo limitado en sus vidas para follar.

Es como si ambos estuvieran pagando una deuda insana cada vez que sus bocas se tocan.

Dazai se separa de los labios de Chuuya. Chuuya persigue su boca, su cabeza se despega del cabecero, pero Dazai lo empuja suavemente hacia atrás con la mejilla, baja su boca hasta el cuello de Chuuya y se aferra a succionar suavemente su piel.

Chuuya deja escapar una exhalación audible, estirando la cabeza hacia atrás para darle a Dazai un mejor acceso.

—Hey —murmura Dazai contra su piel.

Duda. Tiene sentimientos encontrados sobre la pregunta que intenta hacerle. Su autoestima vuelve a estar en guerra con su lógica.

—¿Qué? —pregunta Chuuya, bajando la cabeza para mirarlo.

Sostiene la cara de Dazai entre sus manos.

Dazai se muerde el labio.

—Tú... no quieres que lleve vendas, ¿verdad?

Chuuya lo mira como si fuera absurdo.

—Claro que no —responde.

Dazai odia la forma en que se derrite con tanta facilidad. Ni siquiera es una respuesta romántica, hasta siente la aspereza del tono de Chuuya como rasguños de espinas de rosas.

Tiene un montón de razones para levantar sus muros y mantenerlos en alto (para querer seguir con sus vendas), pero Chuuya realmente se le acerca y los rompe como si fueran papel de impresora sin siquiera intentarlo.

Dazai asiente, bajando sus manos por el pecho de Chuuya y presionándolas contra su piel, debajo de su camiseta.

—¿La quito? —susurra para preguntar, Chuuya se quita la franela y levanta los brazos en el aire, sentándose para que Dazai pueda quitarle la camiseta negra de algodón del torso. Es del tipo de algodón barato y áspero.

Las placas de identificación tintinean una contra la otra cuando vuelven a caer sobre su pecho.

Dazai le sonríe mientras Chuuya se vuelve a poner la franela sobre los hombros y se inclina para pasarle la boca por el cuello y el pecho.

Parece disfrutar cuando Dazai lo chupa, así que eso es exactamente lo que Dazai hace, dejando pequeñas manchas rojas por toda su pálida piel que se oscurecerán profundamente con el tiempo.

—Espera. Me toca a mí —le dice Chuuya, y entonces Dazai siente que su torso es empujado hacia adelante.

Cae, sosteniéndose con una mano en la cabecera mientras Chuuya acerca su propia boca a Dazai, pasando unos minutos devolviéndole las marcas por todo el cuello.

Sin vendas significa que Chuuya puede marcarlo todo lo que quiera.

Dazai no cree que las personas cercanas a ellos vayan a manejar bien la evidencia de esto. Sin embargo.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Las manos de Chuuya se deslizan por los costados de Dazai, empujando su crop top hacia arriba. No se mueve para quitárselo.

Los piercings de Dazai brillan bajo la luz. Sus pezones son de un rosa intenso, igual que sus labios, y solo la vista es suficiente para poner a Chuuya contra la maldita pared. Fuertes sombras se proyectan sobre la piel de Dazai donde sus músculos se levantan y se funden entre sí.

Debería ser jodidamente ilegal lo atractivo que está este chico.

Chuuya no pierde más tiempo y baja la cabeza para llevarse a la boca el pezón izquierdo de Dazai. Lo besa primero mientras sus ojos se cierran, chupando suavemente mientras sus dedos siguen recorriendo los costados de Dazai.

Las suaves caricias de Chuuya le ponen la piel de gallina, y suelta un suave jadeo cuando Chuuya roza su pezón con sus dientes, siendo cuidadoso para que no se enganche la perforación de una manera que duela. Se endurece en su boca.

Chuuya se toma su tiempo. Solo se mueve para darle al otro pezón de Dazai la misma atención. Presiona la cara contra ese músculo, su nariz contra su piel cálida y suave. Dazai deja escapar los sonidos más silenciosos, pequeños escalofríos recorren su cuerpo mientras acaricia el cabello de Chuuya.

Cuando se separa, Dazai vuelve a tomar el control, su camiseta cae sobre su cuerpo mientras acuesta a Chuuya contra la cabecera de la cama y se mueve hacia abajo con cada beso, hasta llegar al dobladillo de sus pantalones.

Chuuya respira entrecortadamente mientras lo mira fijamente.

Dazai se conecta con sus ojos y se acomoda boca abajo entre las piernas de Chuuya.

—Tócame —murmura Chuuya, antes de que pueda preguntar si está bien hacerlo.

La cabeza de Dazai se hunde, sus labios presionan la erección de Chuuya a través de sus pantalones. Se ahorró la ropa interior cuando se cambió, pero aun así, la imaginación del pelirrojo está teniendo que trabajar demasiado al sentir esa boca afelpada besar su polla.

Dazai exhala lentamente, su cálida boca pasa como un fantasma por la muy, muy evidente erección de Chuuya.

Chuuya suspira, obligando a sus manos a permanecer inmóviles a los lados mientras se sienta y observa, con la boca ligeramente abierta.

Dazai vuelve a besarlo y luego rodea con sus dedos la cintura de Chuuya.

Chuuya levanta su trasero del colchón, dejando que Dazai le quite los pantalones. Su estómago se revuelve en el momento en que su polla se libera, el calor en él se multiplica por diez junto con su anticipación a medida que cada segundo lo acerca más a la boca de Dazai.

Dazai termina de quitarle los pantalones y los tira a un lado.

Esto ya está matando a Chuuya.

Respira con dificultad, mirando a Dazai, quien de repente se niega a hacer contacto visual con él.

O tocarlo, para el caso, mientras su atención está en la longitud de Chuuya. La cabeza de su polla ya está muy, muy roja.

Las manos de Dazai descansan en los muslos de Chuuya.

Están en silencio. El suspenso es como una nube de tormenta en el aire, la electricidad de futuros relámpagos crepitando a su alrededor.

Chuuya se pregunta qué pensará Dazai. Se muerde el labio, tratando de mantenerse bajo control.

Dazai todavía no lo mira. Abre la boca. Despacio. Su lengua sale para humedecer sus labios, ese tono rosado brillante por la saliva mientras lo contempla.

Chuuya se retuerce de anticipación, su mente corre en círculos mientras intenta y no logra imaginar cómo se sentirá esto...

Dazai exhala suavemente, la más leve corriente de cálido aliento golpea la parte inferior de su pene.

Maldita provocación.

—Dazai —suspira Chuuya.

Se ríe con suavidad, mirando finalmente a Chuuya.

Esta pequeña mierda.

—Eres guapo —murmura Dazai, antes de llevarse repentinamente a Chuuya a la boca.

—Oh, mierda —jadea Chuuya, sus manos vuelan hacia el cabello de Dazai mientras lo chupa durante un buen par de segundos antes de que vuelva a salir.

El pecho de Chuuya sube y baja rápidamente. Dazai extiende la mano y lo sujeta suavemente antes de llevarse de nuevo la polla de Chuuya a la boca, dándole un beso en la cabeza.

Toma a Chuuya de nuevo, hundiéndose aún más en su polla -mierdamierdamierda-

Regresa y presiona su lengua contra el frenillo de Chuuya. Se frota suavemente con el músculo caliente.

Ay, Dios.

Chuuya intenta mantener la respiración tranquila y cierra los ojos. La boca de Dazai se siente demasiado bien.

Tal vez porque es Dazai.

Santa mierda. Va a tener sexo con...

Dazai inclina la cabeza hacia un lado. Su lengua se desliza por el miembro mientras su cabeza se hunde más, y se lleva una de las bolas de Chuuya a la boca, dándole una buena succión mientras su mano pasa como un fantasma sobre su polla.

Chuuya echa la cabeza hacia atrás, dejando escapar un profundo gemido ante la sensación.

Dazai recién está comenzando, y se lo hace saber a Chuuya.

Su boca se mueve hacia el otro lado, pasando unos segundos más en su base antes de que su lengua suba para trazar una vena en la parte inferior de la polla de Chuuya.

Ya le arde el estómago.

Dazai se lo lleva a la boca, chupando suavemente la punta durante unos segundos antes de girar la cabeza mientras se hunde, volviendo a subir con una rotación similar...

—Uh...—Chuuya jadea con un pequeño sonido de sorpresa, vuelve a mirar hacia abajo y pasa los dedos por el flequillo de Dazai. Le aparta el cabello de la frente, dejando al descubierto su prolija línea del cabello.

Su mano va de arriba abajo al unísono con su boca, se le escapa un sorbo. Se levanta para escupir en la polla de Chuuya.

Santo infierno. Tiene mucha experiencia.

El ritmo de Dazai se vuelve constante, rápido y áspero; es descuidado, y sus labios afelpados y húmedos se extienden tan, tan bellamente alrededor de la circunferencia de Chuuya. Ahueca sus mejillas cada vez que se acerca a la base de su polla.

Esta es la mejor mamada que ha tenido nunca.

Un temblor recorre el cuerpo de Chuuya mientras gime temblorosamente, volviendo a cerrar los ojos ante el aleteo que baila por su torso.

Dazai vuelve a salir, presionando otro beso húmedo en su punta.

—Joder —susurra Chuuya, raspando suavemente con sus uñas el cuero cabelludo de Dazai para decirle que está haciendo un buen trabajo—. Trágatela.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Dazai vuelve a hundirse en su polla, sus ojos se cierran mientras deja que su lengua se moldee a lo ancho. Frunce el ceño mientras afloja la garganta, deslizando la mano desde la polla de Chuuya hasta su cadera, y lo toma todo a la vez.

Ha pasado un segundo desde que metió su miembro profundamente por su garganta, y Chuuya no es de los más fáciles, pero por alguna suerte del destino, Dazai lo consigue sin arcadas.

Las reacciones que está obteniendo lo hacen sentirse confuso. El castaño tararea suavemente, sus ojos se cierran al sentir que se acerca la arcada. Su nariz se entierra en la piel bajo el fino rastro de felicidad de Chuuya.

Chuuya deja escapar un gemido bajo y tenso, en sintonía con esta sensación abrasadora que desgarra el centro del abdomen de Dazai.

Dazai se retira antes de que sienta la necesidad de toser, se da unos segundos para respirar y se seca las lágrimas de los ojos mientras mueve su puño arriba y abajo por la polla de Chuuya varias veces, esparciendo su saliva sobre ella.

La respiración de Chuuya se entrecorta en su garganta y gruñe, sus caderas tartamudean hacia arriba durante unos segundos.

—Dazai... joder, joder, joder, joder...

Dazai está disfrutando mucho de los sonidos que hace. Tiene una voz tan jodidamente sexy que no puede evitar sonreír mientras empuja de nuevo la punta de Chuuya contra sus labios.

Chuuya deja escapar un ligero gemido de su boca. Es amortiguado.

Dazai lo mira, incapaz de contener la sonrisa al ver que Chuuya tiene la cabeza inclinada hacia atrás, los ojos cerrados y el ceño fruncido. Le han quitado la gargantilla, pero conserva los pasadores, que siempre enmarcan bien su definida mandíbula.

Sus placas de identificación están apretadas entre sus dientes mientras las sujeta con una mueca. La sola visión provoca un agradable cosquilleo en el cuerpo de Dazai.

Chuuya ha aumentado de peso desde que Dazai lo trajo a este apartamento por primera vez. Sus abdominales son más prominentes que la mañana en que Dazai vio por primera vez su tatuaje, y puede ver cómo se ondulan cuando se recuesta sobre las almohadas y el cabecero.

—¿Dedos? —le pregunta a Chuuya.

Chuuya tararea.

—Sí —murmura, acercándose a la mesita de noche y arrojándole a Dazai la botella de lubricante.

Dazai abre la tapa, dejando que parte del líquido resbaladizo gotee sobre sus dedos.

Sostiene la polla de Chuuya en una mano, envolviendo sus labios alrededor de la punta. Su mano lubricada viene a apretar sus bolas por un segundo, y luego desciende más abajo. Dazai sabe que su toque es ligero. Él lo mantiene así. Disfruta la forma en que Chuuya se estremece cuando Dazai llega a su trasero.

Su propio estómago se llena de calor. Resiste el impulso de restregarse contra las sábanas en busca de fricción mientras lame a Chuuya. Deja que la polla de Chuuya caiga contra su estómago y lo presiona con sus labios mientras arrastra su boca arriba y abajo por el eje del otro, esparciendo su saliva con suaves besos y lengüetazos.

Chuuya vuelve a gemir por lo bajo, abriendo un poco más las piernas para Dazai y arrastrándose hacia abajo mientras presiona sus dedos alrededor del borde de Chuuya.

Dazai lo toma de nuevo solo con sus labios esta vez, ensuciándose nuevamente mientras presiona su dedo medio contra Chuuya. Está apretado por la tensión de todo, Dazai puede decirlo, así que no lo fuerza.

Toda la pierna izquierda de Dazai sufre un pequeño espasmo. Su polla necesita atención, pero lo ignora, enfocándose en Chuuya por el momento.

Vuelve a sacar la polla de Chuuya, usando su mano libre para bombearlo mientras se concentra en asegurarse de que no le hace daño.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Mm.

Chuuya está tenso.

—Relájate —susurra Dazai—. Estás conmigo.

Se relaja un poco.

Su estómago sube y baja lentamente, y Dazai se toma el tiempo para admirarlo adecuadamente mientras trabaja con su dedo Chuuya está caliente por dentro. Muy, muy caliente.

Tiene un lunar bajo el pectoral izquierdo, Dazai lo recuerda. Otro en el bíceps izquierdo. Toda su cara es de color melocotón, el enrojecimiento corre por su cuello y solo se desvanece en su pecho, el cual está plagado de una leve capa de pecas.

El dedo de Dazai toca fondo. Espera un momento antes de retirarse suavemente y comienza a follarlo, poco a poco.

No hay prisa. Cree que ambos saben que esto se va a poner intenso, así que intenta disfrutarlo mientras dura.

Dazai se inclina sobre él y vuelve a chupar a Chuuya mientras espera a que se relaje. Y luego añade otro dedo, y otro, escuchando pacientemente los gemidos de Chuuya. Cada vez los controla menos y son más frecuentes cuanto más avanza Dazai.

Se levanta un poco mientras empuja sus dedos dentro de Chuuya de nuevo, observando su rostro atentamente al tiempo que succiona la punta de su miembro y busca su próstata en el interior.

De repente, Chuuya deja escapar un gemido, su cabeza golpea contra la cabecera cuando Dazai la roza; masajea ese punto durante un rato más, pero con demasiada suavidad e inconsistencia como para hacerlo acabar.

Dazai está muy, muy duro cuando decide que quiere continuar. Ha estado goteando líquido preseminal en sus pantalones de chándal durante demasiado tiempo en este punto, puede sentirlo en su muslo.

—¿Puedo follarte? —murmura, retirando suavemente sus dedos de Chuuya.

—Por favor —responde Chuuya.

Dazai se alegra de haberse masturbado antes de empezar, de lo contrario no duraría tanto como había planeado. Por lo que parece, Chuuya también lo hizo.

Dazai se ríe en voz baja y suelta un suave suspiro mientras se sienta, indicándole a Chuuya que se mueva.

—Quiero ver tu espalda —murmura Dazai, alcanzando un condón y rasgando el envoltorio. Chuuya traga saliva.

Mira a Dazai a los ojos mientras se quita la franela.

Y ahí está, completamente desnudo para que Dazai lo vea.

Es jodidamente hermoso. Con el cabello desordenado, esponjado y sobresaliendo en algunas partes. Tiene esta mirada cansada y cómoda en su rostro; sus labios están todos rosados, sus mejillas cubiertas de rubor...

Lo juro.

Dazai se inclina para besarlo, y Chuuya aprovecha la oportunidad para envolver sus dedos en la cintura de Dazai. Lo ayuda a desvestirse de cintura para abajo.

Ambos respiran con dificultad mientras Chuuya vierte lubricante en su mano y Dazai enrolla el condón sobre su longitud. Parece que todo esto sigue siendo anticipación, y ambos luchan por moverse con la lentitud con la que lo hacen.

Chuuya desliza lentamente su mano alrededor de la polla de Dazai, dándole unos suaves bombeos de arriba abajo antes de darse la vuelta y mostrarle ese bonito culo a Dazai.

Su tatuaje es precioso; esa imagen lo vuelve jodidamente loco; los dragones son como ellos, y Dazai no cree que vaya a superarlo nunca.

Sus manos se acercan para apretar el culo de Chuuya, observando cómo sus dedos dejan marcas rojas en la piel afelpada. Se sube las mangas de la camiseta hasta los antebrazos mientras graba en su memoria esta vista, y guía su polla a lo largo de la entrada de Chuuya, presionándola suavemente contra el músculo mientras se inclina sobre él para besarlo en la mejilla.

—Te extrañé —murmura Dazai en su oído, con el pecho pegado a su espalda y la barbilla contra su cuello.

Su cuerpo se hunde en el de Chuuya por primera vez.

Chuuya suelta un suave jadeo, demasiado preocupado para responder mientras su cabeza cae. Se agarra a la parte superior del cabecero, los músculos de su espalda se contraen contra Dazai mientras este se hunde lentamente en él.

Dazai no es un tipo pequeño, y su polla es bastante proporcional a eso, humildemente dicho. Está un poco preocupado por Chuuya, se muerde el labio mientras reza por haber dedicado suficiente tiempo a la preparación.

Dazai tiene suficiente experiencia en ambas posiciones del sexo como para saber que esta mierda puede doler. No quiere causarle daño a Chuuya.

Opta por frotar círculos con los dedos en la parte baja de la espalda de Chuuya, usando el pulgar de la otra mano para mantener su polla alineada mientras trabaja para tocar fondo.

Y cuando lo hace...

—Mierda —susurra Chuuya, dándose la vuelta.

Los dos sueltan un gemido.

Chuuya está tan jodidamente apretado.

Dazai respira temblorosamente, resistiendo el impulso de satisfacerse allí mismo. No puede hacerlo, aunque hay una parte de él que se estremece ahora mismo, suplicando que termine de una vez.

Comienza despacio, observando atentamente a Chuuya en busca de cualquier signo de incomodidad anormal mientras el otro entierra la cara en su antebrazo.

Su propia respiración es superficial y sus abdominales se contraen con cada empuje silencioso. Chuuya es todo lo que Dazai quería y más ahora mismo.

Sus dedos trazan el tatuaje (nunca será capaz de captar todos los detalles) mientras Chuuya, lenta pero seguramente, comienza a aflojarse a su alrededor, dejando escapar gemidos silenciosos mientras se adapta.

Dazai traga saliva, se inclina sobre Chuuya y coloca sus manos sobre las del otro mientras deja que sus caderas comiencen a subir a un ritmo que no es demasiado intenso.

—Oh, mierda —jadea Chuuya, su cabeza cae de nuevo mientras ajusta la separación de sus piernas.

—¿Cómo te sientes? —comprueba Dazai, sus propias mejillas ardiendo mientras continúa.

Chuuya solo gime en respuesta...

Sí, estoy de acuerdo.

Dazai puede escuchar el placer en el tono de Chuuya con la forma en que sus labios se separan cuando comienza a soltarse.

Mierda —empieza Chuuya a repetir—, mierda, mierda.

Su estómago se tensa y burbujea con cada embestida, y Dazai frunce el ceño mientras deja escapar su propio gruñido suave. Y luego otro, y otro... es incapaz de contener sus reacciones por lo jodidamente caliente que es todo esto.

Dazai acelera el ritmo, y ambos dejan escapar gemidos silenciosos por el placer mutuo que se están causando.

Las puntas de las orejas de Dazai arden, junto con su nuca y sus mejillas, y ahora que lo piensa, no puede quitarse esa sensación de la cabeza. Es un poco surrealista, casi, que él esté aquí ahora mismo, compartiendo este momento con Chuuya.

Es mucho, mucho más íntimo que el sexo casual, y hay una buena razón para ello, también. Han esperado por esta mierda, joder... Dazai frunce el ceño, una intrincada oleada de emoción lo ataca de repente cuando decide que ya están lo suficiente cómodos como para dejar de ser tan precavido.

Chuuya le dijo que fuera más rudo.

Dazai tira de él hacia atrás. Chuuya grita, su agarre en el cabecero se tambalea y cae sobre el colchón. Se sujeta con los antebrazos, la espalda arqueada y el culo bien levantado. Gime más fuerte que antes cuando Dazai empieza a darle más fuerza a sus embestidas. Ahora se concentra un poco más en su propio placer, ajustando el ritmo para sí mismo.

Y joder, el culo de Chuuya se siente como de terciopelo. Los ojos de Dazai casi se ponen en blanco mientras penetra dentro de él una y otra vez, a un ritmo uniforme que no es demasiado acelerado para acabar tan rápido.

Se da cuenta de que le duele el abdomen cuando comienza a sentir cómo se le contraen los abdominales con cada movimiento.

Dazai sabe que está jodidamente bueno.

Un murmuro lo abandona mientras cierra los ojos, su ceño fruncido al escuchar los suaves jadeos de Chuuya.

Dazai se sube su propio crop top por el pecho con una sola mano, levantando la tela hasta su boca para que sus pezones queden expuestos, tal como le gusta.

Se siente como una puta, de la mejor maldita manera posible.

Dazai frunce aún más el ceño, gimiendo un poco más fuerte a través de la tela mientras echa la cabeza hacia atrás.

—¿Bien? —gruñe Chuuya entre sus propios gemidos.

Mm —Dazai ni siquiera puede hablar bien. Es como meter la mano en ropa limpia y caliente.

Su polla está siendo tratada bien.

Quiere ir más rápido, perseguir ese impulso de acabar de una vez y venirse, pero Dazai entiende la paciencia.

La paciencia es un tipo diferente de dolor.

Dazai frunce el ceño, su rostro se contrae como si tuviera dolor mientras ese placer comienza a aumentar a un ritmo rápido...

—Joder —maldice a través de la tela mientras sigue deslizándose dentro y fuera de Chuuya, extendiendo su mano izquierda para agarrar la cintura de Chuuya mientras sus dedos a su derecha comienzan a rozar su propio pezón, jugando con el piercing.

Su polla entra de repente en ese estado de adormecimiento placentero. Dazai se concentra en lo jodidamente bien que se siente cada embestida, bebiendo la forma en que tiene menos control sobre los gemidos que salen ahora.

Chuuya suelta un gemido ahogado mientras ajusta su posición, arqueando aún más la columna mientras hunde su rostro en el colchón.

Los gemidos de Chuuya comienzan a convertirse en gruñidos...

—Mierda —repite Chuuya...

Dazai deja escapar un fuerte gemido de repente, su imaginación de las sensaciones de Chuuya sacando lo mejor de él, puede decir que están empezando a acercarse a un peligroso límite de algún tipo.

Lo toma como una señal para ir más despacio. Dazai suaviza su ritmo, lo hace más lento, y entonces sale de Chuuya.

Ambos jadean con fuerza, tomándose un momento para respirar.

Dazai echa la cabeza hacia atrás e inhala: esto se siente pecaminosamente bien.

Traga saliva y presiona sus manos sobre la piel de Chuuya, moviéndolo poco a poco hasta que Chuuya se acuesta boca arriba.

Dazai siente un cosquilleo en su polla, el agujero en su estómago tan infinitamente cálido.

Mira hacia abajo a Chuuya: está tan rojo. La polla enfadada y goteando precum. Es hermoso, de verdad.

Dazai no puede pensar en otra cosa ahora mismo. Demonios, no cree que pueda decirle a nadie quién es en este momento.

Dazai se quita la camiseta y la tira al suelo.

Respira con dificultad, su flequillo cae sobre su rostro mientras tira de Chuuya más cerca de él envolviendo sus manos alrededor de la parte superior de sus muslos, cerca de su cadera. Dazai decide que realmente le gustan las piernas de Chuuya.

Chuuya suelta un pequeño sonido de sorpresa al ver cómo lo tironean de nuevo de las sábanas, gira la cabeza hacia un lado cuando Dazai se inclina sobre él mientras pasa las manos por la parte inferior de los muslos de Chuuya, empujándolos en el aire antes de enganchar las piernas de Chuuya sobre sus hombros.

Dazai mira hacia abajo, realineando su polla con la entrada de Chuuya antes de volver a entrar. El sudor gotea por un lado de su cara.

Los muslos de Chuuya están presionados contra el pecho de Dazai mientras está efectivamente doblado por la mitad, sus rostros están separados por solo un par de centímetros.

—¿Más duro? —pregunta Dazai en un susurro, presionando sus labios directamente sobre la oreja de Chuuya.

Chuuya suelta un gritito en respuesta. El sonido es tan jodidamente dulce.

—Sí.

Las manos de Dazai serpentean alrededor del cuello de Chuuya, en realidad no lo asfixia tanto como se está preparando mientras sostiene a Chuuya contra el colchón, empujando suavemente su pecho con los antebrazos mientras acaricia su mejilla.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

Oh, mierda—mierda, mierdamierda—

La nueva posición es un momento de enseñanza para recordarle a Chuuya una vez más lo jodidamente fuerte que es Dazai.

También hay una sensación de seguridad en él, la forma en que Dazai lo sujeta y protege a Chuuya del mundo exterior con todo su cuerpo, como si susurrara: "Eres mío. Eres mío ahora mismo, y no voy a compartirte con nadie ni con nada".

El ceño de Chuuya se frunce cuando Dazai empieza a embestir contra él a un ritmo más rápido que antes, en realidad usa esos jodidos abdominales suyos mientras lo penetra. Suelta un gemido ahogado, sus ojos se ponen en blanco y se quedan allí mientras agarra las muñecas de Dazai, las que se mantienen contra su pecho mientras sus dedos se envuelven alrededor de su cuello.

—Ahórcame...

Chuuya no tiene que volver a pedirlo. Dazai ya está ahí. Todo lo que tiene que hacer es presionar y...

El grito que Chuuya deja escapar está fuera de su control, esa falta de oxígeno se dispara directamente a su polla.

Sus manos tiemblan cuando las levanta para cubrir su nueva gargantilla favorita. Se siente ligero, como si de repente su cabeza y su columna no pesaran. Se está entumeciendo de placer.

Dazai lo está follando tan jodidamente bien que Chuuya cierra los ojos y cree que se le escapan un par de lágrimas mientras gime a través de ese ritmo salvaje, jadeando por aire en los momentos en que Dazai retira los dedos del cuello de Chuuya para que pueda respirar.

Este tiene que ser el polvo más satisfactorio que ha tenido desde que llegó a Yokohama... demonios, es una jodida bendición que venga de Dazai... esto es bueno. Incluso perfecto.

El calor corre a través de sus piernas y estómago como una corriente eléctrica de un circuito: es rápido, vivo y zumbante y Chuuya no puede tener suficiente.

Se estira, juntando sus manos detrás de la cabeza de Dazai y jalándolo hacia abajo para que puedan besarse.

Eso hace que el ángulo sea aún más intenso, sus piernas apretadas al máximo contra su propio pecho mientras Dazai lo folla.

Chuuya vuelve a cerrar los ojos cuando su próstata comienza a recibir la atención que se le prometió en cuanto Dazai cerró esa estúpida cortina, gime en la boca de Dazai, una y otra vez.

—Oh, Dios mío... ahí —le dice a Dazai, la última palabra convertida en el más patético gemido. Se abofetearía a sí mismo por ello si no sintiera tanto placer.

Si antes no lloraba, ahora sí.

Dazai jadea con fuerza contra él, su aliento es caliente y sofocante.

Chuuya se separa de sus labios, jadeante y sinceramente asombrado de que Dazai no haya dejado de moverse ni un maldito instante en el último minuto. La resistencia es una puta locura, pero...

—MIERDA —escupe Chuuya, su subidón viene a atacarlo de la nada. Grita—. ¡Mierda!

—Te tengo —murmura Dazai a través de sus jadeos, sus manos se levantan para sujetar su rostro. De algún modo, sus dedos aún están fríos. Son relajantes contra las mejillas ardientes de Chuuya—. Respira, bebe, te tengo...

Eso es demasiado caliente de su parte para decirlo: los gemidos de Chuuya se vuelven más fuertes y menos ordenados cuando sus manos caen y presionan el colchón, su espalda intenta y falla en arquearse de la cama mientras la masa de Dazai lo sujeta.

La mano de Dazai se desliza entre sus cuerpos, envolviendo la polla de Chuuya y masturbándolo hasta el final mientras follan.

—Mierda, mier-

—Te tengo —repite Dazai, con la voz entrecortada; está claro que ahora lucha por mantener el ritmo. Chuuya siente que su otra mano se desliza hacia la suya, hasta que sus dedos se entrelazan con fuerza.

La mano de Dazai ahora está caliente.

Chuuya se está deshaciendo, gimiendo en voz alta mientras su estómago se contrae y sus muslos arden por el estiramiento. Ni siquiera sabe cuándo comienza a derramarse, ensuciándose a sí mismo y a Dazai mientras grita. Aprieta los labios contra el hombro de Dazai para callarse mientras se viene lo suficiente fuerte como para que su visión se quede en blanco durante un segundo...

Dazai se lo folla directamente a través del orgasmo.

Demonios.

Un intenso estremecimiento recorre su cuerpo, de nuevo, una vez más. Él gime con cada respiración.

Chuuya jadea con tanta fuerza cuando vuelve en sí, no muy seguro de cómo diablos todavía está despierto.

—Espe...espera para...—ordena Chuuya entre jadeos, sin permitirse un momento para respirar mientras baja de su subidón.

Su cabeza da vueltas y está luchando contra un ataque brutal de esa claridad posterior a la locura, pero Chuuya lo evita todo durante su batalla para obtener algo de oxígeno en sus pulmones.

No quiere que Dazai acabe con esto.

Empuja al otro fuera de él, ambos gimen suavemente cuando sale, y luego Chuuya lo empuja hacia adelante, casi cayendo de espaldas y desmayándose mientras se empuja para sentarse en la cama.

Dazai se acerca a la cabecera, donde Chuuya le indica que se coloque, y luego Chuuya se mueve para colocar una almohada debajo del castaño, jadeando con fuerza mientras le quita el condón a Dazai.

Chuuya se encarama detrás de él y palmea la almohada, presionando la parte baja de la espalda de Dazai hasta que este se inclina a cuatro patas, con el trasero en el aire. Sus muslos se flexionan con el movimiento, demonios, es musculoso. Con elegancia.

La polla de Dazai descansa sobre la almohada, la cabeza enrojecida de color rosa intenso y el eje ligeramente curvado brillando con una mezcla de lubricante y líquido preseminal. Chuuya sigue la vista hacia arriba, hacia la piel suave y afelpada que cubre los abdominales de Dazai. Y luego vuelve a bajar con los ojos, trazando su delgada cintura y esa línea en V que solo puede describirse como bonita. Contempla la curva de su trasero (construido como si hubiera sido tallado en jodido mármol, al igual que el resto de él) y vuelve a esos muslos. Hay algunas cicatrices en la parte superior de ellos, cerca de sus caderas.

Dazai es demasiado atractivo para que Chuuya lo maneje.

Apenas está consciente después de su propio orgasmo, pero al diablo con eso. Quiere oír gemir a Dazai.

Chuuya se sienta a su lado por un momento, tirando de su barbilla. Dazai se gira, sus mejillas coloreadas del rosa más claro y sus largas pestañas tan húmedas como sus labios. Sus ojos lo dicen todo: está muy necesitado, no importa cuán sereno actué.

Chuuya lo besa. Suave, lento y profundo. No se cansa de besar a Dazai.

Empuja hacia abajo la parte baja de la espalda de Dazai, sintiendo los hoyuelos allí contraerse bajo sus dedos hasta que Dazai está acostado boca abajo con su polla atrapada entre él y la almohada.

—A la mierda —susurra sobre la cara de Dazai.

—Huh-

—¿Puedo comerte el culo? —pregunta Chuuya, golpeando a Dazai en seco con la pregunta antes de que parezca haber comprendido realmente las órdenes de Chuuya.

—Uh, sí.

Chuuya se mueve en las sábanas hasta colocarse detrás de Dazai, acostándose con el estómago pegado al colchón y los codos apoyándolo. Cruza los tobillos, los cuales cuelgan del borde de la cama. Su trasero y estómago todavía están hormigueando por su orgasmo.

Siente un pequeño escalofrío recorrer el cuerpo de Dazai cuando este aprieta las pantorrillas contra la cintura de Chuuya.

Chuuya tiene que sonreír.

—Dije que te la folles —repite.

—¿Qu...?

—Que le des a la almohada, Dazai.

Un velo de silencio los cubre por un momento.

Y luego Dazai se mueve, su polla rozando contra el algodón de la funda de su almohada. Es lento. Inseguro.

Parece que nunca ha hecho esto antes. No durante el sexo con otra persona, al menos.

Chuuya está enamorado de la revelación de que ha tomado a Dazai debidamente desprevenido.

—¿Esto está bien? —Chuuya comprueba, porque dado que es nuevo, no quiere que Dazai se sienta forzado, ni nada.

—Sí —responde Dazai. No parece preocupado por nada. Solo sin aliento.

Chuuya le da un beso en la parte posterior del muslo, sus manos serpentean para agarrar la cintura fuerte y delgada de Dazai mientras sigue moviéndose.

Dazai deja escapar un pequeño gemido (de esos que se te escapan en una exhalación sin que le des permiso) cuando Chuuya presiona la parte plana de su lengua contra su piel, arrastrándola hacia arriba hasta que está donde quiere estar.

▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄▀▄

¿Dónde demonios Chuuya aprendió esto? Eso es lo que Dazai quiere saber. Obtendrá la respuesta más tarde, si se acuerda, pero por ahora...

—Ohmierda-

La lengua caliente de Chuuya se encuentra con su borde. Dazai siente que su cara se pone muy, muy rosa.

Gime... gime bonito, lo sabe.

Sus caderas tartamudean, la polla ardiendo contra la almohada de algodón blanco contra la que le han ordenado restregarse.

Ya está cerca. Esto no va a durar mucho.

—No te detengas —le dice Chuuya, así que Dazai vuelve a ponerse en marcha, abrazando las sábanas contra su pecho mientras mueve de nuevo las caderas, escalofríos recorriendo su cuerpo con cada roce.

Sus piernas están hechas de gelatina. Su estómago está adolorido como la mierda.

Dazai hace una mueca, hundiendo su rostro en las sábanas mientras Chuuya lo vuelve a lamer antes de presionar un beso contra ese anillo de músculo. Su boca está tan húmeda...

La boca de Dazai se abre, dejando escapar otro gemido.

Eso se siente bien.

No es que a Dazai no le guste ser pasivo, simplemente no lo hace con frecuencia con un comportamiento como el suyo. Por eso esto es nuevo. Y es por eso que va a tomar...

—Joder...

Nada.

—JODER-

Para deshacerlo -Dazai gime fuerte en la cama, sus puños apretando las sábanas. Sus caderas se sacuden cuando Chuuya empuja la punta de su lengua dentro de Dazai, el músculo caliente y húmedo flexionándose dentro de él durante el más breve instante antes de retirarse.

La fricción contra su polla es tan suave, santo infierno...

—Te gusta eso, ¿eh? —pregunta Chuuya en voz baja, dejando escapar una risita sarcástica. Sus exhalaciones golpean el culo de Dazai, y este siente un estremecimiento que recorre su espina dorsal—. Vamos. Continúa.

Maldita sea.

Dazai vuelve a rozar la almohada, y Chuuya se encuentra con él con su lengua una vez más, la presión fugaz pero repetitiva mientras Dazai se balancea sobre él al mismo ritmo. La lengua de Chuuya no se estanca lo más mínimo: sigue girándola suavemente contra su piel, convirtiéndose en esta retorcida combinación de demasiado y no lo suficiente.

No hay suficiente presión para que Dazai sienta que puede venirse, pero su estómago está burbujeando, su frente se está llenando de sudor y el concepto de esta postura ya es lo suficientemente sucia como para...

Dazai deja escapar otro gemido ahogado, sus caderas casi se doblan cuando se balancea hacia adelante de nuevo.

—Voy a ven...

De repente, Chuuya hace un ruido detrás de él y Dazai es jalado por los hombros. Chuuya tira de su cuerpo hasta que el castaño está sentado con los muslos separados y los talones presionados a los lados de su trasero, las piernas dobladas y abiertas en V.

Hace que sus muslos ardan y tiemblen. Ya estaban adoloridos por sus ejercicios de peso muerto de hoy. Se siente todo suelto.

Se siente tan expuesto de repente, su polla desnuda para que el aire fresco la golpee.

Dazai se inclina hacia atrás mientras se sostiene sobre las palmas de sus manos, con los ojos cerrados, el ceño fruncido y la boca abierta en un gruñido silencioso cuando Chuuya se apoya detrás de él para masturbarlo violentamente.

Se obliga a tomar grandes bocanadas de aire...se siente mejor...

Esa espiral en el bajo vientre solo se tensa más y más, todos sus músculos se contraen a medida que se acerca más y más al límite. Dazai jura que va a estallar.

La otra mano de Chuuya serpentea alrededor de su otro lado, el dedo medio frota su pezón... oh, Dios...

Esta vez gime desde el fondo de su garganta, el sonido mucho más profundo y gutural.

—Sí, eso es —le dice Chuuya al oído...

—¡Joder! —exclama Dazai, dejando escapar un grito como si realmente estuviera sollozando—. Joderjoderjoder...

Sus maldiciones se cortan en gemidos profundos y entrecortados cuando todo estalla a la vez, su columna vertebral se sacude mientras el placer se dispara por su torso.

Dazai se viene sobre su estómago y la mano de Chuuya, los temblores recorren su cuerpo una y otra vez mientras sigue eyaculando, como si hubiera pasado un maldito mes desde la última vez que tuvo un orgasmo.

Gime mientras Chuuya lo frota, intentando y fallando en caer hacia adelante mientras Chuuya lo sostiene.

Ha terminado. Ha terminado....

La voz de Dazai suena fuerte y clara en un grito de sorpresa cuando Chuuya se niega a dejar de masturbarlo, el placer crece rápidamente hasta ser demasiado...

La mano de Chuuya se desliza, dejando que el jadeo de Dazai sea el único sonido que resuena en la habitación.

Alivio.

Le cuesta recuperar el aliento mientras sus propios fluidos empiezan a gotear por su estómago, la nuca le arde como si alguien acabara de poner un hierro candente allí.

Sus muslos están temblando. Todo se siente destrozado.

—Santa mierda —jadea con voz aguda, sus ojos están tan en blanco que no puede abrirlos.

Dazai se desploma sobre la cama, estirando las piernas mientras su mente se queda en blanco.

Chuuya solo ríe suavemente, y Dazai siente que el colchón se hunde a su derecha cuando Chuuya le da un beso (extrañamente casto) en la mejilla.

—Eres un tonto jodidamente sexy, ¿sabes? —le susurra Chuuya al oído.

Dazai intenta sonreír, pero se convierte en otro gemido silencioso e involuntario cuando la falta de oxígeno se apodera de él.

Chuuya vuelve a besarlo. Y luego otra vez, en el cuello, y luego en el hombro, y en el omóplato, y luego descansa sobre su lado derecho, con la totalidad de su lado izquierdo sobre el cuerpo de Dazai.

Él es tan cálido. Es como si ambos se estuvieran derritiendo en el colchón en ese momento.

A Dazai le gusta estar ahí. Tienen que limpiarse, pero... pero eso... tiene que esperar. Dazai está paralizado. Su ceño sigue fruncido.

Chuuya le concede un poco de silencio mientras Dazai sobrelleva ese golpe de dopamina, simplemente acostado a su lado bajo la cálida luz de la lámpara Tiffany en la mesita de noche.

Dazai es un fanático de su toque.

No sabe cuánto tiempo pasa mientras descansan así, ni cuántos besos perezosos se presionan en su hombro. Pero cree que podría quedarse allí unas horas más.

—Maldita sea. Realmente te gusta mi lengua —comenta Chuuya finalmente.

—Shh.

Chuuya suelta una risita.

Continue Reading

You'll Also Like

2.8K 106 7
Tras dos años de confinamiento por el Covid19 por fin las clases se reanudan de manera presencial,Nakahara logra entrar a la preparatoria sin saber q...
33.5K 4.8K 10
[𝐒𝐨𝐧𝐠𝐟𝐢𝐜] [𝐀𝐥𝐭𝐞𝐫𝐧𝐚𝐭𝐞 𝐔𝐧𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞] [𝐌𝐢𝐧𝐢-𝐟𝐢𝐜] Dazai Osamu sabía que encontrarse con él estaba mal. Todo gritaba peligro, p...
51K 2.8K 94
Nota Esta historia es una idea desde otro punto de vista de la serie 100 días para enamorarse, involucrando a otros adolescentes y personajes y toma...
64.1K 4.1K 34
Se puede amar a dos personas al mismo tiempo? Todos los derechos reservados. No permito que mi trabajo sea utilizado o adaptado, bajo ningún concepto...