If not for you

karlaeilishh tarafından

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El caos es incontrolable, y cuando existe en tu cabeza es indomable. Daha Fazla

Prólogo: Jaqueline Rodríguez
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11 (1/3)
Capítulo 12 (2/3)
Capítulo 13 (3/3)
Capítulo 14

Capítulo 1

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karlaeilishh tarafından

Fuuuaaah creo que estoy llorando
Tenía mil ganas de que leyerais esta joyita :')

_______

Estaba colocada en el instituto. Y para aclarar, yo no suelo hacer eso.

Al menos no aquí.

Normalmente caminar por el pasillo para acatar las órdenes de los profesores y dirigirme a esa aula para escucharlos hablar durante horas me parecía aburrido, pero esta vez me resultaba muy gracioso.

¿Por qué la gente me mira así?

Tuve la necesidad de acariciar los casilleros al caminar, y ese momento fue interrumpido por alguien que tiró de mí desde atrás y me hizo encararla.

—¿Qué coño te pasa? —me dijo Alba.

—¿Qué? —me reí.

—En clase casi te vomitas encima. —me soltó y su semblante cambió a uno preocupado. —¿Estás drogada?

—Un poco. —me coloqué bien la mochila. —Sólo un poco...

Cuando comencé a caminar ella me siguió.

—No puedes estar aquí así. —dijo. —Nos vamos.

—¿Qué? —paré mis pasos. —Tenemos examen la semana que viene, no podemos faltar.

—Pues vamos a hacerlo, prefiero eso a que descubran lo que te pasa y llamen a tu madre.

No pude resistirme a su tirón en mi mano arrastrándome hacia la salida, así que salimos a la calle y me alejó de la universidad. En cuanto puse un pie en la ciudad y escuché tantos ruidos a la vez, me mareé aún más.

—Para, para. —dije a punto de vomitar. —Alba, tengo ganas de...

—Joder.

Lo primero que se le ocurrió a mi amiga fue abrir la puerta de esa cafetería.

—¿Los baños? —gritó al entrar.

—En ese pasillo a la derecha.

La chica que secaba las copas en la barra se nos quedó mirando. Y cómo no mirar, si yo estaba pálida, sudando y con ganas de vomitar mientras Alba me arrastraba.

En cuanto entré corrí hacia el primer baño y lo vacié todo. Fueron los minutos más desagradables de mi vida, pero cuando levanté la cabeza y tomé aire volví a la realidad. Cuando me puse en pie y me giré vi a Alba mirándome de brazos cruzados.

—Te voy a matar algún día. —me dijo.

—Perdón.

Me acerqué al lavamanos para pasarme agua fría por el rostro. Se sintió bien.

—¿En qué estabas pensando cuando has decidido drogarte de buena mañana? —preguntó molesta. —Podría haberte pasado algo si no llego a encontrarte.

—Yo... No se. —me apoyé en el metal aún con la cara mojada. —Nunca lo había hecho y pensaba que sería diferente, o que me ayudaría a concentrarme más.

—La cocaína no ayuda a que te concentres, imbécil.

Cuando me sequé con el papel me acerqué a ella.

—Lo siento, en serio. —le dije. —No quería preocuparte y mucho menos que te saltaras la clase por mi culpa.

—No lo hagas nunca más. —me miró seria. —¿Vale?

—Vale.

Cuando sonreí ella también lo hizo y pude deshacer su armadura de chica enfadada. Nos dimos un abrazo antes de salir para pedir un café.

—Tienes una pinta horrible. —me dijo.

—Gracias.

—¿Qué van a pedir? —se acercó la camarera.

Me dio un poco de vergüenza que antes me haya visto así, ella y toda la gente que estaba sentada en el comedor.

—Un café con leche, con tres de azúcar por favor. —dijo Alba.

Los ojos negros de la chica me miraron. Yo seguía sudando frío y parecía enferma.

—Uno solo y sin azúcar.

La chica alzó las cejas mientras anotó mi pedido mientras sonreía.

—¿Un solo doble? —me preguntó.

—Por favor. —casi supliqué.

Escuché la risa de Alba frente a mí y la camarera se retiró.

—Jackie. —se puso seria de repente cuando me llamó. —Tienes que dejar de hacer eso, o al menos reducir.

—Lo se, lo se. —contesté. —No te preocupes por lo de hoy, ha sido una estupidez y no volverá a repetirse.

—Da igual lo de hoy, llevas varias semanas consumiendo casi cada cuatro días. Antes sólo lo hacías en las fiestas, y no en todas. ¿Qué coño pasa contigo?

Ver a Alba tan preocupada frente a mí me dolió. A ella sí le importo, y yo lo único que hago es hacer todo lo que a ella le duele. Cuando un adicto y un psicólogo se sientan para hablar el psicólogo le dice: Piensa en la gente que te quiere...

Y a mi nadie me demuestra su cariño salvo Alba.

—Solo intento... —cuando empecé a hablar mis ojos se cristalizaron. —Intento sobrellevarlo todo lo mejor que puedo.

—Así no se hace, Jackie... —arrastró sus manos para tomar las mías, entonces aparecieron mis lágrimas. —No te encierres tanto en tu cabeza, sal de ahí y no dejes que te controle.

—No puedo. —contesté.

Fuimos interrumpidas por la chica que llegó con nuestros cafés. Sus ojos oscuros me miraron y yo me sequé las lágrimas inmediatamente. Seguro que esta escena ya la habrá visto antes, trabajar en una cafetería del centro te da para mil dramas que contar.

Estuvimos hablando durante casi una hora.

La conversación cambió y dejamos de hablar sobre el colocón que acababa de bajarme. Terminamos hablando de mi historia. Alba siempre ha tenido curiosidad por lo que escribo, le gusta que le cuente la trama que va a tener mi próxima historia y ella me escucha atentamente. Dice que está esperando con ansias el día en el que publique un libro en físico, pero yo no estoy muy segura de hacer eso.

Estoy acostumbrada a ser una escritora anónima en wattpad. Allí tengo a gente que lee lo que escribo porque es lo que busca, y no estaba preparada para abrirme al gran público que me esperaba fuera de esa aplicación. Pero bueno, en realidad algún día tendré que hacerlo si quiero cumplir mi sueño.

—Estaré bien, vete tranquila.

—¿Segura? —preguntó.

—Sí, en serio, vete. —le dije. —Yo prefiero quedarme aquí escribiendo y tú tienes que ir a clase.

—Dejaré que hagas pellas por esta vez. —se levantó. —Y por hacerme pasar este mal trago te toca pagar a ti.

Le enseñé el dedo del medio en la distancia y la observé hasta que salió por la puerta. En cuanto me quedé sola saqué el ordenador de la mochila y dejé que mi mente flotara. El café se enfrió y mi estómago rugió, ni siquiera me di cuenta de que habían pasado dos horas desde que Alba se fue.

Busqué a la camarera con la mirada para pedirle algo de comer, cuando ella me miró le hice una señal y se acercó.

—¿Falta algo?

—¿La cocina está abierta? —pregunté.

—Hasta dentro de dos horas no, pero hacemos bocadillos.

Entonces soñé con ese bocadillo de jamón y al cabo de quince minutos lo tuve sobre la mesa.

Esa cafetería me gustó. Tiene buena luz, es calentita y huele a croissant recién hecho. Pude escribir tranquilamente sin ninguna interrupción durante horas, y volví a darme cuenta de que mientras escribía no pensé en nada. Absolutamente en nada.

¿Para qué drogarme si puedo escribir? Es algo que no entiendo ni yo. En realidad, nunca he entendido el por qué hago ciertas cosas.

Bastante aliviada recogí mis cosas y me acerqué al mostrador para pagar.

—Gracias, buen día. —me dijo la chica.

—¿Qué horario tenéis? —pregunté.

—De ocho de la mañana a diez de la noche. —contestó simpática.

—Vaya, ¿no harás tú todo ese horario?

Ella se rio y yo me fijé en sus hoyuelos. Me encanta la gente que tiene hoyuelos, es un gesto escondido que sólo aparece si esa persona sonríe.

—No, no, yo hago horario de mañanas. —contestó.

Le hice esa pregunta porque en realidad quería saber cuando estaría esta cafetería abierta para poder venir a escribir sin que nadie me moleste, pero terminé teniendo curiosidad por el horario de la camarera.

Bueno, tonta no soy. Y ciega tampoco.

_________

¿Pero qué hacen? ¡¡SIGAN LEYENDO QUE HAY OTRO CAP!!

Okumaya devam et

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