Vampire Anomaly

Bởi Gabianni

235K 35.9K 11.8K

LIBRO 2 DE VAMPIRE KISS ¿Cómo puedes recuperar lo que no sabes que está perdido? Seis meses después de los ev... Xem Thêm

💀Ley de la Anomalía Prohibida💀
💀Prefacio
💀Capítulo 1. No eres tú
💀Capítulo 2. No estás muerto
💀Capítulo 3. No te he olvidado
💀Capítulo 4. No la dejes sola
💀Capítulo 5. No es un misterio
💀Capítulo 6. No es opcional
💀Capítulo 7. No recuerdes
💀 Capítulo 8. No llores más
💀Capítulo 9. No es tu pasado
💀Capítulo 10. No todo es verdad
💀Capítulo 11. No le hagas daño
💀Capítulo 12. No te reconozco
💀Capítulo 13. No te rindas con él
💀Capítulo 14. No lo salves
💀Capítulo 15. No le creas
💀Capítulo 17. No lo dejes caer
💀Capítulo 18. No lo tientes
💀Capítulo 19. No lo añores
💀Capítulo 20. No temas
💀Capítulo 21. No te dejaré
💀Capítulo 22. No lo rompas
💀Capítulo 23. No lo marques
💀Capítulo 24. No la dejes
💀Capítulo 25. No lo sigas
💀Capítulo 26. No la arrebates
💀Capítulo 27. No puedes ser tú
💀Capítulo 28. No hay tiempo
💀Capítulo 29. No es una farsa
💀Capítulo 30. No eres nadie
💀Capítulo 31. No te engañes
💀Capítulo 32. No lo lamentes
💀Capítulo 33. No lo deduzcas
💀Capítulo 34. No la conoces
💀Capítulo 35. No eres el mismo
💀Capítulo 36. No seas cobarde
💀Capítulo 37. No aún
💀Capítulo 38. No lo liberes
💀Capítulo 39. No es eterno
💀Epílogo💀

💀Capítulo 16. No lo dejes marcharse

5.5K 857 286
Bởi Gabianni

Emma no necesitaba un niñero, pero aparentemente no todos pensaban igual.

En realidad, era lo más racional que tuviese a alguien cuidándola, puesto que, después de todo, ella era el siguiente objetivo de Carmilla y Nicte, y aunque ambas de seguro irían tras Dorian cuando se percataran de su desaparición, nunca estaba de más ser precavido.

Así que no, no es que Emma no necesitara un niñero, sino que más bien no quería al que le asignaron. Eriante Lugosi —supuestamente el mejor Verdugo de su generación— no era más que un vampiro egocéntrico, narcisista y que se le pasaba hablando por teléfono con lo que solo podía suponer eran mujeres humanas a las cuales tenía comiendo de la palma de su mano.

Actualmente el vampiro estaba arrellanado en el sofá de la sala de Emma, con todo y los zapatos puestos, un brazo debajo de la cabeza y el celular pegado al oído con una molesta sonrisa de suficiencia emplastada en su rostro. Emma lo observaba desde el suelo, sentada junto a la mesa con la intención de hacer los deberes, pero incapaz de concentrarse por la voz de Lugosi. Comenzaba a comprender el odio que Dorian le tuvo a Viktor al inicio, ¿acaso todos los vampiros eran así de pesados?

—Claro, nena, te veré esta noche —aseguró Lugosi, haciendo cálculos con una mano. Ya había quedado con una chica diferente esa misma tarde—. ¿Cenar? ¿No preferirías que fuéramos directo a tu piso? No, bien, de acuerdo, sí te llevaré a cenar a un lugar bonito. Tienes razón.

Emma rodó los ojos y, harta de las incesantes conversaciones de Lugosi, tomó un borrador a medio gastar y se lo aventó a la cabeza, dando justo en el centro de su frente. Un excelente tino.

El vampiro se sobresaltó y de inmediato volvió sus ojos hacia ella, arrugando el ceño.

—¿Qué diablos te pasa? —inquirió entre dientes y luego amplió los ojos, volviéndose hacia el celular—. No, no era a ti, nena. Solo un idiota se atravesó en mi camino. —Emma lo fulminó con la mirada—. Esta noche, sí. Bien, adiós.

Por fin colgó la llamada y volcó su completa atención sobre Emma, negando con la cabeza.

—En serio, niña, ¿cuál es tu problema?

—¿Niña? Tengo diecisiete, tarado.

—Y yo tengo decenas de años más —refutó.

—Pues actúas de quince —replicó, poniéndose de pie y acercándose a donde él para arrebatarle el celular de la mano—. ¡No me dejas concentrarme si hablas por teléfono todo el maldito día!

Lugosi se puse de pie de un rápido movimiento y se lo arrebató de la mano con la misma agilidad. Sonrió de manera burlona, viéndola hacia abajo por su corta estatura.

—Si tanto te molesta, puedes irte. La casa es lo suficientemente grande para dos personas.

—Es mi casa —señaló con enfado—. Yo decido dónde quiero estar.

—Si tú lo dices... ¿Cuál era tu nombre?

Emma se cruzó de brazos, meneando la cabeza.

—¿Por qué tienes que actuar así? —inquirió—. No ganas nada más allá de que te odien.

—¿Y?

—¿Y no te importa?

Lugosi se carcajeó y pasó a su lado, esquivándola con indiferencia.

—No me podría importar menos lo que una pequeña humana piense de mí.

—Físicamente debemos tener alrededor de la misma edad, idiota —refutó.

El vampiro se giró hacia ella y señaló su cabeza.

—Lo que cuenta es la edad mental, mocosa. —Volvió a darse la vuelta y salió de la sala con pasos ligeros, dirigiéndose hacia la puerta.

—¿A dónde vas? Se supone que no puedes dejarme sola.

—¡Tú querías que me fuera!

—¡De la habitación, no de la casa!

Lugosi volvió a la sala en un parpadeo. Emma todavía no lograba acostumbrarse a ver a alguien moviéndose tan rápido. Viktor pocas veces lo hacía.

—Tengo una cita —admitió entonces—. Si sabes que los vampiros necesitamos amor para sobrevivir, ¿verdad?

—Tienes tres citas —corrigió—. Y no puedes simplemente irte así. ¿Qué harás si viene Carmilla y no estás? Te despedirán, genio. Protegerme es tu trabajo.

Lugosi exhaló, fastidiado.

—Odio este trabajo —se quejó y volvió a dirigirse hacia el vestíbulo de la casa.

—¿Aún así te irás?

—No, genia —arremedó—. Saldré para cancelar mis citas y no molestar a su majestad.

Emma no pudo más que suspirar. Sería una larga espera el retorno de Viktor para poder deshacerse de Lugosi.

Volvió a la sala, sentándose frente a la mesa con la intención de avanzar sus tareas, pero en lugar de esto, agarró el lápiz y lo tamborileó contra la mesa, pensante. Mordió la punta del borrador, dejando las marcas de sus dientes, y luego sacó el celular.

No le gustaba la idea de quedarse en casa de brazos cruzados, esperando a que Viktor resolviera todo. Su hermano estaba allá afuera, sin memorias, y quería ayudarlo de alguna forma. Sus recursos eran limitados, pero por algún lugar debía iniciar. Abrió el buscador de su celular y tecleó rápidamente.

—¿Banshees? —preguntó la voz de Lugosi a sus espaldas.

Emma casi suelta el celular del susto. Se volvió hacia él con enfado.

—¿Qué no estabas cancelando citas?

—No me contestaron. —Frunció el ceño—. ¿Para qué buscas Banshees?

—Para ayudar.

Regresó los ojos a la pantalla, deslizando a través de los resultados de búsqueda. No decían más de lo que ya sabía. Para los humanos, las Banshees no eran más que leyendas irlandesas, imágenes de mujeres bellas, pero monstruosas y asesinas. No era la verdad, ni de cerca.

Suspiró y se aferró al tabique de su nariz. ¿Qué debía hacer? ¿Por dónde debía empezar? Quería encontrar a su madre, eso era lo único que podía hacer, buscar su ayuda. No sabía a quién o a qué más recurrir.

—Sabes, si lo que buscas es información verídica sobre las Banshees, Google no debería ser tu primera opción.

Emma entornó los ojos, viéndolo con hastío.

—¿Tú sabes dónde buscar?

Lugosi esbozó una sonrisa burlona.

—No tengo idea.

(...)

Nueva York era... exuberante. Viktor no encontraba una mejor forma de describirlo. Una ciudad enorme, siempre activa y repleta de humanos. Un buffet, como me dijo Carmilla alguna vez. La concurrida urbe era un hogar perfecto para criaturas sobrenaturales que buscaban mezclarse habitando entre mortales en los variados y múltiples barrios, ocultos a plena vista. Por una razón  Reverse York era la Sociedad Ulterior más grande de América. Era casi un país por sí sola. ¿El problema? Entrar.

Entrar a Reverse York era un enorme lío. Existían solo dos maneras: la manera legal y la manera ilegal. En la legal era como una aduana, solo podías atravesar si tenías los papeles necesarios y un historial limpio. La manera ilegal era una búsqueda por una inestable grieta que pudiesen atravesar y cruzar los dedos porque no colapsara. Solo encontrar estas vías era un reto, pero no tenían otra opción. Una humana y una Anomalía Prohibida jamás podrían pasar de manera legal.

—¿Sabes dónde puede haber una grieta? —cuestionó Viktor a Lazarus.

Se habían ocultado de los ojos humanos y el sol a la sombra de un callejón. El detective vampiro tenía su celular en mano, rebuscado entre sus contactos.

—Tenía un informante, alguien que se dedicaba a encontrar grietas e informarme de su locación cuando necesitara una —explicó, pero soltó un suspiro, apagando la pantalla—. Creo que murió. Lo asesinaron, para ser específico.

Elay, quien desde que llegaron a Nueva York no podía dejar de ver sus alrededores, se volvió hacia el vampiro de súbito y amplió los ojos.

—¿Y lo dices con tanta indiferencia?

—Era un trabajo arriesgado. Si no lo asesinaban, lo mandarían a prisión de por vida —contestó—. Si lo quieres ver de esta manera, la muerte es mucho más piadosa.

—Eres más frío que un maldito témpano.

Viktor fijó su atención en Dorian, en quien tenía un firme agarre sobre su brazo para mantenerlo cerca.

—¿Sabes dónde hay alguna grieta? —le preguntó . No le costaba nada preguntar y, por lo que entendía, Dorian viajaba todo el tiempo a través de estas.

Dorian desvío su mirada hacia el suelo, pretendiendo indiferencia.

—La última que usé por mi cuenta, colapsó —respondió—. Después usé una con Carmilla y Nicte, pero era vieja. De seguro ya colapsó también.

—¿Conoces alguna otra?

—¿Me ves cara de traficante de grietas?

Viktor esbozó una sonrisa ladeada.

—No, esa hermosa cara jamás se compararía a algo tan bajo —coqueteó.

Dorian se ruborizó ligeramente y apartó sus ojos de los de Viktor, apenado. El vampiro sabía que, si siguieran conectados, de seguro sentiría sus desbocados latidos.

—Okey, suficiente, enamorados —intervino Elay, pero había una risa burlona en sus labios pintados de negro.

Lazarus, por otro lado, sacó una cajetilla de cigarros del bolsillo de su abrigo y encendió uno con un encendedor de acero inoxidable. Tomó una calada y dejó salir el humo a través de una diminuta apertura entre sus labios.

—Iré a buscar una grieta —informó—. No sé cuanto me llevé, pero no puedo llevarlos conmigo. Solo atraerán miradas.

—Podrías dejarnos ir —masculló Dorian, más para sí que nada.

—¿Entonces que? —inquirió Viktor en cambio—. ¿Nos ocultamos esperando que regreses?

—Sería lo ideal. Necesitan pasar desapercibidos. No sabemos quién esté trabajando para El Salvador, y no me sorprendería que tuviese informantes en cada esquina de esta ciudad.

Viktor se detuvo a pensar. Hace muchos años que no venía a Nueva York y, cuando lo hacía, era para enamorar humanos fáciles y robarles su amor. Se la pasaba entre fiestas y clubes de vampiros. Jamás podrían pasar desapercibidos en un sitio así.

—Tengo una opción —dijo Elay entonces, ganándose todas las miradas—. Roderick vive aquí. Podríamos ocultarnos en su departamento.

—¿Roderick? —cuestionó Lazarus.

—Un amigo de Elay y Dorian —explicó Viktor de manera vaga—. ¿Sabes dónde está?

—Puedo preguntarle. Hablamos todo el tiempo.

Lazarus frunció el ceño.

—¿Es un lugar seguro?

—Es Nueva York, nada es seguro aquí, pero si lo que buscamos es pasar desapercibidos, es mejor que nada —explicó Elay y miró a Dorian con una discreta sonrisa—. Además le sorprenderá verte.

—Déjame adivinar, otra persona que afirma conocerme y amarme —dijo Dorian de manera sarcástica—. No podría importarme menos. Para mí son desconocidos.

—Pero tú no para ellos —replicó Viktor y tomó su mano, agarrándolo desprevenido. No pensaba dejarlo ir.

—Entonces está decidido, el detective hará su trabajo y nosotros vamos a hacerle una visita a Rod. —Elay colocó las manos en su cintura y suspiró—. Además quiero un hot dog. Muero de hambre. ¿Será cierto que hay carritos en cada esquina?

Lazarus dio una última calada a su cigarro y luego lo aplastó dentro de su puño, apagándolo.

—Vayan directo al departamento. Sean discretos —ordenó—. Llámenme si sucede cualquier cosa.

—Créeme que no tengo intenciones de enfrentarme a nada sobrenatural yo sola —aseguró Elay.

Cada uno partió por su lado. Lazarus se transportó usando el Torrente Sanguíneo, mientras que Viktor detuvo al primer taxi que vio y controló al conductor para que los llevara al departamento de Roderick, quien respondió casi de inmediato cuando Elay le mandó un mensaje diciendo que estaba en la ciudad.

Extrañaba la idea de verlos juntos como cuando los conoció. La última vez que Viktor vio a Roderick, fue en el funeral de Dorian, el chico estaba destrozado y no le sorprendió nada cuando Emma le contó que se fue del país. Tal vez uno de los miembros de aquel trío de amigos no recordaba a los otros dos, pero estaba seguro de que con tan solo con verlos parados juntos, vería aquella imagen de la banda en el escenario de Plague, tocando bajo el nombre de Vampire Kiss y con el público a sus pies. Viktor se aseguraría de que esa visión se volviera realidad una vez más.

El taxi los dejó frente a un edificio de departamentos en uno de los muchos barrios bajos de Nueva York. El edificio en cuestión era de seis pisos, forrado de ladrillos y con una desvencijada entrada. Elay se acercó a la puerta y rebuscó entre los números de los timbres, pero estos estaban muy borrosos.

—Dijo que el suyo era el doce.

Viktor enarcó una ceja.

—Ninguno dice doce, de hecho, ninguno dice nada —señaló—. Bueno, excepto ese de ahí que tiene un pene mal dibujado.

—Podría ser el de Roderick y ni siquiera me sorprendería —comentó ella.

—Son doce departamentos —dijo Dorian entonces, sorprendiendo a ambos—. Cuenta los botones y ya.

—Tu lógica es tan básica, que debe ser correcta —concordó Elay y apretó el botón que, teóricamente, debía ser el doce.

Esperaron unos instantes y la puerta se abrió con un agudo pitido. Viktor fue el primero en entrar junto con Dorian. Se trataba de un angosto vestíbulo con una escaleras de caracol en medio. Si fuese humano, no le tendría nada de confianza, pero al menos sabía que, si se caía, no moriría descalabrado.

—Hay que subir —dijo y emprendió la marcha cuesta arriba. Hasta el sexto y último piso, sin contar el tejado.

El departamento número doce sí era el último como Dorian señaló hace un rato, así que, al llegar a la puerta, Elay tocó tres veces en un particular compás y esperaron.

Se oyeron apresurados pasos del otro lado y entonces la puerta se abrió de súbito. Roderick los recibió con una enorme sonrisa en el rostro. Se veía casi igual, excepto que su cabello pelirrojo era más largo y desprolijo y tenía una barba incipiente del mismo color.

—¡Elay! —exclamó y se abalanzó hacia ella, estrujándola entre sus brazos—. ¡Pensé que nunca vendrías a visitarme!

—Te dije que vendría... tarde o temprano.

—Te encantará la ciudad, grita Elay Minamoto por donde la mires. —La soltó y se volvió hacia Viktor, tornándose boquiabierto—. ¡¿Espía ruso?!

Viktor hizo un mohín.

—¿Sigues llamándome así?

—¡Ya no estás en prisión! —celebró y también se acercó para abrazarlo—. Siempre dije que eras inocente.

Viktor le dio una palmada en la espalda y dejó escapar una leve carcajada.

—Es bueno verte otra vez, cabeza de zanahoria.

Se separaron y Roderick estaba por dejarlos entrar cuando fijó su mirada en Dorian parado detrás de Viktor. El pelirrojo no lo proceso al instante, se quedó pálido, helado, completamente pasmado. Elay, percatándose de esto, decidió intervenir.

—¿Recuerdas que te dije que te tenía una sorpresa? —inquirió—. ¡Pues sorpresa!

Roderick llevó una mano temblorosa hacia su boca y dio un cauteloso paso hacia Dorian.

—¿Dorian? —musitó, incrédulo—. De verdad... ¿De verdad es él?

Dorian, incómodo, hizo una mueca y retrocedió un par de pasos, confundiendo a Roderick, pero a su vez sacándolo de su trance. Viktor colocó una mano sobre su hombro.

—No lo tomes a personal, no nos recuerda —advirtió.

Roderick retrajo las manos que extendió hacia Dorian y se tragó el nudo en su garganta al mismo tiempo que se enjugó las lágrimas.

—Creo que... Creo que me deben una enorme explicación —dijo con una carcajada llorosa.

Y así lo hicieron. Viktor y Elay le explicaron todo, dejando a Roderick sorprendido, pero a la vez no tanto, cosa que confundió a ambos.

—Juré que estarías más sorprendido —comentó Elay—. Yo apenas y lo estoy digiriendo.

—No me malentiendas, estoy en shock de verlo ahí parado, vivo. —Señaló a Dorian con la cabeza, quien estaba parado al otro extremo del departamento—. Pero te sorprendería más lo que he visto estos meses viviendo en la ciudad.

—Una rata gigante no se compara a esto, Rod.

—¡Son horrendas!

Viktor enarcó una ceja.

—¿Has visto cosas sobrenaturales?

Roderick esbozó una sonrisa orgullosa y asintió.

—Trabajo con cosas sobrenaturales.

El vampiro frunció el ceño.

—¿De qué hablas?

—Cuando vine a Nueva York no tenía nada, así que lo primero que hice fue buscar un empleo. Trabajé en toda clase de basureros hasta que me topé con Ludmila.

—¿Ludmila? —indagó Elay.

Roderick, con ojos soñadores, vio en dirección al desgastado techo del departamento.

—Mi querida Ludmila, una mujer lobo —explicó—. Hey, no me mires así, tú eres un vampiro.

—¿Dónde conociste a una mujer lobo?

—Estaba buscando empleo y encontré un viejo panfleto de una tienda de instrumentos musicales. Decía que el único requisito para aplicar era conocimiento sobre "el otro mundo" —relató—. Supuse que se refería a la Sociedad Ulterior, así que fui al local y ahí la conocí. Le conté mi historia y me contrató al instante.

Elay le dio un codazo en el brazo.

—Así que una mujer lobo, ¿eh? Siempre supe que tenías algún fetiche oculto por ahí, pero creo que no pudiste haber encontrado una mejor novia dada tu rareza.

Roderick se carcajeó. Viktor, en cambio, estaba más enfocado en el requisito de la mujer loba, ¿por qué pediría conocimiento sobre La Sociedad Ulterior?

—¿Solo venden instrumentos? —indagó, llamando la atención del pelirrojo—. ¿O hay algo más?

—De hecho, el verdadero negocio es otro. —Bajó la voz—. Hay una grieta hacia la Sociedad Ulterior. Una grieta olvidada, lleva años ahí.

Viktor y Elay intercambiaron una fugaz mirada.

—¿Una grieta ilegal que lleva años sin colapsar? —Viktor se tornó boquiabierto.

—Sí, las criaturas sobrenaturales cruzan todo el tiempo. Ludmila me explicó que solía ser una entrada legal, pero no fue propiamente clausurada y volvió a abrirse por su cuenta. Es bastante estable.

—Debes estar bromeando. —Elay se carcajeó—. ¿Acaso el universo por fin escucha mis plegarias?

Roderick alzó una de sus pobladas cejas.

—¿Acaso necesitan ir a la Sociedad Ulterior o por qué tanta emoción?

Viktor, con una sonrisa de satisfacción en el rostro, le dio una palmada en la espalda.

—Precisamente. Nos caíste como anillo al dedo.

Roderick también comenzó a reírse, negando con la cabeza.

—A veces me pregunto si son muy suertudos, o el destino tiene oídos.

Los tres rieron y Viktor se volvió hacia donde estaba Dorian para comunicarle la noticia, pero él ya no estaba ahí y la puerta estaba abierta. La felicidad se desvaneció al instante. Salió corriendo del departamento sin siquiera pronunciar palabra y escuchó una puerta siendo azotada arriba de él. Subió las escaleras de caracol hacia el tejado y abrió la vieja puerta de un jalón, casi arrancándola de la pared.

—¡¿Dorian...?! —gritó al salir, pero su voz murió en su garganta al encontrarlo.

Estaba parado a la orilla del edificio, a un paso de caer de espaldas hacia su muerte. Dorian esbozó una sonrisa desbocada y levantó los brazos al aire.

—¡Hola, Viktor! —exclamó–. Me alegra que vengas a presenciar la muerte de tu amado.

A Dorian le gusta dar sustos cada capítulo... A menos que ese no sea Dorian precisamente (sale corriendo sin elaborar más) 😈

¡Muchísimas gracias por leer! 💛

Đọc tiếp

Bạn Cũng Sẽ Thích

14.2M 1.6M 37
[COMPLETADA] Ella es un vampiro convertido. Él es un vampiro purasangre. Ella aún se aferra a su humanidad, él es un asesino frío. Sus mundos son com...
55.6K 6.3K 60
Elena whitson es "obligada " por sus tías adoptivas irse de aquel lugar el cual ella tanto amaba para ir a un pueblo desconocido. Pero lo que no sabí...
48.1K 6K 29
𝐒𝐀𝐅𝐄 𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍━ ✧°*❝I wanna be yours❞✧°*. 𝐄𝐍 𝐄𝐋 𝐐𝐔𝐄 Angela Weber encanta a Edward Cullen sin siquiera saberlo. Actualizaciones: Todos l...
3.6K 297 7
El líder de la mafia mas peligrosa de Japón a muerto por suicidio... Mikey decidió acabar con su vida, arrepentido de lo que ha hecho en todos sus añ...