Nina

By JakeLand01

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Todos saben cómo es la historia del enfrentamiento entre Jeff the killer y Jane the killer, pero ¿alguna vez... More

Nina

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By JakeLand01

Bella, la luna se alzaba radiante en el cielo, una perfecta luna llena decorada con un par de nubes oscuras.

No se suponía que nadie estuviese fuera, sin embargo, allí estaban ellos dos. Un muchacho y una asesina.

El castaño miró en su dirección, sentada en una de las bancas del parque pudo ver a una figura encapuchada. A pesar de sólo verla desde la distancia, pudo notar dos cosas; La primera es que era una chica, debido a la complexión de su cuerpo. Y la segunda es que ella estaba llorando, ya que, a pesar de que no podía ver su rostro, la manera en que tenía la cabeza baja y el cómo se movía en su sitio, era suficiente para suponer que estaba sollozando.

¿Amabilidad? ¿Empatía? ¿Preocupación? O quizás simplemente era un chismoso, pero no tardó en caminar hacia ella, posicionándose unos pocos metros frente a la desconocida e inclinando un poco su cuerpo hacia ella. Ahora podía oírla, sonaba ahogada, como si no estuviese apretando los dientes para no dejar escapar ningún sollozo.

—Disculpa, ¿estás bien?

Ella brincó un poco al escuchar aquella voz tan cerca, probablemente porque no esperaba que alguien se dirigiera a ella o porque creyó que estaba sola en aquel parque. Las únicas características que él pudo ver de ella fueron un par de mechones cabello negro, además de un tono de piel tan blanco que era incluso preocupante. Aunque no pudo apreciar su rostro por completo, ya que su nariz y boca eran cubiertas por un cubrebocas de color violeta como el de su sudadera, además usaba unos anteojos de sol que ni siquiera le permitían ver el color de sus ojos.

Ella no respondió, sólo frunció un poco las cejas y disimuladamente comenzó a llevar su mano hacia uno de los bolsillos de su sudadera, lista para sacar el cuchillo, aunque antes de que pudiese hacerlo aquel desconocido le extendió una mano, en la cual descansaba un pañuelo blanco.

La mirada de la asesina divagó entre sus dos opciones, aceptar el pañuelo o sacar el cuchillo. Finalmente, tomó el pañuelo y se limpió debajo de los ojos.

—¿Puedo? —cuestionó él, apuntando con su cabeza al lugar vacío a su lado, recibiendo un asentimiento por parte de ella— ¿Un mal día?

—Digamos que sí...

—¿Quieres hablar sobre eso?

—Es algo personal... —se limitó a decir mientras lo observaba sentarse a su lado— ¿Y tú qué? ¿Qué quieres?

—Nada realmente, simplemente te vi llorando y creí que necesitarías hablar con alguien. Supongo que en estos casos lo mejor es presentarse, ¿verdad? Me llamo Daniel, un placer.

Nina.

—Bonito nombre —comentó, sacando una caja de cigarrillos—. ¿Quieres?

—¿No eres muy joven para fumar? —preguntó tras verlo de arriba abajo.

—Tengo dieciocho.

Ella suspiró ligeramente y pensó en aceptar, pero luego recordó lo que se escondía detrás del tapabocas, ¿quizás podría mostrar su rostro para así asustar al muchacho? Sonaba ligeramente divertido, el ver su cara de horror y miedo para luego matarlo. Así es, sonaba divertido, mas no tenía ánimos para eso ahora mismo.

¿Y cómo tener ánimos cuando él había muerto?

Ella negó con la cabeza, por lo cual el más joven sacó un cigarrillo para sí mismo y lo encendió, dándole una pitada, dejándolo descansar en sus dedos tras liberar el humo.

—¿Y qué te gusta, Nina?

—¿Qué hay con esa pregunta?

—Hm, sólo estoy tratando de empezar un tema de conversación —respondió subiendo los hombros.

—¿En serio así es cómo ligas con chicas?

—Hey, no estoy tratando de ligarte y si intentara hacerlo ten por seguro que no lo haría aquí.

—¿Por qué no? —preguntó ella, teniendo una pequeña sonrisa divertida debajo del cubrebocas— No es como si la gente no intentara ligar en los parques.

—Seh, pero no ligan en un parque a las dos de la mañana, estos lugares dan bastante mal rollo por la noche.

—¿Temes que se te aparezca una niña fantasma?

—Claro que no, temo que alguien intente asaltarme por pasarme por aquí. Los delincuentes aprovechan que no hay muchas luces por estos lugares para ver a que pobre idiota podrán robarle.

—Eso es cierto, ¿y entonces qué haces aquí?

—Tengo que ir a mi casa y era más rápido atravesar el parque en lugar de rodearlo, por suerte no me encontré con nadie, pero estaba de paranoico volteando cada vez que creía escuchar un ruido.

—Qué cobarde —declaró riendo.

—¡Hey, los hombres tambien tenemos miedo de estas cosas! —habló fingiendo enojo, pero le era imposible no sonreír al escucharla reír— ¿Y si me violan por cómo me visto?

Y fue decir eso para que la chica empezase a reír más fuerte, quizás lo que le daba más risa era el hecho de que el chico vistiese únicamente con unas zapatillas, unos jeans y una sudadera como la de ella, sólo que la sudadera era de color negro.

—Sí, vas demasiado provocativo.

—¿Verdad?

—Fuera de broma, ¿por qué regresas tan tarde a tu casa? ¿Qué estabas haciendo?

—Oye, que es mi turno de preguntar. ¿Tú qué haces aquí tan tarde?

—No vale, me dijiste que estabas yendo a tu casa, mas no me dijiste por qué estabas fuera.

—De acuerdo, de acuerdo. Un amigo me invitó a una fiesta en su casa, pero la fiesta terminó antes, así que me tocó volverme a esta hora. Ahora es tu turno.

—Simplemente no quería estar hoy en casa.

—¿Problemas en el hogar?

—¿Y ahora quien es el que no respeta los turnos?

—Siguiendo tu juego, no me has dicho la razón por la que no quieres estar en tu casa, lo que provocó que vinieras aquí.

Ella suspiró, ¿por qué estaba aquí? Al recordarlo, sintió una presión en el corazón y su sonrisa de diversión se borró, alejando el poco de alegría que había tenido segundos atrás. A pesar de no verle los ojos o los labios, él pudo notar aquella tristeza, por lo cual se dispuso a cambiar de tema, quizás había sido muy intrusivo al preguntar.

—Un amigo mío falleció.

—Oh, diablos, l-lo lamento, yo no...

—Descuida, no es tu culpa —le cortó—. Es sólo que... Es algo que sabía que iba a pasar en algún momento, pero enterarme de que él ya no está...

—Esas cosas son... difíciles, ¿sí? Pero al menos puedes estar segura de que ahora está en un lugar mejor.

—Conociéndolo, no lo estará.

¿Un lugar mejor? Claro, estaba segura de que Jeff the killer no iría a la tierra de los ángeles, el lugar que le esperaba era uno mucho peor, más cruel, lleno de gritos, dolor y sufrimiento. No es que Jeff no se mereciese eso, era un asesino, como ella, no podían esperar que los aceptaran en el cielo luego de todas las atrocidades que habían cometido.

Aunque, el infierno tampoco era nada seguro, quizás Zalgo interceptaría sus almas cuando muriesen y los llevaría a su reino, aunque aquello tampoco suponía ser algo bueno, ya que aquella entidad del mal probablemente los torturaría o los obligaría a servirle por la eternidad.

O quizás se convertirían en fantasmas de algún modo como le había ocurrido a ese chico Jack o esa niña Sally.

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y no pudo evitar reírse en voz baja.

Qué extraño era el mundo. Cielo, infierno, entes de otra dimensión, fantasmas, monstruos, era una locura que cosas como Slenderman o The Rake no aparecieran en las noticias o que el gobierno no investigara los avistamientos. "Leyendas urbanas", seguro, le dolía la cabeza siquiera de pensar en las veces que tuvo que lidiar con ese ser sin rostro y su grupo de ayudantes.

—¿Todo bien? —cuestionó extrañado, gracias a la pequeña risa que la chica había dejado escapar.

—Sí, sí, sólo estaba... pensando —respondió en tono cansado.

—Yo... realmente no conocí a tu amigo, pero por lo que dijiste asumo que no fue alguien muy bueno.

—No te haces una idea...

—Pero yo creo que todos merecen una segunda oportunidad, quizás pudo no haber sido el mejor, pero creo que quizás pudo haber hecho cosas buenas en su vida. De todos modos, si es que hay un Dios, él o ella se encargará de darle la sentencia que crea adecuada.

—Supongo que tienes razón.

—De momento, sólo puedes tener la esperanza de que ahora está en un lugar mejor y quedarte con los recuerdos que hiciste junto a él.

Los recuerdos que hizo junto a Jeff...

Cerró los ojos un momento, cosa que no hubiese podido hacer en el pasado dado que se había cocido los parpados para tener siempre los ojos bien abiertos, pero hoy simplemente había decidido cortar esos hilos y permitirse volver a pestañear, ¿por qué? No lo sabía.

Su acompañante permaneció en silencio, asumiendo que ella estaba viajando por el corredor de los recuerdos, buscando buenas memorias sobre el fallecido y tenía razón, ella estaba recordando. Recordaba las noches que pasó leyendo la historia de Jeff, las veces que se las narraba a Chris, la primera vez que vio en persona al famoso asesino, lo recordaba a la perfección, era de noche, en su cocina, él con un bote de legía y el resto era historia.

Una rara sensación la invadió al recordar el fuego propagarse por todo su cuerpo.

Los años siguientes se basaron en ella asesinando a quien se le diese la gana, a veces encontrándose con Jeff, a veces no. Jamás se buscaban, mas por obra del destino terminaban encontrándose sin querer, a veces asesinaban juntos y a veces simplemente charlaban.

Recordaba haber tenido un enamoramiento de Jeff luego de conocerlo en persona, verlo como su "crush" por decirlo de alguna forma, ahora se avergonzaba de aquello, no podía creer que su antigua yo hubiese estado enamorada de él. Qué recuerdos vergonzosos sobre su adolescencia, mientras algunas estaban coladas por cantantes, ella estaba pensando en un asesino, cada quien con sus ídolos.

Claro que esos pensamientos no permanecieron y terminó sólo viéndolo como alguien a quien admiraba, un mentor, alguien a quien superar, incluso un amigo.

La pequeña sonrisa que había adquirido desapareció.

¿Un amigo? ¿Eso era Jeff? No, no lo era, no era un amigo, no era un mentor ni tampoco alguien a quien amara, simplemente era un desgraciado que se acercó a ella cuando tenía once años y le arruinó la vida. Si no hubiese leído la historia de Jeff, su locura no la hubiese contagiado, si Jeff no la hubiese rociado con legía y prendido fuego ella no tendría la apariencia que tiene hoy en día, sin Jeff the killer la persona conocida como Nina the killer no existiría.

¿Entonces por qué se lamentaba de que Jeff ya no estuviese? Porque era lo único que tenía. Sin pasado, sin familia y sin futuro, ella misma se había encargado de quemar esos puentes gracias a la influencia de Jeff.

No decía que no tenía culpa tambien, nadie la obligó a nada, ella mató a su familia, ella siguió matando luego de eso, ella decidió dejarse caer en la locura, pero sabía que Jeff tenía culpa tambien. Sólo tenía once años, no sabía prácticamente nada del mundo, una chica totalmente manipulable y él vio eso.

Y ahora superaba los veinticinco años, no negaba que estaba loca, ya simplemente no podía no disfrutar matando, lo había hecho por mucho tiempo, pero en más de una ocasión le llegaba el pensamiento de qué hubiese pasado si no se dejaba caer en la locura. Una lagrima traicionera bajó por uno de sus ojos, se imaginaba a sí misma con su madre y su hermano, los tres juntos como una familia feliz y completamente normal.

De verdad que lo había arruinado...

¿Jeff alguna vez se arrepintió de haber matado a su propia familia? No lo sabía, jamás llegó a hacerle esa pregunta y ahora jamás podría hacérsela gracias a Jane. Aunque probablemente él hubiese estallado en carcajadas como respuesta, estaba mucho más loco que ella.

En lugar de alegrarla, el pensar en Jeff hacía que sus emociones entraran en conflicto, ¿debía odiarlo? ¿Extrañarlo? No lo sabía, lo único que sabía era que bien o mal Jeff the killer era la única persona constante en su vida, a pesar de que con suerte se viesen una vez cada tantos meses.

Al menos no dudaba en lo que sentía por Jane, la odiaba, la odiaba incluso antes de que la enmascarada asesinara a Jeff. Y, por lo que sabía, Jane tambien la odiaba a ella, tenía una que otra cicatriz que lo demostraba.

De pronto se sobresaltó, no por un recuerdo suprimido o por intentar comprender sus complicadas emociones, sino porque el sentir la mano de aquel muchacho en su hombro logró sorprenderla. Apretó con más fuerza el mango del cuchillo que ocultaba y se giró a verlo.

Él la miraba con una sonrisa triste, no demostrando otra cosa que no fuese empatía.

—Estas cosas son complicadas, ¿verdad?

Incluso su tono de voz había cambiado, escuchándose más suave.

Ella suspiró.

—Lo son... Esto es tan complicado...

Él asintió.

—A veces lo odio, pero... pero...

Inevitablemente la voz comenzó a temblarle a la asesina.

Pero tambien lo extraño tanto...

No necesitó escuchar más, sin importarle lo más mínimo el no conocer a esa chica, la abrazó y ella soltó el cuchillo para corresponder. Las lágrimas salieron a montones y el llanto casi desgarró su garganta, por suerte el hombro de aquel muchacho amortiguaba un poco los lamentos de la asesina, al menos lo suficiente para que no se escuchase por todo el parque.

Allí, en brazos de un desconocido, Nina the killer dejó escapar todas las lágrimas que había estado conteniendo desde que se enteró de la muerte de Jeff y todas las emociones que le acompañaban; enojo, tristeza, frustración, etcétera. Era la primera vez en años que lloraba debido a la muerte de alguien.

Al separarse, ella sentía los ojos arder y la garganta rota, pero extrañamente tambien se sentía mejor, como si acabase de quitarse un poco de peso de encima.

—¿Mejor?

Asintió.

—Bien —espetó levantándose, le dio una última pitada a su cigarrillo y lo tiró al suelo, pisándolo. Acto seguido, le tendió una mano—. Sé que no quieres estar en tu hogar ahora mismo, pero creo que es mejor que estés allí, tu familia debe estar preocupada al ver que no estás y es peligro estar afuera tan tarde sola, ya son casi las tres de la mañana.

Ella no respondió, simplemente aceptó la mano del desconocido y se mantuvo en silencio mientras era guiada fuera del parque. En todo el trayecto, él se mantuvo diciéndole que lo mejor era que se fuera a su casa para que no corriera ningún peligro, aquello hacía sonreír un poco a la chica por debajo de su mascarilla, ¿ella correr peligro? Era Nina the killer, no le supondría ningún tipo de dificultar matar a quien intentara algo contra ella, pero era tierno que ese desconocido se preocupase por ella.

Ya fuese por el pequeño dolor de garganta o por la falta de energía para hablar, se limitó simplemente a asentir o negar con la cabeza cada vez que el muchacho le preguntaba algo.

Únicamente se detuvieron al cruzar la verja de metal que rodeaba todo el parque.

—¿Tu casa queda cerca de aquí?

Asintió, a pesar de que realmente no tenía una casa a la que regresar.

—¿Puedes ir sola?

Asintió nuevamente.

—De acuerdo, supongo entonces que aquí nos despedimos, yo debo ir por allá —apuntó detrás de sí.

Ella asintió y él se preparó para marcharse, pero no pudo, algo dentro de sí lo hizo mirar por encima de su hombro luego de dar el primer paso. Ella seguía callada, mirándolo a través del oscuro y grueso vidrio de sus anteojos.

—¿Estás bien, Nina?

Él parecía genuinamente preocupado por ella, la sonrisa de la asesina se ensanchó un poco más, con ironía. ¿Cuántos años habían pasado desde que alguien se preocupó por ella?

—Sí, pero antes de que te vayas, quiero hacerte una pregunta.

El adolescente se dio la vuelta por completo y ella se acercó, para comenzar a quitarse los anteojos, la capucha y la mascarilla.

—Dime, ¿te parezco hermosa?

Ahora la contemplaba en verdad. Cabello negro con un mechón fucsia, piel inhumanamente blanca y una sonrisa mal cortada hasta las mejillas. No pudo responder en un principio, incluso sintió como toda la sangre abandonaba su cara, volviéndolo pálido.

Miedo, confusión, shock, eso es lo que Nina vio en su mirada, por lo cual la pequeña sonrisa que había mantenido segundos atrás comenzó a borrarse, mientras que su mano comenzaba a apretar con cierta ira la empuñadura de su cuchillo.

—En ese caso, go to...

—¡¿Qué te pasó?!

Antes de que pudiese sacar su arma o terminar su frase, él acortó la distancia, tomándola de los hombros.

—¿D-Debo llevarte a un hospital? ¿Cuándo fue que...? ¿Quién...? ¿Cómo...?

Las palabras se le empezaron a trabar, ni siquiera podía completar las preguntas, pero era más que obvia la preocupación por ella. ¿Por qué se preocupaba por una desconocida? No tenía sentido.

La sonrisa se hizo presente nuevamente en los labios de la chica, mientras él seguía haciéndole preguntas, apenas ahora se percataba de que él era más alto que ella.

—Fue hace años, descuida.

—¿Qué? Pero...

—Descuida —volvió a repetir tras suspirar.

—¿No te... duele...?

—Aunque no lo creas, ya no —contestó, pasando la yema de sus dedos por sobre las cortadas de sus mejillas—. Pasó tanto tiempo que creo que simplemente ya me acostumbré.

Silencio.

Él simplemente la miraba, viendo con tristeza a la pobre chica de sonrisa mal cortada y piel inhumanamente blanca. Aunque de un momento a otro, la tristeza que expresaban los ojos del chico se transformó en enojo.

—¿Quién te hizo eso? ¿Fue...?

—Jeff the killer.

Las palabras salieron de su boca antes de que siquiera pudiese pensarlas, ¿por qué decía eso? Es cierto que Jeff había tenido que ver en su transformación, pero fue ella quien se dejó prender fuego y se cortó la cara.

—Ese hijo de puta... No puedo creer que aún no atrapen a ese bastardo, ¡lleva más de diez años asesinando personas y la policía todavía no lo ha atrapado!

—Parece que realmente te desagrada...

—¡¿Y cómo no?! ¡Es un maldito psicópata! ¡Mira lo que te ha hecho!

—Wow... Menuda manera de tirar mi autoestima al suelo.

—¡No! ¡No trataba de...! ¡No quería decir...! Sólo... Lo lamento —se disculpó en tono derrotado— Lo que quería decir es que... las personas como él simplemente no deberían existir, no hay razón tras lo que hacen, simplemente son... monstruos que disfrutan del sufrimiento de los demás.

¿Por qué... sus palabras la estaban molestando? Quizas fuese su lado psicópata, pero ahora mismo le estaba molestando que él hablase de su rostro como si se tratase de una tragedia, ella se veía hermosa.

—Tú no pareces una mala persona, Nina, y aun así ese psicópata te...

—¿Arruinó? —trató de completar la frase.

—Te lastimó —corrigió—. Ni tú ni nadie debería de tener que pasar por algo así.

—Entiendo, me veo del carajo, ¿por qué no...?

—No —le cortó—. Tú te ves hermosa, eres hermosa, simplemente... simplemente no me gusta el pensar en lo que tuviste que pasar, en lo que él te hizo, nadie debería pasar por algo así...

Él siguió con su perorata, pero ella simplemente dejó de escucharlo después de una palabra "hermosa". ¿Le había dicho hermosa? Lo hizo, ¿verdad? Dijo que la consideraba hermosa, ¿no es así? Sí, lo dijo, lo dijo, ella lo escuchó, lo escuchó bien, ¿o no?

—¿Nina?

A pesar del frio, pudo sentir un extraño ardor en las mejillas. Quiso corroborarlo, así que llevó sus dedos a sus cachetes, sintiendo el calor ahora tambien en sus yemas. ¿Por qué le ardían las mejillas? Esto únicamente lograba pasarle cuando mataba, apuñalaba o torturaba a alguien, pero ahora mismo no estaba haciendo ninguna de esas cosas, ¿entonces por qué?

Al conectarse sus miradas y gracias a la ausencia de las gafas, él pudo notarlo, se dio cuenta de la mirada exhausta que tenía la muchacha. Sonriendo, ella empezó a acercarse, dejando su frente pegada al pecho del extraño, estaba tan cansada. A pesar de no saber cómo proceder, lentamente movió los brazos, rodeando a la chica en un abrazo.

Ella rio un poco por la situación.

—Eres tan raro...

—¿Yo?

—Ves a una chica llorando en un parque de noche y te acercas, como si eso no fuese de por si lo suficientemente creepy, te pones a charlar con ella, ¿quién hace eso?

—Bueno... parecía que estabas pasando por un mal momento...

—¿Y eso a ti qué diablos te importa? Soy una jodida desconocida, es estúpido preocuparse por alguien a quien no conoces.

—No es estúpido, simplemente es tener empatía.

—Qué estupidez —suspiró en su pecho—. ¿Entonces siempre metes la nariz en los problemas de los desconocidos?

—B-Bueno, no siempre, pero, ya sabes, hoy es una fecha para ser un poco más empático.

—¿Hm?

—Es 25 de diciembre, navidad.

Los ojos de la asesina se abrieron un poco, ¿navidad? ¿Era navidad? Para ella todavía se seguía sintiendo como octubre.

—Pero... ¿no dijiste que venías de una fiesta en casa de tu amigo? —se separó un poco, sólo lo suficiente para poder subir la cara para mirarlo.

—Sí, pasé la navidad con él y su familia —sonrió—. Mis familiares viven lejos, ellos no podían hacerse el viaje hasta aquí y yo tampoco podía viajar hasta allá, me necesitan el 26 en el trabajo.

—Oh...

—¡Pero no estoy triste para nada, iré a verlos para año nuevo!

La asesina no pudo evitar sonreír ligeramente ante la sonrisa tan cegadora de su acompañante, se veía en su rostro que estaba emocionado por volver a ver a su familia. Mientras él hablaba acerca de lo ansioso que estaba por darle sus regalos a sus padres y relataba el cómo no podía esperar por jugar con sus hermanos menores, ella se limitó a mirarlo.

De algún modo era agradable, escucharlo hablar con tanta emoción era revitalizante.

Cuando él deshizo el abrazo, ella no pudo evitar sentir que ahora sus hombros se sentían más fríos que antes.

—De acuerdo, es tarde y parece que estás mejor, creo que es hora de que ambos nos despidamos.

—Espera —lo tomó de la muñeca, evitando que se fuera. Cuando la miró extrañado, lo soltó—. ¿Entonces... no hay nadie en tu casa?

—¿Qué?

—Tu familia, ninguno de ellos vive por aquí, ¿verdad? —esbozó media sonrisa, llevando sus manos detrás de la espalda— Mi familia tampoco está en el pueblo, estoy sola esta noche, nadie me espera en casa. Sólo digo que no me molestaría seguir charlando en otro sitio.

—¿En serio quieres ir a la casa de un chico que conociste hace menos de un dia? ¿Qué pasaría si fuese un violador o un asesino? —se cruzó de brazos, medio bromeando y medio reprochándola.

—Podría lidiar con eso, soy más fuerte de lo que parece.

El muchacho lo pensó por unos momentos, pero terminó por suspirar. Realmente nadie lo esperaba en su hogar y estaba seguro de que la compañía de alguien haría que su hogar se sintiese menos frío, pero por muy agradable que fuese la chica, no podía llevar a una completa extraña a su casa.

Sim embargo, incluso si él estaba bien pasando la mañana de navidad solo, eso no significara que ella tambien lo estuviera. No por nada había estado llorando en ese parque y no por nada estaba dispuesta a irse a la casa de un completo extraño. Pensar en la chica en su propio hogar, completamente sola y viendo televisión fue suficiente para que sintiera pena por ella.

—¿Chocolate caliente y películas?

—¿En serio?

—Si ninguno tiene nada que hacer realmente, no veo por qué no.

—Dejar que una completa extraña te acompañe a tu casa, te dije que eras raro.

—Tú eres más rara, aceptar ir a la casa de un completo extraño, por Dios —negó con la cabeza.

La asesina rio y se posicionó al lado del castaño, empezando ambos su caminata hacia el hogar del muchacho.

—Por cierto, feliz navidad, Nina.

La pelinegra sonrió. A pesar de no ser una actitud común en ella y a pesar de no ser una noche especialmente fría, optó por acortar un poco más la distancia, abrazando el brazo de su acompañante y dejando que su calor la calentara.

Feliz navidad, Daniel.

(...)

La asesina terminó de atarse el cabello en una coleta, para dirigir su vista al muchacho que dormía plácidamente en la cama. Las sábanas lo cubrían sólo de la cintura para abajo, dejando su pecho desnudo totalmente expuesto.

La noche, o madrugada, había sido bastante agradable, incluso si no hubo ningún asesinato o tortura de por medio. Sólo habían sido ellos dos, hablando, riendo y bebiendo chocolate caliente. En medio de una película navideña, la cual no había terminado de atraparla, ella decidió hacer su jugada, había pensado en hacerlo desde que se acurrucó a su lado en el sofá.

Un beso.

Cuando él notó que lo miraba fijamente y giró la cabeza para verla fue que ella decidió besarlo. No hubo duda o miedo al hacerlo, ¿por qué lo habría? No era una niña y, en caso de que él rechazara, podía simplemente matarlo. Afortunadamente tras el shock, el muchacho devolvió el beso y ambos decidieron que la película ya no les importaba.

Nuevamente, no era una niña, había tenido sexo antes. Sim embargo, esta vez no se sintió como las otras, esta vez fue mucho mejor. No hubo brusquedad y dolor como con Jeff. Y no hubo sangre y lagrimas como con sus víctimas. Esta vez fue agradable, dulce y un poco pasional, además de que, una vez terminado el acto, se sintió extremadamente placentero estar en los brazos de su contrario, compartiendo calor y escuchando el latir de su corazón.

No era alguien que necesitara protección, e incluso si la necesitara, él no podría protegerla de monstruos como Slenderman o The Rake, y aun así, jamás se había sentido tan protegida del mundo que como cuando estuvo en sus brazos.

Sonriendo ligeramente, se puso al lado de la cama y arropó al muchacho con las sábanas.

—Go to sleep, my prince. Nos volveremos a ver.

Estaba segura de eso, sabía dónde vivía el chico y habían intercambiado números.

Sin mediar más palabras y tras ponerse sus lentes y cubrebocas, salió de la habitación, para luego salir de la casa. El sol ya estaba en el cielo, mas el aire de la mañana seguía siendo frío y no había ni un alma en el lugar.

No lo había matado, a pesar de poder, no había querido hacerlo, deseaba conservarlo.

No tenía a Jeff, eso dolía, pero ya no tanto, ya que ahora tenía algo más para seguir. No una estrella bañada en sangre que la inspiraba matar, sino una blanca estrella polar que, por muy imposible que fuera, le hacía creer que podía ser mejor de lo que ya era.

Había estado más de diez años de su vida entregada a la locura y al asesinato, pero eso no significaba que tuviera que seguir haciéndolo, ¿verdad?

Podía dejar de ser Nina the killer y volver a ser Nina Hopkins, incluso si extrañase el asesinar, porque sabía que iba a extrañar eso, podía abandonar esa vida y ver a donde la llevaría este nuevo camino, ver hasta donde llegarían las cosas con ese chico.

Más esperanzada de lo que había estado en mucho tiempo, dio un paso adelante.











A pesar de creer que la vida le estaba sonriendo, la realidad era todo lo contrario. Nina the killer era una asesina, una que había quitado miles de vidas y hecho llorar a innumerables familias, ella no merecía algo como una segunda oportunidad, no merecía una vida feliz y mucho menos merecía amor.

Quizas fue el destino, quizás la casualidad o quizás el karma, pero ese muchacho moriría dentro de unos días, gracias a una asesina con un reloj por ojo y Nina tendría que enfrentar eso, enfrentar el dolor de perder a alguien más y enfrentar que iba a estar sola otra vez, extrañando un calor que nunca iba a volver.



Bueno, el año pasado había escrito el One-Shot de Clockwork y este año decidí hacer uno de Nina. No sé si diría que son mis personajes favoritos ya que hoy en día no estoy tan metido en las creepypastas como en el pasado, pero sí son los que más llamaban mi atención en su tiempo.

Quise hacer que el chico de la historia siguiera sin nombre, pero me parecía raro si Nina era la única que se presentaba, así que terminé por llamarlo "Daniel" porque fue el primer nombre que se me ocurrió.

Quería publicarlo para navidad, pero no llegué a tiempo, jajaja.

Sé que Nina es una psicópata y está loca, pero quería "humanizarla" un poco, por decirlo de alguna manera, tal y como se hizo con Jeff en la creepypasta de Jeff vs Jane. El tiempo ha pasado, ella ha crecido y, a pesar de amar asesinar, se arrepiente de haber matado a su familia, sintiéndose completamente sola en el mundo ahora con Jeff muerto.

Sin saber, añorando algo tan simple como el calor del afecto que le habría podido dar su familia o amigos si no se hubiese vuelto una asesina.


Escrito el 19/5/2022

Terminado el 2/1/2023

Corregido y publicado el 3/1/2023

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