Seokmin fue hacia el baño, pegó la oreja a la puerta, al no escuchar nada, golpeó dos veces.
—Ya... Ya salgo —habló Jeonghan, su voz sonaba como si estuviera congestionado, aunque era sólo por el llanto.
Seokmin mordió su labio con fuerza, sintiéndose mal por su director.
Recordó cómo lo había ayudado semanas atrás, y quería hacer lo mismo por él, hacerlo sentir tranquilo como había hecho con él.
—¿Jeonghan? —habló.
El mayor tardó un momento en entender su nombre en el aniñado acento del chico, además de que hablaba bajo, y con la puerta entre medio apenas había escuchado.
Jeonghan abrió, notando la mirada preocupada del chico, y cómo abrió un poco de más sus ojitos al notar sus ojos aún brillantes y las mejillas enrrogecidos por llorar.
—Seokminie, lo siento, ¿Querías pasar?
El chico negó, sentía un nudo en la garganta, así que aclaró su voz, mientras lo señalaba.
—¿Bien?
Jeonghan sintió ternura por la preocupación del chico.
Rió un poco, aunque sonó bastante forzada.
Revolvió los cabellos del chico, para luego rodear sus hombros, yendo hacia la escalera para volver a la sala.
—No voy a mentirte, Seokminie, no me siento bien, pero estamos acá para celebrarte, olvídate de esto, así que no te sientas mal por mí y piensa en sentirte bien por ti.
Seokmin sintió que el mayor estaba rechazando su ayuda, pero decidió no decir nada, y le hizo caso.
Durante la cena, el señor Lee había traído cervezas, y los únicos que se negaron fueron Jihoon y Seokmin.
Al final, cuando se fueron, Seokmin y Joshua fueron hasta el cuarto que compartían, acurrucándose junto al otro en la cama que también compartían, el sueño no tardó en ganarles.