El Vals de las Mariposas

By NinaCampbell2

5.2K 577 473

Junto con la muerte de su mejor amigo y la obligación de convertirse en una bailarina de ballet profesional... More

Notas
Playlist-Redes-Instagram de personajes
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Epílogo

Capítulo 18

119 15 10
By NinaCampbell2

¡¡Hola!! Feliz navidad a todos/as, espero que les guste este capítulo <3

Déjenme en comentarios que les va pareciendo la historia, y qué piensan que pasará.

Muchas gracias por leerme y que tengan linda Navidad <3


—¿Melanie? —pregunté.

La chica de pelo rizado dio media vuelta.

—Sabrina —dijo casi en un susurro.

Llevaba su cabello largo y voluminoso totalmente suelto. Un abrigo de invierno color rojo chillón hacía contraste contra su hermosa piel morena. Al hombro, tenía un bolso que supuse sería del colegio.

—¡Hey! No sabía que hoy también vendrías —nos interrumpió Noah, saliendo detrás de mí.

¿Hoy también vendría?

¿A él no lo ignora como a mí?

—L-lo siento... No me ha estado funcionando el auto y pensé que podrías acercarme al colegio. —Mel posó sus enormes ojos cafés en él.

—Sí claro, no hay problema. Vamos.

Noah se encaminó hacia el auto, haciéndonos señas para que lo siguiéramos. El auto no era el rojo que solíamos usar con Alex, ese había quedado en destrucción total; este parecía ser de Lily. Inevitablemente, con Melanie volvimos a hacer contacto visual, a lo que me estremecí incómoda. Mel se limitó a apretar sus labios en una fina línea, y yo le contesté bajando la cabeza.

El camino hacia el colegio fue bastante incómodo. Yo iba en el lugar del acompañante y Melanie detrás, ya que ella iba a otro colegio y teníamos que alcanzarla primero. Me mantuve callada todo el viaje mientras que ellos cruzaban alguna que otra palabra, que casi no escuchaba porque estaba concentrada en la ventanilla y la calle. Parecía que se habían estado viendo con normalidad, y eso comenzó a molestarme en el pecho, como si fuera una especie de traición.

Yo también había sido parte de su grupo...

No tardamos en llegar al primer colegio, que estaba repleto de estudiantes corriendo para no llegar tarde a clases.

Noah estacionó su auto a un costado, y Melanie no tardó en saludarlo y agradecerle.

—Sabrina —dijo la chica morena dirigiéndose hacia mí.

Giré la cabeza, confusa.

—¿Puedo enviarte un mensaje más tarde? Tengo que decirte algo —volvió a hablar.

¿Qué?

¿Así como si nada comenzará a hablarme otra vez?

Fruncí tanto el ceño que mis cejas casi se tocaban.

Estaba totalmente confundida y débil. No podía emitir palabra, no entendía si me estaba tomando el pelo o si iba en serio. Por la expresión de sus ojos, que brillaban ferozmente, supuse que no estaba jugando conmigo.

Sólo le asentí haciendo una mueca, y volví mi mirada hacia adelante.

Una vez Melanie se fue, Noah arrancó el motor para dirigirnos a nuestro colegio.

Apoyé el codo sobre la ventanilla, y luego mi cabeza sobre mi puño mientras seguía mirando a los árboles alejarse cada vez más rápido. Hoy estaba muy agotada, y ni si quiera había comenzado mi día. Si fuera por mí, iría directo hacia mi casa a dormir, pero no me quería ni imaginar la situación allí.

¿Mis padres se habrán dado cuenta que me escapé?

Que idiota, tendría que haber vuelto temprano y subir por el árbol hacia mi habitación para hacer como si nada.

No lo había pensado mejor, ya no intentaba ocultar las cosas como antes, ya no tenía las fuerzas para hacerlo.

—¿Qué acaba de pasar? —Noah me sacó de mis pensamientos.

—¿Con qué? —giré la cabeza para mirarlo.

—Melanie y tú, hay tensión entre ustedes dos.

—Ah, eso...

Noah volvió su vista hacia delante.

—Ella me ha estado ignorando desde el velorio —continué.

—¿Ignorando?

Asentí, pero Noah no estaba mirándome.

—Así es. Cada vez que me la encontraba en algún lugar, Melanie corría hacia el lado contrario —expliqué—. ¿No te hizo lo mismo?

—Mmmh, no realmente. Creo que yo he estado ignorando a todos los primeros meses, así que en todo caso nos estábamos ignorando mutuamente. —Rió— Sabrina, no te lo tomes tan personal, todos pasamos por lo mismo.

Lancé una rápida mirada hacia él, y nuestros ojos se encontraron.

—Melanie no te odia, probablemente solo quiso estar alejada de nosotros un tiempo para hacer su duelo —musitó tranquilamente.

—Pero contigo si ha estado hablando, Noah.

—No, Sabri —dijo mirando hacia la carretera—. Recién volvimos a hablarnos hace unas semanas, y ha sido porque ha venido a visitar a mi madre. Las primeras veces que nos cruzamos yo no quería hablar con nadie, estaba muy enojado. Es decir, estaba furioso con todo lo de mi alrededor, no con alguien en particular. Pero igualmente la ignoré e hice como si no estuviera allí, y luego un día de mucha lluvia le ofrecí alcanzarla hasta su casa, pero casi no hablamos y el viaje fue incómodo. Hasta que comenzó a visitar a mi madre más seguido, y bueno, finalmente terminamos hablando un poco más. Pero no fue tan sencillo como parece.

Comencé a sentirme mal. Melanie había estado visitando a Lily mientras que yo no había podido hacerlo, me sentía horriblemente. Yo era la amiga de Alex hace años, y era la que menos había estado para su familia en este momento.

—Sé lo que estás pensando, no te golpees tanto —murmuró Noah leyéndome los pensamientos.

Estaba impresionada por lo tanto que había madurado Noah en este último tiempo. En sí estaba distinto, aunque todos lo estábamos, pero antes no solíamos tener charlas profundas o hablar de cosas muy importantes, más que de básquet, fiestas y demás.

Llegamos al colegio y Noah dejó el auto en el estacionamiento. Me despedí de él abrazándolo y agradeciéndole por todo, y le dije que le mande mis agradecimientos a su madre también. Prometí pasar pronto por su casa otra vez, pero en un mejor contexto que no fuera como el de anoche.

Entré al colegio sabiendo que se me estaba haciendo tardísimo, pero tenía que pasar sí o sí por mi casillero. Tenía el bolso de anoche y no me había traído absolutamente nada del colegio, pero por suerte siempre tenía algún cuaderno de más en mi casillero. Ni bien lo abrí me encontré un papel doblado por la mitad, y cuando lo desdoblé me encontré con otra canción que me dedicaba Bastian. Guardé el papel en mi bolsillo intentando no pensar en él ahora, y corrí al aula.

Cuando llegué la profesora de Matemáticas ya estaba allí, y estaba entregando unas hojas a cada alumno.

No puede ser...

¿Teníamos examen?

Mierda.

Obviamente no había estudiado absolutamente nada, estaba frita. Me había olvidado completamente, y entre todo el lío que fueron estos días no había revisado nada del colegio.

Rezaba para que no me dijeran nada por llegar tarde, y mientras, me acomodé en un asiento libre. La profesora se acercó y sólo me dio una hoja, sin emitir palabra, así que estaba salvada.

Miré los enunciados y mi vista comenzó a volverse borrosa. Estaba muy sobresaltada y agitada, ya que casi tuve que correr para venir a clases y encima, me encontré con un examen "sorpresa". No entendía definitivamente nada de lo que me pedían, pero era una realidad que tampoco había estado haciendo ejercicios de matemáticas.

"Encontrar el límite de la función cuando x tiende a infinito..."

¿Qué demonios es un límite?

Intenté hacer lo que pude con lo poco que me acordaba de las clases, pero estaba segura que no iba a pasar este examen. Nunca tenía notas altas en matemáticas, y eso que antes Alexandre me ayudaba a estudiarlas; él era muy bueno en esto.

Entregué cuando ya no me quedaba más tiempo, aunque no sé por qué no entregué antes, ya que estuve gran parte mirando la hoja sin poder hacer nada.

Salí del aula mientras sonaba la campana, y encontré a Bastian apoyado sobre un casillero rodeado de sus amigos. Sentí una punzada en el pecho al verlo, recordando cada cosa que me había gritado mi madre sobre él.

¿Serán verdad?

¿Cómo puede ser él un ladrón?

¿Cómo pudo no haberme dicho absolutamente nada después de todo lo que le conté yo sobre mí?

No quise acercarme a saludarlo, ya que parecía muy entretenido con los chicos. Thomas intentaba ponerle un gorrito de lana con unas orejitas a Brandon, mientras éste forcejeaba para no dejarlo, pero no lo obtuvo. Bastian se partía de la risa.

Justo cuando pasaba cerca de ellos, Bas levantó su mano para saludarme e hizo ademán de acercarse hacia mí enderezándose. Levanté despacio mi mano para saludarlo y seguí caminando, dándole a entender de que después nos veríamos. Thomas lo empujó levemente por el pecho para llamar su atención, pero Bas seguía con la mirada fija en mí. Giré la cabeza hacia adelante y continué mi camino hacia el aula de Literatura.

Allí me encontré con las chicas, que hablaban animadamente de una fiesta, como siempre. Me preguntaron si iría y les contesté inmediatamente que no. No tenía ganas, ni de estar con tanta gente, ni tirarme de lleno a un lugar donde podría tener más ataques.

Me sudaban las manos de tan solo pensar en ir a una fiesta, y tampoco podía dejar de pensar en lo que me había dicho Melanie. O, mejor dicho, en lo que todavía no me dijo. Iba a estar todo el día esperando su mensaje, aunque también estaba bastante ofendida con ella y no quería saber nada.

Cuando por fin terminaron las clases del día, me encaminé hacia la salida y me encontré con el auto de mi padre.

Me había ido a buscar al colegio. Nunca lo hacía, solía volverme caminando o, bueno, con Alex.

Mierda.

Se dieron cuenta.

Subí rápidamente mientras mi padre miraba fijo hacia el frente.

—Hola —musitó sin mirarme.

—Hola —contesté en un susurro.

Comenzó a conducir dirigiéndose a casa, mientras no decíamos ni una palabra.

La calle estaba mojada, ya que desde ayer no había parado de llover. La gente estaba acostumbrada a que aquí lloviera a cántaros, por lo que se conducía con mucha precaución.

—La Sra. Laurent me ha mandado un mensaje ayer, avisándome que estabas en su casa —rompió el silencio mi padre.

Tomé aire profundamente cerrando los ojos.

—¿Mamá sabe?

—No, le dije que has ido más temprano al colegio hoy.

Saqué todo el aire de mis pulmones, aliviada.

—¿Cómo te has ido? —preguntó incrédulo.

Mierda.

—No importa...

—Mira, hija, no te culpo por irte después de todo lo que pasó. Yo también lo hubiera hecho —dijo lanzándome una mirada—. Pero no puedes ir a esa hora a la casa de los Laurent, no después de todo lo que les ha pasado.

—Perdón.

—¿Se han enojado contigo?

—No, para nada. Hemos estado con Lily hablando mucho tiempo, estaba feliz de verme. No la veía desde el velorio.

—Ah... Le agradecí por mensaje por aceptarte en su casa. Espero que lo hayas hecho también.

Asentí.

—No vuelvas a ir a esa hora, por favor. Y si te escapas por lo menos avísame, antes de que tu madre se entere y arme un escándalo.

—Está bien —murmuré.

No quería seguir con la conversación, era demasiada charla con alguien como mi padre, quien no solía hablar demasiado. El viaje en auto hacía que comenzara a dormirme, estaba muy cansada.

Cuando por fin llegamos a casa, corrí a mi habitación para esconder el bolso que llevaba, y cuando lo dejé en el suelo mi celular vibró.

Era un mensaje de Melanie.

Mel:

—Hola, Sabrina. ¿Cómo estás? No sé ni por dónde empezar, debes pensar que estoy loca por hablarte recién ahora. Es por eso que quería preguntarte si te gustaría que nos veamos en algún momento, para hablar más tranquilas.

Parpadeé mil veces mientras seguía mirando el mensaje.

¿Hablar de qué? ¿De cómo me ha estado ignorando durante meses?

Dejé el mensaje sin contestar y me tiré sobre mi cama. En una hora exactamente tenía que ir a ballet, me quería morir. No quería ir, obviamente, pero después de todas las discusiones con mi madre si se llegara a enterar que no fui me mataría.

Intenté dormirme una pequeña siesta antes de enfrentarme al infierno de todos los días, y esta vez, lo logré bastante rápido.

···

Llegó el día en que tenía mi primera cita con la psicóloga. Estaba que me moría de los nervios, tanto que tenía pequeños temblores.

Aún no le había contestado a Melanie, no sabía qué decirle y no me decidía con qué hacer. También me he mensajeado con Bastian, pero más que cruzar pequeñas charlas en el colegio, no hemos hablado mucho. Me preguntó por mensaje cómo estaba la situación en casa, y le comenté todo lo que había ocurrido antes de que me escapara de casa. Se preocupó un montón, como siempre hace, y me pidió llevarme a la psicóloga hoy, pero le dije que podía ir sola. Como insistió acordamos en que mejor me pasara a buscar a la salida del turno, y comencé a prepararme mentalmente para decirle que me había enterado de lo que había pasado en Inglaterra. Me aterraba escuchar la verdad, rezaba que las cosas no fueran así como me las habían contado, pero era mejor que no hubiera secretos entre nosotros.

—Srita. Salvatore —me llamó una mujer joven, la Srita. Taylor.

Me sonrió desde la puerta de su consultorio, y caminé hacia ella.

La Srita. Taylor tenía el cabello largo de un color negro brillante, y muy lacio. Estaba perfectamente peinado hacia un costado, y reposaba sobre su piel ligeramente morena. Sus ojos eran muy grandes, de un marrón precioso. Era un poco más alta que yo, y vestía a la moda y al mismo tiempo elegante.

—Pasa, siéntate.

Recorrí la mirada por su consultorio, que no se parecía en nada a una oficina. Había dos sofás de dos asientos de un color amarillo pastel, estaban separados por una mesita larga de café. Las paredes eran de color crema, haciendo juego con los sillones, y de ellas colgaban cuadros con frases motivadoras. Comencé a reírme para mis adentros leyendo algunos, hasta que me topé con un cuadrito en miniatura. Era un dibujo, parecía pintura, de un chico joven que tenía una mano en alto. Cuando vi lo que posaba sobre ella me quedé de piedra, era una mariposa. Presté más atención y el chico se parecía a Alex, tenía rizos como él y la manera en que posaba me hizo, de alguna manera, recordarlo.

Qué coincidencia...

—Un gusto conocerte, Sabrina. ¿Puedo llamarte así?

Volteé a mirarla. La psicóloga se sentó en uno de los sofás, y fui rápidamente a sentarme en el de en frente.

—Igualmente Srita. Taylor. Sí, claro —levanté las comisuras de mi boca en una ligera sonrisa.

Asintió.

Por ahora parece agradable.

Estaba tan nerviosa que comencé a juguetear con algunos anillos de mi mano, sacándolos y volviéndomelos a poner.

La mujer de cabello negro tomó una libretita junto con una lapicera y levantó la vista para mirarme.

—Comenzaré a hacerte algunas preguntas rutinarias que tengo que tener escritas, solo para ir conociéndote. ¿Te parece bien?

Asentí.

—¡Perfecto!

Y prosiguió a hacerme las preguntas típicas de: qué edad tenía, con quiénes vivía, cómo era mi relación con ellos (respondí que normal, aunque mentí bastante), cuáles eran mis actividades fuera del colegio, cuáles eran mis hobbies, etc. Cada cosa que le iba diciendo ella lo anotaba, y con algunas respuestas me preguntaba algo más específico.

—Vamos a lo importante, ¿qué es lo que te trae por aquí? —preguntó—. He visto que te ha derivado tu consejero escolar, ¿por qué no me cuentas un poco de ello?

Suspiré.

—Bueno, sí... He comenzado a ir porque mi mejor amigo falleció al comienzo del año escolar.

—Lo siento mucho, Sabrina. ¿Cuál era su nombre?

—Alexandre.

Se quedó unos segundos pensando, y luego continuó:

—¿Eran amigos hace mucho?

Asentí.

—Desde que teníamos cuatro años.

Parecía que estaba pensando en algo, su expresión mostraba concentración.

—Entiendo... Lamento mucho lo que pasó —hizo otra pausa—. ¿Y cómo te ha ido con el Señor Potter?

—Bien —contesté—. En realidad, me ha derivado por otras cosas.

—¿Qué cosas? Cuéntame.

—Comencé a tener algunos... problemas. Él me ha dicho que era ansiedad, es por ello que estoy aquí.

—¿Cuándo sientes que ha empezado todo eso?

Y de ahí no paré de hablar. Le conté todo: cómo habían comenzado mis ataques, desde cuándo, lo que sentía durante estos, el desmayo que tuve en las audiciones y todo lo que pude decirle relacionado a ello. Era muy difícil contarle todo en una hora de sesión, pero pude explicarle lo suficiente para que entendiera lo que me pasaba.

De alguna manera, me sentí cómoda desde el principio. Taylor parecía ser una persona encantadora, y su voz dulce transmitía calma.

—Hagamos lo siguiente. Imagínate que estás en uno de esos momentos en que comienzas a desesperarte, y empieza la taquicardia, y todo lo relacionado.

Asentí.

—Ahora, piensa cuáles son los pensamientos que se vienen a tu cabeza en ese momento.

—Yo... creo que lo que más pienso es que me estoy muriendo.

—Comprendo, ¿has sido capaz de pedir ayuda?

—Creo que no, en algunas ocasiones estaba con personas que se daban cuenta que algo estaba mal, y muy pocas me ayudaron.

Asintió.

—Cuando una persona comienza a tener un ataque, o cuando tiene ansiedad recurrente, lo más importante es que pueda controlar lo que piensa. Nuestras mentes pueden jugarnos una muy mala pasada, y hacernos creer cosas que no son —dijo dejando su cuaderno sobre la mesita—. Dime una cosa, Sabrina, ¿qué tan recurrentes son tus ataques? ¿Tienes muchos por día?

—Mmhh —mumuré—. Creo que casi todos los días, no lo sé con exactitud. De todos modos, esa sensación en el pecho que no puedo explicar, y varios de los síntomas que te mencioné, me acompañan gran parte del día. Siento como si... como si mi cabeza no me dejara estar tranquila ni un momento.

—Entiendo. Estás alerta.

Esa era la palabra exacta, alerta.

—Sí, pero no sé a qué.

—¿Sueles estar a la espera de que en algún momento sucedan los ataques?

—Sí... Estoy aterrada de que vuelvan a suceder —dije casi en un murmullo.

—Sabes —dijo levantándose del sofá y caminando detrás de él—, hay algo muy importante que a mis pacientes les sirve saber, y es que nunca nadie se ha muerto de un ataque de pánico.

Levanté mi vista y la miré fijo frunciendo el ceño.

—Así es —continuó—. Por más que sientas que en ese momento te vas a morir de la peor manera que imagines, no va a suceder. Un ataque puede durar hasta un par de horas, pero en algún momento va a terminar, te lo aseguro. Y eso es algo que puedes pensar en el momento que está pasando, "esto va a parar, no va a durar para siempre".

—A veces tengo mucho miedo de que sea un... infarto o algo así. ¿Cómo puedo diferenciarlo? Los síntomas son tan parecidos...

—Sí, es verdad. Una diferencia clave es que, en el ataque de pánico, el dolor en el pecho suele ser como un pinchazo mientras que, en un ataque cardíaco, el dolor es como una opresión, una pesadez. E incluso, se puede extender hacia el brazo.

Me quedé analizando lo que me decía, mientras ella buscaba unos vasos con agua y los apoyaba sobre la mesita que se encontraba delante de mí.

—Vamos a trabajar en esos episodios que tienes, primero trabajaremos si hay algo que los desencadene, y luego veremos qué puedes hacer cuando suceden. Mi idea es darte las herramientas para que puedas sobrellevarlos, como por ejemplo, hacer ejercicios de respiración. Parecen una tontería, pero no lo son y ayudan mucho. ¿Te parece bien?

Asentí.

Tomé uno de los vasos y bebí de él, tenía la boca muy seca.

—Un ejercicio fácil de respiración, es siempre concentrarte en ella —explicó—, debes inhalar y exhalar por la boca, sintiendo cómo el aire llena lentamente tu pecho y abdomen, y luego expulsarlo lentamente. Inhala contando hasta cuatro, mantén el aire por un segundo y luego exhala contando hasta cuatro. Puedes probarlo siempre que quieras, y no olvides hacerlo cuando sientas ansiedad. Al principio pensarás que no ayudan, tu cabeza te hará creer eso, pero igualmente hazlo.

Inhalo cuatro segundos, mantengo el aire un segundo, exhalo contando hasta cuatro.

Entendido.

¿Esto calmará mi ansiedad? Espero que sí.

Miró la hora en su reloj de muñeca.

—Aún tenemos un poco de tiempo —dijo sonriendo—. Quiero que me cuentes una cosa más... Descríbeme cómo son tus días: a qué hora te despiertas, qué haces ni bien llegas del colegio, cómo pasas tu tarde y demás —enumeró—. Es decir, lo cotidiano.

—Cada día me despierto a una hora distinta, tengo muchísimo insomnio y puedo llegar a despertarme dos horas antes de que suene la alarma.

La Srita. Taylor escribía en su cuaderno.

—Cuando llego del colegio no tengo mucho tiempo, en una hora ya tengo ballet. Tengo entrenamiento todos los días, a veces es de unas dos horas y otras puede llegar a ser de más.

—Debe ser muy cansador —comentó mirándome.

—Sí... Y, bueno, luego se me va casi toda la tarde. Antes estudiaba bastante en ese tiempo, o solía verme muchísimo con Alex. Pasábamos casi todas las tardes juntos a decir verdad, pero bueno, ahora ya no puedo hacer nada de eso.

—¿Pero sigues estudiando en ese tiempo libre que te queda?

—Mmmh, no no. Se me está haciendo imposible concentrarme últimamente, y estoy tan cansada que duermo mucho por la tarde. Cada vez que tengo un tiempo libre, lo ocupo en descansar.

Asintió.

—¿Haces algo para ti?

—¿A qué se refiere?

—Es decir, algún hobbie de los que me has mencionado antes, ¿has estado haciendo algo de eso?

—No. Lo que más hago es escuchar música... tirada en mi cama, y suelo dormirme así. A veces leo, pero hace semanas no he tocado un libro.

—Entiendo... Bueno, voy a pedirte que hagas unas cosas para la próxima sesión. ¿Está bien?

Afirmé con la cabeza.

—Necesito que tomes un anotador, o cualquier lugar donde quieras escribir para estas sesiones, y cada vez que tengas algún síntoma de ansiedad plasmes allí lo que sientes y lo que estás pensando en ese momento. Y, en otra hoja, que califiques cada día cómo te sientes del 1 al 10. ¿Está claro?

—Sí.

—Intenta dividir tus tiempos, organiza tus días. Usa algunas horas para el colegio, y otras para hacer algo que te guste. Es muy importante que puedas hacer algún hobbie.

—Está bien.

La mujer de cabello negro se paró, dirigiéndose hacia la puerta.

Cuando me levanté del sofá me di cuenta que había transpirado bastante, había estado muy nerviosa.

—Nos vemos en la próxima cita, Sabrina —dijo abriéndome la puerta.

—Adiós Srita. Taylor.

—Oh, por favor, llámame Danila —sonrió.

Nos despedimos y caminé rumbo a la salida, sin dejar de estar nerviosa porque me esperaba una complicada tarde con Bastian.

¡No olviden votar, comentar y recomendar a sus amigos/as!
Gracias por leerme ❤️

Continue Reading

You'll Also Like

8.9K 638 38
Historia Top en los premios Wattpad 2022-2023. Ganadora en los Wattypanda 2018. Soy Daniel, conocí a la mujer de mis sueños en el instituto, pero n...
2.6K 104 16
La Princesa Celestia le envía a Twilight a Flash como su guardia personal. Flash comienza a tener sentimientos hacia Twilight, pero Twilight no le ha...
4.2K 529 101
Aquí encontrarás todas las reseñas que subimos a nuestro blog El Olimpo Entre Libros. Web: https://olimpoentrelibros.blogspot.com
385K 18.8K 48
Una historia que promete atraparte desde el principio hasta el final. Camila es una chica humilded, Ignacio Besnier es el heredero de un imperio empr...