Concurso de Navidad

By ConcursosdeKey

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Se acerca Navidad, Papá Noel, los Reyes de Oriente (o los Reyes Magos), la nieve, las cenas familiares, las t... More

Introducción
Ganadoras del Primer Concurso Navideño

Ganadoras del Segundo Concurso Navideño

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By ConcursosdeKey

A continuación dejo los relatos que han participado y los ganadores. El orden es el mismo al que me lo enviaron, no tiene nada que ver con mis gustos personales o los premios. Así pues:

Las aventuras de Ladybug blue_tryy )

El color rojizo de las llamas inundaba el bosque. Ya no eran árboles, o plantas, sino seres de auras doradas, cálidas, que desprendían pequeñas chispas. Y todo aquello a mis ojos no significaba otra cosa que inmensidad, unión, orden y simetría.

Cualquiera diría que, prenderle fuego al bosque, era caos y desorden. Yo creía que los humanos funcionamos con un sistema característico, y todo lo que se saliera de él lo despreciábamos.

Resultaba que el mío (mi sistema) no era el mismo pese a mi humanidad. Lo que para mí era orden, para ellos era caos, lo que para mí era caos, para ellos orden. Apreciaban la belleza en los cuadros, proporciones, semejanzas a la realidad o con buenas dimensiones. Yo podía pasarme horas admirando un cuadro surrealista, asimétrico, rompedor.

Y rompedor era la misma palabra que significaba en mi mente, y en la de mi compañera (que estaba mirando el bosque arder justo a mi lado) libertad. Acabar con el círculo, la rutina, los días y las noches.

Aunque, No. No era acabar con el círculo, era asesinarlo con la más afilada navaja, desgarrarlo, sobrepasarlo, seguir corriendo hasta que, al mirar atrás, estuviera tan lejos que no pudieras verlo.

Todos han sentido alguna vez esto al escuchar música, bailar o columpiarse; eran vías de escape. Nosotros queríamos que fuera lo normal.

El mundo se las apañaba muy bien para hacernos pensar que cosas de su sistema eran navajas, cuando en realidad, eran de goma. Nosotros creíamos tener el poder. No teníamos nada.

Nos controlaban, si nos controlaban ellos, no lo hacíamos nosotros. ¿Y si no teníamos poder sobre nuestro propio cuerpo y alma, sobre qué lo tendríamos? ¿Seríamos siempre muñecos? ¿Llegaría un momento en el que dejaríamos de ser? Había visto muchas frases que decían que somos esclavos de nosotros mismos. Pero en ninguna ponía que nos enseñaban a serlo. ¡Y joder! Toda mi vida me había preguntado qué pasaría si todos fueran conscientes de su potencial: creatividad y lógica mezcladas, nuestras habilidades potenciadas, las oportunidades abiertas a todos. Un mundo para vivir, siendo tú, no siendo otro.

—¿Y ahora qué?

Miré a Violet, que estaba ensimismada con el paisaje. Habíamos recuperado el poder. La libertad que nos correspondía, la que el sistema nos había quitado con su excusa "nosotros te damos estas libertades, a cambio de que tú nos des otras" ¡Vaya tontería! Cuando las libertades que nos ofrecían habrían sido gratis de otra forma, cuando ni siquiera era una decisión aunque nos la vendiera así.

Si nacías en la tierra.

Tenías que seguir su sistema.

Esa era la verdad, sin tapujos, ni entrelíneas.

Siempre me había gustado imaginar, se me daba muy bien. Hacer crecer el mundo de mi mente, inspirarme a partir del mundo real, tener lugares, espacios ahí dentro, escondidos en mi cerebro, donde gritar, correr, investigar, ver. Reinar sobre el único mundo que era real, el mío. Así que en ese momento para mí mis ojos no eran verdes, como cualquiera habría dicho, sino rojos y victoriosos a la mirada del fuego.

—No lo sé, Violet. —dije su nombre, porque quería dar a entender que después de tanto, no éramos amigas comunes, ni hermanas, ni familia. Éramos compañeras, en todo. Ella podía saber mis inseguridades, y yo las suyas, mis pensamientos y los suyos, mis aspiraciones y las suyas. Cuando le contaba algo, no me daba miedo que lo entendiera pero "lo entendiera a su manera" porque sabía que lo haría a la mía. Con ella me sentía comprendida, y pese a que no necesitaba compañía (El tiempo lo había demostrado) me alegraba la suya—. Quiero decir. ¡Somos libres!

—Han muerto muchos por ello.

Era verdad, no nos quedaban casi familiares, a los vivos tendríamos que encontrarlos ante la masacre de la guerra. Aquel bosque era el sitio donde sabíamos que los que antes habían sido superiores, guardaban registros, materiales, y refugios. Nosotras habíamos comenzado la revolución en las calles con carteles anónimos. Lo habíamos acabado quemando el lugar donde ellos habían comenzado sus planes. Donde empezaba terminaba, y esa era una simetría que habíamos querido ironizar. Destruirles con su propio sistema perfecto.

—Nunca quisimos que eso pasara.

—Sabíamos que iban a responder con la fuerza.

—Respondieron con escudos, adivinanzas y mentiras. Navajas de goma. Nosotros fuimos los que usamos la fuerza para no dejarnos atrapar, no otra vez.

—¿Te sientes culpable? —preguntó. Directa al grano, o a la herida.

Tragué saliva. Las personas solemos darle más o menos importancia a unas emociones que a otras según el momento, lo que no quiere decir que sintamos solo una. Muchas veces yo estaba feliz, confusa, triste, con ansiedad, motivada, inspirada, y cuando me preguntaban decía "feliz" porque era a lo que le estaba prestando atención en ese momento.

Eso no significaba que yo me redujera, ni que nadie lo hiciera, ni que el resto de emociones no existieran. Ahí estaban.

Dejé de prestarle atención al poder, a la victoria, para pasar a la culpa —no arrepentimiento—.

—Mucho. ¿Tú?

—También.

—¿Crees que ha valido la pena?

—Lo ha valido todo. —Pero eso no era una respuesta concisa—. Creo que aún no acaba la fiesta de la victoria. ¿La fiesta sería una despedida o una bienvenida? Hablando de épocas, claro.

—Ambos, supongo. ¿Qué propones?

—Propongo que quemar su escondite haya contado como una despedida simbólica, y que por bienvenida, saquemos los libros que ocultábamos de ellos, abramos las bibliotecas después de estos 10 años, y permitamos que todos cojan todos, lean lo que quieran. ¡Hagamos una estatua! Un libro ave fénix, que represente las bibliotecas que quemaron, y como ahora, las rellenamos.

—Se te sube a la cabeza, Ladybug.

—¡Y yo le dejo!

Violet sonrió, la emoción se contagiaba sola.

—Somos libres. —susurró empezando a concienciarse. La cogí por los hombros y le devolví la sonrisa, mirándola fijamente a los ojos, con cierta ternura.

—Querida, siempre lo hemos sido.

Durante el proceso, muchas veces había odiado a Dios por lo que nos había hecho, pese a que no creía en él, pero como humana necesitaba un culpable. Los religiosos, amablemente me decían que todo era un plan, que así era como debía ser y debía pasar. Que nunca entenderíamos los caminos de Dios.

Otros, también amantes de la ciencia, recitaban al tan famoso Einstein con un "Dios no juega a los dados"

Después de tanto, Einstein tenía razón, dios no juega a los dados. Dios juega con nosotros.

Y nosotros le habíamos ganado. 


Comentario de Key: No es un mal relato; pocas faltas de ortografía, trama interesante, buena presencia del fuego... Pero falta algo de contexto para que sea un relato ganador. Entendemos el deseo de las protagonistas de huir, pero no entendemos el por qué de ese deseo. Más que un relato, parece el desenlace de una obra. Pero, a pesar de todo, es un buen comienzo y estoy segura de que mejorarás en este estilo con un poco de práctica. ¡Felicidades y muchas gracias por participar!


Fuego Dannye_ ) https://www.wattpad.com/1288562935-peque%C3%B1os-relatos-fuego

Corre. Más rápido. ¡Corre!.

Tres horas antes.

—¡Que bueno que llegaron! Adelante.– anunciaba tía Pati.- los estamos esperando desde hace rato.

—Gracias, compermiso.

—¡Te tengo a todos una super sorpresa!- me decía tía Pati. –esperala pero antes deja ir a ver el pavo por qué si no se me quema.

Todos nos saludamos y dejamos los regalos debajo del árbol.

Ahí está, es ella, ¿qué hace ella aquí? No, no eres invitada.

—Mamá voy a jugar con mi prima.

Y así me fui, subí escalera por escalera siguiéndola hasta que llegamos afuera de su habitación.

—Entra.

Cuando entre su cuarto estaba igual que la última vez que lo vi, que la vi.

—¡Ven prima! Leeremos un cuento, ¿quieres? tengo a Caperucita roja, Los tres cerditos, El principito, Ana Frank, Mickey Mause, Princesas, etc. ¿cuál quieres?.

— Mejor juguemos a algo, platiquemos de que hemos hecho, ¿te parece?.

—Bien. Comienzo yo; me metieron a una nueva escuela pero es rara, realmente rara siempre gritan los niños, y los maestros son realmente malos, lo bueno es que no te dejan tarea- sonrió.

—Oh, wow, bueno yo sigo en la misma escuela de hecho unos hermanos acaban de entrar, dicen ser gemelos pero no lo son por que uno es mujer mientras que el otro hombre.

—¿Hueles eso?- pregunto mi prima mientras se paraba de la cama y empezaba a olfatear el ambiente.

Y entonces, abrio la puerta y un humo espeso empezó a entrar al cuarto.

—¡Cierra!- grite de inmediato. Ella cerró la puerta nos quedamos viendo por algunos minutos hasta que reaccionamos.

—¡Los abuelos! la casa se está incendiando. - gritamos las dos al mismo tiempo.

—Llamemos a los bomberos – dijo mi prima.

—No, vemos mejor que pasa, ven, solo es humo no hay fuego.

Sorpresa.

Cállate no eres bienvenida.

Las dos nos cubrimos la cara con un trapo húmedo, algo que yo había notado era el hecho de que nadie gritaba ni voces se escuchaban.

Bajamos poco a poco las escaleras y ahí estaba mi tía en al cocina, mi abuela sentada en la barra, mi mamá y nuestro abuelo en la sala, sentí un alivio al instante hasta que la voz de mi prima me alertó.

Ella se acercó a mi oído y me susurro—No hagas ruido, ella no es tía Pati, y ellos no son nuestra familia – al instante los vellos de mi piel se erizaron y entonces empecé a ponerle atención al lugar, a ellos.

Mi prima estaba equivocada, si eran ellos solo que estaban... diferentes.

—Ven –le hice señas a mi prima para que me siguiera sin hacer ruido.

—Tengo miedo, ellos son malos, malos.

—Shh calla, ellos son– no pude terminar mi frase, ellos estaban muertos.

¿Cómo le diría esto a mi prima?.

Mis ideas no estaban presentes en mi cabeza, le diría la verdad, pero antes tendríamos que ir a ver mi tía y nuestra abuela.

—Ven, tranquila.

A pasos lentos nos acercamos a ellas.

—Subete a las escaleras, sube el primer escalón si algo llega a pasar, si yo grito, me caigo, o me pasa algo subirás corriendo al cuarto tomarás el teléfono de mi mochila y llamaras a 911, ¿entiendes?.

—¿Qué está pasando Cristal?, te-tengo miedo.

¡Yo no soy Cristal!

¡¿Es tan difícil entenderlo?!

—Solo házlo– y aunque estuve a punto de gritarle que mi nombre era Alexandra y no Cristal me contuve.

Ella asintió, subió uno, dos escalones y yo poco a poco me fui acercando a mi abuela, cuando le toque el hombro haciendo ligeros movimientos en su hombro ella cayó al suelo.

Ella también estaba muerta.

Oh maldita sea, ¿¡qué hiciste!?

Eres la culpable, siempre es tu culpa.

Cállate.

Sentí la mirada de mi sobrina sobre mi y cuando estaba decidida a explicarle a mi prima todo, voltie a la cocina pues el ruido del refrigerador abriéndose llamo mi atención, ahí estaba mi tía. Moviéndose. ¡Moviéndose!

Era la única viva.

Algo no está bien y lo sabes.

Suban, escondanse, corran.

Mi instinto me decía que nos fuéramos cuando me acerque a las escaleras para irnos, mi tía hablo.

—¡Que bueno que ya bajaste!, ya está el pavo– su expresión cambio al ver a mi abuela tirada en el piso. —Oh, ella está bien, ahorita la paso a la mesa no te preocupes ven ayúdame. Pasen esto a la mesa por favor– ordenaba mi tía mientras levantaba a mi abuela y la colocaba en la mesa, al igual que a mi mamá y mi abuelo.

La cara de mi prima expresaba miedo, no sabía que pasaba pero estaba segura que tenía idea de algo.

Cuando terminamos de colocar todo en la mesa ya estaban todos también en ella, me di cuenta que tenían sangre escurriendo en su cabeza.

—Sientate, bien demos gracias para empezar. Gracias dios por el pan en la mesa gracias por permitirnos pasar una navidad más en familia, gracias por que casi el año ya acaba y gracias por la oportunidad que me estas dando, amén. Bien, comamos.

Mientras comía podía observar las lágrimas gruesas que salían de mi prima.

—Y ¿cómo has estado Cristal?– su voz me dio miedo, pero estaba harta de que me llamarán así.

—¡Yo no me llamo Cristal!- sentí mis mejillas humedecerse y justo era, el miedo me había traicionado estaba llorando, llorando de miedo, de terror.

La reacción de mi tía hizo encender mis alarmas, ella se levantó tan rápido que tiro la silla. —¡Claro que eres Cristal! ¿Quién te crees que eres? ¿Alexandra? ¡Jamás! Escucha, jamás serás como ella.

Mátala.

Alguien atrás de ella paso corriendo, una niña. Cuando por fin dejo de correr se paró atrás de ella y murmuró «¿Te vas a dejar Cris?». En ese momento voltie a ver dónde estaba mi prima, pero ella simplemente se esfumó, ya no estaba.

—¡Que no me llamo Cristal! MALDITA SEA.

—¡Eres Cristal! Alexandra está muerta ¡muerta!– mi tía empezó a gritar, poco a poco se acercó a mi y mientras me gritaba todo esto me empezó a señalar.

Hazlo, yo sé lo que estás pensando, hazlo.

La empuje, y salí corriendo a la cocina tome el encendedor y cuando iba a abrir las perillas de la estufa ella me jalo del pelo y cai de espalda.

—¡Tu la mataste! ¡Mataste a mi hija, a tu prima!– ella para este entonces estaba llorando.

Y ahí entendí todo, el cuarto estaba igual por que mi prima estaba muerta, por que yo la mate.

Fue fácil, hazlo otra vez solo que con tu tía. ¡Hazlo!

Y no lo pensé la agarre de la cabeza y azote en el refrigerador, esto me daba el tiempo exacto para abrir las perillas de la estufa, mientras que me subía en mi tía y la golpeaba con los puños cerrados.

Decidí salir, el el garaje había gasolina no lo dude, la tomé y empecé a tirarla por afuera de la casa, ya no tenía tanto tiempo eso era claro, así que agarre el encendedor y lo prendí.

Cuando estaba a punto de tirarlo para encender el fuego, pude notar movimiento en la cocina así que no dude, y en un abrir y cerrar los ojos al rededor de la casa estaba en llamas, fuego, mucho fuego.

Corre. Más rápido. ¡Corre!

Y cuando ya estaba lejos escuché una explosión así que decidí voltear y solo veía fuego, demasiado fuego. Al fin estaban muertos todos.

Lo hiciste. Al fin serás libre Alexandra.

Me acerque a la casa poco a poco y pude empezar a sentir el calor solo cerré los ojos y me deje llevar, empecé a sentir un ardor en mi cuerpo, era demasiado así que empecé a gritar pero sabía que si seguía así me escucharían y podrían salvar a mi tía así que empecé a recordar.

A mi prima la habían metido a un hospital psiquiátrico con la mentira que era una nueva escuela todo esto por mi culpa, ella había dicho que yo la quería matar y que decía que veía varias personas y no era mentira

Dos semanas antes me habían detectado ezquisofrenia pero mi mamá decidió ni decir nada pero yo odiaba a mi prima así que le advertí que su muerte estaba a punto de llegar, cuatro días después de que la internaran una sombra me dijo que la matará así que me escape, la saqué del internado y afuera la queme.

Ahora que ya había confesado todo, podía morir en paz sino es que ya estaba muerta pues no escuchaba ni sentía nada, al fin podré ser libre de la maldición, sigues tu.


Comentario de Key: Es un relato interesante ya que empieza con algo de intriga y todo se revela al final, pero la cantidad de faltas de ortografía lo hace difícil de leer. Además, considero que podrían haber más toques de misterio y más pistas para dar juego a la mente del lector. ¡Felicidades y muchas gracias por participar!


Mi reflejo será lo último que vea de ti. LailaCrossYT , segundo premio)

Calor. Arder. Mi única debilidad: el agua. Como un ser tan temido por muchos puede ser tan hipnótico, tan encantador. No lo entiendo. Los gatos normalmente le temen y salen corriendo, pero mi luz les llama, aunque luego salgan heridos, a diferencia de él.

Mi primer encuentro es de lejos, le veo fluir fácilmente, mientras que yo ardo, crezco por cada trozo de deliciosa madera que me otorgan unos seres que creen tener mi poder: los humanos. Ellos no le temen tener contacto con el agua, pero sí me temen a mí.

El segundo nuestros ojos se cruzan: su mirada se ilumina por mi brillo tan hipnótico, lo que hace que también brille y todo a su alrededor se refleje, incluida yo. Soy el fuego, tan ardiente que nadie puede posarse en mí, y tan intensa como yo y mis amos deseen, y nunca seremos capaces de acercarnos.

Mi tercer encuentro con el agua: me da una dulce sonrisa, tanto que podría lograr que yo derrita los mejores minerales, los más fuertes, volviéndome débil. No lo entiendo, es totalmente distinto a mí; mejor dicho, es mi debilidad. Quién consigue que yo me apague, consiguiéndome un mal para mí. Sin vida. No puedo permitir esto.

En el cuarto encuentro me vuelve a saludar, pero esta vez crezco: me vuelvo agresiva, feroz, poderosa, pensando que sería un bien para ambos. No pensé que tendría consecuencias. Evaporación. Es tan poca cosa a comparación de mi yo de ahora, que consigo el efecto contrario. Soy yo quién le resta vida, y ha salido dañado por mi culpa.

Quinto encuentro: me encuentro mal. No se merecía ese trato. Se ve... triste. Me acerco con cuidado, y solo ver mi luz no reacciona como todos: hechizados, curiosos, sorprendidos o contestos. Se asusta. Se asusta de mí. No quiero provocar esto. Retrocedo unos pasos, precavida, triste con el corazón en un puño mientras me disculpo. No me espero que responda, así que salgo corriendo a mi hogar, la chimenea.

Sexto encuentro, sin prevenirlo en absoluto, es una sorpresa verla en la puerta, pero cuando iba a entrar la detengo en seco, mi calor es demasiado poderoso para volver a hacerle daño. Lo entiende y me sonríe, por un momento puedo sentir mi corazón latir con fuerza, con una alegría que nunca había sentido antes, ¿por qué me siento así?

Séptimo encuentro, y octavo, y noveno... y unos más que voy perdiendo la cuenta a medida que se vuelve una rutina vernos. Se vuelve adictivo, cada vez me siento más cómoda y más nerviosa de su presencia, he notado su recuperación desde aquel día triste. Parece que su fortaleza son los sentimientos tristes, porque gracias a las lágrimas causados por ellos hacen que crezca, lo que hemos encontrado algo en común.

Crezco ante impulsividad, ante el enfado, ante un amor poderoso y fugaz, por una noche entretenida, donde el amor y el sexo domina el lugar e interrumpe el silencio, donde la misma pasión puede terminar en una gran discusión, todo ello me lleva a la intensidad del momento. De las emociones fuertes. Al igual que él.

La tristeza por la muerte de un ser querido, por pensamientos que interrumpen tu paz, por un dolor tan fuerte e intenso que daña todos tus sentidos y emociones, donde tu ser se destruye, se rompe, como al contrario de todo lo positivo. La única salvación llega a ser la felicidad. Donde ríes tanto que salen algunas lágrimas, donde confiesas lo que sientes con tu corazón en mano. Las emociones que construyen cada ser, y nos unen en nuestra creación simbólica.

Pero, a fin y a cuentas, solo somos fuego y agua. Elementos. Simbólicos por sentimientos o hechizos. Llevándonos como el perro y el gato. Siendo distintos. Siendo enemigos. Siendo... complementos. Simples accesorios que no pueden ser unidos de ningún modo si no queremos salir heridos.

Pero mis sentimientos están cambiando, y sé que a él también le está sucediendo. Estamos cambiando. Estamos creciendo. Estamos viviendo. Y esto no puede ser silenciado.

Antepenúltimo encuentro: le miro a los ojos fijamente, observo como crea vida en el mundo. Como gracias a sus gotas de agua crecen hermosas flores, fuertes y a la vez tan débiles, enseñándome que no puedo callarme más. Llamo su atención, devolviéndome la mirada al instante para borrar su sonrisa, sabe que algo serio le voy a decir. Me empieza a conocer, y necesito que me conozca más.

Muevo mis labios emitiendo el humo que inunda la habitación, no pensé que causaría tanto efecto hasta que las plantas empiezan a cambiar de color, a perder su fuerza en tan pocos momentos, y me detiene para que pare. Pero no puedo, necesito decirlo, y continúo hasta que todo se vuelve oscuro y no le veo. ¿En qué momento se ha llenado de humo?

Le busco desesperadamente, no sé cuándo o como se ha alejado tanto, pero esto me duele, me preocupa, necesito encontrarla. De repente, aire frío llena de nuevo la sala, separando el humo del aire fresco, y la veo: salvando de nuevo la vida del lugar, mientras que yo no puedo hacerlo. Y huyo, para encerrarme.

Penúltimo encuentro: Estoy apagada. No tengo fuerza. Entra en mi hogar e intento detenerla, pero no le quema. He estado tan apagada que ni siquiera lleno de fuerza mi hogar. Ni siquiera brillo con fuerza. Todo se derrumba. Me dice que también lo siente, que también me ama, que también me desea, pero que no estamos hechos el uno para el otro. Y decidimos una última vez.

El último encuentro, nos vemos desde la distancia, nos miramos fijamente, nos analizamos por última vez. Empiezan los nervios, empieza la tensión, quedamos a centímetros de distancia, viendo mi reflejo en su ser cada vez más bajo, cayendo. Acerca su mano en mi mejilla, conteniendo nuestro dolor bajo una máscara de felicidad.

Nuestros labios se unen, nuestras emociones se vuelven uno, pero nuestros cuerpos se desprenden y arden en un interminable dolor. Su cuerpo es el primero en irse, pero mi falta de fuerzas y la pérdida termina de apagarme, dejando nuestras cenizas de nuestro amor a aquellas hermosas flores, floreciendo nuestro amor finalmente.


Comentario de Key: Al igual que el relato anterior, supe que este estaría dentro de los tres ganadores. El fuego toma un protagonismo especial, se convierte en un personaje principal enamorado de su mayor enemigo: el agua. Es simplemente intrigante, aunque tiene algunas faltas de ortografía. Al igual que en el primer ganador, recomiendo justificar el texto antes de enviarlo. ¡Felicidades por tu premio!


Lenguas de fuegoXiao_17 )

Las lenguas de fuego recorrían cada habitación de esa pequeña cabaña en el bosque. Podía ver desde la distancia como toda la vida que conocía y me hacía feliz desaparecía dando paso a un futuro incierto. De no ser por el hecho de tener el sueño ligero, su cuerpo se encontraría entre las llamas dándole un triste final a su simple y aburrida historia.

Media hora después salió de sus pensamientos para darle la espalda a la casi derrumbada cabaña y se adentró en el bosque con la intención de entrar en la ciudad, la cual estaba a pocos kilómetros. Nunca había disfrutado de la vida que proporcionaba estar en un lugar tan concurrido, siempre prefirió el silencio y la paz que daba su pequeña cabaña. Ahora que se encontraba sin ninguna opción, debía hacer el esfuerzo de ir en contra de lo que siempre había sentido.

Después de dos horas de camino consiguió salir a la entrada de la ciudad por lo que soltando un suspiro se adentró en la ruidosa área. Solo había un lugar donde podía ir y este era el pequeño departamento que sus padres le habían regalado intentando sacarlo de la cabaña, cosa que obviamente no consiguieron. Llevaba alquilando dicho departamento desde que recibió las llaves por su cumpleaños, pero ahora que se encontraba literalmente en la calle debía recurrir al único lugar que tenía.

Había decidido hablar con el muchacho que tenía alquilado el departamento desde un año atrás para poder llegar a una solución buena para ambos. En el contrato se había recogido que si él lo necesitaba debía avisar con antelación que debía abandonarlo, pero ¿Cómo avisa de que se iba a quemar su casa? Resignación fue el sentimiento que sentía al llegar a la zona mientras veía a pocos metros la entrada al edificio. Sin saber muy bien cómo, había podido salvar su cartera y llaves del fuego, aunque ahora solo le servían dos, la del portal y la del departamento. Desde el fondo de su corazón deseaba que su inquilino pudiera comprender su situación y al menos le ayudará mientras encontraba algo.

Soltó un suspiro al llegar a la entrada del edificio mientras apretaba con fuerza la llave antes de girarla permitiendo su entrada al lugar. Subió al ascensor hasta el quinto piso y llamó al timbre correspondiente al departamento. Los segundos pasaban y eran una agonía para su persona, pero poco después el rubio abrió la puerta y le dedicó una sonrisa antes de dejarle pasar.

— ¿Qué pasó Liam? ¿Hubo algún error a la hora de pagar la renta este mes? —preguntó mientras le hacía una señal para que tomara asiento en el sofá que decoraba la instancia.

— No, la renta llegó bien. Ocurrió algo... No sé cómo, pero mi cabaña se ha quemado, los bomberos ya deben haber apagado todo, pero como imaginarás me vi sin casa. Sé que tienes un contrato por dos años más, pero me veo en la delicada situación de pedirte ayuda porque solo me queda este departamento.

La sonrisa en su rostro iba desapareciendo mientras las palabras, sus palabras iban saliendo y se podía ver como la preocupación crecía en el rostro del muchacho. Eran las 11 de la mañana de un domingo, por lo que no debía pensar demasiado para ver la posibilidad de que hubiera estado durmiendo cuando se originó el fuego. Sin que pudiera pensarlo, James se había levantado a abrazarlo.

— Cuanto siento que eso sucediera Liam, puedo abandonar el piso si lo deseas, aunque necesito que me des un tiempo, ya que no tengo otro lugar y debo ponerme a buscar.

— No, tú tienes un contrato y no te voy a echar. Solo necesito un lugar donde vivir mientras consigo arreglar todo. No puedo pedirte que abandones todo, solo porque alguien decidió divertirse quemando mi cabaña.

Ambos mantuvieron una extensa conversación hasta llegar al acuerdo de que vivirían juntos, pero durante el tiempo que se mantuviera en el departamento haría una reducción del alquiler y aportaría para la comida y gastos del lugar. El departamento contaba con dos habitaciones por lo que usó la que James tenía apartada para las visitas y ahora sería la suya.

Los primeros días la convivencia fue algo incómoda, ya que no habían convivido en el mismo lugar más de unas horas y solo para hablar de las condiciones del alquiler, pero poco a poco ambos pudieron soltarse, comenzando a conocerse y formándose una amistad. Al pasar el primer mes, ambos estaban acostumbrándose a la compañía del otro y la búsqueda de otro lugar para vivir iba demasiado lenta porque todo estaba demasiado difícil contando que no buscaba en la ciudad, pero eso a James no parecía molestarle porque se mostraba comprensivo.

Al segundo mes, comenzó a sentir diferente su relación con su inquilino. Las interacciones que se desarrollaban cada día los volvía más cercanos hasta que en sus corazones comenzó a nacer una pequeña llama que iba calentando lo que creían congelado. Se negaban a aceptarlo por lo que mantenían su relación en una simple amistad hasta que James no soportó más y decidió decirle sus sentimientos a Liam.

No podía comprender cómo había conseguido llamar la atención a un chico tan amable y cariñoso, pero una parte de él se alegraba de haberlo conseguido. Después de dejarle claro que eran sentimientos correspondidos ambos se adentraron en una nueva faceta de su relación, una mucho más íntima. Esa noche ambos compartieron cama por primera vez, pero solo uno de ellos había conseguido conciliar el sueño.

James salió de la cama con cuidado y miró al muchacho que después de un año pudo llamar su atención. Desde el primer día Liam había cautivado su frío corazón, pero al ser tan distante con todos no pudo hacer nada más que intentar acercarse como podía usando de excusa problemas que él mismo creaba en el departamento.

Cuando esa madrugada caminaba por el bosque y se encontró con esa cabaña donde sabía que él se encontraba, algo se apoderó de su cuerpo e hizo que tirara el cigarro que tenía en su mano consiguiendo crear un pequeño fuego cerca del lugar. Esa pequeña chispa que originó el fuego que comenzó destrozando todo lo que Liam conocía, era la misma que mantenía el amor que había nacido entre ambos. James tenía claro que no dejaría que esa chispa se apagará, porque nadie debía saber que él había provocado todo con la única intención de acercarse al propietario de su departamento. 


Comentario de Key: No está nada mal, ortográficamente hablando. La trama sucede muy rápido al final, simplemente se dan una serie de datos que se podrían desarrollar de una mejor manera teniendo en cuenta que no hay máximo de palabras. De todos modos, estoy segura de que podrás mejorar para la próxima vez. ¡Felicidades y gracias por participar!


Invierno con sabor a calor vanessanavarrob , tercer premio)

https://www.wattpad.com/1295583811-hasta-que-el-destino-nos-separe-invierno-con-sabor

Comentario de Key: En una primera lectura, este iba a ser el primer ganador, pero la poca presencia del fuego lo ha trasladado al tercer puesto. Aun las pocas faltas que tiene, es un relato excelente. El motivo por el que se encuentra en el tercer lugar es porque cumple con todos los requisitos de un relato, a pesar de seguir el hilo narrativo de su primer relato en el Primer Concurso Veraniego. ¡Felicidades!


Llamas de Ember (Ellie_y_Sephora , primer ganador)

Chas.

La piedra gira, el gas escupe, y la llama nace.

Lenguas naranjas se alzan con intención de tocar el cielo, quemarlo, verlo arder. Pero las llamas son pequeñas en la boca de un mechero negro mate, cuyo gas nunca se sabe cuándo acabará.

—¿Es una amenaza?

Las llamas chocan contra el papel, que cruje retrayéndose hasta que los filamentos del tabaco se encienden.

Con pesar, el dedo suelta el botón, y la llama muere, tal como había nacido.

Sus labios exhalan una nube gris que rodea su rostro y quema sus ojos negros. Esos orbes oscuros, dueños de la propia noche y las pesadillas de los niños, se clavan en el objetivo de sus intenciones.

—Claro que no es una amenaza.

Es una amenaza, de hecho.

Pero no tiene por qué creerlo. No es necesario hacerle sentir acorralado, intimidado, sin salida ante las inexorables llamas del mechero negro mate. Solo hace falta que hable.

—¿Dónde está?

—Es la tercera vez que preguntas eso.

Maldito iluso, si respondiera, no tendría que seguir preguntando. Algunos no saben encontrar las respuestas más simples a sus problemas más pequeños.

—No sé a dónde ha ido. Pero si se ha ido, no quiere que la sigas.

No es mal plan pretender no saber. Después de todo, una mentira a medias siempre es más fácil de pillar que una verdad a medias. "No lo sé", "no lo recuerdo", "no me consta". Respuestas de cobarde a cuestiones peligrosas. Es muy sencillo.

—¿Dónde está?

Y ya van cuatro.

—Mira, no sé qué pretendes, pero nadie va a decirte a dónde ha ido.

—¿Sabes a dónde ha ido, entonces?

—No lo sé. Y si lo supiera, no te lo diría, porque ella merece algo mejor que tú. Así que, lárgate.

El chocar de la goma de las suelas con el hormigón del suelo, cuya mancha de aceite esquivan por poco, no suena tan intimidante como pensaba, pero es suficiente para hacerlo retroceder. No necesita volver a encender el mechero, su sola presencia emite suficientes llamas.

—La encontraré.

Sentencia, y la punta del cigarro cierra su promesa contra la piel de la cara de su adversario.

La grasa de la mejilla absorbe el calor, y sus labios emiten el grito más hermoso que ha oído en años. Dolor, una quemazón y un recuerdo de su paso por allí.

Los pasos le llevan fuera, y no necesita girarse para saber que el hombrecillo temeroso recorre el garaje de lado a lado para llamar por teléfono. Va a avisarles. Va a advertirles de su llegada. Pero eso no será suficiente para pararle.


Chas.

La piedra choca, la llama se manifiesta, y el papel se encoge ante el contacto del calor como una langosta huyendo del agua hirviendo.

—¿Es una amenaza?

De nuevo, la misma pregunta.

—Parece que todos os habéis puesto de acuerdo para hacerme las mismas preguntas estúpidas.

—Pues parece que tú tienes las tuyas propias. No vamos a decirte dónde se ha ido.

Es como si se hubieran reunido entre todos para establecer las palabras que usarían, las caras de imbéciles que pondrían y, sobretodo, qué marca de pañales es la mejor para adultos.

—Ella espera que la busque —confirma él, con el humo saliendo de sus labios como la brisa helada en la montaña.

—No la mereces.

—Eso no es lo que ella piensa.

Pasea, esta vez por la madera que cruje bajo los pies, que se dirigen a un lugar muy concreto, calculado y estudiado. En esa mesa descansa lo que su opuesto más desea conservar, y él lo sabe, y él tiene un mechero negro mate.

—¿Qué haces?

Como si no fuera evidente.

La llama, que sigue bailando alegre y ansiosa, ilumina el primero de varios recortes de papel gris, fino papel de periódico, pegados a la pared. Decenas de fotos con rostros infantiles se extienden en texturas monocromáticas. Siempre pensó que era una estampa inquietante, una idea macabra.

—Eso sí es una amenaza.

La llama ilumina uno de esos rostros, como si quisiera guiarlo en la noche.

—Para, ni se te ocurra.

Y aunque suena a amenaza, sabe que es un ruego.

—¿Dónde está?

Uno se cansa de las mismas preguntas una y otra vez.

—Aparta eso, ella no quiere nada que ver contigo. Nosotros no tenemos la culpa de que se haya ido.

—No estaría yo tan seguro.

—Vale... Le dijimos que se alejara de ti. Pero esto no tiene que ver con su decisión. Además, no sé a dónde ha ido, no sé dónde está.

La llama danza demasiado cerca del semblante infantil, sonriente y apagado desde hace años.

—Una última oportunidad. ¿Dónde está Ember?

Oh, su nombre de nuevo, sonando en sus labios. El sonido de las brasas ardientes, el fuego que todo lo quema, las llamas de la pasión que crece en el estómago y explota en el pecho.

—Déjala en paz, ¡déjanos en paz!

—Respuesta incorrecta.

Y el rostro de papel arde con avidez.

No fue ni una ni dos veces las que oyó que no fumara delante del panel. El papel de periódico arde muy bien, y las llamas se extienden rápidamente por las letras de tinta.

—¡No!

Su berrido parece acortar la distancia entre su sitio y el de su obra. Años reuniendo recortes, que se perdían en las llamas lentamente. Qué pena no tener nada para apagarlas. Al menos, nada más eficiente que las lágrimas.

Una vez más, abandona la casa familiar, dejando que la destrucción del fuego se coma los deseos de otros, ya que nadie quiere cumplir los suyos.

Oh, Ember, si supiera lo que estaba haciendo por ella.


Chas.

—No enciendas esa cosa aquí.

La bravuconería parece ser cosa de los varones de la familia. Una sugerencia, un ruego. La voz más dulce, más suave, más penitente. Le ha faltado el "por favor".

—Ya sabes qué busco. Dámelo, y todo será más fácil.

—Ya sé que piensas que sabemos dónde ha ido, pero no se lo ha dicho a nadie. Ember ha cambiado mucho desde que te conoce.

Así es. Antes era una débil luz rodeada de ceniza. Un fino hilo de lumbre sofocado por el vaso de cristal de una serie de manos de niños crueles.

Él había avivado ese fuego. Había hecho florecer sus pétalos ardientes, la había convertido en el incendio más hermoso y purificador que sus ojos brunos hubieran podido contemplar.

Y esa panda de niños crueles querían volver a sofocarlo bajo el cristal de ese vaso asfixiante.

—¿Por qué os cuesta tanto responder a mis preguntas?

—Te digo de verdad que no sé a dónde ha ido.

—Así que ni tú, ni tu padre, ni tu hermano, tenéis idea de dónde se ha ido Ember en mitad de la noche, dejando su regalo de cumpleaños y sus cosas atrás.

—Creo que es el momento de que la olvides.

Ella no sabe, no tiene idea, de la soberana burrada que acaba de soltar. Si eso fuera posible, no tendría que mantener la llama eterna de su mechero negro mate en alto, rodeada de tanto que perder. Ella es consciente, porque no deja de mirarla.

—Haz el favor de apagar eso. Podemos hablar, sé que eres una persona razonable.

Quizás en un pasado hubiera mostrado esa cara, puede que incluso fuera cierto. Pero quieren robarle lo que es suyo, y eso es un error.

—Dime dónde está Ember, y no quemaré esto.

—¡No! Por dios, estamos rodeados de líquidos inflamables, todo aquí ardería en cuestión de segundos.

Suena como un cachorro lamentando, le falta bajar las orejas, y la llama exige crecer contra los dedos, sujeta aún al mechero.

—¿Entonces vas a decirme dónde está?

Sus ojillos de pulga parecen sufrir de verdad, viendo la pequeña llama clamando su recompensa. Hay tanto que comer alrededor. Tantas cosas que la harían crecer.

La mano con la llama hambrienta se acerca hacia la mesa donde reposan varias bandejas con líquido.

—¡Se la llevó ella!

Al fin una respuesta.

—Lo sabía —murmura, con su voz gutural más negra y podrida—. Ember no se fue.

—Pero no debes ir a buscarla. No le haces bien. Si de verdad la quieres, déjala ir.

—¿Eres una puta canción pop?

Una sonrisa ladina, el calor crepitante en los dedos que sujetan el mechero negro mate. ¿Cuánto gas le queda? Suficiente para verlo todo arder.

—Por favor, vete. Si ella quiere saber de ti, te buscará.

—Sabias palabras. Siempre fuiste la lista de la familia.

Ella relaja los hombros.

—Pero hay algo que no sabes sobre el fuego. El hombre creó al fuego. Y el fuego, destruye por él.

La lengua de fuego gira en el aire sin apagarse, porque está deseosa de propagarse, convertirse en la pira más brillante en el cielo. Y cuando el mechero cae en una de las bandejas, el fuego crece hacia el universo.

Ni los pitidos de las sirenas, ni los agudos chillidos, nada puede sofocar el canto del infierno desatado.

No pasa demasiado tiempo, hasta que un candente edificio refleja su brillo ígneo en esos pozos de negrura que tiene por ojos.

Ellos se lo han buscado. Ellos han elegido ese final. No pueden evitar que se encuentre con su flamígera dama.

—¡Estás loco!

Grita su amiga, quizá, la única que le ha dado lo que quiere. Y aún así, ve sus sueños preciados en un halo de destrucción rojiza.

—¿Por qué lo has hecho? —pregunta—. Te he dicho lo que querías saber.

Él suspira. Nadie lo entiende.

—Me lo has dicho, pero la has alejado de mí. Todos habéis participado. No podéis quitarle su fuego a un pirómano. Yo la dejaría ir, de verdad. Pero Ember me llama, y yo adoro el fuego.

Ahora que sabe dónde está, y dejando la pasión comerse todo un edificio a sus espaldas, iluminando su figura partir al lugar donde su amor le espera, prepara el plan perfecto para ver arder toda la ciudad, con tal de hacer salir a la secuestradora. Con tal de ver el vestido favorito de Ember fundirse con las llamas y convertirla en una con su fuego. 


Comentario de Key: Desde el inicio supe que sería uno de los tres ganadores. A pesar de sus pocas faltas de ortografía, es un relato fascinante y adictivo. El fuego tiene mucha presencia de una manera muy original que simplemente me ha enamorado. Además, el final te deja con ganas de más; espero con ganas un segundo relato con el encuentro de Ember. Solo puedo dar mis felicitaciones, ¡seguid así!


¡Muchas gracias a todas por participar! Esperemos que el año que viene haya más participación. Durante los próximos días iré publicando sus recompensas tanto en Wattpad como en Instagram. ¡Felices fiestas!

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