Mörder [ COMPLETA ]

By RipleyWylde

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《Cuando tu vida se reduce a matar o morir, ¿qué elegirías?》 FECHA ORIGINAL DE PUBLICACIÓN AÑO 2013 More

Sinopsis
Advertencia
Introducción
Primera parte: prisionera
Capítulo N° 1
Capítulo Nº 2
Capítulo Nº 3 (Parte 1)
Capítulo N° 3 (Parte 2)
Capítulo N° 4
Capítulo N° 5
Capítulo N° 6
Capítulo Nº 7 |Parte 1
Capítulo N° 7 | parte 2
Capítulo N° 8
Capítulo N° 9
Capítulo N° 10
Capítulo N° 11
Capítulo N° 12
Capítulo N° 13
Capítulo N° 14
Capítulo N° 15
Capítulo N° 15 | parte 2
Capítulo N° 16
Capítulo N° 17
Capítulo N° 18
Capítulo N° 18 | parte 2
Capítulo N° 18 | parte 3
Capítulo N° 19
Capítulo N° 20
Capítulo N° 21
Capítulo N° 22
Capítulo N° 22 | parte 2
Capítulo N° 23
Capítulo N° 24
Capítulo N° 26
Capítulo N° 27
Capítulo N° 28
Segunda parte: Libertad
Capítulo N° 29
Capítulo N° 30
Capítulo N° 30 | parte 2
Capítulo N° 31
Capítulo N° 32
Capítulo N° 33
Capítulo N° 34
Capítulo N° 34 | parte 2
Capítulo N° 35
Capítulo N° 36
Capítulo N° 37
Capítulo N° 38
Capítulo N° 39
Capítulo N° 40
Capítulo N° 41
Capítulo N° 42
Capítulo N° 43
Capítulo N° 44
Capítulo N° 45
Capítulo N° 46
Capítulo N° 47
Capítulo N° 48
Capítulo N° 49
Capítulo N° 50
Capítulo N° 51
Capítulo N° 52
Capítulo N° 53
Capítulo N° 54
Capítulo N° 55
Capítulo N° 56
Capítulo N° 56 | parte 2
Capítulo N° 57
Capítulo N° 58
Capítulo N° 58 | parte 2
Capítulo N° 59
Capítulo N° 59 | parte 2
Capítulo N° 60
Capítulo N° 61
Capítulo N° 62
Capítulo N° 63
Capítulo N° 64
Epílogo
Nota de autora
EXTRA: El trato | parte 1
EXTRA: El trato | parte 2
EXTRA: El trato | parte 3
EXTRA: El trato | parte 4
EXTRA: El trato | parte 5
EXTRA: El trato | parte 6
EXTRA: El trato | parte final
EXTRA: Rata | parte 1
EXTRA: Rata | parte 2
EXTRA: Rata | parte 3
EXTRA: Rata | parte 4
EXTRA: Rata | parte 5
EXTRA: Rata | parte 6
EXTRA: Rata | Final

Capítulo N° 25

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By RipleyWylde

Habían pasado tres días desde que escaparon del incendio de Naemniki, y durante ese tiempo Erica y el Loco se mantuvieron alejados entre sí. Solo compartían la mesa para almorzar y cenar, y el resto de las horas lo pasaban separados cada uno por su lado.

Erica no quería compartir espacios con él, se sentía muy incómoda, pero por respeto las pocas veces que se dirigían la palabra lo trataba con amabilidad, después de todo él le había salvado la vida, y lo menos que podía hacer era ser amable.

Durante las tardes el Loco se encerraba en esa misteriosa puerta de la cocina que Erica no estaba segura de a dónde se dirigía, mientras que ella se quedaba en el inmenso patio trasero, donde habían árboles frutales y flores muy poco cuidadas a las que estaba intentando revivir. Cortó el tupido pasto y regó cada una de las plantas con esmero, incluso quitó las malas hierbas para ver si con ello las plantas mejoraban su aspecto.

Había una hamaca colgada de la rama de un árbol, que según había dicho el Loco lo puso para Moira y Jack.

Con el cielo oscuro ya sobre ella, Erica ingresó en la casa y se dio un baño para poder luego preparar la cena. Estaba agotada, nunca creyó que cuidar un jardín podía ser tan trabajoso.

Aprovechando que el Loco aún seguía tras esa puerta, Erica se envolvió en una toalla para poder salir sin miedo a sus miradas lujuriosas o comentarios indebidos, y con tranquilidad subió las escaleras hacia su habitación. Se secó con cuidado el cuerpo y con pequeños toques sobre sus heridas, que aunque ya no estaban inflamadas seguían moradas. Se colocó la ropa interior, la única realmente decente que tenía –de encaje rosado– y oyó un extraño ruido en el techo. Con lentitud se acercó a su escritorio de donde tomó el cuchillo y se concentró en oír nuevamente.

Como no oyó nada creyó que se trataba, quizás, de un gato sobre el tejado, pero cuando pensaba colocarse su sostén oyó nuevamente ese ruido, que no se oía para nada como si fuera el peso de un gato. Con cuchillo en mano bajó tal cual estaba por las escaleras en busca del Loco, lo vio beber agua en la cocina con su torso desnudo y cubierto de sudor.

—¡Loco! —le dijo para llamar su atención, y cuando él giró abrió los ojos con sorpresa al verla casi desnuda—. ¡Escuché un ruido en el techo! No es un gato, es más pesado.

—¿Qué clase de ruido?

—Como alguien que intenta no hacer ruido pero una teja suelta lo traicionó.

El rostro del Loco se volvió serio de repente y abrió nuevamente la misteriosa puerta de la cocina. Erica lo oyó bajar por unas escaleras y luego subir otra vez, pero al hacerlo lo hizo con dos pistolas y un estuche negro.

—Quedate escondida, yo me encargo.

Erica lo vio cargar las pistolas y colocarse los arneses con cuchillos en piernas y torso, y con un movimiento de mano la instó a acercarse. Ella obedeció y se acercó rápido para poder recibir una pistola cargada en sus manos.

—No te muestres, pero si la cosa empeora, no te dejes morir —le dijo él con seriedad.

—¿Gretchen? —preguntó, con sorpresa.

Él dejó ir un suspiro fastidiado.

—Peor —dijo y chasqueó la lengua—. Tardó tres días en encontrarme, está perdiendo su toque.

No bien terminó de decir eso, se oyó un vidrio romperse en la cocina y seguido de eso comenzó a llenarse todo de humo. El Loco la instó a Erica a agacharse en el suelo tras la isla de la barra de la cocina. Ambos se asomaron solo un poco para ver en el suelo unas botas negras que no hacían sonido alguno en sus pasos, y eso se debía a su capacidad de pasar desapercibido.

Cuando el humo se disipó, el Loco lanzó uno de sus cuchillos hacia la pierna del intruso, a la vez que se cambiaba de posición. Un disparo se impregnó en la pared cerca de Erica, donde antes había estado el Loco.

Ella se quedó ahí, tratando de prestarle atención a los sonidos que detectaban sus oídos. Ni un solo paso se oía allí, solo los cuchillos del Loco impactando contra algo o los disparos con silenciador que terminaban en algún mueble o pared. Luego se oyeron los golpes, el impacto de la lucha cuerpo a cuerpo. Erica se asomó para ver, aún había algo de humo por allí que le impedía ver bien lo que estaba pasando, pero pudo ver al Loco luchar hábilmente contra otra persona.

Lo vio caer al suelo, pero desde ahí le pateó una pierna a quien Erica reconoció como Fosa. La pelea era muy intensa, por lo que ella acomodó su cuchillo en su mano derecha. No pensaba meterse en la pelea, porque sabía que no daba con el nivel adecuado para hacerlo. Solo se metería en caso de ser estrictamente necesario.

La mayoría de los golpes eran frenados por el otro, pero algunos lograban impactar tanto en rostro como en torso. Fosa tenía cortes sangrantes por todos lados igual que el Loco, caminaban alrededor en busca de algún punto ciego por el cual atacar. Ambos estaban con sus rostros serios, midiendo las distancias y la oportunidad de atacar.

—No fue mi culpa —gruñó el Loco con fastidio, con su mano cerca de los cuchillos de sus piernas.

—¡La dejaste para morir! —escupió Fosa con su rostro transformado en locura—. ¡Era tu deber protegerla!

—¡Era tu deber protegerla! —gritó el Loco—, no mío. Fue mi deber durante el tiempo que fui su pareja, luego vos te convertiste en su protector, y vos la abandonaste, no yo.

Fosa no dudó en atacarlo, cada golpe fue frenado por el Loco que no tardaba en devolverlo, pero Fosa era igual de bueno que él. Casi ningún golpe lograba impactar, hasta que Fosa le frenó un puñetazo y lo giró para aplicarle una llave de sumisión al cuello, pero el Loco le clavó uno de sus cuchillos en la pierna.

—¡Era tu deber protegerla! —le dijo Fosa y apretó más la llave al cuello.

—Era tu deber —se defendió él y se impulsó hacia el suelo para golpearlo con su peso—, pero preferiste... tu orgullo que a ella...

En el suelo, el Loco lo golpeó en las costillas para liberarse y se alejó en una voltereta con cuchillo en mano.

—¡Pudiste regresar por ella y preferiste tu orgullo, preferiste ocultarte para que no te viera como sos ahora! —le gritó el Loco con odio—, ¡yo fui el que se quedó!

—¡La dejaste para morir, infeliz!

—¡Pude haberla matado y no lo hice! —dijo y con una sonrisa torcida agregó—, se la dejé como regalo a Héctor.

Los ataques de Fosa se hicieron más fuertes e intensos por la furia, y pese a que el Loco era muy bueno, Erica notó que estaba cansado. Lo había visto beber agua jadeante y con sudor, supuso que había estado entrenando y no se encontraba en su mejor momento para enfrentar a alguien como Nahuel. Por ello fue que Fosa pudo volver a aplicarle una llave de sumisión al cuello en el suelo, lo apretaba con fuerza.

—Te estás haciendo más débil —le dijo Fosa con asco.

—Tardaste tres días en encontrarme, el que se está haciendo débil sos vos —dijo el Loco con una sonrisa de lado,  no parecía sufrir la falta de aire.

Pese a los intentos del Loco por soltarse, Fosa lo retenía con más fuerza. Erica sintió que de seguir así, terminaría por matarlo, y fue por ello que salió de su escondite tratando de ocultar sus pasos, de ser tan silenciosa como ellos, y se acercó hasta colocarle el cañón en la cabeza.

—Soltalo —ordenó Erica.

Engel, no te... metas...

—Si no me meto te mata —se quejó Erica.

Fosa apretó más su agarre.

—Dispará entonces, Bombita —dijo con una sonrisa egocéntrica—, te quitaré el arma y estarás muerta antes de que te des cuenta.

—Para hacerlo tenés que soltarlo y él te va a matar antes de que vos te des cuenta —dijo, con su rostro serio.

—¡Yo cumplí mi palabra y vos me traicionaste, hijo de puta! —le gritó Fosa al Loco y apretó más el agarre.

—Le quebraste... una costilla... —dijo el Loco.

—¿En serio? Creí que habían sido tres —se rió Fosa—. Tendría que haberlo hecho con más fuerza.

El Loco impulsó uno de sus cuchillos y lo clavó en el brazo de Fosa, lleno de odio por ello, y eso logró hacer que lo soltara. El Loco no tardó en darle un puñetazo fuerte al rostro, para luego subirse sobre él con un cuchillo al cuello.

—El trato era que no la lastimabas y yo me quedaba cerca de Gretchen —escupió con asco.

—¡Pude haberla matado mil veces! —dijo Fosa con odio—, ¡y no lo hice! Y vos la dejaste ahí para morir.

—¡Quiso matar a Erica! Y no pensaba permitirlo.

—¡¿Y qué mierda hiciste para que lo intentara?! —le gritó Fosa a Erica.

—¡Nada!

—Algo tuviste que haber hecho.

—¡Que no hice nada! ¡Estaba escapando del fuego como todos los demás! —gritó Erica, sin dejar de apuntarlo.

Fosa respiró hondo y cerró sus ojos un instante, como si estuviese buscando tranquilizarse.

—Si me entero que está muerta —comenzó a decir, luego abrió los ojos para ver fijo al Loco—, no va a haber lugar en el mundo donde puedas esconderte.

—No está muerta —escupió el Loco con fastidio y alejó el cuchillo del cuello de Fosa—, estaba Héctor ahí. En vez de buscarme a mí, hubieses buscado a Héctor y lo sabrías.

—¡Justo con el inútil de Héctor la dejaste!

—Será inútil pero la protege siempre —dijo el Loco con un resoplido.

Ambos comenzaron a ponerse de pie, el Loco estaba algo jadeante, mientras que Fosa lo miraba con curiosidad.

—Estás más débil.

—Estuve entrenando cinco horas, hijo de puta, dejame descansar y probamos de nuevo.

Fosa giró para ver a Erica, quien bajó el arma con un chasquido de lengua. Él la miró fijo, e hizo un paneo general del cuerpo de Erica, y pese a su desinterés por la desnudez en ella, quizá la miró demasiado para el gusto del Loco.

Engel —dijo para llamar su atención—, estás desnuda.

Erica reaccionó ante eso y se cubrió con el cuerpo de Fosa para que él no la mirase como hacía siempre, algo que claramente el Loco no esperaba que hiciera.

Fosa la miró tras él y luego miró al Loco.

—Andá a vestirte, Bombita —le dijo—. Y vos dejá de mirarla de esa forma.

Erica se asomó solo para asegurarse de que el Loco no la estaba mirando, él corrió la mirada con su ceño fruncido y un gesto de fastidio al notar que ella confiaba más en Fosa que en él. Solo luego de que dejó de mirarla fue que Erica corrió a su habitación para poder vestirse.

—Vos la estabas mirando demasiado —gruñó el Loco entre dientes.

—Sabés perfectamente que no me atraen las personas de forma sexual —se quejó con un chasquido de lengua—. Solo la miré porque me parece muy profesional de su parte preocuparse por pelear independientemente de su vestimenta.

—Ah, pero con Gretchen... —dijo el Loco con una sonrisa torcida.

—¿Cómo sabés eso? Se supone que nadie lo sabía —inquirió con una ceja levantada—. Que no me atraigan las personas sexualmente no quiere decir que no tenga sexo a veces.

—Con razón vivís de malhumor, no cogés nunca —dijo el Loco con una risotada.

—Estoy seguro de no haber dejado marca alguna de mi llegada —dijo Fosa con su rostro serio—. ¿Cómo es que estabas preparado?

—Erica te escuchó.

Fosa levantó una ceja y luego curvó sus labios en una sonrisa orgullosa.

—Aprendió bien —dijo y luego cambió su expresión a seriedad—. ¿Dónde puedo limpiarme?

—Allá —el Loco señaló el baño—, no tardes tres horas, schweinehund.

Fosa le enseñó el dedo de en medio antes de irse al baño, mientras que el Loco chasqueó la lengua y se acercó a la cocina para poder lavar sus heridas.

Erica no tardó en regresar ya vestida, se concentró en ver la sangre en el suelo de porcelanato, y no tardó en dirigir su mirada hacia el Loco que lavaba su torso con un poco de agua para poder quitarse la sangre y ver qué tanta atención requerían sus cortes. Se acercó a él para apoyarse a su lado.

—¿Estás bien?

—Como si te importara —escupió con fastidio.

—Salí en tu defensa, pelotudo de mierda —gruñó Erica—, podrías ser un poco más agradecido.

—Mirá quién habla, bienvenida al club.

Erica no agregó nada y lo observó lavarse las heridas, por lo que fue en busca del botiquín sobre la heladera, pero cuando se acercó a él para ayudarlo lo oyó decir:

Du bist dumm!

Va te faire enculer! —respondió Erica, porque aunque no entendía lo que él acababa de decirle, sonaba a un insulto.

Du bist unerträglich!

—Je t'emmerde!

Se miraron con sus dientes apretados por la furia y un gran gesto de desagrado, ambos llenos de odio, pero la voz de Fosa los interrumpió.

—Discuten como una pareja, qué asco.

Erica se acercó a él mascullando insultos en francés, con un par de gasas, cinta y agua oxigenada. Fosa la miró con su rostro serio pero también con curiosidad cuando se sentó a la mesa.

—Sentate —le dijo a él con su rostro serio.

Fosa levantó sus cejas.

—¿Perdón?

—Sentate —insistió.

Pese a lo mucho que le molestaba que ella le diera órdenes, también le daba algo de gracia, y solo por eso fue que se sentó frente a ella.

—Sacate la camisa —ordenó Erica.

El Loco giró instantáneamente para verlos, con su ceño fruncido, justo cuando Erica comenzaba a desinfectar los cortes que Fosa tenía en su pecho. Tenía una mano apoyada en un pectoral y con la otra limpiaba los cortes.

—Tiene que ser una puta broma —se quejó el Loco—. Te rompe una costilla, intenta matarnos, ¿y te sentás a curarlo a él?

—Intenté hacerlo con vos y me insultaste —se quejó Erica con fastidio—. Ahora cagate, ¿no que podías curarte solo?

Erica atendió cada uno de los cortes en el pecho de Fosa, incluso las heridas en su pierna, debió agacharse en el suelo y romperle un poco el pantalón. Él la observaba trabajar con atención, porque Erica era bastante buena en ello, así que con un gesto de aprobación dijo:

—Bastante bien, Bombita.

El Loco se sentó frente a ellos con su mandíbula trabada y comenzó a limpiar sus propias heridas, pero cuando Erica finalizó con Fosa y giró hacia él, se sorprendió en el instante en que ella dijo:

—¿Vas a dejarme hacerlo o vas a volver a insultarme, connard?

Él no respondió nada, solo corrió la mirada y la dejó ayudarle. Erica desinfectó sus cortes en el pecho y colocó gasas en ellas, luego lo tomó del rostro con rudeza para atender un golpe sangrante en su pómulo. Lo desinfectó en pequeños toques mientras que él la miraba fijo, con intensidad, para luego bajar la mirada.

—Explicame qué pasó —dijo Fosa de repente, mirando fijo y con seriedad al Loco.

—Si te lo digo no me creerías.

—¿Es de lo que creo? —preguntó con una ceja levantada y el Loco asintió—. Lo dudo, sería prácticamente imposible.

—Tan imposible como que vos estés vivo —gruñó el Loco con fastidio.

Erica los miró de reojo mientras curaba al Loco, sin entender de qué hablaban.

—Todo esto pasó porque mataste a Jonathan, ¿creíste que no me daría cuenta de que fuiste vos? —se quejó el Loco—. No existe persona que pueda infiltrarse en la mansión con tanta habilidad, y al matarlo quitaste del medio al eslabón más fuerte.

—Como si vos no lo hubieses pensado —escupió Fosa.

—Claro que lo pensé, pero hacerlo implicaba dejar a Gretchen a merced del mundo entero —dijo el Loco con su ceño fruncido—. Lo que pasó es tu culpa, Nahuel.

—Se suponía que vos estarías a su lado para protegerla del mundo entero —gruñó con asco.

—Lo habría hecho, si no hubiese intentado matar a Erica.

Ella levantó apenas la mirada para ver el rostro serio del Loco al mirar a Fosa, luego finalizó de sanar sus heridas con un suspiro agotado. Notó al costado de su torso una herida vieja que parecía no estar sanando correctamente, así que rozó su dedo ahí para ver si podía sentirlo. El Loco se quejó y la miró, furioso.

—¿Qué hacés, engel?

—No seas llorón —le dijo y con una gasa la desinfectó, él volvió a quejarse por ello, pues le dolía—, se está infectando porque no la cuidás bien. Hay que limpiarla.

Cuando Erica finalizó de sanar las heridas en el Loco, se alejó para poder lavarse las manos con sangre, mientras que ellos dos continuaban hablando del ataque a Naemniki y discutiendo por Gretchen.

Ella limpió la sangre del suelo, con la vigilancia de Fosa asegurándose de que lo hacía de forma correcta.

—¿Te quedás a cenar, Nahui? —le preguntó el Loco, cruzado de brazos contra la mesada.

—Si cocinás vos no, preferiría morir.

El Loco lanzó una carcajada que se contagió en Fosa. Erica no pudo evitar mirarlos con curiosidad, porque no entendía para nada la relación de esos dos hombres que minutos antes estaban a punto de matarse, pero luego se reían juntos a carcajadas como si nada hubiese pasado.

—Pedí comida, ya debería estar por llegar —explicó el Loco y se colocó un cigarrillo en los labios, pero estiró el paquete para ofrecerle uno a él.

Fosa tomó uno de los cigarrillos y lo colocó en sus labios para luego encenderlo, mientras miraba a Erica acercarse a ambos. Ella corrió una de las sillas y se sentó junto a él, quien la miraba fijo. Él llevó su mano hacia la cabeza de Erica y le dio una palmada, como si fuese un perro.

—Bastante bien, Bombita.

Ella lo miró con extrañeza por esa rara muestra de cariño similar al que se le daría a una mascota, pero decidió no decir nada al respecto porque él ya estaba tranquilo, y no tenía deseos de que volviera a enojarse.

—¿Cómo me encontraste? —preguntó el Loco con una ceja levantada.

—Una cámara de seguridad cercana —dijo Fosa y sopló el humo de su cigarrillo—, eliminé la grabación. Nadie más que yo conoce este lugar.

Se oyó una bocina de moto, por lo que el Loco se acercó a la puerta para recibir el pedido, aunque no tenía deseo alguno de dejar a Erica y Fosa a solas.

Fosa miró fijo a Erica, serio pero curioso.

—Nunca imaginé que te encontraría acá, Bombita.

—Técnicamente hablando, fue un rapto.

—No me sorprende —apagó el cigarrillo en un cenicero y sopló el último humo que quedó en su boca—. ¿Lastimaste a Gretchen?

Erica le enseñó la herida cosida en su pierna y también la de su frente morada.

—Ella me lastimó a mí, quiso dispararme con su Magnum.

—Impulsiva como siempre —dijo Fosa con una sonrisa.

El Loco llegó unos instantes después con dos cajas de pizza y cuatro latas de cerveza. Los escrutó a ambos, como si estuviese buscando algo en ellos, pero luego suspiró y se sentó a la mesa, frente a Fosa.

—Tenés buenos reflejos —le dijo Fosa a Erica—, y no perdiste tiempo vistiéndote. Te comportaste como una profesional. Aprendés rápido, Bombita.

—¿Vas a seguir enseñándome o ya no? —se animó Erica a preguntar—. ¿Y qué hay con los barrenderos?

—Puedo seguir enseñándote, y seguís siendo una barrendera. Cuando te necesite te voy a llamar.

—Ya no tengo teléfono... —dijo Erica con una mueca torcida.

—Conseguile uno —le dijo al Loco con dureza.

El Loco no dijo nada, se entretuvo comiendo su porción de pizza. Erica lo miró con curiosidad, porque se lo veía realmente feliz comiendo eso, se preguntó si acaso sería su comida favorita o si no era algo usual en su dieta.

Él tomó su teléfono y se lo extendió a Erica para que pusiera música luego de desbloquearlo con si huella, y ese acto hizo que Fosa levantara una ceja.

—¿Le das tu celular?

—¿Algún problema? —se quejó él con fastidio.

—No lo reviso, me da miedito lo que podría encontrarme —dijo Erica con una mueca torcida mientras ponía algo de música.

Fosa solo hizo un extraño gesto y continuó comiendo, se concentró en observar a Erica, la veía tranquila pese a haber sido raptada por el Loco y estar sentada junto a los dos mejores asesinos de Mörder.

Erica, por su parte, comía tranquilamente sus porciones de pizza y le daba sorbos a su lata de cerveza. Se encontraba bastante pensativa, porque el Loco había dicho que estarían encerrados durante una semana, aún faltaban cuatro días para eso, y ella deseaba con todas sus fuerzas poder salir y asegurarse de que su familia estaba bien.

Un rato después Fosa se fue, no sin antes dejar una fuerte amenaza al Loco por si algo llegaba a sucederle a Gretchen. Prometió volver y con más fuerza de ser así.

Mientras que Erica ponía un poco de orden en la cocina, el Loco la miraba moverse, quería decirle algo pero no estaba seguro de qué decir sin que ella lo tomase mal.

—No es necesario que limpies, no sos una sirvienta —dijo en voz baja—, puedo hacerlo yo.

—Limpiar me distrae, no es como que haya mucho por hacer acá.

Él se mordió el labio inferior, dudando si hacer o no su pregunta. La vio beber un trago de cerveza y bajó la mirada con un suspiro.

—¿Por qué... te escondiste tras él?

—¿Cuando estaba desnuda decís? —Giró para verlo—. Porque él no me mira en ningún momento, nunca lo hace, y vos me mirás de una forma que me hace sentir muy incómoda.

—Confiás en él...

—Las únicas personas de todo D.E.A.T.H. en las que yo confío son Chris, Sveta y Serge, y quizá Martín por el amor que siente por mi hermana. Luego no confío en nadie —dijo con su rostro serio—, menos aún en Fosa que le encanta estrangularme.

—Entiendo...

Erica dejó ir un suspiro y se sentó frente a él, lo miró fijo a los ojos celestes que la miraban con un deje de decepción y tristeza.

—Llevo tres días acá, en tres días no voy a confiar en vos tan fácilmente, no luego de todo lo que me hiciste —dijo—, no podés pretender que confíe en vos tan rápido, ni siquiera sé si en una semana lo voy a hacer. Necesito conocerte más, no sé casi nada de vos.

—¿Qué querés saber? —dijo en un tono de voz suave.

—No lo sé, ¿qué creés que necesito saber?

Él bajó la mirada algo pensativo, no estaba seguro de qué podría llegar a contarle.

—Lo siento, no sé qué decir —susurró—, soy bueno matando, no en este tipo de cosas...

—¿Tenés amigos? —preguntó con curiosidad—. Yo tengo a Chris y Serge, por ejemplo.

—Nunca tuve amigos de verdad —suspiró y colocó un cigarrillo en sus labios, para luego encenderlo—, lo más cercano a un amigo podría ser Rata, ya que con él a veces nos juntábamos a beber algo.

—Quizá te tenían miedo...

—Es el motivo por el que Nahuel o la rusa tampoco tenían amigos —dijo con seguridad—, o nos envidiaban, o nos temían. Él al menos tenía a Gretchen.

Se quedaron en silencio por un rato, Erica no estaba segura de qué más podía preguntarle, pero pensó que quizás a él le gustaría preguntar.

—¿Vos querés saber algo de mí?

Él levantó la vista para verla, la vio algo nerviosa, claramente se estaba esforzando mucho por ser amable con él y por intentar conocerlo.

—¿Cómo terminaste en Mörder? —preguntó, bastante curioso—. Sé sobre tu pelea con las novatas, pero no sé qué pasó antes.

—Habían insultado y amenazado a mi hermana, así que las seguí para vengarme —dijo con una mueca torcida—, además me gustaba el edificio, quería verlo.

Él no agregó nada más, solo sonrió como si le pareciera una anécdota divertida.

—Me agrada —dijo con una sonrisa.

Por alguna razón Erica comenzó a ponerse nerviosa, por ello corrió la mirada y se concentró en mirar hacia otro lado. Él llevó con cuidado su mano hacia el rostro de Erica y se retuvo un instante antes de tocarla.

—¿Puedo... ver cómo va sanando la herida?

Erica lo miró y asintió para permitirle tocarla. El Loco apoyó su mano en el rostro de ella y la instó a acercarse un poco para revisar la herida en su frente, estaba sanando bien, tenía una cáscara en donde antes estuvo el corte del escalón. Pasó con cuidado su dedo sobre esa piel morada para ver si le dolía, pero Erica se mantuvo tranquila.

—Ya estás bien, engel. ¿Tu pierna está mejor?

—Pica y arde, pero está mejor —explicó ella al enseñar la herida—, duele a veces nada más.

Él solo sonrió como respuesta y luego se alejó.

—Si no hubieses estado cansado, ¿podrías haberlo derrotado? —preguntó, con curiosidad.

—Habríamos muerto los dos, tenemos el mismo nivel.

—Pero dijiste que está más débil —susurró Erica con sorpresa.

—Justo porque está más débil es que ahora somos del mismo nivel, sino él me habría matado fácilmente —suspiró para luego ponerse de pie—. Es tarde, engel, deberías ir a descansar.

Ella no agregó nada más, solo lo vio alejarse a su habitación. Lo siguió con la mirada, así que dejó ir un suspiro y decidió subir las escaleras para dirigirse a su habitación, donde se dejó caer en la cama para observar el techo de madera pintado de blanco.

Dejó ir un suspiro, pensando en su hermana y en cómo se encontraría. Pensó en sus padres y también en Lucas, pensó en Chris y en cómo se encontraría. Abrió con cuidado el cajón de su mesita de noche para tomar el papel con el número de Chris, lo extrañaba mucho.

Luego de guardar el papel en el cajón, volvió a bajar las escaleras para poder buscar un vaso de agua, vio al Loco salir del baño con una toalla envuelta en su cintura. De detuvo un instante antes de seguir, quería asegurarse que se iba a su habitación, pero cuando lo vio dirigirse a la cocina no pudo evitar resoplar. Terminó de bajar las escaleras para poder ir de todas formas en busca de su vaso de agua.

En la cocina, el Loco servía agua en un vaso de vidrio para luego darle un trago. Ella se acercó a él, quien la siguió con la mirada cuando la vio tomar un vaso de la alacena y se sirvió agua de la canilla.

—Buenas noches —le dijo Erica y asintió con respeto hacia él antes de alejarse.

Él la retuvo un instante al apoyar su mano en el hombro de ella, la miró con sorpresa. Erica parecía más sorprendida que él, pero cuando lo vio mover una cadenita de oro en su cuello con un dije de ángel, él sonrió.

—Aún lo tenés... —dijo con una sonrisa.

—Sí, me gusta... un poco... —susurró Erica y tragó saliva, se encontraba bastante nerviosa.

Él alejó su mano rápidamente al percatarse de sus nervios, y con vaso en mano se alejó de ahí.

—Que descanses, engel...

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