El Ángel del Diablo. | II DIA...

Ursahe द्वारा

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El tiempo había pasado y la venganza de Davina fue lo que le llevó a irse lejos de Diablo, sin embargo, el de... अधिक

-SINOPSIS-
-CAPÍTULO 1-
-CAPÍTULO 2-
-CAPÍTULO 3-
-CAPÍTULO 4-
-CAPÍTULO 6-
-CAPÍTULO 7-
-CAPÍTULO 8-
- CAPÍTULO 9 -
- CAPÍTULO 10 -
-CAPÍTULO 11-
- CAPÍTULO 12 -
- CAPÍTULO 13 -
- CAPÍTULO 14 -
- CAPÍTULO 15 -
- CAPÍTULO 16 -
- CAPÍTULO 17 -
- CAPÍTULO 18 -
- CAPÍTULO 19 -
- CAPÍTULO 20 -
- CAPITULO 21 -
- CAPÍTULO 22 -
- CAPÍTULO 23 -
- CAPÍTULO 24 -
- CAPÍTULO 25 -
- CAPÍTULO 26 -
- CAPÍTULO 27 -

-CAPÍTULO 5-

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Ursahe द्वारा

Davina

Desde que acabe con la vida de Caníbal con mis propias manos, en ese mismo instante deje de verme de la misma forma. Miraba mi reflejo en el espejo todas las mañanas antes de salir de fuera cual fuese mi habitación en aquel instante y solo veía un monstruo. Estaba muy bien sentirme fuerte, pero eran muchos los momentos en los que solo podía ver mi peor faceta. Era una asesina, había matado a tres hombros en concreto y no tuve que pagar nada por ello. Dios, me dolía al respirar cada madrugada que me despertaba hiperventilando. Todas las malditas noches tenia el mismo sueño, cambiaba algún factor poco relevante, al final era el monstro en el que me había convertido quien me perseguía sin descanso.

No me arrepentía de matar a Caníbal, tenia que vengarme, tuve que hacerle pagar de la peor manera todo lo que hizo y estaba por hacer. Y, sin embargo, ahora, tenia a alguien mas en mi lista negra.

Belov y Lynx.

Mire el puño de mi mano derecha observando como las postillas de las heridas de aquel golpe al cristal estaban casi por desaparecer, una semana paso volando delante de mis narices. Cero encuentros con Raynard desde entonces, absolutamente nada. Molly y yo estábamos completamente ocupadas con Aria ayudándole a finiquitar los asuntos de su boda. Pasado mañana era su boda y hoy tendríamos la cena con la familia de ambos.

DE AMBOS, en mayúscula.

Mis padres vendrían a aquella cena también por petición de Aria, ellos el día que volví a Alemania decidieron comprarse una autocaravana y ver mundo, estaba muy orgullosa, feliz y fascinada con ellos. Decidieron hacer una parada en Nueva York para estar el día de mi amiga junto con ella. ¿Mafiosos y personas normales que no tenían ni idea de quienes eran los otros en una misma finca? Si. Jakob advirtió a los miembros y amigos de diversas mafias que la familia de su mujer no tenían ni idea de quien era la gente de la que se rodeaba, así que todos guardarían las formas.

O al menos, eso esperaba.

Raynard y yo debíamos de estar juntos, estaba segura de que sus amiguitos mafiosos cercanos estarían enterados de todo, pero aun así lo mejor era fingir.

Fingir... ¿no?

Suspire bajando la mirada del espejo de mi baño al sentir la luz de mi móvil deslumbrarme. Abrí un correo que me había llegado de la universidad dándome la enhorabuena por haber aprobado todas. Nueve meses fuera y nueve meses estudiando online, no fue para nada fácil hacerlo, pero mi carrera, que era historia, era de empollar y empollar. Se me daba bien la historia y por eso decidí estudiar eso, me encantaba saber de todo lo que sucedió en nuestro pasado, como habíamos llegado a estar donde estábamos y la cultura de la que nos nutríamos. Sonreí un poco al leer el mensaje, no eran las mejores notas del mundo, mas bien algo mediocres, no obstante, estaba contenta de pasar de curso con todo aprobado, era un logro haberlo conseguido pese a la situación en la que me encontraba.

Después de ponerme un cómodo chándal negro, guardé el móvil en el bolsillo de la chaquetilla de este y decidí que era hora de bajar. Llevaba despierta desde las cinco de la mañana, me quedé mirando por la ventana mientras escuchaba música durante horas, me crují el cuello observando la hora en mi reloj deportivo de mi muñeca, las ocho de la mañana.

Baje las escaleras de la casa de mi amiga parándome a mitad de ellas, escuche la risa de mujer muy escandalosa venir del salón principal, fruncí el ceño confusa. No me sonaba de nada, entendía que la familia comenzaría a llegar por la mañana, pero vamos, eran las ocho. Salte el último escalón acercándome con sigilo a la sala. Una mujer de metro setenta y cinco, por lo menos, morena de piel blanca como la leche y unos enormes ojos verdes se reía con Raynard.

Y para mi sorpresa este tenia una sonrisa sincera en la cara.

Bueno, joder. Eso fue como una patada en el estómago. Aria y Jakob se reían con ellos, estaban sentados en dos sillones a parte en pareja, parecía que nadie me había visto, así que hice lo que en ese momento me pareció lo indicado, me di media vuelta en silencio dispuesta a irme cuando mi amiga me llamo.

-        Davi. – Aprete los labio soltando el aire de mis pulmones muy despacio.

Me giré algo tensa, metí mis manos en los bolsillos de los pantalones.

-        No quería molestar. – Musite mirando hacia la gran ventana a mi derecha.

-        Nunca molestas. – Aria se levanto llamando mi atención. – Mira, ella es Irma. Amiga de la infancia de Jakob y Raynard. Crecieron juntos, junto con Molly y De... Derek.

Miré a aquella mujer que me miraba con demasiada curiosidad, una pequeña espina se clavo en mi corazón al escuchar el nombre de mi amigo. Me rasque el cuello intentando forzar una sonrisa, no obstante, desde que mataron a Derek y a Landon me costaba hacerlo. Me era más fácil permanecer seria sin mostrar expresión alguna.

-        Un placer. – Esta se levantó directa a mí.

Me moví incomoda.

-        Ray me hablo mucho de ti. – Miré de reojo a Diablo quien me miraba de esa manera tan intensa que solía hacer.

-        Oh. – Solté simplemente. – A mi de ti no.

Eso pareció sorprenderle pues abrió los ojos impactada. Poco a poco esbozo una sonrisa que me daba a entender que era sincera. Sentí la necesidad de corregir mi frase anterior.

-        Bueno, hay muchas cosas que nunca me ha contado. – Me encogí de hombros. – Así que no me sorprende.

-        Ya. – Se rio. – Tanto Jakob como Raynard tienen esa manía.

-        Bueno, yo... -

-        ¡IRMA!

Molly a mis espaldas apareció de la nada gritando el nombre de la que era su amiga. Di unos pasos hacia atrás con la intención de desaparecer cuando Diablo agarro mi muñeca y me saco de la habitación. Fruncí el ceño, su agarre era firme y sus pasos demasiados largos. Paro en seco cuando llegamos a una esquina del Hall de la mansión. Solté mi mano bruscamente.

-        ¿A que ha venido eso? – Achine los ojos desafiándole a su pregunta.

Me miraba totalmente cabreado, si seguía apretando su maldita mandíbula se le partiría.

-        ¿A que ha venido qué? – Alzo las cejas incrédulo.

Rodé los ojos provocando que se apretase el puente de la nariz.

-        Tengamos la hure (puta) fiesta en paz. – Miré hacia el techo mientras me mordía el labio inferior con una sonrisa sarcástica.

-        ¿A caso es mentira lo que he dicho? – Se cruzo de brazos. – ¿Sabes de que me he dado cuenta Raynard? – Este alzo la barbilla sin dejar de prestarme atención. – No se nada de tu vida, no me cuentas nunca las cosas y no cuentas conmigo. – Negue la cabeza soltando la enorme carga que llevaba en el pecho. – Y, sin embargo, tú sabes todo, absolutamente todo, de mí. Te he contado las cosas mientras estábamos juntos, y desde luego, jamás he dejado de contar contigo.

-        ¿Vienes a darme lecciones de vida cuando desapareciste? – Aprete los puños. - ¿Cuándo me mandaste a la mierda cuando te encontré? ¿Cuándo preferiste estar con los hudes (putos) japones que conmigo? – Negue repentinas veces dando un paso hacia atrás.

-        ¿Preferirles? Dios, ¡estas ciego! ¡Siempre te he preferido a ti joder! – Le di en el pecho con el dedo. - ¡Pero tu preferías mantenerme en una bola de cristal que dejarme cumplir mi promesa a Derek!

-        ¿¡A caso quieres que pida perdón por quererte proteger!? – Me quito el dedo de su pecho agarrando mi mano con firmeza. – Porque puedes esperar sentada.

-        ¿Otra vez con esto? – Murmuré con ira.

Le pregunte soltándome de golpe. Mi respiración se fue acelerando a medida que la discusión avanzaba al igual que la de Diablo. Ambos estábamos cabreados, demasiado quizás.

-        ¡Me fui con Kaito porque él respeto mi maldita promesa! – Le grite empujándole, aunque no se movió de sitio.

Era como una maldita mole, estaba duro joder, muy duro. Su pecho estaba firme, marcado y sin un ápice de grasa. No podía permitirme distraerme con mis malditas hormonas de aquella discusión.

Apretó sus labios mientras asentía, soltó una carcajada sin gracia antes de volver a hablar.

-        Yo jamás quise que te convirtieses en una arma de matar. – Abrí un poco los labios de la impresión, di un paso atrás. – Una cosa es que yo fuera un asesino, pero tu... - Negó dejando caer sus brazos. – Quería salvarte. – Me escupió con desdén.

Cerré los ojos con fuerza.

-        Yo no quería convertirme en una asesina, pero lo hice. – Bajé el tono de voz. – No puedo remediarlo. – Me trague el nudo que se me estaba formando en la garganta.

-        Y aun así quieres seguir matando.

-        Quiero vengarme. – Le corregí. – Y mientras no respetes eso...

-        Davina. – Me quedé muda cuando pronunció mi nombre de aquella manera. – Siempre te he respetado.

Mis ojos comenzaron a cristalizarse, di dos pasos atrás negando repetidas veces con la cabeza.

-        ¿No puedes quererme así? – Su ceño se frunció. – No puedo cambiarlo.

-        Nunca he dejado de quererte. – Su confesión me estrujo el corazón. – Pero todavía me destruye que me abandonases.

Suspiró echándose su pelo hacia atrás, en algún momento de la subidita conversación su flequillo se había apoyado en su frente.

-        Te voy a ayudar con Belov y Lynx. – Le miré directamente a los ojos. – Trabajaremos juntos. – Suspiro pesadamente. – Me costo mucho entender porque decidiste irte, tengo rabia dentro, muchísima. Pero te entiendo Davina, aunque no comparto tu decisión de irte así.

Raynard y yo habíamos comenzado esta conversación hace una semana en el hospital cuando Aria estuvo ingresada y este, justo este momento, la estábamos continuando.

-        No vi otra salida. – Me justifiqué.

-        Si la tenías. – Me rebatió. – Solo necesitaba tiempo para procesarlo Davina. ¿Cómo voy a dejar que te pongas en peligro si lo que mas quiero es que estes bien, que estes sana y salva?

Jadeé bajito de la impresión de su confesión. Diablo no era una persona que expresase de forma tan clara con palabras lo que sentía, y, sin embargo, aquí estaba delante de mí soltando todo lo que a él también le pesaba.

-        Raynard... - Susurré. – Yo... de verdad que siento que te sintieses abandonado, no fue...

-        ¿Tu intención?  - Me dedico una sonrisa triste. – Mi familia entera esta muerta Davina, y te encontré. – Miro hacia otro lado, el dolor en su mirada me estaba perforando. – Y te fuiste también.

-        Yo...

-        Se que no hice las cosas bien. Se que no debí de dejarte y volver contigo por mi miedo a perderte o que te hicieran daño por mi culpa. Pero cuando decidí dar el paso por completo te fuiste.

Salte a la defensiva, no me gustaba sentirme la culpable de todo, porque no era solo culpa mía.

-        ¿Solo tienes tu derecho a equivocarte? – Le pregunte acusándolo. – Luche por nosotros desde un principio sin perder la esperanza nunca maldita sea. – Gruñí. – Estuve siempre, siempre, pico y pala sin perder un maldito ápice de esperanza. – Golpe mi mano con la otra mano. – No sabes lo que siento haberte hecho tanto daño Raynard, pero tu también me lo has hecho a mí, más de una vez.

Esta vez parecía que era yo quien le había dado una bofetada.

-        Pero solo te fijas en los errores que he cometido. – Cayo una lagrima rebelde que limpie con brusquedad. – ¡Me duele el maldito corazón todos los días! – Grite dejando caer mas lagrimas con rabia. – Yo no sé... quizás tú y yo nunca nos sanemos.

-        ¿Qué quieres decir? – Murmuró acercándose a mí.

-        Ambos tenemos batallas que librar Raynard.

-        No tenemos que hacerlo solos hübsch. – Agarró mis manos con las suyas.

-        ¿Me has perdonado? – Este no respondió.

Asentí comprendiendo su respuesta. Me solté dando un paso hacia atrás.

-        Yo te perdone Raynard, mi corazón es tuyo. – Mi voz salió estrangulada por completo. – Pero tu corazón... no puedes estar conmigo por el rencor que sientes. – Suspiré cerrando los ojos. – Después de la boda me gustaría que me contases las novedades sobre Belov.

Su rostro volvió a su habitual expresión de piedra, no mostraba ni una pequeña pizca de sentimientos. Sus ojos azules como el cielo y fríos como el hielo me dieron un escalofrío.

-        ¿Solo te importa eso? – Suspiré con tristeza.

-        ¿Lo ves? – Le dije limpiándome las mejillas mojadas. – Nos vemos en la cena Raynard.

Me di media vuelta subiendo las escaleras corriendo, mi amiga me esperaba al principio del pasillo de algunas habitaciones. Me sonrió abriendo los brazos, automáticamente le abracé y comencé a llorar. Me llevo a su habitación con ella, ambas nos tumbamos en la cama sin decir ni una sola palabra. Y así, abrazadas, me quede dormida.

Por primera vez después de mucho tiempo, pude dormir mas de cinco horas seguidas, y eso fue gracias a Aria.

A mi alma gemela.


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Menuda tensión hay entre estos dos...

¿Qué pasará?

CHAN CHAN CHAAAAAAAAAAAN

-URSAHE-

PD: Recordad que dejando un comentario y una estrellita me ayudáis mucho.

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