Bandolera

By JeseeD1004

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Una Bandolera que le dan por la cabeza y termina perdiendo en su propio juego. Unas risas + algo de drama More

Bandolera
Génesis
Pride
Ben Wa
Desmadre
Postres
Luces. Cámara. Acción
Date Cuanta Amiga
Margaritas
Reagruparse
Parker
Ensalada
Honor
Gatas
Sorpresas
La Intensidad Bolleril
La Despedida
Hay que joderse
Abrázame, Ámame, Tócame...
La Bandolera
Extra

Cliff Edge

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By JeseeD1004



Sentada casi a la orilla del mar Amelia contemplaba la vasta extensión de agua salada, desde su posición y con los rayos del sol parecía un enorme parche azul que se movía muy lentamente, asustaba tanta inmensidad y los misterios de su profundidad; así igual puede que se sintiera ella con esos sentimientos que apenas se estaba habituando a albergar.

Cada vez que pensaba en la rubia y todos sus años de amistad se daba cuenta que de existir forma de medir sus sentimientos sería a través de un barril de cerveza gigante inagotable, le aceleraba el pulso pensarlo y eso le asustaba, pero extrañamente ahora que ya sabía que los tenía ahí es como si los tuviera en la punta de la lengua a punto de soltarlos, dejarlos ser, dejarlos estar.

Y no podía.

No podía porque una morena de ojos bonitos y aparentemente perfecta se había atravesado en su camino y ahora ella tenía que obligarse a callar.

Y mientras tanto, Luisita viviendo en su mundo de yupi, creyendo finalmente haber encontrado lo que tanto buscaba, no era siquiera consciente de los sentimientos de su amiga, ni de lo que pasaba por su cabeza; es por eso que cuando la vio alejada del mundo contemplando el mar no dudó en acercarse a ella. – No debí decir nada. – Se sentó a su lado. – Perdón amor, no debí comentar nada sobre Parker. – Se disculpó mirándola, reparando en sus facciones y una vez más pensó en lo hermosa que Amelia era, así al natural y de cualquier forma. – ¿No vas a hablarme? – Preguntó con un puchero cuando no recibió respuesta alguna.

La morena, aunque lo intentó no pudo evitar sonreír mirándola de reojo. – Llevo tres meses sin hablar contigo, ¿de verdad crees que podría soportar más tiempo? – Chocó sus hombros.

-Uff no me lo recuerdes que me duele el pecho. – Luisita hizo una mueca mirando al mar también.

Amelia entonces la miró a ella. - ¿Ah sí? Si quieres te hago un masajito, verás como se te quita ese dolor de pecho. – Le susurró al oído sonriendo.

La rubia al escucharla estalló en una carcajada que se alcanzó a escuchar hasta donde estaba el resto del grupo. – Cabrona siempre igual. – 

-Me las pones a huevo. – Amelia se rió con ella a sabiendas.

La agente de bienes raíces pasó un brazo por encima de los hombros de la morena. – Lo que te extrañé en este tiempo no lo sabe nadie. – Confesó pasando la punta de su nariz por la mejilla de su amiga íntimamente.

La amiga en cuestión tragaba un grueso nudo en la garganta con su acercamiento. – Tanto no creo que me extrañaras si estabas ocupada enamorándote de una chica muy guapa. – Dijo entre dientes con toda la intención.

Luisita se mordió la sonrisa al escucharla. – ¿Acaso estás celosa? – La escuchó resoplar haciéndola reír. – No deberías estarlo, siempre serás la primera. – Se rió en su mejilla.

Y Amelia se rió con ella porque sabía a lo que se refería y el tono jocoso que había utilizado su amiga así se lo hacia saber, pero aún así, la punzada igual atravesó su estómago. – Es bueno saberlo. – Fue lo único que dijo.

-Anda, dame un beso. – Pidió Luisita con un tono casi infantil al que Amelia volvió a sonreírle y agradeció que tenía los ojos cubiertos con las gafas de sol, puesto que así podría recrearse en sus labios antes de desviarse y dejarle un beso en la mejilla. – Volvamos con el grupo. – Se puso de pie después de dejarle un abrazo.

Amelia sin embargo la sujetó de la mano. – Entremos al agua mejor. – Propuso aún sentada en la arena.

La rubia frunció el ceño. – ¿Ahora? Flor el agua tiene que estar super fría, que no, que no. – 

-Yo te caliento, no te preocupes. – Movió las cejas de arriba abajo.

Luisita se soltó de ella riéndose. – Que no, que está muy fría. – Casi pisoteó como niña pequeña.

-Luisita, ven aquí, no me hagas perseguirte. – Amelia entonces se puso de pie también.

-¡No puedes obligarme! – Y salió corriendo.

-¡Que vengas aquí te digo! – Amelia gritó corriendo tras ella entre risas.

Y ante las miradas expectantes una Amelia mucho más rápida atrapó por la espalda a una rubia que reía histéricamente, la elevó por los aires y se la llevó hasta el mar pese a sus chillidos en protesta y las lazó a ambas al agua que efectivamente estaba helada erizándoles la piel a ambas. – Puta mierda, ¡está fría! – Gritó la rubia tiritando, pero antes de que pudiera decir otra cosa prefirió saltar sobre la espalda de Amelia y fingir ahogarla mientras la morena tiraba de ella como quisiera.

Estuvieron jugando en el agua un rato más riéndose libremente y mientras tanto el resto del grupo acampaba bajo enormes sombrillas de sol, para cuando decidieron salir de agua se percataron de la llegada de más gente al grupo, entre esos Lourdes, amiga de Marina y Reggie la novia de Alina. Estuvieron un largo rato escuchando música y bebiendo cerveza hasta que propusieron jugar voleibol playa, el restaurante/bar que les proveía con comida y bebida instaló la malla y luego simplemente entraron a ello.

-Oye estuve investigando. – Marina se acercaba con el balón a Amelia quien la miró confundida. – Sobre nuestra tercera en discordia. – Hizo señas con los ojos hacia la dirección de Luisita y su novia. – Ya me entiendes. – Gruñó entre dientes.

-¿Y qué encontraste? – Llegó Andrea detrás de Marina con expresión seria.

-Niña, baja el vidrio. – Marina se burló a lo que Andrea solo puso los ojos en blanco. – Bueno en fin, estuve investigando. – 

-Oigan yo también quiero saber. – Interrumpió Alina esta vez.

-¡Coño! Pero me van a dejar hablar o qué? – Se quejó la castaña.

-Shhhh… Baja la voz. – Amelia se quejó mirando a sus alrededores a ver si alguien les había escuchado. 

-Si me dejaran. – Se quejó Marina mirándolas a todas acusatoriamente. – Estuve viendo sus redes sociales, la tipa no publica muchas cosas, más bien atardeceres y chorradas de ese tipo y cosas del trabajo, es muy privada. – Empezó diciendo.

-Bueno cada quien es como es. – Amelia no le pareció nada extraño.

-Si fuera privada de verdad tendría la cuenta privada, a mi se me hace que esta es de las que se hace la inocente y luego te estrellas con la sorpresa. – Andrea entrecerraba los ojos.

-Yo creo que se te ha ido la olla tía. – Alina se burlaba de Andrea.

-Shhh que se callen coño. – Amonestó Marina de nuevo. – La he stalkeado en Instagram, Facebook y Twitter, no lo he hecho en MySpace porque eso ya nadie lo usa. – 

-Eran buenos tiempos. – Alina dijo nostálgicamente.

-¿Tu tuviste de eso? Yo si acaso Messinger. – Se echó a reír Amelia.

-Podemos centrarnos en lo importante. – Marina volvió a quejarse.

-Es que dices todo a cuenta gotas hija. – 

-Pues será porque no me dejan. – Refutó. – La tipa no publica mucho en Facebook porque todos sabemos que eso es pa’ los memes. – Todas asintieron entre risas. – En Instagram es más para fingir que sales bien en todos los ángulos de las fotos cuando en realidad son los filtros. – 

Se carcajearon. – Cabrona. – Amelia golpeó su hombro.

-Pero en Twitter… - Todas se callaron y prestaron atención. – Allí es donde realmente muestras quien eres, desde una desquiciada fan de ships lésbicos a una obsesionada del futbol, la melancólica recién dejada, la filosofa de frases contemplativas o en su defecto todas las anteriores más la que siempre está comprando peleas con fandoms que nadie conoce. – Las chicas volvieron a reírse con ganas. – Vamos, que vas allí a dejar tus mierdas personales a la vista de un mundo que le importa una madre. – 

-¿Y allí has encontrado algo? – 

-Pues esta es de las frasesitas de amor eterno a la semana de conocer a las chicas. – 

-Es intensa la niña. – Andrea comentó.

-Escribe todo con emoticones, calcula tu la intensidad. – Marina se burló.

-El cringe que me generan estos seres. – Alina comentó con una mueca que hizo reír a las demás.

-Bueno, el punto es que me he ido a meses antes de que empezara a poner frases de filosofa enamorada de nuestra rubia y adivinen qué. – La miraron atentas. – Nada, no encontré nada fuera de lo normal. – 

Las chicas miraban a la castaña como esperando algo más y cuando no llegó la empujaron lejos. – En serio, Marina, ¿en serio? Tanto preámbulo y para nada. – Se quejó Andrea la primera.

-Serás tonta. – Amelia le dio con la mano en la parte de atrás de la cabeza.

-¡Oye no te pases! – Gritó sobándose.

-Te lo mereces. – Alina le dio otro.

-A la próxima que me pegue se la devuelvo doble. – Las apuntó con el dedo de manera amenazante. – No es mi culpa que la tipa aparentemente sea perfecta, que no tenga ninguna mancha ni siquiera en Twitter. – 

Andrea puso los ojos en blanco. – Nadie es tan perfecto, ¿qué se cree, Julie Andrews? – Se quejaba mientras Amelia solo hacia muecas.

-Yo no creo que alguien sea así de perfecto, esta algo oculta. – Marina entrecerró los ojos viendo en dirección de la susodicha que le colocaba protector solar en los hombros a su amiga rubia. – En serio, cari, conozco a un tipo, solo dime y lo llamo. – Propuso mirando otra vez a Amelia.

-¿¡Para matarla!? – Andrea abrió los ojos y Alina se echó a reír.

Marina la miró con el ceño fruncido. – Niña por quien me tomas, me refiero a un tipo que puede hurgar más profundamente y averiguar si hay algo más. – Decía mirando a una Amelia pensativa.

-No sé chicas. – Alina intervino. – ¿No les parece un poco extremo? Podrías no sé, hablar con la rubia y decirle lo que sientes. – Propuso encogiéndose de hombros, se hizo el silencio por unos segundos… hasta que todas estallaron en una sonora carcajada. – Necesitamos información. – Dijo ahora sí más seria.

-¿Oigan que tanto secretean? – De repente una rubia sonriente saltó a la espalda de Amelia espantándolas a todas. – Marujeenme a mí también. – Hizo un puchero.

-Nada rubia, no quieras saberlo todo. – Alina le sacó la lengua en broma.

-Aquí la morena que está ideando como sacar a Lourdes de heterolandia. – Marina dijo siendo lo primero que se le ocurrió. 

Luisita se echó a reír. – Buena suerte con eso, flor. – Le quitó el balón de las manos a Marina. – ¿Vamos a jugar o qué? Y podrían por favor ser gentiles con Sofía, no sabe muy bien. – 

Para qué juega entonces, pensó Amelia. – Claro, esto es un amistoso, no un torneo. – Le sonrió a su amiga con una de sus mejores sonrisas falsas.

Empezó el juego con el sol en lo más alto, un grupo cerca al de ellas se unió para el relevo al marcar mínimo siete puntos, se quitaron las camisetas quedando las chicas en biquinis y los chicos en pantaloneta solamente. Amelia, Luisita, Marina, Andrea y Alina, eran un equipo como siempre habían hecho mientras que Sofía, Lourdes, Reggie y dos chicos del grupo que se les unió estaban en el equipo contrario.

Jugaron sin problema alguno, el equipo de solo chicas siendo superior, pero cada vez que Luisita consolaba con un beso a Sofía por hacerle punto Amelia apretaba los dientes y la temperatura en su cuerpo empezaba a subir. Aquello no era un torneo ni mucho menos pero extrañamente Sofía resultó ser mucho mejor en voleibol de lo que todos, incluida ella misma, pensaba, robando puntos con bloqueos efectivos y con los puños, mientras Amelia se destacaba haciendo los saques largos que siempre le otorgaban puntos extras a su equipo.

Estaban en el punto decisivo, estaban sudados, sedientos y acalorados, pero con la adrenalina a tope en el cuerpo y Amelia una vez más tenía que tragarse como aquella chica besaba y manoseaba a Luisita frente a sus narices. Era el turno de Marina de hacer el saque, del otro lado de la red respondía uno de los chicos con su último aliento comiendo arena, luego Lourdes quien la mandó al lado del equipo de las chicas respondiendo Andrea quien respondió enviándolo muy arriba, Amelia saltó cerca de la malla para responder y clavarlo encontrándose con el bloqueo de Sofía una vez más, solo había un problema y es que esta vez el bloqueo del balón lo hizo con su cara haciéndola caer al suelo con la cara enrojecida y la nariz sangrando.

El juego se detuvo con el chillido de Luisita que corrió hacia su novia ante las miradas de los demás. – Cielo, ¿estás bien? Joder estás sangrando, alguien que me ayude por favor. – Pidió desesperada, los chicos del otro grupo se acercaron a ayudarla a levantarse y llevarla a un lugar con sombra y así revisarla.

Amelia caminaba detrás de ellas. – Luisi, lo siento…

-Te pedí que fueras gentil, Amelia. – Le reprochó.

-No fue intencional, rubia. – Marina defendió, aunque Luisita ya no estaba para escucharlas a ninguna de las dos, las había dejado allí paradas. Marina volteó a mirar a su amiga. – No fue intencional, ¿verdad? – Preguntó para confirmar, pero la mirada mordaz de Amelia le hizo levantar las manos en rendición. – No he dicho nada. – 

Luego de un rato y ya Sofia con una bolsa de hielo en la nariz y en la frente, Amelia se acercó a ellas otra vez. – Oye lamento mucho lo que pasó, no fue mi intención lastimarte. – Le dijo directamente a la novia de su mejor amiga.

Sofia recostada en el pecho de Luisita le sonrió apartando la bolsa de hielo. – Ya lo sé Amelia, fue un accidente, no pasa nada. – Le ofreció una sonrisa genuina, aun tenía la frente roja y la nariz algo hinchada.

Amelia asintió y miró a la rubia que permanecía en silencio. – ¿Y tú qué? ¿Estás enojada conmigo? – Preguntó colocando una mano en su frente para cubrirse del sol.

-No, no estoy enojada. – La miró brevemente. – Solo me asusté. – 

-Pues lo siento, los accidentes pasan. – 

Luisita suspiró pesadamente y se puso de pie frente a su amiga antes de abrazarla. – No quise gritarte, perdón. – Se aferró a su cuello.





-Pausa. – 

-¿Otra vez? – Puso los ojos en blanco.

-No seas quejicas, solo quiero saber si realmente no la golpeaste con el balón intencionalmente. – Entrecerró los ojos.

Amelia se cruzó de brazos. – Seré todo lo zorra que quieras, pero no soy una persona violenta. –

-Vale, vale. – 

-Aunque tengo que admitir que luego estuve como media hora riéndome sin que te dieras cuenta. – Se echó a reír. 

-¡Serás gilipollas! – Luisita se lanzó sobre ella estrujándole los brazos. Terminaron riéndose las dos. – La empatía la llevas en el culo. –

-Pero que culazo, ah que sí. – Movió las cejas de arriba abajo.

La rubia puso los ojos en blanco. – Ughrrr el ego que manejas es de otro mundo. – Amelia se rió. – Avancemos por favor. – 

-¿Tanto afán tienes de lo que sigue? – Preguntó con picardía en su tono.

-No, tengo ganas de que terminemos esto de una buena vez, a ver si cada quien retoma su vida. – 

-Pero si te encanta compartir tu vida conmigo, que dices chica. – 

-No hablo de nosotras, sino de los lectores. – 

-A ellos también les gusta compartir sus vidas con nosotras. – Refutó.

-Y nos desviamos de nuevo. – Luisita hizo una mueca de exasperación.

-Desviadas ya somos, cari. – Ante su comentario ambas se rieron. – Pero tienes razón, volvamos al ruedo. ¿Te acuerdas de aquel día? – Preguntó en voz baja.

Luisita sonrió de medio lado. – ¿De cual día específicamente? El día de playa o …

-O…? – Levantó la ceja la morena instándola a terminar su frase.

Luisita terminó por morderse el labio. – O … Aquel día… –



El día en cuestión fue traído a sus recuerdos cuando al caer la tarde, los bares empezaban a cobrar vida, había más gente en las calles y lugares aledaños a donde estaban ellos pasando el día y de repente solo se necesitó que se escucharan los primeros acordes de aquella canción para que ambas cruzaran miradas. No hacía falta que dijeran nada, sus nacientes tímidas y conocedoras sonrisas lo decían todo.

Podía haber más gente a su alrededor y, aun así, como en su recuerdo, estaban ellas solas reviviéndolo una vez más… desde aquella vez.

Estaban aún en la universidad, tres años de amistad siendo inseparable desde aquel día en que una extraña mira tetas entró sin ser invitada a la habitación de la rubia, el resto es historia. Luisita recientemente había terminado con su novio o más bien él la había ghosteado, un día simplemente le envió un texto diciéndole que terminaban y ya está y Amelia estaba en su eterna soltería antes de involucrarse con Parker a quien ya conocía y mojaba bragas por la decana.

Era viernes noche y la calle las llamaba, con más amigos estuvieron en una discoteca de ambiente donde las luces parpadeantes les hacia estar en trance, las bebidas iban y venían y se lo estaban pasando realmente bien, Amelia siendo la exhibicionista de esa época siempre terminaba descalza y sin camisa mientras que Luisita bebía sus tequilas desde sus tetas casi al aire de no ser por su sujetador.

Swing a little further, higher
Underneath the big top trees
Scrape my knees, whatever, oh
I’m going to let them bleed
Got no turning back
I’m going to flirt with that

[Balancéate un poco más lejos, más alto,
bajo los árboles de grandes copas.
Araña mis rodillas, lo que sea, oh.
Voy a dejar que sangren.
No tengo posibilidad de regresar,
voy a coquetear con esto]

La canción empezó a sonar y a ambas les encantaba y más aún cuando sus miradas se cruzaban. Luisita había terminado de tomarse de un solo trago su bebida cuando Amelia se acercaba a ella con una mirada devoradora, ella le sonrió devolviéndole con una sonrisa, pero nada la prepararía para lo que vendría.

Get a little closer
Get a little closer

[Acércate un poco más.
Acércate un poco más.]

Amelia agarró sus caderas chocando sus cuerpos, sus pechos se rozaron, sintiendo sus respiraciones a juego. Para cuando el coro estalló la morena había retrocedido sus cuerpos hasta lograr sentar en un taburete a la rubia y saltar sobre ella quedando a horcajadas.

Cliff’s edge, you turn me on
You lead me on
You got me on

[Al borde del precipicio, me excitas,
me incitas,
me tienes entregada.]

Para cuando el coro estalló la morena había retrocedido sus cuerpos hasta lograr sentar en un taburete a la rubia y saltar sobre ella quedando a horcajadas.

A cliff’s edge, where I belong
You got me on
And turn me on
I want to feel that sea breeze
I want to feel that sea breeze

[Al borde del precipicio, el lugar al que pertenezco,
me tienes entregada,
y me excitas.
Quiero sentir esa brisa marina.
Quiero sentir esa brisa marina.]

Con cada cambio del ritmo de la canción Amelia se empujaba más hacia la rubia colocando sus manos por encima de los hombros de su amiga y ésta en respuesta le apretaba el culo con más fuerza. Podían escuchar la gente alentarlas a seguir a lo lejos, pero lo que realmente podía sentir Amelia era el aliento caliente en sus tetas y Luisita las bragas desechas.

Closing in closer to you
This could take all night
Caving and crumbling on your
Hips, your lips, they’re mine

[Acercándome cada vez más a ti,
esto podría llevarnos toda la noche.
Adentrándome y desmoronándome en tus
caderas, tus labios, son míos.]

La morena se acercaba cada vez más a ella tirando de su cabello, sus labios se rozaron, pero sus ojos nunca se apartaron de la mirada de la otra y mientras le cantaba a la boca esa parte de la canción, el resto de su cuerpo no podía dejar de restregarse contra el de su mejor amiga.

Cliff’s edge, you turn me on
You lead me on
You got me on

[Al borde del precipicio, me excitas,
me incitas,
me tienes entregada.]

Luisita solo percibía su piel erizarse con el contacto de su amiga y las ganas de tocarla más íntimamente, Amelia sin duda era una provocadora y a ella ese juego, como decía la canción, la excitaba, la hacía estar al borde del precipicio, pero ella también sabía provocar y se vio a sí misma morder el pezón izquierdo de su amiga por encima del sujetador a lo que Amelia respondió apretando el agarre en su cabello.  

A cliff’s edge, where I belong
You got me on
And turn me on
I want to feel that sea breeze
I want to feel that sea breeze

[Al borde del precipicio, el lugar al que pertenezco,
me tienes entregada,
y me excitas.
Quiero sentir esa brisa marina.
Quiero sentir esa brisa marina.]


La canción se acabó en la discoteca, pero no en sus cabezas y cuando estuvieron de vuelta a la habitación de la rubia no sabían muy bien como habían llegado, solo que seguían abrazadas cantando la canción por el camino sin importarles las miradas que los demás le daban, se habían separado del grupo con el que salieron esa noche a divertirse y ahora estaban allí las dos como tantas noches anteriores.

Cada una se tomó una botella de agua y pasaron al baño para desmaquillarse y colocarse ropa de dormir, la tensión aún se palpaba entre ellas por más que solo eran risas y empujones de cariño. Entraron a la cama quedando una frente a la otra. – Sergio es un idiota. – Comentó Amelia en referencia al ex novio de su amiga.

Luisita se echó a reír. – Lo es… Y mal polvo además. – 

-Que horror. – Amelia se carcajeó. – Necesitas mirar hacia el lado de las chicas. – 

-Mmmm suena tentador, pero no sabría que hacer. – Soltó otra risa.

-¿Eso que significa? – Preguntó Amelia confundida.

-Pues que nunca he estado con una mujer, ni siquiera he besado nunca a una. – Se reía arrugando la nariz.

-Es una pena. – Se burló Amelia.

La rubia le dio un manotazo en el brazo. – Idiota. –

-¿Te gustaría probar a qué se siente? – Preguntó acercándose Amelia pasándole un brazo por su cintura, lo cual no era raro entre ellas, solían dormir abrazadas haciendo la cucharita y sin embargo ese simple contacto, incitó a mucho más. 

Luisita entrecerró los ojos. – ¿No será más bien que quieres ser la primera? – Le devolvió con picardía.

-Las amigas que se besan son las mejores dicen por ahí. – Respondió Amelia.

-Dicen eh, habrá que probar. – Le sonrió acercándose a ella un poco más.

-Hombre, hay que hacerlo por la ciencia. – Amelia miró a los labios rosados y se relamió los suyos. – Por puros fines educativos. – Susurró en sus labios.

Luisita coló una de sus manos en los cabellos negros. – ¿Vas a enseñarme? – 

-Si eso quieres. –

-¿Y de cuantas lecciones estamos hablando? –

-Toda la noche si me dejas. – Agarró el labio inferior de su amiga y lo mordió ligeramente, ya no aguantaba más.

Luisita jadeó silenciosamente. – ¿Si yo te dejo? – Se subió sobre ella.

Amelia agarró sus nalgas con ambas manos. – Tú mandas. – Le dio vía libre a que escogiera.

-Mmmm que rico eso de mandarte. – Empezó a mover su parte baja sobre la de su amiga lentamente.

-Te puedo hacer cosas más ricas. – Sin darle más largas a aquello que parecía inevitable, Luisita terminó por estrellar sus labios juntos, primero familiarizándose con unos labios suaves y llenos que solo le provocaban seguir explorando, pensó que después de haberlos contemplado tantas otras veces, que por fin los estuviese probando era mucho mejor que solo observarlos.

Amelia subió las manos por la espalda de su amiga hasta llegar a su cuello y meter los dedos por sus cabellos, sujetándola allí donde tanto había querido en otras ocasiones, aquellos labios rosados se le hacían mucho más atractivos ahora que los tenía entre sus dientes, chupó con fuerza su labio inferior para luego darle paso a la lengua de Luisita en su boca y allí estalló aquella locura.

La descarga eléctrica que sintieron sus cuerpos cuando apenas sus bocas se conocieron al completo por primera vez, les dio el previo aviso de lo que se vendría esa noche para ambas. La morena buscó sacarle la camisa de dormir a su amiga sintiendo su piel caliente y suave a su tacto y ésta hizo lo mismo con ella sorprendiéndose cuando fue ella quien primero se abrió paso entre sus pechos.

La rubia se llevó uno de sus pezones a la boca, es verdad que era inexperta en el cuerpo femenino, pero eso no le intimidaba, al contrario, estaba dispuesta a saciarse las ganas de conocer. La textura blanda del pezón de Amelia rápidamente endureció con sus lamidas y succiones como se las iba pidiendo la misma morena que no se cortaba en decirle como le gustaba.

Había confianza en ellas, ninguna de las dos era tímida y evidentemente se tenían ganas. Amelia decidió tomar las riendas en el momento en que escuchaba sus propios gemidos cada vez más altos, les dio la vuelta en la cama y se dedicó a atender los pechos rosados de su mejor amiga, la había visto desnuda más de una vez y sí, tenía bonitas tetas sin duda alguna. Luego de recrearse en sus pechos subió hasta su boca de nuevo atacándola con todas sus ganas, beso entonces su cuello y mordió el lóbulo de su oreja. 

Entonces Luisita vio que su habitación se iluminaba de repente, Amelia había encendido la lampara a un lado de la cama, la miró confundida, pero ésta no hizo más que sonreírle. – Quiero que me veas y tampoco pienso perderme ningún detalle. – Le dijo a la boca robándole besos.

-Eres una pervertida. – Luisita respondió con la respiración agitada.

-¿No te gusta? – Levantó la ceja sonriéndole de medio lado.

La rubia atrajo a su amiga para besarla una vez más. – Me encanta. – 

Lo siguiente que pasó no lo olvidarían ninguna de las dos jamás, Luisita recostada en la cama en primera fila vio como su amiga le dejaba un reguero de besos por su abdomen que sabía al día siguiente serían chupetones, la vio quitarle las bragas con lentitud que lejos de desesperarla solo le excitaba más, sentada en medio de sus piernas, Amelia le abrió las piernas hasta tenerla completamente a su merced, podía sentir su aliento caliente haciéndole tragar un nudo inexistente en su garganta.

Pasó su lengua primero por sus muslos e ingles provocándola un poco más, su necesidad crecía y con cada mirada que Amelia le dedicaba sabía que lo hacia adrede, por lo que coló una mano entre sus piernas con destino a su clítoris, pero fue detenida. – Quieta, que esto es mío. – 

-Pues hazte cargo ya. – Levantó las caderas buscando alivio.

-Tenemos toda la noche, Luisi. – 

-Exacto, ya puedes ir lento después. – Agarró su rostro. – Ahora solo quiero el desfogue, puede ser. – 

Amelia se rió de su desesperación, pero sucumbiendo a ella en el proceso, se relamió los labios y aunque Luisita se esperaba el contacto de la lengua con su sexo, sentirlo tan directamente era un asunto totalmente diferente. Se aferró a los cabellos negros de su amiga mientras esta se la comía con las ganas de una cena en deuda.

Incapaz de apartar la mirada, la rubia observaba como los labios de Amelia iban y venían cada vez más brillantes debido a la acumulación de sus fluidos y por Dios que eso le encendía más, se retorcía bajo ella indicándole de vez en cuando, cuándo ir más rápido, cuando aminorar y cuando dar la estocada final, Amelia sostuvo sus caderas mientras succionaba a petición de la rubia quien se apretaba sus propios pechos totalmente entregada y desinhibida, la escuchó y sintió correrse en su boca y para ella no había sensación más inolvidable.

-Mierda… Para… Joder no puedo más. – Luisita se limpiaba la frente llena de sudor con la respiración agitada sintiendo el camino de besos que recorrían de vuelta su cuerpo. – ¿Te puedo besar? – Preguntó entrecortadamente.

-Uff pues más te vale que quieras. – Las palabras de Amelia fueron interrumpidas abruptamente luego de eso.

Luisita se aferraba a su cara mientras la besaba con todas sus ganas acumuladas y gimió al probarse a sí misma en los labios de su amiga. – Que sexy, la puta madre. – La besó de nuevo y otra vez y otra vez.

Sus labios estaban hinchados y no hacían más que empezar. – Necesito que me toques, Luisi. – Amelia pidió con la voz ronca llevando una mano de la rubia hasta sus bragas empapadas.

Luisita les dio la vuelta de nuevo, casi con riesgo a caerse de su cama diminuta, pero nada de eso les importó, frente a ella tenía por primera vez a una mujer desnuda, y que mujer, era una imagen que no borraría nunca de su memoria, le había sacado las bragas a su amiga y con sus dedos empezó a masturbarla escuchando las indicaciones que ésta le iba dando. El ceño fruncido de Amelia, esa vena que le salía a un costado de su cara con la presión de la excitación y la sangre bombeando a carrera, sus labios entreabiertos, su cuerpo retorciéndose; ella lo sabía, no olvidaría esa noche jamás.

En un movimiento totalmente impulsivo enterró dos de sus dedos en la vagina de su amiga y se agachó a besarle el monte de venus, tuvo allí el primer acercamiento a su favor y le encantó así que allí se quedó y mientras entraba y salía de ella su boca daba pequeñas lamidas y chupetazos a su clítoris, escucharla gemir era como activar dinamita y ya directamente verla correrse gracias a ella y sus caricias le hacía querer volar en mil pedazos.

Luisita se posó sobre ella, esta vez sus cuerpos completamente desnudos se rozaban entre sí encendiendo la llama que estaba lejos de apagarse esa noche. – ¿Seguimos? – Preguntó sonriendo.

Amelia se aferró a su culo acomodándola para tener sus sexos perfectamente acoplados. – Toda la noche, guapa. – Mordió su barbilla antes de besarla con furia.

Luisita empezó a moverse sobre ella jadeando con cada empuje. – ¿Seguiremos siendo amigas por la mañana? – 

Amelia aterró la yema de sus dedos en la piel de Luisita. – Las mejores amigas. – Y la besó de nuevo.




-Uff madre mía que calor. – Amelia se abanicaba con una mano.

Luisita mientras tanto se removía incomoda sintiendo sus bragas un poco perdidas. – Ni que lo digas, necesito awita. – Se abanicaba ella también. – Y eso que aun falta una parte. – 

-¿Te refieres a como terminó el día de la playa? – Luisita asintió. – Puff podemos dejarlo para el siguiente capitulo, de repente ya no tengo ganas. – 

-No puedes fingir que no pasó. – 

-Pero al menos puedo retrasarlo. –

-Pues como tu prefieras… Tú mandas. – Le dijo aquello último con intención.

Amelia la miró acusatoriamente. – No quieras jugar con fuego que luego le tienes miedo a quemarte. – 

Luisita estalló en una carcajada. – Ya veremos quien se quema primero. – 

-Como te gusta eso, eh. – 

-¿Qué cosa? – 

-Dejarme al borde. –

      

___________________________________________

Dejaré esto por aquí y me retiraré lentamente 👀

Kudos ❤️

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