Still Loving You.

By Carminum_07

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Sebastian es un pianista que por insistencia de sus padres llega a una escuela nueva. Victoria, por otro lad... More

Capítulo II: Toccata y fuga
Capítulo III: Anastasia parte 1.
Capítulo IV: Layla.
Capítulo V: Don't stop me now.
Capítulo VI: Anastasia parte 2.
Capítulo VII: Crazy Little thing called love
Capítulo VIII: Pride and Joy
Capítulo IX: Somebody to love
Capítulo X: No One like You
Capítulo XI: Moonlight Sonata
Capítulo XII: Love of My life

Capítulo I: La bella durmiente

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By Carminum_07

Una vibración, no solo eso sino una simple y llana, eso es el sonido. Eso quiere decir que toda onda, desde el canto de un grillo hasta la más compleja sinfonía no es más que una perturbación del aire que avanza desde la fuente hasta nuestros oídos. Aun así nos hace sentir, recordar, amar, odiar, temer. Tantas emociones por un simple sonido. Es sin duda la simplicidad de lo complejo en su máxima expresión y que brinda un torrente de recuerdos todos ellos tan diferentes. Y es que dependiendo su frecuencia y orden puede dar a entender todo o nada.

¡Un, dos, tres!" Marca el director y las cuerdas empiezan a seguir el tempo del dulce vals, la sección de maderas lo sigue en melódica carrera, el pulso empieza a subir mientras los metales suben en cromatismos de tres en tres... y de pronto empieza: un dulce amor en un ballet solo de dos.

En mi sueño todo está en paz, todo armónico, todo en conjunto, todo ordenado a la manera jónica de sol. De un momento a otro el sonido se empieza a distorsionar.

Surge una nueva armonía causada por la desarticulación de la anterior, una serie de ligados corre en fuga, el contrapunto se apodera de lo que ahora reconozco como una guitarra eléctrica, junto a ella hay un piano de cola siguiéndole el paso como si fuesen uno solo...

Cuando comienzo a despertar escucho a mamá llamándome desde abajo, pero no me importa demasiado. En el momento en que por fin termino de hacerlo, me doy cuenta de que me había quedado dormido sobre un montón de partituras, y ahora están mojadas con mi saliva.

-Lo siento mamá -bostezo-. ¿Querías algo? -respondo algo adormilado todavía, la noche anterior me había desvelado en el piano, ahora debo ver cómo le hago para arreglar las partituras-. Me quedé dormido mientras componía.

-¡No deberías dormir por la tarde, no podrás hacerlo en la noche y mañana te vas temprano! -reprende haciéndome recordar aquello que no quería-. ¡Tú padre ha llegado, baja a saludarlo por favor! -levanta la voz mientras yo oigo la puerta principal abriéndose desde arriba.

Recojo todos los papeles que estaban en la cama y los pongo en mi mesa de noche.

-Sí señora, bajaré en seguida. -Obedezco poniéndome de pie con algo de dificultad.

Me estiro, me había quedado dormido en una posición algo incómoda.

Empiezo a bajar e inmediatamente escucho al violín de mi padre, resonando por toda la casa, ese sonido me recuerda mi infancia. Papá solía tocar música clásica para mí antes de dormir e incluso me enseñó un poco a tocar, el resto lo aprendí por mi cuenta.

Me ve sobre el último escalón y cambia la pieza que había estado tocando. Es evidente que quiere que lo acompañe con el piano de pared que está en la sala. Es viejo y está algo desafinado, pero bueno es culpa mía el que no esté al cien, por otro lado: ¿Por qué habrían dos pianos en una casa con solo un pianista?

Espero a que repita el primer compás. Cuando eso sucede empiezo a tocar al ritmo del vals de Tchaikovsky. Mientras, mi padre toca la melodía principal. Los trinos del violín inundan el salón, haciendo parecer a mi casa un verdadero teatro. El amor, el odio, la ilusión y el romance. Los brincos que da el violín me hacen pensar en una época en la que todo era más sencillo: más lento, sin prisa, sin ruido y sin hacer todo a la carrera. Me recuerda a aquella época en la que pensaba que el amor era simple y pura magia...

Al terminar la pieza, dejo que mamá y papá tomen asiento en el comedor, mientras yo sirvo la cena. Es algo que hacemos cada día: nos rotamos las tareas dependiendo del horario de papá en el conservatorio y las horas que pase mamá en la universidad. Como podrán suponer, yo suelo llevarme la peor parte del trabajo, puesto que tengo mayor tiempo libre entre los tres. Estoy siendo explotado por mis padres, como si fuese un amo de llaves o un mayordomo.

Mientras cenamos, papá insiste en conversar conmigo sobre la nueva escuela a la que empezaré a asistir el lunes. Yo no quiero hacerlo, ni siquiera quería, en primer lugar cambiar de escuela. No fue si no luego de que se me ofreciera una beca del cien por ciento, además de mi propia sala de ensayo e incluso cubrieran el traslado de mi propio piano hasta allá, que no pude, con esto me refiero a que mis padres no me dejaron, negarme. Yo me sentía muy cómodo en mi antigua escuela, en la sala del club de música había un piano de pared que podía usar para componer y tenía bastantes amigos, pero qué más da, no tiene mucho que hacer con el mejor colegio especializado en artes de todo el mundo... lo sé, esto les sonará raro pero aquí se ha logrado algo que en sus países les sonará a broma... los artistas somos, no solo bien pagados, si no respetados. Aquí la gente se alegra cuando un niño quiere ser artista, la verdad ni yo me la creo.

Luego de tratar de desviarme del tema un rato y de que me preguntara que se siente que tal academia se fijara en mí, termino por responderle de mala gana.

-Pues no lo sé, papá... tenía buenos amigos, estaba componiendo algunas canciones para la orquesta de la escuela y las iba a presentar el semestre que está por comenzar, incluso me atrevo a decir que una chica se había fijado en mí -respondo con desdén.

-Sé que esto cambia tus planes de mala manera hijo, pero trata de entender, esa escuela es la mejor y se ha fijado en ti para una beca completa, ante los ojos del mundo musical es como si te reconocieran como un prodigio -me responde mientras sé que es su orgullo el que habla y no su paternidad. Años antes el mismo se había negado a que fuera a esa escuela por lo exigente que podía llegar a ser. Dijo que merecía disfrutar de mi niñez y adolescencia plenamente, y que luego si yo quería, podría aplicar para la escuela o incluso para la universidad a la que está asociada. Desde esa falsa afirmación han pasado unos diez años y ahora me obligó a cambiar de escuela en mi último año.

-Lo sé y por eso dejé que ustedes me pasaran por encima con esa decisión, pero que quede claro papá, feliz no estoy -respondo dejando muy en claro mi molestia. Es la ventaja de mis padres, yo mismo puedo expresarme como quiera sin que lo vean como una falta de respeto... la única, en lo demás son como cualquier otro adulto, no es como si fuese algo negativo.

-Como sea, ¿empacaste? Mañana tú tía te espera a primera hora -pregunta siguiendo la conversación anterior sin apenas pensarlo, sabía que esta vez sí me seguía la corriente iba a salir no solo muy enojado si no lastimado también.

-Por supuesto que sí, yo nunca dejo nada al azar, papá -respondo mientras me levantaba con mi plato vacío-. Por el amor a Dios, no dejes que nadie mueva ni un centímetro mi piano, ese piano de cola se queda aquí y se acabó. Ya veré en donde practico, pero recuerda que no accedí en ningún momento a que se lo llevaran. Esa cosa está prácticamente pegada al piso de la casa y tendría que sacarse por el techo.

-Lo sé hijo, lo sé, ese piano es una reliquia, el marfil ya no se consigue -dice mientras empezaba a lavar la vajilla-. Tranquilo, el piano no va a ninguna parte.

-No es sólo eso papá. El piano se queda aquí porque quiero volver lo más pronto que se pueda -contesto inquisitivo y molesto, yo no quiero ir a ningún lado.

Él simplemente agacha la cabeza, creo que fui muy lejos ahora y la verdad me siento algo culpable de haberlo hecho. Papá sabe que estoy muy molesto, pero no significa que no lo quiera, bueno accedí a irme después de todo, pero San Lorenzo ha Sido mi hogar toda la vida y sacarme así de el no es ni de lejos buena idea.

Por la noche me siento en el viejo piano de cola, esperando no tener que salir de allí. Me siento frustrado, enojado, una sucesión de acordes disonantes es lo único que salía en aquel cuarto aislado.

A la mañana siguiente me encuentro dentro de una gabardina larga y negra como mi alma. Lo sé, mi humor es exquisito, muchas gracias por notarlo. Me había trenzado el cabello justo como Lucy me enseñó, así que no debería verme mal.

Cómo sea a primera hora, Daniel y Lucy, mis mejores amigos, están en mi casa. Mamá les había dicho que me iba, aunque yo no quería que se enteraran. Iba a pasar si acaso un semestre ahí después de todo, según yo.

-¿Quieres decirme, enano de mierda por qué no te molestaste en decirme que te ibas? -me reclama la morena chica mientras apretaba mi brazo contra su pecho. Daniel por su parte reía con aquella escena.

-Para empezar, el burro hablando de orejas, luego yo mido 1.80. Que Daniel sea un poste no es asunto mío. -ahora se deja de reír de mí, se ve ofendido y obligado a defenderse.

-¡Oye! A mí no me culpes de tu estatura, la mía es perfecta -exclama Daniel indignado.

Lucy y yo solo nos echamos a reír sin parar y luego Daniel nos siguió (era evidente que ambos éramos casi igual de altos).

-Te extrañaremos, Seb, ¿verdad Dani? -pregunta Lucy con ternura. Ella es una dulzura, súper efusiva y súper buena chica, todos los chicos de la escuela están orbitando siempre a su alrededor.

Daniel solo levantó la mirada como haciendo que no le está poniendo atención

-¿Verdad Daniel? -vuelve a repetir mientras lo miraba de manera amenazante.

-Si... obviamente -responde con sarcasmo mientras metía las manos en su bolsillo.

-¡Eres un idiota! -le respondo sonriendo-. Bueno chicos hora de irme, Lucy por favor cuida que este imbécil no robe un banco o fume marihuana sin querer -bromeo riendo.

Lucy no me quería dejar ir, pero al final me dió un beso en la mejilla y me dejó subir al automóvil. Aún corrió llena de lágrimas detrás del auto de mi padre una o dos cuadras, es demasiado dramática, hace parecer mi vida una comedia romántica o algún tipo de anime.

Miro un mensaje de Ana, la chica de la que le había hablado a papá, pero no tuve el valor para responderle, ella no conoce a mi madre, por lo tanto no sabe que yo me voy. Me parte el corazón hacer una cobardía así, pero en este momento no sé cómo reaccionar a todo lo que está pasando, espero volver rápido para explicarle bien todo lo que pasó y que algún día me perdone.

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