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By xElsyLight

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By xElsyLight

「 ᴀʜᴏʀᴀ ᴇsᴛᴀᴍᴏs ᴊᴜɴᴛᴏs 」



La reacción de Tommy fue bastante graciosa. Dio un chillido alto, casi parecido al de una chica y al soltarme, por echarse hacia atrás con rapidez, terminó por caer de bruces al suelo. Aquello hizo que me riera fuerte, pero no quería ser malo ya que en parte era culpa mía.

Gateando me asomo por el borde de la cama, y está sobándose la cabeza, dolido. Trato de dejar de reírme, pero es que no puedo. Me acomodo con lo pies colgando y apoyo mis manos en la cama, tratando de detenerme. Es cuando este se levanta y arrodillado y enfrente de mí, que coloca sus manos en mis mejillas y por fin dejo de hacerlo.

—Deja de hacer estas cosas, Newt. —Frunzo el ceño, sin entender a dónde quiere llegar y cuando me suelta, se da la vuelta rápidamente para cubrirse el rostro.

Me acaricio las mejillas, allí en donde el calor ha dejado rastro, y sonriente, me levanto para decirle que voy al cuarto de baño. Antes de desaparecer por la puerta, miro a mi espalda y descubro que este ya me estaba mirando atentamente. Le regalo una sonrisa pequeña, y veo una muestra de la misma en su rostro alegre. La puerta con marco de cristal se cierra tras de mí, y me apoyo en esta, intentando que los calores se me bajen. Me acaricio de nuevo las mejillas, y no entiendo porqué me pongo de esta manera con él. Dejando escapar un suspiro, me dirijo hacia el lavamanos y mojándome la cara, consigo despertarme del todo. Tras cepillarme los dientes, no tardo en salir.

Thomas está terminando de arreglar los tendidos de la cama. Me gusta que sea condescendiente, y amable, pero se pasa de la ralla. Me acerco a prisas y viendo que falta una parte del tendido por estirar, la termino por agarrar yo. Conectamos miradas al instante, pero no tarda en negar sonriente, mientras se cruza de brazos. Cuando lo dejo en su sitio, coloco una de mis manos en la cadera. 

—¿Por qué siempre tienes que intentar hacerlo todo, eh? Tommy, que te deje dormir conmigo no significa que al día siguiente te comportes como una especie de avox. —Se carcajea con fuerza por mi comentario, pero mueve su pierna de una forma inquieta y sale dirigido al baño con su muda de ropa encima. Antes de cerrar la puerta, me suelta que me merezco mucho más que eso.

Niego ante sus estupideces, y decido abrir la ventana de para en par a dejar que entre un poco el aire. Nada más hacerlo, un frío se cuela por mi cuerpo e inconscientemente, me abrazo el torso y un recuerdo vago me invade de pronto. Vuelvo a unos años antes, a mi distrito, y recuerdo a la perfección la primera vez que vislumbré la nieve caer en mi hogar.

A través de la ventana de mi cuarto, y mientras en mis brazos descansaba mi hermanita, ambos descubrimos que en las callejuelas del barrio brillaba una tenue luz grisácea y que estaba siendo acompañada por nubes que cubrían el cielo, lo que ya de por sí era una rareza en esos días. Recuerda quedarse helado en cuanto advierte los copos blancos. Caían arremolinándose y danzando, desafiando a la gravedad al revolotear hacia arriba antes de flotar de nuevo hacia abajo. Evoca la sensación alegre al ver la forma en la que los copos iban a la deriva hasta que gradualmente caían al suelo, derritiéndose tan pronto como tocaban el pavimento.

También recuerda a su hermana llamando a sus padres, y cómo salía de su agarre para acariciar las pecas húmedas que salpicaban el cristal de la única ventana de la habitación. En la tarde Minho fue a buscarle y se la pasaron casi toda la tarde jugando a una pelea de bolas de nieve. Fue un día inmemorable, y sin quererlo, la tristeza le embargó repentinamente al volver a pensar en lo lejos que se hallaba de la gente a la que quería. Un carraspeo a su espalda le llamó la atención y dejo de ataviarse en sus memorias dolientes.

—¿Hm? ¿Ya has salido tan deprisa, Tommy? —Pero al darme la vuelta, me encuentro con una mujer avox.

¿Si quiera los avox pueden carraspear? A pesar de la confusión que se asoma, no sé cómo reaccionar al principio, y mi agarre se aprieta en mi torso, sintiendo que la inquietud se apodera de mí. Sin darme cuenta, la preocupación de la noche anterior de Alby regresa con brío, y me pesa.

La mujer tiene los ojos azules (casi parecidos a los de Alby), y un cabello negro y corto que le llega hasta los hombros. Posee una piel extremadamente blanquecina y su mirada es fría e intensa. Sus brazos están tensos a los lados de su torso, pero sorpresivamente, a pesar de que un silencio sobrecogedor nos envuelve, es roto por la manera en la que se acerca.

Camina deprisa y me quedo estático, sin saber si debería apartarme o no; aun así, decido no hacerlo. Me libero de mi agarre y alzo la cabeza, pensando en qué a lo mejor conoce a Alby. Mantengo nuestras miradas conectadas, negándome a bajarla y a faltarle el respeto a las posibles fuerzas que le ha echado para venir hasta aquí. Al principio nos quedamos así, mirándonos intensamente, y aunque trata de ocultarlo, pronto descubro que un manto cae de ellos y me deja vislumbrar la tristeza y pena en ellos. Las lágrimas se asoman y caen de improvisto; me toma por sorpresa, y mi cuerpo se mueve solo coaccionado por la lástima que siento por ella.

Mis brazos la acogen y trato de no sobrepasarme o de incomodarla. Ella deja caer su cabeza sobre el cuello de mi hombro, y yo la abrazo por la cintura, intentándole dar fuerzas. Recuesto mi cabeza en su cabello y descubro lo sedoso que es. No duramos más que unos segundos, porque se separa de mi lado con un movimiento brusco, y me empuja hacia atrás. Siento sus manos en mi pecho y dirigiendo mi vista hacia abajo, descubro que sostiene un pequeño papelito.

Lo agarro sin dudarlo, y ella recuperando su rostro de marfil, no tarda en desaparecer del cuarto. Acaricio el papelito, y me recuerda a la vez que Alby me dio su nombre en algo similar; le dedico una mirada al cuarto de baño y a sabiendas de que Thomas va a tardar todavía un rato más, lo abro sin contemplaciones. Mi corazón se llena de alivio al leerlo y siento que las piernas me tiemblan con fuerza. No caigo de suerte porque me apoyo en la encimera.

"Alby está bien. Te doy las gracias por salvarle la vida. Por ahora, estará bajo cuidados, así que yo me ocuparé de atenderte como es debido. Ah, y por cierto, puedes decirme Selene".

¿Selene? Una nueva amiga por lo que veo. No recuerdo haberla visto por los vagones en ningún momento, pero tampoco puedo decir mucho. No es que recuerde el rostro de cada uno de los avox que nos sirven, por supuesto. Thomas sale del baño justo cuando estoy arrugando el papelito; después lo lanzo por la ventana y aprovechando que mi visita está cerrando la puerta con cuidado, saco la daga y la escondo entre los pliegues de la ropa. 

—¿Dónde puedo dejar esto? —pregunta, mientras sostiene entre sus manos la ropa de dormir de la noche. Riéndome, le digo que la puede dejar sobre mi cama, porque luego puedo pedirle a un avox que se la lleve al cuarto. Cuidadosamente, sigue mi consejo.

Aprovechando que está distraído, me acerco por detrás y pasando uno de mis brazos por sus hombros, tiro de él con fuerza. Se asusta por unos segundos, pero no tarda en mostrarme esa sonrisa genuina que me..., Detengo mis pasos de inmediato al darme cuenta de lo que iba a pensar. Un rubor me sube por las orejas, y solo se detiene por la forma en la que entrelaza nuestras manos y me pide que salgamos de una vez.

—¡Deben de estar todos esperándonos! —Niego por segunda vez en el día, pero por fin coloco mi huella en la puerta y salimos de la habitación.

Al llegar al vagón comedor, dando una vista por encima, distinguimos a todos nuestros amigos en la mesa. Por suerte, no hay rastro de Janson por ningún lado; tampoco de Effie ni de Haymitch. Thomas se me adelanta para saludar a Ethan con un choque de manos, y cuando camino hacia ellos, me topo con un Vigilante que de repente tiene la necesidad de salir por donde hemos entrado. Intento dejarle paso, pero sin saber si lo ha hecho aposta, me golpea con fuerza uno de los hombros y sale de la habitación. No quiero pensar en lo extraño que ha sido, y termino por darme prisa en reunirme con los demás mientras me sobo el hombro derecho.

Heather se me acerca rápido y señala al guardia que ha salido, y yo me hundo de hombros y lo dejamos pasar. Tomo asiento al lado de Brenda, y me sorprende cuándo me salta encima Luna. ¿No había desaparecido? Feliz de que está conmigo, le acaricio detrás de las orejas. Este me responde lamiéndome la mejilla. Le dedico una mirada a mi amiga de cabello corto, y me regala una de sus mejores sonrisas, a la vez que se acomoda un mechón tras la oreja.

—Llegó en la noche buscándome, raspó mi puerta y por supuesto, pensé que estarías ocupado o habría pasado algo para que no se quedase contigo, o con Thomas. Por cierto —dirigió su mirada al chico de cabellos castaños y oscuros—, ¿ése no es el traje que llevabas ayer? —Yo esquivé la mirada intensa de Tommy, y las risas de Ethan y Heather le acompañaron al entender la pregunta.

Aun así, cuando de soslayo distingo la mirada nerviosa de Thomas, decido responder tras tomar un sorbo de café. Luna comienza a dar vueltas sobre nosotros, alegre y vivaracho como él solo.

—Ayer... —tragué grueso al sentir sus miradas encima, y al descubrir a la chica que me visitó antes se encuentra en una de las esquinas, me pongo algo nervioso. Pero aclarándome la garganta, continuo: —Bueno, ayer dormimos juntos, de nuevo. Así que por eso Tommy tiene la misma ropa. No ha tenido tiempo para cambiarse.

Las expresiones de mis amigos muestran sorpresa, y hasta creía ver que Ethan y Brenda chocaban los cinco. Me sonrojo hasta las orejas, y esta vez involuntariamente, ya que no esperaba que Ethan se pusiera a silbar como un loco y a felicitarnos. Entonces, fue Thomas quién se adelantó para detener aquella revuelta.

—¡No es lo que piensas! ¡Era muy tarde, y no podía arriesgarme a que alguien me viese!

—Entonces dar por hecho que... ¿Ahora las cámaras no os han grabado salir juntos de la habitación de Newt? —Ese hecho irrefutable de Teresa le calló la boca a Thomas, y pronto las risas de Brenda, Ethan y Heather se escucharon por toda la sala. La chica de ojos azules no comparte su alevosía, sin embargo.

Me uno a ellas, ya que no puedo evitarlo, mientras revuelvo la taza de café para que el azúcar caiga más deprisa. Aun así, me sorprende cuándo Ethan me llama la atención con una expresión avergonzada. Supe que iba a hablarme de algún tema privado en cuanto bajó la vista, arrepentido.

—Tengo que decirte algo, Newt. Pensé al principio que era una coincidencia, pero ahora que Brenda trajo a Luna, me di cuenta de que estaba equivocado. —Le da unos toquecitos a su pan con crema de mermelada.

Confundido, dejo la taza en la mesa sin saber a qué se refiere. Brenda está tirándole a Thomas migas de pan, diciéndole repetidas veces: «¡Deberías haberte lanzado! ¡Deberías haberte lanzado!», y Teresa trata de evitar que estas mismas le caigan encima. Esta vez si tiene una sonrisa en sus tersos labios. Heather me mira y une sus manos con las del chico del 4.

—¿Qué pasa, Eth?

—Verás... Al principio en los juegos, en la primera noche, me encontré con Luna. Intenté cazarlo, y le clavé una flecha en una de las patas. Obviamente fue en vano, porque me dio esquinazo. Pero... esta mañana no podía dejar de ver el parecido, y cuando observé uno de sus laterales, vi la cicatriz. Quiero... pedirte perdón. A Luna ya se lo he pedido, pero como es tuyo, pues...

Alzo las manos, no queriendo que siga. Entiendo que antes tratábamos de sobrevivir, así que se lo aclaro con una de mis mejores sonrisas. Ethan parece relajarse un tanto.

—No pasa nada, de verdad, es agua pasada. Lo importante es que este grandote ha sobrevivido y que ahora estamos juntos. —Cada palabra la aseguré con una caricia en su hocico.

Ahora más relajados, Ethan me dio las gracias en bajo y comenzó a tirarle sus propias migas de pan a Brenda, y ambos comienzan una guerrita de comida, pero sin sobrepasarse. Thomas trata de esquivar un pegote de mermelada, pero no tiene suerte. Mientras se carcajea en alto, Teresa le pasa una servilleta para que se limpie. Este la recibe agradecido.

Entonces, en ese momento en el que hay tantas risas entre nosotros, tanta felicidad..., De pronto, me da la sensación de que su ruido se apaga y de que me distancio de ellos. Hasta los saltos de Luna se ven lejanos, y aprieto mis manos con fuerza tratando de regresar con ellos. Pero me resulta imposible, en realidad varias imágenes me abundan mientras observo sus tonterías y siento una completa vergüenza de mi persona. Mi manera de exaltarme con Janson, la manera en la que le reventé la nariz porque me negaron ver a mis padres..., Luego están las muchas veces en las que me he peleado con Haymitch, y ahora comprendo que en muchas de ellas he sido el culpable. ¿Acaso seguía siendo el niño que salió del Distrito 12 hace ya casi un mes y medio? Por supuesto que no; ahora una rebelión se forma a mis espaldas, una que estoy impulsando junto a mis amigos, y no puedo seguir teniendo un comportamiento de verducho, como diría Minho. Frunzo las cejas al darme cuenta también en la forma en la que he tratado a Thomas; cruel y desdeñosa, así ha sido como me he comportado con él en los últimos días. 

Le miro de soslayo mientras riéndose trata de evitar que mermelada le caiga encima a Teresa, y me duele el corazón de pensar en que, mientras este me regalaba nada más que bondad y amabilidad, yo le entregaba una respuesta fría y distante. He pagado mi rabia con él, y con todos los demás, y... Finalmente comprendo que tengo que madurar de una vez por todas.

Toda mi vida la persona que me ha guiado, que me ha cuidado, y que me ha protegido ha sido Minho, mi mejor amigo desde siempre. Nunca he tenido que hacer nada a su lado, él era el líder de nuestro dúo y siempre ha estado ahí para cuidarme las espaldas. Pero ahora que comprendo lo lejos que estoy de su lado, ahora que no lo tengo conmigo, me doy cuenta de que estar en la arena ha sido la primera vez en la que he tenido que liderar mi vida por mi mismo. Entiendo ahora que las cosas son diferentes, y que tengo que guiar a toda esta gente, a mis amigos sobre todo, pero también a aquellos que se apoyan en mi y que me dan todas sus esperanzas. Obviamente no es una tarea fácil, menos para alguien que siempre ha estado detrás de alguien más, pero no por ello debo rendirme.

Por supuesto, recuerdo muy bien que a pesar de que no era la persona que peleaba contra los guardias para defender a aquellos que me importaban, compartía el mismo sentimiento de Minho de protegerles. Ahora, incluso después de tanto, comprendo que mi elección en la cosecha fue la oportunidad para comenzar a blandir la espada por mi mismo. Ahora puedo defenderles yo solo, porque soy más fuerte que entonces; así que, observando las risas alegres y vivaces de mis compañeros, me prometo a hacerlo cueste lo que cueste.

Decidido a hacer las cosas diferentes, a empezar con otro pie y a tomar mejores decisiones, me tomo otro sorbo de café y posándolo en el suelo, carraspeo algo alto para detener los juegos de mis amigos. Unos segundos después, las risas se acallan, y todos me observan con detenimiento. Aprovecho ese momento para arreglar uno de los errores que cometí en la noche. Impuse mi impotencia con una persona que solo había hecho lo correcto, y por mi ceguera, fui incapaz de verlo. Tomo una profunda respiración y le dedico una mirada pétrea.

—Teresa. —La llamó en aquel intenso silencio, y esta me mira con sorpresa. Aun así, asiente para que prosiga y sin dejar de apretar las manos bajo la mesa y apoyadas en mis rodillas, continuo—. Quiero pedirte disculpas por mi comportamiento de anoche. No era correcto haberme enfadado por una decisión lógica como la que tú tomaste. Por eso, te pido perdón. Admito que tampoco fue uno de mis fuertes recurrir a Haymitch, cuando es obvio que su borrachera podría haber ocasionado algo mucho peor y que lo mejor era, sin duda alguna, haber ido a buscar a Janson como hiciste.

—Newt, no entiendo... —Alzo una de mis manos, interrumpiéndola y haciéndole saber que no he terminado. Se calla y termino aquello que resume todas mis ideas para con ella.

—A lo que voy es que te quiero dar las gracias porque, a pesar del miedo que pudiera tener, actuaste con todos tus sentidos y tomaste una buena decisión. Así que, gracias, Teresa —termino con una sonrisa sincera.

Ella no reacciona en un primer momento, pero después me muestra una sonrisa igual de autentica que la mía, y teniendo la sensación de que algo de la presión en mi pecho desaparece, me dirijo a los demás. Todos se mantienen en silencio, y no apartan su mirada de mí. La avox conocida como Selene tampoco me quita la vista de encima, y aunque siento que la presión aumenta, lo tomo como una prueba. Los mordisqueos de Luna con su carne fresca resuena en la reserva que nos envuelve a todos los presentes.

Empiezo explicándoles los sucesos de la noche, para que tengan un contexto en el que puedan comprender mis disculpas con Teresa. Dejo que lo asimilen unos segundos, en los que preguntan sobre Alby y en qué piensan en quién quería hacerle daño. No obstante, cuándo me parece que es suficiente, decido proseguir con mis disculpas con ellos.

—También quiero pediros perdón a todos. Admito que mi comportamiento en los últimos días no ha sido... de lo mejor, y por eso quiero que sepáis que no volveré a faltaros el respeto, en caso de haberlo hecho. No me exaltaré con cualquier cosa y no me comportaré como un niñato cuando me salgan con una sorpresa como sucedió en nuestro distrito, Bren. —Mi amiga al momento salta, mientras su expresión es de un total desconcierto.

—¡Pero eso estaba totalmente justificado, Newt! ¡Nos prometieron que veríamos a nuestros padres, y aun así...! —La interrumpo cuando siento que sube demasiado la voz.

—Y aún así no fue un comportamiento memorable que golpease en el rostro a mi estilista por la rabia que pudiese tener. No fue justo para el hombre que solo cumplía órdenes, y menos para vosotros. Porque... ¿Qué imagen os he estado dando de que llegamos? Ninguna favorable, eso sin duda.

Thomas se acerca un poco a Teresa, pero solo con el propósito de intentar conectar nuestros mirares de una mejor forma. Aun así, no me distraigo y me alivia saber qué nadie más pretende negar algo que está más claro que el propio agua.

—Quiero cambiar, chicos, y eso solo puedo conseguirlo esforzándome más que nunca. Por vosotros. —Tomo una pausa en la que aprovecho para pasar la lengua por mis labios, que repentinamente están muy secos—. Por eso, me gustaría que me dieráis otra oportunidad. —Bajo la vista, sintiendo que la realización final de mi comportamiento me hace sentir humillado. 

Pero, otra parte en mi interior, se siente aliviada de haber podido sincerarme con todos ellos. Me siento mucho mejor cuando todos comienzan a quitarse de encima la seriedad e indiferencia, y en sus rostros se muestran condescendencia y una obvia dicha ante mis palabras. Las respuestas complacientes no tardaron en aparecer.

—Newt, estoy contigo decidas lo que decidas. Y nada podrá cambiar mi opinión sobre ti, ni siquiera tus acciones imprevisibles —dice Brenda, quién me da un golpe amistoso en el hombro. Ethan secunda la idea, a Teresa se le escapa una sonrisa ligera. Heather, en cambio, me aparta la taza de café. La miro confuso, y esta riendo, me dice que es obvio que no necesito más de la bebida.

—No seas tonta, por favor —comento, para finalmente compartir unas agradables risas con ellos. Thomas se dedica a mirarme sin decir palabra, y yo aprovecho para levantarme ante su repentino jubilo. 

Antes de que alguno decida levantarse conmigo, les explico que tengo unas cosas que hacer antes de prepararme para la nueva visita al Distrito 3. Thomas quiere detenerme, hablarme, pero lo esquivo con una sonrisa porque tiene más prioridad lo que voy a hacer. Además, estoy seguro de que cuando regrese, me estará esperando. Así que, dejando la reunión alegre de mis amigos atrás, me aproximo a los vagones en donde instalan los mentores y estilistas. Por suerte, ninguno de los Vigilantes me opuso resistencia, y extrañamente me dejaron pasar sin dedicarme ni una sola mirada. 

Sin perder más el tiempo, alcancé el mismo vagón que visité la noche anterior, y tras dar varios toques a la puerta, esta se abrió mostrándome la cabellera rubia y tan familiar. Haymitch se restriega uno de los ojos y me dedica una mirada, de nuevo, somnolienta. Entro a su cuarto sin que me pida permiso, y ante sus ojos juzgadores y molestos, comienzo a hablar cuando cierra la puerta con suavidad. Se cruza de brazos, y mientras dedico una rápida mirada a mi alrededor, descubro las muchas botellas que descansan por todos lados. Aún así, no me retraso con mi objetivo principal.

—He venido aquí a pedirte disculpas. Mi comportamiento contigo últimamente no ha sido el adecuado, y menos con todo lo que has hecho por mí desde que te conozco. Siempre me cuidas y me proteges aunque no te lo pida. Te he dicho muchas veces que me dejes en paz, pero ahí sigues tu, dándome tu apoyo incondicional como siempre.

—Para eso están los mentores. —Se dedica a decirme, y yo solo me ataño a regalarle una ligera mueca casi parecida a una sonrisa. Pero esta no es alegre, más bien esta llena de arrepentimiento y vergüenza. Su mirada se oscurece y con un movimiento de manos, me indica a que siga hablando.

Paso una de mis manos tras mi cuello, algo nervioso, pero le hago caso.

—De verdad que lamento haberte tratado como un pingajo, Haymitch. Más que mi mentor, considero que eres como el hermano mayor que nunca tuve y sé que estás muy decepcionado de mi, pero aun así me gustaría... —Comienzo a descender la mirada, cuando siento que las palabras se me traban en la lengua y que un nudo aparece en mi garganta. No puedo seguir, porque si lo hago, las lágrimas aparecerán y esa no es la imagen que quiero mostrarle.

Sin embargo y para mi sorpresa, lo siguiente que siento son sus brazos acogiéndome consigo. Coloca mi cabeza en el hueco de su cuello, y mientras impregno ese olor tan característico suyo de ron y almendras, aprieto mis manos en su espalda. Estar a su lado me recuerda constantemente que no estoy solo, y que hay mucha gente confiable a mi lado.

—Nunca me sentiré decepcionado de ti, Newt, quiero que lo sepas. Además, sé que la vida de un tributo no es para nada sencilla y aun así, ¡mírate! Sigues aquí, de pie y luchando por lo que te importa. Eso es lo que veo siempre en ti, chico, y es una de las cosas que más me enorgullecen. 

Nos mantenemos un rato más de esa forma, hasta que ya me separa alegando que tiene que beber otro de sus queridos licores. Sonriendo ante su comportamiento tan poco realista y, a sabiendas de qué solo trata de ocultar su vergüenza conmigo, sé que ya es hora de que le deje solo. Mientras me dirijo hacia su puerta, este me suelta algo que me hace detenerme en seco.

—Oye, chico... ¿Has tenido algún encontronazo con Janson en estos días? —Muerdo uno de mis labios sin saber qué responderle. Aun así, no quiero guardarle secretos, y mientras me doy la vuelta, asiento evitando mirarle a los ojos.

Oigo cómo murmura algo en bajo que soy incapaz de escuchar, y cuando alzo la vista, me dedica una mueca que me obliga a contarle lo sucedido con mi estilista. Le explico que después de pillarme en los vagones principales y que después de que decidiera no chivarse de mí, me llevó hasta una sala privada en la que me preguntó sobre mis relaciones personales con Brenda, Minho y Thomas.

—Aparte de eso... Solo me preguntó que de qué lado estaba, y le contesté de la mejor forma que estaba con mi gente. —Analiza mis palabras con lentitud, y mientras coge un mando de la encimera, pulsa un botón y la puerta se abre de golpe.

—Suficientes cosas por hoy, chico. Anda, ve a prepararte antes de que te coja la tarde. —No hizo falta nada más que escuchar su risa para que saliese de aquella habitación con un mejor humor. 

Sin embargo, a pasos de devolverme a los vagones de los tributos, miré en la lejanía a sabiendas de que la habitación de Janson no se encontraba lejos. Puedo arrepentirme de esta decisión, lo sé mejor que nadie, pero sin esperarlo, mis piernas comienzan a andar y pronto en mi mente solo surge el pensamiento de ser sincero con el hombre. Y aunque tengo miedo de verle, más incluso desde lo que sucedió en la noche, al traspasar varias puertas correderas, finalmente antes de llegar a los vagones en los que casi me pillan los guardias, encontré en un lateral una puerta en la que ponía el nombre de mi estilista: "A.D. Janson", con fuertes letras negras.

Dudo por unos segundos, pero echándole ganas, le doy varios toques. No tarda en abrirse para mi sorpresa, y mostrarme al hombre canoso que me observa con interés. Trato de no hacerle caso a su expresión oscura y misteriosa, pero la forma en la que se apoya en el marco de su puerta, solo consigue ponerme de los nervios. Aun así, escondiendo una de mis manos en los bolsillos de mis pantalones de pijama, trato de no apartar la vista. Mis labios se mueven sin avisar, y solo con la idea de expresarle todo lo que me ronda por la cabeza.

N/A → ¡Aquí les traigo un nuevo capitulo, mis ángeles! Espero que les guste mucho el rumbo que está tomando la historia, de verdad. No tienen ni la más remota idea de lo que les tengo preparado, pero aun así, sé que a pesar de lo muy horrible que puede sonar, estoy segura de que les encantará. ¡Nos vemos pronto, entonces!

Se despide xElsyLight.

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