Más allá del destino

By Katilin707

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Eugene y Mylo son destinados, se aman con locura desmedida, sin embargo, por discrepancias en sus sueños, se... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Epílogo

Capítulo 18: Final

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By Katilin707

La maltrecha camioneta doble cabina hacía su propio viaje de regreso a la granja de la familia Hemsley Lawles. Las llantas barrieron el suelo elevando una capa de polvo, hasta detener su marcha en la entrada de la valla que separaba la extensión de la tierra privada con la del camino, desde el vehículo empolvado descendió el alfa, quien cargaba en sus brazos al pequeño y adormecido Thiago, siguiéndoles el paso iba Archer, con una sonrisa más resplandeciente que el sol, con los ojos tan enrojecidos dando un aspecto discordante con el de sus labios.

El omega prácticamente iba avanzando al dar saltitos, cuchicheando un extenso parloteo que el alfa escuchaba sin chistar o sin intenciones de detener la descarga de información, Archer estaba feliz, eso conllevaba a que Eugene estuviese feliz, era simple, mucho más que una operación matemática. Omega contento daba igual a alfa contento, y no existía omega más dichoso en la faz de la tierra que Archer, al menos él así se sentía.

La puerta de su hogar fue abierta de par en par por un Mylo, quien les esperaba mientras bebía café con leche aquella mañana, la octava taza que se empinaba. Él había estado esperando a Eugene desde la noche anterior, se desveló sentado en el sillón drogándose con cafeína, con las horas pesando en sus párpados, la desesperación se hizo latente. Estaba solo y preocupado, por eso se marchó hacia el pueblo en plena madrugada, Raylee le recibió en su casa y le hizo entender que su alfa se había marchado con el omega de miel a una velada privada.

Se sintió un estúpido. Un completo idiota, porque él murió de preocupación y celos, durante todo ese tiempo en el que no supo donde estaba Eugene, y éste siquiera mostró atisbo de interés por su bienestar.

— Te estaba esperando... desde anoche — dijo al alzar la voz, la irritación de sus emociones se habían aglomerado, listas para explotar. Llevaba un maquillaje natural de color negro bajo los ojos, sus labios se habían agrietado por las múltiples mordeduras, le dolía hasta hablar — Pero no te apareciste —

— No tengo que darte explicaciones — Gene pasó largo de él, jalando al omega más bajo a adentrarse en la casa, su casa — Será mejor que bajes la voz, mi hijo está dormido — exigió al ignorar la molestia de su destinado, emprendiendo su marcha al piso de arriba, subiendo grada a grada para llegar a la pieza del pequeño Thiago, al que recostó en su cama a descansar.

A Mylo no le quedó más remedió que morderse la lengua y tragarse la cólera, antes de ganarse la ira del alfa sobre él, por despertar a su cría. A nadie le gustaban los alfas enfadados. Apretó la taza hasta blanquear sus dedos y entre molestas pisadas hechas de forma intencionada, marcó su enfado, yéndose a la cocina a apagar la estufa.

Archer siguió en silencio a su pareja, estaba contemplando lo que sucedería ahora que él había regresado, lo sentía mucho por Mylo, pero no lo quería rondando en su hogar, necesitaba recuperar el tiempo con Eugene, sin el temor que alguien los estuviese espiando en cada esquina.

— Alfa — murmuró para llamar la atención del hombre que posaba un casto beso sobre la frente de su hijo, le esperó en el marco de la puerta, apoyándose contra la madera — Alfa — insistió hasta que Eugene estuvo delante de él, con una expresión en calma, y los brazos libres.

— Dime — imitó el tono bajo del contrario, deleitando a sus iris con el hermoso rostro de su omega, quien abría los labios y los volvía a cerrar, como temiendo decir palabras impropias.

— Quiero estar contigo, a solas. Los dos, solo nosotros — balbuceó como si su punto no hubiese quedado claro a la primera frase, callándose al percatarse de las intenciones de su pareja, abriendo su boca, recibiendo la gloria de ser el elegido.

— Quieres que eche a Mylo, básicamente — resumió de forma más crudas los deseos del omega al que acababa de degustar con su lengua en aquel efímero y significativo beso. La idea no le parecía mal, después de todo él también tenía unas devastadoras ganas de estar solito con su familia, como siempre — Iré a hablar con él, no puede quedarse más tiempo con nosotros... pero tampoco voy a dejarle desamparado, ¿está bien? —

Archer asintió, atrapando al alfa con sus brazos alrededor de su cuello, picoteando sus labios con sus dientes, disfrutando de la suavidad de esa carne rosada y el aroma tan atrayente de su alfa — Bien, mientras le dejes en claro que yo soy tu omega —

Una risa socarrona le hizo ajustar sus manos alrededor de la cintura del más bajito, al que atrajo dispuesto a iniciar una nueva tanda de besos profundos y largos, de esos con el que perdía el aliento y la percepción del tiempo.

— Tú eres mi omega, Bolita posesiva — acarició con la punta de su nariz la de Archer, quien ronroneaba, capturando el aire con los labios abiertos de par en par. Pronto se fundieron en un desesperado abrazo temiendo que fuese una ilusión que se desvanecería.

Con el alfa tomando de prisionero el vientre del omega que iba delante de él, bajaron hasta la cocina en donde Mylo les esperaba de espaldas, apreciando la vista del jardín trasero, con un café helado que ya no le apetecía beber.

— ¡Tú me amas, Eugene! — clamó al girarse para encararlo, toda la noche estuvo ideando las frases que soltaría, necesitando hacerle ver lo que debía pasar, su amorío con otro omega era un error, eventualmente ellos se quedarían juntos, porque ese era el destino — ¿Entonces por qué... — se le acabaron las palabras al apreciar el gesto del alfa, lo percibió casi al instante — ¿Están esperando otro bebé? — preguntó sin esperar respuesta, pues él ya lo sabía.

Los dos mofletes ruborizados se hicieron notar bajo esa sonrisa boba e inocente en la comisura de los labios de Archer, acongojado se escondía más en el calor del alfa que le abrazaba desde atrás. Una contestación sin palabras, una devastadora noticia que flageló al omega contrario.

— Ya te lo he dicho, Mylo— la paciencia se le estaba colmando al alfa que respiraba las feromonas cantarinas de Archer que buscaba acercarse más a él — Aunque lo haga, no significa que quiera estar contigo, el amor no es suficiente para una relación — sus ojos bajaron al omega de miel que exigía atención, se la dio al posar un beso sobre sus cabellos — A Archer lo amo, y deseo compartir mi vida con él... Ambos tenemos el mismo sueño —

— ¡Yo puedo cumplir tus sueños! Lo puedo hacer mucho mejor que él. Nuestros cuerpos se acoplan mejor — explicó preso del pánico de una verdad a medias, porque Eugene sabía que él se acoplaba bien con Archer.

— Ya es tarde — soltó, liberó las única frase que pensó desde el inicio de esa dolorosa situación — Nuestro tiempo se acabó —

— No se acabó... ¡Solo se postergó! — dijo Mylo en un alarido desgarrador, con el que Archer prefirió apartar la mirada, la latente desesperación del otro omega no le daba pena, le conllevaba al nacimiento de un enojo impasible por notarle exigente de ser aceptado por su alfa — Podemos tener esa vida que tanto has deseado —

— ¿Qué pasó con tus propios sueños?, ¿Por qué volviste hasta ahora? — cuestionó Gene, sin disminuir el tono de reproche en la última pregunta. Gracias a las suaves caricias que Archer le brindó en sus brazos, un paso firme que le invitó a calmarse.

Mylo abrió la boca, pero su voz no salió. No podía admitir que nada pasó como él creía. La vida de la ciudad no le llenaba como supondría. Sus sueños dejaron de motivarlo a levantarse cada día, despertar era un suplicio que le torturaba cual condena en el infierno. Conoció a un alfa, intentó borrar con él la sensación de ausencia de su destinado, incluso llevó a quedar preñado dos veces y en las dos ocasiones...

— Sé que Thiago no es hijo biológico tuyo, Eugene... Y sé lo que le pasa a hijos concebidos fuera de la relación de destinados — contestó con otras palabras, unas llevadas por la propia experiencia. Tener bebés con otro, pese a conocer al complemento de tu alma, es mortal — Tu alfa me quiere a mí, podría rechazar ese bebé —

Tal como su propio cuerpo hizo con sus hijos, su omega se negó a tener hijos de otro alfa que no fuese Eugene Hemsley. No podía sonar descabellado que el alfa no le prestase la atención necesaria a Archer, para llevar saludable y en las mejores condiciones el embarazo. Las relaciones de ambos padres era sumamente importante durante los meses de gestación.

El corazón de Archer se detuvo por unos segundos, sus músculos se pusieron rígidos como el acero y cayó en miedo al creer que su pequeño podía peligrar, se pensó fuerte al sobrevivir su primer embarazo con una marca rota, tan valiente que su anatomía tembló al rememorar todo el dolor que sufrió en soledad durante esos meses de espera.

— Te aseguro que no será ningún problema — Eugene tranquilizó a ambos omegas, apoyó su mejilla contra la de Archer, dándole una muestra de afecto, queriendo relajar el cuerpo más pequeño — Mi alfa quiere al bebé, así como ama al Renacuajo, está encantado por el nuevo hijo que Archer va a darle —

¿El amor podía crecer? Archer estaba seguro que sí. Eugene acababa de volverlo a enamorar. No pudo evitar subir la cabeza para admirar el semblante de seriedad de su alfa, la forma tan determinada y la leve caricia sobre su vientre le brindaron toda la seguridad que necesitaba.

Archer se siguió enamorando de Eugene.

Mylo volvió a partirse. Su alma se rasgó, sin siquiera ser un objeto tangible.

— Dijiste que me amarías. Me amarías solo a por el resto de está vida. ¡Solo a mí! — Las lágrimas empaparon un rostro sin expresión, la luz perdió su camino y ensucio de negro el par de orbes escasos de vida del omega — Que volveríamos estar juntos — su voz rota parecía sangrar, su garganta lo hacía al reconocer el peso de la verdad que intentó negar con desesperación, porque era lo único a lo que podía aferrarse.

— Mentí —

Mintió. Claro que mintió. Mylo y Eugene lo sabían, solo que uno no lo reconocía y él otro lo ocultaba para seguirlo teniendo como verdad.

— ¡Solo eso me vas a decir!, ¡Tan poco hombre eres, maldito mentiroso! — recriminó con paso tajante, afrontando al alfa sin importarle el omega que ocupaba su lugar. Golpeó la mejilla de Eugene, descargó en ese acto el grito ronco y tosco de su corazón moribundo — ¡Miénteme de nuevo!, ¡Dime que solo me amas a mí! — suplicó. Rogó porque no le quedaba más que hincarse de rodillas por piedad.

Necesitaba una comparecencia o acabaría desahuciado por tanto dolor echado en agua salada. Eugene lo estaba asesinando a sangre fría... El karma era una perra, porque así fue como él le enterró el puñal al alfa hace años atrás.

— Me enamoré de alguien más, Mylo. Y lo único que lamento... Es no arrepentirme de haberle entregado el corazón a Archer — disparó la bala que flageló los trozos desechos del omega que retrocedió, aferrándose a una de las sillas del comedor para no caer.

Archer inmediatamente se giró alzando sus manos, admirando la piel rojiza, se asustó e intentó moverse queriendo atenderle, sin embargo, Eugene le impidió moverse lejos, suplicando por él, aplastando sus labios con los suyos, soltando leves ronroneos.

Lo único que Mylo creía tener, le había sido robado de las manos desde hace mucho tiempo atrás. Maldijo al destino por mentirle de una manera tan cruel. Se lo quitaron, y él no pudo hacer nada para retenerlo.

— Me voy —

Eugene regresó sus ojos hacía Mylo, no quería dejarlo desamparado porque en su corazón tenía un espacio, no suficiente para abandonar toda su vida, pero sí para velar por su bienestar — Puedo pagarte el hospedaje en otro lugar —

Negó sin ánimos, sus energías habían sido drenadas y su inmensa gula de luchar por lo que creía suyo, había sido reducido a la nada. Perdió lo que tuvo, desde antes de saberlo. Por mucha batalla que pudiese dar, de la guerra era vencedor el bando contrario — Me iré del pueblo. Aquí ya no me queda nada. Adiós, Eugene — hasta otra vida.

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