Más allá del destino

By Katilin707

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Eugene y Mylo son destinados, se aman con locura desmedida, sin embargo, por discrepancias en sus sueños, se... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18: Final
Epílogo

Capítulo 17

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By Katilin707

En cada suspirar su alma se agotaba, en cada latido perdía la fe y en cada suspiro entregaba su vida. La distancia le salvaría, las fronteras formarían todo un muro que jamás podría ser derribado, porque ellos eran diferentes, la magia no residía en ambos, la historia escrita en tinta imborrable no les bendijo... Los años se encargarían de quebrar el pequeño y endeble hilo que les unía, por culpa de su capricho.

Nunca dijiste la palabra amor.

El único reproche que quiso gritar mientras tomaba el cuerpo de ese formidable alfa, era solamente para aclarar que él le entregó todo su corazón y lo que recibió, no fue lo mismo. La balanza le hizo ascender tan alto, que la caída dolería como la flagelación más inhumana, tan aberrante que nadie podría siquiera pensarla.

Quería que me amarás, incluso si fuese solo una mentira.

Se abrazó el cuerpo, el camino se sentía mucho más extenso de lo que en verdad era, porque sus propias lágrimas ponían trabas a sus pasos. Al menos tres veces cayó al suelo en medio de su viaje de regreso, uno lleno de sollozos que se apagaban en mordeduras dolorosas de labios, jadeos de pulmones que clamaban por piedad, que su torturador no les daría. Archer no pensaba detenerse, no podía esperar más para terminar de destruir lo poco que le quedaba.

Siempre supe que no podrías darme lo que merecía, pero cariño... no podría haber vivido con la efímera ilusión de creer que eras mío.

Arreglándose los lentes, con la ropa sucia, el sudor desprendiendo en él un aroma un tanto desagradable, y una que otra raspadura en su imperfecta piel que poco a poco perdía el color y el calor de horas previas... llamó a la puerta para ser recibido por su amigo, su mejor amigo.

— Tardaste — murmuró el omega de hermosos cabellos de tonalidades naranjas, sus ojos yacían prendados en un tornado, un mar impasible que arrojaba su furia en el par de coquetas mejillas rojizas — Hice lo que me pediste, Thiago te está esperando —

Archer solo asintió, intentó pintarle una sonrisa a sus labios, falló y encorvado se adentró en la casa. Estaba asustado, su propio reflejo en el espejo del cuartito de baño le hizo sentir pena de sí mismo, se miraba como un completo desastre, de esos que no eran elegidos por alfas porque no eran lo suficientemente agraciados para formar una familia. Su anillo brilló como las gotas saladas que le hicieron ver mucho más miserable.

Archer amaba tomar malas decisiones.

Salir con Paúl, dejarse marcar por Paúl, tener sexo con Paúl, nacer como hijo de sus padres, darle motivos a sus padres de despreciarlo, salir preñado a una edad inadecuada para tener un bebé, no poder darle las comodidades que su pequeño merecía (recuerda llorar en la ducha cuando Thiago le pedía un juguete y él no podía comprarlo), escuchar la desastrosa historia de amor de su abuelo, mudarse a la casa de su abuelo, conocer a Eugene, convivir con Eugene, enamorarse de Eugene, creer que Eugene le amaría pese a saber que nunca sería su número uno...

¿Marcharse también era una de esas malas decisiones?

Lo pensó al recordar la forma en la que fue sostenía por los brazos del alfa, nunca debió acostarse por una última vez con Gene, porque ese recuerdo acabaría por quemar las cenizas.

Lo pensó al sentir el calor que desprendía Raylee cuando le sacó hasta el aire en ese abrazo demoledor de despedida.

Lo pensó al notar los ojitos llorosos de Thiago, quien se aferró a él, al tomar del borde de su sudadera mientras caminaban en silencio hasta la estación de buses. Su niño sabía que era una despedida silenciosa, su madre le estaba alejando de su padre, y aún así se mantuvo callado aceptando sin rechistar.

Lo pensó al sentarse en esa incómoda banca comida por termitas, con su maletín abajo entre sus piernas y el frío del metal en su cuello, ahorcándolo.

— Hijo, ¿estás bien con esto? — preguntó sin ánimos, hablar le dolía, su voz expresaba la profunda nostalgia que las lágrimas se cansaron de gritar.

Thiago se encogió de hombros, sus ojos no miraron ni por asomó los de su madre a su lado, estaba ocupando su mente al mecer sus pies, aferrando sus manitos al filo de la madera de la banca para aguantarse la melancolía — Mamá, siempre te sacrificas por mí, está bien si quieres ser egoísta —

Archer asintió sin más, guardando las palabras de su hijo, por mucho que lamentaba haber salido preñado cuando tuvo la noticia en sus manos, con dos rayones de una prueba barata de una farmacia, su pequeño era una de las dos personas que más amaba en el mundo, aunque su mundo fuese tan chico como para esconderlo en un bolsillo, era lo más precioso que tenía.

El omega de miel acarició los cabellos castaños de su tesoro, sonrió dolido con la lluvia brotando de sus ojos... Miró la entrada del transporte que los llevaría lejos de esa vida pacífica que construyeron en ese horrible pueblo aburrido que Dios había abandonado. Debían de abordar.

Eugene lo sintió en el corazón, siquiera esperó terminar de despertar cuando emprendió un errático viaje a la casa de Seth, prácticamente tiró abajo la puerta de la casa de su mejor amigo, clamando entre gritos la presencia del pequeño omega que en horas pasadas fue suyo.

— Se fueron, se borraron de la letra del destino para que el mundo tome el curso de debe —

Una respuesta vaga de parte de Raylee, tan demoledora que la agitación le hizo doblegarse... Le recordó a ese día en el que su padre murió y se quedó solo. Fue como el instante en el que su destinado profesó su pronta partida, buscando sus propios sueños, en los que él no estaba incluido.

No pudo luchar contra el final de la vida de su única familia, nunca podría ir en contra de la muerte, se dijo.

No pudo luchar contra los deseos de la persona que completaba su alma, nunca podría ir en contra de lo que anhelaba su pareja, porque eso era amor, se dijo.

¿Podría luchar contra los designios de ese omega que conoció por casualidad, y al que le entregó una parte de su vida por elección?

Siquiera se replanteó el poder de la palabra "destino", lo que estaba escrito y era imborrable, simplemente condujo como un desquiciado hasta la estación de buses. Sin respetar reglas, velocidad o ambiciones ajenas, solo fue a donde tenía que ir porque era lo que él quería.

Bajando de un salto del auto, dejando la puerta abierta y el motor encendido, se echó a correr para llegar... Sin embargo, cuando cruzó el último peldaño, el transporte empezaba a marcharse, llevándose consigo una parte de su alma.

El autobús se fue cual vehículo fúnebre, su corazón se detuvo, aunque se reanimó prácticamente de golpe al presenciar a las dos figuras sentadas en esa pequeña banca envejecida por los años. Archer acariciaba su vientre con parsimonia. Thiago se levantó de un brinco apenas vio al alfa que se acercaba a ellos.

Con los ojos perdidos en lágrimas el alfa tomó al niño en brazos, lo alzó en el aire para protegerlo contra su cuerpo, sirviendo cual sábanas durante las noches donde el miedo nace de la oscuridad, aferrándolo con el temor que su mente le jugase mal y el pequeño infante fuese a desaparecer si se atrevía a soltarlo.

Llegó hasta el omega encogido en el asiento, acarició sus cabellos escuchándole gemir bajito en un acto agónico, tuvo miedo de provocarle un susto de muerte, por lo que, no vio más opción que acuclillarse frente a Archer, sin soltar al Thiago, escondido y sollozante en su hombro, escudándose de ser visto llorar al mojarle la ropa.

— ¿Podemos hablar? — pasó de los mechones enredados a las mejillas frías, rojas y húmedas, sintiendo el peso de la cabeza de Archer reposar en la palma de su mano, la sensación de aquellas dos personitas que eran su mundo entero le hizo respirar de nuevo, sus pulmones se habían quedado sin aire y un Dios se había apiadado de él, soplando un poco sobre su nariz.

— Sí — murmuró el cohibido omega que esperaba una reacción distinta al par de esmeraldas llorosas que se posaban sobre su anatomía — Te responderé todo lo que quieras, todo... — se mordió levemente los labios, un hipido le hizo buscar aire en una larga exhalación y sus dedos acariciaron el dorso de la mano sobre su rostro — Yo solo quiero saber si me amas —

— ¿Si te amo? — su expresión se llenó de una profunda confusión que metió en pánico al pobre omega, quien empezó a balbucear para recomponer sus palabras — Te amo de una forma tan egoísta que... cuando escuché que querías marcharte, solo pude venir a detenerte — delineó el hermoso rostro del más bajito, acunó gratamente la sensación de su piel, adorando la preciosidad que su amado derrochaba — Acepté que todos los que amaba me abandonaran, pero tú... sin ustedes simplemente estoy muerto —

La emoción aumentó en el cuerpo del tembloroso omega, Archer se plantó de puntillas, jalando del alfa — De nuevo, dilo de nuevo — suplicó con la voz cargada de alegría, una que creía desaparecida desde que la verdad llegó a su puerta.

— ¿Qué cosa?, ¿Que te amo? — el insistente asentimiento de cabeza de su pareja le causó una ronca y corta risa por sus ganas de hacerle hablar — Te amo, Archer — El par de cascadas que empapaban sus mofletes solo aumentó su afluente, con el apoyo de la frente de Archer sobre su pecho, las manos pequeñas agarrando firmemente su playera y los sollozos en aumento, Eugene se dio la oportunidad de abrazar a su familia, recordando el calor que tanto añoraba.

— Lo siento... Lo siento mucho, alfa. No quería irme, no quería — empezó a soltar entre lágrimas, perdiendo sílabas, enredando su lengua y dejándose el aire en cada palabra — pero tenía miedo, porque sé que amas a tu destinado y yo — se mandó a callar al sentir el apretón de la mano en su cintura, sintió que era el momento de ceder — ...No soportaría verte feliz con él — Elevó la cabeza temiendo en secreto que sus gafas siguieran deslizándose y acabasen en el suelo.

— No puedo cambiar el que Mylo sea mi destinado, pero ni el mismo destino puede cambiar mi amor por ti — se inclinó tomando lo que tanto deseaba, la forma en la que quería despertar esa mañana tras una intensa noche donde le hizo el amor a su pareja, le besó picando sus labios de una forma coquetamente dulce — Tú eres la persona con la que quiero pasar los años que me quedan. Tú, tú y nadie más que tú... Eres al primero que quiero ver cuando despierto y el último cuando duermo —

De puntillas, sosteniendo su peso contra el formidable alfa que le sostenía de la cintura, comenzó su trabajo de unir sus labios con los de Eugene una y otra vez con descansos de segundos, tomaba y tomaba sin saciarse, escuchar las proezas de un amor tan pasional le subió al cielo y no quería bajar, quería más.

— Te amo, Eugene. Elígeme a mí — pidió sin dejar de rozar sus belfos con los de su pareja, con cosquillas y el dolor de mantener parte del peso de su cuerpo en sus dedos, estaba ignorando su alrededor, concentrándose únicamente en el alfa, su alfa.

— Desde hace años te elegí a ti —

Los latidos de su corazón no se pudieron aplacar por el creciente desborde de emociones y sentimientos que mandaron a trabajar al motor de su vida, cada pequeña sensación llegó a formar parte de la sonrisa que le regaló a su alfa — Tengo tanto que decirte, quiero ir a casa, quiero tu marca, quiero... ¡Oh! — tomó la mano de Eugene para llevarla a su vientre, no podía disipar la alegría que le recorría cada vena — ¡Tendremos un bebé! —

Eugene solo pudo parpadear al comprender cada una de las ideas de Archer, aunque sus ojos habían viajado de inmediato al punto en donde fue obligado a acariciar, Thiago casi se le cae del brazo, se ganó un gruñido de molestia del niño que se había echado a dormir prácticamente al minuto de abrazarle, lo único que pudo pensar, fue el haber dado mucho estrés al Renacuajo desde la llegada de Mylo.

— Bebé — Gene apenas pudo hablar tras el shock inicial de la noticia lanzada como si no fuese importante, una más entre el tema, sin el peso necesario de lo que en verdad conllevaba un embarazo y la responsabilidad de una nueva vida entre sus manos — Una mini bolita —

Archer solo se cubrió la boca al entender lo que su lengua provocó, la excitación le ganó y acabó sin medir sus deseos, se los arrojó encima al alfa, que estupefacto, le acariciaba el vientre sin salir de esa zona donde guardaba la vida de su hijo — ¿Sorpresa? —

— Una mini bolita dentro de otra bolita — concluyó al asentir para controlar el pánico de su amado, era él quien estaba a punto de desmayarse, recostó su frente contra el hombro del omega de miel, quien no tardó en acariciar sus cabellos queriendo reconfortarlo, aunque no hacía falta darle algún aliento, cuando la alegría no hacía más que dejarle una permanente sonrisa, de esas escasas y totalmente sinceras.

— Sí, tengo una mini bolita dentro de mí. Nuestra mini bolita —

Porque Mylo era su destino... pero Archer era su amor, a quien quería tomar de la mano para caminar, con quien anhelaba cumplir sus sueños y a quien pertenecía por el resto de su vida. 

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