EL MOTOCICLISTA Y EL UNIVERSI...

De MariaRose95

207K 26.7K 21.9K

Park JiMin, un omega universitario de veinticinco años, se da cuenta un día de que acaba de llegar un nuevo v... Mais

INTRO
CAPÍTULO UNO
CAPÍTULO DOS
CAPÍTULO TRES
CAPÍTULO CUATRO
CAPÍTULO SEIS
CAPÍTULO SIETE
CAPÍTULO OCHO
CAPÍTULO NUEVE
CAPÍTULO DIEZ
CAPÍTULO ONCE
CAPÍTULO DOCE
CAPÍTULO TRECE
CAPÍTULO CATORCE
CAPÍTULO QUINCE
CAPÍTULO DIECISÉIS
CAPÍTULO DIECISIETE
CAPÍTULO DIECIOCHO
CAPÍTULO DIECINUEVE

CAPÍTULO CINCO

8.4K 1.3K 684
De MariaRose95

Así que, el día de la cita había llegado y JiMin se encontraba infinitamente nervioso. Hacía ya mucho tiempo desde que tuvo que pensar en la ansiedad que una primera cita con un completo desconocido podía producir en él. Era aterrador y ya ni siquiera estaba seguro de si quería ir en realidad.

TaeHyung llegó a ayudarlo en el momento justo porque JiMin no sabía ni siquiera qué debería ponerse, se había acostumbrado tanto a los pantalones sueltos y a las camisas holgadas que olvidó casi por completo cómo lucía la forma de su cuerpo y las cosas que podía usar para acentuar las curvas de sus caderas y cintura. TaeHyung, sin embargo, manejó todo como un experto. El beta incluso había llevado prendas de su propia ropa para prestarle a JiMin, en definitiva estaba buscando hacerlo lucir como el omega más caliente de Seúl.

Mientras JungKook veía la televisión en la sala de estar, TaeHyung sacó un par de pantalones ajustados de cuero que JiMin miró con horror.

—Eso no va a entrar —musitó con miedo.

—Claro que sí —aseguró TaeHyung—. Sólo necesitas aguantar la respiración un poco.

—Tae, tus piernas son más delgadas que las mías y mis caderas crecieron mucho luego del embarazo. Voy a destruir esos pantalones antes de siquiera subir el cierre —trató de explicar por qué intentar entrar en ese par de armas mortales era suicidio, pero TaeHyung no dudaba de sus decisiones tan descabelladas.

—Este pantalón me queda un par de tallas más ancho, estarás bien —dijo con una seguridad que JiMin envidió—. Lo que queremos hacer es acentuar esas hermosas y grandes caderas para que te veas como todo un bombón irresistible. El lobo de tu vecino pensará que eres tan atractivo que probablemente va entrar en celo cuando te vea —movió sus cejas.

JiMin casi chilló. Esa era una imagen que no necesitaba en su cabeza.

—¡Cállate, por la sagrada Diosa! —se cubrió la cara un momento—. Lo que menos necesito es que eso suceda. Simplemente quiero tener una cita normal, no a un alfa hormonal buscando dónde meter su pene.

TaeHyung se carcajeó, no sólo por lo apresuradas que salieron las palabras de la boca de JiMin, sino también por la cara de bochorno que tenía su mejor amigo. A pesar de ser muy abierto al tema, parecía ser que el sexo en general le ponía los pelos de punta, más aún hablar sobre alfas en celo, nudos y más cachorros. Con uno tenía suficiente.

—¿Entonces sí consideramos esto como una cita? —preguntó. JiMin agrandó sus ojos al darse cuenta de sus palabras—. Estoy seguro de que te escuché decir "cita", así que definitivamente estamos hablando de una cita-cita.

—Vete a la mierda —bufó avergonzado.

—¿Al menos me dejarás ver si te queda? —TaeHyung sacudió los pantalones frente a él, deseando en su interior que el omega cediera.

JiMin lo pensó seriamente, considerando sus opciones: los pantalones asfixiantes de cuero o cualquier otro pantalón de jean holgado que estaba acostumbrado a usar.

Finalmente, resopló, rendido.

—Bien.

Luego de un par de jaloneos y de quejas de su parte, los pantalones de cuero estuvieron perfectamente puestos. Parecía que los mismos abrazaban sus piernas como si hubieran sido creados específicamente para él y por un momento se preguntó si acaso su amigo los había comprado para sí mismo realmente.

Los pantalones sostenían sus muslos con firmeza, pero no una demasiado fuerte como para quitarle movilidad. Sus piernas y caderas se veían bien formadas, luciendo curvilíneo frente al espejo y la ovación de pie que le dedicó TaeHyung fue suficiente para que entendiera el punto.

—Deja de ser tan escandaloso —le reclamó, mirándose en el espejo de su habitación una vez más solo para estar seguro de que estaba viéndose a sí mismo—. ¿No te parece demasiado? —cuando se giró para mirarlo, TaeHyung se adelantó para darle una nalgada—. ¡Hijo de...! —golpeó su brazo.

—Luces increíble —halagó sonriente mientras acariciaba el golpe, mirando a JiMin como si estuviera orgulloso de él—. Si después de esto ese alfa no cae por ti definitivamente no es el indicado.

—No estoy buscando al "indicado", sólo quiero verme bien —corrigió, volviéndose a mirar en el espejo para ver más detalladamente el pantalón.

Internamente, sí quería que su guapo vecino cayera por él. ¿Era malo eso? No, que te acaricien el ego no está mal de vez en cuando.

—¿Puedes dejar de mirarme el culo? —miró a TaeHyung con reproche.

—Es hipnotizante —admitió, casi consternado por ello—, ¿sí sabes moverlo, verdad? —apoyó su mentón sobre su mano, mirando con total concentración la espalda baja de su mejor amigo.

JiMin bufó, dándole un empujón, pero sin contestar la pregunta.

Si la tela se rompía sería la peor de las catástrofes, pero no podía darle tanto crédito a su culo porque no estaba seguro de que fuera tan fantástico como su amigo no se había cansado de afirmar. Sin embargo, muy dentro de él, quería que YoonGi lo mirara durante todo el transcurso de la cita y aunque ciertamente no era fan de que los alfas asquerosos babearan por su cuerpo, por el momento podía permitírselo.

YoonGi debería darle las gracias por dejarlo mirar, en todo caso.

Combinó los pantalones con un par de botas y una camisa de botones color rojo, se colocó un poco de delineador alrededor de los ojos y un suave color cereza en sus labios. No recordaba la última vez que se había preparado de esa manera... para una cita, para una salida que no fuera la universidad o el trabajo, o para algo que no estuviera relacionado con JungKook.

Se sentía bien.

—¿Cómo me veo? —preguntó algo inseguro una vez salió a la sala de estar en donde había obligado a TaeHyung a quedarse y en donde el beta compartía un tazón de palomitas con JungKook.

Tae silbó y JiMin rió avergonzado.

—¡Whoa, papi! —el niño se paró en el sofá de inmediato y TaeHyung lo sujetó para que no se cayera ni para que tirara el bowl con el snack—. ¡Te ves muy bonito! —dio un par de brincos con sus puños cerrados.

—Ay, mi amor —sonrió encantado y se acercó a su pequeño, besando sus cachetes antes de levantarlo—. ¿Soy un papi guapo? —preguntó.

—¡El más guapo de todo el mundo mundial! —se rió emocionado y JiMin volvió a besar sus cachetes—. ¿A dónde vas?

—Voy a salir con un amigo —explicó cortamente y le lanzó una mirada a TaeHyung para que no comentara nada. Después de todo, él no quería que JungKook se relacionara demasiado con el tema.

Sin embargo, JungKook no era tonto, él podía atar cabos con la última vez que vio a YoonGi dentro de su casa, sumando el contenido de la conversación que tanto el alfa motociclista como su padre tuvieron en ese momento. Su papi iba a subirse a la moto de YoonGi y los dos iban a salir, pero no sabía si iban a salir a jugar o si iban a salir como los personajes cursis de los dramas. En cualquiera de los dos casos, JungKook estaba seguro de que su vecino era el protagonista.

JiMin quizás lo seguía subestimando un poco.

—Espero que te diviertas mucho, papi —y dicho esto, plantó un pequeño beso en su mejilla.

Cosa rara, JungKook no solía dar besos.

Sin embargo, JiMin dejó pasar esto y lo abrazó con cariño, con su omega desbordante de su suave aroma a rosas por lo emocionado que estaba su lobo y la fragancia provocó que JungKook lo abrazara con más fuerza.

—¿Me vas a traer un dulce? —preguntó con su mejilla sobre el hombro de JiMin, olfateando el aroma.

—Lo voy a intentar, bebé.

—Está bien —JungKook sonrió.

La hora de la salida se acercaba, por lo que JiMin se apresuró en organizar la mochila de JungKook para que TaeHyung se lo llevara y despidió a su amigo y a su bebé con un par de besos más en sus mejillas que quedaron marcados por su labial color cereza.

A pesar de que TaeHyung quería quedarse un poco más para saber el aspecto del misterioso vecino motociclista, JiMin se negó a rotundamente, por lo que tuvo que irse de ahí entre quejas y con un pequeño JungKook moviendo su mano en despedida desde los brazos de su tío mientras se dirigían a su auto.

JiMin admitía que le daba un poco de culpa la idea de alejar un poco a su hijo de esa manera, pero también quería creer que podía darse unos cuantos momentos para él mismo y se dedicó a alejar de su cabeza todos esos pensamientos para finalmente acercarse a la puerta de YoonGi y tocar un par de veces.

—Estaba a punto de ir a bus... —sus palabras quedaron en el aire un segundo, sus ojos moviéndose sobre JiMin como no pudiera creer lo que estaba viendo y de inmediato los regresó hacia el rostro del omega, quien ya podía sentir algo parecido al sabor de la victoria en su boca—. Oh, te ves bien —admitió sin titubeos, luciendo como si de repente tuviera sed—. Wow —recalcó, riéndose con nervios.

JiMin no pudo evitar reírse avergonzado. Le estaba empezando a gustar esto de sentirse atractivo.

—Gracias —hizo un pequeño movimiento con su cabeza, aceptando el cumplido—. Tú también luces bien, vecino —halagó, echándole un vistazo al cuerpo del alfa, pero sin detenerse mucho en ello para que el otro no notara que se estaba derritiendo por las cadenas que colgaban en su cuello encima de la camiseta negra escotada y medianamente suelta debajo de la chaqueta que llevaba.

—No mejor que tú —insistió y JiMin apretó sus labios para no reírse otra vez, pero sus mejillas ya se encontraban rosadas por los cumplidos que había olvidado que podía recibir—. Dame un momento... —tomó sus llaves, un par de cascos y se acercó de nuevo a la puerta mientras le entregaba uno a JiMin—. Listo, vamos. ¡Ya regreso, Holly! —cerró la puerta.

JiMin recordó que el plan implicaba estar sentado en una motocicleta, una máquina que podía alcanzar la misma velocidad de un auto y hasta más, una que podía chocar y hacerse mierda en mitad de la carretera, en donde podría morir y jamás ver a JungKook de nuevo.

Ese tipo de motocicleta.

Ya había visto la moto de YoonGi antes, pero de cerca se veía mucho más peligrosa e intimidante, como el alfa. Él no tenía ni idea de qué marca o modelo era, YoonGi se lo dijo con orgullo, pero JiMin sólo sabía que era una moto porque tenía dos ruedas.

—Te veo tenso, ¿seguro que quieres hacerlo? —preguntó YoonGi solo para cerciorarse y JiMin miró el casco que llevaba un estampado de llamas encima, un poco dudoso.

—No te voy a mentir, estoy aterrorizado —se rió para alivianar sus palabras y YoonGi lo acompañó, negando con la cabeza como si estuviera a punto de decirle que no importaba, que podrían ir en taxi—. Pero... también tengo mucha curiosidad. Así que confío en que eres muy bueno manejando esto porque aunque no tengas tatuajes de motociclista sí tienes esos guantes que ellos usan.

YoonGi se rió con ganas y JiMin se sintió orgulloso de sí mismo por dar pie a ese ambiente.

—Tranquilo, estás en buenas manos —se colocó el casco como un experto—. Déjame ayudarte.

JiMin se dejó hacer mientras el alfa le colocaba el casco con cuidado, ajustándolo para que no se le saliera. Se sentía raro y pensaba que el tiempo que estuvo peinándose se había ido a la mierda, pero todo sea por salir vivo de esa.

YoonGi lo ayudó a subir y JiMin se sujetó del asiento, esperando a que el alfa se subiera también. Cuando lo hizo, YoonGi lo miró por sobre su hombro y le aseguró una vez más que no debía preocuparse, encendiendo finalmente el motor. La motocicleta rugió y vibró por todos lados y JiMin dudó sobre dónde poner sus manos. Entonces, como si leyera su mente, YoonGi miró hacia atrás y palmeó su abdomen, moviendo su cabeza como una invitación a que lo sujetara. El omega pasó saliva y se aferró a la cintura del alfa cuando este pateó el soporte de la moto con su pie y provocara que la misma se tambalee un poco.

JiMin juró haber escuchado una risa grave frente a él, pero la ignoró y se aseguró de que sus brazos se mantuvieran firmes sobre YoonGi porque no quería salir volando en mitad del camino.

Era tan cliché, vaya.

El viaje no fue horrible, sin embargo. Tal parecía ser que YoonGi se apiadó lo suficiente de él porque no subió demasiado la velocidad de esa arma mortal mientras atravesaban las calles de Seúl.

YoonGi fue el primero en bajarse de la moto cuando llegaron al bar. El omega se quitó el casco primero, sacudiendo un poco su cabello y soltando un suspiro por lo medianamente sofocado que se sintió con eso puesto. Cuando miró a YoonGi, se dio cuenta de que el alfa estaba parado mirándolo fijamente.

—¿Todo bien? —preguntó, pero YoonGi asintió—. ¿Estoy despeinado? —pasó su mano sobre su cabello, esperando arreglar los alborotados mechones que seguro perdieron forma por el roce del casco.

YoonGi negó de inmediato y levantó un poco sus manos, JiMin entendió el gesto y lo tomó de los hombros para poder bajarse de la moto. No era tan alta, pero JiMin no se quería tropezar y que un alfa lo ayudara a bajarse de ella como si fuera un caballo o algo así se le hacía estúpidamente cliché y lindo, así que se dejó hacer hasta que sus pies tocaron el suelo y su cara se encontró frente a frente con YoonGi.

YoonGi inclinó un poco su cabeza y levantó su pulgar, preguntando no-verbalmente si todo estaba bien. JiMin asintió, apretando sus labios para no sonreír.

Por un corto momento el omega se preguntó si acaso las máscaras o el que no se les viera la cara hacía a los hombres lucir más atractivos.

—Eso salió bien —le dijo el alfa justo después de quitarse su casco, peinando un poco su largo negro cabello con su mano.

—Creo que sí —JiMin tomó su casco y rió—. No morimos, así que sí voy a suponer que eres un motociclista experto.

—Gracias, lo soy —guiñó, colocando su casco debajo de su brazo.

JiMin lo miró con una incredulidad divertida, YoonGi sólo asintió seguro de sus palabras.

Ambos caminaron a las puertas del bar y entraron. El lugar se encontraba tan lleno como lo estaría en un fin de semana y aunque no era un lugar particularmente famoso, sí vendía buena comida y bebidas, por lo que había una cantidad de gente relevante, pero lograron encontrar una mesa. Ambos se sentaron frente al otro sobre los mullidos asientos, y dejaron el par de cascos a un lado de la mesa. Había suficiente espacio y la gente no era molesta, así que las cosas iban bien por el momento.

Hm, tengo que admitir que el lugar sí es lindo —comentó YoonGi dándole una rápida mirada al espacio mientras recogía parte de su cabello en una media coleta—. No había venido por aquí antes —agregó, cruzándose de brazos mientras se ponía cómodo en el asiento.

JiMin no perdió ninguno de los detalles, había algo en la forma que tenía el otro de sujetarse el cabello que lo hacía lucir demasiado caliente.

Ah, su celo ni siquiera estaba cerca.

—Claro, no iba a invitarte un trago en un lugar ridículamente barato —se jactó.

YoonGi le dedicó otra de sus medias sonrisas.

—Qué caballero —soltó.

JiMin levantó un poco su mentón.

—Lo soy.

Un mesero apareció entonces, colocando un par de menús sobre la mesa, saludando y dedicándoles una sonrisa amistosa.

—Yo creo que voy a pedir una hamburguesa de super bacon con queso y una cerveza, ¿tú? —decía JiMin mientras miraba el menú.

—Bueno, no quiero aprovecharme... —JiMin negó con la cabeza.

—Pide lo que quieras, pero por favor que no sea más de un plato —le dijo discretamente y YoonGi se rió por lo bajo.

—Creo que pediré una hamburguesa también, la simple se ve bastante buena —señaló y JiMin se dio cuenta de que era la más barata, pero decidió no decir nada más que mirar al otro con una sonrisa inquisidora—. Una cerveza... —decía pensativo, aun mirando el menú—, está bien para mi también, luego puedo pedir una botella de soju —miró a JiMin como si buscara aprobación.

—Oh, me encanta —aplaudió JiMin—. Voy a llamar a un mesero —se giró, levantando la mano, ignorante de que YoonGi miró esta acción con una sonrisa tonta.

No era incómodo, al contrario. Claro que se sintió un poco extraño al principio, pero JiMin casi podía jurar que el estar con YoonGi se sentía casi como si ya lo conociera.

Hablaron un poco sobre el trabajo de cada uno, YoonGi le contó que tenía un taller especializado en motocicletas considerablemente caras y JiMin contó que sólo era un mesero en un restaurante pretencioso.

Eventualmente, continuaron hablando sobre sus vidas, contaron algunas anécdotas personales y se rieron de chistes malos, todo hasta que las hamburguesas estaban casi terminadas y cuando JiMin iba por la segunda cerveza.

—Entonces —comenzó YoonGi, tomando una de las pocas papas fritas que quedaban en su plato—, ¿cómo es que llegaste al edificio?

—Oh, estabas desesperado por hacer esa pregunta, ¿no es así? —bromeó, recibiendo un encogimiento divertido de parte de YoonGi mientras él mismo tomaba un trago de cerveza—. Es una larga historia, pero en síntesis, fue el primer lugar que encontré cuando me fui de casa. No era tan caro el alquiler y la esposa de mi casero pareció apiadarse de mí —se encogió de hombros—. Ellos ahora están divorciados y el tipo es un idiota, pero parece ser que no me ha echado porque siempre pago a tiempo.

—Uhg —YoonGi arrugó un poco su nariz—. ¿Te ha dicho algo? No suena como una persona muy encantadora.

—No lo es —JiMin rió—. Es un anciano gruñón que nunca pierde el tiempo de decirme que tengo un buen culo, pero por el momento no tengo otro lugar a dónde ir —contó como si fuera algo a lo que estuviera acostumbrado. YoonGi frunció un poco sus labios.

—¿No te preocupa que tenga acceso a la casa?

—Cuando digo que es un anciano, créeme, es muy viejo —aclaró—. Le doy una patada en las bolas, un rodillazo, y no podrá levantarse nunca más en la vida —expresó totalmente seguro de sus palabras y YoonGi rió entredientes—. ¿Y tú? Siendo dueño de tu propio taller cualquiera pensaría que tienes estándares más altos que un edificio viejo lleno de goteras —JiMin enarcó una ceja.

—Tú también te morías por preguntar, ¿huh? —YoonGi se recostó sobre el respaldo del asiento acolchado, piernas abiertas, y JiMin sonrió encantadoramente.

—Culpable —dijo, ladeando un poco su cabeza para apoyarla sobre la palma de su mano.

YoonGi mordisqueó un poco sus labios y se cruzó de brazos una vez más, soltando un suspiro corto que sonó más como un resoplido.

—Pues... es una desgraciada historia, en realidad —comenzó y ahora JiMin se veía interesado mientras tomaba el último trago de su segunda cerveza—. Salía con esta chica, fueron alrededor de dos años y medio de relación, vivía con ella y estábamos bien hasta que me enteré que me estuvo siendo infiel por... uh... ¿año y medio? —dudó.

JiMin jadeó sorprendido.

—Mentira —se veía estupefacto. YoonGi jadeó una risa—. No me jodas, ¿es en serio? —YoonGi asintió con convicción, con su lengua presionando contra el interior de su mejilla.

—Fue con un chico de su trabajo y me enteré porque un día tuve un mal presentimiento y la seguí a una salida que se supone era con amigas, pero fue a verlo a él. La enfrenté, soltó todo, lloró mucho y yo simplemente me fui a casa de mis padres —contó frente a la mirada anonadada de JiMin—. Luego pensé en venir a estos departamentos porque papá tiene un par que alquila y decidí quedarme en el edificio porque no quería ser una molestia mientras conseguía otra casa.

—Wow —parpadeó sin palabras, riéndose desganadamente al final—. Los exs son una mierda, ¿no? —inquirió.

—¿El papá o mamá de JungKook? —supuso y JiMin no pudo evitar reír con más ganas esta vez.

—Sí —asintió—. Él es un imbécil.

—Un alfa que no se hace cargo de su hijo —tomó su vaso para tomar otro trago—, vaya novedad... —bromeó y JiMin volvió a reírse.

Cuando el alfa terminó con su primera y única cerveza, JiMin se encontró a sí mismo mordisqueando su labio inferior mientras lo observaba con atención. Él sólo había bebido un poco de alcohol, no se sentía tan ido y supuso que podían seguir en ello un poco más, además, hablar con él era cómodo. YoonGi era como ese chico que le habría gustado conocer antes de HyunSoo, también era atractivo y divertido, un muy buen partido. «Quizás él sí se habría hecho cargo de JungKook», pensó, y se carcajeó un poco por su estúpido pensamiento.

—¿Qué pasa? —preguntó Min, divertido por ver al otro reír.

—Nada —rió suave, negando con la cabeza—. ¿Pedimos el soju de una vez?

YoonGi enarcó una ceja.

—¿Puedes con eso?

JiMin se vio ofendido entonces, aunque una risa tonta quería salir de sus labios.

—¿Disculpa? Solo han sido un par de cervezas, mi tolerancia es mucho más grande que eso —se excusó, pero YoonGi ya podía notar sus mejillas sonrojadas—. No tienes idea de la cantidad que podía beber cuando estaba en secundaria.

—Pero ya no estamos en la secundaria, ¿huh? —bromeó YoonGi, provocando un pequeño fruncimiento de labios en JiMin y ahora tenía la sensación de que JiMin no iba a aceptar un no como respuesta—. Bien —se encogió de hombros, encontrando la actitud del omega particularmente adorable—. Con la condición de que lo pague yo —JiMin pareció querer protestar, pero YoonGi se apresuró—. Si no, nos podemos ir ahora mismo —señaló la puerta con su pulgar.

El omega bufó.

—Eres muy manipulador, red flag —señaló y YoonGi no pudo evitar reírse de ello—. Pero lo aceptaré porque debo llegar a fin de mes —bromeó y su risa fue igualmente acompañada por la de YoonGi.

—Bien, lo iré a pedir, pero no tomaré mucho porque tengo que regresarnos a casa sanos y salvos.

—Mierda, lo había olvidado —se quejó JiMin—. Creo que sí habría sido mejor pedir un taxi —chasqueó la lengua, mirando sus papas.

YoonGi rió.

—Claro, ¿acaso querías verme borracho, vecino?

JiMin le sonrió.

—Tal vez —dijo juguetón, con su voz parecida a un ronroneo.

YoonGi se mordió el interior de la mejilla y colocó ambas manos sobre la mesa para levantarse. Mirando a JiMin de una manera indescifrable, pero eso no quitaba que sus ojos se vieran demasiado profundos ahora.

—Ya regreso —le dijo y caminó en dirección al bar.

JiMin lo siguió con la mirada y se cruzó de brazos sobre la mesa, recostándose sobre ellos mientras YoonGi se asomaba por el bar y se inclinaba un poco para llamar al bartender. En ese momento, el omega llevó la punta de su pulgar a la boca y mordisqueó su uña, un poco encantado por el alfa en ese momento.

«Tiene una linda espalda», pensó.

En algún punto JiMin se tomó un par de tragos más hasta que la botella se acabó. Claro que no fue la gran cosa, ambos estaban acostumbrados a esa cantidad, quizás un poco más, pero vaya que JiMin no podía dejar de reírse como un tonto frente a cada cosa medianamente graciosa que dijera YoonGi, luciendo sus mejillas rojas y expresión adormilada como un encantador ángel con sueño.

Ambos pagaron lo que les tocaba y salieron a la calle. Eran casi las doce de la noche y JiMin se sorprendió de no haber notado la cantidad de tiempo que pasaron afuera, además de que no solía estar fuera de casa hasta tan tarde en la noche si no era por el trabajo. YoonGi pensó que era algo lindo, al menos se llevaban lo suficientemente bien como para no hartarse de la presencia ajena durante tanto tiempo y sería un tonto si no se hubiese dado cuenta de las miradas que ambos intercambiaron durante toda la velada.

Ninguno era un tonto a decir verdad. El aura alrededor de ambos se sentía coqueta, se dedicaban sonrisas cortas y miradas inquisidoras, además de la existencia de un par de frases con doble sentido que tanto el alfa como el omega se encargaron de soltar durante todo el tiempo dentro del bar.

—La verdad me sorprende lo bueno que eres bebiendo —comentó Min con sinceridad, admitía no haber tenido en cuenta que JiMin quizás sí podía con ello como había dicho.

—Claro, mi garganta resiste bien —sonrió, encogiéndose de hombros de manera linda.

YoonGi silbó, recibiendo una risita coqueta de parte del omega.

Había tensión, se gustaban, eso era obvio. ¿Harían algo al respecto? Esa era la verdadera pregunta.

Cualquiera pensaría que el haber salido juntos era suficiente, pero no, después de todo habían un par de dudas de parte de ambos y aunque la atracción fuera fuerte, el dar un paso equivocado siempre era un temor existente.

Entonces, un JiMin lo suficientemente borracho como para borrar un poco sus inhibiciones se apresuró a subirse a la moto, comentando entre tanto que le gustaría aprender a manejar una por mera diversión, ya que el viaje no le había parecido tan malo. YoonGi le aseguró que él podía encargarse de eso, pero JiMin negó tímidamente, luciendo lindo como el infierno con esa sonrisa coqueta en su cara de mejillas sonrojadas y labios rojos, sentado sobre la moto como si quisiera recostarse sobre ella y YoonGi trató de no pensar mucho en ello mientras se colocaba el casco.

YoonGi comparó a JiMin como esos gatos que se restriegan contra tu pierna como si quisieran mimos, ronroneando dulcemente mientras te miraban fijamente. JiMin sonreía y lo miraba con ojos profundos, como un gato que esperaba caricias para pegarse a tu cuerpo. «Un lindo gatito coqueto», pensó YoonGi con diversión por su tonta comparación.

—Si tú me enseñaras a andar en esto seguro terminaríamos chocando —comentó JiMin con una aparente diversión en su tono, tomando el casco que le entregó YoonGi para colocárselo.

—¿Ah, sí? ¿Tan mal profesor crees que soy? —cuestionó YoonGi, sentándose frente al omega, agitando un poco la moto en el proceso.

—No me refería a eso, profesor —deslizó sus manos por la cintura del alfa de una manera que lo hizo retener un suspiro, sujetándose mientras sonreía, pero YoonGi no podía verlo—. Hablo de que quizás no logre concentrarme —aclaró.

El tono de voz de JiMin daba a entender que había algo interesante escondido entre sus palabras y YoonGi sentía un calor subir por su vientre imaginando lo que podría ser.

—¿Y por qué exactamente? —preguntó interesado mientras colocaba la llave, mirando por encima la manera en la que las manos del omega sujetaban su abdomen.

—Creo que prefiero dejarte con la duda —soltó una risita.

YoonGi se mordisqueó el labio inferior, tomando un poco de aire y encendiendo la moto por fin. Sentía que estaba a punto de explotar porque la manera en la que el omega hablaba lo tenía al borde, pero es que no podían culparlo, no cuando su lobo aullaba emocionado y pedía por el otro, casi como si estuviera desesperado, mucho más de lo que había creído estar antes.

—No sabía que las motos vibraran tanto, qué divertido —comentó JiMin con una voz dulce, como si no se diera cuenta de lo que decía.

YoonGi se tragó un gruñido y arrancó.

El camino fue calmado, YoonGi volvió a regular la velocidad para que JiMin no se asustara, pero no estaba seguro de que el omega se encontrara igual de nervioso a como lo había estado en el momento que se fueron, de hecho, casi podía jurar que se había dormido en su espalda sí no fuera porque de vez en cuando apretaba el agarre sobre su abdomen.

Cuando llegaron a casa, YoonGi se bajó primero y JiMin se quitó el casco antes de tomar los hombros del alfa y con eso ayudarse a bajar de la moto. Sus pies tocaron el suelo de inmediato y ambos volvieron a quedar frente a frente. YoonGi ladeó una sonrisa y deslizó sus manos lejos de la cintura de JiMin al no tener más excusa para dejarlas ahí.

—Gracias —le dijo suave, un par de sonrisitas acompañando sus palabras, también apartó sus manos lejos de los hombros ajenos para tomar el casco.

Cuando JiMin se dio la vuelta para caminar hacia la casa, YoonGi se tragó un suspiro y trató de no pensar en su lobo ansioso, porque estaba seguro que ese contoneo en las caderas del omega no estaba ahí cuando salieron de la casa. Trató de no mirar demasiado, pero había algo en el otro que lo tenía casi flotando.

Claro, era su aroma a rosas y caramelo, pero había algo más que lo tenía con piel de gallina.

Quería tocarlo.

Primero llegaron a la puerta de la casa de JiMin, él se encargó de entrar y de entregarle su casco a YoonGi, quien no había apartado su mirada un segundo el encantador omega que ahora se apoyaba sobre el marco de la puerta con un par de ojos brillantes, observándolo como si tuviera sueño.

—Gracias por acompañarme hasta mi casa. Espero que no tengas muchos problemas en el largo camino de regreso —bromeó un poco, riéndose de manera encantadora cuando YoonGi asintió como si aquello fuera una verdad tajante y desgraciada.

—Ya sabes, ser un caballero consta de hacer cosas como estas, es la maldición con la que debo lidiar —se encogió de hombros con humildad y JiMin no pudo evitar continuar riendo. YoonGi sólo lo miró, luciendo encantado—. Me divertí —le dijo entonces, voz amena y mirada dulce.

JiMin parpadeó ya que fue tomado un poco por sorpresa con esa declaración, pero continuó sonriendo en su lugar, ahora luciendo un poco más tímido que hacía un rato, sus mejillas rojas y su mirada brillando por debajo de sus pestañas. Su consciencia medio alcoholizada no le permitía sentirse estúpido por su desastroso coqueteo, así que sólo mantenía su mirada en el otro, observando YoonGi como si fuera un pan recién horneado.

Sus lobos no dejaban de rasguñar para que se lanzaran el uno contra el otro, pero ellos seguían ahí parados.

—Yo también me divertí —correspondió sus palabras—. Aunque fuera un impulso haberte invitado, sí admito que fue lindo —arrugó un poco su nariz en un gesto lindo.

—¿Entonces no fue porque te cautivó mi fantástica personalidad? —cuestionó frunciendo sus cejas, provocando que otra risa encantadora saliera de los labios de Park.

—Oh, por favor, ¿cómo no sería por eso? —continuó con el chiste, inclinándose un poco hacia el otro sin darse cuenta—. Es más, creo que el punto clave fue que arreglaras mi horrorosa puerta.

YoonGi negó con la cabeza como si estuviera decepcionado.

—Puro y cochino interés.

JiMin se carcajeó y golpeó su hombro suavemente, negando aquello.

YoonGi sólo lo miró reírse hasta que se detuvo, observándolo con ojos profundos que se encontraron con los ajenos, incapaces de desconectarse de ellos como si una especie de fuerza magnética lo obligara a hacerlo. Ahora se extendía un suave silencio entre ambos que, lejos de ser incómodo, evocaba en ellos un sentimiento reconfortante, como un abrazo, o como una paz que llegaba hasta sus huesos.

Ahora ambos esperaban saber cuál iba a ser el siguiente movimiento.

Entonces, sin previo aviso, JiMin miró los labios de YoonGi por menos de un segundo en una pequeña acción que ni siquiera pasó por su consciencia y el alfa imitó el gesto, quizás un poco más lento que él, provocando que el otro sintiera una carga todavía más pesada contra su vientre.

Volvieron a mirarse, callados. JiMin relamió sus labios por los nervios y YoonGi no se perdió de ese pequeño movimiento, imitando y separando su propia boca un par de centímetros como si quisiera tomar un poco de aire.

"¿Quieres pasar?", era la pregunta que el omega tenía atorada en la garganta desde que salieron del bar, era la pregunta que iba a desatar todo lo que había estado preparando de manera casi inconsciente durante el transcurso de la velada y saborearla en su boca era comparable a rozar el gatillo de un arma de fuego.

Sin embargo, justo cuando YoonGi se movió un centímetro más cerca de él como lo haría un cazador frente a su presa, JiMin soltó otra cosa:

—Buenas noches.

Lo siguiente que supo YoonGi, fue que la puerta de JiMin se había cerrado en su cara.

Oh no.

Continue lendo

Você também vai gostar

201K 20.8K 55
❝ ¿Te gustan los animales? ❞ - Segundo libro de "INNOCENT". - Es obligatorio haber leído el primer libro, disponible en mi perfil, para entender este.
4M 248K 58
TERMINADA✔️ ¿Crees en las casualidades? Pues Bella era de las que no creía, pero su opinión cambia cuando descubre que está embarazada. ¿Por qué ese...
13K 1.9K 5
Jimin, un estudiante junior de veterinaria, que cae rápidamente por Yoongi, un estudiante superior de derecho; por lo que decide ir tras él sin miedo...
999K 52.4K 37
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...