Todo había pasado demasiado rápido. Quién pensaría que en un mes su vida cambiará tan de repente.
Ya no era Lilith Mornigstar, ahora era Lyra Grensted. La bruja que muchos temían en el mundo muggle, solo por ser la hija de Klaus Grensted, un Brujo de más de cien años.
Cada vez que caminaba por los pasillos, las miradas se dirigían hacia ella. Muchos impresionados ante el cambio de identidad.
Y sobre Hermione, bueno, ella ha estado muy ocupada con los
T.I.M.O.S, por lo que no hemos hablado mucho estas últimas semanas. Ella sabe quien es mi padre y por qué pasó todo.
. . .
— ¿Cómo te sientes hoy? — preguntó Hermione mientras caminábamos.
Habíamos salido a caminar un rato al bosque prohibido. Estaba demasiado oscuro, pero no nos importaba. Íbamos agarradas de la mano. La luna brillaba como nunca antes, brillaba tanto como el collar que Hermione me había regalado para nuestro aniversario.
— Un poco mejor que antes — aseguré.
Asintió entendiendo que no quería sacar el tema.
Nos sentamos debajo de unos árboles. Era todo lo que necesitaba, Paz.
Me recosté en el regazo de Hermione mientras ella sacaba un libro para leer de su bolso. El aire era algo fresco, más de lo normal, pero aún así, Estaba en el regazo de Hermione por lo que mucho frío no tendría.
— Tú crees que mi padre, el que realmente lo es, ¿Me llegará a querer como Lucifer no lo hizo, Mione? — desahogue mis dudas con Hermione, era la única a la que le podría tener la suficiente confianza.
Hermione hizo un ruido extraño, como si estuviera dudando de su respuesta.
— pienso que si, tú y él no tuvieron mucho tiempo para siquiera conocerse del todo bien, como para que te tratase mal. Además él es tu padre, no es un hombre extraño como lo fue Lucifer.
— Si, pero Lucifer era "Mí padre" y aún así me trató como una persona más, ni siquiera me dijo alguna vez "hija" — suspiró mirando de nuevo las estrellas— tengo miedo de que él sea igual que Lucifer y...
Hermione acarició su cabello con suavidad y la interrumpió.
— Solo... Dejemos las preocupaciones atrás, disfrutemos este momento, estamos solas, tú y yo, en el bosque donde es posible que no vivamos para contarlo, pero estamos juntas, eso es lo que importa.
Hermione tenía razón, por fin estabamos juntas a solas después de tanto tiempo. Teníamos que disfrutarlo aunque sea solo por un momento.
— ¿Ésta semana estás libre? — pregunté a Hermione.
Había pensado en tal vez ir este fin de semana a Hogsmeade juntas, llevaba tiempo que no iba. Tom le había pedido hace unos meses que por el momento se quedase en Hogwarts, por si acaso de que Lucifer quisiera hacerme algún tipo de daño.
Flashback
Estaba sentada en uno de los sillones de la sala de estar de Malfoy Mannor, junto a su tío Tom.
Su tío había hecho un tipo de ritual para volver a su cuerpo humano. La verdad es que no se veía para nada mal. piernas largas y delgadas, mandíbula marcada, su cabello negro perfectamente acomodado. Sus ojos con un tono marrón, su piel de tez Blanca y su varita en mano. Cualquiera que lo viera no negaría que fuera Lindo. Aún así, todavía llevaba puesto un glamur sobre él al momento de reunirse con sus seguidores.
El humo salía de su taza de té recién hecho por el elfo de los Malfoy, Dobby. Quien al enterarse de que ella saldría de Hogwarts junto con el señor oscuro, no dudo ni un segundo en acompañarla. Al llegar, Narcissa lo recibió amablemente como un viejo amigo con un abrazo, que el elfo no rechazo. Cuando se sentaron en la sala de estar insistió en preparar un té para Lilith y Tom, aunque el último rechazo su oferta, él era más del café, pero no tenía ganas de pedirle al elfo después de que algunas veces lo maltrato años atrás.
El peli negro se acomodó en su asiento, comenzando con su hablar.
— Supongo que estarías de acuerdo conmigo si te pido que no salgas de Hogwarts por unas semanas, por lo menos hasta que yo logre buscar la forma de mantenerte a salvo, sin estar al lado tuyo — Dijo lentamente, cuidando de sus palabras.
Odiaba no poder salir de Hogwarts e ir a Hogsmeade. Tomar una cerveza de mantequilla junto a su primo y su novia, Pero si era necesario para no ponerse en peligro así y a los demás, estaba dispuesta a seguir las órdenes de Su tío, Tom.
— Por supuesto, tío, aunque me cueste lo haré. Pero necesito preguntarte algo.
Posó sus manos en sus piernas mientras la miraba atentamente. Para luego decir:
— Sabía que lo entenderías, ahora dime.
Buscó las palabras correctas para expresarse. Tomó un sorbo de su té ahora a temperatura media, para después mirar sus manos nerviosas.
— Es posible que mi padre, el verdadero, pueda entrar a Hogwarts? — liberé mis dudas tan rápido como las pensé.
Tom pareció discutir internamente con él mismo sobre que responder.
Lilith esperó paciente a la respuesta de su tío, mientras se distraía mirando los detalles de la habitación. Tenia varios detalles que no cualquier casa tenía, era obvio, eran los Malfoy de quienes se trataba, su fortuna se pasaba de heredero tras heredero desde hace décadas, y uno de los próximos era Draco.
Una voz la sacó de sus pensamientos.
— No es del todo posible, ya que hace años que no pone un pie en Hogwarts, pero tratándose de ti, su hija, es posible.
Su mente se quedó procesando esa información por un largo rato.
Fin del flashback.
La voz de Hermione sacó los recuerdos de su mente al hablarle.
— Ya por fin he terminado todos los exámenes con diez —contaba — ¿Qué pensabas hacer?
— Tenía pensado que podríamos ir por unas cervezas de mantequilla a Hogsmeade, como una cita. — propuso aún jugando con los mechones ondulados de Hermione.
Duraron un rato más así hasta que se hizo tarde. Ya era hora de ir a sus habitaciones antes del toque de queda. Hoy le tocaba turno Ron junto con un Slytherin. Por lo que era mejor que llegáramos a nuestras camas cuanto antes, o sino Ron nos quitaría puntos aunque fuésemos de la misma casa, solo para molestarnos.
Tomé mi bolso del pasto, mientras Hermione se acomodaba el cabello despeinado gracias a mi.
Cuando por fin estuvimos listas, nos tomamos de la mano para encaminarnos juntas al castillo.
Cuando llegamos nos encontramos a algunos Hufflepuff charlando alegremente que al momento de enterarse de que estábamos nos saludaron.
Seguimos nuestro camino a nuestra sala común. Llegamos justo a tiempo, Ron estaba saliendo de ésta acomodándose su uniforme, cuando nos vio.
— Tienen suerte de que falten cinco minutos para el toque de queda. Ahora suban a su habitación, o les tendré que descontar puntos.
Tan rápido como terminó de hablar cruzamos el cuadro de la dama gorda. Al entrar nos encontramos con un preocupado Neville.
Sin dudarlo nos acercamos a él.
— ¿Está todo bien, Neville?— preguntó Hermione cuando nos acercamos.
Él nos miro preocupado.
— Es Harry, él está llorando en nuestra habitación y no deja que nadie lo ayude, Ron no se dio cuenta de que estaba llorando porque estaba aquí junto al fuego, pero todos los demás sí. La mayoría se fueron para darle su espacio.
Mi expresión cambió de una de alegría, a una de preocupación.
Solté la mano de Hermione y subí las escaleras corriendo hacia los dormitorios de los chicos. Al llegar se escuchaban los llorosos desde el pasillo. Algunos me miraron raro y otros impresionados al ver a una chica de este lado.
Sin darle importancia, entré sin golpear la puerta. Encontrándome a un Harry abrazando sus rodillas en su cama.
— Harry...
Al decir esto él levantó la vista dejando ver sus rojos e hinchados ojos. No hubo respuesta de este, solo se siguieron escuchando llorosos aumentados .
— Harry, cariño, ¿Qué sucede? — más lloriqueos se escucharon en la habitación —¿Quieres contarme qué sucedió?
Me acerqué a su cama para luego sentarme en esta y cerrar las cortinas por si alguno de los chicos entraban y se encontraban a Harry llorando nuevamente, se iban a preocupar más. Además de que Harry se avergonzaria.
En el instante en que Harry sintió que estaba a su lado, se relajó un poco.
— Yo... es sobre... — se sobo la nariz — Mamá.
Oh, él la extrañaba, sabía que esto sucedería en algún momento. Al principio no me molestaba ocultar el hecho que ella sugiera viva, pero ahora verlo a Harry sufrir, le partía el Alma. Él no se merecía esto, ya había pasado por demasiado. Tom o como él lo conocía, Voldemort, le había hecho demasiado daño hasta que yo llegara. Y eso jamás se sanará así como si nada.
Me acerqué a su lado atayendolo hacia mis brazos. Era la única que podría ayudarlo y que lo entendería.
— Esta bien, esta bien. Ella estaría muy triste si te viera llorar por ella, ella sacrificó su vida por ti — traté de consolarlo.
Sus lágrimas no habían parado, sus hipos tampoco. Ahora sus brazo se pegaban a mi cintura y sus dedos se aferraban a mi blusa.
— Fue mi culpa, debí morir yo, antes que ella — su voz apenas audible que llegó hasta mis oídos.
— Por supuesto que no Harry , no fue tu culpa, ni la de nadie.
— No tengo a nadie, estoy solo — seguía llorando descontroladamente ahora en mi pecho.
Si había algo que sabia, era que en cuanto supiera la verdad, sería difícil para él aceptarlo y estaría furioso con Lily, e incluso conmigo.
De eso estaba segura.
— Por supuesto que no, Harry, me tienes a mí, y jamás te dejaré. Primero muerta antes que dejarte solo— lo abraze más fuerte
Intenté calmarlo con caricias en su espalda.
Pronto su respiración comenzó a tranquilizarse, posiblemente en cualquier momento caería profundamente dormido.
— Shh, tranquilo, nada te pasará, estoy contigo.
Harry levantó por primera vez su cabeza para mirarme. Para decir entre lágrimas:
— ¿Puedes quedarte a dormir conmigo?. No quiero dormir solo. — con sus ojos esmeralda mirándome con súplica.
— Por supuesto, pero debo avisarle a Hermione que no dormiré con ella. ¿Te molesta si uso tu lechuza? — él negó con la cabeza rápido — De acuerdo.
Se separó de mí despacio, me arrodille para abrir las cortinas y así bajarme. Por suerte Hedwig estaba en la ventana esperando como si hubiera venido en el instante en que la mencionamos.
Tomé un trozo de pergamino y una pluma de uno de los cajones de la mesita de luz de Harry.
Mojé la pluma en el tarro de tinta y empeze a escribir.
Harry quiere que duerma con él por está noche, no me resistí y le dije que si, mañana a primera hora nos vemos en el gran comedor.
L.G
Doblé el pergamino y se lo puse en las patas a Hedwig.
— Llevárselo a Hermione, porfavor.
Y sin más la lechuza voló no muy lejos de aquí.
Volvió a la cama dónde un Harry ya estaba profundamente dormido. No podía negar que era demasiado tierno dormido.
Se sacó los zapatos dejándolos a un costado. Se metió entre las sábanas de seda color rojo.
Si Harry la necesitaba junto a él, pues así sería. Sería como una mamá cuidando de sus cachorros.