๐“๐‡๐„ ๐’๐‚๐Ž๐‘๐‚๐‡ ๐“๐‘๐ˆ๐€๏ฟฝ...

Von xElsyLight

20.6K 2.6K 7.8K

๐“๐’๐“๐ˆ๐…โŠฐ;โŠฑ โ Recuerda quiรฉn es el verdadero enemigo. โž แตŽ๐“‚… segundo libro de la trilogรญa. ๐€”. โธฅ ๐‘ป๐’‰๐’๐’Ž๏ฟฝ... Mehr

โ ๐“๐‡๐„ ๐’๐‚๐Ž๐‘๐‚๐‡ ๐“๐‘๐ˆ๐€๐‹๐’ ๐ˆ๐ ๐…๐ˆ๐‘๐„ โž
โ€ ๐‘จ๐’—๐’Š๐’”๐’ ๐’‚๐’๐’•๐’†๐’” ๐’…๐’† ๐’๐’†๐’†๐’“ ;
โ—ž ๐– ๐–ฑ๐–ค๐–  ๐–ฆ๐–ฑ๐– ๐–ฏ๐–ง๐–จ๐–ข !
โ› ๐‚๐‡๐€๐‘๐€๐‚๐“๐„๐‘๐’ (ยน)
โ› ๐‚๐‡๐€๐‘๐€๐‚๐“๐„๐‘๐’ (ยฒ)
โ› ๐‚๐‡๐€๐‘๐€๐‚๐“๐„๐‘๐’ (ยณ)
โ ๐“๐‡๐„ ๐’๐‚๐Ž๐‘๐‚๐‡ ๐“๐‘๐ˆ๐€๐‹๐’ ๐ˆ๐ ๐…๐ˆ๐‘๐„ โž - ๐‘๐‘’๐‘ค๐‘ก๐‘š๐‘Ž๐‘ .
โ€ ๐‘ซ๐’†๐’…๐’Š๐’„๐’‚๐’•๐’๐’“๐’Š๐’‚ ;
โ”โ”โ”โ” ๐—•๐—ข๐—ข๐—ž๐—ง๐—ฅ๐—”๐—œ๐—Ÿ๐—˜๐—ฅ.
โ”โ”โ”โ” แด˜ส€ษชแดแด‡ส€แด€ แด˜แด€ส€แด›แด‡
โ‡ 00 โ†ผ
โ‡ 01 โ†ผ
โ‡ 02 โ†ผ
โ‡ 03 โ†ผ
โ‡ 04 โ†ผ
โ‡ 05 โ†ผ
โ‡ 06 โ†ผ
โ‡ 07 โ†ผ
โ‡ 08 โ†ผ
โ‡ 09 โ†ผ
โ‡ 10 โ†ผ
โ‡ 11 โ†ผ
โ‡ 12 โ†ผ
โ‡ 13 โ†ผ
โ‡ 14 โ†ผ
โ‡ 15 โ†ผ
โ‡ 16 โ†ผ
โ”โ”โ”โ” sแด‡ษขแดœษดแด…แด€ แด˜แด€ส€แด›แด‡.
โ‡ 17 โ†ผ
โ‡ 19 โ†ผ
โ‡ 20 โ†ผ
โ‡ 21 โ†ผ
โ‡ 22 โ†ผ
โ‡ 23 โ†ผ
โ‡ 24 โ†ผ
โ‡ 25 โ†ผ
โ‡ 26 โ†ผ
โ‡ 27 โ†ผ
โ‡ 28 โ†ผ
โ‡ 29 โ†ผ
โ‡ 30 โ†ผ
โ‡ 31 โ†ผ
โ‡ 32 โ†ผ
โ‡ 33 โ†ผ
โ‡ 34 โ†ผ
โ‡ 35 โ†ผ
โ‡ 36 โ†ผ
โ‡ 37 โ†ผ
โ‡ 38 โ†ผ
โ‡ 39 โ†ผ
โ‡ 40 โ†ผ
โ‡ 41 โ†ผ
โ”โ”โ” " โ˜… 3 ๐—ฎ๐—ป๐—ฑ ๐˜๐—ต๐—ฒ ๐—น๐—ฎ๐˜€๐˜ ๐—ฝ๐—ฎ๐—ฟ๐˜.
โ‡ 42 โ†ผ
โ‡ 43 โ†ผ
โ‡ 44 โ†ผ
โ‡ 45 โ†ผ
โ‡ 46 โ†ผ
โ‡ 47โ†ผ
โ‡ 48โ†ผ
โ‡ 49โ†ผ
โ‡ 50 โ†ผ
Epรญlogo + Noticia

โ‡ 18โ†ผ

322 35 307
Von xElsyLight


「 sɪᴛɪᴏ ᴇxᴛʀᴀɴ̃ᴏ 」



—No puedes dejarme así, Newt. Eres lo único que me queda, ¿qué voy a hacer sin ti? —La expresión de mi amigo es férrea, dura y sin remordimiento alguno.

—¡Me prometiste que cuidarías de Lizzy, y has faltado a tu promesa! ¡Creía que no lo volverías a hacer! —Su voz rota me duele y me llena de angustia.

La veracidad de sus palabras me llega hasta el fondo y me hace sentir esa gran culpabilidad de haber faltado con mi responsabilidad. Sin embargo, no quiero que me mire de esa manera, no quiero que sus ojos expresen sólo odio por mi. Así que, aun sabiendo lo que puede esperarme, estiro una de mis manos para sostener conmigo su muñeca. Se revuelve con fuerza, con asco, con desprecio..., Y el puñetazo que me lanza, hace que me tropiece y que me caiga de bruces contra el suelo. 

Al alzar la vista, este me mira con todo el resentimiento del mundo. Mi corazón se destruye en pedazos al saber que lo he perdido para siempre y que no hay nada qué pueda hacer para mantenerlo conmigo.

—Nunca te perdonaré, Minho, y no creo poder hacerlo nunca. —Entonces veo cómo se aleja de mi lado y es cómo si miles de dagas se clavasen en mi vientre.

Me deja atrás en el olvido y aunque, entre trompicones, pretendo llegar hasta él, caigo sin darme cuenta en una gruta oscura y profunda; grito su nombre varias veces, en algunas ocasiones mi voz suena rota y completamente desesperada. No obstante, sigo cayendo y para cuándo me doy cuenta, abro los ojos de sopetón: era todo una maldita pesadilla.

Quejándome en bajo, acaricio con movimientos suaves mi sien, ya que me duele horrores. Todo me da vueltas, pero cuándo veo que todo lo que me rodea es una ennegrecida oscuridad, aquello consigue despertarme del todo. Doy varias vistas a mi alrededor, pero no puedo discernir nada con claridad. El miedo de no saber en dónde estoy me aboca, y puedo asegurar qué escucho perfectamente los latidos de mi agitado corazón; trato de respirar pausadamente, intentando tranquilizarme y alarmarme con la situación, pero es inútil.

La cosa empeora cuando busco levantarme del pavimento duro y helado en el que estoy, y piso algo sin querer. Un quejido me sobresalta y me alejo sorprendido hacia atrás, sin saber realmente qué está sucediendo en este sitio extraño. Mi espalda choca contra una pared metálica, y con la seguridad de tenerla detrás de mi, me agazapo en ella; no quero atraer la atención. Necesito pensar.

A ver, ¿qué demonios es lo último que recuerdo? Me estrujo con fuerza la cabeza, intentando forzarme a traer alguna memoria a ella..., Después de unos alargados segundos de pesado silencio, de pronto llega y es de tal sopetón, que mi pecho se agita con brusquedad.

«Mis padres, ellos...», ¡eso era! Antes de perder la consciencia, vi a mis padres muer..., Siento que se me revuelven las tripas y unas súbitas ganas de vomitar me invaden. Borro la imagen mental de ellos colgados en las bisagras de mi casa, y cubriéndome la boca con la mano, trato de recomponerme. «Vamos, güey, no te conviertas en una puta princesita», me regaño mentalmente para obligarme a tomar las riendas de mi nervioso y exaltado comportamiento.

Con las piernas entumecidas y temblando un poco, me incorporo lentamente y teniendo cuidado de no caer sobre algo que despierte algún tipo de amenaza. Sin saber qué hacer primero, me decido a encontrar con lo que sea que me había chocado momentos antes. No temo que sea algún tipo de animal, ahora que pienso con más claridad, porque su quejido había sonado humano; al menos, me digo eso para mantener la calma.

Arrastrándome por el suelo, la fibra de mis dedos no tardan en acariciar algo que identifico cómo un brazo alargado y mucho más pequeño que el mío. Me trae memorias de repente de otro brazo igual de minúsculo, y me golpea en la cabeza un fuerte recuerdo que sucedió antes de mi emboscada. La presidenta, ella... estaba ahí conmigo, y me dijo que no sería el único en sufrir las consecuencias de los actos de Newt; qué Lizzy también..., ¡Mierda, Lizzy!

Sin pensar demasiado las cosas y dejándome guiar por mis sentimientos encontrados, pienso que a quién estoy tocando es a ella: a la dulce y pequeña hermana de mi mejor..., Recibo un golpe bajo la mandíbula que interrumpe cualquiera de mis abruptos pensamientos, y me veo obligado a apartarme. Me echo hacia atrás, sujetándome esa sección de mi cuerpo, dolido.

—¡Qué daño! —Había bajado la guardia por completo y no me lo había esperado.

Sobándome la barbilla con cuidado, me doy cuenta de que la fuerza empleada en el golpe había sido mucho más fuerte y algo superior a lo que haría un brazo menudo como el de antes. Aquello consigue que me ponga altera, y mi tono de voz muestra desconfianza y prevención.

—¿Quién está ahí? —Es lo primero que pregunto, y como si estuviese programado o preparado de alguna extraña manera, empiezo a escuchar otras muchas voces quejarse de un extremo dolor de cabeza. Algunas de ellas suenan asustadas, y otras muchas desconcertadas.

Dejo de poner atención a las voces de los demás, cuando la persona que siento cerca, aquella que me ha golpeado con seguridad, me habla.

—¿Has sido el primero en despertar? —Es un chico y probablemente por su tono de voz, joven y puede que de una edad similar a la mía.

Dudo de responder al principio, pero me recuerdo que estamos en el mismo ajo y que de nada serviría tomar prevenciones con personas que están igual que yo. Luego pienso en qué mi respuesta no cambiará nada, y que no es realmente de mucha importancia.

—Sí, ¿tú eres el que me ha golpeado? —A pesar de los quejidos nerviosos que resuenan por el lugar, puedo escuchar perfectamente lo que me dice.

—Me lo habías dejado a huevo, chico. —Por alguna extraña razón, aquello me saca una carcajada suave. Este la comparte también y por unos momentos, me parece que no estamos tan hundidos como parece.

Sin embargo, todo se rompe cuando suceden dos cosas a la vez: a mi lado, habla una niña que no debe de tener por su voz aniñada más que unos trece, y anda preguntando en dónde carajos estamos, justo, cuándo unas compuertas se abren ante nuestros ojos dejando la entrada de una incandescente luz blanca.

Y en aquel momento, me digo que no puedo tener la más mala suerte del mundo, porque mientras las puertas se van abriendo, descubro que no estamos aquí reunidos unos cinco o cuatro chicos como pensaba, si no que por lo menos hay unos veinte. Todos ellos adolescentes, por supuesto; asustados y desconcertados como yo.

Antes de que todo entre en caos, intento buscar con la mirada la cabellera rubia y familiar de Elizabeth, pero nada. Pretendo acercarme a todos los que nos rodean, apartarles para buscarla de una mejor forma, pero cuándo en la salida aparecen una multitud de guardias armados y uniformados, todos nos quedamos quietos. Aguantamos la respiración sin saber qué demonios hacemos aquí, ni qué quieren de nosotros.

Me fijo en el chico que está a mi lado, y supongo que es con quién hablaba antes: es un chico alto, formado, esbelto y con un cabello corto de tonos castaños. Una camisa gris le acompaña, junto a unos vaqueros grandes de un color beige. Un principio de barba acompaña su mandíbula inferior, y su intensa mirada castaña me dice qué es mejor no buscarme problemas con él.

—¿Qué quieren de nosotros? ¿Qué hacemos aquí?

—¡Déjenme volver con mis padres!

—¡Quiero regresar a casa, por favor!

Varias voces corean mis propias dudas, inquietudes e inseguridades por todo lo alto. Pero los guardias no sueltan prenda; se dedican a mantener sus posiciones, hasta que alzan sus armas en nuestra dirección y, entonces, mi cuerpo se mueve solo. Busco rápidamente a la niña de voz aniñada, y la encuentro temblando como un flan a unos metros de mí; la atraigo hacia mí y la sostengo entre mis brazos. Ella se aferra a mí, completamente aterrada, y siento una mano en mi hombro: es el chico de antes. Su mirada es comprensiva y me muestro confundido cuándo se coloca enfrente de mí, protegiéndonos. ¿Cómo si quiera puede pasársele por la cabeza sacrificarse por dos personas a quién apenas conocía?

Sin embargo, aunque escucho los intensos latidos de mi corazón en la garganta, no se deja soltar ninguna bala hacia nosotros. Sólo las mantienen en alto, asustándonos, amenazándonos, y mientras en mis brazos mantengo a la niña de cabellos negros, sólo puedo pensar en Newt y en Lizzy. No tengo la menor idea de si mi mejor amigo sigue vivo, o en sí Ava me mintió de una forma descarada con el paradero de su hermana..., Lo único que sé con seguridad, es que estoy en el tablero de juego y qué ahora ya no soy más una pieza de repuesto: he entrado a la partida y cualquier movimiento en falso causará mi muerte, una lenta y dolorosa.

—Es hora de comenzar, salid pequeños jugadores porque habéis sido elegidos para algo mayor. Algo —dice un hombre de cabello canoso y expresión amargada, que viste un traje gris—, que cualquier otra persona desearía en este mundo: una oportunidad.

A pesar de que da la sensación de qué quiere decir algo, el chico enfrente de mí habla con una voz fuerte y confianzuda: —¿De qué se trata esa oportunidad qué dices?

En el pasado, estoy seguro de qué estaría exaltado, dando puños a todos lados para qué me dejasen marchar..., Pero pasando tanto tiempo con Newt, me hizo madurar; después de las muchas veces en las que me comportaba como un crío y él salía herido, me di cuenta de que no podía seguir así. Por esa cambié, y agradezco realmente ser diferente ahora, más calmado y centrado. Y estoy seguro de que si no me dan una buena razón de peso, no me saldré de mis cabales.

—Una oportunidad —retoma la palabra el menudo hombre— en la que podréis ganar mucho dinero y una vida plena para vosotros y para aquellos a los qué queréis.

Aquello me suena demasiado fácil y sencillo; debe de haber algo a cambio. Se trata del Capitolio, después de todo: nada es gratis.

—¿Qué hay que hacer para ganarse eso? —pregunta una chica, situada unos metros más adelante.

El hombre revisa el reloj de su muñequera, y tratando de ocultar su expresión molesta, responde con rapidez que sólo tienen que seguirle, no causar problemas y hacerle caso todo el tiempo. Los cotilleos de los jóvenes que me rodean no se detienen en algún momento; intentan averiguar qué hay detrás de esto, qué buscan realmente, pero sin llegar a nada, pronto se rinden y sólo muestran algo de incomodidad enfrente de los adultos.

El chico del que todavía no sé su nombre, me mira extrañado y luego hacia la niña, esta sigue aferrada a mi cuerpo y sólo nos desconcentramos de su constante temblor, por la entrada de una chica a nuestro grupo: es pelirroja, de ojos claros y tiene una tímida sonrisa. A pesar de que en su mirada se pueden distinguir matices nerviosos, se nota que intenta mantener la compostura.

—Tu me pisaste el brazo antes —me señala, y quiero saber cómo lo ha averiguado si estábamos todos a oscuras. Yo intento sonreírle suavemente, pero creo que sólo consigo mostrarle una pequeña mueca; aún así, continua—: ¿Tenéis idea de qué va todo esto?

Yo me dedico a negar, y regresa a nosotros aquel silencio incómodo y angustioso que solo es destruido por la intromisión de los Vigilantes que comienzan a sostenernos de los brazos y a echarnos hacia afuera. Una chica se tropieza, probablemente por los nervios, y menudo golpe se lleva en el cogote por eso. Al momento quiero saltar a defenderla, pero el chico de mirada castaña me detiene: niega con la cabeza, y solo viendo cómo la cargan otras dos chicas en su mismo estado inquieto, salimos a petición de los guardias.

Mientras caminamos hacia la salida de aquella tartana metálica que nos aguardaba entre sus férreos brazos, acaricio con delicados movimientos la espalda baja de la niña y esta me mira con aquellos ojos verdes, dulces y grandes, casi como los de un cervatillo. Me recuerda tanto a Lizzy, que me asusta pensar qué estoy confundiendo mis realidades.

Principalmente, no se parecen en nada: ella es más menuda, con manos más pequeñas y un rostro redondo, no afilado como el de Lizzy. Tiene ojos verdes, grandes, y pecas en las mejillas. Lo más destacable es su melena negra rizada y su piel morenita. No son iguales, no es ella, me repito mentalmente, regresando a mi anterior postura tensa.

Sin embargo, ella vuelve a hablar, me dice su nombre y me saca de lugar.

—Me llamo Madi. —Y aquel nombre suena tan puro, tan dulce, que de nuevo el sentimiento rencoroso hacia el Capitolio regresa con fuerza. ¿Cómo eran capaces de hacerle pasar a esto a una niña tan pequeña?

—Seguidme por aquí, jóvenes afortunados. —Sigue hablando con esa voz horrenda y molesta, y no puedo dejar de pensar en lo mucho que me recuerda a un hombre rata.

A pasos lentos y todavía siendo vigilados bajo ojo grueso y armas cargadas, nos lleva a través de largos pasillos blancos e inacabables; miles de puertas cerradas y de salas de laboratorio se descubren en cada esquina, y sólo consigue que mi estómago se encoja cada vez un poco más. ¿Acaso estábamos en algún tipo de manicomio? ¿Pensaban comernos la cabeza y convertirnos en monstruos? La creencia de pensar en qué me sería imposible ver de nuevo a Newt y a Lizzy, causa que mi corazón tiemble. ¿Por qué habíamos acabado nosotros de esta manera? ¿Qué habíamos hecho mal?

Finalmente, llegamos a dos puertas grandes y acorazadas; en una pone "Grupo B" y en otra "Grupo C, no hay más. El hombre rata nos dice que ahora irá diciendo nuestros nombre en alto y que deberemos separarnos entre dichas puertas. Muchas quejas salen de golpe, porque aun no tenemos explicaciones de todo lo que pasa, pero sé que el hombre no va a decirnos nada; al menos, hasta que le venga en gana.

—Todo su a tiempo. —Todos se callan cuando las armas vuelven a apuntarnos; la chica de antes, la que se había caído, ahora solloza en bajo. No es la única.

Me pongo a pensar en qué hace nada estábamos en nuestros distritos, intentando sobrevivir y seguir con nuestras penosas vidas, y ahora estamos en estas. Solo puedo pensar en lo mucho que los odio, por hacernos pasar por esto, por hacérselo pasar a Newt y por atreverse a tocar a Lizzy.

—Empecemos —dice, con la libreta en su manos. Su voz está llena de suspenso cuando habla; es escueta y cada nombre que sale de sus labios, suena con un desprecio notable. Me gustaría decirle que es mutuo—. Lennox, Taylor; grupo C.

La chica mencionada y la que ha estado llorando más que nadie, salta ante la mención de su nombre. Sin embargo, el grupo de guardias se divide en dos y la acompañan hasta la puerta del grupo C, en el cual abren la puerta y se ve obligada a dejarnos atrás.

La misma rutina se repite con los demás, y pronto quedamos unas pocas personas; entre ellas, la niña que sigue en mis brazos. Los distintos grupos ahora tienen varios miembros, y temo que me separen de ella, porque es lo único que me mantiene estable todavía.

—Harper, Isabelle; grupo B. —Una chica morena y de cabellos oscuros, alza la cabeza ante su llamado y sin miramientos, ingresa en la puerta de la derecha.

No puedo evitar darme cuenta del manotazo que le ha dado uno de los guardias que tenía intención de tocarla, ya sea para apresurarla a pasar, o vete tu a saber. Su respuesta me indica que hay rabia y molestia en su interior, y me digo que si tengo la suerte de estar con ella, de por seguro la hago amiga mía.

—Dawson, Rose; grupo B. —La muchacha pelirroja, a la que había pisado, nos dedica una mirada intensa antes de seguir el mismo camino de la otra.

No quedamos mucho ya.

—Violet y Svrecill, Collete, grupo C. —Aquella mención de dos personas, me hace fijarme en las tres chicas que se sitúan al final de nosotros.

Dos de ellas son relativamente parecidas: mismo cabello blanco, mismos cabellos púrpuras y una piel tan blanca como la nieve. La tercera de ellas es promedio, de cabello castaño y unos profundos ojos azules. Su expresión es desconcertada, confusa y niega levemente cuando los guardias se acercan a ellas. La de apariencia mayor de las albinas, expresa inconformidad y nerviosismo por separarse de ellas, y eso me hace pensar en que se conocen, y de mucho antes.

—¡Tenemos que permanecer juntas, no pueden separarme de ti! —Eso le grita la pequeña de las albinas a la mayor, pero esta niega con una sonrisa.

Lo siguiente que le dice es en voz baja, y por su mirada dolida, sé que no tiene nada que hacer para remediar su decisión. La tal Collete intenta acercarse a la albina de apariencia mayor, pero esta alzando una de sus manos, la aleja de su lado y con una mirada severa, veo la forma en la que sus brazos se hunden y arrastra con ella a la más pequeña. Parece que no puede rebatir a la otra. Los guardias entonces, sin extrañamente intervenir en aquella pequeña reunión, se acercan para escoltar a la albina pequeña y a la de cabellos castaños hasta la puerta amoldada de hierro frío que tiene el cartelito de "Grupo C".

Comparto un momento de miradas con la única chica albina que queda en el lugar, y su mirada es fría, ajena y fuerte. Sé que se está haciendo la valiente porque me veo en ella; sé lo que está haciendo, y por experiencia, sé que no va a aguantar mucho. El chico de mi lado me susurra qué eso ha sido raro, y lo secundo. ¿Por qué a ellas si les han dejado tener un momento de privacidad y reunión, y a los demás no? ¿Acaso eran más especiales? Lo dudaba; por alguna razón, intuía que había algo más de por medio.

No obstante, dejé de pensar en todo eso, cuando el hombre prosiguió con su deber.

—Dayana y Vincent, grupo B. —Quedaba otro chico aparte de nosotros en la sala, y su cabello rubio, casi platinado, destaca sobre todos lo demás. 

Nada más regalarse una escueta mirada, la chica de ojos purpuras y el chico de cabellos rubios, entraron en su habitación predispuesta. ¿Así que la chica se llama Dayana, eh? Aunque una duda se me forma en la cabeza de inmediato; ¿porqué no tenían apellidos como los demás? ¿Acaso no tenían a nadie del que coger uno? La niña de entre mis brazos, me aprieta las mangas de la camisa y su mirada es aterradora: infunda desesperación y un completo miedo; me dejo consumir por ellos. ¿A dónde iría ella? ¿En qué grupo la meterían? ¿Y si no estaba conmigo?

El hombre de expresión férrea termina la lista, y un enorme alivio me infunda cuándo nombra los tres últimos nombres y me doy cuenta de qué pertenecemos los restantes al mismo grupo.

—Prior, Jace; Wells, Madi; Khan, Minho; pertenecéis al grupo B. —Cierra sus papeles y nos señala la puerta—. Marchad ahora, las explicaciones vendrán después de una buena comida y descanso. —Y sin más, se marcha con esos pasos acompasados que me demuestran que lo tiene todo bajo control.

Sin embargo, se equivoca; actúo de improvisto y dándole ahora al chico de nombre Jace, a la niña de mis brazos, intento acercarme al hombre. Este se detiene por el movimiento imprevisto de los hombres que me sujetan de los brazos; me impiden a llegar hasta él y cuando me regala esa sonrisa confianzuda, siento que quiero romperle la horrible napia de su rostro.

—¡¿Qué demonios quieren de nosotros?! ¡¿Por qué nos han traído a este lugar en contra de nuestra voluntad?! ¡¿Se dan cuenta de que aquí hay una niña que de seguro no supera los trece?! ¡¿No tienen compasión?! —Jace me dice que me detenga, pero su voz se acalla por mis gritos salvajes. He perdido el control por un segundo.

Y sin embargo, su respuesta me deja helado y pasmado en mi sitio.

—No tienes ni idea de lo mucho que te pareces a Newt. Ten cuidado, Minho, ya no estás en casa. Ahora hay vidas en riesgo, muchas de las cuales recaen en ti ahora. Piensa bien en lo que haces, jovencito. —Después se marcha, dejándome con más dudas y preguntas encima, y sólo siento que los Vigilantes tiran de mí y me arrastran a la puerta.

Tras entrar Jace y la niña de nombre Madi, a mí me empujan dentro. La puerta se cierra por fuera, y la situación dentro de aquella habitación blanca no es mejor: todos los integrantes de este grupo están tristes, desolados; muchos de ellos tirados en el suelo, arrodillados y pidiendo perdón a un dios que nunca escuchará; otros lloran, en bajo, y el ambiente que nos acontece es depresivo. Quizás la única persona que está bien es Madi, qué descansa ahora en los brazos de la pelirroja Rose y creo que está durmiendo; lo que es mejor para aquella situación tan tensa. Lo niños siempre son un problema, te preocupas por ellos y pierdes facultades.

Me recuesto en la puerta metálica y descanso de todos mis pensamientos. Sólo quiero cerrar los ojos, deseando que al abrirlos esté de nuevo en casa, con mis molestos padres recibiéndome y en la que más tarde, lleguen los padres de Newt a saludar o simplemente buscar compañía tras la marcha de sus hijo mayor a los juegos. Luego llegaría Lizzy, a contar sus aventuras en la escuela y nos reiríamos en familia, esperanzados de qué Newt ganaría los juegos y recuperaríamos nuestra vida normal.

Me saca de mis maravillosas imaginaciones, Jace, quién se apoya a mi lado y su mirada intensa me atraviesa de parte a parte. Por alguna razón y sin apenas conocerle, siento que por primera vez la presencia de alguien que no es Newt no me molesta; no sé si es bueno o malo, pero por ahora, y estando en una mierda como esta, pienso que es bueno tener compañía.

—Míranos, hace nada todos con nuestras vidas y mierdas, y ahora aquí, juntos unos desconocidos en un plan del que, por seguro, ni hemos empezado. —Golpeo uno de sus hombros y este se ríe, alzando sus manos, dejando todo esto de lado por el momento.

—Vale, vale... —Da otra mirada por el lugar, hasta que recae en la niña que sigue acunando Rose—. ¿Te llamas Minho, cierto?

Sin saber porqué de repente suena un tono misterioso con él, asiento escuetamente.

—Te vi en el resumen de las cosechas, ¿sabes? Bueno..., más bien a Newton, y cómo te defendió—silbo algo alto y atrayendo algunas miradas—. Ojalá tener a alguien así. 

Lo miro confuso, sin saber a dónde está yendo la conversación.

—¿Acaso te enamoraste de mi por pantalla? —Su expresión es graciosa y niega varias veces. Entonces, una molestia nace en mi pecho al escuchar sus siguientes palabras.

—Otra cosa es Newton, madre mía, está buenísimo. ¿Has visto las largas piernas que tiene? —Mientras frunzo mis labios sin creer lo que está saliendo de su boca, lo agarro de la camisa justo por encima del hombro y junto nuestros rostros susurrándole por lo bajo.

—No te permito que hables así de él, y espero que no lo repitas nunca más, o si no tu y yo vamos a tener problemas, ¿te queda claro? —Sonríe ladinamente, y se separa de mi lado asintiendo lentamente. Lo tomo con cuidado, y volvemos a tener una pequeña distancia.

Pero entonces, habla de nuevo con ese tonito bromista y molesta.

—O sea... ¿qué no tenéis nada juntos? Porque haríais una buena pareja, ¿sabes? —Aquello me hizo recuperar el anterior humor, para asimilar que su personalidad tendría cambios parecidos a este.

Y mientras nos reunimos con los demás, intentando mantener la calma entre los adolescentes y a esperar a la comida que nos traerán, recupero a Madi entre mis brazos. Acunándola, susurrándole palabras tranquilizadoras, pienso en Newt y en Lizzy, y me prometo que cueste lo que cueste, volveré a estar a su lado. No importa qué, recuperaré mi familia.




Hemos pasado, probablemente, cerca de un mes juntos en esta tartana del demonio, cerrada y llena de malditas pruebas, y adivinad qué, estoy realmente muy jodido.

—¡Dime qué ha pasado! ¡¿Sigue con vida?! ¿¿Está en el Distrito 12?!

Acabo de romper tres semanas de comportamiento correcto por una estúpida mención que ha hecho el hombre rata. No lo veía desde que nos trajeron hasta aquí, y sorpresivamente después de una rutina normal como hoy y de varias pruebas en la caminadora con velocidades vertiginosas, este hombre apareció de la nada y tocó mi fibra sensible.

Dios, soy un maldito güey por dejarme llevar por mis impulsos.

N/A → ¡Aquí traigo una nueva actualización de mi historia! ¡Finalmente vemos la perspectiva y un poco de la historia de mi querido niño asiático! ¿Les gusta la entrada de los nuevos personajes? A mi me encantan, ¡y nuevo separador, mis ángeles!

Espero que les guste mucho el transcurso de la historia, aaaa ! ¡Los amo mucho, nos vemos pronto! :3

 → Se despide xElsyLight.

Weiterlesen

Das wird dir gefallen

391K 25.9K 97
Todas las personas se cansan. Junior lo sabรญa y aun asรญ continuรณ lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
26.3K 3.1K 24
La vida sin mรบsica no es nada, sรณlo gris y tediosa; al menos asรญ lo dice Eddie, quiรฉn no puede vivir sin ella. Sus horas libres son dedicadas a la mรบ...
297K 29.2K 38
James Potter: Gryffindor, capitรกn del equipo de Quidditch, premio anual, animago ilegal y a Regulus le parecรญa un ser totalmente irritante. Jegulus...
111K 8.1K 58
Dylan O'Brien hace de Thomas y Thomas Brodie-Sangster hace de Newt en Maze Runner. Se conocieron en la primera pelรญcula y empezaron a ser amigos. Lle...