Bienvenida a la familia

Por Kusubana

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Sakura es una chica moderna, perfeccionista y práctica, no se deja llevar por creencias que no tienen cabida... Más

Bienvenida a la familia
Ella es Mikoto
Mikoto es la madre de Itachi
Sakura es enfermera
Mikoto es sacerdotisa
Sakura cree en la ciencia
Mikoto cree en los rezos
Sakura duda
Mikoto está segura
Sakura tiene miedo
Mikoto busca redención
Sakura no puede más
Las dos confiesan
Itachi pone el final

Sakura es la novia de Itachi

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Por Kusubana

Sakura se mordió los labios para no gritar. Itachi nunca se lo había recriminado directamente, pero a partir de sus gestos y carácter en general, ella había supuesto que no era ferviente partidario de los gritos cuando se entregaban a su pasión. No obstante, y aunque se había acostumbrado en cierta medida a limitarse a suspiros, gemidos y respiraciones entrecortadas, tener a su futuro esposo demostrando la resistencia física de la que era capaz, se volvía un tortuoso acto de excitación silenciosa.

Pronto sintió que estaba a punto de tener un orgasmo y supo que era el momento en que debía buscar la boca de Itachi. Pero era muy pronto para él, demasiado pronto. Itachi gimió suavemente y disminuyó la intensidad de su ritmo, él estaba conteniéndose para emparejar la situación.

Sonó el teléfono, Sakura se quejó por ello clavando los dedos en la espalda de su amante, no quería que se detuviera para contestar. El segundo timbrazo funcionó como un impulso, él recuperó la intensidad con cada nuevo y penetrante empuje mientras que ella sintió que ya era demasiado tarde, y que tal vez ese era el plan de Itachi. Se había sobrepasado el momento en que pudieron detenerse para prolongarlo.

El teléfono dejó de sonar, pero segundos más tarde el móvil vibró sobre la mesa de noche a un lado de la cama y muy cerca de sus oídos, una vibración aguda, penetrante, casi estridente.

Itachi separó su boca, Sakura entreabrió los ojos para mirarle...

Todo terminó, aunque muy diferente a como habían imaginado esa tarde cuando regresaron de la casa Uchiha, conduciéndose con desesperación al departamento del Capitán de la policía de Konoha.

Un gruñido como saludo al tomar la llamada fue la condensación de la frustración.

—Te dije que el día de hoy iba a estar ocupado —agregó consiguiendo regular el tono de su voz a lo prudencialmente razonable para no evidenciar qué momento había sido interrumpido. Fue todo lo que dijo sin despegarse el aparato, solo mirando por encima de su hombro a Sakura que desbordaba rabia con la mirada.

La irritación de su prometida perdió su atención luego de que al otro lado de la línea a manera rápida y concisa le explicaran el motivo de la interrupción que contrariaba las órdenes dejadas un día antes de que se diera por concluida la jornada del día.

—Me hubieras llamado antes.

Enseguida, y aún tomando la llamada, Itachi buscó a toda prisa su ropa poniéndosela con mayor habilidad que con la que se la había sacado.

—No, no, yo mismo iré para allá.

Quedó vestido completamente cuando colgó.

—No creo regresar esta noche. Mi madre te llamará mañana temprano.

Sakura abrió mucho la boca para quejarse. Sabía que sus reproches de poco valían, si él tenía que salir, lo iba a hacer, así ella se colgara de sus piernas, pero de todos modos los hizo, y no por dejarla sola el día en que anunciaban su compromiso, sino por el otro detalle inconcluso.

La puerta de la habitación quedó abierta, pero la principal se cerró con un fuerte golpe.

—Pues aún estás a tiempo de echarte para atrás, frentesota. Es policía antes de casarse y no creo que cambie de profesión cuando lo hagan.

—Ya lo sé, y no quiero que cambie, es solo que no me gusta cuando... cuando... cuando lo "estamos... haciendo".

Sakura se sonrojó, era enfermera y el tema no le era en absoluto ajeno por pertenecer al rubro de la medicina, pero sus inhibiciones rayaban en las de una pre adolescente. Ante eso, Ino, su amiga-rival, soltó un bufido de burla.

—Entonces llama a su secretaria antes y dile que no moleste hasta que tu le llames de nuevo con los jadeos de la victoria.

—¡Ino!

—¡Bueno! ¡Si no quieres soluciones no platiques el problema! Bueno, a mí cuéntame lo de la suegra ¿Es una arpía?

La chica de cabello rosa movió la cabeza de un lado a otro recargando la espalda en el mullido sofá blanco de la casa Yamanaka.

—Pero tampoco te gustó, ¿verdad?

—Ella es... demasiado perfecta. Cuando era soltera, era la sacerdotisa del templo, cocina muy bien, tengo entendido que se le da el arreglo floral, la costura y en general todas las artes manuales.

—¡Nah! Eso mi mamá también lo puede hacer, no te dejes impresionar por las mujeres educadas a la antigua, tú no podrás mantener viva una planta, pero eres una de las asistentes de quirófano más reconocida.

Sakura volvió a negar.

—Habla seis idiomas, egresó del colegio de estudios superiores del País del Fuego y tiene varios posgrados en estudios de Folclore e Historia, es maestra titular de la Universidad Capital y miembro permanente de la Asociación para el Intercambio Cultural.

—Oh... ¿Te echó algo en cara? Porque con gente así lo primero que te preguntan es porqué eres enfermera y no médico.

Sakura negó por tercera vez.

—No. De hecho todo eso me lo contó Itachi-kun, porque no mencionó mucho sobre ella misma.

—Que mujer tan rara.

—Quiere ayudarme con los preparativos de la boda.

—¡Ah no! ¡Eso sí que no! ¡Yo soy tu organizadora!

—Pero ella es la madre de Ita...

—¡Nada! ¡Ni siquiera permití que tu mamá se apuntara el lugar!

—Ella dijo desde el principio que estaba bien para ella que tú la organizaras.

—Y es tu madre, ¿qué derecho tiene la suegra?

Sakura se cubrió la cara con las manos tratando de no empezar una discusión que no llevaría a ningún lado, como generalmente pasaba con Ino.

—Ino, eres una insensible.

—¡Soy sensible!

—Sí, como una piedra.

Sakura regresó al departamento que compartía con Itachi desde hacía un año cerca de las ocho de la noche. La visita a Ino no había sido tan desastrosa y habían concluido que la ceremonia civil la tendría Ino, y la madre de Itachi se encargaría de la religiosa. Sakura, por ende, tenía que clonarse o partirse por la mitad para atender a las dos.

Introdujo la llave en la cerradura y giró, pero la suavidad en el seguro hizo que el corazón le diera un vuelco: estaba abierta.

"¿Itachi-kun habrá regresado antes?", pensó como respuesta lógica e inmediata.

—¡Ya estoy en casa! —se anunció como siempre cerrando la puerta a su espalda, pero solo la recibió el silencio.

—¿Itachi-kun?

Nada.

Caminó hasta la cocina creyendo que lo encontraría asaltando el refrigerador, era tan quisquilloso con la comida que prefería el ayuno antes de comer en un lugar "poco seguro". Siempre había pensado en eso como una exageración, una extravagancia de su personalidad, pero después del almuerzo con Mikoto Uchiha, estaba más que convencida que cuando decía "poco seguro" para calificar un lugar para comer, en realidad quería decir "de sabor y apariencia inaceptable".

Al no verle ahí, se dirigió a la habitación, y después al estudio.

Nada.

Pero tampoco faltaba nada. El equipo de sonido, el televisor y los demás electrodomésticos estaban donde debían, ni siquiera había desorden.

"Estaba tan molesta que seguramente no debí haber cerrado", se dijo a sí misma tras haberse sacado la chaqueta rosada y dejándola descuidadamente sobre la cama, luego regresó a la sala de estar para sentarse a ver películas hasta que le entrara el sueño. Había pedido el día completo en el hospital creyendo que lo tendría "ocupado" pero al final se vio sola, con la necesidad de ordenar algo para cenar y con la programación disponible para ese sábado.

Se tumbó sin decoro buscando el mando que Itachi siempre dejaba perfectamente alineado con la codera del sillón. Desde que ella se había mudado ahí, ni una sola vez se había perdido el control remoto y esperaba que eso se mantuviera así por muchos años más.

Encendió la pantalla, sacó la guía telefónica de su escondite y hojeó las páginas de comida rápida.

Las noticias eran siempre la apertura cuando se encendía la televisión, Itachi era adicto a ellas, por eso no se sorprendió, aunque el ver a su novio al otro lado de la pantalla le causó la misma curiosidad de siempre.

—No hay comentarios al respecto, en cuanto se tengan conclusiones contundentes, se hará la rueda de prensa.

Y con eso cualquier reportero se mantenía a raya, al menos con él, el acoso a los demás oficiales sí podía ser un poco más insistente. Pero en el caso del corresponsal de ese canal, se daba por concluida la transmisión, probaría suerte fuera de cámaras.

—El reporte fue dado por un informare anónimo, aunque mucho se ha especulado que pudo haber llamado el mismo asesino, de ser así, los casos que podrían relacionarse con este, con esa misma coincidencia, ascienden a veinte en los últimos tres meses Los mantendremos informados durante la programación habitual sobre esta oleada de terror que sacude Konoha: el enterrador...

—Bonita fecha para casarse, en vísperas de un asesino serial —murmuró, decidiéndose por una de las opciones para la cena. Pudo quedarse con Ino para no estar sola, pero había un momento en que la insistencia de la rubia se volvía insufrible, y un poco de paz para sus oídos estaba bien.

Cambió de canal, la mayoría de las películas ya las había visto o se veían poco interesantes. Hubo una que al fin no se veía tan mala como las demás. Dos minutos le tomó entender que era del tipo terror-suspenso.

La comida llegó durante los anuncios, aunque igualmente despachó al repartidor con prisa y corrió de regreso al sillón sin llevarse servilleta o plato alguno. De hecho, ni siquiera notó cuando se llevó el primer bocado, que ya estaba frío.

Lo que se había perdido entre que cambiaba de canales, habían sido solo unos quince minutos tal vez. Al final solo uno de los cuatro chicos había sobrevivido y eso por un tecnicismo. Ella cambiaría el final, pero había sido bastante aceptable tanto la actuación como los efectos y el guion mismo.

Sakura saltó en su lugar cuando el teléfono timbró y tomó con rencor al aparato que de a poco se ganaba su desprecio.

—Buenas noches, Sakura-chan.

—¡Itachi-kun!

—¿Sigues molesta?

—Sí, bastante. Pero he mitigado mis ganas me matarte comiendo y viendo televisión.

—Y empezaras dieta una semana antes de la boda ¿No?

—¡No estoy gorda!

—Ahora no.

—¡Itachi!

El chico rio quedamente.

—¿Era en serio que no regresabas?

—Sí, hay mucho trabajo, y los reporteros solo vuelven más difícil esto.

—Me imagino.

—Lo que me sorprendió fue no ver a Naruto-kun por aquí, creí que sería a él a quien debería quitarme de encima.

—¿No fue? Que extraño, está igual o más obsesionado que tú con el enterrador.

—Eso solo me da a entender que está siguiendo una pista que nosotros no tenemos.

—Pero ya te habría informado ¿No?

—No lo sé, Naruto-kun es impredecible. Sakura-chan, tengo que irme.

—Cuídate ¿Quieres?

—Eso no tienes que pedírmelo.

—Te amo.

Sakura cerró los ojos imaginando el rostro de Itachi gesticulando la respuesta de manera inaudible. Luego la llamada se terminó y el sonido intermitente de la línea desconectada le hizo compañía un rato hasta que se decidió a colgar.

Todo había quedado en silencio, así que cuando escuchó en la cocina que algo se hacía pedazos saltó hasta casi caerse del sillón. Rápidamente caminó a pasos largos hasta el lugar de donde había provenido el incidente y en primer lugar, saber qué era lo que se había destrozado.

Un escalofrío recorrió su cuerpo erizándole los vellos de la nuca, la cocina se iluminaba por dos regletas de lámparas telescópicas con cinco bombillas alógenas cada una, las dos se habían caído rompiendo las luces contra el suelo, una sobre otra formando una "x", con cristales rotos salpicados sobre las baldosas color lavanda.

—Sasuke...— murmuró.

El recuerdo finalmente emergía con fuerza tras muchos años de haberse obligado a olvidarlo.

Este capítulo es para que luego Higurashi no se queje de que no hago ItaSaku, pero a partir de aquí me remango la camisa y trabajo con lo que me gusta hacer.

¡Gracias por leer! 

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