Noragami: One-Shots

By cherry_blue25

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One-Shots de los personajes del anime y manga Noragami en Universos Alternativos. More

1. Conversión

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Renuncia de derechos: Los personajes del anime y manga Noragami, son propiedad de AdachiToka. La historia es de mi autoría.

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Debimos suponer que una celebración de tal importancia se nos saldría de las manos; Yama había cumplido los dieciocho años de edad y por ello le organizamos una salida exclusivamente de chicas.
Le había prometido a mis padres que no llegaría tarde a casa, pero no había cumplido con lo establecido: eran las tres de la mañana y me encontraba sola recorriendo las despejadas calles de mi ciudad.

En mi cabeza no paraban de repetirse las multitudes de advertencias que había recibido por su parte, en las que no perdían oportunidad de recordarme el por qué era peligroso que una jovencita, que encima vestía con un atuendo poco apropiado para la situación, estuviera caminando sola en cualquier zona de la ciudad a altas horas de la noche. Llevaba un abrigo y debajo un hermoso vestido negro, que un apuesto joven de ojos azules me compró como compensación por haber manchado con helado mi blusa, en un pequeño incidente de comida.

«Hay gente muy peligrosa rondando por la ciudad, Hiyori. –Mi hermano mayor, Masaomi, pocas veces me llamaba por mi nombre de pila; además, supe que estaba haciendo una referencia implícita a sus congéneres masculinos en aquella conversación –. Gente que no dudaría ni un segundo en arrastarte hacia el callejón más cercano para hacerte Dios sabe qué...»

A mi hermano le gustaba exagerar las cosas, mientras que mis padres eran mucho más prácticos, limitándose a dejarme las cosas bastante claras mediante el uso del miedo; todo esto se veía agravado por el simple hecho de ser la única hija mujer y la menor de la familia, quienes se veían en la obligación de proteger a su inocente y dulce "pequeña" de diecisiete años de las monstruosidades que se escondían en el mundo. ¿Y qué mejor arma para inducir el miedo en el cuerpo que con historias que un hermano, perteneciente al cuerpo de policía y un padre dedicado a la rama de la medicina forense habían escuchado o tenido que hacer frente en sus puestos de trabajo? Con sus relatos detalladamente gráficos habían logrado su objetivo aquella noche.

Giré la cabeza en todas las direcciones, comprobando que la calle estuviera completamente desierta y yo me encontrara a cada paso más cerca de la entrada de la estación de tren más próxima. Me aferré más el abrigo para no mostrar el temblor que me inundaba, tanto por el frío como por temor, y le dí más celeridad a mis pasos. No recordaba si la zona en la que me encontraba ahora entraba en la larga lista de "puntos problemáticos", como Masaomi solía decirle, pero decidí no retrasarme ante la duda.

El aire se me quedó atascado en la garganta al creer escuchar un sonido. Fue leve, pero más que suficiente para que mi columna vertebral se pusiera rígida y titubeara mientras trataba de serenar mi persona, diciéndome que posiblemente se tratara de algún animal callejero; por seguridad, y para mi tranquilidad, crucé de acera y continúe mi camino, divisando al final de la misma la entrada a la estación.

Pensé en la enorme reprimienda y la severidad del castigo que iba a llevarme por parte de mis padres, cuando algo me tomó del brazo y tiró de mí con violencia, haciéndome perder el equilibrio y conduciéndome hacia uno de los callejones por los que había pasado tan solo unos instantes.
Mis ojos se cerraron de manera mecánica, mientras mi cuerpo esperaba el impacto contra el frío suelo.

Pero la caída nunca llegó.

En vez de acabar en el pavimento, mi espalda chocó con fuerza en la pared de uno de los edificios que conformaban aquel callejón y mi corazón empezó a golpear con auténtico terror mis costillas; abrí los ojos de par en par cuando la misma mano que me había desequilibrado, arrastrándome a ese oscuro lugar, comenzó a palparme por encima del abrigo.

Entre las penumbras y el miedo, mis sentidos solo pudieron detectar un ligero olor metálico.

—Mira la suerte que tengo hoy —canturreó el desconocido, claramente hombre y de voz joven —; te he encontrado, y toda para mí...

Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza mientras mi mente imaginaba multitud de posibles finales para mí aquella noche. Lo que tenía bastante claro era que no saldría indemne de todo aquello: la calle estaba desierta y, era muy seguro, que aquel hombre estuviera armado para poder obtener a la fuerza lo que quisiera; tenía dudas de que alguien pudiera auxiliarme si me ponía a gritar pidiendo ayuda.

Recordé las palabras de mi hermano: «Dinero. Objetos de valor... Todo lo que puedas canjear con tu vida.»

—Llevesé... llévese lo que quiera —conseguí decir con un ligero tartamudeo —. Llévese mi cartera... mi teléfono...

No me importaba lo más mínimo darle todo lo que llevaba encima con tal de que me dejara tranquila. La mano del hombre que me mantenía sujeta se apretó contra mi piel, provocando que un calambre de dolor me recorriera el brazo por completo; ahogué un grito y le escuché una risita divertida.

—Tsk. Hay algo mucho más valioso que quiero de tí, preciosa —explicó con voz divertida.

Un nudo de náuseas se me formó en la boca del estómago. La cabeza comenzó a darme vueltas al comprender que era lo que buscaba aquel hombre de mí y que nada tenía que ver con el contenido que llevaba en mi bolso: aquel tipo debía ser un violador; un pedófilo que quiza disfrutara asaltando a jóvenes como yo.

Todo mi cuerpo se sacudió como un temblor que nada tenía que ver con el frío que corría por el inicio del invierno. En mi interior todo ardía debido al terror que despertaba en mí aquel tipo, que había decidido continuar con sus manoseos por encima de mi abrigo; un sollozo se me quedó atascado cuando el hombre, cansado de que hubieran tantas capas entre su propósito y él mismo, decidió arrancarme con violencia el abrigo, dejándome completamente expuesta con aquel vestido que había decidido estrenar para celebrar la mayoría de edad de una de mis amigas.

Tuve la desagradable sensación de que aquel hombre se relamía los labios.

—Ahora lo entiendo, si que eres hermosa; todo un angelito... Y hueles tan bien —suspiró.

Estaba al borde del desmayo. La vista había comenzado a desenfocárseme y mis sollozos me dificultaban respirar, haciéndome resollar; las rodillas me temblaban y lo único que me mantenía en pie era la fuerte sujeción de aquel tipo en mí contra la pared.

Si antes había llegado a la conclusión de que no iba a salir ilesa de aquella tormentosa situación, ahora también tenía la seguridad de que tampoco saldría viva. A pesar de que lo único que podía saber de la identidad de ese hombre era su voz, supuse que había optado un lugar en penumbras para no ponerse en peligro; y por lógica, el camino más sencillo era, evidentemente, matarme después de haber abusado de mí.

Un nuevo escalofrío me sacudió entera.

—Por favor —supliqué en hilo de voz.

Era mi último recurso. Había abandonado por completo la idea de comenzar a gritar para llamar la atención de alguien que me brindara auxilio; lo mismo que el tratar de defenderme, porque aquello hubiera supuesto que su nivel de violencia conmigo aumentara. El llanto había aparecido en algún punto de aquel intercambio de frases que habíamos mantenido. Las lágrimas cubrían mis mejillas y no paraba de sorber por la nariz, haciéndome ver más patética que cuando había decidido suplicar por mi vida.

Solo recibí otra risa.

Su mano, fría al tacto acarició mi mejilla, humedeciéndosela con mis lágrimas.

—Me encanta cuando suplican por su vida.—Se carcajeó el desconocido —. Me excita aún más, preciosa.

Para recalcar sus palabras, pegó su cuerpo más al mío, arrancándome un gimoteo. Estaba jugando conmigo, alargando la agonía de no saber cuándo decidiría dar el golpe final; mientras tanto su fría mano volvió a deslizarse sobre mi mejilla, llegando en esta ocasión mucho más lejos: continúo por mi cuello hasta detenerse sobre mi pecho, encima de donde latía mi desembocado corazón.

Aquel gesto, en apariencia tierno, me revolvió aún más el estómago.

—Ah, el latido de un corazón —volvió a suspirar —. Echo de menos esa sensación en mi propio pecho...

«Está completamente loco», comprendí con horror. No encontraba sentido alguno a ninguna de las palabras que había soltado, y aquella cripitica frase había conseguido atemorizarme mucho más de lo que ya me encontraba en un principio; sollocé con fuerza cuando sus manos se arriesgaron a palparme más, yendo mucho más lejos que antes.

—Por favor —insistí, pero en esta ocasión, mi súplica iba por un camino distinto —. Acabe con esto de una vez.

Sabía que estaba deseando dejar de lado toda aquella burlona cordialidad para destrozarme.
Mi garganta se estrechó y las lágrimas siguieron manando con más ahínco, conciente de que jamás saldría de aquel callejón; pensé en mis padres, en mi hermano, en lo destrozados que estarían cuando encontraran mi cadáver. Seguramente se culparían de todo lo que había sucedido.

El cuerpo del hombre se alejó una pequeña distancia de mí, sosteniendo aun su agarre en mi brazo, pero brindándome un pequeño espacio para respirar hondo mientras mi mente se hacía a la idea de cómo iba a morir. De todo lo que iba a perder esa noche.

—Podría matarte, ¿sabes? —dijo repentinamente, arrancándome un respingo por la dureza y sinceridad de sus palabras —. Seguirías el mismo camino de muchas otras que tuvieron la desafortunada suerte de toparse conmigo en una noche de caza... Pero desgraciadamente, tu eres especial; he decidido que no voy a hacerlo.

Un pequeño rayo de esperanza se abrió paso en mi pecho, ignorando ese último adjetivo.

Hipé.

—¿Soy especial? ¿No va a matarme? —custioné con timidez.

La risa que dejó escapar me erizó todo el vello de mis brazos.

—Voy a darte una segunda oportunidad en esta vida, preciosa —contestó, aunque algo me decía que había algún tipo de trampa en sus palabras —. Pero a él no le gustará la forma.

Mi mente se llenó de imágenes de chicas que, bajo falsas promesas de un futuro mejor, eran atraídas a las redes de organizaciones que se encargaban de prostituirlas, dejándoles a merced de monstruos que no dudaban en hundirlas en un pozo del que muy difícilmente podían salir.

El hombre se echó a reír entre dientes.

—Vas muy desencaminada, preciosa — se burló, como si hubiera leído mi mente.

—¿Qué... qué va a hacerme? —titubeé.

El hombre acercó su boca a mi oído en una burda parodia de querer hacerme participe de un importante secreto.

—Voy a darle una lección contigo, niña —Su aliento acarició mi lóbulo, provocándome un escalofrío de terror.

—¿A... a quién?

—Ten por seguro que después de esto, lo vas a conocer tarde o temprano. Y espero que lo odies porque esto será su culpa.

Jadeé cuando su lengua me lamió por debajo del lóbulo, recorriendo mi cuello hasta detenerse en un punto del mismo. De nuevo se me quedó atascado el aire en la garganta debido a la repulsión de aquel gesto; un instante después, algo afilado se abrió paso por mi piel, haciendo que mi sangre comenzara a manar y bajar hacia mi pecho, manchándome el vestido.

Grité sin poderlo evitar, sintiendo cómo aquel desalmado succionaba de la herida; las lágrimas se me volvieron a saltar debido a la agonía de aquella tortura a la que estaba siendo sometida y mi cuerpo comenzó a convulsionarse.

El desconocido me empujó contra la pared para mantenerme inmóvil, haciendo que las piedras irregulares de la fachada se me clavaran dolorosamente en la espalda. Traté por todos los medios de soltarme de su agarre, pero me detuve cuando sentí como sus dedos se convertían en garras que se hundían con saña en mi carne, mientras su boca seguía arrebatándome poco a poco la vida.

Todo mi cuerpo empezó a debilitarse a causa de la pérdida de sangre, haciendo que perdiera el control sobre mis propios miembros; hacia tiempo que había dejado de gritar, pues me había quedado sin voz, aunque seguía manteniendo la boca abierta en un grito mudo.

La quietud que reinaba en el callejón se veía rota por los desagradables sonidos de succión que emitía aquel tipo, haciéndome olvidar la teoría que había formulado en mi cabeza sobre la identidad de ese hombre. Era clara señal de que estaba perdiendo la batalla.

Mi cuello se dobló en un ángulo doloroso cuando él se separó de mí, soltándome de golpe y haciendo que mi cuerpo cayera pesadamente en el suelo del callejón, como una muñeca abandonada después de que su dueña hubiera encontrado una mejor; con las últimas fuerzas que me quedaban, conseguí mirar hacia arriba.
La visión se me nublaba por momentos, haciéndome más complicada la ardua tarea identificar a mi agresor.

—Serás aún más hermosa, Hiyori —susurró —. Espero que como agradecimiento, me concedas el placer de no volver a entrometerte en mi vida y la de mi Yaboku jamás.

Y con esas últimas palabras, se esfumó como si nunca hubiera estado ahí.

• ⌘ •

Boqueé como un pez fuera del agua, tratando desesperadamente de recoger algo de oxígeno para mis pulmones. La herida del cuello había comenzado a arderme, dejando de sangrar; mi cuerpo seguía sin querer responderme y mi mirada se había quedado fija en la pared de enfrente, incapaz de enfocarse de nuevo.

Estaba muriéndome y ni siquiera tendría la oportunidad de intentar salvarme. Aquella criatura se había encargado de dejarme indefensa y consciente de cómo se me escapaba segundo a segundo mi propia vida.

Sofoqué un gemido de dolor cuando el ardor del cuello empezó a expandirse por el resto mi cuerpo, dándome la sensación de tener un incendio por dentro. Abrí la boca, pero de nuevo, no pude emitir sonido alguno.

Con un esfuerzo sobrehumano logré reptar solo unos metros hasta donde se encontraban una pila de cajas y algunas bolsas de basura, utilizándolas como un improvisado y patético refugio por si aquella criatura decidiera volver. Me dejé caer sobre ellas y me quedé mirando hacia el cielo, consciente después, de que era muy posible de que encontrarían mi cadáver hasta el día siguiente, cuando llegaran los camiones recogedores de basura.

Cerré los ojos, aguardando la muerte.

• ⌘ •

No sé cuánto tiempo transcurrió hasta que el incendio en mi interior fue remitiendo lentamente. Mi cuerpo sufrió cambios en ese improvisado escondite convertido en mi guarida; mis sentidos se agudizaron hasta alcanzar niveles exorbitantes y una sensación extraña se alojó en mi garganta: cuando intenté tragar saliva, noté sus paredes como si estuvieran forradas de papel de lija, además de venir acompañada de una molesta quemazón.

Estaba asombrada de seguir con vida, pero atemorizada de no saber —o creer— el por qué.

Una vez hube reunido fuerzas, me arrastré de aquella pila de basura, saliendo de nuevo al callejón.
Había perdido por completo la noción del tiempo, y solo sabía que era de noche pero no el tiempo que había transcurrido desde que me atacaron en aquel mismo lugar, como tampoco conocía en que situación se encontraban mi familia.

Rebusqué en el interior de mi bolso, el mismo que esa extraño hombre no se había molestado en llevarse consigo después de atacarme, y saqué mi teléfono. Estaba segura de que me encontraría multitud de mensajes y llamadas perdidas de mis preocupados padres y hermano; y estaba ansiosa de hacerles saber que me encontraba... ¿bien?

Intenté desbloquearlo pero la pantalla seguía mostrándose en negro. Ahogué un rugido de rabia al entender que el dispositivo se había quedado sin batería, y lo devolví con frustración al interior del bolso.

Todo mi cuerpo estaba deseando llegar a casa, darse una buena ducha de agua caliente y cubrirlo con mi pijama favorita; quería ver a mis padres y explicarte todo lo sucedido.

Eché a andar hacia el final del callejón cuando alguien chocó contra mí. Ambos los tambaleamos pero, mientras que la otra persona se desplomó sobre el suelo, yo me mantuve en pie; mis ojos se clavaron automáticamente en un chico que tendría al menos un par de años más que yo. Era un joven normal, alguien que simplemente había decidido salir aquella noche con sus amigos para disfrutarla.

Fruncí el ceño cuando me llegó su aroma, mezclado con un fuerte aroma masculino que me obligó a arrugar la nariz.

—¡¿No tienes ojos en la cara o qué?! —masculló el chico, aún sentado en el suelo —¡Mira por dónde vas, perra!

Su tono autoritario y ofensivo, hizo que todo mi cuerpo sufriera un extraño cosquilleo. Movida por un instinto casi animal, me acuclillé hacia él y lo aferré por el cuello de la camisa que vestía; los ojos del muchacho se abrieron de par en par y su mandíbula comenzó a temblar, como si estuviera a punto de echarse a llorar.

Lo llevé conmigo al interior del callejón y lo estampé sin miramientos contra la pared del edificio.

—¡L-Lo siento, señorita, lo siento! —Se disculpó atropelladamente mientras yo lo sostenía con una sola mano —. No me hagas daño por favor. Yo no...

Mis oídos dejaron de escuchar las patéticas disculpas que estaba profiriendo el joven, distrayéndose con un sonido mucho más atractivo: aquella vena en su cuello que no paraba de palpitar como si tuviera vida propia. Empecé a ensalivar de manera casi inconsciente mientras un delicioso aroma se filtraba por mis fosas nasales, haciéndome sentir... hambrienta.

Me humedecí los labios, notando cada vez más la presión sobre mi garganta hasta que se hizo casi dolorosa. Una parte de mí sabía lo que "tenía que hacer", como si estuviera segura de cómo debía comportarme en esa situación; hundí mis dedos en la carne del chico, arrancándole un gemido de dolor y pavor.

—Por favor, por favor, por favor... —suplicaba una y otra vez el chico, pasando al llanto.

Sus contínuos lloriqueos estaban poniéndome un dolor en mi cabeza, así que decidí silenciarlo: me abalancé sobre su cuello, sobre esa vena que tanto había llamado mi atención, mientras notaba como algo se desenfundaba de mi boca y se clavaban con una facilidad sobre la piel del chico.

De inmediato, su sangre inundó mi boca, haciéndome soltar un gemido de auténtico placer.

Me estaba alimentando de un ser humano.

De su sangre...

Y debía reconocer que no tenía un mal sabor.


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N/A: Hola, queridos yatoístas. Por fin he desempolvado mi cuenta de Wattpad 🤭. Y que mejor forma de hacerlo que inaugurar está pequeña obra con la historia que participa en la dinámica del #NoragamiCreepy que tenemos en el grupo de "Noragami: El Club de Yato" en celebración del Halloween y Día de Muertos.

Debo confesar que el género de terror no es mi fuerte, pero espero que les haya gustado aunque el resto de la historia se los dejo a su imaginación. 🙈
No es mucho pero es trabajo humilde. 😅

Pronto subiré más escritos (no longfics porque mi imaginación no da para más, jaja), y podrán saber cuando suba las actualizaciones en mi fanpage de Facebook: "Noragami no Posting".

Nos leemos luego, yatoístas.

🎃 ¡Feliz Halloween! 🎃

PD: Sí, el "villano" de la historia es precisamente quien están pensando (al cual le dedicábamos los viernes para mandarlo a la... Devlin. 💩🤭

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