GATO: Deséalo y perderás [+18...

By thebabypes

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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E X T R A

EPÍLOGO

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By thebabypes

«Era un egoísta, pero solo había pensado en ella todo este tiempo. Y solo pensaba en la idea de compartir mi vida a su lado»

Rhys.

Los Ángeles.

7 años después;

ALISA

—¡Inspectora!

La voz de mi compañera de oficio me hizo girar la cabeza. Clavé los tacones gruesos en el suelo y miré a la joven rubia que llevaba trabajando a mi lado desde hacía 5 meses y con la que tan bien me llevaba.

Hope se acercó a mí, con algo de prisa y vi que llevaba una carpeta en mano. Siempre iba con prisas y, aunque yo le dijera que se tomase las cosas con algo más de calma, su alma principiante le hacía ir deprisa allá a donde fuera. Pero eso era normal y, con la que la gran mayoría, solíamos ser al comenzar en un trabajo.

—Échale un vistazo a estos informes. Es importante para poder cerrar el caso.

Ella se iba a quedar a trabajar, mientras que yo, esa tarde, me iría temprano del trabajo después de un día lleno de papeleo para cerrar un nuevo caso de asesinato que habíamos comenzado hacía poco.

Agarré los papeles, dándole las gracias a mi compañera y dije;

—Les echo un vistazo esta noche. Ya llego tarde al cumpleaños de mi ahijada. —Le guiñé un ojo y comencé a marcharme. —Nos vemos, Hope.

—Disfruta de la tarde, Alisa.

Nos despedimos y bajé del edificio hasta llegar a mi coche. Una vez dentro, miré mi móvil, sonriendo al ver que Venus me había enviado varios mensajes diciéndome que estaba llegando tarde. Sonriente, decidí responderle que ya iba en camino y arranqué el coche para tratar de no tomar mucho atasco.

Hacía 7 años que me dedicaba a ser inspectora de homicidios en esta comisaría y estaba muy feliz por mi trabajo, por mi familia que eran Venus, Bruce, Paola y la pequeña Sara.

Paola había salido de la leucemia, aunque seguiría teniendo revisiones regularmente para asegurarse de que la leucemia no volvía. Ahora era una mujer y era tan hermosa como su madre. Mientras que Bruce y Venus tuvieron una hija hacía 2 años, después de que Bruce saliera hacía 3 años de la cárcel.

No, no habían perdido el tiempo ellos.

Ahora, Venus había vuelto a quedar embarazada y esperaban otra niña.

Llegué a la casa de ellos, aparcando enfrente y me bajé del coche, dirigiéndome hacia el jardín, la cual la puerta se encontraba abierta y me encontré con Bruce sujetando a su pequeña.

Mi regalo para la dulce niña lo dejé en la mesa que tenían en medio del jardín para celebrar ese cumpleaños ahí y me acerqué a mi ahijada para tomarla en brazos y saludarla.

La pequeña Sara caminaba y corría tanto, que sus padres tenían la casa a prueba para que Sara no se diera.

Saludé a Venus quien me preguntó como me encontraba y me senté en la mesa, mientras jugaba con Sara con un juguete que tenía sobre la mesa.

Al levantar la cabeza, podía ver lo perfecto que le quedaba a Venus el corte de pelo que se había hecho hacía unos meses, siendo incluso más atractiva que antes. Mientras que Bruce se había dejado el pelo largo, teniendo un recogido que le quedaba perfecto. Ahora él tenía menos músculos, pero seguía siendo el hombre tan atractivo que conocí en su momento.

Paola llegó, colocando los platos sobre la mesa y dándome 2 besos.

—Gracias por venir —dijo Venus frente a mí.

—No iba a faltar por nada al cumpleaños de Sara.

Me acerqué a la frente a Sara y se la besé con dulzura mientras que ella daba pequeños gritos de alegría.

Fue ahí cuando escuché la voz de Bruce diciéndome;

—Te quedaría bien ser madre.

Levanté mi mirada hacia aquel hombre rubio y, sonriente, sabiendo que hacía unos años no hubiese dicho eso, contesté;

—Bueno... Con los años he ido cambiando de idea respecto a la maternidad.

—Vaya, ¿te gustaría ser madre? —cuestionó Venus sorprendida.

Y ahora teniendo a una ahijada, pensé que sí.

—Me gustaría, pero de momento quiero seguir centrándome en mi trabajo.

Fue ahí cuando se me había olvidado el bolso en el coche con las prisas y tuve que levantarme del sitio, dejando a Sara jugando con sus juguetes y disculpándome por ello.

Salí del jardín para caminar hacia mi coche, cuando mi vista se paró frente a un hombre que conocía perfectamente y que estaba a escasos metros de mí.

Había cambiado mucho con el tiempo, por no hablar de que su cabello estaba algo más largo, pero tan bien peinado como de costumbre, aunque tenía casi la misma musculatura que la última vez que lo vi. Se había esforzado mucho en la cárcel para ello.

Su mochila la tenía tirada en el suelo, mientras que no dejaba de mirarme como si fuese lo único importante en esta vida, pero su sonrisa no aparecía, solo tenía un brillo en los ojos que lo caracterizaba.

Estaba tan perfecto como la última vez.

Y yo estaba muy enfadada con él.

—Rhys...

Él parecía tan sorprendido como yo, cuando contestó;

—No... No sabía que estuvieses aquí.

Apreté la mandíbula, queriendo decirle que pensaba lo mismo. Pero preferí no decirle nada de ello.

—Es el cumpleaños de Sara. No me lo iba a perder por nada en el mundo. Has... —Me fallaba la voz. —Has salido de la cárcel. Pensé que saldrías el año que viene.

Él se relamió los labios mientras miraba mis ojos, buscando algo más en mí que no sabía que describir.

—Me rebajaron un año por buena conducta —contestó.

Elevé la ceja, pero mi enfado estaba aumentando cada vez más y no quería perder mi poco autocontrol que tenía.

—Me alegro por ti.

Dejé de mirarle, pasando a su lado para poder ir hacia mi coche, cuando su mano agarró la mía, frenándome.

Aquel roce me hizo sentir mil cosas, de las cuales, creía que ya no sentiría jamás. Pero nuevamente estaba ahí. Lo volvía a sentir una vez más, pero mucho más intenso que nunca. Quizás por los años que llevaba sin verle, sin saber de él, solo por la palabra de Bruce.

—Perdóname.

Aquella palabra llena de sentimiento no removió nada en mí. Solo recordaba las noches que lloraba porque él no quería verme, y lo dejaba claro en la cárcel. Aquello me dolía y solo quería gritarle, pero eso no me serviría de nada.

—Déjalo, Rhys. Me alegro de que hayas cumplido la pena, pero no me estés dirigiendo la palabra.

—He sentido mucho más por ti de lo que podrías imaginar —respondió él sin darme una tregua.

—Por eso no quisiste verme en ninguna de mis muchas visitas —contesté enfadada. —Ni respondiste ninguna de las muchas cartas que te escribí.

Sus ojos transmitían dolor, sufrimiento y comprendí que debió pasarlo mal en aquella celda. Pero no por ello significaba que a mí no me doliese lo que me hubiese hecho.

—Lo siento, Alisa.

Negué con la cabeza mientras me dirigía al coche.

—Vive tu vida, Rhys.

Abrí la puerta del coche para tomar mi bolso, cuando al girarme, él me dijo;

—Déjame abrazarte.

Negué con la cabeza.

Ahí fue cuando vi a Bruce saliendo del jardín para acercarse a Rhys, quien no dejaba de mirarme, desenado abrazarme, sentirme... Besarme.

—¡Rhys! —Lo abrazó. —Por fin. —Me observó a mí y luego a él para preguntar. —¿Ya os habéis besado?

Ninguno de los 2 respondimos.

—Vaya, se ve la tensión desde aquí.

No dije nada, simplemente me marché de allí para meterme en el jardín, mientras escuché algunas palabras de Bruce.

—¿Te crees que ella te va a recibir con los brazos abiertos después de ignorarla? Dale tiempo, pero háblalo con ella.

Dejé de escuchar la conversación para ver como Venus arrugaba la frente por ello y me preguntaba como estaba.

Durante la tarde, tratando de no hablar mucho con Rhys, pasamos ese momento juntos, la pequeña Sara y con la preciosa Paola.

Mentiría si dijera que no quería abrazarlo. Daba igual el enfado, deseaba poder abrazarlo lo más que podía. Necesitaba poder sentirlo, sentir el roce de su piel junto con el mío, como hacía años que no lo sentía. Pero me había dolido y mucho todo lo que me había hecho ignorándome, las noches que pasé sola en mi cuarto, en mi solitario piso, llorando por él, deseando saber como estaba... Tan solo poder escuchar su voz o recibir una sola respuesta a las muchas de mis cartas por parte de él.

7 dolorosos años que poco a poco, fui aprendiendo a dejar pasar el tiempo y creyéndome que él ya no quería saber nada de mí.

Al tenerlo tan cerca, sentado a mi lado, el cual alguna vez su brazo rozaba parte de mi hombro, me hacía volver a aquel tiempo en el que estábamos juntos. Si, fue una época dura para ambos, pero estábamos juntos, como un equipo y amaba a ese hombre al completo. Y me dolía tenerlo tan cerca, pero a la vez, tan lejos, que apenas podía tocarlo.

Estábamos hablando de que Carlo había conocido a un hombre hacía 4 años y habíamos sido invitados a su boda que sería el mes que viene. Estaba feliz por él, porque pudiese seguir adelante tras la pérdida de su novio tras aquella noche tan horrenda.

Y cuando escuché la voz de Rhys, sentí que me derrumbaba y no pude aguantar ni un solo segundo más.

—Voy a por un vaso de agua.

Me levanté de la mesa sin mirar a nadie, sin escuchar a nadie, pero podía sentir la mirada de todos sobre mí.

Entré en la cocina y me apoyé en la encimera tratando de poder encontrar un espacio para mí sola, y deseando poder volver a mi solitario piso a leer aquel informe que me dio mi compañera.

Peor no tardó mucho mi soledad en desaparecer, cuando escuché los pasos de alguien y la puerta de la cocina cerrándose tras de sí.

—No quiero hablar de esto contigo, Rhys.

Él silenció, hasta que llegó a mi lado y, al mirarlo, contestó;

—Me daba vergüenza que me vieses encerrado en la cárcel. Por eso no quería que me vieses —murmuró dolorido por verme así—. Y cada una de esas cartas que me enviabas, las tengo guardadas en mi mochila.

—Podías haberme escrito una.

—La escribí, pero jamás te la envié. —Apretó su mandíbula y podía ver en sus manos como las apretaba, deseando poder tocarme—. Fui un monstruo, no quería que vieses al monstruo en la celda.

Negué con la cabeza al escuchar eso.

—Te amo, Rhys. Ya lo sabes.

Pude ver como su sonrisa aparecía en su rostro.

—Lo has dicho en presente.

—Porque sigo sintiendo eso por ti.

Se acercó más, peligrosamente y, mientras yo trataba de dar marcha atrás y decirle algo, fue ahí cuando su vista bajó hasta mirar al colgante que tenía en mi cuello. Era su anillo que me había dado hacía 7 años en aquella habitación.

—Lo sigues teniendo.

Traté de esconderlo, pero su mano se posó sobre la mía, no dejándome ocultar aquel anillo, aquel símbolo para ambos. Y luego su mano se colocó sobre mi mejilla, con dulzura y ahí fue cuando me derrumbé frente a él.

—Cuando te vi aquella noche en el hospital... Cuando tuve que tapar tu herida de bala para que no te desangrases... Sabía que era mi culpa y no paré de culparme ni un solo momento de ello.

—No era tu culpa.

—Pero me sentía así, Alisa. Y cuando le pedí a Cronos que me dejase verte y me lo permitió, me dolió verte en el hospital, cuando debía ser yo quien estuviese ahí —contestó, abriéndose por completo ante mí.

Negué con la cabeza.

—Quería protegerte de cualquier daño que te pudiesen hacer después de lo que ocurrió aquella noche —respondió Rhys.

Y, enfadada, contesté;

—Pues el daño me lo hiciste tu al ignorarme.

Sus labios se estamparon sobre los míos, no aguantando más, y yo dejando que lo hiciera.

Sus manos se colocaron sobre mis piernas, levantándome del suelo para colocarme sobre la encimera de la cocina y ahí sentimos todo lo que nuestros cuerpos habían anhelado tanto durante todos estos años.

Nuestros cuerpos tenían memoria, porque cuando sentí su cuerpo sobre el mío tembló de la mejor manera posible y sus manos... Joder sus manos. Había deseado tanto este momento que creía que era un maldito sueño.

Pero ese momento no duró mucho tiempo cuando la voz de Bruce sonó desde el otro lado del jardín.

—¡¿Van a venir o tengo que ir yo?!

Nuestros labios se separaron y nuestras sonrisas eran completamente cómplices. Negué con la cabeza, cuando él se acercó a mi oído y susurró;

—Te amo.

Respiré hondo y él me ayudó a bajar de la encimera y, juntos, salimos de la cocina para sentarnos frente a nuestros amigos y viviendo ese momento juntos.

Y, en algún punto de la tarde, Rhys tomó mi mano y la enlazó con la suya bajo la mesa.

Lo miré, aunque enfadada con él y con una conversación más que pendiente, pero sabía que esa noche, los 2 lo íbamos a pasar juntos con nuestros cuerpos desnudos y, quizás, no sabríamos ni siquiera que sería dormir esa noche. Pero me dio igual.

Quería estar a su lado y el futuro no sabría que nos depararía, pero sabía que el presente quería vivirlo a su lado. Y cuando Rhys me miró, vi en su mirada lo mismo que la mía. Y ese brillo en sus ojos fueron los que me dieron la respuesta que buscaba.

***

Y aquí el epílogo de esta novela.

Me ha gustado mucho escribirla y den las gracias a que acabase así, porque iba a tener otro epílogo, pero al final decidí hacerla de otra manera.

¿Que les ha parecido este final?

¿Que les ha parecido la historia al completo?

¿Quieren más?

Muchas gracias por estar ahí y leerme. Mil gracias por vuestros hermosos comentarios y por vuestros votos. Quizás suba un extra de la noche de Rhys y Alisa de la noche que se volvieron a reencontrar.

Nos leemos :3

Patri García

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