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By stargaryen_b

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By stargaryen_b

Capítulo diez.

Ascendencias mágicas y tradicionalistas

✦ ˚ * ✦ * ˚ ✦

Roselind amaba Hogwarts, no había duda de eso, pero había ciertas cosas (y personas), que a ella realmente le molestaban.

Para empezar, encabezando la lista, estaba cierto grupo específico de Slytherin; ella no tenía nada contra la Casa de Salazar, y la mayoría de ellos no tenía nada en contra de Roselind, pero ese grupo en particular de serpientes la molestaban siempre y le daban tantos dolores de cabeza como los gritos de Bellatrix en Manoir Lestrange. Luego, estaba la bibliotecaria: la señora Pince. Roselind no podía recordar una sola ocasión en que la bibliotecaria no le hubiera retado por cosas insignificantes, qué si comía, qué si hablaba y gesticulaba mucho, que si practicaba ahí sus hechizos, qué si entraba corriendo, toda Pince odiaba a Roselind, de eso, la chica estaba segura. Por último, aunque en menor escala, le molestaban las clases compartidas.

Como era costumbre, las clases se impartían a todos los alumnos, dividiéndolos por grados y por casas. Historia de la Magia, Herbología, Astronomía y Encantamientos, eran sin duda las clases que no podían hacerla refunfuñar, puesto que las compartían ya fuera con Hufflepuff o con Ravenclaw. Pero Pociones, Transformaciones y Defensa contra las Artes Oscuras, le calaban hondo por el simple hecho de que los leones escarlatas tomaban sus clases con la serpientes esmeraldas, lo que no sería un problema si no fuera por ese grupo en particular. Los sangre fría.

Justo en ese momento, Roselind estaba a nada de empezar a refunfuñar, porque su sesión doble de Pociones no podía ser más hastiosa. En primer lugar, el profesor, Horace Slughorn, era el profesor más desesperante que hubiera conocido. Luego, estaba el asunto de que la poción de esa tarde era ni más ni menos que una aburrida Solución de Hipo que provocaba al que la bebía un ataque incontrolable de hipo. «¿Quién quiere hipo? ¡Eso ya lo sé hacer!», pensaba la menor de los Lestrange, desde detrás del caldero que compartía con Remus. Por último, ella tenía hambre.

Por suerte y para su alegría, justo en ese momento, Slughorn golpeó un par de veces su caldero y los hizo dar por terminada la clase.

—Por favor, viertan sus muestras en los frascos y déjenlos en mi escritorio. ¡Avery, tú no, eso de tu caldero no pinta nada bueno! —exclamó Slughorn. Con mala cara, el Slytherin nombrado limpió su caldero y su lugar, sabiéndose con una poción fallida.

Escuchó las risas de Sirius y James un asiento atrás, mientras vertía su poción en un frasco. Indudablemente no era la mejor de todas, pero Remus había vigilado tarde su poción, sin poder mejorarla.

—Vamos Merodeadores, quiero ir a comer de una buena vez —los urgió Sirius.

—Ay sí, muero de hambre. Creo que no como hace dos días —exageró Roselind, totalmente desesperada por salir del aburrido lugar donde impartían pociones.

—También tengo hambre —agregó Peter.

—Ambos comieron la mitad de una tarta de manzana antes de entrar a clases —les recordó Remus, pareciendo algo incrédulo por el hambre voraz de Peter y ella.

—No entiendo como siendo tan pequeños, pueden tener hambre siempre —Sirius los miró impresionado, mientras Roselind y Peter solo se encogieron de hombros.

James, Remus y Sirius rieron y limpiaron sus calderos, mientras los alumnos comenzaron a salir del lugar.

Cuando atravesaron la puerta de salida, Roselind fue plenamente consciente de que a escaso un metro de distancia, Lily caminaba rumbo a la sala común o al Gran Comedor, flanqueada por Alice, Mary y Marlene.

«3... 2... 1...», contó en su mente.

James, sin miramientos o alguna vergüenza, la alcanzó y pasó una mano por los hombros de Lily sonriendo a sus anchas. A unos pasos de distancia, Sirius, Remus, Peter y Roselind le siguieron entre risas, conociendo el final de aquella rutina adquirida en los últimos meses, desde aquella noche en que a James se ocurrió invitar a Lily a salir.

—Señoritas, Evans, ¿qué hay? —preguntó el de gafas pasando su mano libre por su cabello.

Lily rodó los ojos; Alice, Mary y Marlene, estuvieron a nada de también hacerlo, pero en su lugar respondieron al unísono:

—Potter.

—Ya... —carraspeó James, al parecer algo intimidado por las chicas—. Bueno, ¿qué te parecería que comiéramos juntos esta tarde, bonita? —le preguntó a Lily. Ella sacudió los hombros un tanto molesta.

—Gracias por la invitación Potter, pero prefiero ahorrarme el mal sabor de boca que tendré contigo a mi lado —le dijo mordaz. James sonrió más ampliamente.

Desde el día en que James le pidió a Lily que saliera con él, en la soledad de la biblioteca y con nadie más que sus amigos como testigos, el joven de cabellos azabaches y ojos avellana, había aprendido una fácil rutina de conquista, que si está de más decir, no aparentaba estar dando resultados. Octubre, Noviembre y los pocos días de Diciembre que estaban pasando, James invitaba a Lily a salir al menos tres veces por día y cada una de ellas, era rechazado sin razón aparente. Roselind empezaba a sentirme mal por él... y por Lily.

—Evans, ¿insinúas que quieres besarme? —bromeó James con demasiado ánimo, Lily abrió la boca colorada para hablar y refutar aquel comentario, siendo interrumpida por Sirius.

—Creo, Prongs, que lo que en verdad quiere decir, es que le caes mal —espetó el pelinegro entre risas.

—Por supuesto que no, Evans se muere por salir conmigo, Padfoot —dijo James volviendo a pasar el brazo por los hombros de Lily.

Roselind sonrió cuando los ojos de Lily brillaron con algo de maldad. Estaba empezando a conocerla mejor.

—En realidad, quise decir que con quién quiero comer, es con Black —James se paró en seco; Alice, Marlene y Mary también se detuvieron riendo de la cara de pocos amigos que James puso en esos momentos.

Sirius pasó rápidamente sus libros a Remus y dejó que su mochila cayera a pies de Roselind con cara de angustiado, y atinó a mirar a James negando con la cabeza.

—Sabes como yo que está mintiendo, Prongs. Si a Evans lo único que le doy es asco... —comenzó a decir, pero James ya había dejado la mochila en el suelo y soltado a Lily de golpe.

—Te doy tres segundos de ventaja Padfoot, al cuarto date por muerto —amenazó el de gafas. Sirius ni siquiera lo pensó y echó a correr.

Lo único que Roselind, Remus, Peter, Lily, Alice, Mary y Marlene escucharon fue el grito del pelinegro y las pisadas de ambos chicos al correr.

—Ahora si la liaste, Lily —rio Roselind, chocando los cinco con la pelirroja.

—Vaya amigos tienes, Roselind —le dijo Lily, rodando los ojos.

—Son los mejores Lily, te lo aseguro.

Nadie, nunca, encontraría amigos tan leales y únicos como ellos.

—Es solo que no los conoces como nosotros —agregó Remus, mientras recogía la mochila de James.

—Si ustedes lo dicen, pero no tengo ni las más mínimas ganas de conocerlos, en serio, son tan... —espetó Lily volviendo a andar con Roselind, Remus, Peter y las chicas a su lado.

— ¿Infantiles, problemáticos y arrogantes? —sugirió Roselind inocentemente—. Lo sabemos.

—Pero eso solo los hace ser mejores —continuó Remus, dándole una rápida mirada a Roselind, antes de mirar nuevamente a Lily—. Deberías tratar, darte cuenta que...

—Oh no, no intentes eso Remus, a Lily no la vas a hacer cambiar de opinión —espetó entonces Marlene con una sonrisa. Remus correspondió la sonrisa de igual forma.

Roselind frunció levemente el ceño.

—Bueno tengo que tratar, si James sigue insistiéndole tengo que apoyarle —respondió amablemente el castaño.

—Y hablando de apoyo, ¿creen qué...? —intervino Peter por primera vez en lo que iba de su trayecto.

—No, para nada. Esos dos no pueden pelearse, verás que cuando entremos al Gran Comedor, ellos ya estarán ahí, riendo y planeando la siguiente broma que harán —lo tranquilizó Roselind.

Lily volvió a hablar.

—Deberían ponerle un alto. Roselind, tú maduraste un poco al parecer; y Remus, tú eres un bromista, pero no tanto como ellos y... —comenzó.

—Lo dices porque no sabes que ellos... —rio Peter, ganando un codazo de Roselind y Remus—. ¡Auch!

—Mejor nos vemos en Runas antiguas, Lily. Con permiso chicas —se excusó el de ojos dorados algo sonrojado.

Remus era tan tierno cuando se sonrojaba.

— ¡À tout à I'heure! (¡Hasta luego!) —se despidió Roselind risueña.

Y tras llevarse a Peter de ahí, dejaron a Lily, Alice, Marlene y Mary seguir en sus propios asuntos.

Cuando llegaron al Gran Comedor, como bien había dicho la cobriza, James y Sirius ya les esperaban con los platos servidos y planeando una nueva broma a un Hufflepuff que había molestado a Peter en la última clase de Herbología.

...


Con la llegada del nuevo trimestre, Roselind y sus amigos estaban listos para comenzar lo que la última semana de clases, antes de las vacaciones de Navidad, habían comenzado: prácticas de animagia.

Luego de la noche en que sus patronus develaron nueva y vital información para sus planes futuros, los cinco habían comenzado a adentrarse más y más en el tema, siendo lo suficientemente valientes la última semana de clases, para comenzar a practicar.

La primera noche, había sido fatal, James había logrado transformar tan solo uno de sus dedos en alguna parte animal que sufrió cierto daño, que Remus tuvo que cuidar aplicando esencia de Murtlap en la herida. Y pese al suceso, luego del regreso de los cinco al mágico castillo, Roselind, Sirius y James quiénes habían pasado las navidades en casa de los Potter, animaron a sus amigos para volver a intentarlo. Así, el mes de enero trajo prácticas más beneficiosas y menos caóticas, clases más interesantes y una luna llena solitaria para Remus pero mucho más tranquila para su lobo interior, pues cómo Remus, el animal que vivía en él, también albergaba la esperanza de pasar prontamente transformaciones acompañado.

Casualmente, esa última luna llena, no fue especial y animada solo para Remus, sino también para alguien más.

Como todas las lunas llenas desde que se enteraron del secreto de Remus, los Merodeadores lo acompañaban en su trayecto bajo la capa de invisibilidad; pero esa noche, se dieron cuenta de que alguien más se había sumado a su travesía.

Siguiendo a Madame Pomfrey y a Remus, pálido, enfermo y tembloroso, camino a las afueras del castillo, vieron a Saverus Snape escondido, como a la espera de algo. Y cuando éste vio a Remus, estuvo a punto de salir del castillo, dispuesto a seguirlo.

Al menos, hasta que lo hicieron caer al suelo con una zancadilla.

— ¿Q-Quién anda ahí? —Preguntó débilmente Snape, creyendo estar solo en el pasillo desolado—. ¿Peeves?

Entonces, pareció escuchar un maullido y los pasos de un apresurado Filch que se acercaban, por lo que salió corriendo rumbo a su sala común.

Cuando Filch apareció, advirtió un pasillo solo y ni un fantasma rondando por ahí y con esa nueva tranquilidad, volvió a sus asuntos con su gata desapareciendo del lugar. Una vez seguro y con el débil brillo de la varita de Peter; Roselind, James y Sirius salieron de la capa, con Peter detrás de ellos.

—Déjenme ir, ese tonto de Snivellus estuvo muy cerca, sino hubiéramos estado aquí y no lo hubiéramos hecho caer, habría salido. Habría visto a Remus y... —comenzó a decir Sirius, enfadado.

—Lo sé, pero no podemos hacer nada ahora, el mapa aún no está terminado y no sabemos a quién podríamos encontrar, ciertamente los nuevos prefectos son odiosos —replicó el de gafas.

—James tiene razón, Sirius. Cuando acabemos con el mapa, podremos ver la ubicación exacta de todos en el castillo, yo misma estoy encargándome de eso —siguió Roselind, todavía sosteniendo a Sirius.

—Dejémoslo por hoy. Ya mañana, Snivellus se arrepentirá de haber salido por la noche —comentó James, con una nueva sonrisa.

Sirius pareció comprenderlo y con una nueva tranquilidad se apretujó con Roselind, James y con Peter bajo la capa de invisibilidad.

Roselind pensó que bien podrían haber usado la capa para seguir a Snape y jugarle alguna broma, pero su prioridad era Remus en ese momento. Remus quién una vez más, pasaría una mala noche por culpa de la licantropía. Su amigo, quién de nuevo no estaría esa noche en el dormitorio, hablando y encantando un trozo de pergamino con ellos.

Su amigo... el que despertaba sentimientos confusos en ella.

Un mes después, febrero llegó con gran entusiasmo de los estudiantes al castillo, pues la llegada del nuevo mes, aseguraba menos frío en los terrenos del colegio y presagiaba que la primavera, estaba cada vez más cerca.

Para los Merodeadores, resultaba agradable recibir un nuevo mes, porque en la última semana de enero, habían logrado una hermosa maravilla. Si bien, había resultado difícil, doloroso y no había podido lograrlo una vez más; Roselind, había pasado una sola noche convertida en colibrí. Su transformación, aseguraba que sus prácticas estaban teniendo resultados y que sus caminos no podían menguar.

Sirius y James se había propuesto alcanzar el nivel de Roselind y convertirse en perro y ciervo completos lo antes posible. Las cosas, solo se complicaban por una cosa que Roselind había constatado. Resultaba mucho más fácil transformarse en animal, que volver a la forma humana.

Esa semana sin embargo, sus prácticas se habían cancelado, porque Remus había enfermado. Si bien no se trataba más que de una simple gripe muggle, Remus llevaba al menos tres días en la enfermería del colegio, pues su gripe coincidía con la semana de la luna llena, lo que la volvía mucho más molesta y dolorosa.

Los Merodeadores, habían pasado tres días realizando sus apuntes sin alguna nota faltante en las clases, sus deberes en tiempo y forma y visitando a Remus a la hora de la comida y la cena, saltándose al menos una de ellas. Madame Pomfrey había expresado su admiración por la lealtad y cariño que los chicos mostraban entre sí, robando sonrisas gratas de sus rostros.

Remus había pedido a los chicos que no pasaran malos ratos con los deberes en su ausencia, pero Roselind había insistido en que por él, debían aplicarse pues a su regreso, Remus tendría que ponerse al corriente con las clases.

En esos momentos, el profesor Taylor daba por terminada su clase, mientras dejaba los deberes a entregar. Por primera vez, Roselind se preocupó por no encontrar uno de sus apuntes. Debía tener dos pergaminos y solo tenía uno.

—Apúrate, Rosie —insistió Sirius a un costado de la entrada junto a James y Peter, mientas ella buscaba por todos lados su maldito pergamino.

No podía fallarle a Remus.

Todos se encontraban apresurados porque esa tarde, Remus se encontraba muy mal, tenía fiebre y además, los espasmos insoportables que sufría por la aparición de la luna en el cielo no le daban ni por asomo un buen semblante.

—Los veo en la enfermería —los despidió sin mirarlos, mientras se agachaba para ver debajo de los bancos.

Escuchó las corridas apresuradas de sus amigos.

—Creo que esto es tuyo, Rose.

Roselind, todavía en el suelo, levantó la vista ante la suave voz de Alice. En su mano extendida tenía su pergamino faltante.

— ¡Oh Merlín, Alice, te adoro tanto! ¡Eres un ángel! —chilló, levantándose rápidamente y dándole un torpe abrazo antes de tomar el pergamino de su mano.

Roselind salió apresurada del aula con Alice atrás y se encontró con Marlene, Lily y Mary, enfrascadas hablando de los deberes que aún no habían realizado de Estudios muggles. La parte curiosa de ella, la hizo desacelerar para caminar con las chicas.

—Sé que mis padres son muggles, pero extrañamente, aunque pensé que me aburriría por completo en esa materia, estudios muggles me está fascinando. La profesora Charity es genial —espetó Mary con alegría, sin darse cuenta que justo en ese momento alguien chocaba hombro con hombro con ella.

Al darse la vuelta para disculparse por el choque, Mary se encontró frente a frente con Avery.

—Ten cuidado, sangre sucia, ensucias mi túnica —le dijo Avery con mala cara.

Mary, Marlene y Lily quiénes estaban bien al tanto de lo que sangre sucia quería decir, abrieron la boca indignadas, molestas y heridas. Las tres (excepto por Roselind y Alice), eran lo que los magos llamaban "sangre sucia", ya que a pesar de haber nacido con magia en ellas, sus familias eran muggles desde hacía muchas generaciones. Los puros, como algunos Slytherin se jactaban de tener en su casa, las insultaban y aborrecían tanto como ellas detestaban a Mirtle la Llorona (excepto, nuevamente, por Roselind).

Y aunque no era la primera vez que alguna era llamada así, Lestrange sabía que la herida y el dolor que causaba el insulto, a parte de la furia que las embargaba, se hacía presente sin falta alguna.

—Esa túnica no se ensucia por mí, tiene más que ver el hecho de que tú la llevas puesta que el que yo la haya tocado, Avery —espetó Mary armada de valor.

Rosier, Mulciber y Snape llegaron justo en ese momento con su amigo. Los sangre fría se estaban completando.

«Genial», pensó de manera irónica.

Roselind vio claramente la cara de sorpresa de Lily al ver que Snape mantenía cara de preocupación por su amigo, más que ganas de defender a Mary.

—Vaya, una sangre sucia bocona —se mofó Mulciber entonces.

—Vaya, un idiota purista bocón —espetó Roselind, imitándolo. ¿Por qué tenía que ser cruel? ¿Cuál era la necesidad?

Evan Rosier bufó molesto. Al menos no le estaba coqueteando, prefería mil veces su desprecio, a su "cariño". Desde que empezaron cuarto año, no hacía más que ser atosigada por él.

Lo peor es que eran primos.

—Que raro la traidora defendiendo a los sangre sucia —replicó Mulciber—. Lo que a los impuros y traidores como ustedes deben enseñarles es a castigarse personalmente como a los elfos domésticos, cuando se les ocurre rebelarse frente a un mago. Pero claro, ni siquiera están al nivel de los elfos.

Apretó sus puños con mucha fuerza.

«Oh, él no dijo eso»

—Vámonos ya Mulciber, ya me aburrí, no quiero desperdiciar mi tiempo con estas alimañas —el tono tedioso de Rosier confirmaba lo dicho, pero sin dudas había visto algo en el rostro de Roselind, porque la miró de reojo mientras le hablaba a su amigo.

Sin decir nada más, Rosier, Avery y Mulciber se dieron la vuelta para irse, Snape miró a Lily avergonzado pero no dijo nada y siguió a sus compañeros. Mary alcanzó a espetar algo, haciendo enfurecer a Avery, Mulciber y Rosier.

—Si yo no estoy al nivel de un elfo, seguro que ese tonto no tiene ni la mitad del cerebro de un hipogrifo.

Las chicas se rieron, pero Roselind sabía que solo habían desatado algo peor.

Hola, estoy viva.
Es un capítulo corto, un poco de relleno, pero juro que se viene la acción.

Gracias a los que siguen comentando y votando.

Espero que estén bien <3

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