GATO: Deséalo y perderás [+18...

By thebabypes

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Una joven oficial de policía deberá entrar al mundo del boxeo clandestino en los suburbios lugares de Londres... More

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EPÍLOGO
E X T R A

T R E I N T A Y S I E T E | J U I C I O

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«Verla allí, de pie, fue un alivio al saber que se encontraba bien. Y con eso ya tenía para el resto de mi vida»

Rhys.

6 meses más tarde;

FELINA

Las yemas de mis dedos recorrían el anillo que Rhys me había colocado en el dedo corazón y el cual, no había retirado de mi dedo, sino en algún momento puntual del día.

Era lo único que tenía de él y lo que más me acompañaba en estos momentos, sobre todo, estos últimos meses y tan eternos como los demonios de la noche. Sobre todo, cuando mis ojos no conseguían cerrarse y observaba un punto de mi cuarto durante horas.

Apenas había conseguido dormir más de 3 horas seguidas al día, que el día que conseguía dormir un poco más, me despertaba peor de como me había acostado.

Lo echaba mucho de menos... Pero mucho y eso dolía. Aunque lo que más me dolía era que, una vez me curé de mi herida de bala y lo iba a visitar, él les pedía a los agentes que lo vigilaban que no me dejasen pasar a verlo.

Que Rhys me rechazara era mucho más doloroso para mí de lo que podría imaginarme jamás.

Ahora, 6 meses después de todo lo que había ocurrido aquella noche, solo podía pensar en la mañana que desperté en el hospital y una enfermera me habló de que un hombre tatuado me había venido a visitar y me había dejado aquel anillo que ahora tenía en mi dedo.

Sabía que ese gesto era una confesión de amor, pero no me era suficiente. Quería verlo, tocarlo, aunque fuera tras las rejas. Necesitaba mirar sus ojos y saber como se encontraba, hablar con él.

Me miré al espejo, bien vestida para el último día de juicio donde el juez dictaría si Rhys entraría en la cárcel y cuanto tiempo.

Carlo, que ahora era el nuevo capitán de la comisaría, me había prohibido entrar después de haber estado tanto tiempo de baja de la policía y de la relación que tenía con Rhys. Lo hacía por mi bien, para no hacerme sufrir más, pero yo ese día, ese último día, no quería seguir encerrada en casa o en comisaría. Necesitaba verle, lo necesitaba realmente.

La puerta de mi cuarto, la cual estaba entreabierta, se abrió por completo, entrando Venus con su rostro tan dulce que siempre solía dedicarme.

Ella estaba a mi lado, y más después de que estuviese cuidándome todo este tiempo y estaba viviendo conmigo junto con su pequeña.

Venus estaba siendo protegida y ahora yo era la que la protegía, tanto a ella como a su pequeña.

Ya había vuelto a mi piso de siempre, en el centro de Londres, en un barrio tranquilo y con seguridad.

Al ver que Venus se acercaba a mis espaldas y me observaba con sus ojos desde el espejo, sonreí, pero no del todo.

—¿Cómo te encuentras? —cuestionó Venus.

Tragué costosamente y susurré;

—Nerviosa...

—¿Cómo la primera vez que lo viste? —continuó preguntando y yo asentí ante ella.

No dejé de darle vueltas al anillo, hasta que decidí dejar de pensar en Rhys para que no me doliese más el pecho.

—Diría que más.

Me mordí el labio mientras me miraba al espejo.

Estos meses no fueron duros solo para mí, sino para todos.

Cronos había vivido un mal momento después de la muerte de su pareja Magno. Por no hablar de todo lo que echábamos de menos a Serpiente y que Afrodita parecía ocultar lo mal que se encontraba. Trataba de ser una mujer fuerte frente a su hija, pero alguna noche estuvo llorando en mi hombro mientras me hablaba de él.

Eso fue doloroso y lo que la mafia nos había quitado había sido mucho.

Tristeza no era la palabra. La palabra exacta para describir todo esto era dolor.

—Ojalá pudiera decirte que todo saldrá bien y que el juez lo pondrá en libertad... Pero no puedo decirte eso —susurró siendo sincera.

Me giré y la observé a los ojos, asintiendo y sabiendo que era cierto.

Habían hablado muchas víctimas de aquella mafia y el juicio seguiría con todos los acusados y los que habían trabajado allí. Magnus ya no podría pagar en vida lo que había hecho, por lo que Gato pagaría las consecuencias de ello y eso me dolía a más no poder.

Entonces, decidí decirle a Afrodita mis planes de futuro, sobre la noticia que había recibido hacía poco tiempo y donde esperaba que ella fuese a mi lado, junto con su hija.

—El mes que viene me voy a Los Ángeles. Me ofrecieron un trabajo de inspectora y quiero que vengáis conmigo —contesté, mientras ella me observaba con sus ojos, tan atenta como siempre—. Estaríais a salvo y Paola tendría muy buenos tratamientos allí. Podrías empezar de cero, Venus.

Ambas nos habíamos hecho grandes amigas y, por lo tanto, cuando vi que aceptaba la oferta y me abrazaba, sin aguantar las lágrimas, terminé como ella, llorando en su hombro por todos los sentimientos reprimidos estos últimos meses.

🥊

Me encontraba en aquel momento en el juzgado, sentada junto a Venus en los asientos traseros del lugar, mientras que mis nervios cada vez eran más y más fuertes. A tal punto, que la cicatriz de la herida de bala me empezaba a doler por el estrés.

Tragué saliva mientras todos se sentaban y yo no dejaba de mirar hacia la puerta en la que Rhys debía entrar junto con su abogado. Pero la puerta no se abría y parecía eterna esa espera.

Venus trataba de tranquilizarme apoyándome, pero era en esos momentos que, por mucho que tratases de aguantar y no ser una borde, era imposible pensar en otra cosa que no fuese tu propia preocupación. Y así de fastidioso podía ser todo, y solo quería darle las gracias a Venus por acompañarme en momentos difíciles.

—Alisa. —La voz del que fue mi compañero y ahora, pero no por mucho tiempo, mi jefe, dijo. —No creo que sea bueno que estés aquí y menos después de estar tanto tiempo de baja.

Miré a Carlo, quien se encontraba de pie mirándome preocupado.

—Estaré bien, capitán.

Cronos se metió las manos en los bolsillos de su elegante traje y negó con la cabeza.

—Fuera, para ti, soy Carlo.

Se marchó sin decirme nada más y se sentó en los asientos delanteros, esperando lo que todos estábamos esperando y solo esperaba que no fuese mucho.

La puerta se abrió y de ahí entró un hombre trajeado y elegante y, detrás, a Rhys.

El mundo se paró al verlo después de tanto tiempo, y mi corazón empezó a ir mucho más rápido de lo que jamás creí que correría.

Su cabello parecía algo más largo de como lo tenía antes, y tenía una suave barba de unos días que cubría lo robusto de su rostro. Sus ojos parecían algo perdidos, mirando hacia el suelo, mientras llevaba ropa elegante, tan perfecto como podía ser, con la diferencia de que no se veían sus tatuajes por el traje, solo los de su cuello.

Mi cuerpo reaccionó al verlo y me puse tensa, a la vez que "feliz" por verlo. Y el momento que tanto había esperado por meses, desde que desperté en aquella solitaria habitación de hospital, se hizo realidad. Pero no de la manera en la que mi mente se lo había imaginado cada día y cada noche.

Rhys giró su cabeza para mirar el público que había, incluida algunas familias de algunas víctimas de Gato, pero que todos sabíamos que esas víctimas eran tan crueles como Magnus, porque Rhys jamás había asesinado a un inocente. Aunque no por ello estaba bien lo que había hecho en el pasado. Pero sabía que no era por voluntad propia, sino porque le obligaban. Y solo deseaba que la pena no fuese tan grave, quizás que no hubiese pena, pero sabía que eso debía ser imposible.

Sus hermosos ojos se clavaron sobre los míos y mi corazón dejó de latir unos segundos, impactada por aquella escena que había creado en mi mente y que creí que no volvería a vivir jamás.

Lo amé más de lo que jamás creí que amaría a alguien y fue ahí cuando su sonrisa apareció en su serio rostro, mostrando sus preciosos dientes y sentí tranquilidad en su mirada, como si lo que le faltase en todos esos meses era verme, saber que me encontraba bien, y sus ojos brillaron como nunca a pesar de los metros que nos separaban y que, quizás, no volvería abrazarlo nuevamente.

Rhys me siguió con la mirada, hasta que se giró y se sentó para ser juzgado en el último día de juicio hacia él.

El juez comenzó y todo el rato fue un juicio duro, difícil de ver y más lo doloroso que resultaba que Rhys estuviese siendo tratado de aquella manera, con pruebas y familiares de las víctimas que lo insultaban en algún punto. Pero el juez no dejaba que las cosas fuesen más allá. Gato en ningún momento miró hacia aquellas personas, solo se centraba en su juicio y en lo que su abogado le decía.

Su abogado parecía defenderlo muy bien, tanto que me hacía pensar que quizás la pena no sería tan grande como me imaginaba, pero el abogado de las víctimas contradecía todo y no paraba de sentirme mal por lo que estaba viviendo Rhys. Por el mismo motivo que sabía que aquellas personas que había asesinado él eran tan malas como la propia mafia que secuestraba a aquellos hombres como Gato para lucrarse de ellos.

Eso me dolía y la rabia la tenía dentro por ese mismo motivo.

Trataba de mantenerme firme, pero simplemente no podía.

Y fue cuando el juez dijo las horrendas frases que no deseaba escuchar jamás.

—Tras todos los acontecimientos y las pruebas, debido a que el señor Rhys Dunne ha cometido tantos delitos graves, se le ponga una pena de 40 años de prisión.

Miré al suelo, derrumbándome por lo que el juez había dictado, mientras que escuchaba vítores y aplausos por parte de los familiares.

Venus estuvo a mi lado, abrazándome, dándome apoyo en ese momento mientras que Rhys no levantaba la cabeza.

Pero el juez dio la última palabra, silenciando a todos;

—De los cuales, por ser víctima directa de la mafia de Londres y por haber salvado a muchas personas inocentes, se le rebajará la pena y solo cumplirá 8 años.

Todos empezaron a quejarse ante el juez, mientras que yo levanté la cabeza, feliz dentro de lo que cabía, por la rebaja que le habían hecho tras demostrarse que realmente era víctima.

No quería que cumpliese ni un solo año de cárcel, pero la ley era así y había que cumplirse.

No me encontraba bien, pero al ver a Rhys, parecía que él lo estaba celebrando con su sonrisa y dándole las gracias a su abogado.

Sin pensarlo ni un solo momento, me levanté del asiento, con Venus diciéndome que no era buena idea y me acerqué a él, a pesar de que nos separaba una barrera de madera que llegaba por encima de las rodillas. Sabía que él no quería acercarse a mí, por eso me había rechazado verlo las otras ocasiones y traté de hablar con él.

—Rhys...

Rhys no se acercó a mí, pero me miró sonriente y luego su mirada bajó hacia mi mano, la cual llevaba el anillo de su abuela y su sonrisa fue mucho más hermosa de lo que me imaginaba. Y, sin decirme nada, se marchó con su abogado mientras le colocaban las esposas a cumplir su condena.

Y me quedé sola, porque Rhys no volvió a girarse para mirarme una última vez. No quería sufrir más y solo esperaba que esa no fuese nuestra última vez. Pedía a gritos que no fuese así.

Y Venus se acercó a mí, colocando su mano sobre mi hombro y yo me abracé a ella, terminando por derrumbarme, temiéndole al futuro, temiendo a no volver a verlo... Temiendo que nuestro último beso, nuestro último abrazo, fuese aquella jodida noche tan terrorífica.

🥊

VENUS

Caminé sola por las escaleras del edificio donde vivía ahora con Alisa, al menos hasta que las 3 nos mudásemos a Los Ángeles a empezar una nueva vida y a dejar atrás todo esto.

No quería dejar sola a Alisa, pero sabía que ella necesitaba su espacio, por lo que se marchó sola para estar consigo misma y desahogarse como yo hacía algunas veces.

No pude evitar pensar en mi hermana, la cual se había ido a pasar la tarde con mi pequeña. Hablaba día a día con ella y deseaba que viniese a Los Ángeles con nosotras, pero no sabía cual sería su respuesta.

Cansada, llegué a la última planta y saqué las llaves del piso, pero al acercarme a la puerta, me encontré con una persona sentada en el escalón de la escalera y todo lo que tenía en la mano cayó al suelo al verlo.

Me quedé perpleja mirándolo, como si fuese un fantasma, como si yo estuviese viendo algo que no era real. Pero ahí estaba, tan real como la vida misma.

No dije nada, básicamente porque estaba tan impactada que me era imposible decir una sola palabra. Lo vi tan cambiado, más flaco, con el pelo algo más largo y mirándome con aquellos hermosos ojos azules, feliz de verme.

Y fue él quien habló primero;

—¿No me dices nada? —Su voz era tan grave como lo recordaba y mis piernas empezaron a flaquear.

Y ahí fue cuando pude decir algo.

—Estás... —Carraspeé para no sonar tan delicada, hasta que concluí. —Te vi morir, Bruce.

Él negó con la cabeza y yo di un paso hacia atrás, sin poder creerme que él estuviese ahí.

—Estuve a punto de morir —inició. —Una mujer y un chico me salvaron de allí cuando tuviste que huir. Yo había perdido el conocimiento y cuando desperté, habían pasado varios días y me encontraba en una casa desconocida. Apenas podía moverme, tenía la pierna herida y el brazo apenas me servía, estuve sin levantarme de la cama por casi 2 meses. La bala me tocó un nervio y ahora apenas puedo moverlo como es debido —susurró sin dejar de mirarme y mis manos empezaron a temblar.

Era cierto. Cuando vi que cerró los ojos, lo primero que hice fue defenderlo de Magnus y defenderme a mí, pero luego empezó lo peor cuando entró la policía y varios hombres de Magnus trataron de llevarme arrastrándome de allí. Di gracias a que alguien pudo salvarme, pero había visto la lista de fallecidos y Serpiente estaba allí... Estaba allí.

—¿Por qué no me has llamado? —pregunté enfadada.

—Estás en protección de testigos. Traté de localizarte, pero cuando hablé con Cronos, me dijo que estabas en peligro y que debía dejar un tiempo. Luego fue él quien me recomendó que siguiera fingiendo mi muerte.

—Podías haberme llamado igualmente —contesté enfadada. —Todo este tiempo he llorado tu muerte, Bruce... Tu no sabes lo doloroso que fue esto para todos.

—Lo sé, pero no podía arriesgarme después de todo lo que había sufrido. Y te pido perdón por hacerte creer eso.

No dije nada.

—No pude decirte nada y fingir mi muerte fue lo mejor para poder confesar sin presión mientras me curaba de las heridas.

Seguí sin decirle nada, cuando su sonrisa apareció y preguntó;

—¿No te alegras de verme?

Negué con la cabeza, con lágrimas en los ojos, mientras miraba a ese hombre que tenía frente a mí y ya no pude aguantar más. Corrí hacia él y lo besé con amor, sin dejarme nada aparte. Y Serpiente, con pocas fuerzas, me abrazó como pudo y me devolvió ese beso como nunca antes me lo había dado.

Separé mis labios de los suyos para poder susurrarle;

—Te amo, te amo, te amo... —susurré llorando. —Cuanto te he echado de menos...

Serpiente me acarició con su nariz con dulzura mientras que yo lo tocaba para asegurarme de que era real, que no era un sueño.

—Te amo, Venus.

No quería alejarme de él, jamás. Quería que estuviese a mi lado y que jamás se separase de mí.

—Pasa. —Lo invité a entrar, pero él negó con la cabeza.

—No puedo... Rhys está en la cárcel y no puedo permitir que mi mejor amigo cumpla una condena él solo —murmuró. —Yo también cometí grandes errores, aunque fuera bajo el poder de Magnus.

Lo comprendí, asintiendo a pesar de que quería que estuviese a mi lado.

—Voy a entregarme. No sé cuanto estaré, pero te llamaré cada día que esté allí, si tu puedes esperarme.

Como no iba a esperarlo, después de haber estado años sin poder estar juntos.

Lo besé a modo de responderle de que sí, que lo esperaba todo el tiempo que hiciera falta. Y nos quedamos un buen rato así, en la escalera, besándonos y abrazándonos por todo lo que habíamos perdido en aquellos meses tan largos.

***

Después de tanto tiempo, ya tienen un nuevo capítulo de esta novela y, ara avisarles, que esta semana subiré el epílogo de esta impresionante novela que me ha gustado mucho escribir.

¿Que les ha parecido el capítulo?

¿Se esperaban que Gato tuviese esos años de cárcel?

¿Y que Serpiente haya reaparecido?

Nos leemos estos días, así que atentas :3

Patri García

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