¡Quiero A Mi Esposo De Vuelta...

By MurasakiFanfics

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AU Post-Canon / Viaje en el tiempo Han pasado años desde el final de "El Camino del Arrogante Demonio Inmorta... More

Prólogo: ¿Adiós A Mi Final Feliz?
Capítulo 1: ¡Maldito Sistema! ¡Maldito Destino!
Capítulo 2: Primera Misión
Capítulo 3: Estás A Salvo
Capítulo 5: Hermanos Marciales
Capítulo 6: Sorpresa En El Examen De Ingreso

Capítulo 4: ¡Avión Al Rescate! (parte 1)

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By MurasakiFanfics

Capítulo reescrito. Los que lo hayan leído en mi otra cuenta vuelvan a leerlo porque tiene más contenido que el anterior y si no lo leen se perderán parte de la historia.

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Al abrir los ojos lo primero que hizo fue gritar como desquiciado por la manera tan tenebrosa en que había dejado de existir.

Sin haberse recuperado por completo del shock buscó con la mirada a su esposo, con la ligera esperanza de que, al haber estado aferrados el uno al otro, podrían haber transmigrado juntos. Su corazón no solo se hundió al no encontrarlo por ningún lado. También lo hizo al darse cuenta en la habitación en la que acababa de despertar. Una habitación que no había visto hace décadas y que pensó que nunca más volvería a ver.

Tanteó su cuerpo de inmediato comprobando que era más pequeño y delgado de lo que recordaba. Usaba ropas humildes en lugar de las elegantes túnicas de secta o las majestuosas túnicas reales. Su cabello era del mismo largo que siempre llevó hasta el día en que lo cortó para demostrar su arrepentimiento por su traición a su secta. No tardó mucho en darse cuenta que, tal y como su sistema le anunció, volvió en el tiempo.

¡No! ¡Absolutamente no!

No había forma en que Avión soportara otra infancia de mierda y mucho menos cuando en su mente tenía un hogar al cual regresar.

¡Avión tenía un poderoso y sexy rey demonio con el cuál volver!

Intentó llamar al sistema, pero por más que lo llamó no obtuvo respuesta alguna. Debía haberlo esperado. Fue el mismo sistema quién le informó que el "lazo" entre ellos se estaba rompiendo y que lo último que podía hacer por él era llevarlo a un nuevo punto de partida para evitar que desapareciera. Avión lloraría de no ser porque su sistema se limitaba a dictarle tareas y jamás tuvieron algo que se asemejara a una conversación. De todas formas quedó un poco conmovido cuando su sistema se despidió de manera cortés deseándole suerte.

Fue una fortuna que su punto de partida no fuera a los cuatro años como le pasó la primera vez que transmigró y en su lugar retornara a unos meses antes de cumplir 12 años, ¡Momento perfecto para ingresar a la Montaña Cang Qiong en el Pico An Ding! ¡Incluso conservó su cultivo! Esta vez no dudaba en que ascendería como discípulo principal en poco tiempo y sin trampas de por medio.

Sin perder más tiempo se levantó de la cama y se puso manos a la obra. Alistó las pertenencias que sabía que podrían serle útiles dentro de una bolsa de tela, se la echó al hombro y escapó por una ventana.

No tenía la más mínima intención de volver a ver a los que se suponía eran su familia. Mejor para él no tener contacto alguno con personas tan tóxicas como lo eran sus padres y hermanos. Hasta prefería a su familia indiferente de su primera vida.

La oscuridad de la madrugada le facilitó deambular por las desiertas calles hasta la zona roja de su pueblo. Allí se ubicaba uno de los prostíbulos que más frecuentaban los cultivadores. Siempre fue escurridizo por naturaleza así que fue sencillo infiltrarse dentro, buscando habitación por habitación, dando por fin con una donde se podía ver a plena vista las túnicas y espada de un cultivador. Con sigilo se coló dentro, intentando no despertar a los amantes que dormían plácidamente sobre la cama. Revisó dentro de los bolsillos de la túnica, alegrándose al encontrar una Bolsa Qiankun que traía dentro unos talismanes, pastillas de recuperación y mucho dinero. Metió dentro lo que llevaba en su bolsa de tela y guardó la bolsa qiankun en su pantalón.

Justo cuando se estaba retirando echó un vistazo a la pareja que descansaban en los brazos del otro con expresiones felices y relajadas.

Su corazón dolió.

Avión no pudo evitar recordar las noches en las que se acurrucaba junto a Mobei-Jun.

El mismo que aprendió a no golpearlo y medir su fuerza para no volver a lastimarlo, que en su lugar aprendió a besar y dar caricias para demostrar cuanto lo adoraba. El mismo que aprendió a comunicarse mejor para que no existieran malentendidos entre los dos. El mismo que aprendió a regular su temperatura corporal solo para no incomodarlo cuando lo tocaba.

El mismo Mobei -Jun que, aun poseyendo una piel fría al tacto, siempre hizo a Avión sentir calidez cuando lo tenía entre sus brazos.

Una calidez que había perdido.

Con un nudo en la garganta, Avión sacudió su cabeza para eliminar esos pensamientos y de la misma manera en que ingresó salió del prostíbulo en dirección a la salida del pueblo.

Al amanecer pidió aventón a un comerciante y emprendió su viaje.

Así estuvo yendo de pueblo en pueblo durante una semana, recopilando todos los conocimientos que poseía de su primera transmigración en una libreta que compró con el fin de predecir y prevenir algunos acontecimientos... desagradables... y hacerse la vida más sencilla. Y, ¿por que no?, hacerle la vida más sencilla a las personas que ya consideraba su familia.

- ¿Dónde estará el Hermano Pepino? - se lamentó al no tener a su mejor amigo con él. Para su desgracia si las cosas iban parecidas a su primera transmigración no volvería a verlo sino hasta que ambos fueran señores de cumbre. Un puchero apareció en sus labios. - Es tan aburrido no tener con quién charlar.

- ¿Qué tanto estás diciendo, mocoso? - se quejó el conductor sin dignarse a voltear a verlo.

- ¡Lo siento! Es un mal hábito. - se disculpó Avión regañándose por hablar en voz alta. Seria un desastre si soltara algo que no debiera frente a cualquiera. Iba a preguntarle al conductor cuanto quedaba para llegar al siguiente pueblo cuando la carreta frenó de golpe. - ¡¿Qué sucede?!

- ¡Maldición! - la voz del hombre se volvió más aguda mientras trataba de tranquilizar a sus burros. - ¡Parece ser que hay un demonio más adelante!

- ¡¿UN QUÉ?!

Avión trepó los montículos de heno que eran transportados por la carreta y se paró encima para observar mejor. Sus ojos se ampliaron al presenciar algo que no se esperaba.

A unos cuantos metros de donde se encontraban pudo distinguir a una docena de jóvenes portando las inconfundibles túnicas amarillas del Palacio Huan Hua. Todos llevaban sus espadas en mano y corrían de un lado para el otro tratando de acorralar a un pequeño ser que se les escurría de entre las manos, ocultándose entre los matorrales.

- ¡No lo dejen escapar!

- ¡Rápido! ¡Es solo un niño! ¡¿Qué tanto les cuesta atraparlo?!

- ¡Mátenlo!

- ¡NO! ¡Mejor llevémoslo vivo! ¡Nos darán una mayor recompensa!

Ver esa peculiar escena no fue lo que ocasionó que Avión entrara en pánico. Lo que lo hizo entrar en pánico fue ver hielo cubrir algunos árboles y arbustos productos de que aquel pequeño ser, o mejor dicho, niño demonio, trataba de defenderse de sus agresores con sus casi inexistentes poderes.

"¡DAWANG!"

De un salto Avión se bajó de la carreta. Se acercó al conductor por la espalda y utilizando algo de su energía espiritual presionó un punto en su cuello que lo hizo caer inconsciente. Rápidamente evitó que cayera para dejarlo recostado en la parte posterior de la carreta. Sentándose en el asiento del conductor tomó las riendas de los burros para tirar de ellas a la par que un fuerte grito salió de su garganta, incitando a los animales a emprender carrera.

Los discípulos del Palacio Huan Hua estaban tan concentrados en encontrar al niño demonio, regocijándose internamente por encontrar una presa tan fácil y que alzaría su reputación en el mundo del cultivo, que no se percataron de los fuertes graznidos ni el sonido de las ruedas hasta que fue demasiado tarde y fueron arroyados por la carroza, dejando a la mitad malherida y a la otra inconsciente.

Avión trató de ignorar el sonido de huesos rotos y los gritos y alaridos de los discípulos, ¡¿Qué importaban unos cuántos carne de cañón cuando su rey estaba en peligro?!

Utilizando su energía espiritual para sentir la energía demoniaca se acercó a uno de los arbustos con calma.

- ¿Joven príncipe? ¿Estás allí?

Ante la mención de la palabra "príncipe" una cabecita se asomó por entre las ramas con algunas hojas entre sus largos cabellos negros. El corazón de Avión revoloteó en su pecho al ver la inconfundible marca azul en la pálida frente de aquel pequeño de no más de 4 años. Sus ropas claramente caras estaban rasgadas y un corte no muy profundo marcaba una de sus mejillas. Pese a su aparente indiferente mirada las lágrimas empapaban su rostro y el miedo era claro en sus ojos.

- ¡Mi príncipe! ¡¿Qué te han hecho?! - chilló indignado. - "No importa que tanto me estuviera muriendo de hambre, ¡Nunca debí darle esta historia de origen a Mobei Jun!"

No importaba cuanto se lamentara, lo hecho, hecho está.

No obstante, esta vez era diferente. No estaba en sus planes encontrarse con su rey antes de tiempo; pero si el destino le dio esta oportunidad no pensaba desaprovecharla en lo absoluto.

- ¡Mi príncipe! Debemos irnos de aquí. Estos cultivadores se recuperarán pronto. - lo incitó extendiendo su mano, esperando a que fuera su esposo quién la tomara primero.

El pequeño Mobei observó con confusión al niño mayor frente a él.

Estaba claro que el otro niño era humano, ¿Cómo podía saber un humano quién era él? ¿No se suponía que los humanos odiaban a los demonios? Entonces, ¿Por qué lo había salvado de esos cultivadores y ahora se ofrecía a ayudarlo? Miró esa mano delgada y sucia. Parecía ser que aquel niño humano tampoco la había pasado bien, ¿Era por eso que lo ayudaba? ¿Debería confiar en él? Pero hasta hace poco confiaba en su tío y fue este mismo quién lo envió a su muerte en este espantoso lugar.

Los quejidos de los discípulos del Palacio Huan Hua que empezaban a despertar alertó a ambos niños.

- ¡De prisa, mi príncipe! - volvió a rogarle Avión con los ojos llenos de lágrimas por la desesperación. No se creía capaz de poder pelear contra todos ellos y a la vez proteger a su rey, ¡Mucho menos con aquel cuerpo tan enclenque!

El pequeño Mobei miraba con ojitos asustados a los jóvenes cultivadores y volvió a mirar otra vez la mano del otro niño que le ofrecía su única esperanza de sobrevivir.

Todavía no sabía si debía volver a confiar, pero decidió arriesgarse por última vez.

Cuando la fría manito del demonio de hielo sostuvo la suya Avión estuvo al borde del llanto. Fue solo una semana y sentía que pasó una eternidad para volver a sentir aquella fría piel tan familiar.

Con cuidado ayudó al pequeño Mobei a salir de los arbustos y lo cargó para subirlo a la carreta. El niño lanzó una mirada indiferente al humano que roncaba en el montículo de heno, sentándose en una esquina.

Avión volvió a tirar de las riendas de los burros y estos emprendieron otra carrera en dirección a la aldea más cercana. Dándose cuenta que los animales no se desviarían del camino, Avión decidió regresar junto a su rey para que no se sintiera asustado. Buscó dentro de su bolsa qiankun y extrajo uno de sus viejos abrigos para cubrir al pequeño.

- ¡Rápido! ¡El niño demonio no pudo haber ido muy lejos! - escuchó gritar a lo lejos a uno de los cultivadores que acababa de despertar.

En momentos así Avión agradecía a su alto cultivo por otorgarle tan buena audición.

- ¡¿Dónde se esconde?!

Avión no pudo evitar abrazar al pequeño con protección. Con suerte ya se encontraban lo suficientemente lejos para que los discípulos vieran por donde se fueron.

- ¿Y si nos encuentran?

Aquella vocecilla lo había tomado por sorpresa. La voz actual de Mobei-Jun no se comparaba en nada a la gruesa y varonil que tendría en el futuro.

"¡¿Cómo puedes ser tan lindo, mi rey?!"

- No debe preocuparse. - le aseguró para tomarlo por los hombros y decir con firmeza. - Mi príncipe, lo mantendré a salvo.

El pequeño Mobei no sabía que pensar. Pese al temor que sentía por ser traicionado hace poco, algo en la mirada del otro niño le dijo que no estaba mintiendo.

- Mm. - pronunció en reconocimiento para apoyarse contra el humano en busca de consuelo.

Feliz de haber obtenido la confianza de su rey, Avión sonrió.

- Por cierto, ¿Cuál es tu nombre, mi príncipe?

- Mobei. Soy un Mobei. - declaró el más joven con inocencia.

- Ya veo. Es un gran nombre, ¡Digno del gran rey que serás en un futuro! ¡Sí! ¡Sí! ¡Puedo verlo!

Y mientras Avión divagaba entre sus pensamientos en voz alta, el pequeño Mobei-Jun lo observó con atención, preguntándose porque aquello se le hacía tan familiar.



...



Al llegar a su destino, y tras pedir algunas indicaciones a los pueblerinos de esa rustica aldea, Avión aparcó la carroza en la entrada de un hospital. Mintió sobre que el conductor de la carroza se desmayó debido al miedo ante la presencia de una bestia y pagó con algunas monedas para que lo atendieran y cuidaran de su carroza.

Era molesto tener que deshacerse de su medio de transporte; pero no quería arriesgarse a que los discípulos del Palacio Huan Hua los reconocieran por la carroza. Debía aprovechar la ventaja de que no conocían su rostro.

- Mi príncipe, no suelte mi mano y no deje que le vean el rostro hasta que lleguemos a la posada.

Con un ligero asentimiento de cabeza el pequeño Mobei se aferró a la mano del niño mayor, echando miradas nerviosas a las personas que transitaban por las calles y los pasaban de largo, alerta ante cualquier posible ataque.

Una vez Avión llegó al establecimiento que le recomendaron se dirigió a la recepción. El hombre que atendía a los clientes y que era el dueño del lugar alzó una ceja al verlos.

- No deberían estar aquí niños. Vuelvan con sus padres.

- Verá, buen señor. - empezó a hablar Avión con nerviosismo. - Queremos reservar una habitación.

- ¿Ustedes? - los miró de pies a cabeza, evaluando sus ropas viejas y aspectos desaliñados. Debió asumir que eran unos pobres niños de la calle que no tendrían con que pagar.

Avión metió su mano libre en su bolsillo y colocó una cantidad significativa de dinero en el mostrador.

El hombre de inmediato se escandalizó.

- ¡¿De dónde has sacado tanto dinero, mocoso?! ¡¿Eso es robado?!

- ¡Qué descaro! ¡Juro por la vida de mi madre que no soy un vulgar ladrón! - Avión fingió estar indignado. No le importaba mentir en nombre de la memoria de ninguna de sus progenitoras. - ¿Con esa actitud trata a todos sus clientes? ¡Pensé que esta era la mejor posada de la aldea! Pero estaba equivocado. Que decepción. Tendremos que buscar otro establecimiento.

Tomando el dinero de regreso, con el mentón bien levantado y actitud altanera Avión se dio la vuelta para dirigirse a la salida junto al pequeño Mobei. El más joven observaba el intercambio de palabras sin entender.

- E-Esperen niños. No fue mi intención ofenderlos. - los llamó el hombre relajando su expresión, aunque seguía luciendo tenso. - Nunca está de más confirmar los antecedentes de nuestros clientes. Tenemos una reputación que mantener.

- Hay mejores maneras de hacerlo sin necesidad de insultar a las personas a la cara, ¿Qué hará si un día termina por ofender a alguien peligroso? Debe tener cuidado, señor. - sus palabras dejaron al hombre con el rostro pálido. Parecía no haber pensado en eso. - Somos hijos de una familia de nobles. Unos bandidos nos asaltaron en el camino. Solo pude rescatar este poco dinero.

- A-Ahora entiendo. Lo siento mucho por ustedes. Dejen que los lleve a una habitación para que puedan asearse y descansar.

Con una sonrisa triunfante al ver que el hombre había caído en su artimaña, Avión respondió. - ¡¿En serio?! ¡Muchas gracias! ¿Podrían traernos una tina con agua caliente y otra con agua a temperatura ambiente? Suelo tomar baños fríos.

- Por supuesto, joven amo. Adelante.

Siguiendo al hombre al interior de la posada Avión inspeccionó el lugar con cuidado. Prestó especial atención en asegurarse que no hubiera ningún cultivador instalado en ese lugar, relajándose al no hallar ningún rastro de energía espiritual en las cercanías.

Parecía ser que ese era su día de suerte.

Ya instalados en su habitación, Avión dejó al niño sentado sobre una de las camas y se dirigió a la otra para organizar sus pertenencias, sacando una muda de ropa limpia para usar después de su baño. Contempló por un momento darle una de las prendas más pequeñas que tenía a Mobei; pero lo descartó casi en seguida. Su rey se merecía lo mejor de lo mejor y no unos simples harapos.

Cuando unas sirvientas ingresaron con dos tinas de agua Avión aprovechó para pedir la cena y de paso encargar que fueran a conseguirle ropa nueva de la mejor calidad a su "hermano menor".

De haberse dado la vuelta se hubiera percatado que el pequeño Mobei frunció el ceño con molestia ante esa mentira.

Una vez todos se retiraron y estuvieron ellos dos a solas se apresuró a cerrar las puertas y la ventana, colocando talismanes silenciadores y talismanes de restricción para tener la mayor privacidad posible.

- Ahora podremos hablar con seguridad, mi príncipe. - aseguró con una sonrisa tranquilizadora. - Venga, debe tomar un baño. - al acercarse al menor lo vio encogerse sobre sí mismo con recelo. Era de esperarse, su futuro esposo no lo conocía muy bien todavía y hace poco fue atacado por humanos. Avión se arrodillo frente a él. - Lo lamento, su alteza. Solo estoy preocupado por usted. Esta muy sucio y quiero curar sus heridas apropiadamente. Prometo que no le haré daño.

El pequeño Mobei lo miró dubitativo. Puede que decidiera confiar en el niño mayor para ayudarle; sin embargo, el miedo que había sentido con anterioridad no se desvanecía por completo. Tampoco es que se sintiera muy cómodo desnudándose frente a otra persona que no fueran sus nodrizas, ¡Y encima un humano! Sería una humillación para el nombre de su familia si alguien descubría que fue tocado por manos humanas y que él mismo lo había permitido.

Pero...

Volvió a mirar al niño mayor a los ojos, que aguardaba en silencio con una mano extendida.

Con duda, tomó la mano que le era ofrecida. Recibió una cariñosa sonrisa como recompensa y fue conducido a las tinas.

Dejarse desvestir fue más que vergonzoso. Agradeció internamente que el otro niño no miró más de la cuenta, enfocado más en buscar alguna herida que en fijarse en su físico de niño de 4 años. De alguna manera, le frustraba mostrar una apariencia tan frágil cuando se suponía que pertenecía a una raza poderosa.

Una vez desnudo fue tomado en brazos por el niño mayor y dejado dentro de la tina con agua fría. Sentir la familiar frialdad lo relajó casi de inmediato y se sumergió en el agua hasta la nariz.

El pequeño Mobei creyó escuchar una risita a sus espaldas, que decidió ignorar.

Feliz de ver a su rey más tranquilo, Avión se apresuró a desvestirse y entrar a su respectiva tina, la que hizo colocar muy cerca de la otra y se sumergió soltando una exclamación de regocijo al sumergirse en el agua caliente. Llevaba varios días sin tomar un baño por lo que sentía que había alcanzado el nirvana.

- Permítame lavar su cabello, mi príncipe. - ofreció tomando un cuenco de agua fría y una loción para el cabello que fue dejado allí por los empleados. Al recibir un asentimiento dejó caer un chorro de agua de manera delicada sobre la cabecita del demonio, echó el producto y con sumo cuidado comenzó a masajear la sien del menor para quitar todo rastro de suciedad.

Avión no pudo evitar sentirse nostálgico recordando el cómo Mobei-Jun solía lavarle el cabello de esta manera cuando se bañaban juntos, pese a no ser realmente necesario al tenerlo corto. Sus excusas le importaron poco a su esposo y continuó con su tarea autoimpuesta a diario hasta que se volvió una rutina entre ellos.

No era lo único, pese a no gustar del calor por obvias razones Mobei-Jun insistía en bañarse junto a su consorte en la misma tina. Razón por la cual Avión buscó algunas soluciones para evitar que ninguno de los dos pudiera resultar perjudicado.

Ser cuidado de esa manera por Mobei-Jun siempre lo hizo estar al borde de las lágrimas.

Un sonido de relajación proveniente del menor ante los suaves masajes le arrancó una sonrisa de satisfacción a Avión.

Una vez enjuagó la cabeza del menor prosiguió a frotar sus pequeños brazos y su espalda con una escobilla de baño, dejando que sea el mismo Mobei el que se encargara de limpiar sus piernas y zonas íntimas para no incomodarlo.

Esto hizo que un pensamiento se instalara en la mente de Avión.

"¿Estará tan dotado como en el futuro?" - se cuestionó con suma curiosidad. - "Podría echar un vistazo y confirmarlo. Quizás cuando Mobei se valla a dormir podría... ¡No! ¡Espera! ¡No profanaré con mis sucios ojos la versión joven e inocente de mi rey! ¡AVIÓN DISPARADO HACIA EL CIELO PODRÁ SER MUCHAS COSAS, PERO NO UN SHOTACON!"

Intentando eliminar cualquier pensamiento pecaminoso de su mente se apresuró a asearse restregando su piel con fuerza, echándose la loción para el cabello con tan mala suerte que terminó en sus ojos. Sus gritos y lloriqueos no se hicieron esperar, ¡Debía ser un castigo de los cielos!

Avión creyó escuchar una risita a sus espaldas, que decidió ignorar.



...



Avión se encontraba secando los largos cabellos del pequeño Mobei cuando tocaron a la puerta.

Dejando al niño sobre la cama, que se escondió con rapidez entre las sábanas, se aproximó a abrir la puerta retirando los talismanes y ocultándolos en su bolsillo.

- Les traemos la cena, jóvenes maestros. - habló una mujer anciana con una dulce sonrisa, llevando una charola con comida y un juego de té que dejó en la mesa en medio de la habitación.

- Aquí están las prendas de ropa que me pidió. - llegó el dueño con una sonrisa, mostrando entre sus manos unas túnicas de infante de un profundo azul oscuro.

Avión las tomó para inspeccionar su calidad, sintiéndolas suaves y resistentes al tacto.

- Son perfectas. Se lo agradezco, señor.

- ¡No es nada! ¡No es nada! Es lo menos que puedo hacer luego de haber sido tan irrespetuoso antes, ¿Verdad que nuestro servicio es de la más alta calidad? - se alagó a sí mismo como si no hubiera hecho nada malo. - Vamos, llévense esas tinas rápido. - les indicó a un par de sus hombres que ingresaron con prisa.

Una vez más Avión tuvo que esperar a que todos se retiraran para colocar los talismanes en la puerta, bloqueando la entrada a cualquier individuo indeseado.

- ¡Mi príncipe, miré! ¿No son excelentes estas ropas? Incluso hay un camisón para dormir.

El pequeño Mobei asomó su cabecita entre las sábanas. Al notar la mirada entusiasta en el rostro del otro niño se puso de pie sobre el colchón y extendió sus brazos en alto para que lo vistieran.

Avión pudo haber chillado en ese momento por la adorable escena.

Una vez terminó de arropar de forma correcto al pequeño Mobei en su cama, Avión bajó la intensidad de la vela de la mesita de noche para dejar la habitación a semi oscuras y se dirigió a su respectiva cama que se encontraba a pocos pasos. Por mucho que le gustaría acurrucarse al lado de su esposo sería demasiado descarado de su parte. Suficiente confianza ya le había sido entregada y no se arriesgaría a perderla.

Se llevó las sábanas hasta el mentón, soltando un largo bostezo. Estaba demasiado cansado luego de tantos acontecimientos abrumadores ese día.

- Oye, ¿Cómo sabes que soy un príncipe?

Avión se quedó tieso.

¡Maldita sea! ¡Había cometido una grave equivocación y ni cuenta se había dado!

Sudando frío respondió. - Bu-Bueno, lo supe por... Por... ¡Por la marca de tu frente! ¡Sí, eso es! - exclamó señalándolo con el dedo. - ¡Leí sobre los demonios del Desierto de Hielo del Norte en un pergamino qué le robe a un cultivador! La marca de tu frente le pertenece a la familia real. Por eso supe que eres de la realeza, mi príncipe.

Avión se sintió muy orgulloso de sí mismo por inventarse una excusa tan buena.

El pequeño Mobei pareció pensarlo por unos segundos.

- ¿Fue a ese cultivador al que le robaste esos objetos? - preguntó echando una ojeada a los talismanes sellando la puerta y las ventanas de la habitación.

- ¡Sí, así es!

Quizás Avión no debió mostrarse tan entusiasmado por el interrogatorio; pero no pudo evitarlo al ser la primera vez que tenía una conversación genuina con su rey. Hasta ahora solo había respondido a sus preguntas con monosílabos.

- ¿Por qué le robaste?

- Verás, mi príncipe, la verdad es que hui de mi hogar. No, decir hogar es demasiado. Precisamente porque no era mi hogar es que tuve que irme de allí. A nadie le importaba lo suficiente mi existencia y por eso decidí irme de allí. - hizo una pausa notando que algo en esa oración pareció abrumar al más joven. Al no recibir ninguna pregunta más, continuó. - Cómo no tenía dinero le robé a ese cultivador. Fue deshonesto de mi parte; pero no tenía muchas opciones... ¿Está decepcionado de mí, mi príncipe?

El menor se giró sobre su costado para poder mirarlo de frente. Negó con su cabeza.

- No. No me gustan los cultivadores.

Avión no pudo evitar reír con cierto nerviosismo. Sé preguntaba que pensaría su rey de él si se enteraba de sus intenciones de tomar el examen de ingreso a la Montaña Cang Qiong.

- ¿Por qué me ayudaste? Soy un demonio.

Esa pregunta se la esperaba desde que inició la conversación.

- Yo... Simplemente no podía dejarte así. - Avión respondió con la mayor sinceridad posible. - En cuanto te vi siendo atacado supe que debía protegerte, mi príncipe.

En respuesta, el pequeño Mobei volvió a recostarse sobre su espalda y se cubrió con la sábana hasta la cabeza.

- Será mejor que durmamos, mi príncipe. Nos espera un largo día por delante.

- Puedo...

- ¿Eh?

- ¿Puedo... dormir contigo?

Avión se sentó sobre su colchón de golpe con los ojos muy abiertos.

No podía observar el rostro de Mobei al tenerlo cubierto. Sin embargo, se fijó que sus manitos apretaban con fuerza sus sábanas, temblando levemente.

"Oh, Dawang. Sigues siendo un niño después de todo."

Haciendo espació, Avión levantó sus sábanas y palmeó sobre el colchón con calma. Al oír esto el menor volvió a asomarse y, al ver las acciones del otro niño, no tardó en saltar de su cama para refugiarse a su lado, hundiendo su rostro contra el pecho contrario. Avión no pudo resistir el impulso y lo terminó abrazando. Esperó en silencio, creyendo que sería regañado por su falta de decoro o que escucharía alguna protesta sobre que la cama se sentía demasiado cálida para su gusto; pero al notar que el más pequeño no lo haría, los cubrió a ambos con las sábanas para dormir.

Avión se sintió feliz de recuperar esa calidez que había creído perder.

Fue cuando el pequeño Mobei volvió a sorprenderlo.

- ¿Cuál es tu nombre, gege?

"¡¡¡AHHHHHH!!! ¡DAWANG ACABABA DE LLAMARME GEGE! ¡Ya puedo morir en paz! No, espera, ¡Todavía no! ¡Aun debo casarme con mi rey y encontrarme con el Hermano Pepino!"

Saliendo de su ensoñación se apresuró a responder.

- Yo soy Shang... - y antes de terminar de hablar se detuvo abruptamente.

Recordó que aún no se le había dado su título como señor de cumbre y por ende aún no portaba el nombre "Qinghua". No debería haber un verdadero problema con ello. Cuando conoció a su rey en su primera transmigración todavía era un simple discípulo y utilizaba el nombre "Hua" de su personaje.

Podía volver a utilizarlo otra vez; pero...

Miró a su futuro esposo entre sus brazos sintiendo una opresión en su pecho.

Avión... Quería ser egoísta.

Quería ser egoísta por al menos una vez y utilizar algo que sólo le pertenecía a él.

No a Shang Qinghua. Sino a él. A Avión.

El pequeño Mobei levantó su rostro, observándolo con expectación. Avión no pudo evitar devolverle una cálida sonrisa.

- ... Tian. Mi nombre es Shang Tian. - la alegría se filtró en su voz.

Por primera vez luego de tanto tiempo fue capaz de usar su verdadero nombre.

Por primera vez... Pudo decírselo a la persona que amaba.




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¿A qué no se esperaban la revelación del nombre real del Hermano Avión?

No saben cuántas veces me encontré frustrada al buscar y no encontrar ni en su perfil de personaje su verdadero nombre, ¡Tampoco se le suele poner uno en los fanfics! Nuestro shizun sí tiene un nombre original, ¿Por qué Avión no tiene uno? ¿Por qué esa discriminación con nuestro hámster? T_T

¡Es por eso que decidí hacer algo al respecto y otorgarle uno ahora que no hay ningún sistema que esté allí para jodernos! XD

Luego de una larga investigación me decidí por el hombre "Tian" que significa "Cielo" y es unisex. Me pareció que era bastante apropiado.

¡¿Y qué opinan de la reunión con Mobei-Jun?! Es gracioso que tanto Shen Yuan como Avión hayan terminado por salvar a sus respectivos esposos. Ni siquiera yo lo planeé así. Simplemente sucedió. Cosa de transmigradores, al parecer XD

Eso sí, a diferencia de nuestro shizun no pueden acusar a Avión de ser corruptor de menores. Shang tiene 11 años y Mobei tiene 4 años. Todavía son niños los dos así que no hay problema jajaja

¿Qué creen que pasará ahora que su encuentro ha ocurrido mucho antes de tiempo? ¿Habrá repercusiones debido a esto? Quiero oír sus teorías locas en los comentarios ;)

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