Déjame ser tu gobernante (Sup...

By Liam_KL

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Cuando Kara se encuentra inesperadamente en el trono de Krypton, pronto se encuentra formando parte de un pla... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 20

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By Liam_KL

"Tú misma lo has dicho, no la necesitas", dijo Alex, tumbada en el sofá del salón de Kara mientras miraba al techo. "Si estás tan por encima de todo, abandona. Sabes que mamá y yo cuidaremos de ti; no necesitas preocuparte por el dinero".
           
Kara suspiró, metiendo sus cuadernos de dibujo en el bolso y volviendo a comprobar que tenía el regalo de Lena. "No es eso.. sé que lo harías... es ... esto es todo lo que tiene, Alex. Siento que ahora será diferente. Ella me llamó dos veces en la última semana. Me llamó. Nunca había hecho eso antes, y siento que tal vez va a tratar de hacer que funcione".
           
"Suenas como si quisieras que funcione", resopló Alex entre risas.
           
Encogiéndose de hombros, Kara dejó su bolsa en el suelo y se sentó en el sofá: "Quiero decir, por supuesto que sí".
           
Alex se incorporó como un rayo y se giró para mirar a Kara con los ojos muy abiertos. "De ninguna manera".
           
"¿Qué?"
           
"Te estás enamorando de ella".
           
Kara se burló, cruzando los brazos sobre el pecho mientras se recostaba contra las almohadas. "No seas ridícula. Yo sólo... esto por es el resto de mi vida. Por supuesto que quiero hacerlo más fácil".
           
"Oh Dios, no, realmente lo estás, ¿no?", gimió Alex, "mierda, Kara. No puedo creer que esté ganando la apuesta".
           
"¡No estoy enamorada de ella!" protestó Kara, sintiendo que sus mejillas se enrojecían ligeramente.
           
"¡Literalmente la estás defendiendo ante mí! Y no quieres romper con esto porque no quieres que se quede sin nada. Estás literalmente dispuesta a renunciar a toda tu vida por esto, cuando mamá y yo te cuidaremos de cualquier manera. Si puedes salir de esto, ¿por qué no lo harías? A menos que te estés enamorando de ella".
           
Suspirando, Kara lanzó una mirada exasperada a su hermana. "No me estoy enamoranda de ella, y no voy a romper las cosas hasta que tenga una razón para hacerlo. No quería estar en esta posición, pero tengo un trono así que... Quiero que mis padres estén orgullosos de mí. Ellos querían este trato, tal vez no así y estarían orgullosos de mí por llegar a la corona. Yo sólo... no quiero renunciar a eso a menos que sea correcto para mí hacerlo. Si Lena hace algo que lo ponga en riesgo, entonces por supuesto que romperé el contrato, pero hasta entonces..."

"Vale, está bien", dijo Alex, dedicándole a Kara una sonrisa cómplice, "piensa lo que quieras, pero yo gano la apuesta. Ya lo verás".
           
Kara abrió la boca para protestar, pero llamaron a la puerta y la abrieron antes de que pudiera decir nada. Lena asomó la cabeza dentro, asintiendo a Alex antes de mirar a Kara. "¿Estás lista para irte?"
           
"Yo también me alegro de verte", respondió Kara secamente, poniéndose en pie y recogiendo su bolso.
           
"Sí, bueno, el avión está listo así que ¿vienes o no?" contestó Lena enérgicamente, cortando la amabilidad.
           
Kara puso los ojos en blanco, se acercó a Alex y dejó caer un beso en su mejilla antes de inclinarse para susurrarle al oído. "Definitivamente creo que te equivocas".
           
Alex dejó escapar una risa tranquila, dando a Kara un suave empujón hacia la puerta. "¿Cuándo me he equivocado? Ahora vete, diviértete en tu escapada romántica y no hagas nada que yo no haría".
           
"Más bien no hagas nada que Lena haría", refunfuñó Kara, ya nerviosa por la semana de aniversario que Lena había planeado para ellas. Normalmente Kara se encargaba de los detalles de sus salidas y viajes, pero esta vez, Lena se había encargado de todo. En parte se debía al próximo cumpleaños de Alura, que tenía a Kara de mal humor, pero también era como una disculpa, y le había asegurado a Kara que no tenía que preocuparse por nada.
           
Despidiéndose de Alex por encima del hombro, Kara salió de sus habitaciones y se encontró con Lena en el pasillo. Sonriendo a Héctor, dejó que Lena la cogiera de la mano y empezara a arrastrarla por el pasillo, intentando distinguir las maldiciones que murmuraba en voz baja. Kara dejó escapar un suspiro exasperado: "Creía que te ibas a portar bien esta semana".
           
Lena se frenó un poco y guardó silencio durante unos instantes, antes de mirar a Kara. "Lo siento", contestó secamente, "mi madre ha estado especialmente prepotente esta mañana".
           
"Oh", murmuró Kara, "¿cómo va todo en Thorul?".
           
"Tan bien como siempre, supongo", gruñó Lena, y guardó silencio mientras atravesaba el palacio. Kara sonrió cortésmente al personal que hacía reverencias y se inclinaba, y pronto se dirigieron hacia el patio este y al coche que las esperaba. Lena se desplomó contra la puerta en cuanto se pusieron el cinturón, y Kara se quedó en silencio, mirando por la ventanilla mientras salían del palacio e iniciaban el viaje hacia la pista de aterrizaje privada en la que se estaba preparando su avión, como había pedido Lena. Seguía sin saber a dónde iban, y sabía que era mejor no preguntar a Lena, que se había negado obstinadamente a decírselo siempre que Kara se lo había pedido. Tal vez fuera el hecho de saber que Kara estaba casi al límite de sus fuerzas, pero Lena se estaba tomando todo esto muy en serio.
           
Lena no habló hasta que estuvieron a salvo en el avión, junto con sus guardaespaldas y su equipaje. Estaba sentada frente a Kara, y ligeramente a su izquierda, y tenía un libro abierto en su regazo otro sobre la monarquía rusa y se aclaró la garganta en voz alta para que se le oyera por encima del sonido del avión preparándose para despegar. "He estado pensando últimamente, y sé que nunca coincidimos, así que he pensado que quizás podríamos conocernos un poco mejor en este viaje. No las cosas triviales ya las conozco pero bueno, yo no soy una completa y absoluta imbécil. Sé que es difícil para las dos, y sé que no he sido muy considerada con tus sentimientos, pero... este es nuestro futuro, y me gustaría intentarlo para no ser la peor de todo el maldito mundo. Esto es para ti".

Kara aceptó el sobre que le tendía Lena con una mirada curiosa. Levantó la vista, observando la mirada nerviosa de Lena, y luego volvió a centrar su atención en el sobre. Sacando dos billetes, Kara se inclinó sobre ellos mientras sus ojos escaneaban la letra impresa en ellos. Un viaje en avión. Lena la había vencido en esgrima, lo que significaba que no tenía que tomar clases, pero les había reservado a ambas un vuelo turístico para dentro de tres días.
           
"¡Oh! Pero tú ganaste la apuesta", dijo Kara, con una pequeña línea formándose en el entrecejo mientras miraba a Lena confundida.
           
"Lo sé, pero tenías razón y no era una apuesta justa. Así que lo justo es lo justo y tú te llevas tu premio y yo el mío", dijo Lena, encogiéndose de hombros.
           
Kara dudó un poco, antes de asentir. "Gracias".
           
Lena asintió a su vez, antes de coger su libro y hundir la nariz en él. Kara sacó su propio libro y se perdió en las palabras, hasta que se aburrió y decidió dibujar. Al principio dibujó a Lena, prestando atención a la forma en que su pelo se derramaba alrededor de sus hombros y a cómo sus delgados dedos agarraban su libro, y luego los bocetos se convirtieron en dibujos sin rumbo de manos y ojos y sonrisas sarcásticas. Una y otra vez dibujó vagos parecidos de Lena, y sabía lo que estaba haciendo, pero se sintió obligada a dibujar todos sus rasgos, saboreando la suave curva de su nariz o la prominente clavícula que podía ver, uniéndose al elegante cuello con la diminuta peca en la que Kara no podía evitar fijarse.
           
Estaba tan absorta en su dibujo que no se dio cuenta de que estaban a punto de descender hasta que Lena se movió y se acercó a su lado del avión, apoyándose en la ventanilla mientras disfrutaba de la vista. Cerrando su cuaderno de dibujo antes de que lo viera, Kara lo metió en su bolsa, junto con el lápiz, y dirigió sus ojos a Lena. Ella sonreía ligeramente y sus ojos brillaban de felicidad ante lo que estaba contemplando, y Kara desvió su atención para poder verlo por sí misma.
           
Estaban descendiendo entre las nubes, y bajo ellas se extendía el mar gris, antes de dar paso a escarpados acantilados y a una extensión de verde infinito. Kara no tenía ni idea de dónde se encontraban, pero no podía negar que era hermoso, y sólo la alegría en el rostro de Lena era suficiente para hacerle pensar que tal vez no sería una semana tan mala después de todo. Mientras miraba a Lena, Kara se sobresaltó un poco y parpadeó sorprendida. "Estamos en Irlanda, ¿verdad?".
           
Lena se apartó de la ventana y le dedicó a Kara una sonrisa vacilante, "es el único lugar que siempre me ha parecido un hogar. Si quieres saber más sobre quién soy, tienes que hacerlo aquí".
           
"¿Aquí es donde siempre estás volando?" Preguntó Kara lentamente, pensando en todas las veces que Lena dijo que estaría fuera del país y no pudo llegar a un acto o evento.
           
"Sí".

"Oh", murmuró Kara, "bueno, es hermoso".
           
Lena dejó escapar una pequeña carcajada, "sólo espera".
           
Pasaron otros veinte minutos antes de que descendieran a una pequeña pista de aterrizaje, y un coche que las esperaba las transportó. Kara tenía una mano pegada a la ventanilla mientras miraba el paisaje que pasaban, y pronto llegaron a una finca que ella sabía que sólo podía ser de Lena. La casa era diminuta, sólo dos pisos con media docena de ventanas en la parte delantera, aunque la suntuosidad del lugar rezumaba desde los mismos ladrillos. Era la pequeña escapada de Lena, un lugar privado para estar sola.
           
Kara tenía razón en su juicio, porque en cuanto entraron, se encontró con caros muebles de madera oscura y cuadros enmarcados, alfombras persas y espejos dorados. Era un mobiliario como el de la finca de Lena en Mercer City, sólo a un nivel micro, pero seguía teniendo la calidez y el confort que Lena ansiaba en sus refugios secretos. Siguiendo a Lena en el piso superior, Kara fue conducida a un amplio dormitorio, con una zona de estar en el interior, y Lena murmuró algo sobre dejarla instalarse, antes de desaparecer.
           
En seguida le subieron las maletas, y Kara se alegró de que Lena le hubiera dicho a Lyra qué tipo de ropa debía meter en la maleta, y se dio una ducha rápida en el cuarto de baño, antes de ponerse un jersey grueso y unos pantalones informales. Estaba sentada junto al fuego, leyendo su libro, cuando llamaron a la puerta. "Adelante".
           
Lena abrió la puerta con el hombro y levantó la bandeja de plata que sostenía, "té".
           
Kara sonrió y se puso a leer la página en la que estaba, dejando el libro y observando cómo Lena dejaba la bandeja en la mesa baja de café. "No quiero sonar demasiado pomposa, pero ¿no tienen personal para este tipo de cosas?"
           
"Aquí no", dijo Lena, dedicándole una leve sonrisa, "aquí no soy nadie. Sólo soy... yo. No hay criadas, ni cocineros, ni mayordomos ni lacayos. Normalmente sólo somos Héctor y yo, y un ama de llaves y un jardinero".
           
"Oh, ¿entonces sabes cocinar?" preguntó Kara, parpadeando sorprendida. De las dos, Lena parecía ser la que más aprovechaba su posición, aunque fuera para hacer cosas completamente impropias de su cargo. "Y... ¿hacer la cama?".
           
"No te hagas la sorprendida", murmuró Lena, "no soy la perfecta princesa perezosa que a mi madre le gustaría que fuera".
           
"No del todo", rió Kara en voz baja, dedicándole a Lena una pequeña sonrisa mientras la veía servirles el té a las dos. "De todos modos, no creí que te importara lo que ella piensa".
           
Lena se encogió ligeramente de hombros, cogiendo una de las tazas y entregándosela a Kara, quien titubeó un poco cuando sus dedos se rozaron, casi derramando el té humeante sobre sí misma. Tratando de mantener la compostura, murmuró su agradecimiento y sostuvo el té en su regazo, tratando de combatir su nerviosismo. No podía dejar de escuchar la voz de Alex en el fondo de su mente, aunque sabía que estaba equivocada. La idea de enamorarse de Lena era suficiente para poner a Kara al límite. "¿Estás bien?" preguntó Lena, arqueando una ceja hacia ella.
           
Riendo nerviosamente, Kara se obligó a no sonrojarse y bebió un sorbo del té hirviendo, olvidando que estaba hirviendo. "Estoy bien", jadeó, luchando contra la tos, "¿decías?".
           
Lena se detuvo un momento, antes de sacudir la cabeza: "Decía que no me importa lo que piense mi querida madre. Esa bruja se queja de todo lo que hago, así que ya no tiene sentido ni siquiera intentarlo. No estoy segura de si es el engaño de mi padre lo que ha hecho que me odie tanto, o si es simplemente el hecho de que nunca estaré a la altura del gran rey Alejandro". Dejó escapar una risa amarga y tomó un sorbo de su té, y Kara trató de mantener una expresión de lástima en su rostro.
           
"Lo que dije el otro día iba en serio", le dijo Kara con suavidad, "y creo que tal vez ya saben todas esas cosas, y puede que por eso te presiona tanto para que seas... más. Aunque sigo pensando que no es justo".

"Sí, bueno, ¿cuándo algo ha sido justo? Y yo no diría que ya sabía todas esas cosas cuando nuestros malditos padres hicieron este trato. Diría que era más bien algo egoísta que íbamos a tener que aguantar y manejar cuando llegara el momento".
           
Kara hizo una mueca y se llevó la taza a los labios, dando un pequeño sorbo mientras contemplaba las palabras de Lena. "Sin embargo, no es tan malo como el principio, ¿verdad?".
           
Lena dudó un poco, con la taza a medio camino de su platillo, e inclinó la cabeza hacia un lado. "Eso depende".
           
"¿De qué?"
           
"Mi estado de ánimo", dijo Lena, con los labios curvados en las comisuras.

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Pasaron el resto de la tarde en la finca, y Lena le dio a Kara un rápido recorrido por la casa, antes de ponerse unas botas de agua y pasear por los vastos jardines. Las hermosas flores y plantas llevaron a Kara a creer que Lena era en cierto modo responsable de la belleza del lugar, con su amor por la jardinería, y mientras tiritaban con sus abrigos, haciendo el camino de vuelta desde los establos, Kara no pudo evitar pensar en lo abierta que parecía ser Lena aquí. No se trataba de nada en particular que dijera o hiciera, sino que tenía que ver con el hecho de que no había nadie alrededor, y todo en el lugar estaba orientado a los pasatiempos e intereses de Lena, más que al elegante estilo de vida que llevaba en Thorul. Seguía siendo una imagen perfecta y lujosa, pero era más bien como si Kara estuviera espiando dentro de la cabeza de Lena, o pasando a hurtadillas sus defensas de alguna manera. Pero no tenía que colarse; Lena la había dejado entrar, y eso en sí mismo era una gran victoria para su relación.
           
El día siguiente lo pasaron de la misma manera, con una excursión a los hermosos acantilados hacia los que habían volado al llegar, y habían caminado a lo largo de ellos, con Kara sacando fotos y deteniéndose de vez en cuando para dibujar. Aquella mañana habían preparado un picnic y se sentaron en un trozo de hierba al borde de uno de los acantilados, dejando que el vigoroso aire marino les entumeciera la cara mientras comían sus bocadillos y contemplaban las vistas. Kara comprendió por qué Lena venía aquí tan a menudo; sintió que se le quitaba un peso de encima ante la libertad que le ofrecían, ya que sólo Maggie y Héctor permanecían alejados mientras comían su propio almuerzo y montaban guardia con menos vigilancia que de costumbre. No había ni una sola persona en kilómetros a la redonda, y el único sonido de la vida era el graznido de las gaviotas mientras giraban alrededor de las agitadas y grises olas, y se deslizaban con el viento.

Esa tarde, las dos estaban en la cocina, con delantales a juego y picando verduras para una sopa. Kara estudiaba detenidamente el libro de cocina, mientras Lena picaba al azar con un frenesí que hacía que Kara se preocupara por los dedos de la otra chica. Ninguna de las dos hablaba mucho, pero hacer algo tan insignificante como cocinar juntas, y observar la forma segura en que Lena echaba los ingredientes a la olla, hizo que Kara se sintiera algo más cerca de ella. Solo unas pocas horas sin que se pelearan entre sí, o sin tener que fingir besos y sonrisas, fue suficiente para que se convirtieran en una compañía fácil, y a Kara le resultó casi chocante que realmente disfrutara de la compañía de Lena. Cuando no se mostraba arrogante o chulesca, en realidad era bastante divertida e inteligente, cosa que Kara ya había deducido, pero aún más sin la fachada de sarcasmo que Lena siempre tenía preparada para rechazar a cualquiera que intentara acercarse. Había sido honesta cuando dijo que quería que se conocieran mejor durante la semana, y Kara sabía que Lena nunca mentía, y aquí estaba la prueba que necesitaba para ver que Lena realmente se esforzaba por ser civilizada y amable.
           
El resto de la semana pasó rápidamente, y Kara se encontró disfrutando de su tiempo en la campiña irlandesa más de lo que había pensado. Había sido una fachada para su primer aniversario, y algo para alejar su mente de su madre, pero realmente disfrutó sin importar si era una relación falsa o no. Leían libros en silencio, o daban paseos juntas en silencio, hacían carreras de caballos por el campo para ver quién era mejor jinete. Lena le enseñó algo más de tiro con arco, y Kara le enseñó tímidamente algunos dibujos los del campo, no los de Lena y bebieron whisky y se acurrucaron bajo las mantas cerca del fuego por las noches. Incluso el vuelo turístico no había sido demasiado molesto, aunque Lena se quejó durante un tiempo de la baja altitud a la que volaban, pero pronto se relajó bajo el experto control del piloto, a pesar de estar todavía un poco pálida.

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Finalmente llegaron a su último día en Irlanda técnicamente la fecha de su falso aniversario y Kara casi temía volver a la pila de papeleo, y a las reuniones con la Primer Ministra Grant, y a las sesiones con el Parlamento a las que no estaba obligada a asistir, pero lo hacía de todos modos para que nadie pudiera decir que estaba holgazaneando. No quería irse mañana.
           
Se vistió cómodamente con otro jersey, agradeciendo que el frío le permitiera vestirse de manera informal, y recogió el pequeño montón de regalos para Lena, antes de dirigirse a la planta baja. Sabía que Lena ya estaría despierta y que probablemente ya tendría la tetera hirviendo y la nariz metida en un libro. Cuando Kara bajó el último peldaño y entró en el salón principal, comprobó que tenía razón y sonrió ligeramente.

"Feliz aniversario", proclamó Kara al entrar. Lena levantó la vista de su libro y levantó las cejas con escepticismo.
           
"Es un aniversario falso, no hace falta que parezcas tan emocionada", respondió Lena.
           
Kara suspiró y se acercó a la mesa de café, depositando su pila de regalos en ella. "Bueno, cualquier ocasión es emocionante. Además, me gusta hacer regalos", Kara se encogió de hombros, sus ojos se arrugaron en las esquinas mientras sonreía, "abre tu tarjeta primero".
           
Lena puso los ojos en blanco y dejó su libro en el suelo antes de tomar el sobre rojo. La escritura rizada de Kara deletreaba el nombre de Lena en la parte delantera, y ella abrió rápidamente el sobre y dejó escapar una carcajada ante los llamativos corazones y rosas de la parte delantera. En el interior leyó la rápida inscripción que Kara había escrito, con falsas palabras floridas, por si acaso alguien se las ingeniaba para echar un vistazo a la tarjeta en casa de Lena. Pero conociendo a Lena, la tarjeta se tiraría a la basura al instante. Lena dejó la tarjeta sobre la mesa de centro y enarcó una ceja mientras miraba a Kara, "gracias, supongo".
           
"La mandé a hacer especialmente a través de una conocida diseñadora de arte, así que espero que corra la voz sobre la tarjeta ridículamente romántica que le mandé hacer", dijo Kara, pareciendo orgullosa de sí misma.
           
"Inteligente", respondió Lena, antes de mirar el montón de regalos que la esperaban. Ante la brillante sonrisa de Kara, cogió una de las bolsas y apartó el papel de seda para sacar algo de lencería, lo que hizo que Kara se sonrojara y se encogiera de hombros disculpándose. Lena se rió y volvió a meterla en la bolsa, sorprendida de que Kara tuviera el valor de comprársela, y dirigió su atención a una pila de libros precariamente apilados, y hojeó rápidamente los títulos, sonriendo al ver las palabras en ruso que sabía que le gustarían. Había algunos regalos más y, por último, los ojos de Lena se posaron en una pequeña caja de terciopelo. La abrió para ver un diamante negro en forma de lágrima, rodeado de pequeños diamantes tallados y engastado en una banda de oro blanco, y Lena miró bruscamente a Kara. "¿Me estás proponiendo matrimonio?".
           
"¿Qué? No!" exclamó Kara, con los ojos abiertos por el pánico, "¡claro que no! Dios, acabamos de empezar a llevarnos bien. No, es sólo un anillo. Pensé que un diamante negro estaría bien, porque sé que es tu color favorito, así que lo mandé hacer especialmente para ti. Espero que se filtre como un anillo de compromiso, pero podemos cerrar eso rápidamente. De todos modos, así que, um, sí, es sólo un anillo".
           
"Es precioso", dijo Lena, sacándolo de la caja y deslizándolo en su mano derecha. Lo sostuvo y admiró el anillo, y tuvo que admitir que realmente le gustaba, y sabía que habría costado una fortuna. "Gracias".
           
Kara sonrió ligeramente y le hizo un gesto con la cabeza, "de nada".
           
Lena se apresuró a terminar su té y se puso en pie, tendiendo una mano a Kara. "La tuyo está arriba", dijo, tirando de Kara para que se levantara, "¿desayuno o regalos primero?".

Ante el pequeño rugido del estómago de Kara, Lena puso los ojos en blanco y la remolcó hacia la cocina. Era una ocasión especial según Kara, así que Lena cedió y dejó que hicieran tortitas para desayunar, y se abrieron paso entre los montones de ellas mientras planeaban su día. Kara quería ir a los acantilados una vez más antes de que se fueran, y Lena estuvo de acuerdo en que con un picnic le parecería un gesto romántico apropiado, y le dijo a Kara que ya tenía planes para esta noche, pero que no los compartiría con ella, para frustración de Kara.
           
Después del desayuno, Lena llevó a Kara a su habitación y le indicó que entrara, donde Kara observó el caballete y el equipo de pintura. También había unos cuantos cuadernos de dibujo nuevos hechos con papel de alta calidad, una pluma estilográfica muy cara, que según Lena era para sus deberes de reina, un reloj de oro y cuero bellamente elaborado a mano y unos cuantos libros sobre diversos temas que Kara había mencionado de pasada. Parecía que incluso cuando Lena estaba enfadada con ella, había asimilado todo lo que Kara había dicho y lo había guardado para usarlo más tarde, y Kara sintió una opresión en el pecho al pensarlo, pero no estaba segura de por qué.
           
"Gracias", le dijo Kara en voz baja, "son perfectos".
           
Lena asintió, viendo cómo Kara sacaba el reloj de la caja e intentaba ponérselo. Sintiendo que su frustración crecía al ver a Kara tantear con él durante unos instantes, Lena estiró la mano y se lo quitó, y luego buscó la mano de Kara y le puso el reloj con cuidado. "De nada", respondió Lena, antes de dudar ligeramente, "espero que no pienses que he sido descuidada con el caballete y las pinturas y los pinceles. Sé que dijiste que no te gustaba pintar desde que tus padres... Sólo pensé que, si alguna vez querías hacerlo, tendrías todo allí".
           
"No, me encanta. De verdad", le aseguró Kara, dedicándole una sonrisa tambaleante. Nunca había previsto volver a pintar, ni siquiera después del descuidado lienzo rojo que colgaba en la pared del salón de Lena, pero ésta había intentado poner algo de empeño en los regalos, y Kara lo agradecía de todos modos.
           
"Deberíamos ir a los acantilados" dijo Lena al cabo de unos instantes, "voy a reunir algo de comida para un picnic. Tú coge un abrigo; hace un poco de frío fuera".
           
"De acuerdo", murmuró Kara, siguiendo a Lena fuera de su habitación y girando a la derecha para dirigirse a la suya.

---

           
Pasaron el resto del día en los acantilados, una al lado de la otra bajo las mantas que Lena había traído, mientras compartían el té de una petaca y observaban cómo las olas chocaban contra las rocas de abajo. No hablaban mucho, y ambas se sentían tranquilas con el sonido del mar y el aullido del viento. Lena leía y Kara dibujaba, e intercambiaron unas pocas docenas de palabras durante todo el tiempo que estuvieron allí, hasta que finalmente el sol comenzó a ponerse y se hizo demasiado frío, incluso con las mantas.
           
De vuelta a la casa de Lena, ambas se dieron una ducha caliente y se pusieron ropa más cómoda, ante la insistencia de Lena. Donde quiera que fueran, Kara supuso que no era elegante, y se mostró un poco escéptica ante los planes que Lena les había preparado.
           
Cuando ambas estuvieron listas, se reunieron abajo, y Lena las condujo hasta el garaje situado al oeste de la finca, subiéndose al asiento del conductor. Maggie y Héctor dieron la vuelta al coche en el que habían venido, con la intención de seguir a la realeza, y Kara se sentó en el asiento del copiloto, sintiendo que su emoción aumentaba. Era un descapotable verde botella brillante, un viejo clásico, supuso, y Lena lo puso en marcha y condujo por el largo camino de entrada y salió por las puertas abiertas.

El viento les azotaba el cabello, pero ambas disfrutaban de la sensación de que el aire frío y punzante que les volvía las mejillas rosadas mientras atravesaban el campo, y Kara ni siquiera comentó el hecho de que Lena parecía conducir un poco más rápido de lo legal. Se limitó a ver cómo los faros iluminaban el verde que parecía haber por todas partes y a escuchar la radio, ligeramente estática, mientras ponía una música antigua de la que conocía vagamente la letra. Cantó de todos modos, inventándolas cuando no lo hacía, y vio que Lena le lanzaba miradas divertidas y ligeramente recelosas por el rabillo del ojo, como si pensara que Kara estaba medio loca.
           
Poco menos de una hora después, Kara se dio cuenta de que estaban en el pueblo más cercano, el que habían visitado brevemente de camino a la pista de aterrizaje el otro día, y cuando Lena redujo la velocidad, se dio cuenta de que ése era su destino. Aparcó el coche a un lado de la carretera, Lena lo apagó y se bajó. Kara deslizó su mano en la de Lena una vez que hubo rodeado el coche, y se encontraron con Maggie y Héctor, que miraron a su alrededor en busca de problemas. Metiendo las llaves en el bolsillo y pasándose una mano por el pelo alborotado, Lena dirigió la cabeza hacia un acogedor pub y Kara parpadeó sorprendida.
           
"¿Un pub?"
           
"Créeme, nunca has estado dentro de un pub de verdad", dijo Lena, dedicándole una sonrisa torcida, "y es algo que todo el mundo tiene que experimentar".
           
Kara no discutió y dejó que Lena la arrastrara al interior del cálido edificio. Era ruidoso, con un partido de rugby en un par de televisores y un grupo de hombres alborotados jugando a los dardos en la esquina más alejada. Los ojos de Kara se abrieron de par en par ante los sonidos ininteligibles de decenas de personas que hablaban con sus gruesos acentos, y dejó que Lena las guiara hasta una pequeña mesa en la esquina del fondo. Estaba medio oculta en las sombras y alejada de la zona principal, pero atrajeron algunas miradas de los hombres, que se daban codazos y les hacían señas con la cabeza.
           
Una camarera se apresuró a acercarse e inclinó ligeramente la cabeza, y Lena entabló una conversación fácil con ella. Kara la miró sorprendida cuando el ligero acento de Lena se hizo más fuerte mientras conversaba con la anciana irlandesa. Por lo que Kara dedujo, Lena frecuentaba el pub siempre que venía aquí, y conocía a la camarera y a uno o dos lugareños lo suficientemente bien como para dedicarles una rara sonrisa.
           
Cuando la camarera se marchó, Lena se volvió para mirar a Kara y frunció el ceño al ver las cejas levantadas. "¿Qué?"
           
"Tu acento".
           
"Oh, vete a la mierda", refunfuñó Lena, y Kara soltó una rápida carcajada.
           
"Me gusta", tranquilizó a Lena, cuyo rostro malhumorado se suavizó en una pequeña sonrisa al mirar a Kara.
           
Unos minutos más tarde, Kara se levantó para pedir bebidas para ellas y volvió con una pinta de cerveza negra para ella y un whisky con hielo para Lena. Depositó dos vasos de coca-cola en la mesa de Maggie y Héctor y les dedicó a ambos una rápida sonrisa, antes de volver a reunirse con su cita de la noche. Lena echó un vistazo a la bebida de Kara y gimió. "¿Es eso Guinness?".
           
"Mhm", le sonrió Kara, "cuando se está en Irlanda, ya sabe". Lena la observó con una mirada divertida, y Kara la miró confusa mientras levantaba la pinta y daba un gran trago.
           
"Maldita hija de puta", se rió Lena, sacudiendo la cabeza mientras veía a Kara toser y balbucear, forzando la Guinness a pesar de que el asco en su cara le hacía saber a Lena que la odiaba. "Tal vez deberías limitarte a las bebidas más débiles, cariño".
           
Kara se aclaró ligeramente la garganta mientras volvía a coger el vaso. "No sé a qué te refieres. Es agradable".
           
Lena gimió al ver cómo Kara tragaba a la fuerza otro trago, "¿por qué eres tan terca todo el tiempo?".
           
"Bueno, no puedo dejar que ganes siempre, ¿verdad?" dijo Kara, sonriendo, antes de que una mirada de asco apareciera en su rostro al sentir el sabor de la cerveza. "Oh Dios, esto es realmente horrible. ¿Podemos cambiar?".
           
"Piérdete", rió Lena, apartando su whisky del camino de la mano de Kara. "Tal vez pídete un poco de limonada o tal vez jugo de naranja. Algo más adecuado para los pequeños".
           
Kara le dirigió una mirada exasperada: "Sabes que soy mayor que tú, ¿verdad?".

"Apenas", suspiró Lena, sonriendo alrededor del borde de su vaso mientras daba un sorbo. Ante la mirada de súplica de Kara, le dirigió una mirada de desprecio y le tendió el whisky, del que Kara bebió un trago agradecida, lavando la Guinness con algo que, ciertamente, no era mucho mejor, pero tampoco tan malo.
           
"Como recompensa, puedes recibir un beso", proclamó Kara en voz baja, inclinándose para susurrar al oído de Lena, "porque estoy segura de que todos tus amigos están muy interesados en el hecho de que hayas traído a tu novia después de tanto tiempo. ¿Cuáles crees que son las probabilidades de que haya fotos furtivas?".
           
"Oh, puedes garantizarlo", se rió Lena en voz baja, "estarán esperando sacar mucho dinero de estas".
           
Riendo, Kara apartó el pelo de Lena de su cara, "¿y cómo de caritativa eres tú?"
           
"Personalmente me gustaría decir que mucho", se encogió Lena, y entonces Kara se inclinó y le dio un suave beso en los labios. En el tranquilo y oscuro rincón del pub, dieron todo un espectáculo, fingiendo que no podían ver los flashes de las cámaras tras sus ojos cerrados.
           
Cuando se retiraron, Lena le dedicó a Kara una sonrisa de satisfacción: "He probado cosas mejores. Sabes a Guinness". Poniendo los ojos en blanco, Kara le hizo una mueca y le robó el whisky, vaciando el resto y plantando un beso en la mejilla de Lena cuando ésta intentó protestar.
           
"Lo que es tuyo es mío, cariño", le susurró Kara al oído mientras sonreía.




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