Cambiantes Libro III Trascend...

By CCmyc02

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Se dice que nadie puede romper el hilo rojo. No importa quién una. No importa lo que una. salvo un dios. Des... More

Saludos
Dar la espalda a tu pareja
Cuando un alfa se rinde
A cualquier parte
Alejarse de Narg
No hablas. No hables.
Porque yo quiero...
Amanas
Eliminando el amanas
Tú, ¿lo conocerías?
Sé que era raro
Porque, pase lo que pase, yo te protegeré
El secreto de Nalbrek
Ella te amaba
Asilo
Llegada a Gammal
Tradiciones y una reunión
No el humano
Serpientes
Alejarse
Las reglas de la concordia
Heridas
Embarazadas
LLamada
Fargla
Pasa la eternidad conmigo
Un voluntario
Si puedo elegir
Pase lo que pase, no me sueltes
Un trato
La justicia de un zorro
Su pareja
Comienzo
No es un capítulo (Fuera de servicio)
En un pueblo tranquilo
Érase una vez un dios zorro

No puedes poder

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By CCmyc02

—Un águila —repitió.

—Sí —confirmó Nalbrek

—Tu padre es un águila.

—Sí.

—Y tu madre un lobo.

—Sí

—¿Pero es que no lo entiendes? Eso es imposible. Eso es ser una quimera y las quimeras no existen, mueren al poco de nacer por las deformidades, eso en caso de que lleguen a nacer. No puedes ser una quimera, mucho menos tener dos formas animales y poder cambiar de una a otra.

—Pues yo sí puedo —le explicó Nalbrek.

—No. No puedes. No puedes poder. ¿Te das cuenta de la frase tan absurda que acabo de decir? —le preguntó pasándose las manos por la cara.

Desde niño le enseñaron que los cruces estaban prohibidos, que de ellos solo nacían seres deformes condenados antes de nacer en donde siempre moría el hijo, en la mayoría de los casos la madre también. ¿Y ahora tenía que creer que una quimera no solo había logrado llegar a la edad adulta, sino que tenía dos formas animales entre las que elegir? ¿Y qué más? ¿Ríos que corrían del revés? ¿Árboles que daban frutos todo el año? ¿Un dios de la tierra que los protegía de los enemigos? Aquello era una locura.

—Esto es demasiado —se lamentó—. Muy bien, explícamelo para que tenga sentido.

—No hay nada que explicar. Solo puedo cambiar a lobo —le explicó haciéndolo— y a águila —prosiguió cambiando también.

—Aunque es imposible —puntualizó él.

—Para mí no lo es.

—Así que mi pareja no solo es un fiel que puede ver la unión de las personas, sino que es una quimera como en los cuentos. Necesito eola para asimilar esto —se lamentó—. ¿Cómo pudo pasar algo así?

—Creo que la mejor manera de explicártelo es contándote lo que ocurrió —intervino Gail—. O al menos lo que yo sé. ¿Sabes que los lobos vinieron hace años a nuestro pueblo? —Él asintió.

—Fue la causa de que ahora está prohibido que los lobos vivan aquí.

—Pues la culpa de esa prohibición es de los tres. Gerna, yo y, en menor medida, Nalbrek. Cuando yo tenía once años, el consejo de mi ciudad recibió una petición de asilo de la ciudad de los lobos, era muy imprecisa, pero dado que no teníamos motivos para rechazarla, aceptamos y poco después llegó una comitiva con un "invitado" al que no se nos permitió acercarnos.

—Gerna —adivinó.

—En ese momento no lo sabíamos, pero, al parecer, al acercarse el primer celo de Gerna, algunos alfas decidieron no respetar las normas y arriesgarse a obligarla a mantener relaciones con la esperanza de que el celo comenzase y quedase embarazada. No sé lo que pasó, solo sé que un grupo fue elegido con sumo cuidado y Gerna traída aquí, un lugar sin lobos, siendo encerrada en una cueva donde era vigilada día y noche.

—¿La encerraron? —Gail asintió de nuevo.

—Pero nosotros no sabíamos nada, sobre todo los niños. Solo sabíamos que los lobos habían traído a alguien y en seguida comenzaron las teorías. Que si era un monstruo sediento de sangre que acabó con su familia, que si era una chica muy hermosa, alguien terriblemente deformado, un humano raptado por los lobos... y los guardias se divertían contándonos historias cada vez más extrañas para burlarse de nosotros, hasta que mis amigos y yo decidimos resolver el misterio.

—¿Y qué hicisteis? —lo azuzó.

—Bueno, aunque en teoría aquella cueva solo tenía una entrada, en realidad había un agujero en una pared que caía al vacío. Imposible acercarse a él, salvo que pudieses volar. Y nosotros podíamos. Así que empezamos a ir, descubriendo que dentro de la cueva había una niña como nosotros. Para ser sincero, descubrirlo fue una decepción y mis amigos perdieron el interés en seguida, pero yo no. A pesar de tener nuestra edad aquella niña hablaba como si estuviese cansada de todo, tan solo había oído esa manera de hablar en gente muy mayor y, cuando le preguntaba a mi madre, esta siempre me decía "le han pasado demasiadas cosas". Yo no podía entender como a alguien de mi edad podían haberle pasado "demasiadas cosas", así que seguí visitándola. Comenzamos a hablar y me contó cosas sobre ella, sobre cómo pasó toda su vida encerrada en una casa dentro de una montaña con su hermano, que ya no la dejaban verlo, que debía tener hijos para la manada a pesar de no querer. Y mientras ella me contaba cosas de su vida, yo le contaba cosas del exterior, del bosque, de cómo era poder salir, volar, incluso le llevaba las presas que cazaba para que las viese. Nunca las comía, solo me las pedía, yo se las pasaba por el agujero y ella las estudiaba antes de devolvérmelas. Varias veces le dije que comiese, pero ella siempre me decía que no podía.

—¿No podía?

—Al principio pensé que era porque controlaban lo que comía, pero ahora que sé lo de los activadores, imagino que estaba retrasando su celo comiendo menos, la única manera que tenía de hacerlo. Luego descubrí... —se detuvo—. Pero me estoy adelantando. Pasé varios días así, yendo a verla, de día, de noche. Estar con ella era diferente y parecía tan feliz de verme, de escuchar mis historias, que no podía dejar de ir y cada vez que iba agrandábamos el agujero un poco para poder mostrarle cosas más grandes hasta que, una de las veces, Gerna pudo asomarse. La primera vez que vi su cara. Recuerdo que ella sonrió un poco y dijo "está muy alto" antes de preguntarme si la llevaría a volar alguna vez así que le dije que sí a pesar de saber ambos que era imposible. Después de eso empecé a sentirme extraño, como si tuviese fiebre, pero no quería decírselo a nadie ya que deseaba seguir viéndola y sabía que, si mi madre lo descubría, no me dejaría salir. Empecé a pasar cada vez más tiempo con ella mientras me sentía más y más extraño hasta que ambos tuvimos nuestro primer celo a la vez. No recuerdo demasiado de aquello, solo que dos días después desperté en la cama con mi madre aliviada de que me hubiese bajado la fiebre. Según me dijo, me encontró al lado de la cama dos días antes y, desde entonces estuve delirando. Pero en esos momentos todo me daba igual porque estaba aterrorizado. Recordaba vagamente lo que había hecho y estaba seguro de que, en cualquier momento, los adultos entrarían por la puerta acusándome de haberme relacionado con alguien de otra especie y matándome. Estaba tan aterrado que ni siquiera fui capaz de ir a verla. Para cuando reuní el valor para hacerlo, el consejo prohibió salir del pueblo y, antes de poder burlar la vigilancia, Gerna fue llevada de regresó. Intenté averiguar algo de ella, pero yo solo era un niño y al final pensé que era mejor que no se supiese lo que ocurrió por el bien de ambos. Estaba empezando a volver a la normalidad, cuando los lobos vinieron acusándonos de haber permitido que alguien la dejase embarazada. Al principio entré en pánico ya que solo podía ser mío, pero luego recordé que ella es vivípara y yo ovíparo, por lo que era casi imposible.

—Pero no lo fue.

—No, no lo fue, pero en esos momentos yo no lo sabía. Solo sabía que me habían enseñado que eso era imposible, así que lo creí. Además, solo fue una vez en el primer celo y ellos decían que el padre era un lobo. Y mientras yo descartaba ser el padre, el consejo de mi pueblo se ofendió por la acusación de haber entregado a Gerna a otros lobos recordándoles a los enviados de la ciudad que nosotros no teníamos ningún interés en sus maquinaciones, las acusaciones escalaron y los echamos con la prohibición de volver. No volví a saber nada de ella hasta que un día, cuando cazaba, un lobo se acercó a mí con un pequeño niño: mi hijo. En ese momento odié a Gerna.

—¿La odiaste?

—Durante mucho tiempo. Siempre he tenido problemas con mi celo, incluso llegaron a decirme que no podría tener pareja ya que estaba destruido. Costó mucho esfuerzo y años restaurarlo y eso fue por su culpa. Andros me explicó que ella usó los activadores que le daban en mí, mezclándolos con su sangre y dándomelos ocultos en la comida para que copulase con ella. Gerna se lo contó y le dijo que se sentía muy culpable por hacerlo, pero eso no me importó cuando lo supe. Tantos años de sufrimiento y todo por ella, ya que, al darme activadores para lobos, estuvo a punto de destruir mi celo. Por suerte, al enterarme del motivo, pude empezar a reconstruirlo. Además, ella no solo me usó, me condenó a muerte sin que yo lo supiese al usarme para tener un hijo. Durante mucho tiempo solo pude odiarla. Pero, poco a poco, me di cuenta de que solo era una niña desesperada que intentaba escapar de un destino horrible y ya no pude odiarla más—añadió cambiando el tono a uno más suave—. Además, me dio a Nalbrek y aunque cuando supe lo que pasó estaba molesto, por suerte mi instinto de protección venció a mi enfado y lo acepté. Tuve que explicarle muchas cosas sobre bebes águila a Andros.

—¿Muchas cosas?

—Nuestros bebes tardan mucho más que los demás en ser capaces de sostener sus cabezas ya que el cuello es más largo y los músculos están atrofiados, también sus piernas se cansan antes. En cambio, nuestros brazos son más fuertes y podemos tener las piernas encogidas mucho más que cualquiera. También tenemos un apetito insaciable que obliga a nuestros padres a alimentarnos sin descanso, por más que solo comamos pequeñas cantidades cada vez, y estamos casi ciegos durante los primeros años de nuestra vida pero, después, nuestra vista es la mejor —añadió con orgullo.

—Vaya —murmuró mirando a Nalbrek. Aquello explicaba lo que le dijo Baem sobre la primera vez que vio al lobo.

—Para ser sincero, yo tampoco entiendo cómo es posible que Nalbrek naciese, lo que sí sabíamos tanto Andros como yo era que, si se sabía que yo era el padre, sería una condena de muerte para él y para mí. Lo único que me preocupaba era si, al crecer, tenía hijos, pero desde que me dijo que su pareja era un zorro, supe que no tenía que preocuparme. Nalbrek no hacía nada más que hablar de ti cada vez que nos veíamos —le explicó haciendo que Nal se removiese incómodo—, así que tenía muchas ganas de conocerte. De hablar contigo. Gracias por venir y gracias por aceptarlo.

—Gracias por criarlo y gracias por aceptar venir a verme —respondió.

—Eres la pareja de mi hijo. Quería hablar contigo, pero ahora tengo que volver. He pasado demasiado tiempo fuera y deben estar buscándome tras encontrar a esos lobos. Volveré cuando todo se calme para seguir hablando —se despidió cambiando a águila antes de alejarse.

—Cuantas más cosas sé de tu familia, más me sorprendo —le confesó a Nalbrek cuando se quedaron solos.

—Siento no habértelo contado antes.

—No te disculpes, quiero decir, eres una quimera. Debe ser difícil decirlo.

—Solo lo sabían mi madre, Andros, mi padre y, ahora tú.

—Gracias por decírmelo —Nalbrek negó—. ¿Tú sabes por qué tu madre se quedó embarazada de tu padre?

—Solo sé lo que Andros me dijo. Que mi madre fue prometida a varios alfas, que tenían planeado convertirla en loba y no dejar que volviese a recuperar su forma humana aunque eso acabase con su capacidad de pensar para que tuviese tantas camadas como fuese posible, pero que ella no quería, ni por ella, ni por sus hijos, así que buscó la manera de evitarlo hasta que la encontró.

—Quedarse embarazada de tu padre. ¿Pero por qué tu padre? ¿Porque fue el único que pudo acercarse a ella?

—En parte. Pero no es solo eso —murmuró cuando lo miró con dolor contenido.






Y por eso Nal era tan raro, tenía algunos problemas debido a sus dos naturalezas hasta que terminó de desarrollarse y aprendió adaptarse a ambas (problemas de quimeras). También hemos sabido cómo Gerna quedó embarazada. Otra cosa es el motivo. 

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