The scent of your skin || Ome...

By birdyfics93

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Ser beta no es fácil. No cuando estás obligado a obedecer a los alfas. No cuando eres un esclavo. Jimin y Tae... More

~ Primera parte ~
~ Ser un beta ~
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19. ~El beta que decidió quedarse~
• Segunda parte •
• Conflicto Beta •
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(Disfruten)

Yoongi empezó el día comportándose de la manera más extraña. Jimin lo observaba moviéndose en la cocina de allá para acá, cocinando huevos y arroz. Por más que Jimin haya insistido en que quería ayudar, Yoongi se lo prohibió. En cambio, le dijo que se sentara a la mesa a esperar.

Era extraño para Jimin. Solo la mañana anterior había tenido que levantarse temprano a cocinar y realizar la mayoría de las actividades que haría un sirviente y ahora, después de todo el evento de la tarde pasada, a Yoongi se le había zafado un poco un tornillo, diciendo que él era completamente capaz de cocinar unos huevos. Para ser honesto, Jimin debía reconocer que el alfa podía hacerlo, pero que quedaran sabrosos era una historia completamente distinta.

El abuelo Min entró en la estancia con su periódico en la mano, dispuesto a su ritual matutino de tomar té leyendo las noticias de la semana. No obstante, cuando vio a Yoongi, se quedó parado en el umbral de la puerta con una ceja arqueada.

—No me digan que hoy es el día en que las vacas finalmente están volando. 

Jimin trató de esconder una risa con una tos, mientras que Yoongi le dedicó una mirada ladina y llena de desinterés al anciano.

—Buenos días, tío. Yo también amanecí bien, gracias por preguntar—respondió en cambio y siguió cocinando. El abuelo miró a Jimin con cara de pregunta y el beta solo fue capaz de encogerse de hombros.

Diez minutos después, estaban los tres sentados a la mesa. El arroz estaba un poco pasado y los huevos recocidos, pero había algo de orgullo en el alfa mientras comía su desayuno en silencio. El abuelo no sabía si ponerse a leer o esperar a algo más.

—Uhm—comenzó a decir cuando ya no soportó el silencio. Se le notaba inseguro de cómo proceder—, gracias por el desayuno. Está... —hizo una pausa donde miró los huevos resecos que le había dado Yoongi—... comestible.

—No hay de qué—respondió el alfa menor y luego miró a Jimin con ojos expectantes—. ¿Y a ti? ¿Te gustó la comida?

—Está muy buena. Gracias—contestó y el alfa pareció contento con eso, bebiendo té con una pequeña sonrisa orgullosa. Jimin debía admitir que era bastante tierno, a pesar de estar al borde de una risa—. La verdad es que no sabía que podías cocinar.

Yoongi se encogió de hombros.

—Estoy lleno de sorpresas.

Fue el abuelo esta vez el que no logró contener la carcajada, dándole golpecitos a Yoongi en la espalda.

—Sé lo que estás haciendo, mocoso, sé lo que estás haciendo—comentó en cambio.

Las mejillas de Yoongi se colorearon un poco. Jimin frunció el ceño sin entender lo que estaba pasando, pero ninguno de los dos alfas pareció necesitar explicar el asunto.

Yoongi cambió el tema de inmediato.

—Entonces, ¿cuándo vamos a viajar a Seúl?

El día anterior, el abuelo Min había conversado con Jimin. Ambos hablaron acerca de lo que había sucedido con el alfa más joven. El beta le contó sobre las disculpas y el abuelo, un poco reticente, le había dicho que había que darle un poco de tiempo al mocoso para que dejara de comportarse como un idiota, que no era fácil cambiar, pero que estaba orgulloso de que fuera capaz de defenderse en circunstancias adversas. También habían conversado sobre el viaje a Seúl. El abuelo quería persuadir a Jimin para que se quedara en Busán, cuidando el huerto, pero el beta arguyó que, si había incluso una pequeña posibilidad de encontrar a Taehyung en Seúl, él iría a buscarlo. Así que finalmente accedió a llevarlo, con la condición de que no irían por más de una semana y de que jamás se alejaría de él en la casa de los Min. Por lo tanto, ahora solo quedaba conversar los detalles antes de partir.

La perspectiva de encontrar a Taehyung hacía que quisiera partir ya mismo. 

—En una semana—contestó el abuelo, sacándole de sus pensamiento. Yoongi alzó la cabeza para escucharlo también—. Tenemos que reparar tu carreta y dejar algunas cosas listas para poder viajar. Algunas verduras necesitan cosecharse y podremos llevar fruta para el camino. No pienso morirme de hambre antes de llegar allá—rezongó.

—De acuerdo—contestó el alfa menor—. Entonces tendré que ir al pueblo a comprar algunos clavos y mantas para llevar. Necesitaremos soga de repuesto para los caballos—comentó Yoongi, pensativo. Luego miró a Jimin—. ¿Te gustaría acompañarme al pueblo?

Jimin miró al abuelo primero, pero este solo sonreía mirando su comida. Había algo hermoso en esa pregunta tan cotidiana y en que su abuelo le dejara responder libremente. Además, era Yoongi considerando su opinión, era Yoongi diciéndole que tenía una decisión sobre las cosas y eso hizo que se le hiciera un pequeño nudo en la garganta. Tuvo que tragar saliva antes de hablar.

—Me encantaría.

Yoongi asintió con la cabeza, esbozando una pequeña sonrisa. Jimin la correspondió y por el rabillo del ojo notó que su abuelo los miraba a ambos de manera burlona.

—Pues bien—dijo, tomando su periódico y abriéndolo dramáticamente, no sin antes entrecerrar los ojos al mirar a los dos—. Si está decidido, les dejo que vayan a prepararse.

Yoongi se puso de pie de un salto y recogió todos los platos de la mesa para comenzar a lavarlos.

—¿Estás bien? —tuvo que preguntar Jimin cuando la curiosidad lo sobrepasó. No entendía muy bien las intenciones del alfa—. No tienes que lavar los platos, tú cocinaste. Eso puedo hacerlo yo.

—No. Está bien. Quiero ayudar—contestó con decisión, mientras comenzaba a fregar las tazas enérgicamente. 

Jimin no puso contener una risita, que se vio interrumpida por la mirada falsamente ofendida el alfa.

—¿Qué es tan gracioso?

—Nada, nada—le dijo, pero se acercó al lavaplatos dando un saltito—. Está bien. Si quieres ayudar, tú lavas los trastes y yo los seco.

El alfa asintió contento con eso. Se sumieron una conversación tranquila sobre la madre de Yoongi. El abuelo Min comentaba a ratos algunas cosas, como anécdotas de cuando su hermana y él eran pequeños y se subían al árbol en el patio de la mansión Min; y cómo se le había partido el labio al caerse de cara. Lo contaba orgulloso mientras mostraba su cicatriz.

—Así es como te conviertes en alfa—decía, pero Jimin sabía que estaba bromeando.

Más tarde, cuando ya todo estaba listo en la cocina, ambos partieron a ensillar a los caballos y prepararon la carreta del abuelo Min para partir.

—Podemos pasar a la librería—comentó Yoongi, mientras alimentaba a Terrón—. Hay unos textos que me encantaría encontrar. Quiero escribir una noticia sobre Busán para publicar en el diario de mi tío. Estoy seguro de que le interesará. ¿Te gustaría leerlo cuando lo termine?

—Por supuesto—respondió, mientras cepillaba a Purasangre

Entonces notó más o menos lo que estaba pasando. Yoongi estaba intentando tratarlo de igual y algo en su mente le hacía pensar que cocinarle el desayuno se trataba de eso. Era un poco tonto y, aun así, Jimin no podía evitar sentirse profundamente conmovido.

—¿Qué? —le preguntaba Yoongi, cada vez que se le quedaba mirando demasiado mientras ensillaban a los caballos.

—Nada—le respondía y continuaba haciendo lo suyo.  

Pero cuando se embarcaron camino a la ciudad, no pudo evitarlo más.

—Agradezco que lo estés intentando—murmuró Jimin después de que Yoongi le ofreciera una mano para subirse a la carreta—. Sé que esto debe ser raro para ti, porque soy un...

—No, no—le interrumpió enseguida, mientras los caballos se ponían en marcha. Hizo una mueca, apretando los labios—. No es raro. Es solo que quiero que te sientas como antes de que yo llegara a tu hogar.

—Oh.

—Tal vez eso sí es raro—comentó, pasando sus manos por su rostro en un gesto cansado—.  Y sé también que es repentino, pero mis promesas no son en vano. 

Jimin intentó ocultar su sonrisa mirando hacia otro lado.

—Está bien—dijo. Podía sentir la mirada de Yoongi sobre él. —Además—agregó con un dejo bromista—, soy más divertido cuando no soy un esclavo.

Yoongi lo miró seriamente por un largo momento hasta que soltó un bufido y con una sonrisa dijo:

—Bueno, eso está por verse.

El ambiente se sintió mucho más relajado después de eso.

Entonces, el alfa le siguió comentando sobre los artículos que escribía para el periódico de su tío. Era el hermano de su padre, el más liberal, que había dedicado la mayor parte de su vida a informar a la gente.

—¿Crees que yo algún día pueda publicar algo ahí? —preguntó Jimin con ojos soñadores.

—Eso depende de lo que escribas. Tendrás que mostrarme esos escritos, yo soy parte del filtro que se hace antes de publicar.

—Mmm, tendrás que portarte bien si quieres leer algo mío.

—¿No lo estoy haciendo ya? —añadió con una sonrisa.

Había algo en la forma en que Yoongi le estaba mirando que hacía que su panza se sintiera graciosa. Justo en ese momento llegaron al pueblo, así que Jimin no pudo responder. Al beta le maravillaba la ciudad, el movimiento, ese caos de toda la gente moviéndose de un lado para otro.

Dejaron la carreta estacionada y los caballos comiendo heno. Entonces, se encaminaron juntos a la librería primero. El alfa iba cerca de él, tal como la vez pasada, protegiéndolo. Por alguna razón, Jimin era muy consciente de que el pecho del alfa estaba cerca de él. No pudo evitar imaginar esa vibración y ronroneo que el alfa había hecho el día anterior para arrullarlo. ¿Podría preguntarle a Yoongi si podía hacer eso otra vez o no era algo que se pidiera tan a la ligera? Jimin lamentaba saber tan poco y nada del mundo de los alfas y los omegas. 

En la librería compraron algunos textos en conjunto, decidiendo cuáles serían las mejores lecturas que podrían compartir con el abuelo en la biblioteca. Aún quedaban unos pocos días para partir a Seúl, así que probablemente podrían continuar con esa rutina incluso con el viaje en el futuro cercano.

Luego, se encaminaron a la ferretería otra vez, para buscar algunos clavos y soga. Yoongi y él caminaron por la tienda, conversando de todo y nada, sintiéndose más cómodos el uno con el otro de lo que se habían sentido alguna vez. Así que cuando terminaron las compras, Jimin se quedó esperando en la puerta. 

—Espérame aquí un momento, ¿sí? Iré a pagar—comentó Yoongi y desapareció tras uno de los pasillos.

—De acuerdo.

Se quedó mirando las herramientas que estaban en el lugar, sin entender para qué servirían algunas de ellas.

Sin querer, chocó a un hombre de mediana edad que estaba a un lado de él. El hombre era evidentemente un alfa y parecía estar en sus cuarentas. Expelía un aroma a dominancia difícil de perderse.

—¡Lo siento, señor! —murmuró enseguida.

El alfa se acercó Jimin, olfateando el aire. Un gesto grosero en cualquier lugar del mundo.

—Vaya, vaya—dijo, caminando incluso más cerca de Jimin—. Un beta de los caros. Tan lindo como un omega. ¿No será que tu dueño te arrendará por algunas horas? —preguntó con una sonrisa lasciva.

Jimin, asustado, se echó hacia atrás.

No obstante, un aura oscura envolvió el aire con tanta fuerza que casi noqueó a Jimin. Al beta le costó darse cuenta de que Yoongi era la fuente de ese aroma, que se posó frente a al alfa en una posición agresiva, como si estuviera dispuesto a atacar. El otro alfa, consciente del aroma y la dominancia en él, mostró los dientes de inmediato.

A Jimin le sorprendió que Yoongi no se moviera ni un milímetro.

—Vete—Fue lo único que dijo Yoongi, pero había una advertencia implícita en esa única palabra. Le miraba directamente a los ojos, estableciendo quién tenía el poder en ese momento.

Por alguna razón desconocida para Jimin, el otro alfa bajó la mirada primero, todavía mostrando los dientes. No obstante, unos segundos después, soltó un resoplido y se fue rezongando enojado, quejándose de lo estúpidos que eran los alfas más jóvenes.

Solo cuando desapareció tras las puertas, Yoongi se dio vuelta hacia él con preocupación.

—¿Estás bien? —urgió, buscando señales de daño en Jimin.

—¿Yo? —preguntó con incredulidad. 

—Sí. —Su tono era duro y su lobo todavía no dejaba de expeler ese aroma a dominancia. —¿Ese alfa te tocó? ¿Te hizo daño?

—No, no me hizo nada. Llegaste justo a tiempo. 

Solo entonces Yoongi le miró a los ojos, tenían un brillo dorado en ellos. Jimin jamás había visto algo como eso. Su propia respiración estaba más agitada de lo normal.

—De acuerdo. Bien—repetía Yoongi más para sí mismo.

Cuando salieron de la tienda, ayudó a Jimin a subirse a la carreta, ofreciéndole una mano y luego dio la vuelta para subirse solo. Seguía resoplando suavemente, su alfa todavía enojado. 

—¿Puedo hacer algo para ayudarte a sentir mejor? —preguntó Jimin.

El alfa lo miró de soslayo y negó con la cabeza, pero su vista se posó en algún lugar entre la mandíbula y el hombro del beta.

—No, tú... —dijo, y luego soltó un largo suspiro como si estuviese perdiendo una batalla. — Mi lobo necesita...  ¿Puedo?

—Sí—susurró Jimin sin saber muy bien qué estaba aceptando, y ni bien terminó, Yoongi estaba alzando un brazo, colocando su mano en la base del cuello del beta y presionando su pulgar suavemente, entre la curvatura del hombro y el cuello del beta.

Jimin había visto furtivamente a algunos alfas haciendo eso con sus omegas. Entonces, palideció y luego, sus mejillas enrojecieron de golpe cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Me estás marcan...? —Quiso decir, pero Yoongi le interrumpió abruptamente, alejando su brazo como si hubiera tocado brasas hirviendo con sus dedos.

—Yo... sí—casi ladró, mirando hacia el frente y llevando sus manos a las riendas—. Lo siento. Es solo que así los alfas no se te acercarán para molestar ni hacer que pases malos ratos.

Jimin solo asintió rápidamente y miró para el otro lado.

Podía sentir sus mejillas encendidas como luces de aceite en navidad. Y alrededor de él, un terroso aroma a café y robles.

Para su sorpresa, no era el aroma lo que le molestaba, sino la extraña sensación de mariposas que no se iba de su panza.

🐺🐺🐺

Taehyung sabía que había cometido un error.

Hoseok no se merecía eso de él. El omega merecía muchísimo más que un beta enamorado de alguien más. Se había preocupado de cuidarlo, de traer ayuda para su pierna, de cocinarle todos los días que llevaba en ese estúpido granero. Sabía que no debería haberle besado. Pero tenía que reconocerse a sí mismo que la soledad era ensordecedora a veces y que los cuidados que le estaba dando el omega podían confundirse fácilmente.

No se arrepentía tanto del beso. Había sido tierno y, en cierta medida, era un elogio a su ego, pero sabía que era incorrecto dar señales mezcladas. No obstante, a veces se preguntaba si no era mejor enfrentar la realidad: Seokjin podría estar viendo a alguien más, podría haber rehecho su vida ya no pensando en un sueño del pasado. Ni siquiera lo culparía. Siete años eran un tiempo increíblemente largo para estar solo -él lo sabía más que nadie- y lo peor de todo es que no había cumplido su promesa aún.

¿Podía Hoseok ser su presente? ¿Podía amar a un omega distinto que sí estaba ligado a la Causa? Desde cierta perspectiva, podía ser lógico. Así que intentó imaginarse una vida con él, trabajando por los betas. Imaginó un futuro incluso más lejano, con pequeños hijos pululando a su alrededor. Tal vez vivirían en ese mismo granero, porque ¿dónde más podrían vivir un omega y un beta como él? No obstante, su estómago se retorcía de solo pensarlo, porque ese era el futuro que quería vivir con una persona diferente.  

Y ahora estaba encerrado en un estúpido granero con la pierna rota, inútil y asustado. Asustado porque la había cagado al besar a Hoseok y tenía miedo de que ya no volviera. De que finalmente se diera cuenta de lo bueno para nada que era – ni siquiera capaz de corresponder su cariño- y lo dejara ahí.

Solo.

Taehyung ya no quería estar solo. La vida era miserable si alguien no estaba ahí para acompañarte.

En algún momento debió quedarse dormido, porque lo despertó el crujido de la puerta del granero. La luz del atardecer entraba débilmente por la abertura del techo y no se veía bien de quien se trataba.

—Hoseokie, ¿eres tú? —preguntó encendiendo la lámpara de gas que tenía a su costado derecho.

Se encontró con el rostro del omega asomándose tímidamente por la puerta. En sus ojos había una mirada triste. Nostálgica.

Taehyung frunció el ceño.

—¿Está todo bien?

Vio al omega quedarse ahí, observándolo por unos segundos sin decir nada. ¿Ya no quería hablarle más? Estaba a punto de pedirle disculpas nuevamente, cuando escuchó al omega suspirar, antes de decir: 

—Te traje una sorpresa. 

¿Una sorpresa?

Y entonces, por la puerta entraron tres personas.

Kyungsoo apareció primero. Corrió a la cama improvisada y abrazó a Taehyung, dándole golpecitos en la espalda. 

—Estás vivo, idiota—dijo y su voz temblaba sospechosamente.

Los ojos de Taehyung se aguaron un poco. Kyungsoo nunca mostraba sus sentimientos de esa manera tan abierta. Lo abrazó de vuelta con fuerza, porque tal vez un momento así no se volvería a repetir.

—Lo estoy—respondió, pero soltó un ligero quejido cuando el beta mayor rozó su pierna. —Auch.

—¿Qué mierda la pasó a tu pierna? —preguntó su hyung, alejándose de él y frunciendo el ceño.

—Es una larga historia, hyung.

Cuando se separaron, vio al alfa líder, el señor Kim Namjoon, quien no se acercó, pero hizo una profunda venia. Se colocó a un lado de Hoseok.  

—Hobi nos contó que te estuvo cuidando durante estas semanas—dijo Namjoon, no obstante—. Nos alegra muchísimo saber que estás bien.

Taehyung echó un vistazo en dirección a Hoseok, pero este lo evitó, mirando hacia el suelo.

—Sí, le debo realmente mucho a Hoseok—comentó de todas formas, esperando una reacción, pero no la hubo.

Entonces, su mirada fue atraída por la tercera persona que entró a la estancia.

El aire quedó estancado en sus pulmones y su visión se convirtió en un túnel que solo podía mirar en una dirección. 

Hay momentos que parecen detener el tiempo. Para Taehyung, ese momento en que sus ojos se posaron en él, en Seokjin -frágil, hermoso, vulnerable y tan glorioso Seokjin- fue uno de ellos. Ambos se miraron a los ojos y Tae esperó que se acercara a la cama corriendo. Había anhelo en ellos, había nerviosismo. No obstante, no se acercó. Se quedó ahí, a un lado de la puerta, como si estuviera listo para escapar. 

¿Por qué no te acercas a mí?

—Seokjin—urgió cuando notó que se movía.

Intentó ponerse de pie, quería llegar a él. Necesitaba llegar a él. Quería tocar su piel, sus manos, besarlo hasta que se olvidaran de todo, absolutamente todo. Quería hacerle saber que todo ese tiempo él era la persona más importante en su mente, su motivación, el motor que lo hacía continuar en su lucha.

¿Por qué no te acercas a mí?, pensó con más vehemencia esta vez. Frustración crepitando en su interior.

Hoseok lo detuvo en su hazaña.

—Quédate ahí, por favor—le urgió, colocando un brazo firme sobre su pecho e impidiéndole moverse—. Jungkook dijo que tienes que permanecer acostado.

No batalló. En cambio, volvió a posar la mirada en Seokjin, apremiante, pero este no se acercó. Lo vio tragar saliva, apretar sus manos en ese gesto nervioso suyo que no se había ido y dudar.

No, no dudes.

Ven aquí.

—Proveeremos más atenciones para ti—escuchó que decía el señor Kim—, y trataremos de reubicarte en una nueva madriguera, pero hasta que Jungkook no aparezca, no queremos comprometer tu pierna moviéndote sin sus indicaciones.

—De acuerdo, sí—respondió, pero en su mente no podía pensar bien.

Todo era el omega y ese aroma a flores que desprendía y llenaba la estancia; y ese aura vulnerable y frágil alrededor de él.

—Estamos orgullosos de ti—comentó esta vez Kyungsoo. Taehyung se obligó a mirarlo, pero volvió hacia Seokjin casi de inmediato—. Lo que hiciste en la madriguera fue espectacular. No sabes a cuántos de nosotros salvaste. Incluido yo. Te debo la vida.

—No hice nada.

—No me contradigas. Me salvaste y...

El omega seguía frente a él, restregando sus manos las unas con las otras hasta dejarlas blancas.

¿Seokjin?

—¿Seokjin?

El interpelado lo miró directo a los ojos. 

Kyungsoo se adelantó en ese momento, rascándose la cabeza incómodo, pero con una sonrisa conocedora en los labios.

—Bien. Entiendo la señal. —Le echó una mirada a Namjoon, quien asintió con la cabeza—. Nosotros nos vamos. Te veremos mañana por la tarde, ¿de acuerdo?

Todos expresaron sus buenos deseos y despedidas antes de salir y dejarles solos.

El silencio que cayó entre ellos era pesado, pero no incómodo. El omega no sabía qué decir y él tampoco. Eran tantos los años que los distanciaban. Tantos días y noches.

Vio como Seokjin tragaba saliva, su manzana de adán subiendo y bajando. Le vio tomar aire profundo y soltar la respiración lento, antes de comenzar a caminar hacia él. Taehyung sintió como su piel se colocaba de gallina y en su estómago volaban mariposas en anticipación. El omega quedó a una distancia segura, ni tan cerca ni tan lejos, y lo primero que hizo fue extender su mano hacia la de Tae.

Cuando sus dedos se rozaron, sintió al omega temblar. Tae miró su rostro. No quería perderse ninguna de sus expresiones: el temor, la expectación, el alivio, el conflicto.

Muchas preguntas no dichas flotaban pesadamente entre los dos.

¿Me reconoces todavía? ¿Sabes quién soy? ¿Aún me quieres?

¿Me quieres, Seokjin?

El omega no dijo una palabra, pero extendió su mano hasta su mejilla y la tocó con tanta suavidad que el roce era apenas perceptible. ¿Quién eres?, decían sus dedos. ¿Eran extraños el uno para el otro después de tantos años? El rostro de Seokjin había cambiado. Se veía más maduro, todavía joven, pero no infantil. Era un hombre y un omega. Ya no el adolescente que había conocido tantos años atrás.

¿Me quieres todavía?

Taehyung tocó la mano que estaba en su rostro con su mano. Acarició sus dedos sin dejar de mirarlo a los ojos.

Finalmente vio en ellos el reconocimiento que estaba buscando. Ese "eres tú y solo tú" que su alma ansiaba. Había muchas experiencias que habían vivido por separado, muchas situaciones que les podrían haber llevado a ser completamente diferentes, pero lo que los unía estaba ahí. Casi imperceptible, pero fuerte.

Todavía te quiero, Seokjin.

El omega se sentó en la cama y se acercó lentamente hasta juntar sus frentes. Taehyung sentía su aliento suave, sus labios tan cerca. Quería besarlo ahí mismo, tomarlo, hacerle suyo otra vez hasta que olvidara todos los años que les separaban. Pero sabía que debía darle tiempo, que Seokjin necesitaba ajustarse a él, así que esperó. Un minuto más no era nada en el gran orden de las cosas.

Solo un minuto más.

—¿Cómo puede ser que después de tantos años—susurró el omega, su cuerpo temblando por completo—, todavía sienta este nerviosismo cada vez que me tocas?

Taehyung besó su mejilla izquierda y sintió al omega estremecerse. Este último puso sus pequeñas manos en la camisa del beta y la apretó. Tae besó su otra mejilla, sus ojos, su frente, la punta de su nariz. La manera en que el omega respondía a cada una de sus caricias era embriagadora. Le tomó las manos y las deslizó por su pecho hasta dejar a Seokjin amarrado a su cuello. Había algo en aquella sumisión que le gustaba a su parte más primitiva, a su parte que también provenía de los lobos.

Taehyung deslizó sus manos lentamente hasta alcanzar la cintura de Seokjin. Dibujó círculos con sus pulgares, sintiendo cómo el omega se iba pegando más a él. Sus rostros estaban a unos centímetros. Los ojos de Seokjin apenas abiertos.

—Estoy aquí—susurró Tae y su propia voz sonaba lejana—. Ya no me iré jamás.

Ninguno supo cuál fue el que acortó la distancia primero. Y de pronto la necesidad y el deseo los golpeó como una ola en el mar.  Lo único que importaba era que los labios de Seokjin estaban de pronto sobre los suyos, moviéndose en una mezcla de sumisión y sensualidad que logró borrar todos los pensamientos que tenía en la cabeza. Había desesperación en ambos, en esa unión. Todo era fuerza, dientes, necesidad y te quiero, te quiero, estás aquí, no me dejes más, me quedaré contigo por siempre.

—Quiero hacerte el amor—expresó Taehyung entre besos.

El omega le mordió el labio inferior exquisitamente antes de responder.

—Tu pierna—susurró con los ojos cerrados, mientras enterraba ligeramente las uñas en el cuello del beta—. No podemos.

—Sí podemos. Móntame con cuidado. 

Sintió a Seokjin sonreír sobre sus labios.

—Sigues siendo un beta desvergonzado.

No obstante, sus acciones no siguieron a sus palabras. El omega se despegó de él un momento para sentarse a horcajadas sobre Taehyung. Había algo obsceno en su cabello desordenado y sus labios rojos e hinchados por sus besos. Un golpe de deseo hizo que Taehyung tomara el rostro del omega y lo besara húmedamente, todo lenguas y dientes chocando. Pero eso no le importaba a ninguno.

Había un deseo imperante que saciar.

Prontamente, Seokjin estaba sin camiseta y las manos del beta comenzaron a reconocer esos nuevos rincones. La piel suave de su pecho, sus hombros que estaban un poco más anchos de lo que los recordaba, esa cintura que no dejaría de volverlo loco jamás. Dibujó la circunferencia de su ombligo con su pulgar y Seokjin no pudo retener un suave quejido ante eso. Notó como su piel se ponía de gallina con el contacto. Era embriagador. Entonces, Seokjin movió sus caderas deliciosamente sobre él, presionando sus erecciones la una contra la otra, antes de comenzar a sacar la camiseta de Taehyung a tirones. Notó como sus ojos escaneaban su cuerpo y el deseo que se escapaba de ellos.

—Estás más grande—murmuró sin aliento, sus ojos en puestos en sus hombros y abdomen.

Taehyung no pudo evitar esbozar una sonrisa coqueta de ojos entrecerrados.

—Y eso que todavía no has visto la parte de abajo.

Seokjin soltó una risita antes de besarlo otra vez, de la manera más sensual que lo habían besado jamás. Quitó sus propios pantalones y ropa interior, quedando gloriosamente desnudo. Taehyung lo miró con descaro. Había soñado a Seokjin así muchas veces, pero la realidad era infinitamente mejor. Había un hilillo de humedad brillando en el interior de sus muslos y quiso gruñir de deseo. Había algo sensual en Seokjin estando húmedo y preparado para él. Por él.

Quería tomarlo y reclamarlo como suyo.

Mi Seokjinnie.

Juntos bajaron la ropa de Taehyung hasta la mitad de sus muslos, con todo el cuidado que la necesidad les permitía, hasta liberar su erección. Había hambre en los ojos de Seokjin, quien no perdió tiempo y la tomó en su mano, moviéndola deliciosamente de arriba a abajo. Taehyung echó su cabeza hacia atrás, soltando una maldición entre dientes. No obstante, aquello no duró tanto. El aroma a flores de Seokjin se mezcló con el olor del deseo y la excitación, con el sudor de ambos; y pronto el omega se colocó nuevamente a horcajadas sobre él, alineando el miembro de Tae con su entrada. Cuando bajó, lo envolvió una humedad y estrechez deliciosas.

Y en ese momento ambos quedaron reducidos a gemidos y respiraciones entrecortadas, al omega moviéndose sobre él, al sudor en la nuca de Seokjin, en sus frentes pegadas, a sus besos húmedos, a las manos de Tae en la cintura del omega dirigiendo sus movimientos y tanto, tanto placer. Todo era rápido y desesperado y carecía de fineza, pero a ninguno le importaba. Eran demasiados años, demasiados días que los separaron para que a alguno le importara. No había espacio entre ellos, eran dos cuerpos unidos en busca del placer que se les había negado por tanto tiempo.

Demasiado pronto, el orgasmo los golpeó a ambos, llevándolos a una cima difícil de bajar, y Tae ahogó los quejidos de Seokjin presionando su boca contra la suya. Este último continuó moviéndose sobre él, subiendo y bajando durante unos segundos más, antes de colapsar sobre Tae, quien se echó hacia atrás para recostarse, trayendo consigo al omega.

Guardaron silencio hasta que sus corazones se calmaron. Seokjin se acomodó a un lado, evitando la pierna herida del beta. Se recostó sobre su pecho y Taehyung aprovechó el momento para acariciar el suave cabello de su nuca.

—Te voy a cuidar—Escuchó que susurraba el omega sobre la piel de su pecho—. Te voy a cuidar y cuando sanes, no vas a moverte de mi lado.

Una ola de afecto invadió a Taehyung por completo. No fue una pregunta y él tampoco necesitaba que lo fuera. En cambio, puso un dedo en el mentón del omega y lo obligó a mirarlo a los ojos.

—Me quedaré contigo.

La lenta sonrisa del omega fue todo lo que necesitó durante esa noche, en la que se durmieron enredados el uno en el otro sin decir una palabra más.

🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸🔸

Me van a creer que estoy subiendo esto desde el aeropuerto de Ámsterdam, a punto de subirme a un avión.

Este capítulo me costó MUCHÍSIMO. Así que agradezco mucho a mis amiguitas que leyeron antes y me comentaron qué podía mejorar.

EXIJO SUS IMPRESIONES AQUÍ, con LUJO de detalles. 👈

Nos vemos dentro de un mes o un año.
Cariños 💖
~Bird🌸

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