El Juego de Hades

By SabrinaMiicaela

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Aaron siempre fue el centro de las miradas y no por los mejores motivos. Entre otras cosas, tiene fama de ser... More

El Juego de Hades
〘Capítulo I〙
〘Capítulo 2〙
〘Capítulo 3〙
〘Capítulo 4〙
〘Capítulo 5〙
〘Capítulo 6〙
〘Capítulo 7〙
〘Capítulo 8〙
〘Capítulo 9〙
〘Capítulo 10〙
〘Capítulo 11〙
〘Capítulo 12〙
〘Capítulo 13〙
〘Capítulo 14〙
〘Capítulo 15〙
〘Capítulo 16〙
〘Capítulo 17〙
〘Capítulo 18〙
〘Capítulo 19〙
〘Capítulo 20〙
〘Capítulo 21〙
〘Capítulo 22〙
〘Capítulo 23〙
〘Capítulo 24〙
〘Capítulo 25〙
〘Capítulo 26〙
〘Capítulo 27〙
〘Capítulo 28〙
〘Capítulo 29〙
〘Capítulo 30〙
〘Capítulo 31〙
〘Capítulo 32〙
〘Capítulo 33〙
〘Capítulo 34〙
〘Capítulo 35〙
〘Capítulo 36〙
〘Capítulo 37〙
〘Capítulo 38〙
〘Capítulo 39〙
〘Capítulo 40〙
AVISO
〘Capítulo 41〙
〘Capítulo 42〙
〘Capítulo 43〙
☾Capítulo 44☽
〘Capítulo 45〙
〘Capítulo 47〙
〘Capítulo 48〙
〘Capítulo 49〙
〘Capítulo 50〙
AGRADECIMIENTOS
Epílogo
CONTINUACIÓN: El Infierno de Hades

〘Capítulo 46〙

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By SabrinaMiicaela

—Tenemos una semana —dice mientras observa nuestras manos—. En una semana tienes que aprender a pelear.

Miro sus ojos cuando se conectan con los míos y algo se remueve dentro de mi con la idea.

—¿Por qué debería pelear?

—Solo si lo necesitas, si estás en peligro deberás pelear Gianna, pero cueste lo que cueste no debes ir a Italia —me mira con una intensidad que hace que sienta que algo no está bien. Nada de esto está bien.

—¿Sabes algo que yo no? —pregunto con la curiosidad aflorando en mí. Él niega con la cabeza.

—Aún no, pero te diré lo que descubra. Mientras tanto espero que calientes un poco nena, no voy a ser delicado contigo —se aleja de mí y camina hacia el colchón que está en el suelo. Lo arrastra y lo trae consigo hasta dejarlo en la mitad del lugar.

Yo lo miro con el ceño fruncido y me cruzo de brazos.

—No follaré contigo si eso es lo que piensas, pervertido.

Hades levanta la cabeza y me mira una vez que escucha lo que le digo. Veo el brillo en sus ojos y la perversidad en su mirada. Me mira y niega con la cabeza mientras me enseña una sonrisa de costado, en una mueca sutil.

Se pone de pie y camina hacia mí. Me mira a los ojos con intensidad y yo contengo la respiración cuando se acerca a mi ser, tanto que su pecho termina por chocar con el mío. El único contacto que siento es su mano derecha tocar mi cuerpo a la altura de mis costillas y subir sutilmente en un delicado cosquilleo que hace que todo mi cuerpo se estremezca. El escalofrío que sus dedos me provocan hace que pase saliva.

—Te follaré cuando me ruegues que lo hagas —su ronca voz me congela en mi lugar, obligándome a dejar escapar un suspiro cuando sus ojos plomos pero cargados de fuego se posan en los míos. Esa sensación se intensifica cuando su rostro se acerca al mío pero se desvía hasta posar sus labios casi rozando mi oreja y susurra—. Y créeme que lo harás. Mientras tanto, prometo no comportarme contigo,

Siento que sujeta mi mano dejando mi palma expuesta hacia arriba y lo siguiente que siento es algo frío. Lo observo notando que es lo que yo pensaba, su pistola. Se siente pesada, y muy fría.

Frunzo el ceño y contengo la respiración cuando mi corazón late fuerte, cargado de adrenalina al tener esto en mis manos.

Deja el arma en mi mano y yo la sostengo temerosa para que no se caiga. Él me mira con curiosidad porque mi movimiento es torpe, pero hago lo mejor que puedo.

No todos los días tienes un arma en las manos.

—Hades —quiero hablar pero él me interrumpe.

—Enseñarte a disparar es imposible aquí, el disparo se oiría a kilómetros a la redonda y eso nos delataría, pero puedo enseñarte otras cosas —me mira con intensidad—. A desarmar por ejemplo.

—Tengo miedo —confieso temerosa.

—No hay nada que no puedas hacer nena, no te limites —sonríe con picardía—. Aún tenemos que hacer arder toda esta mierda juntos.

Asiento con la cabeza ruborizada al oírlo llamarme nena. Dios.

Maldito Hades.

¿Por qué estás tan bueno?

Se aparta de mí y luego me pide que le apunte a la cabeza.

—¿Estás loco? ¿Y si se escapa la bala y te vuelo los sesos? —levanto las cejas. Mi instinto más primitivo es el de dejar el arma con cuidado en cualquier otro lado pero alejada de él y de mí, de cualquiera que pudiera hacerse daño en realidad.

—A la primera pregunta la respuesta es simple, lo estoy. Y para la segunda, tranquila bonita, no tiene balas —me guiña un ojo—. Vamos, haz lo que te digo. Como cuando estábamos en la cabaña, ahí no te tembló el pulso, y te veías muy caliente si me permites decirlo.

Suspiro y me alejo un poco para permitirme estirar el brazo y apuntar a su cabeza. Él me mira con la cabeza ladeada al verme pararme como lo he visto a él al apuntarle a Bob cuando este quiso llevarme luego de la fiesta en la playa.

—¿Y si no te lo permito?

—Soy una persona decente Gianna, un siervo de Dios... pero puedo convencerte —sonríe con maldad—. Separa más las piernas —me dice al ver como estoy parada—. Joder, que caliente sonó eso, ahora no puedo evitar imaginarte abierta de piernas para mí ahora mismo rogando para que te haga mía —muerde su labio inferior.

—¡Hades!

—Perdón, perdón —levanta las manos en señal de rendición fingiendo inocencia. Me mira de arriba a abajo y luego veo esa pizca de locura en él—. Prometo ser un buen chico.

Mira el arma y se para frente a ella, con el cañón apuntando en su cabeza. Por un momento pienso que esta situación es la más estresante y caliente de mi vida. No todos los días tienes al mismo rey de inframundo parado frente a tí viéndote con deseo, con ansias de comerte mientras tú le pones un arma en la cabeza.

—Tiene que ser rápido, sin titubeos —me dice observándome a los ojos.

—Bien, hazlo —digo y él me quita el arma en fracción de segundos para luego tenerla apuntando en mi cabeza. No entendí absolutamente nada de lo que hizo y su movimiento se sintió tan fluido como el viento—. ¿Cómo demonios hiciste eso?

Mi asombro es notable, y a él le causa alguna gracia por lo que sonríe de costado. Me sigue apostando, y no me pone nerviosa que lo haga.

—No es difícil, solo tienes que ser rápida —me dice y luego gira el arma en su mano para sostenerlo del cañón dejando la empuñadura libre para que yo la tome.

Lo hago y luego vuelvo a apuntarlo sin que él me diga.

—Presta atención, lo haré lento. ¿Lista?

Me preparo y presto atención.

—Estoy lista.

—Bien.

Hades pasa la siguiente media hora enseñándome a desarmar a alguien. El tiempo se me pasó volando. Hades estuvo serio la gran parte del tiempo, pero entre tanto aprovechaba para tocarme de una forma poco decente. Lo cuestioné cuando se puso detrás mío para poner el arma en mi nuca, pero casualmente pasaba su mano por mi abdomen e intentaba subir y tocar mis pechos.

Él dijo que era, y cito "Para intentar distraerme".

—Último intento —me dice. Yo paso la lengua por mis labios resecos y frunzo el ceño, posicionando bien mis pies en el suelo, a la defensiva, pero alerta, como él me enseño—. ¿Lista?

Lo miro con el ceño fruncido, muevo mis dedos sutilmente y aprieto la mandíbula. Por un momento lo siguiente pasa en fracción de segundos. Él no me dice que va a moverse, que va a levantar el arma, apuntarme. Tampoco esperaba que lo hiciera.

El factor sorpresa lo pude prever y apenas vi en el rabillo de su ojo la intención de apuntarme, golpeé su mano y sujeté con fuerza el arma, para con un movimiento certero hacer que su imprevisión lo obligue a soltarlo.

Hades es mucho mejor que yo, pero me permite el factor sorpresa. Se que cualquiera con quien yo deba enfrentarme va a ser mucho mejor que yo, pero haber aprendido a desarmar de por sí es el factor sorpresa que necesito para tener la ventaja.

—¡Bien! Muy bien —me felicita y yo salto victoriosa al haberlo logrado.

—¡Si! —sonrío y él sonríe. Levanta su mano para que choque los cinco, así que lo hago. Nuestras manos se chocan y sin saber como, siento el vacío y la presión en mi brazo. No tardo en darme cuenta de que me quitó el arma, y ahora estoy de espaldas a él.

Mi respiración se agita cuando mi espalda choca con su pecho caliente y sus manos me envuelven. Levanta una mano mientras yo veo y saca el cargador. Abro la boca al verlo lleno de balas, listas para disparar. Le pone el seguro a su arma y yo abro los ojos.

—¿Estaba cargada?

—Si —sonríe a mi espalda—. Tenías que practicar con el peso real del arma —se excusa.

—¿Y el seguro qué?

—Le da más diversión al asunto.

Miro nuestro reflejo por los vidrios de esta especie de depósito vacío en el que estamos y lo veo sonreír. Siento que va a decir algo más, pero me observa mientras yo veo nuestro reflejo.

—Ha pasado una hora, tienes que irte. Ve a casa de Alexandra, a esta hora su padre se va de casa. Puedes pedirle a la noche que te lleve de vuelta.

Me giro a verlo y él guarda el arma en su cintura.

—¿Ya?

La presión en mi pecho se clava como una daga dolorosa. No quiero irme. No estoy preparada. Necesito más tiempo con él. Veo la indecisión en sus ojos, pero rápidamente su semblante se endurece, ve mi titubeo y por eso se pone más serio. No sé si estoy preparada para irme, pero entiendo que no puedo quedarme. Sería más peligroso para él.

—¿Cuándo te volveré a ver? —la necesidad y el miedo vuelven a apoderarse de mi. Busco refugio en sus brazos y él me recibe, impregnandome de su olor y su calor.

—Pronto, ¿Está bien? Te veré pronto, más pronto de lo que esperas —me abraza con fuerza y luego se aparta de mí. Mis ojos se empañan, pero parpadeo con fuerza, conteniendo las lágrimas.

—¿Cómo voy a saber que estás bien? —sostiene mi rostro con sus manos y me sonríe.

—Estaré bien, te lo prometo.

—Hades —mi voz se entrecorta. Él pone un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—Confía en mí, estaré bien.

—No quiero irme, quiero quedarme contigo, vámonos hoy, no tenemos que esperar —insisto empezando a desesperarme—. Podemos ir a la playa, a las montañas, a donde quieras, pero vámonos de aquí.

—Creeme, no hay nada que quiera más, pero no llegaríamos muy lejos. Mucha gente me conoce, y mucha gente te conoce a tí. No dudarían en matarme y terminarías con tu familia nuevamente, y las consecuencias no serían buenas. Estoy buscando la mejor forma, solo falta una semana. ¿Podrás esperar una semana?

—Sí —asiento con la cabeza. Veo la preocupación en sus ojos y le sonrío también—. Mi vida se volvió una jodida locura.

—Bienvenida a mi mundo.

Suspiro y luego miro la puerta de salida.

—Debo irme —mi sonrisa se apaga y la suya también. Mira la puerta y luego a mí. Se acerca más y solo me observa. Su aliento se acerca al mío cuando acorta la distancia. Mi respiración se acorta un segundo, y mis piernas flaquean.

Hades Fenrir solo me observa, como si quisiera grabar cada facción de mi rostro en sus retinas. Yo solo veo sus ojos, de un gris infinito que resalta el negro de sus pupilas. Me gustaría adivinar qué está pensando. Pero probablemente lo mismo que yo.

Me volví loca.

Conocerlo me volvió loca.

No hay rastro de la Gianna de antes, miedosa, sumisa. Ahora soy distinta. Y me sorprende darme cuenta de que probablemente este chico mataría por mí. Y yo... también por él.

—Bésame —le pido notando que se detiene a observar mis labios. Levanta la mirada y me mira, para luego sonreír con picardía.

—Pensaba que las niñas buenas no estaban con capullos como yo —se burla, y recuerdo instintivamente lo que le dije luego de encerrarlo en una de las aulas.

Levanto las cejas y lo miro con coquetería.

—A las niñas buenas les gustan los idiotas como tú.

—No te convengo. Destruiría tu corazón, eso hacen los chicos como yo —me mira de la misma forma burlona que yo.

—Hades, cállate y bésame de una vez. Yo elijo quien quiero que me rompa el corazón, y no tendría problemas si lo haces tú.

Hades sonríe y luego se acerca a mí, posando sutilmente sus labios sobre los míos. El toque es sutil, suave, dulce y hasta irreal. Por un momento siento que no hay suelo bajo mis pies, pero no caigo, no, es distinto.

La calidez de su boca envuelve la mía, y sus manos se posan en mi cintura mientras que las mías se enredan en su cabello. Acaricio las hebras con cuidado. Sintiendo que el beso se intensifica un poco. Pero él no deja que llegue a más aunque yo insisto en profundizar el beso.

Me separo de él para verlo observarme.

—No puedo controlarme si me besas así —gruñe entre dientes. Parece una fiera.

Muerdo mi labio inferior y asiento.

Carajo. Él provoca lo mismo en mí.

—Mejor me voy —digo y me alejo, sintiendo el calor en mí, pero también el miedo por que lo descubran.

—Bien. No te desvíes —asiente y me suelta. Yo lo observo y camino hacia la puerta, sintiendo que no quiero irme. Pero no puedo estar mucho tiempo aquí, tengo que ir con Alex.

—Estaré bien —le digo—. Adiós Hades.

—Adiós chica promiscua.

Cruzo la puerta sin mirar atrás justo cuando oigo sus pasos y que su mano se detiene, tirando de mi cintura hacia atrás. Cierra la puerta y sin dejarme reaccionar sujeta mi rostro con fuerza, apresándome bajo sus garras y devora mi boca con ímpetu. Me toma por sorpresa cuando todo en él demanda contacto, con furia, con voracidad.

Su lengua toca la mía y yo le devuelvo el mismo contacto. Con la misma furia. Con la misma necesidad. Me presiona con fuerza contra la pared, y sujeta mi cintura contra él.

Por un momento intento sujetar el bajo de su remera para subirla y desnudar su torso, presa del deseo y la necesidad acrecentada entre mis piernas. El contacto tan brusco, caliente y placentero se corta cuando Hades me impide quitarle la ropa.

Se aleja de mí y al instante siento la ausencia de calor.

—Es peligroso que sigas aquí —dice recuperando el aliento. Sus labios están rojos y los míos se sienten sensibles—. Debes irte.

El asalto intenso dejó secuelas en mí, más en mi sexo.

—Lo-lo sé —camino hacia la puerta y lo observo. Él me mira y me guiña un ojo.

—Pórtate bien, te estaré vigilando.

—Cuídate —pido con las mejillas rojas como efecto del asalto.

—Lo haré.

—Te veo luego —me despido.

—Te veo luego.


═══════════●❤●═══════════


El abuelo pasó por mi a casa de Alex luego de veamos una película. Se quedó hablando con Alexis, el comisario padre de Alex mientras yo fingía que no me daba cuenta de su interacción.

Alex estuvo más alegre, y me devolvió uno de los libros que le presté. En ese, en una de sus páginas transcribí el número que Hades dibujó en mi mano y lavé el rastro de la tinta. Han pasado dos días y las cosas en el instituto están más intensas, la gente está emocionada por el baile de graduación que casualmente es el mismo día del vuelo a Italia y la embarcación de la mercadería hacia el viejo continente.

La abuela insistió en que vayamos a ver vestidos, ya que luego de la graduación, a las tres am sale el avión a Italia. Así llegaríamos a las 8am por la diferencia horaria. Lo que ella no sabe es que no voy a ir a Italia.

La espera me pone nerviosa, más sin saber nada de él.

—¿Hoy tienes el examen final de matemáticas? —pregunta la abuela en el desayuno.

Yo asiento con la cabeza viendo a Garu dormir en el sillón mientras el abuelo lee el periodico.

Por un momento todo se siente muy repetido, monogámico. Pero el avance de los días pone todo en tensión.

—Si, ya me voy en unos minutos —le digo—. Estoy nerviosa.

—Pero estudiaste, te irá bien mi niña —me sonríe la abuela y yo sonrío. Dios. Tengo que fingir lo mejor que puedo que todo está bien.

—Alex me ayudó mucho, ella es buenísima en matemáticas —mis charlas se resumen en decir cualquier cosa cuestión de que Marianne no note que a veces ni siquiera duermo. Estoy esperando que me digan que algo malo pasó.

Que encontraron a Hades.

No tener noticias de él me hace querer usar el número de teléfono que me dio para una emergencia.

—Es una buena niña, me gusta para tu amiga —asiente la abuela. Yo me pongo de pie, y tomo mi mochila.

—Me voy —aviso, observándo el reloj. El instituto no está muy lejos, pero tengo que llegar temprano a mi exámen.

—Aaron te llevará hoy —mi abuelo me corta, bajando su periódico y clavando sus ojos celestes en los míos.

Suspiro.

—Pero llego tarde.

—Acaba de llegar a traerme una correspondencia, así que le pedí que te lleve al instituto —su voz es seca, no hay pie a discusiones. La abuela finge que no pasa nada, y yo me maldigo internamente.

No discuto, solo abro la puerta cuando oigo que golpean para encontrarme con los ojos negros de Aaron. Lo evito cuando noto que me observa. Él pasa y saluda cortésmente a mis abuelos. Luego entrega una caja marrón con sello al abuelo.

—Gracias Aaron, ahora lleva a Gianna al instituto —ordena.

—Sí señor. Adiós señora —saluda a la abuela y sale, mirándome de reojo con seriedad. Trae puesto el uniforme del instituto, con la camisa arremangada hasta los codos dándole un aspecto tosco—. Vamos.

Lo sigo en silencio. Ya mucho ruido hacen mis pensamientos. Veo que hay un auto en la acera, uno que no conozco pero es negro. Aaron lo rodea y se sube al asiento del conductor para luego destrabar el de copiloto, así que no pierdo tiempo y subo.

Me quedo en silencio todo el viaje. Mi móvil vibra y veo un mensaje de Magnolia preguntándome cómo me encuentro. Le respondo que estoy bien, y levanto la cabeza para mirar por el espejo retrovisor, notando que mis ojos se encuentran con los ojos negros de Aaron.

Él me observa, y yo a él. Nos miramos unos instantes y siento algo extraño por la forma en la que me observa, sereno, pero analizándome. Él aparta la mirada para seguir conduciendo, y segundos después estaciona el vehículo en el estacionamiento del instituto. Justo para ver más adelante que hay gente reunida en un círculo, gritando. Primero él no le presta atención a esto, hasta que yo lo observo. Oigo el nombre de Andrea, y Leia en los gritos de la gente.

Se están peleando.

Aaron sale del auto y camina hacia allí, y yo lo sigo. Hay poca gente, y es suficiente para ver a Leia empujando a Andrea. Leia nos ve llegar juntos, bajando del auto y luego empuja a Andrea para pasar. Se acerca a nosotros y me choca el hombro.

Maldita medio hermana más loca tengo. Dios. 

Veo a Aaron cerrar los ojos y exhalar con cansancio para luego ver a Andrea, quien se marcha al igual que la gente. La situación se vuelve extraña, y solo nos mantenemos en silencio.

Pero siento que él quería decirme algo, porque sus miradas no eran algo usual en él. Me fui y lo dejé solo. Y así lo estuve todo el día, y la tarde.

Me siento en la mesa y veo a los abuelos. Ellos hablan de las noticias mientras pienso que mañana serán tres días sin ver a Hades.

—¿Estás feliz por terminar el instituto? —oigo a lo lejos, y tardo unos segundos en entender que me hablan a mí. Levanto la cabeza y veo a mi abuelo quien me observa con curiosidad.

—Si, ya extraño ver a Mag en las vacaciones. Además, la abuela y yo compramos un vestido muy bonito —digo por decir algo. A él parece convencerle la respuesta, y se distrae cuando mi abuela le dice que mi vestido de graduación es hermoso y que debe comprar un arreglo floral. Tal vez alquilar una limusina, después de todo, solo tendrá una sola graduación.

En ese momento el móvil del abuelo suena. Y él ve el nombre en pantalla. Luego mi abuela lo ve y ambos se miran. Siento la tensión en el ambiente, cuando mi abuelo se levanta para tomar la llamada. Camina hacia la cocina.

—¿Quién era? —pregunto sintiendo los nervios a flor de piel.

Que no sea Hades, que no sea Hades.

—Una cuestión del trabajo linda, nada de qué preocuparse —responde la abuela Marianne. Paso saliva y afino el oído. El abuelo habla de algo, de unas alarmas o algo así, pero nada más. Al cabo de unos segundos vuelve, y mira a la abuela.

—Tenemos que ir a la tienda, pasó algo con las cámaras de seguridad —dice.

—Bien querido, dame unos segundos y ya llamo a Josep para que las repare, te dije que una funcionaba mal —menciona la abuela. Yo me quedo sola viéndolos irse. Pero no estoy sola. Me doy cuenta de que no lo estoy cuando luego de haber ido a mi habitación y volver a bajar después de media hora cuando el gato gordo maulló en mi puerta y supuse quería comida.

Lleno el tacho con comida de la bolsa de alimento y lo dejo en el suelo, Garu come con ganas. Y yo vuelvo a las escaleras, para ver que hay alguien parado frente a mí mientras me observa. Exhalo todo el aire de mis pulmones del susto y me quedo petrificada en mi lugar. 

—Aaron.



Advertencias para el público sensible: El Juego de Hades es una novela +21 que contiene temas delicados como sexo explícito, lenguaje vulgar, ilícitos, violencia, etc.

Es una novela ficticia en la cual NO se GLORIFICAN, ENALTECEN, MINIMIZAN o INCITAN a cometer ilícitos. Todo ilícito que se encuentre en esta novela debe ser penado como tal.

Recuerden en todo momento que esto es FICCIÓN, por favor, sepan separarla de la REALIDAD.

Capítulo dedicado a Valentina. Ig: val.entina_conejeros. Gracias por leer hermosa, gracias por estar acá. <3

Recuerden que me piden dedicatorias a IG.

Perdón la demora, el jueves se me hizo imposible actualizar, tenía unas cosas que hacer y salí temprano de casa porque pensaba desocuparme temprano. Estuve más de 12 horas fuera. :(

Prioricé actualizar EJDH porque ¡LE QUEDAN 4 CAPÍTULOS MÁS PARA TERMINAR!

Ahora opinemos:

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Qué quieren que pase?

¿Qué piensan que va a pasar?

ESTAMOS EN LA RECTA FINAL!!!

QUÉ PIENSAN DE:

Hades

Aaron

Leia

Gianna

Abuela Marianne

Abuelo Andrés

Alex

El papá de alex (el comisario)

Nika

Aira

Bruno

Luca Morrigan

y de todos los demás

¿Qué opinamos de Aaron?

¿Queremos un acercamiento con él?

¿Sexo? jajaja

no sé

¿Extrañaron a Hades?

Ay, ¿qué creen que vaya a pasar con él?

Nos leemos el próximo jueves bebés, gracias por el apoyo que le dan a la novela.

YA SOMOS 1MILLÓN DE LECTURAAAASS.

Un beso desde el infierno de Hades,

La autora,

Sabrina Micaela

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