Don't Leave Me; KookTae

By Sachigiro

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[SEGUNDA TEMPORADA DE STAY] [ESTRICTAMENTE NECESARIO LEER LA PRIMERA TEMPORADA] Las interacciones sociales y... More

ADVERTENCIA
Prólogo
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By Sachigiro

Taehyung despertaba después de diez horas durmiendo. Llevaba un día entero sin hacer nada y muy temprano en la mañana llamó a la galería de artes para decirle a su jefe que le diera una semana de reposo, ya que por orden médica debía reposar en casa.

Por primera vez en años, podía decir que se encontraba desesperado. Más que nada porque no quería que lo alejaran de Jungkook, y él no podía hacer nada para impedirlo. Y si utilizaba su inteligencia cerebral, lo único que provocaba era un severo dolor de cabeza incontrolable.

En ese momento, odió pensar tanto.

El aire acondicionador central estaba encendido, era más porque extrañamente el calor abrazaba su cuerpo de una manera anormal, que nunca antes había sentido.

Hasta que finalmente se dio cuenta cuando volvió a repasar lo que ocurrió ayer.

Emocionalmente no estaba bien, es por eso que, junto por su condición, se desmayó, y es por eso también que le dolía tanto la cabeza y su piel se encontraba muy sensible con leves ronchas.

Fue el momento en el que pensó en su abuela, en lo mucho que lo cuidaba y se preocupaba por él cuando se enfermaba gravemente, porque era muy raro verlo enfermo. No entendía porqué seguía pensando en su abuela cuando creyó y pensó que había cerrado aquella pequeña falta que le hacía.

Creyó haberlo superado.
Creyó haber pasado por otra etapa.
Creyó y creyó, pero lo olvidó.

Olvidó que cuando una persona se iba de su lado para más nunca volver, el vacío de su pecho, con el paso del tiempo, iba a volverse más grande.

Insoportable.
Asfixiante.
Deprimente.

Tan deprimente que recordaba sus momentos más felices con aquella persona, y solo podía morder sus labios. Tan asfixiante que sus recuerdos comían poco a poco su persona y no podía respirar. Tan insoportable como sentir el dolor en el pecho de una flecha al clavar.

Pero no lloró.

Él nunca lloró, solo se tragó el nudo en su garganta y continuó caminando.

Continuó como la monotonía de la vida.

Naces, creces, te reproduces y mueres.

Naces, creces, te reproduces y mueres.

Naces, creces, te reproduces y mueres.

Naces, creces, te estancas y mueres.

Naces, creces, vuelas, vives y mueres.

Así se convirtió su vida cuando se dio cuenta de que realmente necesitaba a alguien más para poder sobresalir. Necesitar un soporte cuando no podía más, necesitar escuchar a otros cuando no dejaba de pensar. Necesitaba y necesitaba hasta que al final llegó a temer si se iría como lo hizo su abuela.

Volvió a pensarlo: no puedo ni debo depender de otros porque el perjudicado seré yo.

El perjudicado sería él una y mil veces. ¿Por qué?

Porque las bombas nunca duraban para siempre.

Tragaban.
Aguantaban.
Explotaban.

Y como siempre hacía desde hace años, se traga a sus sentimientos. Los suprimía porque sabía que no podía arreglar nada mostrando su lado vulnerable

Ahora debía pensar en dónde debía quedarse mientras empacaba sus ropas. Si se quedaba en un hotel, el pago por días le sería más caro. No podía quedarse con ninguno de sus amigos porque le harían pensar que sería un recostado.

Todo era un desastre.

Pasó por los pasillos hasta llegar a la cocina. Algo que llamó la atención, entonces, fue no ver ninguna foto de la familia de Jungkook en ninguna parte. Entendía que tenía problemas con ellos, pero si tan bien apegado era a su madre, ¿por qué no tener una foto de ella?

Nuevamente no le tomó importancia.

Echó agua a hervir en una hoya con hojas de manzanilla y tilo, y prosiguió a seguir empacando.

La situación llegaba a ser desesperante, más para Taehyung porque sus últimas cajas que mandó de envío habían llegado hacía unas semanas. Viendo el caso, no sabía qué pensar.

Rascó su brazo.

Como todavía estaba en la sala recogiendo uno de sus cuadernos, escuchó que abrían la puerta y vio que entraba Jungkook, y no solo, también estaba Jimin.

—¡Hola, hola, cara de bola!

Hubo un silencio desconcertado.

—Era un chiste para que te rieras, no para que me miraras con cara de no entender —bufó el rubio—. ¿Qué haces?

—Empaco.

—Tae, debes mantener reposo, todavía no estás bien —insistió su pareja.

—Descansé ayer. Hoy es mi último día para irme y sé que mañana él vendrá para verificar que yo no esté aquí. Si él viene y me ve, entonces los dos tendremos problemas.

—¿Y dónde te quedarás? —volvió a hablar el pelinegro.

—Puede quedarse conmigo —propuso Jimin—. Solo te aviso con anticipación que ronco mucho y como tu antes apartamento es muy pequeño, probablemente tengas más insomnio.

"Quedarme con él es un peligro." —se repitió mil veces.

Nunca había dormido con alguien más que no fuera su familia y su novio, pero de las veces que tomaban clases juntos, Jimin se dormía en la gran mayoría, específicamente en La historia del Arte. Aún así, nunca logró entender cómo es que sacaba notas casi perfectas.

—Pero Jimin...

—Es mi momento de devolverte todo lo que te debo, Kim Taehyung. Permíteme hacerlo —dijo con seriedad, sin quitar el tono cariñoso.

Permitirlo, podía. ¿Se sentía mal?

Nadie sabía que Taehyung se sentía como si un camión hubiera pasado por su encima.

Y aquí estaban los tres jóvenes, en el antiguo apartamento del Tae, actual de Jimin.

Taehyung rascaba su cuello continuamente sin darse cuenta, Jungkook lo veía, presentía que algo estaba pensando con tan solo ver su semblante serio.

—Tae, ¿ocurre algo?

El nombrado miró por encima de su novio a Jimin, este le había hecho una señal de que estaría afuera llamando a alguien, con un disimulado asentimiento salió.

—Una vez me dijiste que quieres que te cuente todo pero a la misma vez nada. No puedo conocer tus pensamientos porque eres demasiado cerrado y tampoco puedo predecir tus acciones todo el tiempo. ¿Qué ocurre?

Tenía razón. Si quería escuchar a Jungkook, ¿por qué él no podía escucharlo? Pero, habían cosas que Taehyung no entendía bien sobre sí mismo. Entendía que debía hablar cuando le correspondía, callar porque hablar podría ser de doble filo, observar para analizar y actuar con la cabeza.

Él no permitía que nadie conociera sus sentimientos. Lo sabía, mas ya no quería seguir así. Sobre todo, ya no quería sentirse tan cansado, tan agotado que su cerebro no podía más. Sentía que estaba en modo automático y que su cabeza procesaba lento, muy lento. Que todo se le venía encima y a la misma vez, sentía la necesidad de tener que calmarse y respirar hondo, omitiendo aquellas sonoras alertas en tener que hablar con alguien para desahogarse.

Definitivamente ese no era el momento.

—Esta mañana estaba pensando en mi abuela.

—¿La extrañas? —asintió.

—Pero ya estoy bien.

Solo escuchó el gran suspiro del pelinegro. Le daba la espalda y empezaba a caminar por la sala. Tenía una leve sospecha de lo que diría, y actualmente, la situación no era la mejor para poder discutirla.

—¿Por qué siempre haces esto? —viendo que el menor no tenía intención de hablar, continuó—. Es obvio que te rehúsa a hablar o a tan siquiera compartir cualquier pensamiento, y lo entiendo, pero es frustrante, Taehyung. ¿Cuál es el problema de hablar y ser escuchado?

Por un momento sintió el famoso "tick" resonar en su cabeza, algo también inexplicacble que lo hacía retener sus palabras. No se encontraba en disposición de hablar por más que directamente él le estuviera diciendo que lo hiciera.

Jeon Jungkook no sabía qué hacer.
Quería escucharlo.
Quería apoyarlo.
Pero Taehyung era un retenedor.

Un retonedor cuyo contenido tenía diez mil llaves para poder acceder.

—¿Es difícil? —le volvió a preguntar, con la esperanza de que pudiera contestarle.

—Lo estoy intentando...

Lo hacía y parecía que ni siquiera se esforzaba. Lo hacía y parecía que ni siquiera le importaba. Lo hacía, asimismo, sentía que volvía a estar en el inicio.

Su musa se estaba cansando.

Aquel artistas con manos mágicas se estaba agotando.

Aquella relación de musa y artista se desvanecía.

Con su corazón hecho en un puño, se retenía.

Y como dijo uno de los grandes, una obra de arte nunca se termina, solo se abandona.

¿Kim Taehyung abandonará su musa?

Porque las musas son quienes abandonan al artista. Y si el artista abandona su musa, ¿volvería la inspiración o sería negada para siempre?

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