"Detention"
La luna llena había pasado hacía un par de días , el chico logró presentar dicho trabajo sacando un excelente gracias a su amiga.
—¿Me podéis recordar porque diablos os he ayudado?
—Porque nos quieres mucho.
Resopló mientras limpiaba trofeos.
Una mañana tranquila de un miércoles a James y Sirius se les ocurrió hacer una broma a los Slytherins para devolverla la que le hicieron hacía unas semanas. Le preguntaron a Atenea si se quería apuntar y para sorpresa de todos aceptó. Remus estaba ocupado haciendo otras cosas, mientras Peter se excusaba de la peor manera.
Minnie había pillado a los adolescentes un día después de que estos pusieran cucarachas en la habitación de Snape, Lucius y demás.
Y ahí estaban, los tres limpiando trofeos en la forma muggle un Jueves por la tarde. Ella se maldecía lo más que podía, teóricamente ahora tendría que estar estudiando.
—James, te recuerdo que me debes chocolate, y después de esto, el doble.
—Si, señorita.
—Tu no te salvas, Sirius.
—¿Yo porque?
—También me has metido en esto.
El chico suspiró.
—Bien.
La puerta se abrió sobresaltando a los tres chicos, para dejar ver a un Remus entrar en la sala con los brazos cruzados negando con la cabeza, y con Peter detrás.
—No os puedo dejar ni un minuto solos.
—Ellos me han metido en esto. —apuntó a sus amigos—
—¡Ella accedió!
El chico suspiró para empezar a limpiar junto a sus amigos mientras el rubio cerraba la puerta imitando la acción de los demás.
—¿Qué haces aquí de todos modos?
—Siempre lo hace cuando hacemos bromas inofensivas y él no está en medio. Nos quiere mucho.
—En realidad es para que no hagáis algo peor, pero está bien.
Ella rió.
—Merlín, mi madre me matará cuando se entere.
—Ya somos dos. —murmuró ella haciendo que el castaño le mirase—
—¿A ti porqué debería? Si es que se puede saber.
—Problemas familiares.
—Lo siento... Aunque supongo que ya tenemos algo más en común.
El ambiente era muy tenso, los tres chicos se miraron para luego mirar al pelinegro y la rubia con los ánimos totalmente bajados de un momento a otro.
—Lily me ha vuelto a ignorar, aunque estoy seguro de que caerá en mis encantos.
Un coro de pequeñas risas se escuchó.
—¿Que te dije?
—Que no la cagara.
—¿Qué has echo?
—Cagarla.
—¡Exacto! Queremos pasos hacia delante, no hacia atrás.
—¿En serio crees que lo conseguirá?
—Por supuesto.
—Gracias, por fin alguien que me apoya.
—Pero si el año que viene la cosa no avanza más... Olvídalo.
—Aclárate, me apoyas o no.
—Lo hago, pero dificultas las cosas.
—No es verdad.
—Lo está haciendo ahora, cornamenta.
El chico frustrado se fue a otro lado, aunque tampoco muy lejos ya que no podía.
Ella aprovechó para acercarse a Remus.
—¿La harina se fue de tu jersey?
Él sonrió.
—Eso creo. —dijo mientras asentía— ¿Se fue de tu cárdigan?
—Eso creo. —dijo de igual manera con una sonrisa— Aunque sigo teniendo harina en el pelo.
Soltó una carcajada llamando la atención de los demás, aunque sin darle importancia.
—¿En serio?
Ella asintió.
—¡Me bañaste en harina!
Volvió a reír.
—Te lo debía.
—Te pasaste un poco.
—Pero fue divertido.
—Lo fue. —sonrió—
Pasaron un rato en silencio, aunque uno muy cómodo.
—Apuesto a que tu pelo está lleno de harina.
—Ni con magia se iba tan fácil.
Rió levemente.
—Yo prefiero usar la técnica muggle lo más posible, se me hace más divertido, por ejemplo, si hubieramos usado magia para cocinar, no lo hubieramos pasado tan bien, ¿cierto?
—Cierto. —asintió con una sonrisa—
Siguieron hablando mientras limpiaban.
Después de un buen rato, la puerta se abrió ahora dejándose ver a McGonagall.
—Ya habéis estado suficiente aquí, pero ninguna broma más, ¿entendido?
—Claro, Minnie.
—Quiero hablar con usted señorita Lovegood. —dijo una vez que todos estaban fuera de la habitación—
—¿Que has echo ahora Ate? —dijo James burlón mientras se iban—
—No puedes estar quieta, ¿eh? —le siguió Sirius divertido—
Ella les hizo burla, mientras le sacaba la lengua y ellos le imitaban.
—Quise darle esto en tu cumpleaños, pero no pude.
Frunció el ceño cuando le entregó algo rectangular cubierto en papel de regalo.
Lo abrió extrañada pero con una sonrisa.
Se tuvo que tapar la boca en cuanto vio el título de orgullo y prejuicio. Lo estaba buscando desde hacía meses.
La mayor le vio con una sonrisa al ver su emoción.
—Gracias, no sé que decir. —rió nerviosa—
—No hay de qué, y no tiene porque decir nada.
Abrazó a la profesora haciendo que esta se sorprendiera.
—Gracias, Minnie. —dijo una vez se separaron, mientras se iba—
Ella le miraba aún con una sonrisa mientras una lágrima traviesa se le escapó haciendo así que se la limpiara rápidamente.
La chica entró a la sala común despistada, únicamente centrada en su nuevo libro.
—Merlín , ¿lo has encontrado? —dijo Lily acercándose a ella impresionada—
—Me lo ha regalado Minnie.
Frunció el ceño.
—¿En serio?
Asintió con una sonrisa.
Giró la cabeza cuando escuchó risas provenientes de los Merodeadores.
—Ahora vuelvo. —le dijo a su amiga para subir escaleras arriba—
Cuando llegó a su habitación, guardó su nuevo libro, para sacar su favorito, es decir mujercitas.
Cuando volvió a bajar, vio como su amiga estaba sentada en uno de los sillones cerca de los bromistas, haciéndole fruncir el ceño a ella ahora.
—Atenea Harper Lovegood.
No voy a mentir, se asustó.
—¿Si? —dijo de la manera más tranquila posible—
—Me han dicho que has estado en detención.
Inmediatamente miró a James y Sirius que estos dos se hacían los tontos.
—Me han obligado.
—No es verdad.
—Cierra el pico, Sirius. —le dijo la rubia enfadada—
—Vale.
—Más te vale que no vuelva a ocurrir.
—Bien.
La pelirroja negó con la cabeza para volver la vista al libro que leía.
—Genial, después de sentirme terriblemente regañada... —habló mientras se sentaba en el sillón libre, al lado de su amiga y el más cercano al sofá—
Le extendió el libro al chico de cicatrices, que estaba en una de las esquinas del sofá cerca de la rubia.
Él lo cogió con el ceño fruncido, hasta que leyó el título haciendo que sonriera.
—Un par de cosas antes de irme. Te lo puedes quedar hasta después de Navidad si quieres, pero nada de mancharlo, nada de leer con el mientras comes, y si lo haces que no me entere. No se lo dejes a nadie más, no escribas ni lo arrugues. Si lo mojas o algo así, siento decirte que estás muerto. —dijo tranquilamente mientras se levantaba— Oh, y no hagas caso a las cosas que tengo escritas.
—Entendido. —dijo divertido—
—Bien, nos vemos luego.
—¿Dónde vas? —preguntó James con el ceño fruncido confundido por lo que acababa de pasar—
—A ayudar a un niño de tercero con defensa contra las artes oscuras, papá. —se burló— No llegaré tarde. —dijo divertida mientras se iba—
Cuando Atenea ya no estaba, Lily empezó a reír haciendo que los chicos le mirasen extrañados.
—¿Estás bien?
—Mrerlín no me lo puedo creer. —seguía riendo—
En eso entró Mary y Marlene.
—¿Qué la pasa ahora?
Ellos confundidos se encogieron de hombros, hasta que la rubia vio el libro que Remus tenía en mano.
—No.
—Si. —dijo mientras reía—
Las dos chicas también empezaron a reír confundiendo más a los bromistas.
—No entiendo nada.
La ojiverde se secó una lágrima que le caía de tanto reír mientras se recuperaba.
—Ate nunca le ha dejado un libro a nadie, ni siquiera a mi. Y menos su favorito.
—Es tan surrealista que nos hace gracia.
—Deberías de sentirte especial, Remus.
Lo hacía, se sentía ligeramente especial luego de saber eso.
Ella, como anteriormente dicho, estaba ayudando a un niño con sus deberes y demás.
—Vamos Nick, no es tan complicado. Los hombres o mujeres lobo solo aparecen el las lunas llenas.
—¿Porqué solo en las lunas llenas?
—Porqué es su ciclo.
¿Qué le debía de contestar a esa pregunta?
—Creo que lo he entendido.
—Genial, ¿crees que me lo podrías explicar?
El rubio asintió mientras se acomodaba en su asiento y aclaraba su garganta.
—Los hombres o mujer lobo, mejor conocidos como licántropos, tienen la enfermedad de la licantropía. Esta fue causada ya que fueron mordidos por otro hombre lobo. Se transforma bajo la influencia de la luna llena. Pierden la consciencia, tanto que sin saberlo o quererlo podrían herir hasta su mejor amigo o la persona que más quieran. También hay una poción que se llama "matalobos". Eso hace que el lobo se controle un poco más. Hay varios pelajes, color de ojos y color de piel. —dijo totalmente concentrado y enumerando con sus dedos lo último—
Ella, mientras el niño narraba se dio cuenta de algo.
—Oh, y son capaces de recordar todo lo que han experimentado durante su transformación al volver a su forma humana. —sonrió contento—
—Muy bien, Nick. —sonrió forzosa— ¿Crees que lo podrías escribir ahora?
Volvió a asentir.
—Eso lo haré solo. —dijo mientras se levantaba— Gracias, Ate. —le sonrió—
—No hay de qué. Bordarás ese trabajo.
—Contigo de profesora, seguro.
Le sonrió dulcemente para verlo irse.
Decidió ir hacia el lago negro para relajarse, aunque se sorprendió al ver al cuarteto ahí con Regulus, Pandora y Xenòfil.
Decidió ir con el primer grupo, cuando el más bajito le saludó.
—Has tardado mucho, Ate. —le regañó James divertido—
—Perdón, no volverá a pasar. —le siguió la broma también divertida—
—Es raro verte sin libros.
—Lo sé, pero no los necesitaba ahora.
—¿Qué estabas enseñando?
—Un niño me pidió ayuda para su trabajo de hombres lobo. —se percató de como la expresión de los cuatro cambiaba y el castaño con el pelo alborotado gracias al viento estaba realmente nervioso— Sabe mucho sobre el tema, y es inteligente, simplemente le costaba concentrarse.
No quitaba su vista de Remus, solo faltaba comprobarlo algún día de luna llena.
—Vale... ¿Qué haréis en Navidad? —dijo James viendo a su amigo nervioso—
—Lo de siempre, sufrir por mi familia.
Justo, la cara de los chicos cambió, ella estaba confundida ya que estaba de espaldas dónde estaban sus amigos y un miembro de su familia.
—¿Qué? —frunció el ceño—
—Ate.
Cerró los ojos. Sabía lo que vendría ahora.
Ella giró su cabeza.
—Qué.
—¿Vendrás a casa por Navidad?
—¿Tengo otra opción? Mamá me tiene prohibido quedarme, ¿te lo recuerdo? —se levantó del la manta que cubría la nieve del suelo— Me tengo que ir. Nos vemos.
Ni siquiera miró a su hermano o a sus amigos de la casa azul y verde. Ellos en cambio si la miraron, lo hicieron con una mirada triste, cada vez estaban más lejos de ellos, sabían que en parte era su culpa, y no culpaban a la chica, de echo estaban orgullosos, tenía más amigos y no los necesitaba. Estaban felices por ella, pero a diferencia de la chica, ellos si que la necesitaban, lo hacían más de lo que les gustaría aceptar.